jueves, 15 de octubre de 2020

SANTA TERESA DE ÁVILA, SANTA PATRONA DE LAS ÓRDENES RELIGIOSAS, 15 DE OCTUBRE



Santa Teresa de Jesús (Ávila)

 Virgen y Doctora de la Iglesia

(1515-1582)


"En la cruz está la gloria, Y el honor,

Y en el padecer dolor, Vida y consuelo,

Y el camino más seguro para el cielo"


Reformadora del Carmelo, Madre de las Carmelitas Descalzas y de los Carmelitas Descalzos; "mater spiritualium" (título debajo de su estatua en la basílica vaticana); patrona de los escritores católicos y Doctora de la Iglesia (1970): La primera mujer, que junto a Santa Catalina de Sena recibe este título.


Nació en Ávila, España, el 28 de marzo de 1515.

Su nombre, Teresa de Cepeda y Ahumada, hija de Alonso Sánchez de Cepeda y Beatriz Dávila Ahumada. En su casa eran 12 hijos. Tres del primer matrimonio de Don Alonso y nueve del segundo, entre estos últimos, Teresa. Escribe en su autobiografía: "Por la gracia de Dios, todos mis hermanos y medios hermanos se asemejaban en la virtud a mis buenos padres, menos yo".

De niños, ella y Rodrigo, su hermano, eran muy aficionados a leer vidas de santos, y se emocionaron al saber que los que ofrecen su vida por amor a Cristo reciben un gran premio en el cielo. Así que dispusieronse irse a tierras de mahometanos a declararse amigos de Jesús y así ser martirizados para conseguir un buen puesto en el cielo. Afortunadamente, por el camino se encontraron con un tío suyo que los regresó a su hogar. Entonces dispusieronse construir una celda en el solar de la casa e irse a rezar allá de vez en cuando, sin que nadie los molestara ni los distrajese.

La mamá de Teresa murió cuando la joven tenía apenas 14 años. Ella misma cuenta en su autobiografía: "Cuando empecé a caer en la cuenta de la pérdida tan grande que había tenido, comencé a entristecerme sobremanera. Entonces me arrodillé delante de una imagen de la Santísima Virgen y le rogué con muchas lágrimas que me aceptara como hija suya y que quisiera ser Ella mi madre en adelante. Y lo ha hecho maravillosamente bien".

Sigue diciendo ella: "Por aquel tiempo me aficioné a leer novelas. Aquellas lecturas enfriaron mi fervor y me hicieron caer en otras faltas. Comencé a pintarme y a buscar a parecer y a ser coqueta. Ya no estaba contenta sino cuando tenía una novela entre mis manos. Pero esas lecturas me dejaban tristeza y desilusión".

Afortunadamente el papá se dio cuenta del cambio de su hija y la llevó a los 15 años, a estudiar interna en el colegio de hermanas Agustinas de Ávila. Allí, después de año y medio de estudios enfermó y tuvo que volver a casa.

Providencialmente una persona piadosa puso en sus manos "Las Cartas de San Jerónimo", y allí supo por boca de tan grande santo, cuán peligrosa es la vida del mundo y cuán provechoso es para la santidad el retirarse a la vida religiosa en un convento. Desde entonces se propuso que un día sería religiosa.

Comunicó a su padre el deseo que tenía de entrar en un convento. Él, que la quería muchísimo, le respondió: "Lo harás, pero cuando yo ya me haya muerto". La joven sabía que el esperar mucho tiempo y quedarse en el mundo podría hacerla desistir de su propósito de hacerse religiosa. Y entonces se fugó de la casa. Dice en sus recuerdos: "Aquel día, al abandonar mi hogar sentía tan terrible angustia, que llegué a pensar que la agonía y la muerte no podían ser peores de lo que experimentaba yo en aquel momento. El amor de Dios no era suficientemente grande en mí para ahogar el amor que profesaba a mi padre y a mis amigos".

La santa determinó quedarse de monja en el convento de Ávila. Su padre al verla tan resuelta a seguir su vocación, cesó de oponerse. Ella tenía 20 años. Un año más tarde hizo sus tres juramentos o votos de castidad, pobreza y obediencia y entró a pertenecer a la Comunidad de hermanas Carmelitas.

