sábado, 17 de marzo de 2018

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 18 MARZO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
18 de marzo




El hombre tiene dos alternativas: o con Jesús o contra él; no hay término medio; quien no se entrega voluntariamente a Jesucristo, cae bajo la influencia del mal.

La indecisión ya es una traición; la pereza y la dilación de la respuesta a Jesús ya es también una traición;  la respuesta pronta, pero parcial y no de entrega total a la voluntad y al precepto de Jesús, es también una traición.

En sus cristianos Jesús no admite ni parcialidades, ni dilaciones; él se entregó por nosotros; nosotros debemos entregarnos todos a él.




P. Alfonso Milagro

LECTURAS BÍBLICAS DEL DOMINGO 5° DE CUARESMA, 18 MARZO 2018


Lecturas del Domingo 5º de Cuaresma - Ciclo B
 Domingo, 18 de marzo de 2018



Primera lectura
Lectura del profeta Jeremías (31,31-34):

Mirad que llegan días –oráculo del Señor– en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No como la alianza que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto: ellos quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor –oráculo del Señor–. Sino que así será la alianza que haré con ellos, después de aquellos días –oráculo del Señor–: Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo: "Reconoce al Señor." Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande –oráculo del Señor–, cuando perdone sus crímenes y no recuerde sus pecados.

Palabra de Dios

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Salmo
Sal 50

R/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, 
por tu inmensa compasión borra mi culpa; 
lava del todo mi delito, 
limpia mi pecado. R/.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro, 
renuévame por dentro con espíritu firme; 
no me arrojes lejos de tu rostro, 
no me quites tu santo espíritu. R/.

Devuélveme la alegría de tu salvación, 
afiánzame con espíritu generoso: 
enseñaré a los malvados tus caminos, 
los pecadores volverán a ti. R/.

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Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (5,7-9):

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando es su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.

Palabra de Dios
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Lectura del santo evangelio según san Juan (12,20-33):

En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: «Señor, quisiéramos ver a Jesús.»
Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.
Jesús les contestó: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este. mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre.»
Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo.»
La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.
Jesús tomó la palabra y dijo: «Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.»
Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio del domingo, 18 de marzo de 2018
Fernando Torres cmf


Si el grano de trigo no muere...

      Se acerca la celebración de la Semana Santa. Haremos memoria del momento cumbre de la vida de Jesús: su muerte. Es curioso que la muerte sea el momento cumbre de la vida pero es así. Porque en ella se confirma el sentido de todo lo vivido. Mirando a Jesús en el momento de su muerte comprendemos mucho mejor todo lo que ha hecho a lo largo de su vida, entendemos su sentido. Lo que en el primer momento se nos hacía confuso y oscuro se ve ahora desde una nueva perspectiva que ilumina y clarifica. El modo de morir de Jesús confirma lo que fue su estilo de vida: una vida entregada a hacer el bien y a predicar el reino de Dios.

      Pero es necesario ese último paso. Sin él su vida quedaría colgada en el vacío. Es necesario para que nos demos cuenta de que su amor al Padre es total, incondicional, sin reservas. Es necesario para que nos demos cuenta de que su amor por nosotros es igualmente incondicional, sin reservas. Su entrega produjo el fruto de la vida. Es decir, la nueva alianza entre Dios y los hombres de que habla el profeta Jeremías en la primera lectura. En ella la ley de Dios está inscrita en nuestros corazones. Basta con abrir el corazón para que Dios se nos meta bien adentro y nunca más vuelva a salir. Ya nadie nos tendrá que enseñar nada de Dios, porque todos los reconoceremos. Esa es la nueva Alianza que Jesús selló con su muerte, con su entrega. Para que tuviéramos vida y vida verdadera.

      Pero todo eso no sucede sin dolor. La muerte de Jesús fue el paso necesario. El amor no se manifiesta sin entrega, sin renuncia a la propia voluntad. De eso saben mucho los esposos. No hay matrimonio que funcione bien sin una buena dosis de sacrificio, de renuncia, de entrega. Del mismo modo la nueva alianza se firma en la entrega mutua. Pero como es iniciativa de Dios, como es voluntad de Dios el firmar esta Alianza con la humanidad, el regalarnos la vida, es Dios el que da el primer paso en esa entrega. Para demostrarnos su buena voluntad, se hizo uno de nosotros, pasó por las mismas alegrías y dificultades que nosotros y terminó muriendo como nosotros. Pero con una diferencia: hizo de su muerte signo de su amor por nosotros. Y su muerte se convirtió en signo de vida. Su muerte es el grano de trigo que muere y, al morir, da mucho fruto. Su muerte es ya resurrección para todos porque al ser elevado en la cruz, atrae a todos hacia él. La cruz, signo de muerte, se transforma en signo de vida. El signo que muchos cristianos llevamos colgado de nuestro cuello es signo del triunfo de la vida, de la alianza de Dios con nosotros, de nuestra esperanza en el que al morir nos regaló la vida.


