Autor: P Evaristo Sada LC | Fuente: www.la-oracion.com ¿De verdad se puede dialogar con Dios? ¿Cómo? | |
Nos explican que orar es escuchar a Dios, pero a Dios no le escuchamos como oímos los sonidos, ni como escuchamos las palabras de un amigo... | |
Nos dicen que busquemos a Dios en todas las cosas, pero en realidad no lo vemos de la misma manera en que vemos a las demás personas. Nos explican que orar es escuchar a Dios, pero a Dios no le escuchamos como oímos los sonidos, ni como escuchamos las palabras de un amigo en una conversación. Efectivamente, sólo vemos y escuchamos a Dios mediante la fe y el amor. Alcanzar lo invisible a través de medios visibles Dios se vale de algunos medios para que le alcancemos a Él, que es invisible, a través de algunas realidades visibles y tangibles. Él se nos revela a través de algunos medios, como son Su Palabra, la Sagrada Eucaristía, las creaturas, la historia, los símbolos e imágenes, etc. De diversas maneras descubrimos Su presencia y escuchamos Su voluntad a través de estos medios. Alcanzamos lo invisible mediante lo visible. La Palabra de Dios Me refiero ahora a uno de estos medios que tenemos a nuestro alcance para escuchar a Dios y dialogar con Él: la Palabra de Dios. En ella lo veneramos y en ella lo vamos conociendo cada día más, tal y como Él quiso revelarse “La novedad de la revelación bíblica consiste en que Dios se da a conocer en el diálogo que desea tener con nosotros. (…) Dios se nos da a conocer como misterio de amor infinito en el que el Padre expresa desde la eternidad Su Palabra en el Espíritu Santo. (…) El Verbo, que desde el principio está junto a Dios y es Dios, nos revela al mismo Dios en el diálogo de amor de las Personas divinas y nos invita a participar en él.” (Verbum Domini, 6) Dios ha hablado y sigue hablando Pero la Palabra de Dios no es estática o muerta. La Palabra de Dios encierra una riqueza y una virtualidad inmensas que el Espíritu Santo nos va descubriendo a cada uno personalmente en la oración. Se nos revela, se nos da a conocer a lo largo de la historia, de nuestra historia y en el interior de nuestra conciencia cuando hacemos de la Palabra de Dios objeto privilegiado de nuestra meditación diaria. La oración centrada en la Palabra de Dios tiene sello de garantía y autenticidad. “Dios invisible, movido de amor, habla a los hombres como amigos, trata con ellos para invitarlos y recibirlos en su compañía” (Dei Verbum, 2) Interiorizar y actualizar la Palabra Cuando meditamos la Palabra de Dios y la hacemos materia de nuestra oración en la intimidad del propio corazón, se da una conversación personal entre Dios y cada uno de sus hijos. Es como una carta que Dios me escribe personalmente a mí. Nuestra tarea en la oración consiste en leerla con atención, meditarla y contemplarlo a Él interiorizando la Sagrada Escritura en nuestra conciencia y nuestro corazón y actualizándola en el aquí y el ahora de nuestra historia. Al interiorizar la Palabra de Dios, el Espíritu Santo me habla a mí personalmente. Al actualizar la Palabra de Dios, se aplica y toma sentido en mi existencia. Se convierte en vida. Es así como se da el diálogo entre Dios y sus hijos. “En los libros sagrados, el Padre, que está en el cielo, sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos. Y es tan grande el poder y la fuerza de la Palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual.” Dei Verbum, 21. Un ejemplo: carta de amor del Padre Vamos a poner un ejemplo, valiéndonos de esta “Carta de amor del Padre” que cayó en mis manos hace algunos meses. Es una recopilación de textos y referencias de la Sagrada Escritura en clave del amor del Padre. Esta carta de amor del Padre ofrece materia de meditación y contemplación para muchas horas de oración. A mí me ha servido para dialogar con Dios de manera íntima, profunda y provechosa. Su Palabra me interpela personalmente conforme la voy interiorizando y actualizando, sin prisas. Es probable que no me conozcas, pero yo te conozco perfectamente bien... Salmos 139.1 Sé cuando te sientas y cuando te levantas... Salmos 139.2 Todos tus caminos me son conocidos... Salmos 139.3 Pues aún tus cabellos