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martes, 19 de diciembre de 2017
EL PAPA FRANCISCO CRITICA A LOS PAÍSES DONDE NO NACEN HIJOS Y ASEGURA QUE ES OBRA DEL DEMONIO
El Papa critica a los países donde no nacen hijos y asegura que es obra del demonio
Foto: L'Osservatore Romano
VATICANO, 19 Dic. 17 / 08:20 am (ACI).- Al comentar el Evangelio de la liturgia del día, el Papa Francisco criticó a los países donde la natalidad es baja y dijo que es el resultado del engaño del demonio.
En la Misa que celebró en la Casa Santa Marta, el Pontífice recordó que el primer mandamiento de Dios fue el de “llenad la tierra, sed fecundos”. Y afirmó que “donde está Dios hay fecundidad”:
“Me viene a la mente cómo algunos países han elegido el camino de la esterilidad y padecen de esa enfermedad tan mala que es el invierno demográfico”.
“Los conocemos. No tienen hijos. ‘No, que el bienestar, que esto, que lo otro’. Ciudades vacías de niños, y esto no es una bendición. Pero esto es una cosa de paso. La fecundidad siempre es una bendición de Dios”, añadió.
En este sentido, advirtió de que “el diablo quiere la esterilidad. Quiere que cada uno de nosotros no viva para dar vida, sea física o espiritualmente, a los demás”. “Que viva para sí mismo: el egoísmo, la soberbia, la vanidad. Engordar el alma sin vivir para los otros. El diablo es el que hace crecer la cizaña del egoísmo y no nos hace fecundos”.
Francisco expresó que es una gracia tener hijos y habló de la Navidad: “aquí hay una cuna vacía, la podemos observar. Puede ser símbolo de esperanza porque vendrá el Niño, puede ser un objeto de museo, vacía toda la vida”.
“Nuestro corazón es una cuna. ¿Cómo es mi corazón? ¿Está vacío, siempre vacío, pero abierto a recibir continuamente vida y dar vida? ¿Para recibir y ser fecundo? ¿O será un corazón conservado como un objeto de museo que nunca ha estado abierto a la vida y a dar la vida?”, invitó a preguntarse a los fieles.
LA VIRGEN LO SALVÓ
La Virgen lo salvó
En la vida del Cura de Ars leemos un hecho sorprendente por donde se lo mire. Nos enseña en primer lugar que la devoción sincera a la Madre de Dios es prenda de salvación. Pequeños actos en su honor nos atraen gracias especiales de repercusión en la eternidad.
Un día, entre la larga fila de peregrinos que acudían a ver al santo Cura de Ars, había una mujer vestida de luto riguroso por su marido, que se había arrojado desesperado desde un puente para acabar con su vida, lo que de hecho logró. La viuda, afligida, acudió al Santo para ver lo que se podía hacer por su alma, pues tal pecado mortal, el suicidio, habría supuesto su condenación eterna. Pasó ante ella el santo Cura, y sin darle tiempo a hablar le dijo al oído: —¡Está salvado! (La mujer se turbó). —Su esposo se ha salvado. Está en el Purgatorio y hay que rezar mucho por él. Mientras rodaba hacia la muerte, tuvo tiempo de hacer un acto de contrición. ¿Recuerda el altar que durante el mes de mayo se levanta a la salida del pueblo? Pues su marido, aunque era irreligioso, gustaba de ponerle una flor a la Virgen para adornar el altar, y esas flores le han valido el arrepentimiento y el perdón final...
Y otra enseñanza es que no podemos cerrar el juicio sobre los que se suicidan. María Simma, que tuvo el carisma de ser visitada por las almas del Purgatorio, afirma que muchas veces el suicidio es resultado de una enfermedad mental-emocional, y evidentemente el Señor lo tiene en cuenta. Como le dijo el Cura de Ars a la esposa, oremos por estas personas.
* Enviado por el P. Natalio
LA GRANDEZA DE LOS PEQUEÑOS
La grandeza de los pequeños
1) Para saber
En la primera semana de Adviento, el Papa Francisco, durante su homilía pronunciada en la Misa, señaló que todo cristiano debe ser humilde si quiere crecer hacia la plenitud del Espíritu Santo. Ahora bien, “¿qué es ser humilde?”, se preguntó el Santo Padre. “Algunos pueden pensar que ser humilde es ser educado, cortés, cerrar los ojos cuando se reza… No, ser humilde no es eso. Entonces, ¿cómo puedo saber si soy humilde?”, insistió.
