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lunes, 5 de diciembre de 2011
RECONSIDERAR EL ADVIENTO...
DESCRIPCIÓN DE LA IMÁGEN DE LA VIRGEN DE GUADALUPE
Descripción de la Imagen de la Virgen de Guadalupe
La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe quedó impresa en un tosco tejido hecho con fibras de maguey. Se trata del ayate, usado por los indios para acarrear cosas y no de una tilma, que usualmente era de tejido más fino de algodón. La trama del ayate es tan burda y sencilla, que se puede ver claramente a través de ella, y la fibra del maguey es un material tan inadecuado que ningún pintor lo hubiera escogido para pintar sobre el.
La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe es una maravillosa síntesis cultural, una obra maestra que presentó la nueva fe de manera tal que pudo ser entendida y aceptada inmediatamente por los indios mexicanos. Es imposible de describir aquí la rica y complicada simbología que contiene este cuadro-códice porque cada detalle de color y de forma es portador de un mensaje teológico.
El rostro impreso en el ayate es el de una joven mestiza; una anticipación, pues en aquel momento todavía no habían mestizos de esa edad en México.
María asume así el dolor de miles de niños, los primeros de una nueva raza, rechazados entonces tanto por los indios como por los conquistadores. El cuadro que se conserva en la moderna Basílica del Tepeyac mide aproximadamente 66 x 41 pulgadas y la imagen de la Virgen ocupa unas 56 pulgadas del mismo. La Virgen está de pié y su rostro se inclina delicadamente recordando un poco las tradicionales "Inmaculadas". Esta oportuna inclinación evita que el empate que une las dos piezas del tejido caiga dentro de la faz de la Virgen. El manto azul salpicado de estrellas es la "Tilma de Turquesa" con que se revestían los grandes señores, e indica la nobleza y la importancia del portador. Los rayos del sol circundan totalmente a la Guadalupana como para indicar que ella es su aurora. Esta joven doncella mexicana está embarazada de pocos meses, así lo indican el lazo negro que ajusta su cintura, el ligero abultamiento debajo de este y la intensidad de los resplandores solares que aumenta a la altura del vientre. Su pie esta apoyado sobre una luna negra, (símbolo del mal para los mexicanos) y el ángel que la sostiene con gesto severo, lleva abiertas sus alas de águila.
La Virgen de Guadalupe se presentó ante sus hijos como la Madre del Creador y conservador de todo el universo; que viene a su pueblo porque quiere acogerlos a todos, indios y españoles, con un mismo amor de Madre. Con la prodigiosa impresión en el ayate comenzaba un nuevo mundo, la aurora del sexto sol que esperaban los mexicanos.
La imagen ha sufrido serios atentados y ha salido incólume de ácidos corrosivos y hasta de una bomba de gran tamaño que, en 1921, un desconocido escondió entre flores que malvadamente le ofrecía. Al explotar la bomba, causó gran destrucción. El crucifijo de metal que estaba cerca de la Virgen quedó retorcido y sin embargo la imagen de la Virgen quedó intacta. El cristal del marco de su imagen no se rompió.
La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe quedó impresa en un tosco tejido hecho con fibras de maguey. Se trata del ayate, usado por los indios para acarrear cosas y no de una tilma, que usualmente era de tejido más fino de algodón. La trama del ayate es tan burda y sencilla, que se puede ver claramente a través de ella, y la fibra del maguey es un material tan inadecuado que ningún pintor lo hubiera escogido para pintar sobre el.
La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe es una maravillosa síntesis cultural, una obra maestra que presentó la nueva fe de manera tal que pudo ser entendida y aceptada inmediatamente por los indios mexicanos. Es imposible de describir aquí la rica y complicada simbología que contiene este cuadro-códice porque cada detalle de color y de forma es portador de un mensaje teológico.
El rostro impreso en el ayate es el de una joven mestiza; una anticipación, pues en aquel momento todavía no habían mestizos de esa edad en México.
María asume así el dolor de miles de niños, los primeros de una nueva raza, rechazados entonces tanto por los indios como por los conquistadores. El cuadro que se conserva en la moderna Basílica del Tepeyac mide aproximadamente 66 x 41 pulgadas y la imagen de la Virgen ocupa unas 56 pulgadas del mismo. La Virgen está de pié y su rostro se inclina delicadamente recordando un poco las tradicionales "Inmaculadas". Esta oportuna inclinación evita que el empate que une las dos piezas del tejido caiga dentro de la faz de la Virgen. El manto azul salpicado de estrellas es la "Tilma de Turquesa" con que se revestían los grandes señores, e indica la nobleza y la importancia del portador. Los rayos del sol circundan totalmente a la Guadalupana como para indicar que ella es su aurora. Esta joven doncella mexicana está embarazada de pocos meses, así lo indican el lazo negro que ajusta su cintura, el ligero abultamiento debajo de este y la intensidad de los resplandores solares que aumenta a la altura del vientre. Su pie esta apoyado sobre una luna negra, (símbolo del mal para los mexicanos) y el ángel que la sostiene con gesto severo, lleva abiertas sus alas de águila.
La Virgen de Guadalupe se presentó ante sus hijos como la Madre del Creador y conservador de todo el universo; que viene a su pueblo porque quiere acogerlos a todos, indios y españoles, con un mismo amor de Madre. Con la prodigiosa impresión en el ayate comenzaba un nuevo mundo, la aurora del sexto sol que esperaban los mexicanos.
La imagen ha sufrido serios atentados y ha salido incólume de ácidos corrosivos y hasta de una bomba de gran tamaño que, en 1921, un desconocido escondió entre flores que malvadamente le ofrecía. Al explotar la bomba, causó gran destrucción. El crucifijo de metal que estaba cerca de la Virgen quedó retorcido y sin embargo la imagen de la Virgen quedó intacta. El cristal del marco de su imagen no se rompió.
EL PROGRAMA DE MI VIDA ....
El programa de mi día
El centro de mi programa no puedo ser yo, el centro verdadero, el centro bueno, se encuentra en Dios y en mis hermanos...
Hoy amanecí con entusiasmo y deseos de mejoras. Tomé una hoja y un papel. Preparé el programa para este día.
Limpiaré mi cuarto y pondré orden entre mis papeles. Escribiré a ese familiar con el que tengo que restablecer
las paces. Conseguiré un enchufe nuevo para la lámpara. Revisaré las medicinas que no uso para entregarlas a
quienes puedan hacer un buen uso de las mismas. Terminaré de leer ese libro que tanto me ha ayudado.
El programa es hermoso. Quiero llevarlo a cabo. Cada paso concreto, cada meta alcanzada, me llena de una alegría
serena. Es posible vivir con objetivos, es posible romper esa pereza que me arrastra a mil caprichos, que me hace
dejar de lado cosas que importan, para mí o para otros.
