¿Por qué el Tercer Domingo de Adviento se llama “Gaudete”?
POR WALTER SÁNCHEZ SILVA | ACI Prensa
El Arzobispo de Arequipa (Perú), Mons. Javier del Río Alba, explica por qué el Tercer Domingo de Adviento, que este año se celebra el 11 de diciembre en la víspera de la fiesta de la Virgen de Guadalupe, se llama “Gaudete”.
“El Tercer Domingo de Adviento, que marca esta semana, destaca uno de los frutos propios del misterio de Cristo: la alegría. Por eso se llama domingo de Gaudete o ‘de la alegría’”, resalta el Prelado peruano en un artículo enviado a ACI Prensa.
“La denominación se inspira en el antiguo anuncio del profeta Zacarías: ‘alégrate y goza, Sión, porque voy a habitar en medio de ti’ (Za 2,14), así como en la profecía de Sofonías: ‘alégrate, hija de Sión porque el Señor está en medio de ti’ (So 3,14-15) y otros anuncios similares del Antiguo Testamento que la Iglesia interpreta muy bien como referidos al nacimiento de Jesús”.
En este tercer domingo de Adviento o domingo de Gaudete, resalta el Arzobispo, “la Iglesia se alegra ante la cercanía del nacimiento del Mesías y la llegada del Reino de Dios. La alegría es uno de los signos distintivos del cristiano”.
Mons. Del Río recuerda luego otros hitos de la alegría en la historia de la salvación: cuando el arcángel Gabriel exhorta a la Virgen María al anunciarle que será la Madre de Jesús; cuando Juan Bautista salta en el vientre cuando su madre Isabel al saludar a la Virgen María; cuando el ángel le dice a los pastores de Belén que se alegren por el nacimiento de Cristo; y cuando los discípulos se alegran al ver a Jesús resucitado.
“La alegría es una constante en la vida del cristiano. Brota al acoger a Jesús como salvador, al reconocerlo como el Mesías que viene a dar su vida por nosotros, el Cordero de Dios que extirpa el pecado que habita en el hombre y le impide ser feliz, porque el pecado termina siempre llevando al hombre a la tristeza, la angustia y la ansiedad ya que le impide fiarse de Dios”, subraya el Arzobispo de Arequipa.
El Prelado destaca luego que “la alegría que la Iglesia experimenta en estos días, entonces, brota ante la certeza de que Jesús, este niño que nace en Navidad, realmente viene una vez más a nosotros y a nuestros hogares”.
Esto, concluyó el Arzobispo, “para que la vida divina crezca en cada uno. Jesús viene por todos, sin distinción, especialmente por aquellos que se saben necesitados de salvación”.
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