Poco después de empezar a pertenecer a la comunidad carmelitana, se agravó de un mal que la molestaba. Quizá una fiebre palúdica. Los médicos no lograban atajar el mal y éste se agravaba. Su padre la llevó a su casa y fue quedando casi paralizada. Pero esta enfermedad le consiguió un gran bien, y fue que tuvo oportunidad de leer un librito que iba a cambiar su vida. Se llamaba "El alfabeto espiritual", por Osuna, y siguiendo las instrucciones de aquel librito empezó a practicar la oración mental y a meditar. Estas enseñanzas le van a ser de inmensa utilidad durante toda su vida. Ella decía después que si en este tiempo no hizo mayores progresos fue porque todavía no tenía un director espiritual, y sin esta ayuda no se puede llegar a verdaderas alturas en la oración.

A los tres años de estar enferma encomendó a San José que le consiguiera la gracia de la curación, y de la manera más inesperada recobró la salud. En adelante toda su vida será una gran propagadora de la devoción a San José, Y todos los conventos que fundará los consagrará a este gran santo.

Teresa tenía un gran encanto personal, una simpatía impresionante, una alegría contagiosa, y una especie de instinto innato de agradecimiento que la llevaba a corresponder a todas las amabilidades. Con esto se ganaba la estima de todos los que la rodeaban. Empezar a tratar con ella y empezar a sentir una inmensa simpatía hacia su persona, eran una misma cosa.

En aquellos tiempos había en los conventos de España la dañosa costumbre de que las religiosas gastaban mucho tiempo en la sala recibiendo visitas y charlando en la sala con las muchas personas que iban a gozar de su conversación. Y esto le quitaba el fervor en la oración y no las dejaba concentrarse en la meditación y se llegó a convencer de que ella no podía dedicarse a tener verdadera oración con Dios porque era muy disipada. Y que debía dejar de orar tanto.

A ella le gustaban los Cristos bien chorreantes de sangre. Y un día al detenerse ante un crucifijo muy sangrante le preguntó: "Señor, ¿quién te puso así?", y le pareció que una voz le decía: "Tus charlas en la sala de visitas, esas fueron las que me pusieron así, Teresa". Ella se echó a llorar y quedó terriblemente impresionada. Pero desde ese día ya no vuelve a perder tiempo en charlas inútiles y en amistades que no llevan a la santidad. Y Dios en cambio le concederá enormes progresos en la oración y unas amistades formidables que le ayudarán a llegar a la santidad.

Teresa tuvo dos ayudas formidables para crecer en santidad: su gran inclinación a escuchar sermones, aunque fueran largos y cansones y su devoción por grandes personajes celestiales. Además de su inmensa devoción por la Santísima Virgen y su fe total en el poder de intercesión de san José, ella rezaba frecuentemente a dos grandes convertidos: San Agustín y María Magdalena. Para imitar a esta santa que tanto amó a Jesús, se propuso meditar cada día en la Pasión y Muerte de Jesús, y esto la hizo crecer mucho en santidad. Y en honor de San Agustín leyó el libro más famoso del gran santo "las Confesiones", y su lectura le hizo enorme bien.

Como las sequedades de espíritu le hacían repugnante la oración y el enemigo del alma le aconsejaba que dejara de rezar y de meditar porque todo eso le producía aburrimiento, su confesor le avisó que dejar de rezar y de meditar sería entregarse incondicionalmente al poder de Satanás y un padre jesuita le recomendó que para orar con más amor y fervor eligiera como "maestro de oración" al Espíritu Santo y que rezara cada día el Himno "Ven Creador Espíritu". Ella dirá después: "El Espíritu Santo como fuerte huracán hace adelantar más en una hora la navecilla de nuestra alma hacia la santidad, que lo que nosotros habíamos conseguido en meses y años remando con nuestras solas fuerzas".

Y el Divino Espíritu empezó a concederle Visiones Celestiales. Al principio se asustó porque había oído hablar de varias mujeres a las cuales el demonio engañó con visiones imaginarias. Pero hizo confesión general de toda su vida con un santo sacerdotes y le consultó el caso de sus visiones, y este le dijo que se trataba de gracias de Dios.

