martes, 23 de mayo de 2017

EL ROSARIO EN FAMILIA


El Rosario en familia




 La Virgen María, en sus múltiples apariciones por todo el mundo a lo largo de los siglos, ha insistido en pedirnos que recemos el Santo Rosario diariamente, una oración que nos fortalece el alma. Rezar el Rosario en familia es poner bajo el manto protector de la Madre de Dios a nuestra familia.

Hay quien dice que no tiene tiempo de rezar el Rosario, debido a las ocupaciones diarias. Sin embargo, quienes meditan los misterios del Rosario, se ven beneficiados por la alegría y el orgullo que le produce a la Virgen que le dediquemos un Rosario. Aunque tengamos muchas obligaciones, escaso tiempo y estemos agobiados por los problemas de esta vida, recemos el Rosario porque la Virgen nos allanará el camino, nos iluminará para resolver alguno de nuestros problemas pendientes y nos transmitirá paz y tranquilidad para encarar las adversidades de forma más calmada. En definitiva, nos devolverá con creces esos minutos que le dediquemos y nos ayudará a caminar por nuestra vida de una forma más sosegada. Las personas que rezan el Rosario no se ven agobiadas.

Por otra parte, hay quienes están dispuestos a rezar el Rosario, pero les es imposible hacerlo en familia, porque cada uno está en sus cosas y es difícil coincidir. Os pido por favor que hagáis un pequeño esfuerzo para reuniros en familia para rezarlo, aunque sea al menos en las fiestas más destacadas de la Virgen (el día de la Virgen del Rosario, el día de la Inmaculada Concepción, la Asunción, la Virgen del Carmen, Fátima, Lourdes, etc.). Se dice que la familia que reza unida, permanece unida.

En su libro "Anécdotas Marianas", el dominico Fray José Antonio Martínez Puche nos cuenta el siguiente relato:

Cierta tarde, cuenta Fulton Sheen, vino a verme una joven, y me dijo:

No quisiera por nada del mundo hacerme católica. Siempre repetís lo mismo cuando rezáis el Rosario. Cuando uno repite lo mismo es prueba de que no es sincero. Yo no daría fe a una persona que me repitiese las mismas palabras. Y creo que Dios tampoco.

Entonces le pregunté quién era aquel joven que la acompañaba.
Es mi novio contestó ella.
¿La quiere a usted?
Ciertamente que sí.
¿Cómo lo sabe usted? ¿Cuántas veces se lo ha dicho, una, dos ... ?
Me lo repite todos los días y hasta con cierta frecuencia...

Corté el diálogo y le dije:

Si se repite, no le crea usted, prueba evidente de que no es sincero, tal como usted me ha comentado hace un momento.

No existe repetición cada vez que uno dice «Yo te quiero». Y esto se explica porque cada vez coincide con un momento distinto en el tiempo y con un lugar diferente en el espacio.

Aunque la madre repita mil veces a su hijo: «Te quiero con toda mi alma, rey mío», cada vez significa algo distinto, pues su espíritu y su corazón actúan de manera diferente, y cada hecho nuevo revela una nueva señal de afecto.



Artículo escrito por Javier López
© Web católico de Javier

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