están todos contados... Mateo 10.29-31 Porque fuiste creado a mi imagen... Génesis 1.27 En mi vives, te mueves y eres… Hechos 17.28 Porque linaje mío eres... Hechos 17.28 Antes que te formase en el vientre, te conocí… Jeremías 1.4-5 Fuiste predestinado conforme a mi propósito… Efesios 1.11-12 No fuiste un error... Salmo 139.15 En mi libro estaban escritos tus días… Salmos 139.16 Yo determiné el momento exacto de tu nacimiento y donde vivirías… Hechos 17.26 Tu creación fue maravillosa… Salmos 139.14 Te hice en el vientre de tu madre… Salmos 139.13 Te saqué de las entrañas de tu madre… Salmos 71.6 He sido mal representado por aquellos que no me conocen… Juan 8.41-44 No estoy enojado ni distante de ti; soy la manifestación perfecta del amor… 1 Juan 4.16 Y deseo derramar mi amor sobre ti... 1 Juan 3.1 Simplemente porque eres mi hijo y yo soy tu padre… 1 Juan 3.1 Te ofrezco mucho más de lo que te podría dar tu padre terrenal… Mateo 7.11 Porque soy el Padre perfecto… Mateo 5.48 Toda buena dádiva que recibes viene de mi… Santiago 1.17 Porque yo soy tu proveedor que suple tus necesidades… Mateo 6.31-33 Mi plan para tu futuro está lleno de esperanza… Jeremías 29.11 Porque te amo con amor eterno… Jeremías 31.3 Mis pensamientos sobre ti se multiplican más que la arena en la orilla del mar… Sal 139,17-18 Y me regocijo sobre ti con cánticos… Sofonías 3.17 Nunca me volveré atrás de hacerte bien… Jeremías 32.40 Tú eres mi especial tesoro… Éxodo 19.5 Deseo afirmarte de todo corazón y con toda mi alma… Jeremías 32.41 Y te quiero enseñar cosas grandes y ocultas que tú no conoces… Jeremías 33.3 Me hallarás, si me buscas de todo corazón… Deuteronomio 4.29 Deléitate en mí y te concederé las peticiones de tu corazón… Salmo 37.4 Porque yo inspiro tus deseos… Filipenses 2.13 Yo puedo hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pides o entiendes… Efesios 3.30 Porque yo soy quien más te alienta… 2 Tesalonicenses 2.16-17 Soy también el Padre que te consuela en todos tus problemas… 2 Corintios 1.3-4 Cuando tu corazón está quebrantado, yo estoy cerca a ti… Salmos 34.18 Como el pastor lleva en sus brazos a un cordero, yo te llevo cerca de mi corazón… Isaías 40.11 Un día enjugaré toda lágrima de tus ojos… Apocalipsis 21.3-4 Y quitaré todo el dolor que has sufrido en esta tierra… Apocalipsis 21.3-4 Yo soy tu Padre, y te he amado como a mi hijo, Jesucristo… Juan 17.23 Porque te he dado a conocer mi amor en Jesús… Juan 17.26 Él es la imagen misma de mi sustancia... Hebreos 1.3 Él vino a demostrar que yo estoy por ti y no contra ti… Romanos 8.31 Y para decirte que no tomaré en cuenta tus pecados… 2 Corintios 5.18-19 Porque Jesús murió para reconciliarnos... 2 Corintios 5.18-19 Su muerte fue mi máxima expresión de amor por ti… 1 Juan 4.10 Entregué todo lo que amaba para ganar tu amor… Romanos 8.31-32 Si recibes el regalo de mi Hijo Jesucristo, me recibes a mí… 1 Juan 2.23 Y nada te podrá volver a separar de mi amor… Romanos 8.38-39 Vuelve a casa y participa en la fiesta más grande que el Cielo ha celebrado… Lucas 15.7 Siempre he sido y por siempre seré tu Padre… Efesios 3.14-15 Mi pregunta es... ¿Quieres ser mi hijo? Juan 1.12-13 Aquí te espero… Lucas 15.11-32 Con amor, tu Padre |
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martes, 9 de agosto de 2011
¿De verdad se puede dialogar con Dios? ¿Cómo?
BASÍLICA DE GUADALUPE
BASÍLICA DE GUADALUPE
Un hecho extraordinario se produjo, en México, durante la mañana del 14 de
diciembre de 1921, cuando la Basílica de Guadalupe se encontraba vacía de
feligreses.
Luciano Pérez, un gigantesco obrero de la construcción, entró en la iglesia llevando un ramo de flores muy grande, proporcionado a su enorme tamaño. De haberse encontrado en aquellos momentos algún observador en la basílica, quizá se hubiera sorprendido de que Luciano Pérez llevara el ramo con las dos manos y los músculos contraídos, dada la extraordinaria fuerza física que se le atribuía; tanta fuerza tenía, se decía, que le permitía arrojar con facilidad un ladrillo hasta el tercer piso de una casa en construcción. En efecto, le pesaba tanto porque el interior del ramo contenía una pesadísima carga de dinamita.
