La Virgen lo salvó
En la vida del Cura de Ars leemos un hecho sorprendente por donde se lo mire. Nos enseña en primer lugar que la devoción sincera a la Madre de Dios es prenda de salvación. Pequeños actos en su honor nos atraen gracias especiales de repercusión en la eternidad.
Un día, entre la larga fila de peregrinos que acudían a ver al santo Cura de Ars, había una mujer vestida de luto riguroso por su marido, que se había arrojado desesperado desde un puente para acabar con su vida, lo que de hecho logró. La viuda, afligida, acudió al Santo para ver lo que se podía hacer por su alma, pues tal pecado mortal, el suicidio, habría supuesto su condenación eterna. Pasó ante ella el santo Cura, y sin darle tiempo a hablar le dijo al oído: —¡Está salvado! (La mujer se turbó). —Su esposo se ha salvado. Está en el Purgatorio y hay que rezar mucho por él. Mientras rodaba hacia la muerte, tuvo tiempo de hacer un acto de contrición. ¿Recuerda el altar que durante el mes de mayo se levanta a la salida del pueblo? Pues su marido, aunque era irreligioso, gustaba de ponerle una flor a la Virgen para adornar el altar, y esas flores le han valido el arrepentimiento y el perdón final...
Y otra enseñanza es que no podemos cerrar el juicio sobre los que se suicidan. María Simma, que tuvo el carisma de ser visitada por las almas del Purgatorio, afirma que muchas veces el suicidio es resultado de una enfermedad mental-emocional, y evidentemente el Señor lo tiene en cuenta. Como le dijo el Cura de Ars a la esposa, oremos por estas personas.
* Enviado por el P. Natalio
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