Predicación de San José Marello
"[A veces] Jesús retira sus consuelos sensibles y nos deja solos en los brazos de la fe, y ¡ay! de nosotros si ésta fe no es fuerte y generosa. Él se retira de nosotros para que no nos apeguemos demasiado a las alegrías sensibles, de la misma forma que tenía que separarse de sus apóstoles,cuando su exagerado apego a su humanidad no les permitía comprender su divinidad y enamorarse de las alegrías celestiales. Al retirarse de nosotros, sin embargo, Jesús nos envía al Espíritu Santo, al Espíritu consolador que nos sostiene, nos ayuda y nos fortalece. Aunque no lo vemos con los ojos, sentimos sus buenos y saludables afectos. Cuando el Espíritu Santo nos ve decaer en nuestra debilidad, prontamente se infiltra en nuestro corazón. Con santas inspiraciones, con luces celestes e impulsos interiores, intenta despertarnos suavemente, reavivar nuestra fe, esclarecer nuestra mente,
ensanchar nuestro corazón y restaurarnos la alegría y la paz del alma. El Espíritu de verdad habla a nuestro corazón del Padre y del Hijo, a quienes está unido por naturaleza divina. Así, Jesús sigue todavía con nosotros y siempre nos da la gracia para vencer, aun cuando no lo sintamos. A veces
nos podemos encontrar sin ganas de seguir luchando, o hasta podemos sentir gran repugnancia por esforzarnos a ponernos, otra vez, en buen camino. No debemos dejar que estos sentimientos nos desanimen, ya que es precisamente
en estos momentos que Jesús nos quiere probar y hacernos obrar únicamente por la fe. Es este hilo de fe que nos debe salvar y que Jesús recompensará con muchísima generosidad".
(SAN JOSÉ MARELLO -Predicación en Santa Clara. 19 de Mayo de 1889)
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