Autor: Ma Esther de
Ariño | Fuente: Catholic.net
No pierdas el ánimo, vale la pena vivir
Vale la pena vivir... porque Dios nos ama,
porque nos regala la vida cada día, porque somos sus
hijos.
EL ánimo es alma y soplo.
Alma o espíritu en cuanto es
principio de la actividad humana.
Perder el ánimo es perder la esencia
de la vida. Hay un refrán que nos dice así:- " Si pierdes el dinero, no has
perdido nada. Si pierdes el amor, has perdido algo. Si pierdes el ánimo, lo has
perdido todo."
Y es que por muchos reveses e
infortunios que nos lleguen, todo se podrá resistir si no perdemos el ánimo.
En nuestros días vemos muchas
personas que están sumidas en una gran depresión y en esa gran depresión está la
falta de ánimo. Son cuerpos que les falta la vida, todo les da igual, y se dejan
morir lentamente porque el ánimo se les fue. Lo perdieron, alguna veces por
causas muy justificadas: la pérdida de uno o varios seres queridos, una grave
enfermedad y cosas tan fuertes que el ánimo ya no está dentro del cuerpo. Entró
la tristeza, el abatimiento y el ánimo desapareció.
Se ha perdido. Cuando
perdemos algo valioso queremos poner un anuncio en el periódico. Queremos
encontrarlo, queremos recuperarlo y anunciamos esta pérdida para ver si logramos
encontrarlo.
Pero el ánimo ¿dónde encontrarlo de
nuevo?... Se nos acercan personas que nos quieren dar algo del que traen
consigo, a veces lo logran, quizá por un rato, que ese espíritu nos aliente y
nos reconforte pero luego, como no era nuestro propio ánimo, volvemos a quedar
sumidos en la propia situación.
Pero como cosa contraria también
vemos personas y casos que aún en los peores momentos, en los más amargos
trances, se conservan serenas con el ánimo aferrado a su propio dolor. Enfermos
que llevan su pesada cruz dándonos un ejemplo de valentía y buen estado de
ánimo. Personas minusválidas que no se dejan vencer por la adversidad de sus
limitaciones. Todos las conocemos o sabemos de ellas y nos están brindando un
ejemplo maravilloso con su alegría, su conformidad y su aceptación.
Cuando atravesamos un momento
difícil, una dura prueba, hemos de luchar por no perder el ánimo. Llorar,
sentirse triste es cosa natural en ciertos momentos, pero el ánimo está ahí
diciéndonos que las cosas se van a arreglar, que siempre hay un "mañana"... que
hay que luchar por cambiar esa situación o problema.
Cuando se trata de un mal que no
tiene remedio, porque el ser querido se fue o porque no tardaremos en alejarnos
de los seres que amamos...pensemos mejor en el ejemplo que les queremos dejar,
valientes en nuestra partida y que no es el final, sino el comienzo de una nueva
vida en la que algún día nos volveremos a ver.
Y si lo que lloramos es la ausencia
de un ser amado, la fe nos dará el ánimo que necesitamos para aceptar ese
misterio que está en las manos de Dios y que es la Vida y la Muerte.
Y ante estas borrascas que nos
alcanzan en el caminar de nuestros días, pidamos saber levantarnos como el Ave
Fénix de las cenizas del dolor con el ánimo de saber que la vida vale la pena
vivirla porque siempre hay quién nos necesita. Dio ssiempre tiene algo nuevo
para nosotros cada día.
Vale la pena vivir... porque Dios nos
ama, porque somos sus hijos.
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