“Hay una señal para saber si tengo humildad: aceptar la humillación. La humildad sin humillación no es humildad. Humilde es aquel hombre, aquella mujer, que es capaz de soportar las humillaciones como las ha soportado Jesús, el humillado, el gran humillado”, explicó.
2) Para pensar
Se cuenta que había un niño pastorcito que cuidaba sus ovejas en el campo. El niño era piadoso y se había hecho el mismo un rosario con una cuerda a la que le había hecho diez nudos para las avemarías, y así rezaba mientras sus ovejas pastaban. En eso pasó un señor, el cual vivía alejado de Dios. Tanía tan poca fe, que casi desaparecía. Al ver al niño que el niño rezaba se acercó para cuestionarlo. El pastorcito lo saludó amablemente. El señor, en un tono medio burló y con un tufillo de orgullo le hizo una propuesta al niño: “Mira, te daré una manzana si me dices dónde está el Dios al que le rezas”. El niño se desconcertó, pero se puso a pensar y se le iluminó el rostro y contestó: “Mire señor, yo le doy dos manzanas si me dice dónde no está Dios”.
El señor se retiró humillado, reconociendo que el niño sabía más que él.
Hay un pasaje en el Evangelio donde el Señor da gracias a Dios Padre por revelárseles a los pequeños y humildes. Una condición para abrirse a los misterios divinos es tener un corazón humilde. Pensemos qué tan abierto tenemos el corazón.
3) Para vivir
Cada cristiano, dice el Papa, es “como un pequeño brote donde se posará el Espíritu del Señor, espíritu de sabiduría y de inteligencia… De la pequeñez se crece a la plenitud del Espíritu. Esta es la vida del cristiano… Es preciso ser conscientes de que cada uno de nosotros es un brote de aquella raíz que debe crecer. La misión del cristiano será custodiar ese brote que crece en nosotros, custodiar el Espíritu”.
La vida del cristiano ha de ser un crecimiento, y para ello hay que llevar el estilo de vida del cristiano: “Es un estilo como el de Jesús, sustentado en la humildad”, dice el Papa. El Pontífice finalizó su homilía pidiendo “que el Señor nos de esta grandeza de custodiar lo pequeño hacia la plenitud del Espíritu. No olvidéis las raíces y aceptad las humillaciones”.
© Pbro. José Martínez Colín
CALCULANDO LA NAVIDAD: LA AUTÉNTICA HISTORIA DEL 25 DE DICIEMBRE
Calculando la Navidad: la auténtica historia del 25 de diciembre
La opción del 25 de diciembre es el resultado de los intentos realizados por los primeros cristianos para averiguar la fecha de nacimiento de Jesús.
Por: William J. Tighe | Fuente: www.forumlibertas.com
No fueron los cristianos quienes asumieron una fiesta pagana, sino al revés. Recuperamos un artículo muy útil en estas fechas.
Muchos cristianos creen que el cristianismo celebra el nacimiento de Cristo el 25 de diciembre porque los padres de la Iglesia se apropiaron de la fecha de un festival pagano. Casi nadie da importancia a este hecho, excepto algunos grupos marginales de evangélicos americanos, que parecen interpretar que ello convierte a la Navidad en un festival pagano.
Sin embargo, resulta interesante saber que la opción del 25 de diciembre es el resultado de los intentos realizados por los primeros cristianos para averiguar la fecha de nacimiento de Jesús, basándose en cálculos de calendario que nada tenían que ver con los festivales paganos.
Fue más bien al contrario, ya que el festival pagano del "Nacimiento del Sol Invicto", instituido por el emperador romano Aurelio el 25 de diciembre de 274, fue casi con toda certeza un intento de crear la alternativa pagana a una fecha que ya gozaba de cierta importancia para los cristianos romanos. Así pues, "los orígenes paganos de la Navidad" son un mito sin fundamento histórico.