Luciano Pérez, subió las gradas del altar y depositó a los pies de la Virgen de Guadalupe la ofrenda floral. Se marchó y poco después explotó la potentísima carga de dinamita. El mármol de las gradas del altar quedó hecho añicos, los candelabros y objetos de metal se doblaron y retorcieron como si fueran de goma, todos los cristales se rompieron incluidos los de los edificios vecinos, pero el cristal de la Virgen de Guadalupe ni siquiera se agrietó: "Este hecho -concluyen los expertos- no puede ser explicado científicamente".
¿Por qué Dios quiere estos hechos milagrosos? Para decirnos bien claro que la Virgen existe y que el amor de los cristianos hacia Ella nada podrá destruirlo.
Santa María, ya se ve que Dios tiene interés en dejarnos muy claro a los hombres que Él tiene una predilección grande por Ti. Es incapaz de negarte nada: por algo eres su Madre. Confío en Ti más que en nadie.
Ahora puedes seguir hablando, amarla con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído. Después termina con una oración final.
Texto escrito por José Pedro Manglano Castellary (Sacerdote)
Luciano Pérez, un gigantesco obrero de la construcción, entró en la iglesia llevando un ramo de flores muy grande, proporcionado a su enorme tamaño. De haberse encontrado en aquellos momentos algún observador en la basílica, quizá se hubiera sorprendido de que Luciano Pérez llevara el ramo con las dos manos y los músculos contraídos, dada la extraordinaria fuerza física que se le atribuía; tanta fuerza tenía, se decía, que le permitía arrojar con facilidad un ladrillo hasta el tercer piso de una casa en construcción. En efecto, le pesaba tanto porque el interior del ramo contenía una pesadísima carga de dinamita.
Luciano Pérez, subió las gradas del altar y depositó a los pies de la Virgen de Guadalupe la ofrenda floral. Se marchó y poco después explotó la potentísima carga de dinamita. El mármol de las gradas del altar quedó hecho añicos, los candelabros y objetos de metal se doblaron y retorcieron como si fueran de goma, todos los cristales se rompieron incluidos los de los edificios vecinos, pero el cristal de la Virgen de Guadalupe ni siquiera se agrietó: "Este hecho -concluyen los expertos- no puede ser explicado científicamente".
¿Por qué Dios quiere estos hechos milagrosos? Para decirnos bien claro que la Virgen existe y que el amor de los cristianos hacia Ella nada podrá destruirlo.
Santa María, ya se ve que Dios tiene interés en dejarnos muy claro a los hombres que Él tiene una predilección grande por Ti. Es incapaz de negarte nada: por algo eres su Madre. Confío en Ti más que en nadie.
Ahora puedes seguir hablando, amarla con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído. Después termina con una oración final.
Texto escrito por José Pedro Manglano Castellary (Sacerdote)
ABRAZOTERAPIA...
Abrazoterapia
Abrazoterapia es una sesión de abrazos que,
además de hacernos sentir bien, nos permite reafirmar una aceptación como
personas. También aliviar dolor, depresión y ansiedad.
Parece increíble todo lo que puede curar, compensar, mejorar y prevenir un simple y amoroso abrazo.
El contacto físico va mucho más allá del tema sexual; este tiene poderes curativos y amplía nuestro bienestar emocional.
Sería bueno recordar cuando éramos chicos y, al caernos y estar llorando, papá o mamá venían, nos abrazaban y, casi por arte de magia, el dolor desaparecía.
El abrazo nos ayuda a expresar lo que sentimos más allá de las palabras, nos permite usar la sabiduría intuitiva, esa que no tiene palabras y nos hace escuchar con el corazón.
Los abrazos, además de hacernos sentir bien, se emplean para aliviar el dolor, la depresión y la ansiedad. Esto ha sido comprobado. Además, provocan alteraciones fisiológicas positivas en quien toca y en quien es tocado. Por si fuera poco, acrecienta la voluntad de vivir a muchos enfermos.
lunes, 8 de agosto de 2011
LOS AMIGOS DE INTERNET
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CUANDO EL MUNDO GRITA:!NO TE CONVIERTAS!
