Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net Dios te necesita | |
Cada día te vuelve a recordar que tiene necesidad de tu tiempo, de tus cualidades, de tu persona. | |
Dios te necesita, porque ha querido necesitarte, y, porque te necesita, te lo está pidiendo desde el día que te llamó por tu nombre. Cada día te vuelve a recordar que tiene necesidad de tu tiempo, de tus cualidades, de tu persona. Sin falsa soberbia, con humildad verdadera, entiende que, si Dios te necesita, lo mínimo que debes hacer es ponerte a su entera disposición; le debes tanto, le has costado tanto, que tu gloria consiste en corresponderle un poco; y debes sentirte tan humildemente grande, tan profundamente feliz de poder ayudar a un Dios Todopoderoso y en una tarea eterna. Es como si Dios te pidiera ayuda para mover una estrella, para componer una galaxia; más que eso, es para salvar un alma inmortal que vale más que todas las estrellas y galaxias juntas. Tú le ayudas a Dios; y, si no le ayudas, Él no puede, no puede solo. Dile con profunda convicción: “Aquí están mis manos, aquí están mis pies, aquí está mi lengua, déjame ayudarte, Creador de mundos; enseguida vengo a echarte una mano, Redentor de las almas”. |
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martes, 21 de junio de 2011
DIOS TE NECESITA
lunes, 20 de junio de 2011
FORTALEZA...
Fortaleza
Cuando estés en la noche oscura del sufrimiento no culpes a Dios, no te culpes a ti mismo, ni culpes a los demás.
En lugar de ahogarte con la culpa fortalece tu espíritu con la oración, buenas lecturas y el apoyo de quienes te aman.
No te concentres únicamente en tus penas y valora todo lo bueno que aún puedes disfrutar.
Si no te dejas vencer por el desespero serás capaz de luchar, como lo hacen tantos que están en peores situaciones.
Por eso te conviene mirar hacia abajo y adarte cuenta de que otros sonríen sin pies cuando tú lloras por no tener zapatos.
Hay penas que nos parecen insufribles pero paso a paso vamos saliendo adelante si avivamos la fe y la esperanza.
Nos pasa como el alpinista que ve la cumbre lejana, pero poco a poco sus bríos lo llevan hasta arriba.
Dios nunca te abandona y está allí contigo aunque a veces no lo sientas. Sigue adelante y verás como puedes más de lo que crees.
Cuando estés en la noche oscura del sufrimiento no culpes a Dios, no te culpes a ti mismo, ni culpes a los demás.
En lugar de ahogarte con la culpa fortalece tu espíritu con la oración, buenas lecturas y el apoyo de quienes te aman.
No te concentres únicamente en tus penas y valora todo lo bueno que aún puedes disfrutar.
Si no te dejas vencer por el desespero serás capaz de luchar, como lo hacen tantos que están en peores situaciones.
Por eso te conviene mirar hacia abajo y adarte cuenta de que otros sonríen sin pies cuando tú lloras por no tener zapatos.
Hay penas que nos parecen insufribles pero paso a paso vamos saliendo adelante si avivamos la fe y la esperanza.
Nos pasa como el alpinista que ve la cumbre lejana, pero poco a poco sus bríos lo llevan hasta arriba.
Dios nunca te abandona y está allí contigo aunque a veces no lo sientas. Sigue adelante y verás como puedes más de lo que crees.
NECESITAMOS SILENCIO...
Necesitamos silencio
Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.
En este mensaje al corazón le decimos, ¡Necesitamos Silencio! Sí necesitamos silencio en nuestras vidas para poder vivir a plenitud. Necesitamos silencio en nuestros corazones para contemplar las maravillas que nos rodean: la naturaleza con sus diferente tonalidades de verdes, los colores de las amapolas, de los lirios, de las rosas, las formas caprichosas de las rocas, la majestuosidad de las montañas, la humildad de las pequeñas colinas, la paz de los valles. La belleza de un atardecer, o de una noche de luna, o de un día soleado de campo se pierde porque nos falta silencio y soledad para contemplarlos.
Se necesita silencio para meditar en esos gestos de amor que tiene mucha gente para con nosotros. Para saborear la ternura de una madre que ama a sus hijos. Para contemplar la comprensión de nuestro amigo que no nos falló en los momentos de crisis. Para contemplar esos actos misericordiosos y llenos de perdón que ha tenido la gente que nos ama.
Necesitamos silencio para ver la belleza escondida en el rostro sucio y travieso de un niño, en el candor e inocencia de un nene durmiendo, en la grandeza escondida de un pequeño que irá creciendo y se irá haciendo un hombre lentamente, y que ya tiene esa grandeza en potencia, en germen.
Se necesita silencio para poder contemplar la grandeza de tantas vidas heroicas, que han brindado lo suyo para hacer de este mundo un mundo mejor y que han estado muy cercanos a nosotros brindando su pan, su consejo, su amor, su perdón, su comprensión.
Se necesita silencio para contemplar la paciencia que han tenido algunos con nosotros, para contemplar también el porqué oculto, pero dramático, que incluyen y mueven a algunos a realizar actos buenos y a otros a realizar actos ofensivos y dañinos. Se necesita silencio para ver en estos últimos, sus traumas, sus frustraciones, sus fracasos, las tinieblas que poco a poco envuelve sus vidas y que los lleva a eso. Se necesita silencio para perdonarlos y comprender su pobre situación.
Se necesita silencio para admirar los gestos sencillos, pero cargados de amor que mucha gente en la vida realiza. Se necesita silencio para que el esposo escuche los latidos del corazón amoroso y tierno de su esposa, su fidelidad, su paciencia y viceversa. Por falta de silencio se ahogan oportunidades maravillosas de amar, porque el ruido nos impide pensar, el ruido nos impide reflexionar, el ruido nos impide en definitiva amar.
Necesitamos silencio para contemplar la presencia de Dios que está en tí, que está en mí; la presencia del Señor que es nuestro eterno acompañante, nuestro más fiel amigo, el que siempre nos ama muy a pesar de nuestros pecados.
Necesitamos silencio para poder escuchar a Dios. El silencio es necesario para la contemplación de la Verdad. Leer la palabra de Señor y orar en silencio nos ayudará a saber quién es Dios para nosotros.
Necesitamos silencio para escuchar la voz del que sufre, la voz del que padece, el lamento del que nos necesita. Hay mucho lamento de soledad, de miedo, de dolor, de hambre, y de vacío de Dios. Hay mucha gente que sufre y el ruido en que vivimos nos impide contemplar el sufrimiento y el dolor de tanta gente. Necesitamos silencio para escucharlos.
