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sábado, 18 de julio de 2015
LA FALSA APARIENCIA
La falsa apariencia
Un día, por encargo de su abuelita, Adela fue al bosque en busca de setas para la comida. Encontró unas muy bellas, grandes y de hermosos colores llenó con ellas su cestillo.
-Mira abuelita -dijo al llegar a casa-, he traído las más hermosas...
¡mira qué bonito es su color escarlata!
Había otras más arrugadas, pero las he dejado.
-Hija mía -repuso la anciana- esas arrugadas son las que yo siempre he recogido. Te has dejado guiar por las y apariencias engañosas y has traído a casa hongos que contienen veneno. Si los comiéramos, enfermaríamos; quizás algo peor...
Adela comprendió entonces que no debía dejarse guiar por el bello aspecto de las cosas, que a veces ocultan un mal desconocido.
NECESITO UN DESCANSO - REFLEXIÓN
¡Necesito un descanso!
"Necesito un descanso" es una frase que ha alcanzado mucha popularidad en la cultura norteamericana por más de dos décadas. Y lo cierto es que hoy, como nunca antes, necesitamos un descanso!
A menudo, nuestro día no se desarrolla de acuerdo a los planeado. De repente surgen problemas que demandan una solución, preguntas que requieren una respuesta. Se presentan conflictos, y debemos resolverlos.
Las situaciones cambian, y debemos hacer ajustes. Enfrentamos nuevas oportunidades, y debemos tomar decisiones difíciles. Muy pocos son los días que se desenvuelven como quisiéramos!.
En medio del caos, podemos tomar un descanso momentáneo. No importa cuan frenético esté nuestro horario, o cuan desesperada sea nuestra situación, podemos acudir a la Palabra de Dios en busca de la fortaleza y sabiduría.
Es algo sencillo; no hay descanso Mejor que aquel que nos aleja de los problemas y nos acerca a la Respuesta, al Senor Jesucristo.
Sólo Él nos ofrece la verdad, la valentía para permanecer firmes en nuestras prioridades, y regresar al camino si es que hemos fallado,
la paz que sobrepasa todo entendimiento y la perspectiva que lleva la marca de la fe, la esperanza y el amor.
Nadie excepto el Señor,
puede ofrecernos palabras poderosas que lleguen al corazón, y nos ayuden a enfrentar cualquier situación.
Hoy día, nadie puede ofrecerte un descanso.
Tú puedes obsequiarte uno.
En medio del día, regálate un Merendar con Dios!
LA AUSENCIA DEL PADRE
La ausencia del Padre
La figura paterna es indispensable en la vida de los hijos pues crea en ellos estabilidad, forja la voluntad y da sentido de pertenencia como seres amados
Por: Luce Bustillo - Schott | Fuente: Catholic.net
La figura paterna es indispensable en la vida de los hijos pues crea en ellos estabilidad, forja la voluntad y da sentido de pertenencia como seres amados. Hoy dia la asuencia del padre ha creado en los hijos debilitamiento en sus voluntades llevando a muchos a vivir en la soledad y creciendo con un sentimiento de desamor que muchos terminan llenos de complejos,miedos y dificultad para lograr un vínculo sano en las relaciones interpersonales.
Quienes tuvimos un "papá" que nos amó y dedicó su vida en todo sentido de la palabra, trabajando incansablemente para que fuéramos mujeres y hombres de bien, que fueron muchos los sacrificios, desvelos, inquietudes, para apoyarnos en las distintas dimensiones que el ser humano vive: físico, espiritual, moral y emocional, sabemos que esa figura paterna ha sido indispensable en nuestro desarrollo integral como personas. Que ese "papá" no sólo es proveedor materialmente sino que es el que educa, aconseja, ama y es ejemplo a seguir para que sus hijos puedan también ser ejemplo para sus hijos.
No faltará quien comente, manifieste y deje salir el dolor por la ausencia del padre o dándole ese título a un abuelo, tío, inclusive un hermano que estuvo haciendo las veces de "papá" por la ausencia paterna ya sea por muerte o abandono. Más de una esposa abandonada sacará a relucir el dolor que ha vivido durante muchos años por estar haciendo el esfuerzo de llenar el vacío que deja el padre que abandona el hogar y que le toca salir a trabajar y suplir al papá ausente educando, aconsejando, jugando, cuidando a los hijos que sufren el vacío paternal.
Como esposa que ha vivido el abandono, sé el dolor que se vive como esposa, mujer y madre de esos pequeños, que duele en lo más profundo del alma sentirse sola en esta ardua tarea de querer ser mamá y papá a la vez, pero también sé que no es posible llenar el vacío en el interior de los hijos por la ausencia del "papá". Por más que nos esforcemos, por más que queramos, nunca será posible que ese corazoncito de hijo abandonado alivie el dolor por no haber compartido los momentos cotidianos y los especiales como cumpleaños, grados, nacimiento de sus propios hijos y etc. También sé que el amor todo lo puede y es posible amar aun habiendo vivido el abandono, el desamor y la indiferencia.
Ojalá los padres en esa situación recapaciten para que regresen a sus hogares respondiéndole a Dios, a sus esposas e hijos pudiendo dar cuentas de esos que fueron encomendados a su cuidado y protección. Sé que los papás en esas condiciones tienen un corazón que llora y sangra de dolor por haber abandonado su hogar. Dios les mueva el corazón al arrepentimiento y tengan valor para recoger sus pasos y sus esposas e hijos les ofrezcan la esperanza de amor, perdón y reconciliación, viviendo también el gozo de regresar a Dios Padre quien los espera para abrazarlos, restaurarlos y transformarlos dándoles un corazón nuevo. Que sus familias estén dispuestas a abrazarlo, perdonarlo y recibirlo como si nunca si hubiera ido.