Autor: Oscar Schmidt | Fuente: www.reinadelcielo.org Cuando el mundo grita: ¡No te conviertas! | |
No te dejes confundir, sigue adelante. Las cosas del mundo no son importantes, son temporales y perecederas. | |
Esta fuerza que trata de frenar la conversión, planteándola como algo anormal y ajeno a lo que la gente espera de uno, puede minar las mejores intenciones. Pero algo nos debe quedar en claro: en un mundo que se ha alejado totalmente de Dios, no hay cabida sencilla para vivir entregando la Voluntad al Creador. La existencia de dificultades es una evidencia clara que indica que el camino parece ser el correcto, y ello debe fortalecernos. Nada que se haga para la obra de Dios es fácil, siempre encuentra resistencias. Cuanto más buenos los efectos salvíficos, más dificultades pondrá el mundo. Cuanto el acoso amenace con tumbar tu brote de fe renovada, mírate en tu interior y observa: Oro, amo, imploro, pido perdón y me esfuerzo por hacer lo que Dios espera de mi, aunque muchas veces no esté seguro de estarlo haciendo realmente. Busco conocer a Dios, sobre Sus revelaciones, leo sobre los santos como modelo a seguir, gozo la Eucaristía como encuentro renovado en Cristo. Me beneficio del Sacramento de la Confesión. Sin dudas puedo cometer errores, pero: ¿Acaso puede Dios no estar contento con mis esfuerzos?. No te dejes confundir, sigue adelante. Solo busca trabajar y orar. Ora y labora, las cosas del mundo no son importantes, son temporales y perecederas. ¡Solo Dios basta!. |
ORACIÓN A DIOS: MI OFRENDA
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EL REZO DEL ÁNGELUS
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VIVIR COMO SI FUERA EL ÚLTIMO DÍA ...
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domingo, 7 de agosto de 2011
LA FUERZA DE LA FE...
LA FUERZA DE LA FE...
Jesús acababa de realizar el milagro de la multiplicación de panes y peces. Hoy nos dice el evangelio que “obligó a sus discípulos a marcharse en la barca mientras El despedía a la gente”. Este es un gesto severo por parte de Jesús, que realiza cuando tiene alguna tentación. La tentación, según nos cuenta el evangelista san Juan, era que la gente, después del milagro, quería proclamar a Jesús como rey. No habían entendido el sentido mesiánico de la vida de Jesús sufriente y servidor. Pensaban en un Mesías triunfante, que, como entonces, les pudiera dar siempre de comer. Jesús sabía que los apóstoles no estaban lejos de esas ideas y que se unirían a la idea de proclamarlo rey material. Por eso les obliga a marcharse y con paciencia procura tratar de convencer a la gente para que se vayan en paz. Jesús entonces se retira al interior de aquel monte a orar. Pediría fuerzas a su Padre para continuar en su misión.
Se nos habla después de la tormenta que se suscita en torno a la barca donde iban los apóstoles. Según el modo oriental de escribir, aquí de manera simbólica quiere hablar de varias tormentas. En primer lugar la tormenta que había en el alma de los apóstoles. Luchaban con la idea que habían aprendido siempre sobre el sentido de grandeza humana que se daba al Mesías y lo que veían hacer y decir a Jesús. En su alma se mezclaba la fe con la duda. También en nosotros hay fe y hay tempestades. El poder de Jesús no consiste en que no se levanten tempestades, sino en que se haga sentir en medio de ellas. Por eso Jesús se hace presente en medio de la tempestad.
Dice el evangelio que Jesús se acercó caminando sobre el agua. El agua, según el lenguaje simbólico de la Biblia, representa muchas veces las fuerzas del mal. Jesús siempre está por encima del mal para darnos la paz en el bien. Dios siempre nos da la paz. Todo lo que produce intranquilidad no es de Dios, sino del diablo. Los apóstoles creen que es un fantasma y gritan; pero Pedro, que es el más voluntarioso, cuando ha escuchado la voz de su Maestro, que les quiere dar confianza, le pide su permiso para caminar hacia El y Jesús le dice: “Ven”.
En nuestra vida también hay momentos donde se nos hace difícil tomar una decisión, porque nos parece que todo está en contra. Si escuchamos la voz de Dios que nos dice: “ven”, vayamos con valentía. La fe serena en el Señor nos da las fuerzas para no hundirnos en nuestros temores e inseguridades.