Para la reflexión

      ¿Conocemos algún caso en que la muerte o el dolor hayan sido ocasiones para crecer en el amor y en la vida? Cuando miramos a la cruz, ¿reconocemos ahí un signo de vida o de muerte? ¿Queremos hacer de nuestra vida una entrega a los demás “para que tengan vida”? ¿Cómo?

NO LE TENGAS MIEDO A DIOS


No le tengas miedo a Dios
Autor: P. José Luis Richard 




        Cristo aparece en el Evangelio como el gran exorcista del miedo. Se hace hombre para librarnos de él. Nos enseña con el ejemplo de su vida, luminosa y sin angustias. Nos asegura que nuestra vida es preciosa a los ojos del Padre y que ni un pelo de nuestra cabeza se nos caerá sin su permiso. ¿De qué tener miedo, entonces? ¿Del mundo? El lo ha vencido (Jn 16, 23). ¿A quiénes temer? ¿A los que matan, hieren, injurian o roban? Tranquilos: no tienen poder para más; al alma ningún daño le hacen (Mt 10, 28). ¿Al demonio? Cristo nos ha hecho fuertes para resistirle (1 Pe 5, 8) ¿Quizás al lujurioso o al déspota latente en cada uno de nosotros? Contamos con la fuerza de la gracia de Cristo, directamente proporcional a nuestra miseria (2 Cor 12, 10).

        En el pasaje en el que camina sobre agua, Cristo avanza un paso más: tampoco debemos tenerle miedo a Dios.

        Jesús se acercó caminando sobre las aguas a la barca de los discípulos. ¿Para darles un susto o con la intención de asombrarles? No. Se proponía solamente manifestarles su poder, la fuerza sobrenatural del Maestro al que estaban siguiendo.

        Pero su milagro, en vez de suscitar una confianza ciega en el poderoso amigo, provoca los gritos de los aterrados apóstoles. Es un fantasma -decían temblando y corriendo seguramente al extremo de la barca-.

        San Pedro es el único que domina su papel. Escucha la voz de Cristo: Soy yo, no temáis, comprende y aprovecha para proponerle un reto inaudito: caminar él también sobre las aguas. Y de lejos, traída por el fuerte viento, le llega claramente la inesperada respuesta: Ven.

        Muy similar a aquella que todos los cristianos escuchamos en algunos momentos de nuestra vida. Después de haber conocido un poco a Cristo -aun entre brumas-, comenzamos a seguirle y, de repente, recibimos boquiabiertos la invitación de Cristo: Ven.

        Ven: sé consecuente, sé fiel a esa fe que profesas.
        Ven: el mundo está esperando tu testimonio de profesional cristiano.
        Ven: tu hermano necesita tu ayuda, tu tiempo... tu dinero.
        Ven: tus conocidos desean, aunque no te lo pidan, que les des razón de tu fe, de tu alegría.

        Y la petición de Cristo sobrepasa, como en el caso de Pedro, nuestra capacidad. No vemos claramente la figura de Cristo. O dirigimos la mirada hacia otro sitio. El viento sopla. Las dificultades se agigantan... y estamos a punto de hundirnos o de regresar a la barca. Sentimos miedo de Cristo.

        ¡Miedo de Cristo! Sin atrevernos a confesarlo abiertamente, ¿cuántas veces no lo hemos sentido?

        ¡Miedo de Cristo! Esa sensación de quererse entregar pero sin abandonarse por temor al futuro...
        ¡Miedo de Cristo! Ese temor a afrontar con generosidad mi pequeña cruz de cada día.
        ¡Miedo de Cristo! Esa fuente de desazón y de intranquilidad porque, claro, el tiempo pasa, y ni realizo los planes de Dios ni llevo a cabo los míos.

        ¿Cómo se explica ese miedo de Dios? ¿Dónde puede estar nuestra vida y nuestro futuro más seguros que en sus manos? ¿Es que la Bondad anda maquinándonos el mal cuando nos pide algo? ¿Es que Él no es un Padre? ¿Por qué, entonces, le tememos? ¿De dónde proviene ese miedo?

        Sólo hay una respuesta: de nosotros mismos. El miedo no es a Dios. Es a perdernos, a morir en el surco. Amamos mucho la piel como para desgarrarla toda en el seguimiento completo de Cristo. 

        Y Cristo no es fácil. Duro para los amigos de la vida cómoda y para quienes no entienden las duras paradojas del Evangelio: morir para vivir, perder la vida para ganarla, salir de sí mismo para encontrarse.