Necesitamos silencio porque la lengua es un arma muy peligrosa, y fijémonos cómo usamos nuestra lengua. ¿Qué decimos?, ¿Cómo lo decimos?, ¿Qué transmitimos generalmente? Muchas veces transmitimos angustia, sospechas, miedos, intrigas, tensión. Y muchas veces no dejamos que los demás hagan su silencio. Con nuestro ruido robamos a los otros la paz que podrían tener.
En el silencio, María, en una profunda oración recibió el anuncio del ángel, y en el silencio el Verbo se hizo carne. En el silencio de una noche estrellada, apartada de la ciudad nació Jesús. En el silencio del taller de Nazaret, Jesús trabajaba y meditaba en las cosas de su padre. En el silencio de las montañas y los lagos hablaba Jesús con su Padre Dios.
En el silencio se han concebido las grandes obras artísticas, científicas y filosóficas. En el silencio muchos hombres se han hecho grandes, porque han podido pensar.
¿Por qué no hace del silencio su mejor aliado en esta sociedad tan ruidosa? En el silencio encontrará la paz, el equilibrio, la serenidad y sobre todo en el silencio encontrará a Dios y no se olvide, ¡CON EL SOMOS INVENCIBLES!
En este mensaje al corazón le decimos, ¡Necesitamos Silencio! Sí necesitamos silencio en nuestras vidas para poder vivir a plenitud. Necesitamos silencio en nuestros corazones para contemplar las maravillas que nos rodean: la naturaleza con sus diferente tonalidades de verdes, los colores de las amapolas, de los lirios, de las rosas, las formas caprichosas de las rocas, la majestuosidad de las montañas, la humildad de las pequeñas colinas, la paz de los valles. La belleza de un atardecer, o de una noche de luna, o de un día soleado de campo se pierde porque nos falta silencio y soledad para contemplarlos.
Se necesita silencio para meditar en esos gestos de amor que tiene mucha gente para con nosotros. Para saborear la ternura de una madre que ama a sus hijos. Para contemplar la comprensión de nuestro amigo que no nos falló en los momentos de crisis. Para contemplar esos actos misericordiosos y llenos de perdón que ha tenido la gente que nos ama.
Necesitamos silencio para ver la belleza escondida en el rostro sucio y travieso de un niño, en el candor e inocencia de un nene durmiendo, en la grandeza escondida de un pequeño que irá creciendo y se irá haciendo un hombre lentamente, y que ya tiene esa grandeza en potencia, en germen.
Se necesita silencio para poder contemplar la grandeza de tantas vidas heroicas, que han brindado lo suyo para hacer de este mundo un mundo mejor y que han estado muy cercanos a nosotros brindando su pan, su consejo, su amor, su perdón, su comprensión.
Se necesita silencio para contemplar la paciencia que han tenido algunos con nosotros, para contemplar también el porqué oculto, pero dramático, que incluyen y mueven a algunos a realizar actos buenos y a otros a realizar actos ofensivos y dañinos. Se necesita silencio para ver en estos últimos, sus traumas, sus frustraciones, sus fracasos, las tinieblas que poco a poco envuelve sus vidas y que los lleva a eso. Se necesita silencio para perdonarlos y comprender su pobre situación.
Se necesita silencio para admirar los gestos sencillos, pero cargados de amor que mucha gente en la vida realiza. Se necesita silencio para que el esposo escuche los latidos del corazón amoroso y tierno de su esposa, su fidelidad, su paciencia y viceversa. Por falta de silencio se ahogan oportunidades maravillosas de amar, porque el ruido nos impide pensar, el ruido nos impide reflexionar, el ruido nos impide en definitiva amar.
Necesitamos silencio para contemplar la presencia de Dios que está en tí, que está en mí; la presencia del Señor que es nuestro eterno acompañante, nuestro más fiel amigo, el que siempre nos ama muy a pesar de nuestros pecados.
Necesitamos silencio para poder escuchar a Dios. El silencio es necesario para la contemplación de la Verdad. Leer la palabra de Señor y orar en silencio nos ayudará a saber quién es Dios para nosotros.
Necesitamos silencio para escuchar la voz del que sufre, la voz del que padece, el lamento del que nos necesita. Hay mucho lamento de soledad, de miedo, de dolor, de hambre, y de vacío de Dios. Hay mucha gente que sufre y el ruido en que vivimos nos impide contemplar el sufrimiento y el dolor de tanta gente. Necesitamos silencio para escucharlos.
Necesitamos silencio porque la lengua es un arma muy peligrosa, y fijémonos cómo usamos nuestra lengua. ¿Qué decimos?, ¿Cómo lo decimos?, ¿Qué transmitimos generalmente? Muchas veces transmitimos angustia, sospechas, miedos, intrigas, tensión. Y muchas veces no dejamos que los demás hagan su silencio. Con nuestro ruido robamos a los otros la paz que podrían tener.
En el silencio, María, en una profunda oración recibió el anuncio del ángel, y en el silencio el Verbo se hizo carne. En el silencio de una noche estrellada, apartada de la ciudad nació Jesús. En el silencio del taller de Nazaret, Jesús trabajaba y meditaba en las cosas de su padre. En el silencio de las montañas y los lagos hablaba Jesús con su Padre Dios.
En el silencio se han concebido las grandes obras artísticas, científicas y filosóficas. En el silencio muchos hombres se han hecho grandes, porque han podido pensar.
¿Por qué no hace del silencio su mejor aliado en esta sociedad tan ruidosa? En el silencio encontrará la paz, el equilibrio, la serenidad y sobre todo en el silencio encontrará a Dios y no se olvide, ¡CON EL SOMOS INVENCIBLES!
PREPÁRATE PARA LAS PRUEBAS...
Prepárate para las Pruebas...
Ya habéis oído lo que los malos pastores aman. Ved ahora lo que descuidan. No fortalecéis a las débiles, ni curáis a las enfermas, ni vendáis a las heridas, es decir, a las que sufren; no recogéis a las descarriadas, ni buscáis a las perdidas, y maltratáis brutalmente a las fuertes, destrozándolas y llevándolas a la muerte. Decir que una oveja ha enfermado quiere significar que su corazón es débil, de tal manera que puede ceder ante las tentaciones en cuanto sobrevengan y la sorprendan desprevenida.
El pastor negligente, cuando recibe en la fe a alguna de estas ovejas débiles, no le dice: Hijo mío, cuando te acerques al temor de Dios, prepárate para las pruebas; mantén el corazón firme, sé valiente. Porque quien dice tales cosas, ya está confortando al débil, ya está fortaleciéndole, de forma que, al abrazar la fe, dejará de esperar en las prosperidades de este siglo. Ya que, si se le induce a esperar en la prosperidad, esta misma prosperidad será la que le corrompa; y, cuando sobrevengan las adversidades, lo derribarán y hasta acabarán con él.
