Autor: Tere Fernández
| Fuente: Catholic.net
Octubre: Mes del Rosario |
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La Iglesia ha dedicado un mes, el de Octubre, para honrar a María con el rezo del Santo Rosario | |||
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sábado, 1 de octubre de 2011
OCTUBRE, MES DEL SANTO ROSARIO
martes, 27 de septiembre de 2011
EL EVANGELIO DE HOY
Autor: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net
He venido a salvar a los hombres
Lucas 9, 51-56. Tiempo Ordinario. Perdonemos hoy con humildad a quien nos ofenda, a ejemplo de Cristo.
Lucas 9, 51-56
He venido a salvar a los hombres
Lucas 9, 51-56. Tiempo Ordinario. Perdonemos hoy con humildad a quien nos ofenda, a ejemplo de Cristo.
Lucas 9, 51-56
Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma? Pero volviéndose, les reprendió y dijo: No sabéis de qué espíritu sois. Porque el Hijo del Hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos. Y se fueron a otro pueblo.
Oración
Padre bueno, que fácilmente juzgo a los demás en vez de estar más alerta sobre mi propio comportamiento, por eso yo si quiero recibirte hoy en mi corazón, sé que tu presencia en mi vida logrará cambiar las actitudes negativas que me alejan de la santidad.
Petición
¡Ven Señor Jesús! Transforma mi debilidad en fuerza de amor.
Meditación
«El siervo actuará con firmeza inquebrantable, con una energía que no desfallece hasta que él haya cumplido la tarea que se le ha confiado. […] Él se presentará con la fuerza de la convicción, y será el Espíritu que Dios ha puesto en él quien le dará la capacidad de obrar con suavidad y con fuerza, asegurándole el éxito final. Lo que el profeta inspirado dice del siervo lo podemos aplicar al amado Juan Pablo II: el Señor lo llamó a su servicio y, confiándole tareas de responsabilidad cada vez mayor, lo acompañó también con su gracia y con su asistencia continua. Durante su largo pontificado, se prodigó en proclamar el derecho con firmeza, sin debilidades ni titubeos, sobre todo cuando tenía que afrontar resistencias, hostilidades y rechazos. Sabía que el Señor lo había tomado de la mano, y esto le permitió ejercer un ministerio muy fecundo, por el que, una vez más, damos fervientes gracias a Dios» (Benedicto XVI, 29 de marzo de 2010).
Reflexión
Podemos llamar a este pasaje “el evangelio del perdón sincero”. Cristo manda a sus apóstoles a prepararle el camino, para avisar a la gente de ese pueblo que iba a parar allí.
Pero esas personas de Samaría, en lugar de descubrir a Cristo entre el grupo de viajeros, sólo se fijaron en que “tenían intención de ir a Jerusalén”. En ese tiempo los samaritanos no se hablaban con los demás judíos que bajaban a Jerusalén. ¡Qué ofensa para Cristo! Por eso los apóstoles le preguntan si quiere que pidan que les caiga fuego del cielo. Esta propuesta de los apóstoles molestó más a Cristo que la ofensa recibida por el pueblo. ¿No vino Cristo a predicar el perdón? ¿No vino Cristo a morir por amor a toda la gente de ayer, de hoy y de siempre, para salvarnos y llevarnos al cielo? ¿Cómo, pues, iba a permitir que una pequeña ofensa mereciera un castigo así de grande? No. Y dice el Evangelio que Cristo les reprendió enérgicamente.
Por tanto, aprendamos de Cristo a perdonar. Pero a perdonar de corazón. Sí, nos cuesta, pero si pedimos ayuda a Cristo, nuestro corazón se liberará de un peso enorme, respirará paz, la paz que sólo Cristo da a los que se la piden y luchan por conseguirla y mantenerla.
Propósito
Perdonemos hoy a aquel que nos ofenda, a ejemplo de Cristo, que murió en esa Cruz y se ofreció como víctima al Padre tanto por los que le iban a amar como por los que le iban a crucificar.
Diálogo con Cristo
Jesucristo puedo, quiero y debo ser mejor persona. Permite que escale gustoso el camino arduo hacia la cima de la santidad. Intercede por mí, Madre santísima, para que la transformación en mi vida sea de gran alcance y profundidad, para gloria de Dios.
Fresa estupenda
Fresa estupenda
Autor: Padre Justo López Melús
El pobre pesimista todo lo ve al revés. Para él el día está emparedado entre dos noches. Y un vaso que contiene agua hasta la mitad, para él está medio vacío. Como aquel fariseo recalcitrante que, en vez de asombrarse al ver a Jesús caminando sobre las aguas del lago de Genesaret, exclamó: «Dice que es Hijo de Dios, y ni siquiera sabe nadar».
Un optimista, en cambio, perseguido por un tigre, llegó corriendo a un precipicio y se colgó agarrado a una raíz. El tigre le olfateaba desde arriba. El hombre miró hacia abajo, y en el fondo le esperaba otro tigre. Dos ratones empezaron a roer la raíz. Entonces encontró a su lado una fresa estupenda. Se agarró a la raíz con una mano, y con la otra cogió la fresa. ¡Qué rica estaba!
¡Prepárate! en Octubre, no dejes de rezar el Rosario
Autor: Ma Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net
¡Prepárate! en Octubre, no dejes de rezar el Rosario Hagamos un alto en nuestro diario vivir. Quince minutos tan solo...y con seguridad que el mundo y "nuestro mundo" será mejor.
Ya pronto empezaremos Octubre y lo celebramos como el mes del rosario.
¡Prepárate! en Octubre, no dejes de rezar el Rosario Hagamos un alto en nuestro diario vivir. Quince minutos tan solo...y con seguridad que el mundo y "nuestro mundo" será mejor.
Ya pronto empezaremos Octubre y lo celebramos como el mes del rosario.
Rezar el rosario para algunas personas es un tiempo desperdiciado en una letanía de repetidas oraciones, que en la gran mayoría, están dichas de una manera distraída y maquinalmente. Pero no es así. El hecho de ponernos a rezarle ya es un acto de amor a la Madre de Dios. Es una súplica constante y repetida para pedir perdón y rogarle por nosotros y por todos los hombres en el presente y también en la hora de la muerte.