Un error
La idea de que la fecha fue sacada de los paganos se remonta a dos estudiosos de finales del siglo XVII y principios del XVIII. Paul Ernst Jablonski, un protestante alemán, pretendía demostrar que la celebración del nacimiento de Cristo el 25 de diciembre era una de las muchas "paganizaciones" del cristianismo que la Iglesia del siglo IV había adoptado, como una de las muchas "degeneraciones" que habían transformado el cristianismo apostólico puro en catolicismo.
Dom Jean Hardouin, un monje benedictino, intentó demostrar que la Iglesia católica había adoptado festivales paganos para fines cristianos sin paganizar el Evangelio. En el calendario juliano, creado en el año 45 a.C. bajo Julio César, el solsticio de invierno caía en 25 de diciembre y, por tanto, a Jablonski y a Hardouin les pareció evidente que esa fecha debía haber contenido obligatoriamente un significado pagano antes de haber sido cristiano.
Pero, en realidad, la fecha no había tenido ningún sentido religioso en el calendario festivo pagano en tiempos anteriores a Aurelio, y el culto al sol tampoco desempeñaba un papel importante en Roma antes de su llegada.
Había dos templos del sol en Roma. Uno de ellos (mantenido por el clan en el que nació o fue adoptado Aurelio) celebraba su festival de consagración el 9 de agosto, y el otro el 28 de agosto. Sin embargo, ambos cultos cayeron en desuso en el siglo II, en que los cultos solares orientales, como el mitraísmo, empezaron a ganar adeptos en Roma. Y en cualquier caso, ninguno de estos cultos, antiguos o nuevos, tenían festivales relacionados con solsticios o equinoccios.
Lo que ocurrió realmente fue que Aurelio, que gobernó desde el año 270 hasta su asesinato en 275, era hostil hacia el cristianismo, y está documentado que promocionó el establecimiento del festival del "Nacimiento del Sol Invicto" como método para unificar los diversos cultos paganos del Imperio Romano alrededor de una conmemoración del "renacimiento" anual del sol. Lideró un imperio que avanzaba hacia el colapso, ante las agitaciones internas, las rebeliones en las provincias, el declive económico y los repetidos ataques por parte de tribus germanas por el norte y del Imperio Persa por el este.
Al crear esa nueva festividad, su intención era que el día 25, en el que comenzaba a alargarse la luz del día y a acortarse la oscuridad, fuera un símbolo del esperado "renacimiento" o eterno rejuvenecimiento del Imperio Romano, que debía ser el resultado de la perseverancia en la adoración de los dioses cuya tutela (según creían los romanos) había llevado a Roma a la gloria y a gobernar el mundo entero. Y si podía solaparse con la celebración cristiana, mejor aún.
Una consecuencia
Es cierto que la primera prueba de una celebración cristiana en 25 de diciembre como fecha de la Natividad del Señor se encuentra en Roma, algunos años después de Aurelio, en el año 336 d.C., pero sí hay pruebas del Este griego y del oeste latino donde los cristianos intentaban averiguar la fecha del nacimiento de Cristo mucho antes de que lo empezaran a celebrar de una forma litúrgica, incluso en los siglos II y III. De hecho, las pruebas indican que la atribución a la fecha de 25 de diciembre fue una consecuencia de los intentos por determinar cuándo se debía celebrar su muerte y resurrección.
¿Y cómo ocurrió todo esto? Parece haber una contradicción en la fecha de la muerte del Señor entre los Evangelios Sinópticos y el Evangelio de Juan. Los sinópticos la situarían en la Pascua de los judíos (después de la Última Cena la noche anterior), mientras que Juan la describiría en la Víspera de la Pascua, en el momento en que los corderos eran sacrificados en el Templo de Jerusalén para el ágape que tendría lugar después de la salida del sol ese mismo día.
La solución a esta cuestión implica contestar a la pregunta de si la Santa Cena fue un ágape pascual o una cena que tuvo lugar un día antes, lo cual no estudiaremos aquí. Basta con decir que la primitiva Iglesia siguió a Juan y no a los sinópticos y, por tanto, creyó que la muerte de Cristo había tenido lugar el 14 Nisán, de acuerdo con el calendario lunar judío.