Invito a todas esas esposas que hemos sufrido el dolor por la ausencia del esposo y padre ir a los pies de Jesús sanemos las heridas causadas por el abandono, que nos liberemos de rencores y resentimientos y pidamos un corazón nuevo manso y humilde abierto a la reconciliación con el esposo y también esos hijos recuperen a su "papá". Tratemos de no alimentar en nuestros hijos rencores hacia ese "papá" que quizás por una debilidad, una voluntad frágil se dejó arrastrar por los engaños del mundo, la carne y el demonio y busquemos que reine entre todos el amor, el perdón y la paz.
Oración:
Padre amado hoy pido por aquellos "papás" que se encuentran ausentes de la vida de sus hijos, que se han perdido de todos esos hermosos momentos que se viven al verlos crecer, te pido que los abraces y les des consuelo en sus corazones que sé y tengo certeza que hay dolor y no hay felicidad por una mala decisión y han vivido guardando en silencio durante tantos años haberse perdido de momentos tan importantes en la vida de sus hijos que con amor trajeron al mundo. Te pido Padre amado que acercándose ese día en el cual se les homenajea los acerques a sus hijos y juntos se abracen en amor, dejando atrás todo lo que les impide amarse como Tu nos amas. Tómalos de Tu mano y por intercesión de mamita María guíalos por el camino de la verdad para que reciban la gracia de un arrepentimiento sincero y acepten de Ti esa oportunidad de reparar por el dolor causado a sus familias y logren el abrazo del perdón.
Luce Bustillo - Schott
viernes, 17 de julio de 2015
EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 17 DE JULIO DEL 2015
Quiero misericordia y no sacrificio
Tiempo Ordinario
Mateo 12, 1-8, Tiempo Ordinario. Cuando no hay misericordia, ayudar a los demás es un molesto peso.
Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Mateo 12, 1-8
Un sábado de aquellos, Jesús atravesaba un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas. Los fariseos, al verlo, le dijeron: -Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado. Les replicó: -¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron de los panes presentados, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes. ¿Y no habéis leído en la ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa? Pues os digo que aquí hay uno que es más que el templo. Si comprendierais lo que significa «quiero misericordia y no sacrificio», no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del Hombre es señor del sábado.
Oración introductoria
Padre Santo, me pongo en tu presencia mientras contemplo a tu Hijo en la cruz… Te imploro por la luz de tu Espíritu Santo, para comprender en esta oración qué es lo que tengo que hacer para crecer en el amor. Dame tu gracia para amar como Tú amas.
Petición
Señor, hazme comprender el auténtico sentido de tu Palabra, para vivirla,
Meditación del Papa Francisco
Un sábado de aquellos, Jesús atravesaba un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas. Los fariseos, al verlo, le dijeron: -Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado. Les replicó: -¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron de los panes presentados, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes. ¿Y no habéis leído en la ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa? Pues os digo que aquí hay uno que es más que el templo. Si comprendierais lo que significa «quiero misericordia y no sacrificio», no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del Hombre es señor del sábado.
Oración introductoria
Padre Santo, me pongo en tu presencia mientras contemplo a tu Hijo en la cruz… Te imploro por la luz de tu Espíritu Santo, para comprender en esta oración qué es lo que tengo que hacer para crecer en el amor. Dame tu gracia para amar como Tú amas.
Petición
Señor, hazme comprender el auténtico sentido de tu Palabra, para vivirla,
Meditación del Papa Francisco
«“Misericordia quiero y no sacrificio”. Jesús, nuevo Moisés, ha querido curar al leproso, ha querido tocar, ha querido reintegrar en la comunidad, sin auto limitarse por los prejuicios; sin adecuarse a la mentalidad dominante de la gente; sin preocuparse para nada del contagio. Jesús responde a la súplica del leproso sin dilación y sin los consabidos aplazamientos para estudiar la situación y todas sus eventuales consecuencias. Para Jesús lo que cuenta, sobre todo, es alcanzar y salvar a los lejanos, curar las heridas de los enfermos, reintegrar a todos en la familia de Dios. Y eso escandaliza a algunos.
Y Jesús no tiene miedo de este tipo de escándalo. Él no piensa en las personas obtusas que se escandalizan incluso de una curación, que se escandalizan de cualquier apertura, a cualquier paso que no entre en sus esquemas mentales o espirituales, a cualquier caricia o ternura que no corresponda a su forma de pensar y a su pureza ritualista. Él ha querido integrar a los marginados, salvar a los que están fuera del campamento.
Son dos lógicas de pensamiento y de fe: el miedo de perder a los salvados y el deseo de salvar a los perdidos. (Homilía de S.S. Francisco, 15 de febrero de 2015).
Reflexión
El espíritu de la ley es vivir la misericordia de Dios. Porque la misericordia es hija del amor. Y el amor es el centro, el corazón de toda la vida de un verdadero cristiano. En cambio cuando no hay misericordia, la ley se hace cadena, un molesto peso. Y Dios, de Padre de misericordias se hace Juez tirano.
Pero Dios es amor. Y su Hijo es la encarnación del amor. Jesús no se ha molestado con sus discípulos porque hacen algo "prohibido" en sábado. En realidad el descanso sabático era una imagen del descanso que el hombre debe encontrar en el Corazón de Cristo. Por eso lo que los discípulos hacen no tiene importancia.