Rezar el rosario es meditar en los Misterios de la Vida de Cristo, de suerte que el rosario es una especie de resumen del Evangelio, un recuerdo de la vida, los sufrimientos, los momentos luminosos y transcendentales y glorificación del Señor, siempre acompañado de los momentos de grandeza de la Santísima Virgen, su Madre, siendo así una síntesis de su obra Redentora.
Rezar el rosario es un método fácil y adaptable a toda clase de personas, aún las menos instruidas y una excelente manera de ejercitar los actos más sublimes de fe y contemplación. El Padrenuestro con el que se empieza cada Misterio es la oración que Cristo nos enseñó y quienes lo han penetrado a fondo no pueden cansarse de repetirlo. En cuanto el Avemaría, toda ella está centrada en el Misterio de la Encarnación y es la oración más apropiada para honrar dicho Misterio. Aunque en el Avemaría hablamos directamente a la Santísima Virgen e invocamos su intercesión, esa oración es sobre todo una alabanza y una acción de gracias a su Hijo por la infinita misericordia que nos mostró al encarnarse en Ella y hacerse hombre para su Misión redentora.
La Santísima Virgen en sus repetidas apariciones , siempre ha sido la súplica más importante que en sus mensajes nos ha dado. Ella nos ha pedido que recemos el rosario. Ella nos lo pide insistentemente porque tiene su rezo un GRAN VALOR. Quiere que repitamos una y otra vez la súplica, la alabanza, con la esperanza puesta en su gran amor por toda la Humanidad.
Tal vez, por lo repetitivo del rezo, como decía Santa Teresa, la "loca de la casa", nuestra mente, se nos vaya de aquí para allá en pertinaz distracción, pero aún así nuestro corazón y nuestra voluntad está puesto a los pies de la Madre de Dios, y esas Avemarías son como el incienso que sube en oscilantes volutas hasta el corazón de nuestra Madre la Virgen Santísima.
Nuestro mundo se está olvidando de rezar. Tenemos fe, creemos en Dios pero no hablamos con El. El mundo actual, ahora más que nunca, necesita de muchos rosarios.
Hagamos un alto en nuestro diario vivir. Quince minutos tan solo...y con seguridad que el mundo y "nuestro mundo" será mejor.
HABLAR CON CALLAR...
Hablar con callar
Sí, HABLAR es fácil, pero CALLAR requiere prudencia y
dominio.
dominio.
HABLAR oportunamente, Es acierto.
HABLAR frente al enemigo, Es civismo.
HABLAR ante una injusticia, Es valentía.
HABLAR para rectificar, Es un deber.
HABLAR para defender, Es compasión.
HABLAR ante un dolor, Es consolar.
HABLAR para ayudar a otros, Es caridad.
HABLAR con sinceridad, Es rectitud.
HABLAR de sí mismo, Es vanidad.
HABLAR restituyendo fama, Es honradez.
HABLAR aclarando chismes, Es estupidez.
HABLAR disipando falsos, es de conciencia.
HABLAR de defectos, Es lastimar.
HABLAR debiendo callar, Es necedad.
HABLAR por hablar, Es tontería.
HABLAR de Dios, significa mucho amor.
HABLAR frente al enemigo, Es civismo.
HABLAR ante una injusticia, Es valentía.
HABLAR para rectificar, Es un deber.
HABLAR para defender, Es compasión.
HABLAR ante un dolor, Es consolar.
HABLAR para ayudar a otros, Es caridad.
HABLAR con sinceridad, Es rectitud.
HABLAR de sí mismo, Es vanidad.
HABLAR restituyendo fama, Es honradez.
HABLAR aclarando chismes, Es estupidez.
HABLAR disipando falsos, es de conciencia.
HABLAR de defectos, Es lastimar.
HABLAR debiendo callar, Es necedad.
HABLAR por hablar, Es tontería.
HABLAR de Dios, significa mucho amor.
CALLAR cuando acusan, Es heroísmo.
CALLAR cuando insultan, Es amor.
CALLAR las propias penas, Es sacrificio.
CALLAR de sí mismo, Es humildad.
CALLAR miserias humanas, Es caridad.
CALLAR a tiempo, Es prudencia.
CALLAR en el dolor, Es penitencia.
CALLAR palabras inútiles, Es virtud.
CALLAR cuando hieren, Es santidad.
CALLAR para defender, Es nobleza.
CALLAR defectos ajenos, Es benevolencia.
CALLAR debiendo hablar, Es cobardía.
CALLAR cuando insultan, Es amor.
CALLAR las propias penas, Es sacrificio.
CALLAR de sí mismo, Es humildad.
CALLAR miserias humanas, Es caridad.
CALLAR a tiempo, Es prudencia.
CALLAR en el dolor, Es penitencia.
CALLAR palabras inútiles, Es virtud.
CALLAR cuando hieren, Es santidad.
CALLAR para defender, Es nobleza.
CALLAR defectos ajenos, Es benevolencia.
CALLAR debiendo hablar, Es cobardía.
jueves, 22 de septiembre de 2011
PADRE PIO DE PRIETRELCINA - 23 DE SEPTIEMBRE
San Pío de Pietrelcina
San Pío de Pietrelcina
Vida y obra de San Pío de Pietrelcina.
Por: P. Jesús Martí Ballester | Fuente: Catholic.net
Ignoro si han sido proyectados en la pantalla grande, pero hay en el mercado videos de dos vidas de Santos, uno del Beato Juan XXIII y otro de San Pío de Pietrelcina. La entrada de uno y de otro video, nos prepara para dos vidas santas, pero cada una bien diferente.
El niño que es Juan XXIII, todo serenidad; en la vida del niño que es Pío de Pietrelcina, se anuncia la tragedia; un niño deliciosamente candoroso, espantado huyendo de un perro que le persigue furibundo, presagiando acontecimientos extraordinariamente dolorosos y, a la vez, dotado de unos carismas impresionantes.