Por cierto, los estudiosos modernos se muestran de acuerdo con que la muerte de Cristo podría haber tenido lugar en el año 30 o en el 33 d.C., ya que éstos son los únicos años de esa época en los que la Vigilia de Pascua podían haber caído en viernes. Las posibilidades son, por tanto, el 7 de abril del 30 o el 3 de abril del 33.
Sin embargo, dado que la Iglesia primitiva fue forzosamente separada del judaísmo, entró en un mundo de calendarios distintos y tuvo que instaurar sus propios momentos para celebrar la Pasión del Señor, en parte también para independizarse de los cálculos rabínicos de la fecha de Pascua. Por otra parte, como el calendario judío era un calendario lunar que constaba de 12 meses de 30 días cada uno, cada pocos años debía añadirse un mes decimotercero por un decreto del Sanedrín, para mantener el calendario sincronizado con los equinoccios y los solsticios, así como para evitar que las estaciones se fueran "desviando" hacia meses inapropiados.
Aparte de la dificultad que debieron tener los cristianos en investigar, o quizás en ser bien informados sobre las fechas pascuales en un determinado año, el hecho de seguir un calendario lunar diseñado por ellos habría dispuesto en su contra tanto a judíos como a paganos, y seguramente también les habría sumido en inacabables disputas entre sí mismos.
El siglo II vio fuertes disputas sobre si la Pascua tenía que caer siempre en domingo o en cualquier día de la semana dos días después del 14 Artemision/Nisán, pero haber seguido un calendario lunar no habría hecho más que agravar estos problemas.
Estas divergencias eran interpretadas de distintas maneras entre los cristianos griegos de la parte oriental del imperio y los cristianos latinos en la parte occidental del mismo. Parece ser que los cristianos griegos quisieron encontrar una fecha equivalente a su 14 Nisán en su propio calendario solar y, dado que el Nisán era el mes en el que tenía lugar el equinoccio de primavera, eligieron el día 14 de Artemision, el mes en el que el equinoccio de primavera caía invariablemente en su propio calendario.
Alrededor del 300 d.C., el calendario griego fue solapado por el romano y, como las fechas de principio y final de los meses en estos dos sistemas no coincidían, el 14 Artemision se convirtió en el 6 de abril.
No obstante, parece que los cristianos latinos del siglo II en Roma y África del norte querían establecer la fecha histórica en la que murió Jesús. En la época de Tertuliano [c.155 -220 d.C.] habían concluido que murió en viernes, 25 de marzo del 29. Como nota aparte, debo hacer constar que ello es imposible: el 25 de marzo del 29 no cayó en viernes, y la Víspera de Pascua judía en el 29 d.C. no caía en viernes ni en 25 de marzo, ni siquiera en el mes de marzo.
Edad Integral
Así pues, en el este, tenemos el 6 de abril y, en el oeste, el 25 de marzo. Llegados a este punto, debemos introducir una creencia que parece ser que se propagó en el judaísmo en el tiempo de Cristo, pero la cual, como no aparece en la Biblia, no han tenido presente los cristianos. Se trata de la "edad integral" de los grandes profetas judíos: la idea de que los profetas de Israel murieron en la misma fecha que la de su nacimiento o concepción.
Este conocimiento es un factor clave a la hora de entender por qué algunos de los primeros cristianos llegaron a la conclusión de que el 25 de diciembre fue la fecha del nacimiento de Jesucristo. Los primeros cristianos aplicaron esta idea a Jesús, con lo que el 25 de marzo y el 6 de abril no sólo eran las supuestas fechas de la muerte de Jesús, sino también las de su concepción o nacimiento. Existe alguna prueba fugaz de que al menos algunos cristianos en los siglos I y II consideraron el 25 de marzo y el 6 de abril como la fecha del nacimiento de Cristo, pero rápidamente prevaleció la asignación del 25 de marzo como la fecha de la concepción de Cristo.