Pero noto que falta algo serio en el programa de mi día. Parece que los propósitos y las metas giran en torno mío.
Yo escojo, yo decido, yo realizo. Actúo como si todo dependiera de mí. Trazo planes según lo que veo y lo que deseo.
Para algunos, tengo “derecho” a usar el tiempo según mis planes. Pero en realidad, lo importante de mi vida no es lo que
hago, sino lo que amo, si amo correctamente.
Cuando introduzco, como centro de mis programas, el amor verdadero, empiezo a dar prioridad a lo que ayuda, a lo que sirve,
a lo que hace falta a mis familiares, amigos, conocidos, o incluso a “extraños” (que nunca lo son, pues todos estamos en la
misma barca y navegamos hacia el mismo cielo).
El centro de mi programa no puedo ser yo. El centro verdadero, el centro bueno, se encuentra en Dios y en mis hermanos.
Por eso es hora de tomar entre mis manos el programa de mi día, tachar algunas líneas y poner otras. En todo, también en esa
limpieza que necesitaba mi cuarto y en ese orden entre los papeles de mi mesa, buscaré lo mejor, lo que haga alegre el corazón
de Dios, lo que ofrezca un poco de sano consuelo a quienes viven a mi lado.
Autor: P. Fernando Pascual LC
El centro de mi programa no puedo ser yo, el centro verdadero, el centro bueno, se encuentra en Dios y en mis hermanos...
Hoy amanecí con entusiasmo y deseos de mejoras. Tomé una hoja y un papel. Preparé el programa para este día.
Limpiaré mi cuarto y pondré orden entre mis papeles. Escribiré a ese familiar con el que tengo que restablecer
las paces. Conseguiré un enchufe nuevo para la lámpara. Revisaré las medicinas que no uso para entregarlas a
quienes puedan hacer un buen uso de las mismas. Terminaré de leer ese libro que tanto me ha ayudado.
El programa es hermoso. Quiero llevarlo a cabo. Cada paso concreto, cada meta alcanzada, me llena de una alegría
serena. Es posible vivir con objetivos, es posible romper esa pereza que me arrastra a mil caprichos, que me hace
dejar de lado cosas que importan, para mí o para otros.
Pero noto que falta algo serio en el programa de mi día. Parece que los propósitos y las metas giran en torno mío.
Yo escojo, yo decido, yo realizo. Actúo como si todo dependiera de mí. Trazo planes según lo que veo y lo que deseo.
Para algunos, tengo “derecho” a usar el tiempo según mis planes. Pero en realidad, lo importante de mi vida no es lo que
hago, sino lo que amo, si amo correctamente.
Cuando introduzco, como centro de mis programas, el amor verdadero, empiezo a dar prioridad a lo que ayuda, a lo que sirve,
a lo que hace falta a mis familiares, amigos, conocidos, o incluso a “extraños” (que nunca lo son, pues todos estamos en la
misma barca y navegamos hacia el mismo cielo).
El centro de mi programa no puedo ser yo. El centro verdadero, el centro bueno, se encuentra en Dios y en mis hermanos.
Por eso es hora de tomar entre mis manos el programa de mi día, tachar algunas líneas y poner otras. En todo, también en esa
limpieza que necesitaba mi cuarto y en ese orden entre los papeles de mi mesa, buscaré lo mejor, lo que haga alegre el corazón
de Dios, lo que ofrezca un poco de sano consuelo a quienes viven a mi lado.
Autor: P. Fernando Pascual LC
INSTRUCCIONES PARA VIVIR EN LA TIERRA
Instrucciones para vivir en la tierra
Recuerdo que antes que yo naciera, estaba preocupado porque no
conocía el mundo al que llegaría.
Entonces le pedí a Dios instrucciones para vivir en esta tierra.
Dios acercó su voz a mi oído y me dijo:
Sé como el sol. Levántate temprano y no te acuestes tarde.
Sé como la luna. Brilla en la oscuridad, pero sométete a la luz
mayor.
Sé como los pájaros. Come, canta, bebe y vuela.
Sé como las flores. Enamoradas del sol, pero fieles a sus raíces.
Sé como el buen perro. Obediente, pero nada más a su Señor.
Sé como la fruta. Bella por fuera, saludable por dentro.
Sé como el día. Que llega y se retira sin alardes.
Sé como el oasis. Da tu agua al sediento.
Sé como el río. Siempre hacia adelante.
Sé como la luciérnaga. Aunque pequeña, emite su propia luz.
Sé como el agua. Buena y transparente.
Sé como José. Cree en tus sueños.
Sé como Lázaro. Levántate y anda.
Recuerdo que antes que yo naciera, estaba preocupado porque no
conocía el mundo al que llegaría.
Entonces le pedí a Dios instrucciones para vivir en esta tierra.
Dios acercó su voz a mi oído y me dijo:
Sé como el sol. Levántate temprano y no te acuestes tarde.
Sé como la luna. Brilla en la oscuridad, pero sométete a la luz
mayor.
Sé como los pájaros. Come, canta, bebe y vuela.
Sé como las flores. Enamoradas del sol, pero fieles a sus raíces.
Sé como el buen perro. Obediente, pero nada más a su Señor.
Sé como la fruta. Bella por fuera, saludable por dentro.
Sé como el día. Que llega y se retira sin alardes.
Sé como el oasis. Da tu agua al sediento.
Sé como el río. Siempre hacia adelante.
Sé como la luciérnaga. Aunque pequeña, emite su propia luz.
Sé como el agua. Buena y transparente.
Sé como José. Cree en tus sueños.
Sé como Lázaro. Levántate y anda.
Y sobre todas las cosas, Sé como el cielo: la morada de Dios.
Señor, no permitas que me quede donde estoy. Ayúdame a llegar donde Tú quieres.
viernes, 2 de diciembre de 2011
SI ALGUNA VEZ...
SI ALGUNA VEZ...
Si alguna vez te sientes sólo y no sabes qué hacer, mira al cielo y busca una estrella, y así nunca más te sentirás en soledad pues tendrás a tu alrededor a millones de estrellas que son esas personas que sintieron lo mismo que tú.
Si alguna vez sientes ganas de llorar, llora Deja salir tus lágrimas y con ellas todas las cosas que te hacen sentir mal; no dejes que se acumulen en tu ser, porque sólo darán paso a otro tipo de sentimientos que te hieren aún más.
Si alguna vez te sientes mal contigo mismo, busca en lo más profundo de tu ser, date cuenta de que nadie es perfecto, tampoco tú, pero aún con todos tus defectos y cualidades, eres una persona única en el universo, por eso eres especial.
