Obispo
Fundador de los Misioneros Redentoristas
Doctor de la Iglesia
Martirologio Romano: Memoria
de san Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia, que
insigne por el celo de las almas, por sus escritos, por su palabra y
ejemplo, trabajó infatigablemente predicando y escribiendo libros, en
especial sobre teología moral, en la que es considerado maestro, para
fomentar la vida cristiana en el pueblo. Entre grandes dificultades
fundó la Congregación del Santísimo Redentor, para evangelizar a la
gente iletrada. Elegido obispo de santa Águeda de los Godos, se entregó
de modo excepcional a esta misión, que dejaría quince años después,
aquejado de graves enfermedades, y pasó el resto de su vida en Nocera
de’Pagani, en la Campania, aceptando grandes trabajos y dificultades
(1787).
Etimología. Alfonso = guerrero. Viene de la lengua alemana.
Nos encontramos en el año 1696, de nuestra era, el 27 de
septiembre, día dedicado a los gloriosos mártires Cosme y Damían, nace
Alfonso de Ligori, en Nápoles (Italia). Sus padres fueron José De
Ligorio (un noble oficial de la marina) y de la noble Ana De
Cavalieri. El hombre tuvo un destino fuera de serie. Nacido en la
nobleza napolitana e hijo de militar, alumno superdotado, atraído por
la música, la pintura el dibujo, la arquitectura. Su nombre viene de
dos raíces germánicas: addal, hombre de noble origen, y funs, pronto al
combate. Alfonso era noble por nacimiento, sí: pero mucho mejor,
caballero de Cristo, siempre pronto y en la brecha para los combates de
Dios...
Alfonso fue un hombre de una personalidad extraordinaria: noble y
abogado; pintor y músico; poeta y escritor; obispo y amigo de los
pobres; fundador y superior general de su congregación; misionero
popular y confesor lleno de unción; santo y doctor de la Iglesia.
Hay que mi admirar los múltiples talentos que tenía Alfonso y la
fuerza creadora que poseía. A los 12 años era estudiante universitario
y a los 16 era doctor en derecho, es decir, abogado. Como misionero
popular y superior general de su Congregación y obispo, llevó a cabo
una gran labor, a pesar de su delicada salud. Desde los 47 a los 83
años de su vida, publicó más o menos 3 libros por año.
En su vida particular Alfonso vivió actitudes que podemos
interpretar como protesta frente a la corrupción de su medio ambiente.
Con su estilo de vida ejerció una fuerte crítica de su tiempo y de su
sociedad.
En un sistema de profundas diferencias de clase renunció a los
privilegios de la nobleza y a sus derechos de ser primer hijo, es decir,
primogénito.
A finales de julio de 1723, en un día de calor intenso y pegajoso,
Alfonso se dirige al Palacio de Justicia de Nápoles. Se celebrará el
juicio más sonado del reino entre dos familias: los Médici y los
Orsini. Las dos familias quieren para sí la propiedad del feudo de
Amatrice. Estaba en juego una gran cantidad de dinero.
Alfonso es un joven abogado de 26 años de edad. Los Orsini lo han
elegido para su defensa por una sola razón: es competente y ha ganado
todas las causas.
Se ha preparado muy bien, ante el tribunal defiende la causa con
maestría. Está seguro que defiende la justicia. A pesar de eso,
Alfonso es derrotado, pero se da cuenta de que el origen de esta
sentencia está en las maquinaciones políticas e intrigas políticas
(cosas desconocidas para nosotros hoy).
Como herido por rayo, el abogado de manos limpias queda
por un momento estupefacto. Después rojo de cólera, lleno de
vergüenza por la toga que lleva, se retira de la sala de justicia,
profundamente desilusionado, sus palabras de despedidas quedaron para
la historia: “¡Mundo, te conozco!... ¡Adiós, tribunales!”. No vive
este acontecimiento, decisivo en su vida, desde la agresividad y la
frustración, al contrario, los asume como fecundidad, siembra y
profundización interior, se retira, eso sí lo tiene muy claro. Y al
hacerlo toma una opción personal radical: se niega a la corrupción,
rechaza que el hombre se realice manipulando o dejándose manipular y
elige una forma nueva de libertad y liberación, el seguimiento de
Jesús.
