UN RATITO CON EL ESPÍRITU SANTO
Señor y dador de vida
Cierta vez, un señor se le acercó a un sacerdote para decirle: "Padrecito, rece mucho por mi negocio, pues ha bajado la clientela y tengo seis hijos que alimentar". Este sacerdote, conmovido, le señaló: "Hijo mío, me comprometo a rezar todos los días para que tu negocio no quiebre, más aún, rezaré para que se triplique tu clientela". Luego de tres meses se volvieron a encontrar. El señor, emocionado, abrazó al sacerdote y le dijo casi llorando: "Padrecito, mil gracias por sus oraciones, pues mi negocio no quebró, al contrario, la clientela se ha triplicado". El sacerdote, lleno de alegría, le dijo: "Me alegra mucho que mis oraciones hayan dado resultado. Por cierto, ¿cuál es tu negocio?. El señor rápidamente contestó: "Es una funeraria".
Este sacerdote, sin saberlo, estaba rezando para que muriera más gente. Ahora bien, todos nos vamos a morir; sin embargo, el alma no muere. Tras la muerte el alma sigue viviendo, porque es inmortal.
Además, el Espíritu Santo da la verdadera vida al alma, por eso, le llamamos "Señor y dador de vida". Le decimos "Señor", porque es Dios; y "Dador de vida", porque nos hace vivir con Cristo, verdadera vida del alma.
P. Carlos Rosell De Almeida
No hay comentarios:
Publicar un comentario