Así, pues, el que de esa manera lo edifica, no lo edifica sobre piedra, sino sobre arena. Y la roca era Cristo. Los cristianos tienen que imitar los sufrimientos de Cristo, y no tratar de alcanzar los placeres. Se conforta a un pusilánime cuando se le dice: «Aguarda las tentaciones de este siglo, que de todas ellas te librará el Señor, si tu corazón no se aparta lejos de él. Porque precisamente para fortalecer tu corazón vino él a sufrir, vino él a morir, a ser escupido y coronado de espinas, a escuchar oprobios, a ser, por último, clavado en una cruz. Todo esto lo hizo él por ti, mientras que tú no has sido capaz de hacer nada, no ya por él, sino por ti mismo».
¿Y cómo definir a los que, por temor de escandalizar a aquellos a los que se dirigen, no sólo no los preparan para las tentaciones inminentes, sino que incluso les prometen la felicidad en este mundo, siendo así que Dios mismo no la prometió? Dios predice al mismo mundo que vendrán sobre él trabajos y más trabajos hasta el final, ¿y quieres tú que el cristiano se vea libre de ellos? Precisamente por ser cristiano tendrá que pasar más trabajos en este mundo.
Lo dice el Apóstol: Todo el que se proponga vivir piadosamente en Cristo será perseguido. Y tú, pastor que tratas de buscar tu interés en vez del de Cristo, por más que aquél diga: Todo el que se proponga vivir piadosamente en Cristo será perseguido, tú insistes en decir: «Si vives piadosamente en Cristo, abundarás en toda clase de bienes. Y, si no tienes hijos, los engendrarás y sacarás adelante a todos, y ninguno se te morirá». ¿Es ésta tu manera de edificar? Mira lo que haces, y dónde construyes. Aquel a quien tú levantas está sobre arena. Cuando vengan las lluvias y los aguaceros, cuando sople el viento, harán fuerza sobre su casa, se derrumbará, y su ruina será total.
Sácalo de la arena, ponlo sobre la roca; aquel que tú deseas que sea cristiano, que se apoye en Cristo. Que piense en los inmerecidos tormentos de Cristo, que piense en Cristo, pagando sin pecado lo que otros cometieron, que escuche la Escritura que le dice: El Señor castiga a sus hijos preferidos. Que se prepare a ser castigado, o que renuncie a ser hijo preferido.
SAN AGUSTÍN.
¿Cómo reconocer lo que es bueno para mí?
Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net ¿Cómo reconocer lo que es bueno para mí? | |
Ante los conflictos de cada día, ¿cómo encontrar el camino correcto? ¿Qué es lo bueno para mí en esta hora, en estas circunstancias? | |
Si decimos que una cosa es buena, ¿qué queremos decir? Tal vez que nos gusta, o que nos sirve, o que conduce a la perfección de lo más específico de nuestra condición humana (la propia y la de otros). Las tres posibilidades apenas mencionadas fueron encuadradas ya desde el mundo griego, que distinguía entre bienes deleitables (placeres), bienes útiles, y bienes honestos. La pregunta, sin embargo, tiene que ir más a fondo: ¿de donde le viene a algo el que se presente como bueno para mí? Miramos por unos minutos el vuelo de una golondrina. Notamos la belleza de su forma, las acrobacias en el aire, el toque de sus giros imprevistos. Percibimos que es bueno mirarla, que ella misma es buena, que el tiempo que estamos allí, arrobados, vale la pena. Surgen, sin embargo, problemas, incluso conflictos. Al mirar el vuelo de la golondrina sustraigo tiempo que podría dedicar a resolver algunos problemas en la casa. Al emplear más tiempo para el estudio noto que me faltan horas para escuchar a un familiar que necesita ayuda. Ante los conflictos de cada día, ¿cómo encontrar el camino correcto? ¿Qué es lo bueno para mí en esta hora, en estas circunstancias, en el círculo de personas más cercanas o respecto de las que viven tal vez lejos? Las preguntas muestran la dificultad de encontrar lo bueno concreto para mí. Cerrar los ojos al problema y seguir simplemente el primer impulso puede llevarme a callejones sin salida, a daños en la propia vida o a penas en quienes me rodean. ¿Cómo, entonces, reconozco lo bueno para mí? Con una mirada serena, con un corazón atento, con una disciplina que me aparte del capricho inmediato y me abra a la justicia. También con la ayuda de consejos de quienes, desde la madurez adquirida tras buenas elecciones, pueden ofrecerme algo de luz. Sobre todo, encontraré lo bueno para mí (y para otros) con una oración sencilla, confiada, a Dios. En ella le pediré un corazón grande y una mente dispuesta a descubrir en cada momento ese bien que puedo realizar en los próximos pasos de mi caminar humano. |
domingo, 19 de junio de 2011
INVOQUEMOS A MARIA
Invoquemos a Marìa..
Si
queremos tener éxito en el apostolado, tenemos que invocar a María que
es la Reina de los apóstoles, pues Ella da fuerza y eficacia a todo
apostolado. En algunos lugares el hablar de Dios no mueve, pero el
hablar de María, de la Madre, sí que llega a las almas. Entonces
hablemos de Ella a las gentes, pues la Virgen prepara las almas para el
encuentro con su Hijo Jesús.
Así como María fue elegida por Dios para
que sea la estrella que anunciaba al Sol de Justicia, Jesucristo, así
también ahora María es la anunciadora de Jesús en el mundo, es la que
prepara al mundo a la venida del Reino de Dios.
Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-
Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-
JESÚS SE HA DISFRAZADO
Jesús se ha disfrazado
El abad de un monasterio se hallaba muy preocupado. Años atrás, su monasterio había visto tiempos de esplendor. Sus celdas habían estado repletas de jóvenes novicios y en la capilla resonaba el canto armonioso de sus monjes.
Pero habían llegado malos tiempos: la gente ya no acudía al monasterio a alimentar su espíritu. La avalancha de jóvenes candidatos había cesado y la capilla se hallaba silenciosa. Sólo quedaban unos pocos monjes que cumplían triste y rutinariamente sus obligaciones.
Un día, decidió pedir consejo, y acudió a un anciano obispo que tenía fama de ser hombre muy sabio en su avanzada edad. Emprendió el viaje, y días después se encontró frente al buen hombre. Le planteó la situación y le preguntó:
"- ¿A qué se debe esta triste situación? ¿Hemos cometido acaso algún pecado?".
A lo que el anciano obispo respondió:
"- Sí. Han cometido un pecado de ignorancia. El mismo Señor Jesucristo se ha disfrazado y está viviendo en medio de ustedes, y ustedes no lo saben". Y no dijo más.