El Rottweiler, estará presente durante toda la película, denotando la presencia feroz del maligno en la vida entera de aquel hombre elegido, calumniado en su comunidad, en su Curia Capuchina y en la cúpula más alta de la Iglesia. Todo nos lleva a deducir que Dios es un Artista formidable que no repite los clichés en sus criaturas y que, a la vez que nos destina a nuestras misiones respectivas, va preparando nuestra psicología y nuestros ambientes de manera admirable y que, después de acontecidos, nos inducen a admirar la sabiduría con que obra sus maravillas
LA PROPEDEÚTICA
Dios fue preparando a Pío de Pietrelcina. Los acontecimientos vitales extraordinarios de tan gran alcance que él tuvo que protagonizar, siempre llegan acompañados de una propedéutica anterior, como ocurrió con los niños de Fátima con la visión primera del ángel, con Santa Teresa de Jesús con su oración de unión, de quietud y éxtasis iniciales en privado, hasta llegar a sus levitaciones y transverberación; con San Francisco de Asís, quien antes de la impresión de las Llagas vivió dramas y Noches oscuras preparatorias del enorme acontecimiento, el más parecido al reservado para San Pío de Pietrelcina, que les hace más semejantes a Cristo crucificado. En 1910, Pío de Pietrelcina tuvo un éxtasis en el que sintió un dolor agudísimo en las manos y en los pies. En 1912, después de la misa sintió que le herían el corazón con un dardo de fuego, tan vivo y ardiente, que, según escribió a su director espiritual, pensó que se moría. Estos trances eran seguidos de noches oscuras del espíritu, profundas y negras, dolorosísimas. Corresponden al estadio de las Sextas Moradas de Santa Teresa.
El 30 de mayo de 1918, el Padre Pío recibe la herida de amor, que le hace exclamar: "¡Dios mío! ¡Bien mío!, ¿dónde estás? No te encuentro, no te conozco; pero no puedo dejar de buscarte, vida de mi alma, que se está muriendo! ¡Mi Dios y mi Todo! No puedo decirte otra cosa que ésta: ¿Por qué me has abandonado? Fuera de esto, yo ignoro todas las cosas. Hasta ignoro el vivir ya mi propia vida".
UN PERSONAJE CELESTE
El 5 de agosto de 1918, confesando a sus muchachos, de repente, se sintió dominado por el terror a la vista de un personaje celeste, que se le imprimió en la inteligencia. Tenía en su mano un instrumento como una larga lámina de hierro, con una punta muy afilada rematada en fuego. El personaje lanzó el arnés con gran violencia sobre el alma de Pío, que gritó con un desgarrado lamento, pues se sintió morir. Le dijo al niño que estaba confesando que se retirase porque se encontraba mal. Su relato reproduce al pie de la letra, la transverberación de Santa Teresa de Jesús, como la describe ella en el libro de la Vida: "Me veo sumergido en un mar de fuego; la herida, que sigue abierta, continúa [WINDOWS-1252?]siempre sangrando; ella sola me mataría. Este martirio duró, sin interrupción, hasta la mañana del día 7. Le resulta imposible decir todo lo que sufrió en este tiempo. Sentía que le arrancaban las vísceras y que eran quemadas a fuego y hierro. Desde aquel día se sintió herido de muerte experimentando en lo profundo de su alma una herida que está siempre abierta y que le hace padecer continuos espasmos.
PIES Y MANOS TRASPASADOS Y MANANDO SANGRE
El 20 de septiembre de 1918, estando en el coro después de misa, entró en un sosiego como de un dulce sueño, envuelto en un silencio total; se apoderó de él una gran paz y abandono en un despojo total. Se vio ante un misterioso personaje de cuyos pies y manos manaba abundante sangre. Su vista le llenó de terror. Se sintió morir y parecía que el corazón se le salía del pecho. Desapareció el personaje y entonces se percató de que sus manos, pies y costado estaban traspasados y manaban sangre a borbotones. El dolor, los espasmos y la confusión que le acompañan, junto al derroche de sangre que mana de sus heridas, le hacen temer morir desangrado.
El Padre Pío dice: "Oraba y el gozo y el contento crecían en mí. Un gran resplandor golpeó mis ojos y se me apareció Cristo llagado. No me dijo nada y desapareció. Cuando volví en mí, me encontré caído en tierra, llagado, sangrando las manos y los pies y el corazón y no tenía fuerzas para levantarme. Arrastrándome como pude logré llegar a mi celda, atravesando el largo corredor. Todos los padres estaban fuera del convento; me acosté y pedí ver de nuevo a Jesús. Cuando entré dentro de mí y me di cuenta, miré despacio mis llagas y prorrumpí en himnos de adoración y acción de gracias".
LA ESTIGMATIZACIÓN COMO LA DE CRISTO
Su estigmatización tiene el mismo origen y el mismo fin que la de Cristo. El Amor. La salvación del mundo. Que los hombres lleguen al Reino de Dios. El amor al Reino: Esta es una frase fácil de pronunciar, pero difícil de entender tal cual la vive el corazón de un santo. Hoy decimos que todo puede ser amor del Reino y que todo es trabajar por el Reino y movilizamos organismos complicados, material de todas clases en favor de una idea más o menos digna. Pero a estos movimientos casi siempre les sobra nerviosismo y confusión interior. Rara vez hay en el fondo la firmeza sencilla y jugosa de la vivencia del amor. Por eso abortan o se quedan a mitad de camino tantas iniciativas emprendidas por amor del Reino, que hacen mucho ruido pero pocas transformaciones. Todo se queda en efectos humanos, resultados averiados, por la razón de que el fondo de las almas sólo lo toca Dios.
A IMAGEN DE SAN FRANCISCO DE ASÍS
En agosto de 1224, Francisco se retiró con tres compañeros para ayunar cuarenta días. Durante el retiro los sufrimientos de Cristo se convirtieron en el tema de sus meditaciones. Mientras oraba tuvo la visión del serafín, y aparecieron en su cuerpo las señales visibles de las cinco llagas del Crucificado. Un día se le apareció un ángel y le dijo: "Vengo a confortarte y avisarte para que te prepares con humildad y paciencia a recibir lo que Dios quiere hacer de ti". "Estoy preparado para lo que él quiera", respondió. Por la mañana del 14 de septiembre, fiesta de la Santa Cruz, antes de amanecer, estaba orando de cara a Oriente, y pedía al Señor "experimentar el dolor que sentiste a la hora de tu Pasión y, en la medida de lo posible, aquel amor sin medida que ardía en tu pecho, cuando te ofreciste para sufrir tanto por nosotros, pecadores"; y también, "que la fuerza dulce y ardiente de tu amor arranque de mi mente todas las cosas, para yo muera por amor a ti, ya que tú te has dignado morir por amor a mi". De repente, vio bajar del cielo un Serafín con seis alas. Tenía figura de hombre crucificado.