En cambio los fariseos, creyendo "guardar" el sábado fielmente, cometen la atrocidad de juzgar con sus lenguas a los demás, quebrantando realmente el día consagrado a Dios con sus venenosas palabras y su impuro corazón. ¿Qué es lo más importante de la ley? ¿Cumplir la materia de la ley o su espíritu? ¿Qué honra más a Dios, estarse quieto un tiempo o vivir hasta las últimas consecuencias la misma misericordia de Cristo? Por eso, quien vive el espíritu, esto es, la misericordia del Señor al practicar la ley, la vivirá a fondo porque actuará con el mismo sentir de Cristo. Y el sentir de Cristo, ¿dejaría de cumplir algún punto de la ley, aunque fuera pequeñito? No, porque el que vive amando hace todo cuanto agrada a su Amado.
En cambio quien no vive el espíritu sino la ley sola, aparentemente parecerá cumplir pero será un cadáver que matará con su pensamiento a los demás quebrantando el mismo centro de la ley: el amor. De hecho los fariseos, tan cumplidores no tuvieron escrúpulos para llevar a la cruz a su mismo Dios. Cristo es Rey y Señor. Y de tal dignidad le viene a Cristo ser el Señor del sábado: ¡Él es el Amor!
Propósito
Procurar un estilo de vida más sencillo y sobrio para ser solidario con los necesitados.
Diálogo con Cristo
«Vivir con los pies bien plantados en la tierra, atentos a las situaciones concretas del prójimo, y, al mismo tiempo, teniendo el corazón en el Cielo, sumergido en la misericordia de Dios». Permite, Señor, que ésta sea mi actitud, mi estilo de vida. No evadir egoístamente los problemas, afrontarlos sabiendo que Tú estás conmigo, viviendo auténticamente mi libertad, dando a mi vida la trascendencia para la cual fue creada.
El espíritu de la ley es vivir la misericordia de Dios. Porque la misericordia es hija del amor. Y el amor es el centro, el corazón de toda la vida de un verdadero cristiano. En cambio cuando no hay misericordia, la ley se hace cadena, un molesto peso. Y Dios, de Padre de misericordias se hace Juez tirano.
Pero Dios es amor. Y su Hijo es la encarnación del amor. Jesús no se ha molestado con sus discípulos porque hacen algo "prohibido" en sábado. En realidad el descanso sabático era una imagen del descanso que el hombre debe encontrar en el Corazón de Cristo. Por eso lo que los discípulos hacen no tiene importancia.
En cambio los fariseos, creyendo "guardar" el sábado fielmente, cometen la atrocidad de juzgar con sus lenguas a los demás, quebrantando realmente el día consagrado a Dios con sus venenosas palabras y su impuro corazón. ¿Qué es lo más importante de la ley? ¿Cumplir la materia de la ley o su espíritu? ¿Qué honra más a Dios, estarse quieto un tiempo o vivir hasta las últimas consecuencias la misma misericordia de Cristo? Por eso, quien vive el espíritu, esto es, la misericordia del Señor al practicar la ley, la vivirá a fondo porque actuará con el mismo sentir de Cristo. Y el sentir de Cristo, ¿dejaría de cumplir algún punto de la ley, aunque fuera pequeñito? No, porque el que vive amando hace todo cuanto agrada a su Amado.
En cambio quien no vive el espíritu sino la ley sola, aparentemente parecerá cumplir pero será un cadáver que matará con su pensamiento a los demás quebrantando el mismo centro de la ley: el amor. De hecho los fariseos, tan cumplidores no tuvieron escrúpulos para llevar a la cruz a su mismo Dios. Cristo es Rey y Señor. Y de tal dignidad le viene a Cristo ser el Señor del sábado: ¡Él es el Amor!
Propósito
Procurar un estilo de vida más sencillo y sobrio para ser solidario con los necesitados.
Diálogo con Cristo
«Vivir con los pies bien plantados en la tierra, atentos a las situaciones concretas del prójimo, y, al mismo tiempo, teniendo el corazón en el Cielo, sumergido en la misericordia de Dios». Permite, Señor, que ésta sea mi actitud, mi estilo de vida. No evadir egoístamente los problemas, afrontarlos sabiendo que Tú estás conmigo, viviendo auténticamente mi libertad, dando a mi vida la trascendencia para la cual fue creada.
EL REFLEJO DE TUS ACCIONES
Reflejo de tus acciones
Conducía camino a mi casa durante una noche lluviosa; delante de mi iba otro automóvil que constantemente me deslumbraba con una luz proveniente de la parte de atrás del automóvil.
Me molesté pues a demás de la lluvia y el estado de la carretera tenía que lidiar con el destello que aquel automóvil me reflejaba. Pensé que algún niño travieso llevaba algún artefacto luminoso e iba jugando por la carretera.
Más adelante llegamos a un semáforo donde un poco molesto me coloqué al lado de aquel automóvil, cuando se abrió la ventana del otro auto y el conductor me dijo:
- "Disculpe, pero su luz izquierda está desprendida Debería repararla o puede tener algún accidente". Me dí cuenta entonces que el reflejo era producto de mi luz averiada.
Esto me hizo reflexionar mucho sobre lo que pensamos de los demás. A veces una actitud negativa o mala de otras personas, puede no ser mas que el reflejo de nuestras acciones en aquella persona.
Comprendí entonces las palabras de Jesús de tratar a los demás como quisiéramos ser tratados, y servir como si fuéramos los últimos para así ser los primeros.
Mantén la paz con tus amigos y compañeros, y antes de criticar o juzgar, mira tu corazón y piensa si aquello no es el resultado de tus acciones para con aquella persona Y recuerda no juzgar pues con la misma medida serás juzgado, deja el juicio y a Dios, que ES MISERICORDIOSO, lento para enojarse y generoso para perdonar.
EL DELICIOSO PASTEL
EL DELICIOSO PASTEL
A veces me pregunto: ¿qué hice para padecer esto?, ¿por qué Dios lo permitió? ¡Aquí hay una explicación maravillosa!