        No todos lo entienden. Se requiere sencillez, apertura de espíritu y, como Pedro, pedir ayuda a Cristo.

        Quiero confiar en Ti, Señor, para estar seguro de que en Ti encontraré la plenitud y felicidad que tanto anhelo. Deseo esperar en Ti, estar cierto de que en Ti hallaré la fuerza para llegar hasta el final del camino, a pesar de todas las dificultades. Aumenta mi confianza para que esté convencido de que Tú nunca me dejarás si yo no me aparto de Ti.

FABRICANTES DE JABONES


Fabricante de jabones . 



Un cristiano estaba caminando por la calle cuando se encontró con el dueño de una compañía que fabricaba jabones.

Mientras hablaban, el fabricante de jabones dijo: «El evangelio que usted predica no puede ser muy bueno, porque todavía hay mucha gente mala.»

El cristiano notó que había un niño cerca jugando con lodo. El niño estaba manchado de lodo de pies a cabeza.

El cristiano dijo a su amigo: «Su jabón no puede ser muy bueno, porque todavía hay mucho sucio en el mundo.»

El hombre respondió: «Bueno, solamente limpia cuando una persona lo usa.»

¡Exactamente!» --dijo el cristiano!

LOS CLAVOS EN LA PUERTA

 

LOS  CLAVOS  EN  LA  PUERTA 




Hubo una vez un niño que tenía muy mal genio. Su padre le regaló una caja de clavos y le dijo que cada vez que perdiera el control tenía que clavar un clavo en la parte trasera de la puerta.

El primer día el niño había clavado 37 clavos en la puerta. Durante las próximas semanas, como había aprendido a controlar su rabia, la cantidad de clavos comenzó a  desminuir diariamente.

Descubrió que eras más fácil controlar su temperamento que clavar los clavos en la puerta. Finalmente llegó el día en que el niño no perdió los estribos. Le contó a su padre sobre ésto y su padre le sugirió que por cada día que se pudiera controlar sacara un clavo.

Los días transcurrieron y el niño finalmente le pudo contar a su padre  que había sacado todos los clavos, el padre tomó a su hijo de la mano y lo llevó hasta la puerta. Le dijo: “Haz hecho bien, hijo mio, pero mira los hoyos en la puerta.

La puerta nunca volverá a ser la misma, cuando dices cosas con rabia, dejan una cicatriz igual que ésta. Le puedes clavar un cuchillo a un hombre y luego sacárselo. Pero no importa cuántas veces le pidas perdón, la herida siempre seguirá ahí”, una herida verbal es tan dañina como una física.

Recuerda que los amigos son joyas muy escasas, te hacen reir y alentarte para que progreses; te prestan un oído, comparten palabras de aprecio y siempre quieren abrirnos su corazón.

CRISTO ES REDENTOR PORQUE ES HIJO DE DIOS


Cristo es redentor porque es Hijo de Dios
Sábado cuarta semana de Cuaresma. Cristo es, por encima de todo, el Hijo de Dios, enviado al mundo para salvarnos.


Por: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net 




La liturgia de estos días nos va hablando de cómo Jesús se va encontrando cada vez más ante un juicio. Un juicio que Él hace sobre el mundo y, al mismo tiempo, un juicio que el mundo hace sobre Él. El juicio que el mundo hace sobre Él se define en la fe, y por eso dirá: "Si no creen que Yo soy". Ese juicio, que se define en la fe, es el juicio del hombre que tiene que acabar por aceptar la presencia de Dios tal y como Él la quiere poner en su vida, porque mientras el hombre no acepte esto, Jesucristo no podrá verdaderamente salvarlo.

Cristo es acusado, y por eso dirá: "Cuando hayan levantado al Hijo del Hombre conocerán lo que Yo soy". Pero, al mismo tiempo es juez, y es Él mismo el que realiza el veredicto definitivo sobre nuestro pecado.

El juicio que nosotros hacemos sobre Cristo se resume en la cruz. Dios envía a su Hijo, y el mundo lo crucifica; Dios realiza la obra de la redención a través del juicio que el mundo hace de su Hijo, es decir de la cruz.

Esto es para nosotros un motivo de seria reflexión. El darnos cuenta de que nuestro juicio sobre Cristo es un juicio condenatorio, porque lo llevan a la cruz.

Nuestros pecados, nuestras debilidades, nuestras miserias, reconocidas o no, son las que juzgan a Cristo. Y lo juzgan haciéndolo que tenga que ser levantado y muerto por nosotros. Ésa es nuestra palabra sobre Cristo; pero, al mismo tiempo, tenemos que ver cuál es la palabra de Cristo sobre nosotros. Jesús dirá: "Cuando hayan levantado al Hijo del Hombre, entonces conocerán que Yo soy". Ese "Yo soy", no es simplemente un pronombre y un verbo, "Yo soy" es el nombre de Dios. Cuando Cristo está diciendo "Yo soy", está diciendo Yo soy Dios.