Francisco quedó absorto, sin entender nada, envuelto en la mirada bondadosa de aquel ser, que le hacía sentirse alegre y triste a la vez. Y mientras se preguntaba la razón de aquel misterio, se le fueron formando en las manos y pies los signos de los clavos, tal como los había visto en el crucificado. No eran llagas o estigmas, sino clavos, formados por la carne hinchada por ambos lados y ennegrecida. En el costado se abrió una llaga sangrante, que le manchaba la túnica y los calzones. Explicaba fray León que el fenómeno fue más palpable y real de lo que muchos creen, y que estuvo acompañado de otros signos extraordinarios corroborados por testigos, que creyeron ver el monte en llamas, iluminando el contorno como si ya hubiese salido el sol. Algunos pastores de la comarca se asustaron, y unos arrieros que dormían se levantaron y aparejaron sus mulas para proseguir su viaje, creyendo que era de día.
El Hermano León nos ha dejado con la bendición autógrafa del santo, que se conserva en Asís, una narración simple y clara del milagro. Describe el costado derecho del santo como mostrando una herida abierta por una lanza, mientras que sus manos y pies estaban atravesados por clavos negros de carne, cuyas puntas estaban dobladas hacia atrás. Después de recibir los estigmas Francisco sufrió dolores cada vez mayores en todo su cuerpo frágil, ya de por sí debilitado por la continua mortificación. La diferencia de época, inicios del siglo XIII, creyente, religioso y sacralizado, le ahorrará a Francisco lo que el positivismo racionalista del siglo XX atormentó a Pío de Pietrelcina.
EL AMOR AL REINO COMO FIN
Cuando un Santo realiza una obra grande, siempre le mueve el amor al Reino. Unas veces por su elección y características de su personalidad, otras veces por pura y extraordinaria disposición divina. En uno y en otro caso el santo se sitúa allí donde sabe que pasan las almas de los hombres. Las almas y el ambiente van metidos en su carne y son los que desencadenan la acción. Cuando se trae en la carne propia un destino salvador de si mismo y de los que le rodean, la acción no puede estar pendiente de un suceso extraño que surja de improviso, pero el gran apostolado, la acción poderosa sobre las almas, sólo se ejerce desde el amor, amor que es olvido de sí, amor que es caridad de filigrana, amor que es valoración de los demás, amor que es gratitud, generosidad, donación y no búsqueda de medros ni sociales ni populares ni eclesiales, amor que no es trepa, que no es buscador de sus alabanzas y negación de las estimulaciones a los hermanos.
Dicen que para que no sucumban a las tentaciones de vanidad y es mentira, porque si hay caridad de verdad hay que saber que son más numerosas las tentaciones de desaliento que necesitan estímulo y reconocimiento, que las de vanidad. Y se sumergen en el silencio. Silencio porque la palabra que alaba nos parece que si la damos a los demás, nos la restamos a nosotros. Llega el ostracismo. Lo que no se alaba no existe, y la indiferencia, si no la malquerencia y la rivalidad, intentan eso infantilmente, que el mérito no exista. Y el apostolado, en este caso, es sólo apariencia, no realidad. Y por ese camino se acaba en el desierto.
SALVAR ALMAS
Salvar almas por el amor y con el sacrificio es muy lento costoso, angustioso y doloroso. Hay que preparar el instrumento, pulirlo, purificarlo, sanarlo, santificarlo. Sólo el instrumento identificado con el Agente de la salvación por la gracia que es Dios, puede hacer las grandes obras de Dios. De no ser así, sólo se consiguen chapuzas. Hacer milagros para atraer a la gente, u organizar actos folklóricos para que nos sigan, sería tentar a Dios. Jesús, frente a esta seducción, que tanto atraía a sus contemporáneos e incluso a sus discípulos, acepta el plan del Padre: el mesianismo doliente, profetizado por Isaías, con los medios humildes y pobres propios del Reino de Dios. Es la tentación del exhibicionismo, tan frecuente en los que están empeñados en algún apostolado. Manifestarse. Dispuestos a gestos brillantes y espectaculares, a dejarse llevar en olor de popularidad; rehuirán todo lo que sea trabajo oscuro, anónimo, abnegado, silencioso. Dispuestos a llevar la bandera, pero remisos a cargar con la cruz.
NO A LOS ÉXITOS FÁCILES
El evangelio no es la promesa de éxitos fáciles. ¿Sal o azúcar? ¿Hay que eliminar la cruz para hacer un cristianismo más fácil? "Cuando la verdadera doctrina es impopular, no es lícito buscar una fácil popularidad" (Juan Pablo II. Cruzando el umbral de la esperanza). Es la tentación que sufrirá ya en la cruz: "Baja para que creamos en ti". "Todo esto te daré"... Si te ven sentado en un trono de oro, te seguirán los hombres mejor que si te ven en la cruz... Es la tentación de la idolatría; y la del mesianismo triunfalista, humano y terreno. Si en las otras tentaciones no ha conseguido Satanás que Cristo rebaje su mesianismo al simple materialismo de un reformador social, o al brillo de un milagrero, intenta ahora que se limite al puro poder humano. Que se contente con el mundo y se olvide de las almas: Da mihi coetera, animas tolle". Los reinos de la tierra están fundados en la fuerza y se mantienen con la mentira. ¿Cuántas veces se ha creído que el poder, el dinero, el dinero, eran caminos apostólicos?
PAGAR EL PRECIO
Pero no vamos a ser tan ingenuos de pensar que las multitudes que llenaban la plaza de San Pedro hasta el Tíber eran movidas por la veneración de las llagas del Padre Pío. Son los innumerables milagros suyos, los favores que las almas han recibido y reciben. Después de multiplicar los panes el pueblo de Israel quiso aclamar Rey a Jesús. Pero son menos lo que le siguen desinteresadamente y se detienen a pensar que tantos milagros y misericordia y frutos de su apostolado han sido comprados con sangre humana, lágrimas de un hombre, sufrimientos indecibles de una persona doliente durante su larga vida Me parece que son pocos los cristianos dispuestos a pagar el precio de la extensión del reino de Dios, aunque no sea tan alto como el que pagó San Pío de Pietrelcina y, más aún, el Maestro, el Crucificado del Calvario.