Una hija le comentaba a su madre cómo todo le iba mal. Había suspendido álgebra, su novio cortó con ella y su mejor amiga se esta mudando de ciudad.
Mientras charlaban, su mamá estaba preparando un pastel y le preguntó a su hija:
- ¿Quieres comer algo ?
Y la hija le respondió: - Claro mamá, ¿me das un pedazo de tu pastel?
La mamá le contestó: -Ten , tómate este aceite.
- ¡Venga ya!, respondió la hija.
- ¿Qué tal un par de huevos crudos?, preguntó la madre.
- ¡Que asco, mamá!, respondió la hija.
- Entonces, ¿quieres algo de harina? ¿O qué tal bicarbonato?, insistió la madre.
- Mamá, ¡todo eso es asqueroso!, respondió la hija.
A lo cual la madre responde : - Sí, todas esas cosas parecen malas por sí solas. Pero cuando las unes de la manera adecuada, hacen un pastel delicioso.
Así trabaja Dios. Muchas veces nos preguntamos por qué nos permite pasar por tiempos tan malos y difíciles. Pero Dios sabe que cuando pone todas estas cosas en orden, siempre serán para nuestro bien.
Sólo tenemos que confiar en Él y, tarde o temprano, ¡estas cosas harán algo maravilloso!
SAN ALEJO, EL HOMBRE DE DIOS
San Alejo, el hombre de Dios
Su necesidad de Dios la sació siendo humilde servidor de los hombres
Por: . | Fuente: EWTN
Alejo (o Alexis) vivió en el siglo V, era hijo de un rico senador romano. Nació y pasó su juventud en Roma. Sus padres le enseñaron con la palabra y el ejemplo que las ayudas que se reparten a los pobres se convierten en tesoros para el cielo y sirven para borrar pecados. Por eso Alejo desde muy pequeño repartía entre los necesitados cuanto dinero conseguía, y muchas otras clases de ayudas, y esto le traía muchas bendiciones de Dios.
Pero llegando a los veinte años se dio cuenta de que la vida en una familia muy rica y en una sociedad muy mundana le traía muchos peligros para su alma, y huyó de la casa, vestido como un mendigo y se fue a Siria.
En Siria estuvo durante 17 años dedicado a la adoración y a la penitencia, y mendigaba para él y para los otros muy necesitados. Era tan santo que la gente lo llamaba "el hombre de Dios". Lo que deseaba era predicar la virtud de la pobreza y la virtud de la humildad. Pero de pronto una persona muy espiritual contó a las gentes que este mendigo tan pobre, era hijo de una riquísima familia, y él por temor a que le rindieran honores, huyó de Siria y volvió a Roma.
Llegó a casa de sus padres en Roma a pedir algún oficio, y ellos no se dieron cuenta de que este mendigo era su propio hijo. Lo dedicaron a los trabajos más humillantes, y así estuvo durante otros 17 años durmiendo debajo de una escalera, y aguantando y trabajando hacía penitencia, y ofrecía sus humillaciones por los pecadores.
Y sucedió que al fin se enfermó, y ya muribundo mandó llamar a su humilde covacha, debajo de la escalera, a sus padres, y les contó que él era su hijo, que por penitencia había escogido aquél tremendo modo de vivir. Los dos ancianos lo abrazaron llorando y lo ayudaron a bien morir.
Después de muerto empezó a conseguir muchos milagros en favor de los que se encomendaban a él. En Roma le edificaron un templo y en la Iglesia de Oriente, especialmente en Siria, le tuvieron mucha devoción.
La enseñanza de la vida de San Alejo es que para obtener la humildad se necesitan las humillaciones. La soberbia es un pecado muy propio de las almas espirituales, y se le aleja aceptando que nos humillen. Aún las gentes que más se dedican a buenas obras tienen que luchar contra la soberbia porque si la dejan crecer les arruinará su santidad. La soberbia se esconde aún entre las mejores acciones que hacemos, y si no estamos alerta esteriliza nuestro apostolado. Un gran santo reprochaba una vez a un discípulo por ser muy orgulloso, y este le dijo: "Padre, yo no soy orgulloso". El santo le respondió: "Ese es tu peor peligro, que eres orgulloso, y no te das cuenta de que eres orgulloso".
La vida de San Alejo sea para nosotros una invitación a tratar de pasar por esta tierra sin buscar honores ni alabanzas vanas, y entonces se cumplirá en cada uno aquello que Cristo prometió: "El que se humilla, será enaltecido".
Dijo Jesús: "Los últimos serán los primeros. Dichosos los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los cielos". (Mt. 5)
7 PODEROSAS RAZONES DEL POR QUÉ LOS CATÓLICOS SOMOS DEVOTOS DE LA VIRGEN MARÍA
7 poderosas razones del por qué los católicos
somos devotos a María
La verdadera devoción a María, no se queda en Ella, sino nos conduce hacia Dios
Por: Alejandra María Sosa
Luego de haber realizado más de setenta mil exorcismos, el padre Gabrielle Amorth, fundador y presidente honorario de la Asociación Internacional de Exorcistas, exorcista oficial en Roma, afirma que el demonio le tiene odio feroz a la Virgen María.
El obispo de Nigeria declaró que Jesucristo le dejó ver que el rezo del Santo Rosario es un instrumento poderosísimo para terminar con la violencia de Boko Haram, un grupo islámico radical y sanguinario que se ha dedicado a perseguir, secuestrar, torturar, aterrorizar y asesinar miles y miles de cristianos de ése y otros países.
Scott Hahn, ex presbiteriano convertido al catolicismo, prolífico autor y actual profesor de teología en una universidad católica en EUA, cuenta que empezar a rezar el Rosario marcó una gran diferencia en su vida y lo ayudó en su conversión.
