miércoles, 25 de abril de 2018

EL ABETO Y EL ESPINO


El abeto y el espino




Es fundamental convencerme que, si quiero ser yo mismo, el único punto de referencia para superarme soy yo. No necesito compararme con nadie más. Lo correcto es conocer mis talentos y habilidades, alegrarme de lo que tengo y no estar ansioso por mis límites y carencias. Que esto te ayude a vivir con equilibrio y en paz tu propia realidad.

Disputaban entre sí el abeto y el espino, a ver cuál era el mejor árbol. Se jactaba el abeto diciendo: —Soy hermoso, esbelto y alto, luzco en los parques de los reyes y sirvo para construir las naves y los techos de los templos. ¿Cómo tienes la osadía de compararte a mí, arbolito de ínfima calidad? — ¡Si recordaras -replicó el espino- las hachas y las sierras que te cortan, preferirías la suerte del espino, que sobrevive a los grandes! (Esopo)

No te compares nunca con los demás, porque todo humano tiene éxitos y fracasos, días de sol y de nublados, tiempo de risas y de duelo, épocas de penuria y prosperidad. Enumera y goza, en cambio, tus propios bienes y agradécelos al Señor y él te librará celos y envidia. Es lo que expresa este refrán: “Hueso que te tocó en parte, róelo con arte”.  



* Enviado por el P. Natalio

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