Quizá se busca el Reino, pero también el éxito y el triunfo. ¿Somos capaces de posponer nuestro medro personal al éxito del Reino? Nos hemos creado un cristianismo fácil y acomodaticio, y esto ya viene de lejos. Cuando Lutero comienza en el siglo XVI la Reforma, lo primero que suprime es el sacrificio de la Misa. Cristo nos ha redimido y ha pagado por todos en la Cruz. La Redención ha sido hecha para siempre, pero eso ya ha pasado. A continuación abolirá el celibato sacerdotal, comenzando él a dar ejemplo sacando a Catalina Bora del Convento para casarse con ella. Sembrada la semilla las cosechas se multiplicarán, sobre todo las más halagadoras del hombre terreno. Pagar el precio del pecado cuando hay un eclipse de pecado resulta una acción innecesaria y escasamente rentable en los enteros de la vida actual.
SUPLO EN MI CARNE
Nunca debemos olvidar que San Pablo nos enseña cómo supera él con alegría sus [WINDOWS-1252?]tribulaciones: Suplo en mi carne lo que le falta a la pasión de Cristo. ¿Es [WINDOWS-1252?]que no fue completa? Superabundante. Pero en la cabeza, y ahora es a nosotros, los miembros de esa cabeza a quienes nos corresponde ayudarle a corredimir las almas del pecado con nuestros propios padecimientos por su amor y el de los hombres, que nos vendrán dados o que con generosidad habremos de proporcionarnos nosotros de acuerdo con nuestro diligencia amorosa.
Los dolores del Padre Pío, no son sólo fisiológicos e incómodos. Sus llagas no estaban allí de adorno. Su sufrimiento misterioso, es una participación del de Cristo agonizante. Es un miembro eminente de la Iglesia que compadece con el Redentor y que con El redime. Su eficacia en el Cuerpo Místico de Jesús es enorme. Visiblemente contemplamos el día de su canonización la extensión, si no la intensidad de su dimensión. Ejemplar lección para este mundo nuestro de eficacia y de ejecución, que sólo cuenta lo que aparece y lo que se ve y lo que se cuenta. El Padre Pío de Pietrelcina, "el pobre fraile que reza", completa en su cuerpo lo que le falta a la Pasión de Cristo, porque lleva en su carne las llagas de su Señor Jesús, que se actualiza cada día en la celebración de la Eucaristía.
EL CALVARIO Y LA MISA
Por eso, Benedicto XVI, en el Año dedicado a la Eucaristía, nos invita a meditar en el profundo e indisoluble lazo que une la celebración eucarística con el misterio de la Cruz. Cada misa actualiza el sacrificio redentor de Cristo. Al Gólgota y a la hora de la muerte en la cruz, según la encíclica «Ecclesia de Eucharistia» «vuelve espiritualmente todo presbítero que celebra la Santa Misa, junto con la comunidad cristiana que participa en ella» (4). La Eucaristía es el memorial de todo el misterio pascual: pasión, muerte, descenso a los infiernos, resurrección y ascensión al cielo, y la Cruz es la manifestación impactante del acto de amor infinito con el que el Hijo de Dios ha salvado al hombre y al mundo del pecado y de la muerte. Después de la consagración, la asamblea de los fieles, consciente de estar ante la presencia real de Cristo crucificado y resucitado, aclama: «Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡ven Señor Jesús!».
Con los ojos de la fe la comunidad reconoce a Jesús vivo con los signos de su pasión y, junto a Tomás, llena de maravilla, puede repetir: «Señor mío y Dios mío» (Jn 20, 28). La Eucaristía es misterio de muerte y de gloria como la Cruz, que no es un incidente en el camino, sino el pasaje por el que Cristo entró en su gloria y reconcilió a la humanidad entera, derrotando toda enemistad. Por este motivo, la liturgia nos invita a implorar con esperanza confiada: ¡Quédate [WINDOWS-1252?]con nosotros, Señor, que por tu santa cruz has redimido al mundo! La mayor [WINDOWS-1252?]caridad es arrancar almas atraídas por Satanás y ganarlas para Cristo...
LAS MISAS MISTERIOSAS DEL PADRE PÍO
Nadie mejor que María nos puede enseñar a comprender y a vivir con fe y amor la santa Misa, uniéndonos al sacrificio redentor de Cristo. Cuando recibimos la comunión, como María y unidos a ella, nos abrazamos al madero que Jesús con su amor ha transformado en instrumento de salvación y pronunciamos nuestro «amén», nuestro «sí» al Amor crucificado y resucitado. Siempre eran impresionantes las misas del Padre Pío. Duraban hasta tres o cuatro horas y la Jerarquía hubo de intervenir para ponerle tasa que él con gracejo respondió que en el Calvario no había relojes. Sus lágrimas y sollozos eran constantes, como lo fueron los del cura de Ars y antes los de San Ignacio de Loyola. Hoy cualquier neurólogo o psiquiatra diagnosticaría depresión, neurastenia o psicopatía. Pero como María estuvo en el Calvario ante su Hijo crucificado y agonizante, está también llorosa con la Iglesia y como Madre de la Iglesia, en nuestras celebraciones eucarísticas («Ecclesia de Eucharistia», 57).
CALVARIO EXTERNO
A pesar de que el doctor Fiesta publica el libro: "Entre los misterios de la ciencia y las luces de la fe", el carácter sobrenatural de los estigmas de Padre Pío"... El Papa Benedicto XV y el Santo Oficio envían a San Giovanni Rotondo, observadores de confianza. El 20 de marzo de 1920, llega por orden de Papa, el arzobispo de Simla, Anselmo Eduardo Kenealy, desconfiado de las [WINDOWS-1252?]manifestaciones místicas. Al término de la visita, escribe: He venido, he [WINDOWS-1252?]visto y he sido vencido. En San Giovanni Rotondo tenemos un verdadero santo, privilegiado por Dios con las cinco llagas de la pasión y con otros regalos que leemos en la vida de los grandes santos. No hay la mínima afectación en el comportamiento o en la conversación del Padre Pío. Es observante y laborioso, recibe grandes regalos del Dios. Sabe sufrir, y también sabe sonreír.