Si alguna vez sientes que nadie te quiere, olvídalo, pues eso no es cierto; si te encuentras en esta tierra es porque alguien allá arriba lo quiso así, Él te hizo único y especial porque te ama y nunca te abandona porque eres lo máximo para Él; pero además de Él, hay personas a tu alrededor que te quieren, aunque a veces estamos ocupados en nuestros problemas y no les abrimos las puertas de nuestro corazón para demostrárnoslo.
Si alguna vez necesitas de alguien que te comprenda, que te escuche, que te ayude, en fin, si necesitas de un amigo, quiero que sepas que cuentas conmigo para que nunca te sientas sólo, para que llores en mi hombro, para hacerte sentir bien, y sobre todo para demostrarte cuánto te aprecio...
ORACIÓN DEL ENFERMO
Oración del enfermo
(Claudio Lizana Gangas)
El don de la salud no me acompaña, Señor,
y la tristeza ha invadido mi corazón.
Quisiera unirme a Ti en el dolor, descubrir su sentido redentor,
y en él, encontrar tu voluntad, pero la debilidad de mi fe
no me lo permite y siento desesperar.
Ayúdame para hacer de este tiempo de enfermedad
un tiempo de cultivo de la fe, de reencuentro contigo,
de meditación de tu Palabra, de sacrificios en favor de los demás,
de cultivo de la humildad y la oración, de tomar fuerzas para cargar con mi cruz uniéndome a tu dolor redentor.
Y si es tu voluntad que recobre la salud, que la acoja con alegría y gratitud, y si este preciado don no llega hasta mí, dame la aceptación y la resignación.
Amén.
(Con las debidas licencias)
(Claudio Lizana Gangas)
El don de la salud no me acompaña, Señor,
y la tristeza ha invadido mi corazón.
Quisiera unirme a Ti en el dolor, descubrir su sentido redentor,
y en él, encontrar tu voluntad, pero la debilidad de mi fe
no me lo permite y siento desesperar.
Ayúdame para hacer de este tiempo de enfermedad
un tiempo de cultivo de la fe, de reencuentro contigo,
de meditación de tu Palabra, de sacrificios en favor de los demás,
de cultivo de la humildad y la oración, de tomar fuerzas para cargar con mi cruz uniéndome a tu dolor redentor.
Y si es tu voluntad que recobre la salud, que la acoja con alegría y gratitud, y si este preciado don no llega hasta mí, dame la aceptación y la resignación.
Amén.
(Con las debidas licencias)
ADVIENTO: TIEMPO EN EL QUE SE DESPIERTAN LOS CORAZONES ¡VELAD!
Autor: SS Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net Adviento: tiempo en el que se despiertan los corazones ¡Velad! | |
Es una llamada a recordar que la vida no tiene sólo la dimensión terrena, sino que es proyectada hacia un "más allá" | |
¡Queridos hermanos y hermanas! Iniciamos en toda la Iglesia el nuevo Año litúrgico: un nuevo camino de fe, a vivir juntos en las comunidades cristianas, pero también, como siempre, a recorrer dentro de la historia del mundo, para abrirla al misterio de Dios, a la salvación que viene de su amor. El Año litúrgico empieza con el Tiempo de Adviento: tiempo estupendo en el que se despierta en los corazones la espera de la vuelta de Cristo y la memoria de su primera venida, cuando se despojó de su gloria divina para asumir nuestra carne mortal. "¡Velad!". Este es el llamamiento de Jesús en el Evangelio. Lo dirige no sólo a sus discípulos, sino a todos: “¡Velad!” (Mt 13,37). Es una llamada saludable a recordar que la vida no tiene sólo la dimensión terrena, sino que es proyectada hacia un “más allá”, como una plantita que germina de la tierra y se abre hacia el cielo. Una plantita pensante, el hombre, dotada de libertad y responsabilidad,por lo que cada uno de nosotros será llamado a rendir cuentas de cómo ha vivido, de cómo ha usado las propias capacidades: si las ha conservado para sí o las ha hecho fructificar también para el bien de los hermanos. También Isaías, el profeta del Adviento, nos hace reflexionar con una sentida oración, dirigida a Dios en nombre del pueblo. Reconoce las faltas de su gente, y en un cierto momento dice: "Nadie invocaba tu nombre, nadie salía del letargo para adherirse a tí; porque tu nos escondías tu rostro y nos entregabas a nuestras maldades" (Is 64,6). ¿Cómo no quedar impresionados por esta descripción? Parece reflejar ciertos panoramas del mundo postmoderno: las ciudades donde la vida se hace anónima y horizontal, donde Dios parece ausente y el hombre el único amo, como si fuera él el artífice y el director de todo: construcciones, trabajo, economía, transportes, ciencias, técnica, todo parece depender sólo del hombre. Y a veces, en este mundo que parece casi perfecto, suceden cosas chocantes, o en la naturaleza, o en la sociedad, por las que pensamos que Dios pareciera haberse retirado, que nos hubiera, por así decir, abandonado a nosotros mismos. En realidad, el verdadero "dueño" del mundo no es el hombre, sino Dios. El Evangelio dice: "Así que velad, porque no sabéis cuándo llegará el dueño de la casa, si al atardecer o a media noche, al canto del gallo o al amanecer. No sea que llegue de improviso y os encuentre dormidos" (Mc 13,35-36). El Tiempo de Adviento viene cada año a recordarnos esto para que nuestra vida reencuentre su justa orientación hacia el rostro de Dios. El rostro no de un "amo", sino de un Padre y de un Amigo. Con la Virgen María, que nos guía en el camino del Adviento, hagamos nuestras las palabras del profeta:< "Señor, tu eres nuestro padre; nosotros somos de arcilla y tu el que nos plasma, todos nosotros somos obra de tus manos" (Is 64,7). |
El amor de Dios no tiene límites!
El amor de Dios no tiene límites!
El amor de Dios es tan inmenso, que desciende a cualquier profundidad para salvar a alguien; llega a cualquier extremo para rescatarlo. ¡Él puede amar al hombre que haya caído a lo más bajo y salvarlo en su momento de mayor necesidad, cuando se encuentre en su estado más lamentable! ¡Para Él no hay límite ni extremo al que no llegaría para salvar a una pobre alma perdida con Su amor infinito y Su misericordia ilimitada! ¡Él desciende al nivel de nuestra necesidad!
El amor de Dios es tan inmenso, que desciende a cualquier profundidad para salvar a alguien; llega a cualquier extremo para rescatarlo. ¡Él puede amar al hombre que haya caído a lo más bajo y salvarlo en su momento de mayor necesidad, cuando se encuentre en su estado más lamentable! ¡Para Él no hay límite ni extremo al que no llegaría para salvar a una pobre alma perdida con Su amor infinito y Su misericordia ilimitada! ¡Él desciende al nivel de nuestra necesidad!
