El primero es el último de todos
Tiempo Ordinario
Marcos 9, 30-37. Tiempo Ordinario. Para ser discípulos de Cristo tenemos que cambiar, aceptar que el sufrimiento es camino de redención.
Por: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Marcos 9, 30-37
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon del monte y atravesaron Galilea; él no quería que se supiera, porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía: El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres; le matarán y a los tres días de haber muerto resucitará. Pero ellos no entendían lo que les decía y temían preguntarle. Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntaba: ¿De qué discutíais por el camino? Ellos callaron, pues por el camino habían discutido entre sí quién era el mayor. Entonces se sentó, llamó a los Doce, y les dijo: Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos. Y tomando un niño, le puso en medio de ellos, le estrechó entre sus brazos y les dijo: El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, no me recibe a mí sino a Aquel que me ha enviado.
Oración introductoria
Señor y Padre mío, dame la inocencia de un niño que confía plenamente en su padre. Tú me invitas a estar contigo en la oración para transformar mi corazón y, así, puede salir de mí mismo y servir a los demás. Permite que sepa responder.
Petición
Señor, ayúdame a ser el último y el servidor de todos, especialmente en mi familia.
Meditación del Papa Francisco
Jesús invita a sus discípulos a hacerse como niños porque “a quien es como ellos pertenece el Reino de Dios”. Queridos hermanos y hermanas, los niños llevan vida, alegría, esperanza, también disgustos, pero la vida es así. Ciertamente llevan también preocupaciones y a veces problemas; pero es mejor una sociedad con estas preocupaciones y estos problemas, que una sociedad triste y gris porque se ha quedado sin niños. (Homilía de S.S. Francisco, 18 de marzo de 2015).
Reflexión:
A los discípulos de Jesús no les entraba en la cabeza el que su Maestro tuviera que pasar por el túnel del sufrimiento, que para ser el primero se tenga que ser el servidor de todos, que en las nuevas categorías del Reino de Cristo el niño ocupe un lugar primordial. No era fácil para ellos dejar la concepción en la que se habían educado desde su infancia. Pero para ser discípulos de Cristo tenían que cambiar. Debían aceptar que el sufrimiento es camino de redención para Jesucristo, y lo sigue siendo para los cristianos de hoy.
La cultura en la que vivimos y la mentalidad de nuestros contemporáneos está hecha al cambio. Se cambia más fácilmente que antes de trabajo, de computadora, de coche, de casa, de país... Se cambian también los modos de pensar y vivir, los valores de comportamiento, y hasta la misma religión.
El cambio está a la orden del día, y quien no cambia, pronto pasa a formar parte de los retros. Pero, ¡claro!, no todo cambio es bueno para el hombre. Ni todo cambio indica progreso. Hay cambios que son una desgracia, como el tener que dejar el país y la familia para buscar trabajo. El cambio al que la liturgia nos invita es el cambio desde Dios. Es decir, aquel cambio que Dios quiere y espera del hombre para que sea más hombre, para que viva mejor y más plenamente su dignidad humana. El cambio que Dios quiere es el de la injusticia a la justicia, del abuso al servicio de los demás, de la infidelidad a la fidelidad, del odio al amor, de la venganza al perdón, de la cultura de muerte a la cultura de la vida, del pecado a la gracia y a la santidad.
Propósito
Ofrecer una sonrisa para demostrar el amor de Dios a los niños que me encuentre.
Diálogo con Cristo
Señor, dame la gracia de vivir entregado para que el mayor número posible de personas lleguen a conocer tu amor en profundidad; que gaste mi vida para que muchos otros lleguen a gozar de tu amistad. Quiero ser el primero en ponerme al servicio de los demás, a fin de ejercer un influjo positivo, ser guía de los demás dentro de mi ambiente para ayudar a otros a hacer la experiencia personal de Cristo.
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon del monte y atravesaron Galilea; él no quería que se supiera, porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía: El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres; le matarán y a los tres días de haber muerto resucitará. Pero ellos no entendían lo que les decía y temían preguntarle. Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntaba: ¿De qué discutíais por el camino? Ellos callaron, pues por el camino habían discutido entre sí quién era el mayor. Entonces se sentó, llamó a los Doce, y les dijo: Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos. Y tomando un niño, le puso en medio de ellos, le estrechó entre sus brazos y les dijo: El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, no me recibe a mí sino a Aquel que me ha enviado.
Oración introductoria
Señor y Padre mío, dame la inocencia de un niño que confía plenamente en su padre. Tú me invitas a estar contigo en la oración para transformar mi corazón y, así, puede salir de mí mismo y servir a los demás. Permite que sepa responder.
Petición
Señor, ayúdame a ser el último y el servidor de todos, especialmente en mi familia.
Meditación del Papa Francisco
Jesús invita a sus discípulos a hacerse como niños porque “a quien es como ellos pertenece el Reino de Dios”. Queridos hermanos y hermanas, los niños llevan vida, alegría, esperanza, también disgustos, pero la vida es así. Ciertamente llevan también preocupaciones y a veces problemas; pero es mejor una sociedad con estas preocupaciones y estos problemas, que una sociedad triste y gris porque se ha quedado sin niños. (Homilía de S.S. Francisco, 18 de marzo de 2015).
Reflexión:
A los discípulos de Jesús no les entraba en la cabeza el que su Maestro tuviera que pasar por el túnel del sufrimiento, que para ser el primero se tenga que ser el servidor de todos, que en las nuevas categorías del Reino de Cristo el niño ocupe un lugar primordial. No era fácil para ellos dejar la concepción en la que se habían educado desde su infancia. Pero para ser discípulos de Cristo tenían que cambiar. Debían aceptar que el sufrimiento es camino de redención para Jesucristo, y lo sigue siendo para los cristianos de hoy.
La cultura en la que vivimos y la mentalidad de nuestros contemporáneos está hecha al cambio. Se cambia más fácilmente que antes de trabajo, de computadora, de coche, de casa, de país... Se cambian también los modos de pensar y vivir, los valores de comportamiento, y hasta la misma religión.
El cambio está a la orden del día, y quien no cambia, pronto pasa a formar parte de los retros. Pero, ¡claro!, no todo cambio es bueno para el hombre. Ni todo cambio indica progreso. Hay cambios que son una desgracia, como el tener que dejar el país y la familia para buscar trabajo. El cambio al que la liturgia nos invita es el cambio desde Dios. Es decir, aquel cambio que Dios quiere y espera del hombre para que sea más hombre, para que viva mejor y más plenamente su dignidad humana. El cambio que Dios quiere es el de la injusticia a la justicia, del abuso al servicio de los demás, de la infidelidad a la fidelidad, del odio al amor, de la venganza al perdón, de la cultura de muerte a la cultura de la vida, del pecado a la gracia y a la santidad.
Propósito
Ofrecer una sonrisa para demostrar el amor de Dios a los niños que me encuentre.
Diálogo con Cristo
Señor, dame la gracia de vivir entregado para que el mayor número posible de personas lleguen a conocer tu amor en profundidad; que gaste mi vida para que muchos otros lleguen a gozar de tu amistad. Quiero ser el primero en ponerme al servicio de los demás, a fin de ejercer un influjo positivo, ser guía de los demás dentro de mi ambiente para ayudar a otros a hacer la experiencia personal de Cristo.
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