LA GRAN PRUEBA
Sobre el estigmatizado se acumulan las nubes de la gran "Prueba". Satanás se prepara a desencadenar un violento ataque sobre el débil, enfermo, doliente Padre Pío. El 18 de abril de 1920 llega a San Giovanni Rotondo el padre Agustín Gemelli, fraile franciscano, médico, psicólogo, científico de fama mundial, que ha fundado en Milán, la universidad del Sagrado Corazón. Se encuentra con el padre Pío y recibe una favorable impresión y escribe: "Cada día constatamos que el árbol franciscano da nuevos frutos y esto es el consuelo más grande para quien se alimenta y vive de este maravilloso árbol". Pero su actitud cambia cuando no le dejan ver y examinar como médico, los estigmas del padre Pío sin un permiso del Papa. Decepcionado e irritado, vierte afirmaciones imprudentes en una publicación sobre los estigmas de San Francisco, sobre el fraile estigmatizado de Pietrelcina y manifiesta juicios discutibles sobre él, azuzando, durante años disputas, polémicas, juicios superficiales, incredulidad y escepticismo sobre sus estigmas, sus fenómenos de bilocación, el perfume de violeta, de rosas y otras flores que le acompaña. Con las intervenciones del padre Gemelli, la actitud de las autoridades eclesiásticas empieza a cambiar hacia el padre Pío. En enero 1922, muere el Papa y le sucede Achille Ratti, Pío XI, milanés, amigo del Padre Gemelli. Fue tal la prueba que el padre Pío [WINDOWS-1252?]confiesa: Estoy extremadamente amargado y si Jesús no viene pronto en mi ayuda veo que tendré que sucumbir bajo la prueba"
SUSPENDIDO A DIVINIS
Desde el 31 de mayo de 1923 hasta el 16 de julio de 1933 el Padre Pío permanece, con intermitencias, suspendido a divinis por el "Santo Oficio", a pesar de que Pío XI, ante la extrañeza de su bilocación ante él, pues mientras hablaba con algunos cardenales y prelados sobre la decisión de "suspenderle a divinis", entró de repente, en el estudio del Papa, un fraile capuchino. Todos se miran y el mismo Papa se pregunta quien le ha dejado entrar. El fraile se acerca al Pontífice, se arrodilla, le besa el pie y le dice: "Santidad, por el bien de la Iglesia, no permita esto". Se levanta, va hacia la puerta y sale. El Papa ordena a su secretario preguntar a todas las personas para descubrir porque aquel fraile ha entrado sin haber sido detenido. Pero ni los conserjes, ni los guardias, ni los secretarios han visto ningún fraile.
El Papa encarga al cardenal Silj, amigo y admirador de padre Pío, que pregunte al superior del convento de San Giovanni Rotondo, si tal día y la misma y a tal hora el padre Pío ha salido del convento. El Padre Pío no ha dejado el convento ni un instante. Al oírlo el Papa dice: "Aquí está el dedo de Dios". A pesar de ello, el 23 mayo de 1931 el Santo Oficio dicta: "Al Padre Pío de Pietrelcina le son retiradas todas las facultades ministeriales menos la de celebrar la Misa, pero sólo dentro del convento, sin participación de fieles". Dócil, acepta con paciencia y resignación, consciente que en los Superiores se manifiesta la voluntad de Dios. Satanás se ha aprovechado de las estructuras eclesiásticas para tratar de derribar a este sacerdote. Era demasiado peligroso para el demonio el ministerio sacerdotal de este gigante de la historia de la Iglesia, en quien se repite el caso del Cura de Ars. Hay un duelo feroz entre Satanás y este humilde ministro de Dios, que ha reconciliado, durante más de sesenta años, a millares de pecadores con Dios Misericordioso. El Padre Pío se dedica a la oración y el estudio. Celebra la Misa que duras dos [WINDOWS-1252?]horas
y hasta cuatro. En el Calvario, dice, no había relojes. Se dedica al estudio. Lee la Divina Comedia, la Historia de la Iglesia de Rohrbracher, otros textos clásicos de espiritualidad y los Padres de la Iglesia.
Se manifiesta: sereno y tranquilo. Come poco y no cena nunca, por la mañana no desayuna ni toma el café. Los estigmas le causan pérdida continua de sangre, un vaso pierde cada día. Le resulta doloroso caminar por los estigmas de los pies. Le ven en el coro rezar, y que a menudo se seca las lágrimas. La figura dulce y tierna de su hija espiritual predilecta, Cleonice Morcaldi, que renunció al matrimonio dirigida por el Padre Pío a la santidad, es su consuelo Durante el período del castigo del Padre Pío, una de las pocas personas que pudo verlo cada día era Pedro el ciego, a quien Cleonice le entregó una carta para el Padre, confirmándole que ella y sus otras hijas espirituales están serenas y llevan con paz la cruz de su separación. Cleonice Morcaldi describe la desolación en que viven por la separación del Padre Pío: Le destituyeron del cargo de Director de la Tercera Orden franciscana. Trasladaron el colegio de los frailes a otro convento. Allí sólo quedó el Padre Superior y otro fraile. Las hijas espirituales de San Giovanni Rotondo ya no subieron al convento. Y la dulce víctima quedó sola, como Jesús en el desierto, en el huerto, en el Calvario.
MEDIO MILLÓN ASISTEN A LA CANONIZACIÓN
Para Juan Pablo II canonizar al padre Pío fue una satisfacción personal, pues siendo joven sacerdote en 1947, visitó al capuchino y se confesó con él; le visitó otras dos veces en San Giovanni Rotondo, siendo cardenal de Cracovia en 1974 y siendo Papa, el 23 de mayo de 1987. Desde Cracovia le había escrito dos cartas, pidiéndole oraciones para que Wanda Poltawska, conocida suya y madre de familia, fuera curada de cáncer; y agradeciéndole la "gracia recibida". El domingo 16 de junio de 2002, el Sumo Pontífice pronunció, con emoción y dificultad, la fórmula de la canonización: «Declaramos y definimos que el Beato Pío de Pietrelcina es Santo y le inscribimos en el catálogo de los santos». Su fiesta será celebrada en toda la Iglesia universal el 23 de septiembre, fecha de su fallecimiento o "nacimiento para el cielo.
Pero no vamos a ser tan ingenuos de pensar que las multitudes que llenaban la plaza de San Pedro hasta el Tíber lo hacían movidas por la veneración de las llagas del Padre Pío. Eran los innumerables milagros suyos, los favores que las almas habían recibido y reciben. Insisto; ¿cala el pensamiento de que tantos milagros y misericordia y frutos de su apostolado han sido comprados con sangre humana, lágrimas de un hombre, sufrimientos indecibles de una persona doliente durante su larga vida? ¿Estamos los cristianos dispuestos a pagar el precio de la extensión del reino de Dios, aunque no sea tan alto como el que pagó San Pío de Pietrelcina y, más aún, el Maestro, el Crucificado del Calvario? ¿O, por el contrario, buscamos el Reino, pero también nuestro éxito y nuestro triunfo? ¿Somos capaces de posponer nuestro medro personal al éxito del Reino? De todas formas, su apoteosis fue un plebiscito de cariño al que tanto debían y de cuyo dolor sigue viviendo la Iglesia que tiene una Cabeza coronada de espinas y el Corazón roto y sus miembros dolientes tratando de hacerse cada vez más conscientes por el estudio y la formación de su deber de suplir en su carne lo que le falta a la Pasión de Cristo.