"¡El amor de Dios va más allá de lo que uno pueda describir! ¡Sobrepasa la más alta estrella y baja hasta el infierno más vil!" ¡Mira cuán grande es la misericordia de Cristo! "Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches" (Mat.12:40). ¡Descendió a las entrañas del infierno para predicar el Evangelio de la liberación a los espíritus allí encarcelados! (1Pe.3:18-20)
"¿Adónde me iré de tu Espíritu? ¿Y adónde huiré de tu presencia? ¡Si subiere a los cielos, allí estás Tú; y si en el infierno hiciere mi estrado, he aquí, allí Tú estás! ¡Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará Tu mano, y me asirá Tu diestra!" (Sal.139:7-10)
jueves, 1 de diciembre de 2011
EL AVE MARÍA...
EL AVE MARÍA...
San Bernardo, cada vez que pasaba por delante de una imagen de la Virgen María, le saludaba diciendo "Dios te salve, María". Cuando San Bernardo murió y el cuerpo pasó por delante de la citada imagen, fue la propia Virgen María quien exclamó: "Dios te salve, hijo mío Bernardo".
Bienaventurados aquellos labios y aquellos lugares en los que se pronuncia : “Ave María”.
Vamos a analizar las palabras del Ave María en detalle a continuación:
Dios te salve, María: es un saludo que limpia los labios y el corazón, no se pueden pronunciar esta palabras con reflexión y sentimiento, sin sentirse mas buenos; porque cuando los ojos de vuestro espíritu están fijos en María, se puede ser mas bueno, mas puro y mas caritativo. La amistad con María es causa de perfección porque infunde y transfunde las virtudes de tan buena Madre en quien humilde las pide.
Llena eres de Gracia: Humildad, prontitud, pudor, plegaria... ¿Que no encontró de excelso la palabra angélica para convertirse en la primera chispa del incendio de la Encarnación?. He aquí lo que se necesita, para atraer a Jesús, vuestra adherencia a la Gracia, vuestra acogida a la Gracia, vuestro multiplicar la Gracia, vuestro aspirar a la Gracia, el cuerpo para vivir necesita respirar aire y tomar aliento, el alma para vivir, debe respirar la Gracia, y el mejor ejemplo es María.
El Señor es contigo. Dios siempre esta con el alma en Gracia, Dios no se aleja cuando el tentador se acerca, se aleja solamente cuando se cede al Tentador y se corrompe el alma. Quien esta con Dios no es que no vea el mal, mas bien lo ve con mas claridad que muchos otros, pero el verlo no corrompe. El unido con Dios esta saturado de Dios, y cualquier otra cosa que no sea Dios queda en la superficie y no perturba el interior.
Bendita tú eres entre todas la mujeres. Esta bendición que a veces decimos imperfectamente, o que quizá ni la decimos a Aquella que con su sacrificio inicio la Redención, resuena continuamente en el Cielo, pronunciada con infinito amor por la Trinidad. Todo el Paraíso bendice a María, obra maestra de la Creación universal y Misericordia divina. Aun cuando toda la obra del Padre para crear de la nada a la tierra no hubiese servido sino para acoger a María, la obra creativa habría tenido su razón de ser, porque la perfección de María es tal, que Ella es testimonio de no solo de la sabiduría y el poder, sino del amor con el cual Dios ha creado el mundo.
Y bendito es el fruto de tu vientre Jesús: Tenemos a Jesús porque treinta tres años antes María acepto beber el cáliz de la amargura, bendito el vientre purísimo que contuvo al Creador, y para dar una norma, sabed que Yo, Dios, no considero disminuirme a Mi mismo con infinito y venerante amor a mi Madre.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. A la Madre de Dios le realizamos una invocación simétrica a la de “líbranos del mal”, del Padrenuestro. Se nos ha dado una Madre y un Padre. Si pedimos al Padre que nos libre del Mal, ¿no pediremos a la Madre que aleje de nosotros la muerte en pecado?. No debemos preocuparnos de la muerte en el significado humano, sino del Mal y de la Muerte en el significado sobrenatural.
Tenemos una Madre que es poderosa por su triple condición de Hija, Esposa y Madre de Dios, y si Cristo resucita a los muertos a la Gracia, María, cuando es realmente amada, impide que la muerte nos separe de su Hijo en la eternidad.
Bienaventurados aquellos labios y aquellos lugares en los que se pronuncia : “Ave María”.
Vamos a analizar las palabras del Ave María en detalle a continuación:
Dios te salve, María: es un saludo que limpia los labios y el corazón, no se pueden pronunciar esta palabras con reflexión y sentimiento, sin sentirse mas buenos; porque cuando los ojos de vuestro espíritu están fijos en María, se puede ser mas bueno, mas puro y mas caritativo. La amistad con María es causa de perfección porque infunde y transfunde las virtudes de tan buena Madre en quien humilde las pide.
Llena eres de Gracia: Humildad, prontitud, pudor, plegaria... ¿Que no encontró de excelso la palabra angélica para convertirse en la primera chispa del incendio de la Encarnación?. He aquí lo que se necesita, para atraer a Jesús, vuestra adherencia a la Gracia, vuestra acogida a la Gracia, vuestro multiplicar la Gracia, vuestro aspirar a la Gracia, el cuerpo para vivir necesita respirar aire y tomar aliento, el alma para vivir, debe respirar la Gracia, y el mejor ejemplo es María.
El Señor es contigo. Dios siempre esta con el alma en Gracia, Dios no se aleja cuando el tentador se acerca, se aleja solamente cuando se cede al Tentador y se corrompe el alma. Quien esta con Dios no es que no vea el mal, mas bien lo ve con mas claridad que muchos otros, pero el verlo no corrompe. El unido con Dios esta saturado de Dios, y cualquier otra cosa que no sea Dios queda en la superficie y no perturba el interior.
Bendita tú eres entre todas la mujeres. Esta bendición que a veces decimos imperfectamente, o que quizá ni la decimos a Aquella que con su sacrificio inicio la Redención, resuena continuamente en el Cielo, pronunciada con infinito amor por la Trinidad. Todo el Paraíso bendice a María, obra maestra de la Creación universal y Misericordia divina. Aun cuando toda la obra del Padre para crear de la nada a la tierra no hubiese servido sino para acoger a María, la obra creativa habría tenido su razón de ser, porque la perfección de María es tal, que Ella es testimonio de no solo de la sabiduría y el poder, sino del amor con el cual Dios ha creado el mundo.