Nuestro Señor le aconsejó en una de sus visiones: "No te dediques tanto a hablar con gente de este mundo. Dedícate más bien a comunicarte con el mundo sobrenatural". En algunos de sus éxtasis se elevaba hasta un metro por los aires (Éxtasis es un estado de contemplación y meditación tan profundo que se suspenden los sentidos y se tienen visiones sobrenaturales). Cada visión le dejaba un intenso deseo de ir al cielo. "Desde entonces – dice ella – dejé de tener medio a la muerte, cosa que antes me atormentaba mucho". Después de una de aquellas visiones escribió la bella poesía que dice: "Tan alta vida espero que muero porque no muero".

Teresa quería que los favores que Dios le concedía permanecieran en secreto, pero varias personas de las que la rodeaban empezaron a contar todo esto a la gente y las noticias corrían por la ciudad. Unos la creían loca y otros la acusaban de hipócrita, de orgullo y presunción.

San Pedro Alcántara, uno de los santos más famosos de ese tiempo, después de charlar con la famosa carmelita, declaró que el Espíritu de Dios guiaba a Teresa.

La transverberación. Esta palabra significa: atravesarlo a uno con una gran herida. Dice ella: "Vi un ángel que venía del tronco de Dios, con una espada de oro que ardía al rojo vivo como una brasa encendida, y clavó esa espada en mi corazón. Desde ese momento sentí en mi alma el más grande amor a Dios".

Desde entonces para Teresa ya no hay sino un solo motivo para vivir: demostrar a Dios con obras, palabras, sufrimientos y pensamientos que lo ama con todo su corazón. Y obtener que otros lo amen también.

Al hacer la autopsia del cadáver de la santa encontraron en su corazón una cicatriz larga y profunda.

Para corresponder a esta gracia la santa hizo el voto o juramento de hacer siempre lo que más perfecto le pareciera y lo que creyera que le era más agradable a Dios. Y lo cumplió a la perfección. Un juramento de estos no lo pueden hacer sino personas extraordinariamente santas.

En aquella época del 1500 las comunidades religiosas habían decaído de su antiguo fervor. Las comunidades eran demasiado numerosas lo cual ayudaba mucho a la relajación. Por ejemplo el convento de las carmelitas de Ávila tenía 140 religiosas. Santa Teresa exclamaba: "La experiencia me ha demostrado lo que es una casa llena de mujeres. Dios me libre de semejante calamidad".

Un día una sobrina de la santa le dijo: "Lo mejor sería fundar una comunidad en que cada casa tuviera pocas hermanas". Santa Teresa consideró esta idea como venida del cielo y se propuso fundar un nuevo convento, con pocas hermanas pero bien fervorosas. Ella llevaba ya 25 años en el convento. Una viuda rica le ofreció una pequeña casa para ello. San Pedro de Alcántara, San Luis Beltrán y el obispo de la ciudad apoyaron la idea. El Provincial de los Carmelitas concedió el permiso.

Sin embargo la noticia produjo el más terrible descontento general y el superior tuvo que retirar el permiso concedido. Pero Teresa no era mujer débil como para dejarse derrotar fácilmente. Se consiguió amigos en el palacio del emperador y obtuvo una entrevista con Felipe II y este quedó encantado de la personalidad de la santa y de las ideas tan luminosas que ella tenía y ordenó que no la persiguieran más. Y así fue llenando España de sus nuevos conventos de "Carmelitas Descalzas", poquitas y muy pobres en cada casa, pero fervorosas y dedicadas a conseguir la santidad propia y la de los demás.

Se ganó para su causa a San Juan de la Cruz, y con él fundó los Carmelitas descalzos. Las carmelitas descalzas son ahora 14,000 en 835 conventos en el mundo. Y los carmelitas descalzos son 3,800 en 490 conventos.

Por orden expresa de sus superiores Santa Teresa escribió unas obras que se han hecho famosas. Su autobiografía titulada "El libro de la vida"; "El libro de las Moradas" o Castillo interior; texto importantísimo para poder llegar a la vida mística. Y "Las fundaciones: o historia de cómo fue creciendo su comunidad. Estas obras las escribió en medio de mareos y dolores de cabeza. Va narrando con claridad impresionante sus experiencias espirituales. Tenía pocos libros para consultar y no había hecho estudios especiales. Sin embrago sus escritos son considerados como textos clásicos en la literatura española y se han vuelto famosos en todo el mundo.