El abad se retiró y emprendió el camino de regreso a su monasterio. Durante el viaje sentía como si el corazón se le saliese del pecho. ¡No podía creerlo! ¡El mismísimo Hijo de Dios estaba viviendo ahí en medio de sus monjes! ¿Cómo no había sido capaz de reconocerle? ¿Sería el hermano sacristán? ¿Tal vez el hermano cocinero? ¿O el hermano administrador? ¡No, el no! Por desgracia, él tenía demasiados defectos… Pero el anciano obispo había dicho que se había "disfrazado". ¿No serían acaso aquellos defectos parte de su disfraz? Bien mirado, todos en el convento tenían defectos… ¡y uno de ellos tenía que ser Jesucristo!
Cuando llegó al monasterio, reunió a sus monjes y les contó lo que había averiguado. Los monjes se miraban incrédulos unos a otros. ¿Jesucristo... aquí? ¡Increíble! Claro que si estaba disfrazado... Entonces, tal vez... Podría ser Fulano... ¿O Mengano? ¿O…?
Una cosa era cierta: Si el Hijo de Dios estaba allí disfrazado, no era probable que pudieran reconocerlo. De modo que empezaron todos a tratarse con respeto y consideración. "Nunca se sabe", pensaba cada cual para sí cuando trataba con otro monje, "tal vez sea éste…" El resultado fue que el monasterio recobró su antiguo ambiente de gozo desbordante.
Pronto volvieron a acudir decenas de candidatos pidiendo ser admitidos en la Orden, y en la capilla volvió a resonar el jubiloso canto de los monjes, radiantes del espíritu de Amor.
Gracias Josep Puig
El abad de un monasterio se hallaba muy preocupado. Años atrás, su monasterio había visto tiempos de esplendor. Sus celdas habían estado repletas de jóvenes novicios y en la capilla resonaba el canto armonioso de sus monjes.
Pero habían llegado malos tiempos: la gente ya no acudía al monasterio a alimentar su espíritu. La avalancha de jóvenes candidatos había cesado y la capilla se hallaba silenciosa. Sólo quedaban unos pocos monjes que cumplían triste y rutinariamente sus obligaciones.
Un día, decidió pedir consejo, y acudió a un anciano obispo que tenía fama de ser hombre muy sabio en su avanzada edad. Emprendió el viaje, y días después se encontró frente al buen hombre. Le planteó la situación y le preguntó:
"- ¿A qué se debe esta triste situación? ¿Hemos cometido acaso algún pecado?".
A lo que el anciano obispo respondió:
"- Sí. Han cometido un pecado de ignorancia. El mismo Señor Jesucristo se ha disfrazado y está viviendo en medio de ustedes, y ustedes no lo saben". Y no dijo más.
El abad se retiró y emprendió el camino de regreso a su monasterio. Durante el viaje sentía como si el corazón se le saliese del pecho. ¡No podía creerlo! ¡El mismísimo Hijo de Dios estaba viviendo ahí en medio de sus monjes! ¿Cómo no había sido capaz de reconocerle? ¿Sería el hermano sacristán? ¿Tal vez el hermano cocinero? ¿O el hermano administrador? ¡No, el no! Por desgracia, él tenía demasiados defectos… Pero el anciano obispo había dicho que se había "disfrazado". ¿No serían acaso aquellos defectos parte de su disfraz? Bien mirado, todos en el convento tenían defectos… ¡y uno de ellos tenía que ser Jesucristo!
Cuando llegó al monasterio, reunió a sus monjes y les contó lo que había averiguado. Los monjes se miraban incrédulos unos a otros. ¿Jesucristo... aquí? ¡Increíble! Claro que si estaba disfrazado... Entonces, tal vez... Podría ser Fulano... ¿O Mengano? ¿O…?
Una cosa era cierta: Si el Hijo de Dios estaba allí disfrazado, no era probable que pudieran reconocerlo. De modo que empezaron todos a tratarse con respeto y consideración. "Nunca se sabe", pensaba cada cual para sí cuando trataba con otro monje, "tal vez sea éste…" El resultado fue que el monasterio recobró su antiguo ambiente de gozo desbordante.
Pronto volvieron a acudir decenas de candidatos pidiendo ser admitidos en la Orden, y en la capilla volvió a resonar el jubiloso canto de los monjes, radiantes del espíritu de Amor.
Gracias Josep Puig
LA SANTÍSIMA TRINIDAD
LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Si quisiéramos identificar a la Santísima Trinidad por sus "misiones" en el tiempo, o atribuciones, diríamos que:
EL PADRE es el Principio de Vida, de quien todo procede. Se le atribuye la Creación.
EL HIJO procede eternamente del Padre, como engendrado por Él, y asumió en el tiempo una naturaleza humana por nuestra salvación. Se le atribuye la Redención.
EL ESPÍRITU SANTO es enviado por el Padre y el Hijo, como también procede de ellos, por vía de voluntad, a modo de amor; se manifestó primero en el Bautismo y en la Transfiguración de Jesús y luego el día de Pentecostés sobre los discípulos; habita en los corazones de los fieles con el don de la caridad (Cf. Ef 4,30). Se le atribuye la Santificación.
Porque el entendimiento humano no es capaz de comprender la esencia divina, no puede penetrar en el misterio de la vida íntima de Dios, sólo puede conocer lo que Dios revela y asumirlo con la fe; se puede aplicar aquí la frase de San Agustín: "Si lo comprendes, no es Dios". .