La cruz es la que nos revela, en ese misterio tan profundo, la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, porque la cruz es el camino que Dios elige, que Dios busca, que Dios escoge para hacer que nuestro juicio sobre Él de ser condena, se transforme en redención. Ésa es la moneda con la que Dios regresa el comportamiento del hombre con su Hijo.

Hay situaciones en las que, por nuestros pecados y por nuestras debilidades, vivimos en la obscuridad y en la amargura. Parecería que la expulsión de la comunión con Dios, que produce todo pecado, sería la auténtica respuesta de Dios al hombre, y, sin embargo, no es así. La auténtica respuesta de Dios al hombre es la redención. Mientras que el hombre responde a Dios juzgando, condenando y crucificando a su Hijo, Dios responde al hombre con un juicio diferente: la redención, el perdón. Pero para eso nosotros necesitamos ponernos en manos de Dios nuestro Señor.

Cristo constantemente nos está diciendo que Él es redentor porque es Hijo de Dios. Es decir, Él es el redentor porque es igual al Padre. "Yo soy", no me ha dejado solo, yo hago siempre lo que a Él le agrada. Ése es Cristo. Por eso es nuestro redentor. Cristo no es solamente alguien que se solidariza con nosotros, con nuestros pecados, con nuestras debilidades; Cristo es, por encima de todo, el Hijo de Dios, enviado al mundo para salvarnos.

Tenemos urgencia de descubrir esto para hacer de Cristo el primero. Único y fundamental punto de referencia; criterio, centro y modelo de toda nuestra vida cristiana, apostólica, espiritual y familiar, para que verdaderamente Él pueda redimir nuestra vida personal, para que Él pueda redimir la vida conyugal de los esposos cristianos, para que Él pueda redimir la vida familiar, para que Él pueda redimir la vida social de los seglares cristianos, porque si Cristo no se convierte en punto de referencia, no podrá redimirnos.

Se acerca la Semana Santa, que son momentos en los que podríamos quedarnos simplemente en una contemplación sentimental de los misterios de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor, cuando lo que está sucediendo en la Semana Santa es que Cristo se convierte en el juez y Señor de la historia, en el único que puede vencer a lo que destruye a la historia, que es la muerte. Cristo, vencedor de la muerte, se convierte así en el Señor de toda la historia y de toda la humanidad; en juez de toda la historia de la humanidad, y lo hace a través de la cruz, por lo que se transforma de condena en redención.

Seamos capaces de ir cristianizando cada vez más nuestros criterios, de ir cristianizando cada vez más nuestros comportamientos y de ir haciendo de nuestro Señor el punto de referencia de nuestra existencia. Que nuestra fe, nuestra adhesión, nuestro ponernos totalmente del lado de Cristo se conviertan en la garantía de que nosotros no muramos en nuestros pecados, sino que hagamos de la condena que sobre ellos tendría que cernirse, redención; y del castigo que sobre ellos tendría que caer en justicia, hagamos misericordia en nuestros corazones.

PAPA FRANCISCO LLEGA A PIETRELCINA PARA CELEBRAR EL CENTENARIO DE LOS ESTIGMAS DE SAN PÍO


El Papa llega a Pietrelcina para celebrar el centenario de los estigmas del P. Pío
Redacción ACI Prensa
Foto: Vatican Media



El Papa Francisco se encuentra ya en Pietrelcina, Italia, en la visita pastoral a esta localidad y a la de San Giovanni Rotondo con motivo de la celebración del centenario de la aparición de los estigmas al Padre Pío de Pietrelcina, y del 50 aniversario del fallecimiento del santo.

En su visita, el Santo Padre mantendrá diversos encuentros con los fieles y el clero de las Diócesis de Benevento y de Manfredonia-Vieste-San Giovanni, a las que pertenecen ambas localidades, venerará los restos del P. Pío de Pietrelcina en el Santuario de Santa María delle Grazie, se encontrará con los enfermos del hospital Casa Sollievo della Sofferenza y celebrará la Santa Misa.

El helicóptero que trasladó al Pontífice desde el helipuerto del Vaticano hasta Pietrelcina, despegó a las 7 de la mañana, hora de Italia, de este sábado 17 de marzo. A su llegada, una hora más tarde, Francisco fue recibido por el Arzobispo de Benevento, Mons. Felice Accrocca, y por el alcalde de Pietrelcina.

