¿Hacemos el bien o el mal a los demás?, pregunta el Papa invitando a renunciar al mal
POR ÁLVARO DE JUANA | ACI Prensa
Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa
El Papa Francisco bendijo a los 70.000 jóvenes presentes en la Plaza de San Pedro con motivo de la iniciativa “Por mil caminos hacia Roma” y les insistió en “renunciar al mal” dándoles una serie de recomendaciones.
Después de que el Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, Cardenal Gualtiero Bassetti, presidiese una Misa, Francisco accedió a la Plaza y recorrió la misma saludando a los jóvenes presentes. A continuación, les dio el mandato misionero y bendijo los dones que los jóvenes llevarán a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Panamá del 22 al 27 de enero de 2019: el Crucifijo de San Damián y una estatua de la Virgen de Loreto.
Antes de rezar el Ángelus, Francisco afirmó que “para no contristar al Espíritu Santo, es necesario vivir coherente con las promesas del Bautismo, renovadas en la Confirmación: estas promesas tienen dos aspectos: renuncia al mal y adhesión al bien”.
“Renunciar al mal significa decir ‘no’ a las tentaciones, al pecado, a satanás. Más concretamente significa decir ‘no’ a una cultura de la muerte que se manifiesta en la fuga de lo real hacia una felicidad falsa que se expresa en la mentira, en el engaño, en la injusticia, en el desprecio del otro”.
El Obispo de Roma dijo además que “la vida nueva que nos ha sido dada en el Bautismo, y que tiene el Espíritu como fuente, rechaza una conducta dominada por los sentimientos de división y de discordia”.
Alertó contra la ira, el desprecio y la maledicencia, “elementos o vicios que turban la alegría del Espíritu y envenenan el corazón y conducen a imprecaciones contra Dios y contra el prójimo”.
Sin embargo, señaló que “no basta con no hacer el mal para ser buen cristiano: es necesario adherirse al bien y hacer el bien”.
“Cuántas personas no hacen mal, ni siquiera el bien, y su vida discurre en la indiferencia, en la apatía, en la tibieza. Esta actitud es contraria al Evangelio, y contrario a vuestra índole de jóvenes, que por naturaleza sois dinámicos, apasionados y valientes”.
Los exhortó “a ser protagonistas del bien” y a no sentirse a gusto “cuando no hacéis el mal”, porque “cada uno es culpable del bien que podría hacer y no ha hecho”.
“No basta no odiar, es necesario perdonar; no basta no tener rencor, es necesario rezar por los enemigos; no es suficiente con no ser causa de división, sino que es necesario llevar la paz donde no existe; no basta con no hablar mal de los demás, sino que es necesario interrumpir cuando escuchamos hablar mal de alguno”.
“Si no nos oponemos al mal, lo alimentamos de modo silencioso. Es necesario intervenir donde el mal se difunde porque el mal se difunde donde faltan cristianos audaces que se opongan a él con el bien”.
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