Profundamente conmovido Alfonso se va a visitar a sus
amigos, los enfermos del “Hospital de los incurables”. Mientras atendía
a los enfermos se ve a sí mismo en medio de una grata luz... Parece
escuchar una sacudida del gran edificio y cree oír en su interior una
voz que le llama personalmente desde el pobre: “Alfonso, deja todas las
cosas ven y sígueme”.
Tras la renuncia de los tribunales, Alfonso estudia unos
años de teología y recibe el sacerdocio el 21 de diciembre de 1726, en
la Catedral de Nápoles, tenía 30 años de edad. Se hace sacerdote en
contra de un padre autoritario, como don José, con asombro lo descubre
muy pronto en los barrios marginados evangelizando a los analfabetos
con sorprendentes predicaciones
En una de sus muchas misiones Alfonso cae enfermo. Ante
la gravedad de la situación, los médicos intervienen y le exigen un
largo descanso en la sierra. Elige la zona de Amalfi, costera y
montañosa a la vez. Fue con un grupo de amigos. Quiere aprovechar el
descanso para vivir intensamente la amistad y la oración en común.
Cerca de Amalfi está Scala, un lugar precioso a medio
camino entre la playa y la altura de la sierra. Más arriba de Scala,
está Santa María de los Montes, una pequeña ermita. A Alfonso le gustó.
Era bueno compartir la amistad y la oración en casa de María de
Nazaret.
Alfonso y sus amigos se ven sorprendidos por los
pastores y cabreros que vienen a pedirles la palabra de Dios. Es el
momento clave en la vida de Alfonso. Ahora más que nunca descubre, de
verdad que el Evangelio pertenece a los pobres y que ellos lo reclaman
como suyo. Y decide quedarse con ellos para dárselo a tiempo
completo.
Nos encontramos en el año 1730. Alfonso decide por vez
primera, reunir una comunidad consagrada a la misión de los más pobres.
En los primeros días de noviembre de 1732 Alfonso deja
definitivamente la ciudad de Nápoles y en burro parte para Scala para
reunirse con su primer grupo de compañeros, quienes habrán de ser los
Redentoristas. Son unos días de intensa oración y contemplación. Sabe
que la redención abundante y generosa es un don gratuito y se abre a
él en disponibilidad plena.
El día 9 de noviembre de 1732 nace la congregación
misionera del Santísimo Redentor, mejor conocido como los Misioneros
Redentoristas. No es fácil fundar una congregación religiosa en el
reino de Nápoles en el siglo XVIII. Hay demasiados diocesanos y
religiosos y muchos conventos en este país pobre y mal administrado
Desde el 9 de noviembre de 1732 hasta la Pascua de 1762,
cuando es nombrado obispo, pasan 30 años felices en la vida de Alfonso
dedicado a la misión, la dirección de su grupo y a la publicación de
sus obras.
Alfonso muere en Pagani, el día 1 de agosto de 1787, a
la hora del ángelus. Tenía más de 90 años. Fue beatificado en 1816,
canonizado en 1831 y proclamado doctor de la Iglesia en 1871.
Alfonso solía decir que la vida de los sanos es
Evangelio vivido. Esto se lo podemos aplicar a él mismo. Sus
ejemplos inquietan y arrastran. ¡A veces nos asusta enfrentarnos a un
hombre como éste, que era capaz de vivir tan radicalmente el
Evangelio!
Hoy, los Misioneros Redentoristas, continuamos
anunciando el misterio gozoso de la redención abundante y generosa en
toda la Iglesia. Los redentoristas, como Alfonso, no somos
propagandistas de una doctrina, somos testigos de Cristo que viene al
encuentro de la humanidad.
Sus seguidores
Alfonso murió. Su sueño, sin embargo, continúa vivo en la vida de
sus seguidores. Especialmente debido a la labor de Clemente María
Hofbauer, los redentoristas se esparcen por el mundo entero. En ellos,
el Redentor continúa derramando vida en el corazón de los que no
cuentan para el mundo y en el de los abandonados. La Congregación del
Santísimo Redentor es lugar y presencia donde el Redentor prosigue su
misión: “He sido enviado a evangelizar a los pobres”.
¡Alfonso!, ¡Gracias por tu vida, por tu sueño, por tu horizonte de
tan amplias miras! En nombre de los pobres abandonados, ¡Gracias de
corazón!
¡Felicidades a quienes lleven este nombre y a los Padres Redentoristas!
Para profundizar más en la vida de San Alfonso María Ligorio consulta
Corazones.org