Tras los saludos protocolarios, y antes de dirigirse hacia el encuentro con los fieles de la Diócesis, el Papa rezó brevemente ante el olmo de los estigmas, junto al cual el Padre Pío recibió los estigmas de Jesucristo en septiembre de 1910, aunque permanecieron invisibles hasta el año 1918.


Biografía de San Pío de Pietrelcina

El P. Francesco Forgione, nombre de Bautismo de San Pío de Pietrelcina, nació en Pietrelcina, provincia de Benevento, el 25 de mayo de 1887. Sus padres fueron Horacio Forgione y María Giuseppa. Creció dentro de una familia humilde, pero como un día él mismo dijo, nunca careció de nada.

Fue un niño muy sensible y espiritual. En la iglesia Santa María de los Ángeles fue bautizado, hizo la Primera Comunión y la Confirmación. En este mismo lugar se le apareció, cuando tenía cinco años, el Sagrado Corazón de Jesús. Más adelante empieza a tener apariciones de la Virgen María que durarían por el resto de su vida.

Ingresó a la Orden de los Frailes Menores Capuchinos en Morcone en enero de 1903. El día anterior de entrar al Seminario, tuvo una visión de Jesús con su Santísima Madre.

En esta visión Cristo puso su mano sobre el hombro del fraile, dándole coraje y fortaleza para seguir adelante. La Virgen María, por su parte, le habló suave y maternalmente, penetrando en lo más profundo de su alma.

Fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1910 en la Catedral de Benevento. En febrero de ese año se estableció en San Giovanni Rotondo, donde permaneció hasta su muerte el 23 de setiembre de 1968.

Fue canonizado por el Papa San Juan Pablo II en 2002.

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Lo que no se vio de la visita del Papa Francisco a la tierra del Padre Pío
Redacción ACI Prensa
 Fotos: Vatican Media / ACI Prensa



Este sábado 17 el Papa Francisco visitó las localidades italianas de Pietrelcina y San Giovanni Rotondo para conmemorar los 50 años del fallecimiento del Padre Pío y el centenario de la aparición de los estigmas en el cuerpo del fraile capuchino.

A continuación presentamos seis detalles que no se vieron de esta histórica visita a las diócesis de Benevento y de Manfredonia-Vieste-San Giovanni Rotondo:



1. El Papa llega a Pietrelcina, rompe el protocolo y recibe una pizza

El Papa Francisco llegó a la tierra natal del Padre Pío diez minutos antes de las 8 de la mañana en un helicóptero que lo trajo desde el Vaticano. Sin embargo, una vez que descendió, rompió el protocolo y fue a pie hasta la capilla San Francisco, saludando a los fieles que clamaban “¡Viva Francisco!”. Uno de estos le entregó una pizza con los rostros del P. Pío y de Francisco.




2. Francisco reza ante el olmo de los estigmas

Durante la visita a Pietrelcina, el Santo Padre rezó brevemente en la capilla San Francisco frente al olmo de los estigmas. Según cuenta la historia, en septiembre de 1910 el P. Pío se sentó bajo la sombra de este árbol para orar al Señor, sucediendo lo inexplicable: la aparición de los estigmas. El fraile le pidió a Cristo que estos no se viesen, un pedido que fue concedido hasta 1918.




3. El tierno encuentro con los niños de la “Casa sollievo della Sofferenza”

Ya en San Giovanni Rotondo, a donde también llegó en helicóptero, el Papa Francisco visitó a unos 18 niños del área de Oncología. También conversó con el personal médico y con unas personas que, vestidas como payasos, dan ánimo a los pequeños.



4. Besa el crucifijo de los estigmas


Como parte del programa, el Santo Padre rezó unos minutos ante el cuerpo casi incorrupto del Padre Pío, en el Santuario de Santa Maria delle Grazie, donde también besó el crucifijo frente al cual el fraile recibió los estigmas en septiembre de 1918 y que seguirían presentes en su cuerpo durante 50 años.


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El Papa anima a seguir estos 3 ejemplos del Padre Pío, “apóstol del confesionario”
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media


El Papa Francisco finalizó su visita apostólica a Pietrelcina y a San Giovanni Rotondo con una Misa celebrada en la iglesia de San Pío de Pietrelcina en la que puso al Padre Pío, “apóstol del confesionario”, como referencia de oración, pequeñez y sabiduría.

En su homilía, el Santo Padre reflexionó sobre estos tres conceptos a partir de las lecturas del día.

Oración

Francisco llamó la atención sobre la naturalidad y la espontaneidad con la que Jesús rezaba. Para Él, la oración no era algo opcional, “acostumbraba a retirarse a lugares desérticos a rezar. El diálogo con el Padre se encontraba en el primer lugar”.