Santa Teresa murió el 4 de octubre de 1582 y la enterraron al día siguiente, el 15 de octubre. ¿Por qué esto? Porque en ese día empezó a regir el cambio del calendario, cuando el Papa añadió 10 días al almanaque para corregir un error de cálculo en el mismo que llevaba arrastrándose ya por años.




IMÁGENES DE SANTA TERESA DE ÁVILA, 15 DE OCTUBRE

























 

SANTORAL DE HOY JUEVES 15 DE OCTUBRE DEL 2020

 

Narciso Basté Basté, BeatoNarciso Basté Basté, Beato
Sacerdote y Mártir, 15 de octubre
Pedro Verdaguer Saurina, BeatoPedro Verdaguer Saurina, Beato
Sacerdote y Mártir, 15 de octubre
Josefa Martínez Pérez, BeataJosefa Martínez Pérez, Beata
Religiosa y Mártir, 15 de octubre
Tecla de Kitzingen, SantaTecla de Kitzingen, Santa
Abadesa, Octubre 15
Sofía (Suia), SantaSofía (Suia), Santa
Mártir, Octubre 15
Magdalena de Nagasaki, SantaMagdalena de Nagasaki, Santa
Mártir, Octubre 15
Gonzálo de Lagos, BeatoGonzálo de Lagos, Beato
Presbítero Agustino, Octubre 15
Elisabeth de Hoven, BeataElisabeth de Hoven, Beata
Religiosa, 15 de octubre
Teresa de Jesús (de Ávila), SantaTeresa de Jesús (de Ávila), Santa
Fiesta Litúrgica, 15 de octubre

NADA TE TURBE, NADA TE ESPANTE!!!





 

miércoles, 14 de octubre de 2020

INGENIO Y BUEN HUMOR

 


Ingenio y buen humor



El escritor español Francisco de Quevedo brilló por su ingenio y su buen humor. Dos valores que a todos nos conviene cultivar.

Cierto día el rey Felipe IV le pidió que improvisara una cuarteta y Quevedo con su agilidad mental le dijo: Dadme, Majestad, un pie.

El Rey desde su trono le alargó jocosamente un pie. El poeta sostuvo con sus manos el pie del soberano y le improvisó estos versos:

En semejante postura dais a comprender Señor, que soy el herrador y vos la cabalgadura.

Es famosa esta otra anécdota: Quevedo apostó con unos amigos a que era capaz de mencionar la cojera de la reina.

Aprovechó una recepción que se ofrecía en el palacio y le ofreció a la esposa de Felipe IV dos hermosas flores, mientras le decía:

- Entre el clavel y la rosa, Su majestad escoja.

Quevedo ganó la apuesta. Y lo recordamos para valorar el buen humor en el camino de la vida. Es un regalo para el espíritu y un aliado en la adversidad.

TARDE TE AME DIOS MÍO - SAN AGUSTÍN



Tarde te Ame Dios Mío

Autor: San Agustín (Confesiones 10, 26, 37)



“Tarde te amé, Dios mío, hermosura siempre antigua y siempre nueva, tarde te amé.

Tú estabas dentro de mí y yo afuera y así por fuera te buscaba y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que Tú creaste.

Tú estabas conmigo pero yo no estaba contigo.

Me llamaste y clamaste y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y lo aspiré y ahora te anhelo; gusté de Ti y ahora siento hambre y sed de Ti.

¡Ay de mí, Señor! ¡Ten misericordia de mí!

Yo no te oculto mis llagas. Tú eres médico y yo estoy enfermo;

Tú eres misericordioso y yo soy miserable.

Toda mi esperanza estriba en tu muy grande misericordia.

Dame lo que me pides y pídeme lo que quieras”. 

ESTAMPA CON ORACIÓN PARA LA CANONIZACIÓN DEL BEATO CARLO ACUTIS

 

PAPA FRANCISCO EVITA SALUDAR DE CERCA A LOS FIELES POR AUMENTO DEL COVID19 EN ITALIA



 Papa Francisco evita saludar de cerca a los fieles por aumento del COVID-19 en Italia

Redacción ACI Prensa

Foto: Captura VaticanMedia



El Papa Francisco evitó saludar de cerca a los fieles que participaron en la Audiencia General por el aumento de casos positivos de COVID-19 en Italia.