Y san Pedro comenzó a hundirse. Su fe se tambaleó ante las dificultades: Dejó de mirar a Jesús y se fijó más en las dificultades que lo rodeaban. Pero gritó: “Señor, sálvame”. Este es el gran ejemplo para nuestra vida. Habrá momentos en que todo parece que se hunde y aun las cosas que creemos haber hecho para la gloria de Dios. En esos momentos tengamos al menos la suficiente fe como para clamar a Dios: “Sálvame”. Y en verdad que sentiremos la mano amorosa de Jesús que como a Pedro nos levanta. Quizá oigamos, como lo oyó Pedro, la voz cariñosa que nos advierte: “¿Por qué has dudado?”. Nosotros le digamos con amor: “Jesús, en ti confío”.
Y subiendo Jesús a la barca, se calmó el viento. A través de los comentaristas más antiguos este pasaje es símbolo de lo que pasa en la Iglesia. Quizá san Mateo lo escribía pensando ya en lo que pasaba en su comunidad cristiana. A través de la historia ha tenido y tiene la Iglesia muchas dificultades que provienen desde el interior y del exterior de ella. Ha habido muchos escritores que han creído que esa barca eclesial estaba ya a pique. Pero desconocían la fuerza de la presencia de Jesús en ella. No es sólo una presencia simbólica y externa, como puede ser representada en la jerarquía, que puede fallar o la pueden hacer desaparecer por cierto tiempo, sino es una presencia real, positiva, que a veces se deja sentir en medio de una gran tormenta o que a veces se presenta en ella y en cada uno de nosotros de una manera suave como la brisa. Así se manifiesta la presencia de Dios al profeta Elías en la primera lectura de hoy, cuando está perseguido y cree que todo está hundido
Enviado por el P. Silverio Velasco (España)
Se nos habla después de la tormenta que se suscita en torno a la barca donde iban los apóstoles. Según el modo oriental de escribir, aquí de manera simbólica quiere hablar de varias tormentas. En primer lugar la tormenta que había en el alma de los apóstoles. Luchaban con la idea que habían aprendido siempre sobre el sentido de grandeza humana que se daba al Mesías y lo que veían hacer y decir a Jesús. En su alma se mezclaba la fe con la duda. También en nosotros hay fe y hay tempestades. El poder de Jesús no consiste en que no se levanten tempestades, sino en que se haga sentir en medio de ellas. Por eso Jesús se hace presente en medio de la tempestad.
Dice el evangelio que Jesús se acercó caminando sobre el agua. El agua, según el lenguaje simbólico de la Biblia, representa muchas veces las fuerzas del mal. Jesús siempre está por encima del mal para darnos la paz en el bien. Dios siempre nos da la paz. Todo lo que produce intranquilidad no es de Dios, sino del diablo. Los apóstoles creen que es un fantasma y gritan; pero Pedro, que es el más voluntarioso, cuando ha escuchado la voz de su Maestro, que les quiere dar confianza, le pide su permiso para caminar hacia El y Jesús le dice: “Ven”.
En nuestra vida también hay momentos donde se nos hace difícil tomar una decisión, porque nos parece que todo está en contra. Si escuchamos la voz de Dios que nos dice: “ven”, vayamos con valentía. La fe serena en el Señor nos da las fuerzas para no hundirnos en nuestros temores e inseguridades.
Y san Pedro comenzó a hundirse. Su fe se tambaleó ante las dificultades: Dejó de mirar a Jesús y se fijó más en las dificultades que lo rodeaban. Pero gritó: “Señor, sálvame”. Este es el gran ejemplo para nuestra vida. Habrá momentos en que todo parece que se hunde y aun las cosas que creemos haber hecho para la gloria de Dios. En esos momentos tengamos al menos la suficiente fe como para clamar a Dios: “Sálvame”. Y en verdad que sentiremos la mano amorosa de Jesús que como a Pedro nos levanta. Quizá oigamos, como lo oyó Pedro, la voz cariñosa que nos advierte: “¿Por qué has dudado?”. Nosotros le digamos con amor: “Jesús, en ti confío”.
Y subiendo Jesús a la barca, se calmó el viento. A través de los comentaristas más antiguos este pasaje es símbolo de lo que pasa en la Iglesia. Quizá san Mateo lo escribía pensando ya en lo que pasaba en su comunidad cristiana. A través de la historia ha tenido y tiene la Iglesia muchas dificultades que provienen desde el interior y del exterior de ella. Ha habido muchos escritores que han creído que esa barca eclesial estaba ya a pique. Pero desconocían la fuerza de la presencia de Jesús en ella. No es sólo una presencia simbólica y externa, como puede ser representada en la jerarquía, que puede fallar o la pueden hacer desaparecer por cierto tiempo, sino es una presencia real, positiva, que a veces se deja sentir en medio de una gran tormenta o que a veces se presenta en ella y en cada uno de nosotros de una manera suave como la brisa. Así se manifiesta la presencia de Dios al profeta Elías en la primera lectura de hoy, cuando está perseguido y cree que todo está hundido
Enviado por el P. Silverio Velasco (España)
PENSAMIENTO DE MADRE TERESA DE CALCUTA
Nuestros sufrimientos...
