LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
07 DE MAYO DEL 2013
No me cabe ninguna duda de que tú quieres ser sabio y quieres ser santo: inteligente y bueno. Para ser inteligente y sabio, deberás estar mucho tiempo solo, estudiando, leyendo, meditando, profundizando en tus conocimientos; para ser santo y bueno, deberás estar con los demás, a fin de moldear tu carácter y de brindarles cuanto eres y cuanto tienes; y, al mismo tiempo, necesitarás ciertos momentos de soledad para penetrar en tu interior, a fin de irte perfeccionando.
Y tanto para ser sabio e inteligente como para llegar a ser bueno y santo, necesitarás estar siempre con Dios, que es la verdadera Inteligencia y la Santidad por esencia.
Y si llegas a ser sabio y santo, ¿me puedes decir qué más puedes anhelar en tu vida? Ya has cumplido tu misión, ya te has realizado ante tu conciencia, ante tus prójimos y ante Dios.
No pienses ser bueno, si no te entregas a Dios incondicionalmente; no pienses ser bueno sólo porque no hagas el mal; todavía te queda mucho por hacer.
"Yo soy Yahvéh, vuestro Dios; santificaos y sed santos, pues yo soy santo" (Lev, 11, 44). Tres veces repetimos "Santo, Santo, Santo", es decir: santísimo es nuestro Dios; sus hijos no podemos menos de asemejarnos al Padre, pues tenemos su misma naturaleza, que es la gracia, es decir, la santidad.
No me cabe ninguna duda de que tú quieres ser sabio y quieres ser santo: inteligente y bueno. Para ser inteligente y sabio, deberás estar mucho tiempo solo, estudiando, leyendo, meditando, profundizando en tus conocimientos; para ser santo y bueno, deberás estar con los demás, a fin de moldear tu carácter y de brindarles cuanto eres y cuanto tienes; y, al mismo tiempo, necesitarás ciertos momentos de soledad para penetrar en tu interior, a fin de irte perfeccionando.
Y tanto para ser sabio e inteligente como para llegar a ser bueno y santo, necesitarás estar siempre con Dios, que es la verdadera Inteligencia y la Santidad por esencia.
Y si llegas a ser sabio y santo, ¿me puedes decir qué más puedes anhelar en tu vida? Ya has cumplido tu misión, ya te has realizado ante tu conciencia, ante tus prójimos y ante Dios.
No pienses ser bueno, si no te entregas a Dios incondicionalmente; no pienses ser bueno sólo porque no hagas el mal; todavía te queda mucho por hacer.
"Yo soy Yahvéh, vuestro Dios; santificaos y sed santos, pues yo soy santo" (Lev, 11, 44). Tres veces repetimos "Santo, Santo, Santo", es decir: santísimo es nuestro Dios; sus hijos no podemos menos de asemejarnos al Padre, pues tenemos su misma naturaleza, que es la gracia, es decir, la santidad.
Extraído del Libro: "Los cinco Minutos de Dios" de Alfonso Milagros
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