El problema de ser bueno
La idea de que ser bueno es suficiente es la herejía más persistente y perniciosa que existe dentro del catolicismo
Por: Dwight Longenecker | Fuente: Catholiceducation
El problema de ser bueno es que uno cree que con eso es suficiente, pero no basta con ser bueno. Jesucristo miró a los Escribas y Fariseos, que eran gente buena, agradable y respetable, y les dijo a sus discípulos, "¿Los ven? Deben ser mejores que ellos". En otras palabras, su bondad no bastaba.
Si piensan que ser buenos es suficiente, quiere decir que no son lo suficientemente buenos. El problema de ser bueno es que se pone el carro delante de las mulas. Cuando vemos a personas santas como la Madre Teresa, podemos darnos cuenta de que ella hace cosas buenas. Alimenta a los hambrientos y rescata a bebés de vertederos de basura. Entonces nos sentimos inspirados y decidimos ser buenos también. Así, nos ofrecemos como voluntarios en un comedor de beneficencia y nos ocupamos de ayudar a los más necesitados. Todo eso es correcto y está bien, pero nos olvidamos de que antes de que la Madre Teresa saliera a las calles pasaba una hora en oración contemplativa. Ella era mucho más que buena. Ella era santa.
Su bondad y compasión eran de un orden diferente que la mera virtud humana. Cuando priorizamos ser buenos en vez de ser santos, estamos reemplazando a la santificación -el proceso por el cual Dios nos hace santos desde el interior hacia afuera- por una mera virtud humana. El problema con la mera virtud humana es que es una virtud meramente humana. No modifica nuestro interior. "Que te pongas un sombrero de vaquero no quiere decir que seas Tejano..." Sólo por hacer el bien no quiere decir que te hayas convertido en la imagen de Jesucristo.
El otro problema de ser bueno (y ser sólo bueno) es que de este modo probamos que el argumento de los ateos es correcto. A los ateos les gusta observar que no es necesario ser cristiano e ir a la iglesia para ser buenos. No están equivocados, por cierto. Hay gente tonta. Cuando nosotros, como católicos, resaltamos las buenas obras y nos jactamos de lo que hacemos por alimentar a los hambrientos y vestir a los desnudos, llegan a la conclusión de que lo más importante del cristianismo consiste en ayudar a los pobres. Pero, ¿son tontos? Si fuimos nosotros los que les hemos dicho que esto es lo más importante... Fuimos nosotros mismos los que torcimos las prioridades. De hecho, no son tontos, sino que son bien listos pues llegaron a esa conclusión a partir de lo que nosotros les dijimos. Creen que para los cristianos lo más importante es alimentar a los pobres y de este modo llegan a la conclusión de que no necesitan ir a la iglesia para hacerlo.
Y después nos preguntamos porqué ya nadie asiste a Misa…
La idea de que ser bueno es suficiente es la herejía más persistente y perniciosa que existe dentro del catolicismo. El fantasma de Pelagio aún ronda en nuestros recintos sagrados y necesitamos escuchar una y otra vez que no deberíamos ser tan sólo buenos, deberíamos ser mejores y no sólo mejores, sino los mejores.
La Iglesia lo denomina "el llamado universal a la santidad", que quiere decir que cada uno de nosotros estamos llamados ante todo a ser santos. Ser santos no consiste en ser extremadamente piadosos, mojigatos y devotos, sino en ser quien Dios pretende que seamos. A través de la oración, del sacrificio y de la devoción nos acercamos más a Dios y en tanto más nos acerquemos a Él más nos pareceremos a aquél a quien adoramos. Esta es la tarea principal del cristiano y mientras llevamos a cabo esa tarea somos impulsados a hacer las obras buenas que caracterizan nuestro llamado.
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