Nuestros sufrimientos
son caricias bondadosas de Dios, llamándonos para que nos volvamos a
Él, y para hacernos reconocer que no somos nosotros los que controlamos
nuestras vidas, sino que es Dios quien tiene el control, y podemos
confiar plenamente en Él.
Madre Teresa de Calcuta.
ORACIÓN A SAN CAYETANO
Glorioso San Cayetano,
aclamado por todos los pueblos
padre de providencia porque socorres con grandes milagros
a cuantos te invocan en sus necesidades:
acudo a tu altar, suplicando que presentes al Señor
los deseos que confiadamente deposito en tus manos.
(Aquí se expresan las gracias que se desea obtener)
Haz que estas gracias,
que ahora te pido, me ayuden a buscar siempre el Reino de Dios y su Justicia, sabiendo que Dios
(que viste de hermosura las flores del campo
y alimenta con largueza las aves del cielo)
me dará las demás cosas por añadidura.
Amén.
sábado, 6 de agosto de 2011
LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS
LA TRANSFIGURACIÓN
Hoy, el Evangelio nos habla de la Transfiguración de Jesucristo en el monte Tabor. Jesús, después de la confesión de Pedro, empezó a mostrar la necesidad de que el Hijo del hombre fuera condenado a muerte, y anunció también su resurrección al tercer día. En este contexto debemos situar el episodio de la Transfiguración de Jesús. Atanasio el Sinaíta escribe que «Él se había revestido con nuestra miserable túnica de piel, hoy se ha puesto el vestido divino, y la luz le ha envuelto como un manto».
El mensaje que Jesús transfigurado nos trae son las palabras del Padre: «Éste es mi Hijo amado; escuchadle» (Mc 9,7). Escuchar significa hacer su voluntad, contemplar su persona, imitarlo, poner en práctica sus consejos, tomar nuestra cruz y seguirlo.
Con el fin de evitar equívocos y malas interpretaciones, Jesús «les ordenó que no contaran a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre hubiera resucitado de entre los muertos» (Mc 9,9). Los tres apóstoles contemplan a Jesús transfigurado, signo de su divinidad, pero el Salvador no quiere que lo difundan hasta después de su resurrección, entonces se podrá comprender el alcance de este episodio. Cristo nos habla en el Evangelio y en nuestra oración; podemos repetir entonces las palabras de Pedro: «Maestro, ¡qué bien estamos aquí!» (Mc 9,5), sobre todo después de ir a comulgar.
El prefacio de la misa de hoy nos ofrece un bello resumen de la Transfiguración de Jesús. Dice así: «Porque Cristo, Señor, habiendo anunciado su muerte a los discípulos, reveló su gloria en la montaña sagrada y, teniendo también la Ley y los profetas como testigos, les hizo comprender que la pasión es necesaria para llegar a la gloria de la resurrección». Una lección que los cristianos no debemos olvidar nunca.