“Si queremos imitar a Jesús, comencemos también por donde Él comenzaba, es decir, con la oración”, señaló.

A continuación, preguntó: “Nosotros cristianos, ¿rezamos bastante? Con frecuencia, en el momento de rezar, nos vienen a la mente muchas escusas, muchas cosas urgentes que debemos hacer… Entonces dejamos de lado la oración”.

En este sentido, afirmó que “San Pío, cincuenta años después de su subida al Cielo, nos ayuda porque ha querido dejarnos en herencia la oración. Recomendaba: ‘Rezad mucho, hijos míos, rezad siempre, sin cansaros’”.

Francisco insistió en la importancia de la oración: “No se conoce al Padre sin abrirse a la alabanza, sin dedicarle tiempo a Él sólo, sin adorar. Es el contacto personal de tú a tú. Estar en silencio delante del Señor es el secreto para entrar cada vez más en comunión con Él”.

También preguntó: “¿Nuestra oración se parece a la de Jesús o se reduce a ocasionales llamadas de emergencia? ¿O recurrimos a ella como tranquilizantes que deben tomarse en dosis regulares para aliviar un poco el estrés?”.

“No, la oración es un gesto de amor, es estar con Dios y llevarlo a la vida del mundo. Es una indispensable obra de misericordia espiritual. Y si nosotros con confiamos nuestros hermanos, las situaciones al Señor, ¿quién lo hará? ¿Quién intercederá, quién se preocupará de llamar al corazón de Dios para abrir la puerta de la misericordia a la humanidad necesitada?”.

Por este motivo, aseguró, “el Padre Pío nos ha dejado los Grupos de Oración”, que él mismo fundó tras la Segunda Guerra Mundial.


Pequeñez

Sobre este segundo concepto, el Papa Francisco recuerda la alabanza de Jesús a Dios porque ha revelado los misterios de su Reino a los pequeños. “¿Quiénes son estos pequeños que saben acoger los secretos de Dios?”, se preguntó.

“Los pequeños son aquellos que tienen necesidad de los grandes, que no son autosuficientes, que no creen que se puedan bastar por sí mismos. Los pequeños son aquellos que tienen el corazón humilde y abierto, pobre y necesitado, que perciben la necesidad de rezar, de confiar y de dejarse acompañar”.

De forma gráfica, explicó que “el corazón de estos pequeños es como una antena que capta la señal de Dios. Porque Dios busca el contacto con todos, mientras que el que se hace grande crea una enrome interferencia: cuando se está lleno de uno mismo, ya no queda lugar para Dios”.

Por ese motivo, “Él se dirige a los pequeños, se revela a ellos, y la vía para encontrarlo es la de abajarse, de encogerse dentro, de reconocerse necesitado. El misterio de Jesús, como vemos en la Hostia en cada Misa, es el misterio de la pequeñez, del amor humilde, y sólo se puede captar haciéndose pequeño y frecuentando a los pequeños”.

“Quien cuida a los pequeños está de parte de Dios y vence a la cultura del descarte que, por el contrario, prefiere a los poderosos y considera inútiles a los pobres. Quien prefiere a los pequeños, proclama una profecía de vida contra los profetas de la muerte de todos los tiempos”.


Sabiduría

“La verdadera sabiduría no reside en tener grandes habilidades y la verdadera fuerza no está en el poder”, aseguró el Papa Francisco en la homilía. “No es sabio el que se muestra fuerte, y no es fuerte el que responde al mal con el mal”.

Afirmó que “la única arma sabia e invencible es la caridad animada por la fe, porque tiene el poder de desarmar las fuerzas del mal”.

Recordó que “San Pío combatió el mal durante toda su vida, y lo combatió sabiamente, como el Señor: con humidad, con obediencia, con la cruz, ofreciendo el dolor por amor”.

“Y todo ello es admirado, pero pocos hacen lo mismo”, lamentó. Por el contrario, la verdadera vía de la sabiduría consiste en buscar al Señor, “y el medio decisivo para encontrarlo es la Confesión, el sacramento de la Reconciliación. Allí comienza y recomienza una vida sabia, amada y perdonada, allí inicia la sanación del corazón”.


Por ese motivo, el Padre Pío es llamado “un apóstol del confesionario”, y como tal, “también hoy nos invita al confesionario: ‘Ven, el Señor te espera. Con valentía, no hay ningún motivo tan grave que te excluya de su misericordia’”.

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Padre Pío asombró al mundo y es un ejemplo en la lucha contra el demonio, dice el Papa
Redacción ACI Prensa
Foto: Vatican Media



El primer encuentro del Papa Francisco en la tierra del Padre Pío fue con los fieles en la plaza principal, a quienes recordó en líneas generales la figura del santo, un fraile que “asombró al mundo”.