Y bendito es el fruto de tu vientre Jesús: Tenemos a Jesús porque treinta tres años antes María acepto beber el cáliz de la amargura, bendito el vientre purísimo que contuvo al Creador, y para dar una norma, sabed que Yo, Dios, no considero disminuirme a Mi mismo con infinito y venerante amor a mi Madre.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. A la Madre de Dios le realizamos una invocación simétrica a la de “líbranos del mal”, del Padrenuestro. Se nos ha dado una Madre y un Padre. Si pedimos al Padre que nos libre del Mal, ¿no pediremos a la Madre que aleje de nosotros la muerte en pecado?. No debemos preocuparnos de la muerte en el significado humano, sino del Mal y de la Muerte en el significado sobrenatural.
Tenemos una Madre que es poderosa por su triple condición de Hija, Esposa y Madre de Dios, y si Cristo resucita a los muertos a la Gracia, María, cuando es realmente amada, impide que la muerte nos separe de su Hijo en la eternidad.
VENGO POR TI....
VENGO POR TI
Estoy cansado de trabajar y de ver a la misma gente, camino a mi trabajo todos los días, llego a la casa y mi esposa sirvió lo mismo de la comida para cenar, la cual no me gustó mucho que digamos y tengo que comer la comida que no me gusta.
Voy a entrar al baño y mi hija de apenas año y medio no me deja porque quiere jugar conmigo. No entiende que estoy cansado y quiero entrar al baño.
Después, tomo mi revista para leerla en mi sillón y mi hija nuevamente quiere jugar y que la arrulle entre mis brazos. Yo quiero leer con tranquilidad mi revista, y sale mi esposa con su: "¿Qué tal me ves? Me arreglé para ti". Le digo que bien, sin despegar mis ojos de mi revista. Para variar, se enoja conmigo por que dice que no la comprendo y que nunca la escucho. No sé por qué se enoja si le pongo toda mi atención, es más, aún viendo la T.V. le pongo atención, bueno, siempre y cuando haya malos anuncios. A veces quisiera estar solo y no escuchar nada, yo sólo quiero descansar. Suficientes problemas tengo en el trabajo para escuchar los de mi casa.
Mi padre también me molesta algunas veces y entre clientes, esposa, hija, padre, me vuelven loco, quiero paz. Lo único bueno es el sueño, al cerrar mis ojos siento un gran alivio de olvidarme de todo y de todos.
-Hola, vengo por ti.
-¿Quién eres tú? ¿Cómo entraste?
-Me manda Dios por ti, dice que escuchó tus quejas y tienes razón, es hora de descansar.
-Eso no es posible, para eso tendría que estar...
-Así es, sí lo estás; ya no te preocuparás por ver a la misma gente, ni por caminar, ni de aguantar a tu esposa con sus guisos, ni a tu pequeña hija que te moleste; es más, jamás escucharás los consejos de tu padre.
-Pero... ¿Qué va a pasar con todo? ¿Con mi trabajo?
-No te preocupes; en tu empresa ya contrataron a otra persona para ocupar tu puesto y por cierto, está muy feliz porque no tenía trabajo.
-¿Y mi esposa y mi hijita?
-A tu esposa le fue dado un buen hombre que la quiere, respeta y admira por sus cualidades que tú nunca observaste en ella y él acepta con gusto todos sus guisos sin reclamarle nada, porque gracias a Dios y a ella, tiene algo que llevarse a la boca todos los días a diferencia de otras personas que no tienen nada que comer y pasan hambre hasta durante meses. Y además, se preocupa por tu hija y la quiere como si fuera de él y por muy cansado que siempre llegue del trabajo, le dedica tiempo para jugar; son muy felices.
-No, no puedo estar muerto.
-Lo siento, la decisión ya fue tomada.
-Pero... eso significa que jamás volveré a besar la mejillita de mi hijita; ni a decirle te amo a mi esposa; ya no veré a mis amigos para decirles lo mucho que los aprecio; ni darle un abrazo a mi padre. Ya no volveré a vivir, ya no existiré más, me enterrarán en el panteón y ahí se quedará mi cuerpo cubierto de tierra. Nunca más volveré a escuchar las palabras que me decían: "Hey amigo, eres el mejor"; "Hijo mío, estoy orgulloso de ti"; "Cuánto amo a mi esposo"; "Hermano mío, me alegro de que vinieras a mi casa"; "Papi..."
-No, no quiero morir; quiero vivir, envejecer junto a mi esposa, no quiero morir todavía...
-Pero es lo que querías, descansar, ahora ya tienes tu descanso eterno, duerme para siempre.
-No, no quiero, no quiero. ¡Por favor, Dios!
-¿Qué te pasa amor? ¿Tienes una pesadilla? - dijo mi esposa despertándome.
-No, no fue una pesadilla, fue otra oportunidad para disfrutar de ti, de mi bebé, de mi familia, de todo lo que Dios creó. ¿Sabes?, Estando muerto ya nada puedes hacer y estando vivo tienes la oportunidad de hacer felices a los demás y hacer la voluntad de Dios. Una vez cerrados tus ojos, nadie te garantiza volver a abrirlos.
¡Que bello es vivir! Hoy lo logré, mañana... mañana Dios dirá
Estoy cansado de trabajar y de ver a la misma gente, camino a mi trabajo todos los días, llego a la casa y mi esposa sirvió lo mismo de la comida para cenar, la cual no me gustó mucho que digamos y tengo que comer la comida que no me gusta.
Voy a entrar al baño y mi hija de apenas año y medio no me deja porque quiere jugar conmigo. No entiende que estoy cansado y quiero entrar al baño.
Después, tomo mi revista para leerla en mi sillón y mi hija nuevamente quiere jugar y que la arrulle entre mis brazos. Yo quiero leer con tranquilidad mi revista, y sale mi esposa con su: "¿Qué tal me ves? Me arreglé para ti". Le digo que bien, sin despegar mis ojos de mi revista. Para variar, se enoja conmigo por que dice que no la comprendo y que nunca la escucho. No sé por qué se enoja si le pongo toda mi atención, es más, aún viendo la T.V. le pongo atención, bueno, siempre y cuando haya malos anuncios. A veces quisiera estar solo y no escuchar nada, yo sólo quiero descansar. Suficientes problemas tengo en el trabajo para escuchar los de mi casa.
Mi padre también me molesta algunas veces y entre clientes, esposa, hija, padre, me vuelven loco, quiero paz. Lo único bueno es el sueño, al cerrar mis ojos siento un gran alivio de olvidarme de todo y de todos.
-Hola, vengo por ti.
-¿Quién eres tú? ¿Cómo entraste?
-Me manda Dios por ti, dice que escuchó tus quejas y tienes razón, es hora de descansar.
-Eso no es posible, para eso tendría que estar...
-Así es, sí lo estás; ya no te preocuparás por ver a la misma gente, ni por caminar, ni de aguantar a tu esposa con sus guisos, ni a tu pequeña hija que te moleste; es más, jamás escucharás los consejos de tu padre.