Al finalizar la Audiencia General de este miércoles 14 de octubre, el Santo Padre se disculpó por no haber saludado de cerca, como es habitual, a las personas que estaban presentes en el Aula Pablo VI.

“Yo quisiera hacer, como hago habitualmente, bajar y acércame a ustedes para saludarlos. Pero con las nuevas normas es mejor mantener las distancias. También con los enfermos, les saludo de corazón desde aquí”, dijo el Papa quien aconsejó estar “a distancia prudente como se debe hacer”.

En esta línea, el Papa explicó “cuando yo voy, todos se acercan, y allí se provocan aglomeraciones, y el problema es que hay peligro de contagio”.

Por ello, el Pontífice añadió la importancia de permanecer “así, cada uno con las mascarillas, manteniendo las distancias” para poder “ir hacia adelante con las audiencias”.

“Discúlpenme si hoy les saludo de lejos, pero creo que, si todos como buenos ciudadanos cumplimos los requerimientos de las autoridades, esto será una ayuda para terminar con esta pandemia. Gracias”, concluyó el Papa.

Tras el aumento de casos positivos de coronavirus en Italia, el Gobierno endureció nuevamente las restricciones, por ejemplo, están prohibidas las reuniones de más de seis personas en casa, el máximo de 30 invitados en bodas y bautizos y el uso obligatorio de mascarilla al aire libre.

Por su parte, el Vaticano informó el 12 de octubre que hay cuatro Guardias Suizos positivos de COVID-19 que se suman a otros tres ciudadanos vaticanos positivos al Coronavirus y aseguró que “se están realizando los controles necesarios entre quienes pudieron haber estado en contacto directo con ellos”.

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 14 DE OCTUBRE DEL 2020

 

 Lecturas de hoy Miércoles de la 28ª Semana del Tiempo Ordinario

Hoy, miércoles, 14 de octubre de 2020



Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (5,18-25):

Si os guía el Espíritu, no estáis bajo el dominio de la ley. Las obras de la carne están patentes: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, enemistades, contiendas, envidias, rencores, rivalidades, partidismo, sectarismo, discordias, borracheras, orgías y cosas por el estilo. Y os prevengo, como ya os previne, que los que así obran no heredarán el reino de Dios. En cambio,

el fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí. Contra esto no va la ley.

Y los que son de Cristo Jesús han crucificado su carne con sus pasiones y sus deseos. Si vivimos por el Espíritu, marchemos tras el Espíritu.


Palabra de Dios



Salmo

Sal 1,1-2.3.4.6


R/. El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida


Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,

ni entra por la senda de los pecadores,

ni se sienta en la reunión de los cínicos;

sino que su gozo es la ley del Señor,

y medita su ley día y noche. R/.


Será como un árbol

plantado al borde de la acequia:

da fruto en su sazón

y no se marchitan sus hojas;

y cuanto emprende tiene buen fin. R/.


No así los impíos, no así;

serán paja que arrebata el viento.

Porque el Señor protege el camino de los justos,

pero el camino de los impíos acaba mal. R/.


Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,42-46):

En aquel tiempo, dijo el Señor: «¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto habría que practicar, sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y las reverencias por la calle! ¡Ay de vosotros, que sois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo!»

Un maestro de la Ley intervino y le dijo: «Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros.»

Jesús replicó: «¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo!»


Palabra del Señor





Comentario al Evangelio de hoy miércoles, 14 de octubre de 2020

CR

Queridos amigos y amigas:


No tiene ningún sentido dividir a la gente en buenos y malos como suelen hacer las películas mediocres. Primero, porque ningún ser humano puede juzgar a su hermano. Segundo, porque el bien y el mal nos atraviesan a todos por dentro.

Jesús es implacable contra los fariseos y maestros de todos los tiempos que se preocupan por dar una "buena imagen electoral" y pasan por alto el derecho y el amor de Dios, o que abruman a la gente con cargas insoportables mientras ellos (¿o nosotros?) no mueven ni un dedo.