Tres testimonios muy distintos y una misma conclusión: A la Virgen María Dios le ha concedido un poder muy especial, capaz de vencer al demonio y de convertir los corazones. Los católicos lo sabemos y por ello nos acogemos confiados a su guía y protección. Pero hay muchas personas que no lo saben, y lamentablemente se pierden de su maternal intercesión.
Por eso, y aprovechando que vamos a iniciar el mes de mayo, mes tradicionalmente mariano, vale la pena recordar al menos siete razones de nuestra devoción a María.
1.- María es Madre de Jesucristo.
Lo dice en la Biblia (ver Mt 1,16.18;2,11; Lc 1, 42-43).
2.- María vive en el cielo, al lado de su Hijo.
Los católicos creemos que fue asunta al cielo en cuerpo y alma, pero para quienes no aceptan lo que no está en la Biblia (aunque la propia Biblia no pide eso), hay un argumento bíblico: Jesús afirma que “para Dios todos viven, porque no es un Dios de muertos sino de vivos” (Lc 20,38), así que María está viva y en el cielo.
3.- María nos comprende y nos ayuda.
Como ser humano, como mujer, nos comprende perfectamente. Y los Evangelios la muestran siempre atenta a las necesidades de los demás y siempre dispuesta a ayudar: por ej: en cuanto se entera de que su anciana prima está embarazada, va presurosa a apoyarla (ver Lc 1, 36.39-40), y en cuanto se da cuenta de que en cierta boda faltaba el vino, avisó a Jesús (ver Jn 2,3).
4.- María es nuestra Madre.
Desde la cruz, Jesús encomendó a María al discípulo amado (ver 19, 25-27), y en él, a todos nosotros.
5.- María intercede por nosotros.
No acudimos a Ella como si fuera diosa, nuestra devoción no es idolatría. Le pedimos, como en el Avemaría que ‘ruegue por nosotros’, a ¿quién? a Dios.
En revelaciones y apariciones como la de la Virgen de Guadalupe, María nos ha declarado su amor maternal y ofrecido su intercesión. En la Biblia dice que “hay un solo mediador entre Dios y los hombres: Cristo Jesús” (1 Tim 2,5), pero ello no quita que María pueda interceder por nosotros ante su Hijo, al igual que tú o yo podemos orar por otros, como pide la Biblia (ver St 5, 16; 1Tim 2,1)
6.- María obtiene de Jesús cuanto le pide.
En el Antiguo Testamento vemos que la mujer más poderosa de un reino no era la esposa del rey (solían tener muchas), sino su madre (ver, por ej: 1Re 1). En el Evangelio vemos que también María, Madre del Rey, tiene el poder de obtener de su Hijo lo que le pide. En la boda de Caná, Jesús acepta intervenir, sólo porque Su Madre se lo pidió (ver Jn 2,6-11).
Hay quien dice que Jesús no tenía consideración a María porque en dos ocasiones la llamó ‘mujer’ en lugar de ‘mamá’, a lo que cabe responder que, como judío, Jesús sin duda cumplió el mandamiento de honrar al padre y a la madre (ver Ex 20,12). Llamar a María ‘mujer’ no era señal de desprecio, todo lo contrario, era encumbrarla a una posición universal, expresar que Ella es la nueva Eva, y que si por una mujer, Eva, nos vino el pecado y la muerte, por otra ‘mujer’, María, nos viene la redención, por medio de su Hijo.
7.- María nos lleva hacia Dios.
La verdadera devoción a María, no se queda en Ella, sino nos conduce hacia Dios. María no quiere nada para sí, Ella nos presenta a Jesús y siempre nos pide: “hagan lo que Él les diga” (Jn 2,5). Acercarnos a Ella es acercarnos a Él, amarla para amarlo a Él.
AQUEL POETA QUE BUSCABA A DIOS EN LAS ESTRELLAS
Aquel poeta que buscaba a Dios en las estrellas
Aquél que hasta ese momento había buscado respuestas, y tan solo había encontrado el eco de su propia voz rebotando en un muro de impía oscuridad, por fin veía un destello
Por: Antonio Gil-Terrón Puchades
La tierra, dentro de miles o millones de años, será inhabitable y por fin perecerá. Entonces, será como si este planeta no hubiese existido jamás, todo será arrinconado en el vacío del olvido. Nadie llevará ya en sí la memoria de lo que aquellos extraños seres, que un día vivieron en la tierra y se llamaban hombres, realizaron y sufrieron... Todo habrá sido perfectamente inútil y esta comedia, que habrá durado miles de años y de la que nadie habrá sido espectador, podía igualmente no haber tenido lugar. ¿No es esto de una vertiginosa ridiculez? ¿No es para aullar de angustia y refugiarse en la muerte?
Por espacio de un momento, breve como el zigzag de un relámpago, estamos en la tierra, vivos, con los ojos abiertos, atormentados por todos los deseos y por todos los ensueños, queriendo alcanzar y abarcar lo imposible, interrogamos al pasado, leemos lo que los hombres han pensado antes de nosotros, y nada sacamos en claro; interrogamos a la tierra, al cielo, a las estrellas, a los abismos de los espacios y a los de nuestra propia alma, lloramos de nostalgia por la belleza, gesticulamos apasionadamente y, de repente, caemos muertos y ya no hay nada más, nada, nada, nada, nuestros ojos están cerrados para siempre, los ojos con que ahora miramos las estrellas, esas estrellas que no nos recordarán.
¿Qué significa la vida, a cuyo término está la muerte, ese inmenso agujero negro donde vamos cayendo uno tras otro como piedras? Decididamente es una perfecta estupidez tomarse la vida en serio si no existe el alma. Pero ¿acaso las religiones no son más que un hermoso sueño, bellas mentiras consoladoras a las que el hombre se aferra ante la perspectiva de desaparecer tragado por la noche espantosa de la muerte? ¿Contienen una realidad o no son más que quimeras? Sigo perplejo ante los enigmas. ¿Dónde puedo encontrar la verdad?