-Pero... ¿Qué va a pasar con todo? ¿Con mi trabajo?
-No te preocupes; en tu empresa ya contrataron a otra persona para ocupar tu puesto y por cierto, está muy feliz porque no tenía trabajo.
-¿Y mi esposa y mi hijita?
-A tu esposa le fue dado un buen hombre que la quiere, respeta y admira por sus cualidades que tú nunca observaste en ella y él acepta con gusto todos sus guisos sin reclamarle nada, porque gracias a Dios y a ella, tiene algo que llevarse a la boca todos los días a diferencia de otras personas que no tienen nada que comer y pasan hambre hasta durante meses. Y además, se preocupa por tu hija y la quiere como si fuera de él y por muy cansado que siempre llegue del trabajo, le dedica tiempo para jugar; son muy felices.
-No, no puedo estar muerto.
-Lo siento, la decisión ya fue tomada.
-Pero... eso significa que jamás volveré a besar la mejillita de mi hijita; ni a decirle te amo a mi esposa; ya no veré a mis amigos para decirles lo mucho que los aprecio; ni darle un abrazo a mi padre. Ya no volveré a vivir, ya no existiré más, me enterrarán en el panteón y ahí se quedará mi cuerpo cubierto de tierra. Nunca más volveré a escuchar las palabras que me decían: "Hey amigo, eres el mejor"; "Hijo mío, estoy orgulloso de ti"; "Cuánto amo a mi esposo"; "Hermano mío, me alegro de que vinieras a mi casa"; "Papi..."
-No, no quiero morir; quiero vivir, envejecer junto a mi esposa, no quiero morir todavía...
-Pero es lo que querías, descansar, ahora ya tienes tu descanso eterno, duerme para siempre.
-No, no quiero, no quiero. ¡Por favor, Dios!
-¿Qué te pasa amor? ¿Tienes una pesadilla? - dijo mi esposa despertándome.
-No, no fue una pesadilla, fue otra oportunidad para disfrutar de ti, de mi bebé, de mi familia, de todo lo que Dios creó. ¿Sabes?, Estando muerto ya nada puedes hacer y estando vivo tienes la oportunidad de hacer felices a los demás y hacer la voluntad de Dios. Una vez cerrados tus ojos, nadie te garantiza volver a abrirlos.
¡Que bello es vivir! Hoy lo logré, mañana... mañana Dios dirá
VALE LA PENA...
VALE LA PENA...
Hay momentos que sentimos que todo esta mal, que nuestras vidas se hunden en un abismo tan profundo, que no se alcanza a ver
ni un pequeño resquicio por el que pase la luz.
En esos momentos debemos de tomar todo nuestro amor, nuestro coraje, nuestros sentimientos, nuestra fuerza y luchar por salir adelante. Muchas veces nos hemos preguntado si vale la pena levantarnos de nuevo, y solo puedo contestar una cosa:
ni un pequeño resquicio por el que pase la luz.
En esos momentos debemos de tomar todo nuestro amor, nuestro coraje, nuestros sentimientos, nuestra fuerza y luchar por salir adelante. Muchas veces nos hemos preguntado si vale la pena levantarnos de nuevo, y solo puedo contestar una cosa:
"Hagamos que nuestra vida valga la pena".
Vale la pena sufrir, porque he aprendido a amar con todo el corazón.
Vale la pena estar en la oscuridad y caer hasta lo mas profundo, porque ya no puedo ir más hacia abajo, de ahí en adelante todo va a ser hacia arriba hasta que vea la luz.
Vale la pena entregar todo, porque cada sonrisa y lágrima son sinceras. Vale la pena agachar la cabeza y bajar las manos, porque al levantarlas seré más fuerte de corazón.
Vale la pena una lágrima, porque es el filtro de mis sentimientos, a través de ella me reconozco frágil y me muestro tal cual soy.
Vale la pena cometer errores, porque me da mayor experiencia y objetividad.
Vale la pena volver a levantar la cabeza, porque una sola mirada puede llenar ese espacio vacío.
Vale la pena volver a sonreir, porque eso demuestra que he aprendido algo más.
Vale la pena acordarme de todas las cosas malas que me han pasado, porque ellas forjaron lo que soy el día de hoy.
Vale la pena voltear hacia atrás, porque así se que he dejado huella en los demás.
Vale la pena vivir, porque cada minuto que pasa es una oportunidad de volver a empezar.
Todo esto son solo palabras, letras entrelazadas con el único fin de dar una idea.
Lo demás, depende de cada uno de nosotros.
Dejemos que nuestras acciones hablen por nosotros.
Hagamos que nuestra vida valga la pena.
SÉ FELIZ
¿Verdad que vale la pena?
Vale la pena sufrir, porque he aprendido a amar con todo el corazón.
Vale la pena estar en la oscuridad y caer hasta lo mas profundo, porque ya no puedo ir más hacia abajo, de ahí en adelante todo va a ser hacia arriba hasta que vea la luz.
Vale la pena entregar todo, porque cada sonrisa y lágrima son sinceras. Vale la pena agachar la cabeza y bajar las manos, porque al levantarlas seré más fuerte de corazón.
Vale la pena una lágrima, porque es el filtro de mis sentimientos, a través de ella me reconozco frágil y me muestro tal cual soy.
Vale la pena cometer errores, porque me da mayor experiencia y objetividad.
Vale la pena volver a levantar la cabeza, porque una sola mirada puede llenar ese espacio vacío.
Vale la pena volver a sonreir, porque eso demuestra que he aprendido algo más.
Vale la pena acordarme de todas las cosas malas que me han pasado, porque ellas forjaron lo que soy el día de hoy.
Vale la pena voltear hacia atrás, porque así se que he dejado huella en los demás.
Vale la pena vivir, porque cada minuto que pasa es una oportunidad de volver a empezar.
Todo esto son solo palabras, letras entrelazadas con el único fin de dar una idea.
Lo demás, depende de cada uno de nosotros.
Dejemos que nuestras acciones hablen por nosotros.
Hagamos que nuestra vida valga la pena.
SÉ FELIZ
¿Verdad que vale la pena?