Son palabras enérgicas, de las más contundentes transmitidas por los evangelios, y, sin embargo, no parece que tengan demasiado efecto en nosotros. A veces, en nuestra iglesia, hay personas que se sienten con la obligación moral de señalar lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer, de marcar una línea nítida entre lo permitido y lo prohibido, de censurar conductas "escandalosas", de llamar a cada cosa por su nombre.

¿Cómo podemos saber si estas actitudes "proféticas" son genuinamente evangélicas o no? La carta a los gálatas nos ofrece una pista. Donde hay Espíritu surgen frutos espirituales: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, amabilidad, autocontrol, etc. Donde hay "carne" (hoy diríamos "ser humano que se deja llevar por lo suyo") surgen otros frutos: fornicación, impureza, contiendas, celos, rencores, sectarismo etc.

Esto puede parecer demasiado simple. Y, sin embargo, a esta simplicidad suelen llegar después de muchas vueltas, los hombres y mujeres espirituales. Hace tiempo que me he desenganchado de los maestros que presumen de decir las cosas claras y que van dejando un rastro de rencor, enemistades, sectarismo.

LA AGONÍA DE CARLO ACUTIS: MÉDICOS Y CAPELLÁN NARRAN LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL BEATO



La agonía de Carlo Acutis: Médicos y capellán narran los últimos días del beato

Redacción ACI Prensa

 Foto: Familia Acutis



Una leucemia fulminante acabó con la vida de Carlo Acutis, a solo tres días de ser diagnosticado con la enfermedad, sin embargo, su fuerte vínculo con la Eucaristía le permitió vivir el sufrimiento con una dimensión cristiana.

Así lo relataron este 13 de octubre en Asís, en un encuentro organizado por la Diócesis de Asís-Nocera Umbra-Gualdo Tadino, los médicos y el capellán que estuvieron junto al nuevo beato en los últimos días de su vida.

El P. Sandro Villa fue capellán del Hospital San Gerardo cuando Carlo Acutis fue diagnosticado y tratado de leucemia.

En su intervención contó cómo “en 2006, en un día de octubre, conocí a Carlo, que ya presagiaba su muerte. Fui llamado para administrarle los sacramentos de la Unción de los enfermos y la Eucaristía”.

“En una habitación, al fondo del pasillo, me encontré delante de un muchacho. Me sorprendió su rostro pálido pero sereno, impensable en un enfermo grave, especialmente adolescente. Quedé maravillado por su compostura y por la devoción con la cual, también con fatiga, recibió los dos sacramentos”.

El P. Villa narró cómo Carlo parecía esperar los sacramentos, “tenía necesidad de ellos”. “Fue el único encuentro que tuve con Carlo, que permaneció en el hospital muy pocos días. Fue un encuentro breve, porque estaba sufriendo. Las únicas palabras que intercambiamos fueron los saludos recíprocos y su agradecimiento”.

Tras administrar los sacramentos a Carlo, “la madre me acompañó fuera de la estancia, tenía el rostro cansado, transformado por la tragedia que se estaba abatiendo sobre su familia. Con decisión me dijo: ‘Lo harán santo’. No me pareció el momento de profundizar en esa afirmación. Pensaba en un muchacho valiente, bueno, que frecuentaba el oratorio y que era asiduo a los sacramentos, que rezaba, puntual en sus deberes como hijo y como estudiante”.

“Durante un breve período de tiempo regresaba a mi mente la frase de la madre y el rostro sereno de Carlo”, continuó recordando el capellán del hospital. “Había algo que no entendía de aquel rostro sereno. Después lo olvidé”.

Pasados algunos años, al P. Villa ya lo habían trasladado de hospital, “supe que Carlo había sido declarado venerable. Me impresionó que el Señor me lo hiciese conocer, aunque solo fuese durante unos pocos instantes”.

“Mi vida se había cruzado con la suya: un encuentro pensado por Dios desde la eternidad. ¿Quería el Señor decirme algo? Yo quería estar presente en la clausura de la fase diocesana del proceso de beatificación, así que decidí conocer su vida. Descubrí que era un enamorado de Jesús presente en la Eucaristía y comencé a comprender alguna de sus palabras. Su lema, ‘todos nacen como originales’, lo interpreto así: para cada uno de nosotros, Dios, en su amor, establece un recorrido personal de santidad para su propia realización plena”.