Los tres párrafos que anteceden fueron escritos por un escritor ateo llamado Pieter van der Meer, poeta holandés nacido en Utrecht en 1880, y fallecido en Breda en 1970. En el texto que hemos leído hay mucha más filosofía y teología que en muchos libros especializados. Pero Pieter no era ni filósofo, ni teólogo, tan solo era un sencillo poeta como el que ahora les escribe.
Pieter van der Meer encontró finalmente respuesta a todas sus preguntas. Fue a raíz de una visita a un monasterio trapense, cuando comenzó la aventura que iba a marcar su vida y la de su familia. En aquellos momentos escribió:
«Nunca se me había ocurrido pensar que en nuestro tiempo existiese todavía semejante fenómeno: hombres que consagraban su vida a la oración... Si Dios no existe, ¿no es absurdo todo esto? En tal caso, sería algo propio de idiotas, de dementes, algo incluso criminal lo que hacen estos hombres, es decir, aislarse, renunciar a los placeres de la vida y adorar y glorificar algo que no existe. No obstante, en este lugar siento yo orden, paz y la atención está fija en el mundo interior, en el alma, en lo eterno...»
Cuando Pieter van der Meer abandonó el monasterio, algo en su interior ya había cambiado. Aquél que hasta ese momento había buscado respuestas, y tan solo había encontrado el eco de su propia voz rebotando en un muro de impía oscuridad, por fin veía un destello, una débil y trémula luz que en breve se habría de convertir en una explosión de luz que iba a iluminar su alma para siempre. Así narra - el propio Pieter - lo sucedido:
«Esta mañana (4 de diciembre de 1909) he estado en misa en la capilla del convento de las benedictinas... Por primera vez, he experimentado la sensación de que ocurría algo indecible, cuando el sacerdote pronuncia las palabras de la consagración. No sé decir cómo o de dónde me vino ese pensamiento, pero supe que algo había cambiado y que allí había ocurrido algo de una tremenda grandeza».
La llama estaba ya encendida en su corazón, y a partir de ese momento no habría viento capaz de apagarla.
Pieter había encontrado por fin la paz que su alma demandaba: «Cada mañana y cada noche nos arrodillamos los tres (con mi esposa e hijo) ante el pequeño crucifijo y oramos. Recitamos las plegarias en voz alta y yo me esfuerzo en rodear cada palabra de la más viva atención... Hago la señal de la cruz y la paz mora en mi corazón. No lo comprendo y no sé explicarlo. Me siento pequeño y, al mismo tiempo, inmensamente grande. ¿Qué he hecho yo para merecer esto? ¿Por qué sobre mí? ¿Por qué sobre nosotros esta gracia abrumadora?».
Pieter fue bautizado en la fe católica el 24 de febrero de 1911. Al día siguiente escribió: «El acontecimiento de ayer es el centro de mi vida, por siempre. Ahora soy cristiano. No se trata de un bello juego de imaginación, no se trata de autoengaño con palabras bien sonantes, no se trata de una hermosa apariencia ni de una consoladora mentira, no, se trata de una realidad eterna. Soy cristiano por toda la eternidad».
Los golpes que la vida le habría de deparar, jamás pudieron quebrar su fe. Seis años después de su bautismo fallecía, a la edad de tres años, su hijo pequeño. Su hijo mayor, Pieterke, que había ingresado en un convento como monje, falleció a los cinco años de haber sido ordenado sacerdote. Su hija ingreso en un convento de monjas, y su esposa, amiga y compañera, falleció en 1954, quedando Pieter solo en el Mundo; mejor dicho, solo no, sino a solas con Dios.
Fue tras el fallecimiento de su esposa cuando Pieter van der Meer publicó su libro "NOSTALGIA DE DIOS", en el que narra la historia de su vida, y del que he extraído los textos que figuran en el presente artículo.
Según parece la fe de los creyentes procedentes de una conversión suele ser más sólida que la de algunos creyentes "de los de toda la vida" que jamás se han preocupado de cultivar su fe, y que tras sufrir alguna desgracia familiar, comienzan a culpabilizar y a insultar a Dios, como acto previo a declararse ateos.
Dios nos libre de vernos en semejante tesitura, pero si en alguna ocasión debemos de tragar ese cáliz, pidámosle al Padre que nos dé la misma fortaleza que le dio a Pieter van der Meer, aquel poeta que buscaba a Dios en las estrellas, sin darse cuenta que siempre había estado a su lado.
jueves, 16 de julio de 2015
EL EVANGELIO DE HOY: JUEVES 16 DE JULIO DEL 2015
Mi yugo es suave y mi carga ligera
Tiempo Ordinario
Mateo 11, 28-30. Tiempo Ordinario. ¿Por qué estamos cansados? ¿Qué nos agobia? Sigue a Cristo, porque Él es la vida.
Por: P. Francisco Javier Arriola, LC | Fuente: Catholic.net
Del Evangelio según san Mateo 11, 28-30
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.
Oración Introductoria
Señor, Dios de Misericordia, vengo a Ti para encontrar el descanso de mi alma. Recíbeme en tu Corazón divino que has abierto para que descansemos en Él. Vengo a presentarte mis deficiencias y errores, pero aun siendo mis miserias las que te traigo, transfórmalas tú en signo de humildad y en un deseo ardiente de ti que nunca se apague.
Petición
Jesús mío, concédeme reconocer mi miseria y mi cansancio, para que recurra sólo a Ti, que eres fuente de Gracia y de perdón. Haz que te busque a Ti y que seas sólo Tú mi quieto Rincón de descanso y consuelo durante mi jornada.