Una maravilla jamás imaginada
Autor: P . Sergio Córdova LC | Fuente: Catholic.net Una maravilla jamás imaginada | |
El misterio de la Santísima Trinidad, más que para ser entendido, es para ser amado y vivido en nuestro interior. | |
Y es que el misterio de la Santísima Trinidad, más que para ser especulado, es para ser amado y vivido en nuestra interioridad. Al menos, a mí me parece que así es mucho más sabroso y “digerible”. La razón es, por lo general, más fría e impersonal. Mientras que el amor es todo lo contrario. Pues bien, la Santísima Trinidad es un misterio de amor. Es más, es el misterio del “Amor de los amores” –como cantamos en un hermoso motete—. Dios, que “habita en una luz inaccesible” –como nos dice san Pablo en su carta a Timoteo (I Tim 6, 16)— se nos ha querido revelar por medio de su Palabra: Dios, en lo más profundo de su intimidad, es una comunión de personas divinas unidas por el amor. Más aún, son esas mismas personas que son el Amor personificado: el Padre, que es el amor creador; el Hijo, que es el amor redentor; el Espíritu Santo, que es el amor santificador. Pero, además, es un amor recíproco entre ellos mismos; un amor subsistente y personal. Un solo Dios verdadero y tres Personas distintas, cuya vida y existencia es puro Amor. Una relación de amor. Y el amor crea una comunión de personas. Como en el matrimonio y en la familia, pero en un grado infinito y divino. El amor es, por naturaleza, unidad y fecundidad. Esto es, en esencia, el misterio de la Santísima Trinidad. Y, ¿cómo explicarlo? Es muy difícil encontrar las palabras justas. Más fácil lo podremos comprender a la luz de la propia experiencia del amor que con un discurso racional, aunque sea filosófica y teológicamente muy correcto. ¿Quién de nosotros no sabe lo que es el amor? Todos lo hemos experimentado muchas veces en nuestra propia vida: hemos sentido el calor y la ternura de una madre; la fuerza y seguridad que nos infunde el amor de un padre; el cariño de una hermana o de una amiga; el gozo de la compañía y de la fidelidad de un hermano o de un amigo verdadero; y la dulzura incomparable del amor de una esposa o de un esposo, de unos hijos. Aristóteles definía la amistad como “una misma alma en dos cuerpos”. Y el poeta latino Horacio llamaba a Virgilio, su gran amigo, “dimidium animae meae”, “la mitad de mi alma”. Grandes poetas, literatos, músicos y artistas de todos los tiempos han ofrecido su tributo a la amistad. Y han reservado sus mejores canciones y sus notas más líricas para cantar la belleza del amor humano. Sin duda alguna, éste es el tema que más ha inspirado a los hombres a lo largo de la historia, sea en el arte, en la poesía o en la propia vida. Decía Dante Alighieri que “es el amor el que mueve el sol, el cielo y las estrellas”. Y el poeta Virgilio afirmaba: “amor vincit omnia”, “el amor es capaz de vencer todos los obstáculos”. Y tenían toda la razón. Y es que el amor es lo más grande, lo más noble, lo más bello, lo más maravilloso; en una palabra, lo más sagrado del ser humano. Por eso, con el amor no se juega y éste se merece los mayores sacrificios con tal de conservar toda su pureza y su fragancia virginal. San Juan nos dejó una estupenda definición de Dios: “Deus Charitas est”, “¡Dios es Amor!” (I Jn 4, 8). No se expresó en conceptos racionales, sino en un vocabulario propio del corazón. También lo otro pudo haber sido muy correcto. Pero también, sin duda, más frío e impersonal. Como aquellas definiciones que dio Aristóteles sobre Dios: “El motor Inmóvil”, “el Acto puro”, “la Inteligencia más perfecta”. O incluso aquella definición teológica y metafísica de santo Tomás de Aquino: “el único Ser necesario, absoluto y trascendente”, “el mismo Ser subsistente”. Pues sí. Es verdad. Pero, ¿no nos gustan y nos dicen inmensamente más las palabras propias del amor? Y llegados a este punto, sería interminable la lista de experiencias que todos tenemos sobre el amor… Como decía san Juan al final de su Evangelio, “ni todos los libros del mundo serían suficientes para poderlas contener”. Y es que el amor no se puede explicar con conceptos o con raciocinios filosóficos. Se siente. Se experimenta. Así también es Dios. Sí. Lo más maravilloso y sagrado del hombre es el amor. Y también lo más divino. Por eso, a Dios podemos encontrarlo en lo más profundo de nuestro ser, en lo más recóndito de nuestro espíritu. Dios allí habita. Los más altos pensadores de la humanidad así lo experimentaron. Séneca, aquel famoso filósofo romano de origen cordobés, aun sin ser cristiano, llegó a expresarse de esta manera: “sacer intra nos spiritus sedet, malorum bonorumque nostrorum observator et custos. In unoquoque virorum bonorum habitat deus”. En nuestra lengua cervantina sonaría así: “un espíritu sagrado reside dentro de nosotros, y es el observador y el guardián de nuestros males y de nuestros bienes. En cada alma virtuosa habita Dios” (Epístolas morales, núm. 41). San Pablo, por su parte, nos recuerda que “somos morada de la Santísima Trinidad, templos vivos de Dios y del Espíritu Santo” (I Cor 3, 16). Así fue como nos lo prometió nuestro Señor la noche de su despedida: “Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y en él haremos nuestra morada” (Jn 14, 23). ¡Éste es el núcleo más bello del misterio de la Santísima Trinidad! Y lo más maravilloso es que también nosotros hemos sido llamados a participar de esta vida íntima de Dios, que es amor. Y nos adentraremos en el seno de la Trinidad Santísima en la medida de nuestra vida de gracia y de nuestra caridad, que es el grado de amor sobrenatural en nuestra alma. |
viernes, 17 de junio de 2011
OASIS EN EL DESIERTO..
Oasis en el desierto
Autor: Padre Justo López Melús
Cuando Dios creaba el mundo, después de los astros, la tierra y el mar, creó también a las personas. Eran bellas criaturas, pero sin alma. «Hay que crear el alma», dijo Dios. Entonces Dios bajó a la tierra y dio un alma a cada persona. Alguna le salió deteriorada, y un día una de ellas dijo una pequeña mentira. Dios se dio cuenta y les dijo que no se debía mentir. «Por cada mentira, arrojaré un granito de arena», dijo Dios.
Los hombres no hicieron caso. La tierra era toda verde, no importaba un granito de arena; pero las mentiras se multiplicaron y el fraude y el engaño invadieron el mundo. Cayeron del cielo torrentes de arena y el vergel de la tierra se convirtió en un desierto. Sólo de cuando en cuando, donde todavía vivía alguna buena persona, quedaron algunos oasis. Los santos son como un enclave divino en la tierra, hermosos oasis que alegran la vista y producen numerosos frutos.
Autor: Padre Justo López Melús
Cuando Dios creaba el mundo, después de los astros, la tierra y el mar, creó también a las personas. Eran bellas criaturas, pero sin alma. «Hay que crear el alma», dijo Dios. Entonces Dios bajó a la tierra y dio un alma a cada persona. Alguna le salió deteriorada, y un día una de ellas dijo una pequeña mentira. Dios se dio cuenta y les dijo que no se debía mentir. «Por cada mentira, arrojaré un granito de arena», dijo Dios.
Los hombres no hicieron caso. La tierra era toda verde, no importaba un granito de arena; pero las mentiras se multiplicaron y el fraude y el engaño invadieron el mundo. Cayeron del cielo torrentes de arena y el vergel de la tierra se convirtió en un desierto. Sólo de cuando en cuando, donde todavía vivía alguna buena persona, quedaron algunos oasis. Los santos son como un enclave divino en la tierra, hermosos oasis que alegran la vista y producen numerosos frutos.