En el encuentro celebrado en Asís también intervinieron los médicos Andrea Biondi y Momcilo Jankovic, médicos de Carlo Acutis en la Clínica Pediátrica y Centro de Hematología Pediátrica del Hospital San Gerardo de Monza.

Con emoción recordaron cómo Carlo “fue como un meteorito, con un paso rápido por nuestra planta: la leucemia se lo llevó antes incluso de que pudiésemos conocerlo un poco bien”.

Sin embargo, “se nos quedaron impresos sus ojos dulces, su mirada llena de atención por lo que le estaba sucediendo, de valentía, de amor, de fuerte empatía”.

“Se transparentaba en él esa fe suya en Dios que había querido, y que todavía quería, transmitir a los demás, a su prójimo, atónito frente a la batalla que estaba perdiendo. Su mirada dulce, incluso en medio de su drama, nos enseñó mucho: la vida, por breve o larga que sea, se vive hasta el fondo intensamente por sí misma, pero también, y sobre todo, para los demás”.

“Su fe, basada en el amor, y su mirada puesta en la libertad y la justicia, nos ha abierto el camino hacia una nueva vida”, reconocieron.

En el encuentro participó también el Obispo de la Diócesis, Mons. Domenico Sorrentino, que estableció un paralelismo entre San Francisco de Asís y Carlo, un paralelismo en la enfermedad y de cómo la enfermedad y la muerte no deben ocasionar miedo, sino que deben invitar a la cercanía a Dios, a la Eucaristía.

Recordó cómo en la enfermedad San Francisco elevó el cántico a las criaturas, y la actitud de Carlo ante su enfermedad fue similar, fue una actitud de alegría y de comunión con Dios y el prójimo.

Intervino también el P. Massimo Angelelli, director nacional de la Oficina de Pastoral de la Salud. Ofreció una serie de reflexiones que le sugirieron la experiencia de fe de Carlo y su breve experiencia de enfermedad.

Explicó que el sufrimiento forma parte de la vida y, como tal, “puede propiciar un encuentro eucarístico. El sufrimiento en sí, no es buscado, no se contempla. Solo le podemos dar un valor en sí al sufrimiento. El sufrimiento es una dimensión de la vida, una dimensión natural, como la muerte”.

De esa manera, “con nuestras decisiones, podemos leer el sufrimiento con una lectura de esperanza, o con una lectura de rechazo”. “Carlo vivió la experiencia de la enfermedad y la muerte como lo hizo porque toda su experiencia tuvo un fuerte vínculo con la Eucaristía”.

En ese sentido, ejemplos como el de Carlo Acutis dan una dimensión cristiana al sufrimiento en la que Jesús está presente: “Cuando Jesús dice ‘no os dejaré solos’, significa precisamente eso, ‘estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo’, y no es solo una promesa espiritual, es real, vivía, vivificante, está presente en la Eucaristía, y por eso Carlo se unió fuertemente a la Eucaristía, porque sabía que en la Eucaristía está verdaderamente Jesús”.

También señaló que “cuando Jesús dice ‘amaos como yo os he amado’ es un mandato fuertemente eucarístico”. De hecho, “la Eucaristía es el misterio central de nuestra fe”. “La Eucaristía transforma el dolor en tiempo de esperanza y en prueba de amor”.

Por eso, “todos los que sufren saben que Dios ha experimentado esa oscuridad, porque la ha experimentado en Jesús”. “Todo dolor puede ser transformado en alegría. Es posible. No es obligatorio, pero sabemos que de cualquier modo ese dolo puede ser transformado en alegría”.

Por otro lado, se preguntó: “¿Cómo se hace para transformar el sufrimiento en luz? He visto tanto sufrimiento oscuro, tanto sufrimiento que buscaba la luz, personas que han sufrido dramas enormes, como la pérdida de un hijo. Y perder un hijo con 15 o 16 años es un sufrimiento enorme. Esto es posible cuando continuamos toda nuestra vida en presencia de Dios”.

“Jesús transformó la vida de Carlo porque Carlo le dio permiso, en una dimensión en que día a día se conocieron, se frecuentaron, se encontraron”, subrayó. 

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