“Este humilde hermano capuchino ha asombrado al mundo con una vida dedicada a la oración y a la escucha paciente de sus hermanos, sobre cuyos sufrimientos derramaba como bálsamo la caridad de Cristo”, explicó el Papa.

Francisco reconoció su alegría por estar presente y recordó que allí fue donde el Padre Pío “nació e inició su larga y fecunda vida humana y espiritual”. Ahí “aprendió a rezar y a reconocer en los pobres la carne del Señor, hasta que creció en el seguimiento de Cristo y solicitó ser admitido entre los Frailes Menores Capuchinos”.

Francisco añadió que también fue allí donde “comenzó a experimentar la maternidad de la Iglesia, de la cual fue siempre hijo devoto”.

Aludió también a un periodo difícil para el santo en el que “fue fuertemente atormentado en su interior y temía caer en el pecado, sintiéndose atacado por el demonio”.

“¿Vosotros sabéis que el demonio existe?”, preguntó a los fieles que respondieron con un “¡sí!”. "El demonio se mete dentro de nosotros, nos mueve, nor atormenta, nos engaña", añdió.

“El Padre Pío se sumergió de lleno en la oración para adherirse cada vez mejor a los diseños divinos” y “a través de la celebración de la Santa Misa, que constituía el corazón de cada jornada suya y la plenitud de su espiritualidad, alcanzó un elevado nivel de unión con el Señor”.

Además, destacó como en ese mismo periodo “recibió de los alto dones místicos especiales, que precedieron en sus carnes a los signos de la pasión de Cristo”.

El Papa también remarcó que “siguiendo su heroico ejemplo y sus virtudes podéis convertiros también vosotros en instrumentos del amor de Jesús hacia los más débiles”.

“Al mismo tiempo, considerando su incondicionada fidelidad a la Iglesia, debéis dar testimonio de comunión, porque solo la comunión edifica y construye”.

El Pontífice deseó que "este territorio pueda traer una nueva vida de enseñanzas de vida del Padre Pío en un momento no fácil como el presente, mientras la población decrece progresivamente y envejece porque muchos jóvenes son obligados a irse a otras zonas a buscar trabajo”.

"Un territorio que se pelea todos los días asusta a la gente, está enfermo y triste. Una tierra en la que todos se quieren más o menos bien y no desean el mal, crece, se hace grande y fuerte”. Por tanto, “por favor, no perdáis tiempo en pelear entre vosotros. Esto no hace crecer, no hace caminar”, improvisó.

Además, deseó que “no falte una atención solícita y cargada de ternura a los ancianos, patrimonio incomparable de nuestras comunidades”.

“Animo a esta tierra a custodiar como un tesoro precioso el testimonio cristiano y sacerdotal de San Pío de Pieltrecina: que ella sea para cada uno de vosotros un estímulo para vivir en plenitud vuestra existencia, en el estilo de las bienaventuranzas y con las obras de misericordia”, concluyó.

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PAPA FRANCISCO VENERA EL CUERPO DE PADRE PÍO


El Papa venera el cuerpo del Padre Pío
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media




Durante unos emocionantes minutos, el Papa Francisco veneró los restos del P. Pío de Pietrelcina en el Santuario de Santa María delle Grazie, en la localidad italiana de San Giovanni Rotondo, donde se encuentra con motivo del 50 aniversario del fallecimiento del “santo de los estigmas”.

Después de visitar a los enfermos del hospital “Casa del Alivio del Sufrimiento”, y a los niños ingresados en el Departamento de Oncología Pediátrica, el Santo Padre se trasladó al Santuario, donde vivió el Padre Pío desde el año 1916 hasta su muerte.

Tras rezar brevemente ante la urna de cristal que contiene las reliquias del santo, el Pontífice saludó a los miembros de la comunidad religiosa de los Capuchinos y se dirigió al exterior del santuario donde saludó brevemente a los fieles congregados.

Posteriormente, se dirigió hacia la iglesia de San Pío de Pietrelcina para celebrar la Santa Misa.

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EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 17 MARZO 2018


Lecturas de hoy Sábado de la 4ª semana de Cuaresma
 Hoy, sábado, 17 de marzo de 2018




Primera lectura
Lectura del libro de Jeremías (11,18-20):

EL Señor me instruyó, y comprendí,
me explicó todas sus intrigas.
Yo, como manso cordero,
era llevado al matadero;
desconocía los planes
que estaban urdiendo contra mí:
«Talemos el árbol en su lozanía,
arranquémoslo de la tierra de los vivos,
que jamás se pronuncie su nombre».
Señor del universo,
que juzgas rectamente,
que examinas las entrañas y el corazón,
deja que yo pueda ver
cómo te vengas de ellos,
pues a ti he confiado mi causa.
Palabra de Dios

_______


Salmo
Sal 7,2-3.9bc-10.11-12

R/. Señor, Dios. mío, a ti me acojo

V/. Señor, Dios mío, a ti me acojo,
líbrame de mis perseguidores y sálvame;
que no me atrapen como leones
y me desgarren sin remedio. R/.

