LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
28 agosto
Juan el Bautista reconoció que convenía que él disminuyera, para que Cristo creciera (Jn 3,30); destruir nuestro yo, solamente para anular la propia personalidad sería no evangélico, ni humano; pero destruir el yo, para elevar a ese yo a la identificación con Cristo, no es propiamente destrucción del yo, sino sublimación.
Esa negación de sí mismo es necesaria para todo cristiano... Al fin y al cabo, el mismo camino de renuncia a sí mismo, de sufrimiento y de muerte, que siguió el Maestro, debe recorrer el que pretende ser su discípulo.
P. Alfonso Milagro
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