Rev. D. +Joan SERRA i Fontanet (Barcelona, España)
ORACIÓN DE SAN FRANCISCO DE ASÍS
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LA TRANSFIGURACIÓN CAMBIA LA VIDA
Autor: Pedro García, Misionero Claretiano | Fuente: Catholic.net La Transfiguración cambia la vida | |
Los padecimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria que un día se nos revelará. | |
El hecho de la Transfiguración de Jesús en el monte Tabor tiene en los Evangelios una importancia muy grande. Como la tiene después para la vida de la Iglesia, que le consagra hoy una fiesta especial, la cual reafirma nuestra esperanza en el Señor Resucitado, pues sabemos que, cuando se nos manifieste, transformará nuestros cuerpos mortales, eliminando de ellos todas las miserias, y configurándolos con su cuerpo glorioso e inmortal... Lo que pasó en el Tabor lo sabemos muy de memoria. Jesús, al atardecer de aquel día, deja a los apóstoles en la explanada galilea y, tomando a los tres más íntimos --Pedro, Santiago y Juan--, se sube a la cima de la hermosa montaña. Pasa el Señor la noche en oración altísima, dialogando efusivamente con Dios su Padre, mientras que los tres discípulos se la pasan felices rendidos al profundo sueño... Al amanecer y espabilar sus ojos los discípulos, quedan pasmados ante el Maestro, que aparece mucho más resplandeciente que el sol... Se le han presentado Moisés y Elías, que le hablan de su próxima pasión y muerte... Se oyen los disparates simpáticos de Pedro, que quiere construir tres tiendas de campaña y quedarse allí para siempre... El Padre deja oír su voz, que resuena por la montaña y se esparce por todos los cielos: -¡Éste es mi Hijo queridísimo!... Y la palabra tranquilizante de Jesús, cuando ha desaparecido todo: -¡Animo! ¡No tengáis miedo! Y no digáis nada de esto hasta que yo haya resucitado de entre los muertos... Pedro recordará muchos años después en su segunda carta a las Iglesias: - Si os hemos dado a conocer la venida poderosa de nuestro Señor Jesucristo, no ha sido siguiendo cuentos fantasiosos, sino porque fuimos testigos de vista de su majestad. Cuando recibió de Dios Padre honor y gloria, y de aquella magnifica gloria salió la poderosa voz: ¡Éste es mi Hijo amadísimo en quien tengo todas mis delicias! Y fuimos nosotros quienes oímos esta voz cuando estábamos con él en la montaña santa. Este hecho del Tabor tuvo muchas repercusiones en la vida de Jesús y de los apóstoles. Sí, en la de Jesús ante todo. Porque Jesús no era insensible al dolor que se le echaba encima con la pasión y la cruz. La vista de la gloria que le reservaba el Padre por su obediencia filial fue para Jesús un estímulo muy grande al tener que enfrentarse con la tragedia del Calvario. Para los apóstoles, ya lo sabemos también. Acabamos de escuchar a Pedro. Y sabemos cómo la visión del Resucitado ante las puertas de Damasco fue para Pablo una experiencia extraordinaria, que supo transmitir después en sus cartas a las Iglesias: -¡Nuestro cuerpo, ahora sujeto a tantas miserias, será transformado conforme al cuerpo glorioso del Señor!... Así lo es también para nosotros. Porque la vida no se nos ofrece siempre risueña, sino que muchas veces nos presenta unas uñas bien aceradas. En esos momentos de angustia, recordamos con la visión del Tabor la palabra del apóstol San Pablo: - Comprendo que los padecimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria que un día se nos revelará. Cuando todo nos va bien en la vida, solemos decir con Pedro --del que dice el Evangelio que no sabía lo que se decía--: ¡Qué bien se está aquí!... Pero es cuestión de dejar el Tabor para después. Ahora hay que subir a Jerusalén con Jesús. Es decir, hay que cargar con la cruz de cada día, porque en el Calvario nos hemos de encontrar con el Señor, para encontrarnos seguidamente con Él en el sepulcro vacío... La Transfiguración fue un paréntesis muy breve, aunque muy intenso, en la vida de Jesús. Detrás quedaban casi tres años de apostolado muy activo, en los que había predicado y hecho muchos milagros. Ahora había que enfrentarse con Getsemaní, la prisión, los tribunales, los azotes y el Gólgota. Pero la experiencia del Tabor le anima a seguir adelante sin decaer un momento. Para nosotros, es cuestión de mirar a nuestro Jefe y Capitán, Cristo Jesús. Hay que tener fe en Dios, cuando nos brinda la misma gloria que a Jesucristo. Porque si Dios nos ofrece el mismo cáliz que a su Hijo, es decir, la misma suerte en sus sufrimientos, es porque nos tiene destinados también a la misma gloria y felicidad que las de Jesucristo. Jesús se manifiesta en el Tabor, más que en ninguna otra ocasión, como el esplendor de la gloria del Padre. Nadie ha visto la gloria interna de Dios. Pero mirando a Jesús envuelto en una luz que opaca y anula del todo la luz del sol, nosotros llegamos a barruntar lo que es ese Dios que un día veremos cara a cara y que nos envolverá con sus esplendores. Esplendores que son ya ahora una realidad que llevamos dentro, aunque no los vemos. La Gracia del Bautismo nos ha transformado en esa luz que nos hace gratos, ¡y tan gratos!, a los ojos divinos... ¡Señor Jesucristo! ¡Qué grande, qué amoroso, y qué humilde, te muestras en el Tabor! ¿Cuándo, pero cuándo nos será dado gozar de aquel espectáculo que enloqueció a los discípulos?... Ya vemos que nos preparas cosa buena de verdad. El caso es que sepamos merecerla.... |
viernes, 5 de agosto de 2011
PROMESA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS : AGOSTO
PROMESA QUE SE CUMPLE PARA EL PRIMER VIERNES DEL MES DE AGOSTO:
Las Almas fervorosas se elevarán rápidamente a una gran perfección.