PENSAMIENTO DE STA. MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE
LA MÁS OBEDIENTE CANTARÁ POR ÉL VICTORIAS
"Mi divino
maestro, dice, me era asiduo compañero en los oficios que tenía que hacer a
todas horas. En este tiempo recibí gracias tan extraordinarias, sobre todo en el
misterio de la Pasión, que nunca las había sentido iguales; y esto causó en mí
un tan grande amor a la Cruz, que no puedo vivir un instante sin padecer, pero
en silencio, sin consuelo ni alivio, y morir con este Soberano de mi alma,
abrumada por la cruz de toda clase de padecimientos; esto ha durado toda mi
vida, la cual por su misericordia se ha pasado toda en este linaje de
ejercicios, que son los del puro amor".
Sta. Margarita María de Alacoque
OBSEQUIOS A LA VIRGEN MARÍA
Que los hijos amantes suelen tributar a su Santísima Madre;
y pueden servir de flores espirituales.
1) Consagrarle el mes que va desde el 7 de noviembre al 7 de diciembre.
2) Tener una imagen de María adornada en casa, y obsequiarla lo mejor que se pueda.
3) Saludarla afectuosamente al pasar delante de alguna iglesia o imagen suya.
4) Pedirle la bendición al levantarse por la mañana, y al acostarse por la noche.
5) Al salir de casa pide a la Virgen que bendiga tus pasos y acciones.
6) Inspirar la devoción de María a otros, sobre todo a los hijos y amigos.
7) Decir con grande afecto el Avemaría cuando diere el reloj.
8) En los peligros y tentaciones acogerse al manto de la Virgen invocando su auxilio.
9) Decir mañana y tarde un Avemaría con alguna oración a la Virgen.
10) Decir con toda confianza el “Acordaos” para alcanzar una buena muerte.
11) No dejes pasar día alguno sin ofrecer tu familia y tus trabajos a la Virgen.
12) Hacer a María protectora del hogar y la familia.
13) Llevar siempre algún escapulario o medalla de la Virgen.
14) Oír o hacer celebrar Misa en honor a María Santísima.
15) Visitar alguna Iglesia o altar consagrado a María.
16) Dar limosna a los pobres en obsequio de nuestra Señora.
17) Visitar y consolar algún enfermo por amor a María.
18) Socorrer a las almas del purgatorio más devotas de María rezando por ellas.
19) Entrar en alguna Congregación de la Virgen y observar fielmente sus estatutos.
20) Llevar medalla de la Virgen, y, apretándola de cuando en cuando al corazón, decirle: yo telo entrego para siempre, oh Madre mía.
21) Compadecerse de los dolores de la Virgen y rezar en su honor siete Avemarías.
22) Tener los sentidos, principalmente la vista, recogidos en honor de la Virgen.
23) Rezar con especial devoción el Angelus.
24) Ejercitarse en algún trabajo bajo y humilde por amor a María.
25) Ofrecer de cuando en cuando las penas y trabajos a María.
26) Imitar las virtudes de la Virgen, y para esto preguntarse a menudo: ¿qué haría María puesta en las circunstancias en que yo me hallo?
27) Ofrecer el Corazón a la Virgen.
28) Trabajar en la conversión de algún pecador.
29) Frenar la lengua en honor de María.
30) El principal obsequio y el más agradable a María es perseverar, en su devoción, cualquiera sea.
31) Rezar por el Santo Padre.
32) Hacer comuniones espirituales durante el día.
33) Rezar con fervor el Santo Rosario. 34)Hacer alguna mortificación en la comida.
35)Rezar por las misiones y los misioneros.
36) Hacer una visita a Jesús sacramentado.
37) Lectura espiritual sobre la Virgen.
38) Rezar por nuestro Padre Fundador y sus intenciones.
Fuente: cristorey.org
HAS COMO EL SOL...
Has como el sol
No te aferres al pasado Ni a los recuerdos tristes.No reabras la herida que ya cicatrizó.
No revivas los dolores y sufrimientos antiguos. Lo que pasó, pasó...
De ahora en adelante, pon tus fuerzas en construir una vida nueva,Orientada hacia lo alto y camina de frente, sin mirar atrás.
Haz como el sol que nace cada día, sin pensar en la noche que pasó.
Vamos, levántate...Porque la luz del sol ¡Esta afuera!
No te aferres al pasado Ni a los recuerdos tristes.No reabras la herida que ya cicatrizó.
No revivas los dolores y sufrimientos antiguos. Lo que pasó, pasó...
De ahora en adelante, pon tus fuerzas en construir una vida nueva,Orientada hacia lo alto y camina de frente, sin mirar atrás.
Haz como el sol que nace cada día, sin pensar en la noche que pasó.
Vamos, levántate...Porque la luz del sol ¡Esta afuera!
jueves, 16 de junio de 2011
CIRUGIA PLÁSTICA
Cirugía plástica
Un hombre muy feo se
sentía acomplejado por su rostro. Se enteró un día de los avances de la
cirugía estética y se fue a un experto cirujano para que le reformara su
rostro. Gastó un dineral, pero consiguió tener un rostro del todo
agradable. Esto le produjo una gran satisfacción al pensar en la alegría
de pasearse en su pueblo con su rostro nuevo. Pero la transformación
había sido tan radical que nadie, en su pueblo, lo reconoció. Con lo
cual se vio privado del gozo de sorprender a la gente con su belleza.
Si tenemos que amar al
prójimo como a nosotros, tenemos que empezar primero con amarnos a
nosotros mismos y tenemos que aceptarnos física y psicológicamente, como
somos y dar gracias a Dios por los dones que nos ha dado, aunque tengan
límites y defectos. Esto no excluye que se pueda a veces mejorar su
propia estética, pero lo que sí no es correcto, es el abuso de esta
posibilidad.
No está mal recurrir al
maquillaje y también, si el caso, a la cirugía plástica. pero tenemos
que cuidarnos de caer en un complejo de inferioridad. Lo que
verdaderamente vale no es ni el fruto del azar, ni de la naturaleza.
Tiene un auténtico valor lo que depende de nosotros, de nuestra
libertad, del como utilizamos los dones que Dios nos dio. Nadie es
perfecto y sería una falta de agradecimiento a Dios si envidiáramos los
dones que él dio a los demás sin apreciar los que nos dio a nosotros.
Más que envidiar y quejarnos por las cualidades que no tenemos, importa
hacer fructificar los dones que, como talentos a negociar, hemos
recibido de Dios. No vamos a dar cuenta a Dios sino de los dones que
hemos recibido.
(Desconozco Autor)
Oración del Educador
Muchas veces, Señor, en estos tiempos de sospecha, en medio de esta extraña incomprensión que nos rodea, originada por tantos intereses nada limpios, me he preguntado si es legítimo "ENSEÑAR", si está bien seguir así: entregando sin reserva, ofreciendo gratuitamente un proyecto humano de esperanza con sentido de justicia y confrontado con amor.