Meditación del Papa Francisco
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.
Oración Introductoria
Señor, Dios de Misericordia, vengo a Ti para encontrar el descanso de mi alma. Recíbeme en tu Corazón divino que has abierto para que descansemos en Él. Vengo a presentarte mis deficiencias y errores, pero aun siendo mis miserias las que te traigo, transfórmalas tú en signo de humildad y en un deseo ardiente de ti que nunca se apague.
Petición
Jesús mío, concédeme reconocer mi miseria y mi cansancio, para que recurra sólo a Ti, que eres fuente de Gracia y de perdón. Haz que te busque a Ti y que seas sólo Tú mi quieto Rincón de descanso y consuelo durante mi jornada.
Meditación del Papa Francisco
Estad seguros que la Virgen María se da cuenta de este cansancio y se lo hace notar enseguida al Señor. Ella, como Madre, sabe comprender cuándo sus hijos están cansados y no se fija en nada más. “Bienvenido. Descansa, hijo mío. Después hablaremos... ¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre?”, nos dirá siempre que nos acerquemos a Ella. Y a su Hijo le dirá, como en Caná: “No tienen vino”.
Sucede también que, cuando sentimos el peso del trabajo pastoral, nos puede venir la tentación de descansar de cualquier manera, como si el descanso no fuera una cosa de Dios. No caigamos en esta tentación. Nuestra fatiga es preciosa a los ojos de Jesús, que nos acoge y nos pone de pie: “Venid a mí cuando estéis cansados y agobiados, que yo os aliviaré”. Cuando uno sabe que, muerto de cansancio, puede postrarse en adoración, decir: “Basta por hoy, Señor», y rendirse ante el Padre; uno sabe también que no se hunde sino que se renueva porque, al que ha ungido con óleo de alegría al pueblo fiel de Dios, el Señor también lo unge, «le cambia su ceniza en diadema, sus lágrimas en aceite perfumado de alegría, su abatimiento en cánticos”.(Homilía de S.S. Francisco, 2 de abril de 2015).
Reflexión
El ser humano busca siempre la felicidad, y todos lo experimentamos cada día porque verdaderamente deseamos ser felices. Pero en esta búsqueda nos cansamos fácilmente, sobre todo cuando no vemos ningún resultado satisfactorio y convincente. En este mundo difícilmente encontraremos algo que llene plena y definitivamente nuestras ansias de felicidad, porque el corazón Dios nos lo ha hecho a la medida de Él, y sólo Él lo podrá satisfacer perpetuamente.
Él nos conoce muy bien y sabe lo que llevamos en nuestro interior (cfr 1Jn 3, 20), sabe de sobra nuestras limitaciones y cansancios, nuestras flaquezas y debilidades. Por eso nos ofrece un lugar para descansar y recobrar fuerzas para seguir luchando mientras dure esta vida. Ese lugar, el mejor del mundo es Él mismo, Dios, el Omnipotente y Creador, que se hace refrigerio y alivio para sus creaturas. Muchas veces nos hemos sentido cansados, agobiados, saturados y a punto de explotar, pero ¿cuántas veces hemos ido a descansar en los brazos de Dios? ¿Cuántas veces hemos ido a encontrar refugio, consuelo y fuerzas en el Corazón de Cristo? Pero no sólo espiritualmente, sino también físicamente, porque Él nos ha dado su palabra, y Él nunca ha defraudado a nadie que se haya acercado buscando la paz que nos ha prometido.
Pero al mismo tiempo que nos restaura las fuerzas, nos deja la enseñanza que a veces más nos cuesta recordar: imitarlo a Él que es manso y humilde de corazón. ¿Por qué el Señor nos dice que encontraremos descanso cargando su yugo? Porque Él no piensa ni actúa como nosotros queremos, sino como nosotros necesitamos, porque el yugo suave es el perdón y es nuestro deber de imitar su humildad y su bondad. Si supiéramos que es Él quien lleva nuestras cargas, nuestras penas, nos quejaríamos menos y agradeceríamos más, pues si por nosotros fuera ¿qué merecemos realmente?
¿Por qué estamos cansados? ¿Qué nos agobia? Lo que más nos puede cansar en nuestra vida son nuestras mismas limitaciones, pero lo que nos esclaviza es el pecado. El ser humano lleva siempre su cruz a cuestas, pero nosotros mismos la hacemos más pesada cuando le añadimos el fardo del pecado, nuestro propio pecado. San Agustín dice al respecto que el trabajar por Cristo no es cansarse, sino encontrar reposo, porque el mejor trabajo que alivia al hombre es el del amor, el de la caridad.
San Gregorio Magno una vez escribió que lo que más puede hacer infeliz nuestra vida es el querer someternos a la corruptibilidad de las cosas materiales, de las cosas y seres que perecen y no a Dios. Nos atormenta la necesidad de tener cosas y luego el temor de perderlas. Con el Señor no es así, pues el acudir a Él significa librarnos de yugo de la muerte para tomar el yugo de la vida de Jesús, del ejemplo de humildad y mansedumbre que debe adornar a todo cristiano.
El encontrar descanso en Cristo implica también ayudar a otros a encontrarlo. Cristo no invita a algunos a acercarse a Él, sino que dice “venid todos los que estáis fatigados”, y todos nos encontramos así, por eso hay que invitar a otros a acercarse al Corazón dulcísimo de Jesús, donde encontrarán la paz.
Propósito
Buscaré unos minutos de oración al final del día para poner en manos de Cristo mis trabajos y preocupaciones y para pedirle la paz del corazón y el descanso para mí y para todas las personas que me rodean.