HACER EL BIEN!!
HACER EL BIEN
"Jesús nos llama con sus divinas inspiraciones y se nos comunica con su gracia."
"¿Cuantas veces él nos ha invitado?"
"¿Y con que rapidez le hemos contestado?"
"No dejemos para mañana lo que podemos hacer hoy. Del bien de después están llenos los sepulcros..., y además, ¿quien nos dice que viviremos mañana?. Escuchemos la voz de nuestra conciencia, la voz del profeta rey: Si escucháis hoy la voz del Señor, no cerréis vuestros oídos. Levantémonos y atesoremos, porque sólo el instante que pasa está en nuestras manos. No queramos alargar el tiempo entre un instante y otro, que eso no está en nuestras manos."
“Comencemos hoy, hermanos a hacer el bien, que hasta ahora no hemos hecho nada”.
Padre Pío
ORACIÓN PARA DESPUES DE LA COMUNIÓN - PADRE PIO
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NOVENA DIA 9 - PADRE PIO DE PIETRELCINA
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miércoles, 21 de septiembre de 2011
EL NOMBRE DE MARÍA ...
El nombre de María
Padre Miguel Antonio Barriola
El mes de setiembre, que vamos promediando, es rico en fiestas de nuestra Madre María Santísima. Recordamos el 8 su nacimiento, el 12 su dulce nombre y el 14 sus dolores al pie de la cruz de su Hijo, nuestro redentor.
Reflexionar sobre su “nombre”, nos ayudaría a profundizar en palabras, que recitamos en tantas ocasiones, pero que, a veces, se vuelven rutinarias y, por lo mismo se desdibujan.
La explicación más aceptada para la etimología y uso arameo, la emparenta con «mará’», que significa «Señor», por lo cual «Maryám» vendría a ser «Señora».Ya este dato nos da que pensar, porque esta «señora» se calificó a sí misma como «sierva» (Lc 1, 38; 48).
El hecho es corroborado, porque, Lucas, acto seguido de notificar que «el nombre de la Virgen era María» (Lc 1, 27), nos comunica que Gabriel no la saludó: «La paz contigo María», según la usanza judía, sino que, pasando por alto su nombre propio, se dirige a ella de este modo: «Alégrate, llena de gracia». El nombre cede ante el designio de amor, que Dios, fuente de toda gracia, tiene reservado para ella.
Se amplifica el panorama, si repasamos el Evangelio de Juan. En él nunca aparece el nombre expreso de María. Siempre se la distingue como «la Madre de Jesús» (2, 1 – 5; 6, 42; 19, 25 – 27). Y S. Pablo, que, en todas sus cartas, recuerda una sola vez a la Madre de Cristo, tampoco la nombra, sino que, se refiere a ella como «mujer» : «nacido de mujer» (Gal 4, 4).
Tal comprobación nos induce a contemplar hasta qué punto la persona de María, secundando los planes divinos, se olvidó de sí misma, para transformarse enteramente en receptora total de lo que Dios disponía para su existencia. Subrayemos, que no sólo fue un recipiente inerte de los dones de la gracia (también Eva vino al mundo «sin pecado original»), sino que secundaba con todo su corazón a las propuestas de su Señor, aunque más de una vez no las comprendiera (ver: Lc 1, 29; 2, 19; vv. 50 – 59).
María es cerciorada de su rango de «reina y señora», puesto que se le informa que el hijo, que va a nacer de ella, recibirá de Dios «el trono de David su padre... y su reino no tendrá fin» (Lc 1, 33). Pero, María no se queda pavoneándose con tan alta dignidad, sino que enseguida se pone a servir, «partiendo sin demora» para asistir a su parienta, que se encontraba en su sexto mes (Lc 2, 36 y 39).Como ya se anotó, Jesús, en el Cuarto Evangelio, nunca la llama «María», sino «Mujer» (2, 4; 19, 26; ver: Apoc 12, 1 ss.).
En la cruz, es descrita como «su madre» (de Jesús), pero enseguida es calificada como «“la” madre», sin el posesivo que la relaciona con Jesús (Jn 19, 26). El proceso de amplificación desemboca en el cambio mismo de los pronombres: «Aquí tienes a “tu” madre» (de Juan y de todos nosotros en él representados).
Justamente por ser «Madre de Jesús», no se posee más a sí misma, dado que el Hijo de Dios, no puede ser monopolizado por nadie, ni siquiera por su mamá.
En consecuencia, festejar el «nombre de María» significa celebrar ese proceso de despojamiento total, para no ser otra cosa que un vaso comunicante: receptor de gracia y difusor de la misma, sin acaparar sobre María, ni en cada uno de nosotros, los dones divinos, sino trabajando para volvernos todos canales transmisores de un amor que nadie puede almacenar para sí solo. Por otro lado, todo está en línea con el «anonadamiento» del mismo Hijo de Dios, que, sin considerar su condición divina como un botín a defender celosamente, se hizo esclavo, hasta la cruz. Sólo entonces, no como fruto de su propio afán, sino como don del Padre, recibe «UN NOMBRE» sobre todo nombre: «Jesucristo es el Señor» (ver: Filip. 2, 6 – 11).
Padre Miguel Antonio Barriola
El mes de setiembre, que vamos promediando, es rico en fiestas de nuestra Madre María Santísima. Recordamos el 8 su nacimiento, el 12 su dulce nombre y el 14 sus dolores al pie de la cruz de su Hijo, nuestro redentor.
Reflexionar sobre su “nombre”, nos ayudaría a profundizar en palabras, que recitamos en tantas ocasiones, pero que, a veces, se vuelven rutinarias y, por lo mismo se desdibujan.
La explicación más aceptada para la etimología y uso arameo, la emparenta con «mará’», que significa «Señor», por lo cual «Maryám» vendría a ser «Señora».Ya este dato nos da que pensar, porque esta «señora» se calificó a sí misma como «sierva» (Lc 1, 38; 48).