Una palabra de Santa Margarita María de Alacoque a sus hermanos asociados: "Pedid, sin intermisión, al cielo que os conceda el don inefable de amar con santos ardores, con pasión sin límites, por encima de vosotros mismos y de las criaturas, al Sagrado Corazón de Jesús... Y pedid, que con ese amor, o mayor todavía, le amen cuantos han recibido la gracia de conocerle".
Un padrenuestro y Avemaría por los agonizantes y pecadores.
PRIMER VIERNES DEL MES DE AGOSTO
PRIMER VIERNES DEL MES DE AGOSTO
BREVE CONSIDERACIÓN: Jesús a su víctima Margarita María de Alacoque: "Aquí tienes la herida de mi costado, quiero que en ella hagas tu morada, ahora y para siempre, la entrada es estrecha: esto te significa que debes ser pequeña y despojada de todo para entrar en mi Sagrado Corazón... He de aniquilarte tanto a tus propios ojos, mostrándote u vileza y tu nada, que sobre ese fundamento de humildad y de abyección levantaré en tu alma el reinado de mi amor".
Revelación del Sagrado Corazón de Jesús a Sta. Margarita María de Alacoque
ES PRECISO...
Es Preciso..
Es preciso tener fuerza para ser firme, pero es preciso tener coraje para ser gentil.
Es preciso tener fuerza para defenderse, pero es preciso tener coraje para bajar la guardia.
Es preciso tener fuerza para ganar una guerra, pero es preciso tener coraje para rendirse.
Es preciso tener fuerza para estar en lo cierto, pero es preciso coraje para tener duda.
Es preciso fuerza para mantenerse en forma, pero es preciso coraje para mantenerse en pie.
Es preciso tener fuerza para sentir el dolor de un amigo, pero es preciso coraje para sentir los propios dolores.
Es preciso tener fuerza para soportar el abuso, pero es preciso coraje para hacerlo parar.
Es preciso tener fuerza para quedarse solo, pero es preciso tener coraje para pedir apoyo.
Es preciso tener fuerza para amar, pero es preciso tener coraje para ser amado.
Es preciso tener fuerza para sobrevivir, pero es preciso coraje para vivir.
(Jorge Bucay)
"El camino del encuentro" - Fragmento
HOMILIA DE JUAN PABLO II
SANTUARIO DE KALVARIA
Autor: Juan Pablo II
Vengo
hoy a este Santuario como peregrino, como venía cuando era niño y en
edad juvenil. Me presento ante la Virgen de Kalwaria al igual que cuando
venía como obispo de Cracovia para encomendarle los problemas de la
archidiócesis y de quienes Dios había confiado a mi cuidado pastoral.
Vengo aquí y, como entonces, repito: Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia.
(........)
"Ea, pues, Señora, Abogada nuestra, vuelve a nosotros esos
tus ojos misericordiosos y, después de este destierro, muéstranos a
Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima! ¡Oh piadosa! ¡Oh
dulce Virgen María!
Dirige tu mirada, oh Señora de las Gracias, a este pueblo que desde hace siglos permanece fiel a Ti y a tu Hijo.
Dirige la mirada a nosotros, esos tus ojos misericordiosos, y obtennos lo que tus hijos más necesitan.
Abre el corazón de los ricos a las necesidades de los pobres y de los que sufren.
Haz que los desempleados encuentren trabajo.
Ayuda a los que se han quedado en la calle a encontrar una vivienda.
Dona a las familias el amor que permite superar todas las dificultades.
Envuelve a los niños con el manto de tu protección, para que no sufran escándalo.
Anima a las comunidades religiosas con la gracia de la fe, de la esperanza y de la caridad.
Haz que los sacerdotes sigan las huellas de tu Hijo dando cada día la vida por las ovejas.
Obtén
para los Obispos la luz del Espíritu Santo, para que guíen la Iglesia
hacia el Reino de tu Hijo por un camino único y recto.
Madre
Santísima, nuestra Señora de Kalwaria, obtén también para mí las fuerzas
del cuerpo y del espíritu, para que pueda cumplir hasta el fin la
misión que me ha encomendado el Resucitado.
En Ti
pongo todos los frutos de mi vida y de mi ministerio; a Ti encomiendo el
destino de la Iglesia; a Ti entrego mi nación; en Ti confío y te
declaro una vez más:
¡Totus tuus, Maria! Totus tuus. Amén.
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