Y es en este día, conmemorado casi universalmente entre cristianos como la Fiesta de la Anunciación, cuando el Arcángel Gabriel llevó la Buena Nueva de un salvador a la Virgen María, con cuyo consentimiento la Palabra de Dios ("Luz de Luz, Dios verdadero del Dios verdadero, nacido del Padre antes de todos los tiempos") se encarnó en su vientre. ¿Cuánto dura un embarazo? Nueve meses. Si contamos nueve meses a partir del 25 de marzo, es 25 de diciembre; si es a partir del 6 de abril, tenemos el 6 de enero. El 25 de diciembre es Navidad y, el 6 de enero, es la Epifanía.
La Navidad (el 25 de diciembre) es una fiesta de origen cristiano occidental. Parece que en Constantinopla fue introducida en el año 379 ó 380. De un sermón de San Juan Crisóstomo, que en su época fue un renombrado asceta y predicador en su nativa Antioquía, parece que ahí la fiesta se celebró por primera vez el 25 de diciembre del 386. Desde esos centros, se esparció por todo el Oriente cristiano y se adoptó en Alejandría alrededor del 432, mientras que en Jerusalén se asumió un siglo o un poco más después. Los armenios, solos entre las Iglesias cristianas antiguas, nunca la adoptaron, y hasta hoy llevan celebrando el nacimiento de Cristo, la adoración de los Reyes y el bautismo el 6 de enero.
Por su parte, las Iglesias occidentales fueron adoptando gradualmente la celebración de la Epifanía del este el 6 de enero, y Roma lo hizo entre el 366 y el 394. Pero en Occidente, esta festividad se presentaba normalmente como la conmemoración de la visita de los Reyes Magos al niño Jesús y, como tal, era una fiesta importante, pero no una de las más determinantes. Ello provocaba un fuerte contraste con la posición de la Iglesia oriental, donde sigue siendo la segunda fiesta más importante de la iglesia después de la Pascua.
En Oriente, la Epifanía es mucho más importante que la Navidad. La razón es que la festividad también celebra el bautismo de Cristo en el Jordán y el momento en que la Voz del Padre y el Descenso del Espíritu Santo manifestaron por primera vez a los mortales la divinidad del Cristo Encarnado y la Trinidad de las 3 Personas en un solo Dios.
Una fiesta cristiana
Así pues, parece que el 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Cristo no está en absoluto en deuda con las influencias paganas en las prácticas de la Iglesia durante o después del tiempo de Constantino. Es totalmente improbable que fuera la fecha exacta del nacimiento de Cristo, pero surgió estrictamente de los esfuerzos de los primeros cristianos latinos para averiguar la fecha histórica de la muerte de Cristo.
En cambio, la fiesta pagana que instituyó el emperador Aurelio en esa fecha, en el año 274, no sólo fue un esfuerzo para utilizar el solsticio de invierno con el objetivo de hacer una declaración política, sino que, casi con toda certeza, fue también un intento de dar un sentido pagano a una fecha ya importante para los cristianos romanos. A su vez, los cristianos podrían más tarde volver a adoptar la fiesta del "Nacimiento del Sol Invicto" para referirse, en memoria del nacimiento de Jesús, a la ascensión del "Sol de la Salvación" o el "Sol de la Justicia".
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William J. Tighe, corresponsal de TOUCHSTONE y profesor adjunto de la Universidad de Muhlenberg. Para los interesados, recomienda la lectura de Los Orígenes del Año Litúrgico de Thomas J. Talley.
DE LA CONFIANZA EN DIOS
De la confianza en Dios
La confianza en Dios es la mayor prueba que podemos dar en el ejercicio del Amor de Dios
Por: Cristiandad.org | Fuente: Catholic.net
La confianza es una entrega sin reservas a la acción de la Providencia Divina, es un abandono de sí mismo y de nuestros medios para esperar únicamente en la Bondad y Sabiduría del Sagrado Corazón.
Se nos encarece en la Fe, pero la Confianza es más que un acto simple de fe, es una fe inconmovible, tan firme que nada, ni las mayores tormentas y huracanes podrían hacerla tambalear, aunque su única base sea la de creer en un Dios que no vemos y que en ocasiones pareciera – solo pareciera – darnos la espalda y olvidarse de nosotros, en un Dios que aparentemente contempla indiferente el triunfo del mal, en un Dios que pareciera sordo a nuestros llamados de auxilio cuando nuestra barca parece, cuando todo conspira en nuestra contra.