Y me ha llegado la respuesta en el encuentro que Tú mismo nos preparas cada día, haciendo confluir la disponibilidad y urgencia que has puesto en mí para revelar y contagiar todo un mundo de valores y el ansia que lleva cada niño, cada joven, de ser, de vivir en plenitud.
Sólo quiero acertar, Señor, porque acojo agradecido tu designio en esta vocación de servicio que me has dado. Deseo ser para mis estudiantes, libro abierto en el que puedan leer sus nombres y sientan la alegría al pronunciarlos, porque encajan con su vida. No intento que se parezcan a mí, sino que escuchen y secunden la voz de su interior; que sean, simplemente, ellos mismos.
Cultiva, Señor, mi corazón en la renuncia para que no crezca en vanas ilusiones. Purifica y corrige todo asomo de egoísmo y dame la paciencia y constancia necesarias para estar creando siempre un espacio de bondad.
Ser "MAESTRO" es algo grande: ya lo sé. Me basta recordar con qué estilo lo fue Jesús entre los hombres; por mi parte, sólo aspiro a evocar con mi presencia que seguimos siendo todos tus discípulos.
Muchas veces, Señor, en estos tiempos de sospecha, en medio de esta extraña incomprensión que nos rodea, originada por tantos intereses nada limpios, me he preguntado si es legítimo "ENSEÑAR", si está bien seguir así: entregando sin reserva, ofreciendo gratuitamente un proyecto humano de esperanza con sentido de justicia y confrontado con amor.
Y me ha llegado la respuesta en el encuentro que Tú mismo nos preparas cada día, haciendo confluir la disponibilidad y urgencia que has puesto en mí para revelar y contagiar todo un mundo de valores y el ansia que lleva cada niño, cada joven, de ser, de vivir en plenitud.
Sólo quiero acertar, Señor, porque acojo agradecido tu designio en esta vocación de servicio que me has dado. Deseo ser para mis estudiantes, libro abierto en el que puedan leer sus nombres y sientan la alegría al pronunciarlos, porque encajan con su vida. No intento que se parezcan a mí, sino que escuchen y secunden la voz de su interior; que sean, simplemente, ellos mismos.
Cultiva, Señor, mi corazón en la renuncia para que no crezca en vanas ilusiones. Purifica y corrige todo asomo de egoísmo y dame la paciencia y constancia necesarias para estar creando siempre un espacio de bondad.
Ser "MAESTRO" es algo grande: ya lo sé. Me basta recordar con qué estilo lo fue Jesús entre los hombres; por mi parte, sólo aspiro a evocar con mi presencia que seguimos siendo todos tus discípulos.
TODOS SOMOS ÁNGELES
Todos somos Ángeles
Autor: Madre Teresa de Calcuta
Todos somos ángeles de una sola ala,la unica manera que tenemos de volar es abrazándonos unos a otros. Vale mas fracasar por intentar un triunfo que dejar de triunfar por temor a un fracaso
La cosa mas facil: Equivocarse
El obstáculo mas grande: El miedo.
El error mayor: Abandonarse.
La raíz de todos los males: El egoísmo.
La distracción mas bella: El trabajo.
La peor derrota: El desaliento.
Los mejores profesores: Los niños.
La primera necesidad: Comunicarse.
Lo que nos hace mas feliz: Ser útiles a los demás.
El misterio mas grande: La muerte.
El peor defecto: El malhumor.
La persona mas peligrosa: La mentirosa.
La mayor satisfacción: El deber cumplido.
El sentimiento mas ruin: El rencor
El mejor remedio: El optimismo.
El regalo mas bello: El perdón.
El resguardo mas eficaz: La sonrisa.
Lo imprescindible: El hogar.
La ruta mas rápida: El camino correcto.
La sensación mas grata: La paz interior.
La fuerza mas potente del mundo: La fe.
Las personas mas necesarias: Los padres.
La cosa mas bella de todas: El amor
Autor: Madre Teresa de Calcuta
Todos somos ángeles de una sola ala,la unica manera que tenemos de volar es abrazándonos unos a otros. Vale mas fracasar por intentar un triunfo que dejar de triunfar por temor a un fracaso
La cosa mas facil: Equivocarse
El obstáculo mas grande: El miedo.
El error mayor: Abandonarse.
La raíz de todos los males: El egoísmo.
La distracción mas bella: El trabajo.
La peor derrota: El desaliento.
Los mejores profesores: Los niños.
La primera necesidad: Comunicarse.
Lo que nos hace mas feliz: Ser útiles a los demás.
El misterio mas grande: La muerte.
El peor defecto: El malhumor.
La persona mas peligrosa: La mentirosa.
La mayor satisfacción: El deber cumplido.
El sentimiento mas ruin: El rencor
El mejor remedio: El optimismo.
El regalo mas bello: El perdón.
El resguardo mas eficaz: La sonrisa.
Lo imprescindible: El hogar.
La ruta mas rápida: El camino correcto.
La sensación mas grata: La paz interior.
La fuerza mas potente del mundo: La fe.
Las personas mas necesarias: Los padres.
La cosa mas bella de todas: El amor
JESUCRISTO, SACERDOTE
Autor: P. Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net Jesucristo, Sacerdote | |
Cristo es verdadero Sumo Sacerdote, el Salvador del mundo. De un modo personal, profundo, quiere ser, también, mi Salvador. | |
Nuestro corazón está herido por el pecado, nuestra mente vive dispersa en mil distracciones vanas, nuestra voluntad flaquea entre el bien y el mal, entre el egoísmo y el amor. ¿Quién nos salvará? ¿Quién nos apartará del pecado y de la muerte? Sólo Dios. Por eso necesitamos acercarnos a Él para pedir perdón. Pero, entonces, “¿quién subirá al monte de Yahveh?, ¿quién podrá estar en su recinto santo?” Sólo alguien bueno, sólo alguien santo: “El de manos limpias y puro corazón, el que a la vanidad no lleva su alma, ni con engaño jura” (Sal 24,3-4). Sabemos quién es el que tiene las manos limpias, quién es el que tiene un corazón puro, quién puede rezar por nosotros: Jesucristo. Jesucristo puede presentarse ante el Padre y suplicar por sus hermanos los hombres. Es el verdadero, el único, el “Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec” (Hb 5,10; 6,20). Es el auténtico “mediador entre Dios y los hombres” (1Tm 2,5), como explica el “Catecismo de la Iglesia Católica” (nn. 1544-1545). Cristo es el único Salvador del mundo. De un modo personal, profundo, quiere ser, también, mi Salvador. Celebrar a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, nos llena de alegría. El altar recibe la Sangre del Cordero. El Sacerdote que ofrece, que se ofrece como Víctima, es el Hijo de Dios e Hijo de los hombres. El Padre, desde el cielo, mira a su Hijo, el Cordero que quita el pecado del mundo, el Sumo Sacerdote que se compadece de sus hermanos. El pecado queda borrado, el mal ha sido vencido, porque el Hijo entregó su vida para salvar a los que vivían en tinieblas y en sombras de muerte (cf. Lc 1,79). Podemos, entonces, subir al monte del Señor, acercarnos al altar de Dios, participar en el Banquete, tocar al Salvador. Como en la Última Cena, Jesús nos dará su Cuerpo y su Sangre. Como a los Apóstoles, lavará nuestros pies, y nos pedirá que le imitemos: “Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve” (Lc 22,27). “Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros” (Jn 13,15). Ese es nuestro Sumo Sacerdote, el Cordero que salva, el Hijo amado del Padre. A Él acudimos, cada día, con confianza: “Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado. Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para una ayuda oportuna” (Hb 4,15-16). |
miércoles, 15 de junio de 2011
CONSAGRACIÓN DE LAS FAMILIAS A LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y DE MARÍA.
