Jesús, ¡soy yo!
La oración auténtica es un encuentro personal con Dios. Por ella te acercas a la realidad de un Dios vivo, cercano, presente: un Dios persona. ¿Por qué no pocas veces la oración resulta pesada? Simplemente, porque no se produce el encuentro entre dos personas: Dios y yo. Concretamente, porque no tiendes con todas las fuerzas al encuentro con el Señor.
Jesús, ¡soy yo! Necesito hablarte. Sabes, algunos días son muy difíciles. Me preocupo por muchas cosas, y a veces la presión que aguanto es muy grande. Tú sabes, “hay que hacer esto, hay que hacer aquello”. Quizás sentiste algo parecido, cuando anduviste por este mundo. De todas maneras, lo que trato de decir es que quiero que estés conmigo a lo largo del camino. Porque en algún lugar en lo profundo de mí, yo sé que me amas tal corno yo soy. Para ti yo soy alguien especial. Y el mañana no importa. Amén.
Acabas de leer un buen modelo de oración espontánea. Orar por cualquier necesidad —grande o pequeña, espiritual o material— te ofrece la ocasión de verificar la proximidad de Dios. Él quiere librarte de tus angustias y afanes y se pone a tu alcance para cualquier necesidad. De este modo entrarás en una relación afectuosa, verdadera y concreta con Dios.
* Enviado por el P. Natalio
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