Diálogo con Cristo
Gracias, Señor, por querer darme consuelo. No te basta quererme dar el perdón a mis muchas ofensas, sino que también me ofreces alivio, paz, serenidad, descanso y consuelo. No hay nadie tan afortunado que no necesite estas gracias de Ti, por eso no rechazo tu oferta, sino que la acepto con corazón agradecido. No te canses, Señor, de buscarnos ni de darnos el consuelo que buscamos, porque solos no podríamos ni sobrevivir un instante ante las vicisitudes de esta vida. Concédenos poder llegar un día a disfrutar del consuelo eterno contigo en el cielo.
«Si buscas un lugar a donde ir, sigue a Cristo, porque él es la verdad (...). Si buscas un lugar donde descansar, está con Cristo, porque él es la vida. (...) Así pues, sigue a Cristo si quieres estar seguro. No te podrás extraviar, porque él es el camino».
(Discurso del Santo Padre Juan Pablo II durante la visita a la universidad romana
«Tor Vergata» en el XV aniversario de su fundación)
EL SILENCIO DEL SEÑOR
EL SILENCIO DEL SEÑOR
Cuenta una antigua leyenda noruega, acerca de un hombre llamado Haakon, quien siempre miraba un imagen de Cristo crucificado. Esta cruz era muy antigua y a ella acudía la gente a orar con mucha devoción. Muchos acudían ahí para pedirle a Cristo algún milagro.
Un día Haakon quiso pedirle un favor. Lo impulsaba un sentimiento generoso, se arrodilló ante la cruz y dijo:
Señor, quiero padecer por ti. Déjame ocupar tu puesto. Quiero reemplazarte en la cruz.
Y se quedó fijo con la mirada puesta en ella, como esperando la respuesta.
El Señor abrió sus labios y habló. Sus palabras cayeron de lo alto, susurrantes y amonestadoras:
Siervo mío, accedo a tu deseo, pero ha de ser con una condición.
"Cual, Señor?", preguntó con acento suplicante Haakon. "¿Es una condición difícil? Estoy dispuesto a cumplirla con tu ayuda, Señor", respondió el viejo.
"Escucha... suceda lo que suceda y veas lo que veas, has de guardar silencio siempre".
Haakon contestó:
"¡Os lo prometo, Señor!" Y se efectuó el cambio.
Nadie advirtió el trueque. Nadie reconoció a Haakon, colgado de los clavos en la cruz. El Señor ocupaba el puesto de Haakon. Y éste, durante largo tiempo, cumplió el compromiso. A nadie dijo nada.
Pero un día llegó un rico y, después de haber orado, dejó allí olvidada su cartera. Haakon lo vió y calló.
Tampoco dijo nada cuando un pobre, que vino dos horas después, se apropió de la cartera del rico. Ni tampoco dijo nada cuando un muchacho se postró ante él poco después para pedirle su gracia antes de emprender un largo viaje.
Pero en ese momento volvió a entrar el rico en busca de la bolsa. Al no hallarla, pensó que el muchacho se la había apropiado.
El rico se volvió al joven y le dijo iracundo:
- "¡Dame la bolsa que me has robado!"
El joven sorprendido, replicó:
- "¡No he robado ninguna bolsa!"
- "¡No mientas, devuélvemela enseguida!"
- "¡Le repito que no he cogido ninguna bolsa!", afirmaba el muchacho.
Y el rico arremetió, furioso contra el joven. Sonó entonces una voz fuerte:
- "¡Detente!"
El rico miró hacia arriba y vio que la imagen le hablaba.
Haakon que no pudo permanecer en silencio, gritó defendiendo al joven, e increpando al rico por la falsa acusación. Este quedó anonadado, y salió de la ermita. El joven salió también porque tenía prisa para emprender su viaje.
Cuando la Cruz quedó a solas, Cristo se dirigió a su siervo y le dijo:
"Baja de la cruz. No sirves para ocupar mi puesto. No has sabido guardar silencio.
Pero Señor... -dijo Haakon- ¿cómo iba a permitir esa injusticia?
Se cambiaron los oficios. Jesús ocupó la Cruz de nuevo y el ermitaño se quedó ante la Cruz.
El Señor, siguió hablando:
- Tú no sabías que al rico le convenía perder la bolsa, pues llevaba en ella el precio de la virginidad de una joven mujer. El pobre, por el contrario, tenía necesidad de ese dinero e hizo bien en llevárselo...
En cuanto al muchacho que iba a ser golpeado... Sus heridas le hubiesen impedido realizar el viaje que para él resultaría fatal.
Ahora, hace unos minutos, acaba de zozobrar el barco en el que ha perdido la vida.
Tu no sabías nada. Yo sí. Por eso callo". Y el Señor nuevamente guardó silencio.
Muchas veces nos preguntamos: ¿por qué razón el Señor no nos contesta... por qué razón se queda callado el Señor? Muchos de nosotros quisiéramos que Él nos respondiera lo que deseamos oír, pero, Jesús no es así. ¡El Señor nos responde aún con el silencio!
Debemos aprender a escucharlo. Su Divino Silencio, son palabras destinadas a convencernos de que Él sabe lo que hace.
Una de las cosas que más nos intrigan es el constatar que ante algunas circunstancias difíciles de la vida, da la impresión de que para Jesús pasa desapercibido nuestro dolor, angustia y necesidad. En otras palabras, parecería que efectivamente guarda silencio. Lo que sucede es que nosotros no podemos ver más allá de la inmediatez del momento y no nos damos cuenta de que detrás de lo que nos sucede y del aparente silencio de Jesús, se esconde un gran propósito. La próxima vez, no te preguntes el por qué de lo que te sucede, pregunta el para qué, y qué es lo que el Señor quiere de mí en esta situación.
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