El hecho es corroborado, porque, Lucas, acto seguido de notificar que «el nombre de la Virgen era María» (Lc 1, 27), nos comunica que Gabriel no la saludó: «La paz contigo María», según la usanza judía, sino que, pasando por alto su nombre propio, se dirige a ella de este modo: «Alégrate, llena de gracia». El nombre cede ante el designio de amor, que Dios, fuente de toda gracia, tiene reservado para ella.
Se amplifica el panorama, si repasamos el Evangelio de Juan. En él nunca aparece el nombre expreso de María. Siempre se la distingue como «la Madre de Jesús» (2, 1 – 5; 6, 42; 19, 25 – 27). Y S. Pablo, que, en todas sus cartas, recuerda una sola vez a la Madre de Cristo, tampoco la nombra, sino que, se refiere a ella como «mujer» : «nacido de mujer» (Gal 4, 4).
Tal comprobación nos induce a contemplar hasta qué punto la persona de María, secundando los planes divinos, se olvidó de sí misma, para transformarse enteramente en receptora total de lo que Dios disponía para su existencia. Subrayemos, que no sólo fue un recipiente inerte de los dones de la gracia (también Eva vino al mundo «sin pecado original»), sino que secundaba con todo su corazón a las propuestas de su Señor, aunque más de una vez no las comprendiera (ver: Lc 1, 29; 2, 19; vv. 50 – 59).
María es cerciorada de su rango de «reina y señora», puesto que se le informa que el hijo, que va a nacer de ella, recibirá de Dios «el trono de David su padre... y su reino no tendrá fin» (Lc 1, 33). Pero, María no se queda pavoneándose con tan alta dignidad, sino que enseguida se pone a servir, «partiendo sin demora» para asistir a su parienta, que se encontraba en su sexto mes (Lc 2, 36 y 39).Como ya se anotó, Jesús, en el Cuarto Evangelio, nunca la llama «María», sino «Mujer» (2, 4; 19, 26; ver: Apoc 12, 1 ss.).
En la cruz, es descrita como «su madre» (de Jesús), pero enseguida es calificada como «“la” madre», sin el posesivo que la relaciona con Jesús (Jn 19, 26). El proceso de amplificación desemboca en el cambio mismo de los pronombres: «Aquí tienes a “tu” madre» (de Juan y de todos nosotros en él representados).
Justamente por ser «Madre de Jesús», no se posee más a sí misma, dado que el Hijo de Dios, no puede ser monopolizado por nadie, ni siquiera por su mamá.
En consecuencia, festejar el «nombre de María» significa celebrar ese proceso de despojamiento total, para no ser otra cosa que un vaso comunicante: receptor de gracia y difusor de la misma, sin acaparar sobre María, ni en cada uno de nosotros, los dones divinos, sino trabajando para volvernos todos canales transmisores de un amor que nadie puede almacenar para sí solo. Por otro lado, todo está en línea con el «anonadamiento» del mismo Hijo de Dios, que, sin considerar su condición divina como un botín a defender celosamente, se hizo esclavo, hasta la cruz. Sólo entonces, no como fruto de su propio afán, sino como don del Padre, recibe «UN NOMBRE» sobre todo nombre: «Jesucristo es el Señor» (ver: Filip. 2, 6 – 11).
LA BÚSQUEDA DE DIOS
La búsqueda de Dios
Autor: Susan Trott
Existe un relato hindú acerca de un aldeano que se acercó a un santón, que estaba meditando a la sombra de un árbol, y le dijo: "Quiero ver a Dios. Dime cómo puedo experimentarlo".
El santón, como es típico en ellos, no dijo ni palabra, sino que siguió haciendo su meditación.
El aldeano volvió con la misma petición al dia siguiente, al otro, y al otro, y al otro... sin recibir respuesta, hasta que, al fin, al ver su perseverancia, el santón le dijo: "Pareces un verdadero buscador de Dios. Esta tarde bajaré al río a tomar un baño. Encuéntrate conmigo allí".
Cuando, aquella tarde, estaban los dos en el río, el santón agarró al aldeano por la cabeza, lo sumergió en el agua y lo mantuvo así durante un rato, mientras el pobre hombre luchaba por salir a la superficie. Al cabo de un par de minutos, el santón lo soltó y le dijo: "Ven a verme mañana junto al árbol".
Cuando, al dia siguiente, acudió el aldeano al lugar indicado, el santón fue el primero en hablar:
"¿Dime, por qué luchabas de aquella manera cuando te tenía sujeto por la cabeza debajo del agua?"
"Porque quería respirar; de lo contrario, habría muerto", respondió el aldeano.
El santón sonrió y dijo: "El dia en que desees a Dios con la misma ansia con que querías respirar, ese día lo encontrarás, sin lugar a dudas".
Autor: Susan Trott
Existe un relato hindú acerca de un aldeano que se acercó a un santón, que estaba meditando a la sombra de un árbol, y le dijo: "Quiero ver a Dios. Dime cómo puedo experimentarlo".
El santón, como es típico en ellos, no dijo ni palabra, sino que siguió haciendo su meditación.
El aldeano volvió con la misma petición al dia siguiente, al otro, y al otro, y al otro... sin recibir respuesta, hasta que, al fin, al ver su perseverancia, el santón le dijo: "Pareces un verdadero buscador de Dios. Esta tarde bajaré al río a tomar un baño. Encuéntrate conmigo allí".
Cuando, aquella tarde, estaban los dos en el río, el santón agarró al aldeano por la cabeza, lo sumergió en el agua y lo mantuvo así durante un rato, mientras el pobre hombre luchaba por salir a la superficie. Al cabo de un par de minutos, el santón lo soltó y le dijo: "Ven a verme mañana junto al árbol".
Cuando, al dia siguiente, acudió el aldeano al lugar indicado, el santón fue el primero en hablar:
"¿Dime, por qué luchabas de aquella manera cuando te tenía sujeto por la cabeza debajo del agua?"
"Porque quería respirar; de lo contrario, habría muerto", respondió el aldeano.
El santón sonrió y dijo: "El dia en que desees a Dios con la misma ansia con que querías respirar, ese día lo encontrarás, sin lugar a dudas".
NOVENA DIA 8 - PADRE PIO DE PIETRELCINA
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martes, 20 de septiembre de 2011
CON FE FIRME...
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