EL ADVIENTO, TIEMPO DE ESPERANZA
Autor: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net El Adviento, tiempo de esperanza | |
Adviento. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? | |
Cada tiempo, en el ciclo litúrgico de la Iglesia, tiene una peculiaridad. Y así como la Pascua habla de la alegría por la victoria de Jesucristo, y la Cuaresma del esfuerzo y de la purificación sacrificada que hay que ir realizando en la propia vida para poder llegar a Cristo, el Adviento se convierte para los cristianos en un tiempo de levantar los ojos de cara a la promesa que Nuestro Señor hace a su Iglesia de estar con nosotros. El Adviento es la preparación de la venida del “Emmanuel”, es el tiempo del cumplimiento de la promesa de Dios. El Adviento está tocado, de una forma muy particular, por la característica de la esperanza. La esperanza como virtud que sostiene al alma, que consuela al ser humano. Teniendo en cuenta este sentido esperanzador del Adviento, creo que cada uno de nosotros tendría que reflexionar sobre el tema de lo que es la esperanza en su vida. Cuántos desánimos, cuántas fragilidades, cuántas decepciones, cuántas caídas y cuántos momentos de rendirse a la hora del trabajo espiritual, apostólico y familiar no tienen otra fuente más que la falta de esperanza. La falta de esperanza es fruto de una falta de fortaleza que, al mismo tiempo, es el resultado de la carencia de perspectivas de cara al futuro, que es lo acaba por hundir al alma en sí misma y le impide mirar hacia el futuro, mirar hacia Dios. Ahora bien, la esperanza tiene dos facetas que debemos considerar de cara al Adviento. Hay una primera, que es una faceta de dinamismo. La esperanza empuja, porque es como quien ve la meta y ya no se preocupa de si está cansado o no, de si las piernas le duelen o no, ni de la distancia a la que viene el otro detrás. Sabe hacia dónde se dirige, tiene una meta presente y corre hacia ella. La esperanza es algo semejante a cuando uno está perdido en el campo, y de pronto ve en la lejanía un punto que reconoce: un árbol, una casa, una parte del camino; entonces, ya no le importa por dónde tiene que ir atravesando, lo único que le interesa es llegar al lugar que reconoce. La esperanza es algo que te sostiene y te permite seguir adelante sin preocuparte de las dificultades que hay en el camino. La segunda faceta de la esperanza es la purificación, que produce un efecto correctivo y transformador en la persona. La esperanza, al mostrarme el objeto al cual tiendo, me muestra también lo que me falta para lograr alcanzarlo. Por eso la esperanza se convierte no en una especie de resignación o de ganas de hacer algo, sino en un fermento dentro del alma. Si Cristo es mi esperanza, ¿qué me falta para alcanzarlo? Si la armonía de mi familia es mi esperanza, ¿qué me falta para conseguirla? Si mi hijo necesita que yo le dé este o aquel testimonio, ¿qué me falta para podérselo dar? La esperanza se convierte en aguijón, en resorte dentro del alma para que uno pueda llegar a obtener lo que espera. Es necesario que en nuestras vidas existan estas dos dimensiones de la esperanza: la dimensión dinámica y la dimensión de la purificación. Si nada más te quedas en el sostenerte, nunca te vas a transformar, nunca vas a llegar. Y si nada más te quedas en el transformarte, al ver lo duro, lo difícil y lo áspero de esta transformación, puedes caer en la desesperanza. Aprendamos, entonces, a vivir en este tiempo de Adviento con la mirada dirigida hacia Cristo, que es el objeto de nuestra fe. Pidámosle al Señor que nos permita encontrarlo y recibirlo, y que nos otorgue la gracia de sostener nuestro corazón en el arduo trabajo diario de santificación. Les invito a que con la esperanza como virtud central en este tiempo de Adviento, podamos repetir lo que dice el salmo 26: "El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién podrá hacerme temblar?”. |
lunes, 21 de noviembre de 2011
COMO VIVIR EL ADVIENTO
Autor: Felipe Borau
| Fuente: www.mercaba.org
Vivir el Adviento
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El auténtico Adviento procede del interior del corazón creyente del hombre y, sobre todo, de la hondura del amor de Dios
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PENSAMIENTO MARIANO 7
Pensamiento Mariano
La Ssma. Virgen ha sido mi compañera inseparable. Ella ha sido la confidente íntima desde los más tiernos años de mi vida. Ella ha escuchado la relación de mis alegrías y tristezas. Ella ha confortado mi corazón tantas veces abatido por el dolor.
La Ssma. Virgen ha sido mi compañera inseparable. Ella ha sido la confidente íntima desde los más tiernos años de mi vida. Ella ha escuchado la relación de mis alegrías y tristezas. Ella ha confortado mi corazón tantas veces abatido por el dolor.
Santa Teresa de los Andes
LA PRESENTACIÓN DE NUESTRA SEÑORA AL TEMPLO
Autor: Mario Sgarbossa y Luiggi Giovannini | Fuente: Un Santo para cada día La Presentación de Nuestra Señora al Templo | |
Fiesta, 21 de noviembre | |
La memoria de la Presentación de la Santísima Virgen María, tiene una gran importancia, porque en ella se conmemora uno de los “misterios” de la vida de quien fue elegida por Dios como Madre de su Hijo y como Madre de la Iglesia. En esta “Presentación” de María se alude también a la “presentación” de Cristo y de todos nosotros al Padre. Por otra parte, constituye un gesto concreto de ecumenismo con nuestros hermanos de Oriente. Esto se puede apreciar en el comentario de la Liturgia de las Horas que dice: “En este día, en que se recuerda la dedicación de la iglesia de Santa María la Nueva, construida cerca del templo de Jerusalén en el año 543, celebramos junto con los cristianos de la Iglesia oriental, la “dedicación” que María hizo de sí misma a Dios desde la infancia, movida por el Espíritu Santo, de cuya gracia estaba llena desde su concepción inmaculada”. El hecho de la presentación de María en el templo no lo narra ningún texto de la Sagrada Escritura; de él, sin embargo, hablan abundantemente y con muchos detalles algunos escritos apócrifos. María, según la promesa hecha por sus padres, fue llevada al templo a los tres años, en compañía de un gran número de niñas hebreas que llevaban antorchas encendidas, con la participación de las autoridades de Jerusalén y entre el canto de los ángeles. Para subir al templo había quince gradas, que María caminó sola a pesar de ser tan pequeña. Los apócrifos dicen también que en el templo María se nutría con un alimento especial que le llevaban los ángeles, y que ella no vivía con las otras niñas sino en el “Sancta Sanctorum”, al cual tenía acceso el Sumo Sacerdote sólo una vez al año. La realidad de la presentación de María debió ser mucho más modesta y al mismo tiempo más gloriosa. Por medio de este servicio a Dios en el templo, María preparó su cuerpo, y sobre todo su alma, para recibir al Hijo de Dios, viviendo en sí misma la palabra de Cristo: “Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la practican”. |
Fiesta de Cristo Rey - Fin del año litúrgico
Fiesta de Cristo Rey
Fin del año litúrgico
• 1) Para saber
Termina el año litúrgico. La Iglesia celebró ayer en el último domingo del tiempo ordinario, como culmen de todos los misterios, a Jesucristo, Rey del Universo.