CONSAGRACIÓN DE LAS FAMILIAS A LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y DE MARÍA.
Santísimos corazones de Jesús y María,
unidos en el amor perfecto,
como nos miráis con misericordia y cariño,
consagramos nuestros corazones,
nuestras vidas, y nuestras familias a Vosotros.
Conocemos que el ejemplo bello
de Vuestro hogar en Nazaret fue un modelo
para cada una de nuestras familias.
Esperamos obtener, con Vuestra ayuda,
la unión y el amor fuerte y perdurable
que Os disteis.
Qué nuestro hogar sea lleno de gozo.
Qué el afecto sincero, la paciencia, la tolerancia,
y el respeto mutuo sean dados libremente a todos.
Qué nuestras oraciones
incluyan las necesidades de los otros,
no solamente las nuestras.
Y qué siempre estemos cerca de los sacramentos.
Bendecid a todos los presentes
y también a los ausentes,
tantos los difuntos como los vivientes;
qué la paz esté con nosotros,
y cuando seamos probados,
conceded la resignación cristiana
a la voluntad de Dios.
Mantened nuestras familias cerca
de Vuestros Corazones;
qué Vuestra protección
especial esté siempre con nosotros.
Sagrados Corazones de Jesús y María,
escuchad nuestra oración.
Amen
Santísimos corazones de Jesús y María,
unidos en el amor perfecto,
como nos miráis con misericordia y cariño,
consagramos nuestros corazones,
nuestras vidas, y nuestras familias a Vosotros.
Conocemos que el ejemplo bello
de Vuestro hogar en Nazaret fue un modelo
para cada una de nuestras familias.
Esperamos obtener, con Vuestra ayuda,
la unión y el amor fuerte y perdurable
que Os disteis.
Qué nuestro hogar sea lleno de gozo.
Qué el afecto sincero, la paciencia, la tolerancia,
y el respeto mutuo sean dados libremente a todos.
Qué nuestras oraciones
incluyan las necesidades de los otros,
no solamente las nuestras.
Y qué siempre estemos cerca de los sacramentos.
Bendecid a todos los presentes
y también a los ausentes,
tantos los difuntos como los vivientes;
qué la paz esté con nosotros,
y cuando seamos probados,
conceded la resignación cristiana
a la voluntad de Dios.
Mantened nuestras familias cerca
de Vuestros Corazones;
qué Vuestra protección
especial esté siempre con nosotros.
Sagrados Corazones de Jesús y María,
escuchad nuestra oración.
Amen
OCHO REGALOS QUE NO CUESTAN UN CENTAVO
Ocho regalos que no cuestan un centavo
1.- El regalo de Escuchar.Pero realmente escuchar, sin interrumpir, bostezar, o criticar. Sólo escuchar.
2.- El regalo del Cariño. Ser generoso con besos, abrazos, palmadas en la espalda y apretones de manos, estas pequeñas acciones demuestra el cariño por tu familia y amigos.
3.- El regalo de la sonrisa. Llena tu vida de imágenes con sonrisas, dibujos, caricaturas y tu regalo dirá: "me gusta reír contigo"
4.- El regalo de las notas escritas. Esto puede ser un simple "gracias por ayudarme", un detalle como estos puede ser recordado de por vida Y TAL VEZ CAMBIARLA.
5.- El regalo de un cumplido.Un simple y sincero "te ves genial de rojo", "has hecho un gran
trabajo" o "fue una estupenda comida" puede hacer especial un día.
6.- El regalo del favor.Todos los días procura hacer un favor.
7.- El regalo de la soledad. Hay días que no hay nada mejor que estar solo. Sé sensible a aquellos días y da este regalo o solicítalo a los demás.
8.- El regalo de la disposición a la gratitud. La forma más fácil de hacer sentir bien a la gente es decirle cosas que no son difíciles de decir como "Hola" y "Muchas Gracias".
Los amigos son raras joyas, que pueden hacerte enojar y sonreír, que poco a poco aprenden a escuchar, a alentarte y ellos siempre abrirán su corazón a nosotros. Demuéstrale a tus amigos lo mucho que los estimas regalándoles este mensaje.
1.- El regalo de Escuchar.Pero realmente escuchar, sin interrumpir, bostezar, o criticar. Sólo escuchar.
2.- El regalo del Cariño. Ser generoso con besos, abrazos, palmadas en la espalda y apretones de manos, estas pequeñas acciones demuestra el cariño por tu familia y amigos.
3.- El regalo de la sonrisa. Llena tu vida de imágenes con sonrisas, dibujos, caricaturas y tu regalo dirá: "me gusta reír contigo"
4.- El regalo de las notas escritas. Esto puede ser un simple "gracias por ayudarme", un detalle como estos puede ser recordado de por vida Y TAL VEZ CAMBIARLA.
5.- El regalo de un cumplido.Un simple y sincero "te ves genial de rojo", "has hecho un gran
trabajo" o "fue una estupenda comida" puede hacer especial un día.
6.- El regalo del favor.Todos los días procura hacer un favor.
7.- El regalo de la soledad. Hay días que no hay nada mejor que estar solo. Sé sensible a aquellos días y da este regalo o solicítalo a los demás.
8.- El regalo de la disposición a la gratitud. La forma más fácil de hacer sentir bien a la gente es decirle cosas que no son difíciles de decir como "Hola" y "Muchas Gracias".
Los amigos son raras joyas, que pueden hacerte enojar y sonreír, que poco a poco aprenden a escuchar, a alentarte y ellos siempre abrirán su corazón a nosotros. Demuéstrale a tus amigos lo mucho que los estimas regalándoles este mensaje.
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