V/. Júzgame, Señor, según mi justicia,
según la inocencia que hay en mí.
Cese la maldad de los culpables,
y apoya tú al inocente,
tú que sondeas el corazón y las entrañas,
tú, el Dios justo. R/.

V/. Mi escudo es Dios,
que salva a los rectos de corazón.
Dios es un juez justo,
Dios amenaza cada día. R/.

_________________

Lectura del santo evangelio según san Juan (7,40-53):

EN aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían:
«Este es de verdad el profeta».
Otros decían:
«Este es el Mesías».
Pero otros decían:
«¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?».
Y así surgió entre la gente una discordia por su causa.
Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima.
Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y estos les dijeron:
«¿Por qué no lo habéis traído?».
Los guardias respondieron:
«Jamás ha hablado nadie como ese hombre».
Los fariseos les replicaron:
«También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la ley son unos malditos».
Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo:
«¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?».
Ellos le replicaron:
«¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas».
Y se volvieron cada uno a su casa.

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy sábado, 17 de marzo de 2018
 Eguione Nogueira, cmf
¡Hermanas y hermanos! ¡Paz y bien!

La liturgia de la Palabra de hoy señala la importancia de la confianza y la fidelidad a Dios, principalmente en los momentos de incomprensión y persecución. Es lo que la primera lectura deja patente en la experiencia del profeta Jeremías, que puede decir a Dios: “a ti he confiado mi causa” (Jr 11,20). Aún más, el propio Dios le había instruido acerca de las intrigas de los enemigos. Con esto, podemos decir que nuestra vida está en las manos de Dios, aun cuando todo parezca decir lo contrario.

Es esta fuerza la que encontramos en Jesús, que no le deja sucumbir ante las acusaciones de sus adversarios. Como ayer, el Evangelio de hoy nos presenta los cuestionamientos acerca de la identidad de Jesús. Lo que escandaliza no es tanto el origen inmediato de Jesús (“¿Es que de Galilea va a venir el Mesías?” Jn 7,41), sino que Dios pueda ser un hombre concreto, encarnado en nuestra historia, que camina como uno más con su pueblo. El problema nos que Jesús sea Dios, sino que Dios pueda ser Jesús, un hombre que siente hambre, sed, se cansa, duerme. Pero la lógica de la salvación pasa por asumir la carne, nuestra carne, pues como decía San Irineo “para eso se hizo el Verbo hombre, y el Hijo de Dios Hijo del Hombre, para que el hombre mezclándose con el Verbo y recibiendo la filiación adoptiva, se hiciese hijo de Dios” (Contra los herejes III,19,1).

Los textos de hoy nos llenan de coraje y esperanza, pues si miramos nuestra vida, veremos muchos momentos de dificultades, pero también podemos ver la confianza que hemos depositado en el Señor y cómo Él nos ha librado. ¿Cuántas veces en el desánimo e incluso cuando la esperanza parecía perder su puesto en nuestra vida, hemos visto las señales de Dios y dimos la vuelta en nuestra vida? ¿Cuántas veces no hemos pensado en abandonar todo porque las cosas no salieron como esperábamos, pero sentimos desde dentro que Dios nos sacaba de la desilusión y seguimos adelante?

La fe nos lleva a transponer barreras, a mirar más lejos y descubrir que Dios, que se hizo uno como nosotros, nos acompaña y nos alienta a seguir adelante, aún cuando todo parece decir lo contrario. La cruz será la máxima expresión de eso. Por eso, repitamos a lo largo del día: “Señor, Dios mío, a ti me acojo” (Sal 7).

Vuestro hermano en la fe,
Eguione Nogueira, cmf
eguionecmf@gmail.com

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 17 DE MARZO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
17 de marzo




¿Eres fiel en el cumplimiento de lo mandado en el Evangelio? ¿Haces de las palabras de Jesucristo la norma de tu vida? ¿No te contentas con cumplir tú la ley, sino que la enseñas a los demás y los estimulas a su cumplimiento con la fuerza de tu palabra y el testimonio de tu vida?

El apóstol de Jesús tiene que esforzarse por la implementación del Reino de Dios en el mundo y el Reino de Dios es un reino de justicia, verdad, amor, paz.


P. Alfonso Milagro

FELIZ SÁBADO




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