Lecturas de hoy San Lorenzo
Hoy, viernes, 10 de agosto de 2018
Primera lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (9,6-10):
El que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra generosamente, generosamente cosechará. Cada uno dé como haya decidido su conciencia: no a disgusto ni por compromiso; porque al que da de buena gana lo ama Dios. Tiene Dios poder para colmaros de toda clase de favores, de modo que, teniendo siempre lo suficiente, os sobre para obras buenas. Como dice la Escritura: «Reparte limosna a los pobres, su justicia es constante, sin falta.» El que proporciona semilla para sembrar y pan para comer os proporcionará y aumentará la semilla, y multiplicará la cosecha de vuestra justicia.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 111,1-2.5-6.7-8.9
R/. Dichoso el que se apiada y presta
Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R/.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo. R/.
No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos. R/.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (12,24-26):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará.»
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio de hoy viernes, 10 de agosto de 2018
CR
Queridos amigos:
La fiesta del diácono y mártir san Lorenzo nos muestra una historia de servicio y de entrega de la vida. La imagen de la fecundidad del grano de trigo sepultado en la tierra nos revela la fecundidad de su vida y de su muerte.
Se atribuye a Francisco de Asís una conocida oración («Haz de mí, oh Señor, instrumento de tu paz»), aunque parece no haber testimonios de esa plegaria anteriores al s. XX. En todo caso, la oración refleja el espíritu del Poverello y nos revela la sabiduría del evangelio. En ella decimos: «Porque es dando como recibimos, olvidándonos como nos encontramos, perdonando como somos perdonados, muriendo como resucitamos a la vida eterna». Lorenzo se recibió dando y dándose, se encontró olvidándose de sí, fue perdonado por medio de su perdón, resucitó a la vida eterna muriendo mártir.
Nos han enseñado que la Iglesia, asentada en la piedra angular que es Cristo y descansando en las columnas o cimientos que son los profetas y apóstoles, se apoya en estos cuatro pilares: el anuncio y testimonio, la liturgia, el servicio, la comunión. Lorenzo vivió el anuncio-testimonio en su forma suprema: el martirio; su vida y muerte fueron liturgia espiritual; sirvió a los pobres desde su ministerio de diácono; la caridad y la fuerza del Espíritu que lo alentaban lo hacían vivir en la comunión y generar comunión. Podemos celebrar su fecundidad eclesial.
San Agustín enseña en la lectura del Oficio divino de este día: «Lo han imitado [a Cristo] los santos mártires hasta el derramamiento de su sangre, hasta la semejanza con su pasión; lo han imitado los mártires, pero no solo ellos. El puente no se ha derrumbado después de haber pasado ellos; la fuente no se ha secado después de haber pasado ellos. Tenedlo presente, hermanos».
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