La confianza roba a los Sagrados Corazones sus mayores y mejores gracias, de las que casi se podría decir que guardan para estas almas valerosas e intrépidas. Porque si obran de la más magnífica manera con almas que guardan reservas en su entrega y amor, tratándolas como no se comportaría ni el más generoso y paternal de los reyes, ¡cómo no hemos de esperar que el Rey de Reyes trate aún más regiamente, aun más generosamente con quienes se abandonan a su protección!
Si este Rey soberano lo abandonó todo, lo entregó todo, no ahorró ningún sacrificio ni humillación para rescatar a sus súbditos de la vergonzosa servidumbre del Príncipe de las Tinieblas, para vencer aún a la propia muerte, todo por amor a nosotros, ¡cómo no habremos de confiar en Él, si no pudo hacer más para demostrarnos Su amor!
Pero a pesar de que contemplemos esta entrega sin reservas, este holocausto divino, guardamos reservas respecto a Su amor, dudamos de su bondad y sabiduría.
Un acto de confianza debe “desconfiar” de dos factores: de sí mismo y de los medios... ¡locura para los ojos y los corazones del mundo!
Para una cultura hecha toda en base al culto de sí mismo y de los medios todopoderosos de la técnica y de los conocimientos omnisapientes de la ciencia, ¿no es la mayor de las insensateces?
Desconfianza de sí mismo, al contemplar nuestras múltiples limitaciones e imperfecciones, y desconfianza de los medios al ver la finitud de sus resultados, y la improbabilidad siempre presente de sus logros.
Ciertos siempre de que nosotros y los medios que empleamos lo conseguiremos todo, y venceremos todos los obstáculos, vemos derrumbarse una y otra vez estas torres de Babel modernas.
Hagamos de cada acto una entrega perfecta de nosotros, por amor de Dios, valiéndonos de todos los talentos que el Señor depositó en nosotros y contando con todos los medios que la prudencia nos muestre, pero que este acto sea un acto principalmente de confianza en Dios.
La historia está repleta de hechos grandes y pequeños en los que por cortos e insuficientes que fuesen los medios, por toscas y poco preparadas que fuesen las personas, los resultados brillan en el firmamento de la gloria.
La Israel perdida y sometida que volvía los ojos a su Señor y brillaba por sus victorias; doce rudos pescadores a la conquista del universo; sangre de vencidos por el Imperio que se volvió su ruina y que regó las bases de un nuevo Imperio que abarca hasta los últimos confines del Universo y que reina no sólo sobre los cuerpos de sus hijos sino aún sobre sus propias almas; un puñado de hombres que cruzan un océano desconocido y otro puñado que se lanza a la conquista temporal y espiritual de un Continente desconocido, venciendo imperios y domesticando a la misma naturaleza; otros puñados de hombres enfrentando los diferentes ataques que el mal ha lanzado contra la Cristiandad... Pero no sólo las grandes gestas brillan por el poder de Dios, sino que el obrero, el ama de casa, el empresario, la autoridad, el militar, el médico, el religioso, entre otros, ¿no ven día a día la impotencia de sí mismos y de sus recursos, y la Omnipotencia del Creador que los sostiene?
Dios se complace en mostrarnos nuestra impotencia orgullosa para regalarnos con infinita generosidad si nos ve humildes y confiados...
QUÉ APRENDISTE HOY?
¿Qué aprendiste hoy?
Los años juveniles son para adquirir buenos hábitos. La única diferencia entre el adulto fracasado y el que ha tenido éxito está en la diferencia de sus hábitos. Los buenos hábitos son la clave de todo éxito. Por lo tanto valoriza el tiempo de formación, en que pones la base de tu futuro. Persevera en el esfuerzo, aun si no ves resultados inmediatos.
Leo Buscaglia cuenta que su padre le inculcó la idea de no ir nunca a dormir sin aprender ese día algo nuevo. Para reforzar ese principio, preguntaba a cada uno de sus hijos en la cena: ¿qué aprendiste hoy? Y exponían algo de lo aprendido, aunque fuera el número de habitantes de Nepal. Este ritual establecido los obligaba a pensar qué podrían decir cada noche. Refiere Buscaglia que llevó un diccionario al comedor y, momentos antes, leía una palabra desconocida y la memorizaba. Ese fue el comienzo de su vocación a la literatura.