El Papa Benedicto XVI ha querido reflexionar el Salmo 109 cuyo sentido se dirige a celebrar precisamente al Mesías como un rey victorioso y glorificado a la derecha de Dios.
El Salmo inicia con una declaración solemne: “Dijo el Señor a mi Señor: 'Siéntate a mi derecha, mientras yo pongo a tus enemigos como estrado de tus pies'”. Dios mismo entroniza al Rey en la gloria, haciéndole sentar a su derecha, el cual es un signo de grandísimo honor y de absoluto privilegio. Así, el Mesías, Jesucristo, que es Dios y hombre es invitado a participar en el señorío divino, donde recibe todo honor y gloria. A este pasaje se refiere el mismo Jesús a propósito del Mesías (cfr Mt 22,41-45).
• 2) Para pensar
La gran tentación es destronar a Cristo para ponernos en su lugar y sentirnos “reyes”, incluso lo cantamos: a pesar de todo… “sigo siendo el rey”. Tal vez no lo hacemos conscientemente, pero con nuestra indiferencia a la voluntad de Dios en la práctica lo vivimos.
Por ello es bueno que se nos recuerde nuestro lugar, y Dios habla de muchas maneras. Así le sucedió a un hombre que acababa de ser elegido al Parlamento Británico.
Este hombre llevó muy orgulloso su familia a Londres. Se sintió muy importante mientras les contaba a su esposa e hijos de su nuevo empleo y los llevó a hacer un recorrido por la ciudad. Cuando entraron en la Abadía de Westminster, su hija de 8 años se quedó pasmada por el gran tamaño de la magnífica estructura.
Su orgulloso padre le preguntó: «Querida, ¿en qué estás pensando?» Ella contestó: «Papi, estaba pensando en lo grande que eres en nuestra casa, y lo pequeño que te ves aquí.»
Sin saberlo, aquella niña dijo algo que su padre necesitaba escuchar. El orgullo puede infiltrarse en nuestra vida muy fácilmente, y de vez en cuando, es bueno que a uno «le bajen los humos». No olvidemos lo que el apóstol Santiago escribió: «Dios resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes» (Cap. 4,6).
• 3) Para vivir
San Josemaría nos propone entronizar la cruz de Cristo en el lugar donde desarrollamos nuestras labores cotidianas, hacer que ahí reine Cristo: “¡Qué hermosas esas cruces en la cumbre de los montes, en lo alto de los grandes monumentos, en el pináculo de las catedrales!... Pero la Cruz hay que insertarla también en las entrañas del mundo.
Jesús quiere ser levantado en alto, ahí: en el ruido de las fábricas y de los talleres, en el silencio de las bibliotecas, en el fragor de las calles, en la quietud de los campos, en la intimidad de las familias, en las asambleas, en los estadios... Allí donde un cristiano gaste su vida honradamente, debe poner con su amor la Cruz de Cristo, que atrae a Sí todas las cosas.” (Vía Crucis, 11a Estación, n. 3).
Pidamos al Señor que nos ayude a vernos como realmente somos. Con su ayuda, aprenderemos a deshacernos del necio orgullo. Así contribuiremos a que el reinado de Cristo sea ya una realidad y verdaderamente reine en nuestras almas y en el mundo.
Pbro. José Martínez Colín
Fin del año litúrgico
• 1) Para saber
Termina el año litúrgico. La Iglesia celebró ayer en el último domingo del tiempo ordinario, como culmen de todos los misterios, a Jesucristo, Rey del Universo.
El Papa Benedicto XVI ha querido reflexionar el Salmo 109 cuyo sentido se dirige a celebrar precisamente al Mesías como un rey victorioso y glorificado a la derecha de Dios.
El Salmo inicia con una declaración solemne: “Dijo el Señor a mi Señor: 'Siéntate a mi derecha, mientras yo pongo a tus enemigos como estrado de tus pies'”. Dios mismo entroniza al Rey en la gloria, haciéndole sentar a su derecha, el cual es un signo de grandísimo honor y de absoluto privilegio. Así, el Mesías, Jesucristo, que es Dios y hombre es invitado a participar en el señorío divino, donde recibe todo honor y gloria. A este pasaje se refiere el mismo Jesús a propósito del Mesías (cfr Mt 22,41-45).
• 2) Para pensar
La gran tentación es destronar a Cristo para ponernos en su lugar y sentirnos “reyes”, incluso lo cantamos: a pesar de todo… “sigo siendo el rey”. Tal vez no lo hacemos conscientemente, pero con nuestra indiferencia a la voluntad de Dios en la práctica lo vivimos.
Por ello es bueno que se nos recuerde nuestro lugar, y Dios habla de muchas maneras. Así le sucedió a un hombre que acababa de ser elegido al Parlamento Británico.
Este hombre llevó muy orgulloso su familia a Londres. Se sintió muy importante mientras les contaba a su esposa e hijos de su nuevo empleo y los llevó a hacer un recorrido por la ciudad. Cuando entraron en la Abadía de Westminster, su hija de 8 años se quedó pasmada por el gran tamaño de la magnífica estructura.
Su orgulloso padre le preguntó: «Querida, ¿en qué estás pensando?» Ella contestó: «Papi, estaba pensando en lo grande que eres en nuestra casa, y lo pequeño que te ves aquí.»
Sin saberlo, aquella niña dijo algo que su padre necesitaba escuchar. El orgullo puede infiltrarse en nuestra vida muy fácilmente, y de vez en cuando, es bueno que a uno «le bajen los humos». No olvidemos lo que el apóstol Santiago escribió: «Dios resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes» (Cap. 4,6).
• 3) Para vivir
San Josemaría nos propone entronizar la cruz de Cristo en el lugar donde desarrollamos nuestras labores cotidianas, hacer que ahí reine Cristo: “¡Qué hermosas esas cruces en la cumbre de los montes, en lo alto de los grandes monumentos, en el pináculo de las catedrales!... Pero la Cruz hay que insertarla también en las entrañas del mundo.
Jesús quiere ser levantado en alto, ahí: en el ruido de las fábricas y de los talleres, en el silencio de las bibliotecas, en el fragor de las calles, en la quietud de los campos, en la intimidad de las familias, en las asambleas, en los estadios... Allí donde un cristiano gaste su vida honradamente, debe poner con su amor la Cruz de Cristo, que atrae a Sí todas las cosas.” (Vía Crucis, 11a Estación, n. 3).
Pidamos al Señor que nos ayude a vernos como realmente somos. Con su ayuda, aprenderemos a deshacernos del necio orgullo. Así contribuiremos a que el reinado de Cristo sea ya una realidad y verdaderamente reine en nuestras almas y en el mundo.
Pbro. José Martínez Colín
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