Tu crecimiento personal depende de los hábitos buenos que vas incorporando a tu vida. Uno de estos hábitos es la actitud de formación permanente, superándote de día en día, porque “crecer es un aprendizaje constante y culmina cuando nos retiramos de esta fiesta que es la vida”. El Señor te acompañe con su bondad.
* Enviado por el P. Natalio
PAPA FRANCISCO VISITARÁ LA CIUDAD DEL PADRE PÍO EN EL CENTENARIO DE SUS ESTIGMAS
Papa Francisco visitará la ciudad del Padre Pío en el centenario de sus estigmas
Foto: Wikipedia dominio público
VATICANO, 19 Dic. 17 / 07:39 am (ACI).- El Papa Francisco visitará el próximo marzo Pieltrecina, el lugar donde nació el Padre Pío, con motivo del centenario de las apariciones de los estigmas del Santo italiano, y San Giovanni Rotondo, donde se encuentra la basílica, con motivo de los 50 años de su muerte.
El Vaticano ha hecho público el programa de la visita del Pontífice el 17 de marzo de 2018. A las 7 a.m. hora local dejará el Vaticano y se trasladará en helicóptero hasta Pieltrecina. Allí será acogido por el obispo de la diócesis de Benevento, Mons. Domenico Masone, así como por el alcalde de la ciudad.
Su primera parada será en la Capilla de los Estigmas, donde rezará brevemente. Después, celebrará un encuentro con los fieles en la plaza de la Iglesia. Allí saludará también a la Comunidad de Capuchinos y a una representación de los fieles.
A las 9 h. tomará de nuevo el helicóptero y media hora después aterrizará en San Giovanni Rotondo, donde será recibido por el obispo, Mons. Michele Castoro y el alcalde de la localidad.
Después se trasladará a la zona de pediatría oncológica del hospital del lugar y a las 11 h. celebrará una Misa en la plaza de la Iglesia de San Pío de Pieltrecina.
A las 12, 45 h. subirá de nuevo al helicóptero y regresará a Roma, donde llegara una hora más tarde.
LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 19 DICIEMBRE
Los cinco minutos de María
Diciembre 19
Allá, en el retiro de su casa, la Virgen María se concentraba en la oración; concluidos sus quehaceres domésticos oraría a Yahvé, recordaría las promesas de salvación a su pueblo, rezaría salmos e himnos de alabanza y su alma se alegraría en la contemplación del Dios que salva.
Nuestra oración ha de ser frecuente, no será preciso para ello salir de casa; la Biblia no debe caerse de nuestras manos; y la Palabra de Dios debe ocupar nuestros pensamientos y nuestros afectos.
María, que sea yo reflejo dela verdad, con sencillez, con sinceridad, con serenidad.
* P. Alfonso Milagro
EL EVANGELIO DE HOY MARTES 19 DICIEMBRE 2017
Lecturas de hoy 19 de Diciembre. Feria de Adviento
Hoy, martes, 19 de diciembre de 2017
Primera lectura
Lectura del libro de los Jueces (13,2-7.24-25a):
EN aquellos días, había en Sorá un hombre de estirpe danita, llamado Manoj. Su esposa era estéril y no tenía hijos.
El ángel del Señor se apareció a la mujer y le dijo:
«Eres estéril y no has engendrado. Pero concebirás y darás a luz un hijo. Ahora guárdate de beber vino o licor, y no comas nada impuro, pues concebirás y darás a luz un hijo. La navaja no pasará por su cabeza, porque el niño será un nazir de Dios desde el seno materno. Él comenzará a salvar a Israel de la mano de los filisteos».
La mujer dijo al esposo:
«Ha venido a verme un hombre de Dios. Su semblante era como el semblante de un ángel de Dios, muy terrible. No le pregunté de dónde era, ni me dio a conocer su nombre. Me dijo: “He aquí que concebirás y darás a luz un hijo. Ahora, pues, no bebas vino o licor, y no comas nada impuro; porque el niño será nazir de Dios desde el seno materno hasta el día de su muerte”».
La mujer dio a luz un hijo, al que puso de nombre Sansón. El niño creció, y el Señor lo bendijo. El espíritu del Señor comenzó a agitarlo.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 70,3-4a.5-6ab.16-17
R/. Que se llene mi boca de tu alabanza,
y así cantaré tu gloria.
V/. Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa. R/.
V/. Porque tú, Señor, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías. R/.
V/. Contaré tus proezas, Señor mío;
narraré tu justicia, tuya entera.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,5-25):
EN los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote de nombre Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón, cuyo nombre era Isabel.
Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada.
Una vez que Zacarías oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según la costumbre de los sacerdotes, le tocó en suerte a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso.
Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor.
Pero el ángel le dijo:
«No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría y gozo, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos hijos de Israel al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, “para convertir los corazones de los padres hacía los hijos”, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto».
Zacarías replicó al ángel:
«¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada».
Respondiendo el ángel, le dijo:
«Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado para hablarte y comunicarte esta buena noticia. Pero te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento oportuno».
El pueblo, que estaba aguardando a Zacarías, se sorprendía de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo.
Al cumplirse los días de su servicio en el templo, volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir de casa cinco meses, diciendo:
«Esto es lo que ha hecho por mí el Señor, cuando se ha fijado en mi para quitar mi oprobio ante la gente».
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio de hoy martes, 19 de diciembre de 2017
Juan Lozano, cmf
Querido amigo/a:
El deseo de plenitud que subyace en el corazón humano, no es para el creyente una ilusión. El hombre no es «una pasión inútil», como creerá J.P. Sartre. Dios tiene un proyecto de plenitud para cada uno de nosotros. Pero, para que una plenitud sea humana, ha de consistir en el encuentro de una persona con otra Persona. El ser humano no se satisface plenamente en su relación con las cosas, como insisten en vendernos estos días con todos los reclamos publicitarios.
Esta estructura de nuestro ser se refleja en nuestro deseo de Dios. Tal deseo late, a veces muy soterrado y disfrazado, en cualquiera de nuestros deseos. Hay deseos que son espejismos, como el que sufre en el desierto el viajero sediento que «ve» un oasis. La esperanza no es así. Es un deseo confiado, aunque resulte hoy difícil esta confianza. Es difícil esperar, pero es necesario. ¿A quién haremos caso: a la dificultad o a la necesidad? Para una mirada sin fe, tal vez resulte igualmente razonable y arriesgado confiar o no confiar. Para una mirada creyente, la salida es esperar confiados en la fidelidad de Dios, que es una de las cualidades de su amor. Dios es Amor Fiel. Esta fidelidad es la garantía divina de nuestra confianza y, por tanto, de nuestra esperanza.
Reflejo de lo dicho anteriormente lo vemos en la Palabra de hoy, que nos presenta a dos mujeres estériles: la esposa de Manoj e Isabel, la esposa de Zacarías. La primera es bendecida con la visita del ángel del Señor y la fertilidad de su hijo Sansón, futuro jefe carismático de Israel. La segunda es bendecida con la fertilidad de su hijo Juan, el Bautista, anunciada a su esposo por el Ángel Gabriel. Dios transforma dos situaciones de esterilidad en fertilidad. En la cultura judía, morir sin tener hijos, sin dar descendencia, era una maldición, la mayor de las desgracias que podían ocurrir a una familia. La fe de estas mujeres bíblicas es premiada con la fertilidad. Hoy, la mayor desgracia es haber vivido una vida sin frutos, sin pena ni gloria; haber pasado por este mundo sin dejar nada de amor. Por eso el nacimiento de Dios quiere hacernos fértiles, porque nos llena de vida para repartirla a los otros. Su amor nos fecunda para que nosotros sigamos creciendo en el amor. ¿Cómo? Amando allí donde estemos. Eso es ser fértil. Eso es “dar a luz”.
Hoy día 19 la antífona es “Oh renuevo del tronco de Jesé” (Radix). Con lo que ya tenemos tres letras que de momento forman: SAR=(Sapientia-Adonai-Radix) ¿Qué mensaje nos descifrará este acróstico litúrgico? Habrá que esperar…
Vuestro hermano en la fe:
Juan Lozano, cmf
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