“El amor no hace alarde”
1) Para saber
Nos dice San Pablo en su Carta a los Corintios que “la caridad no hace alarde” y el Papa Francisco en su Exhortación Apostólica, capítulo cuatro, se detiene en esta característica para reflexionar sobre el amor que ha de dirigir nuestros actos, especialmente en la familia.
Al vivir la caridad se puede presentar la tentación de querer hacer notar ante los demás esas buenas obras para sentirnos superiores ante quien no las hace. Es un deseo desordenado de querer impresionar, incluso, en ocasiones, de manera pedante. Se trata de quien le anda diciendo a todos las cosas buenas que ha hecho para que noten que es una buena persona y buscando su reconocimiento.
Dice el Papa Francisco que quien ama “no sólo evita hablar demasiado de sí mismo, sino que además está centrado en los demás, sabe ubicarse en su lugar sin pretender ser el centro.”
2) Para pensar
Comentaba San Gregorio Magno las observaciones que le hacía un Profeta al Rey Ezequías que solía ser muy rico y mostraba sus riquezas: “Llegará el día en que todo cuanto poseas, todos tus tesoros, tus caudales y bienes, te serán despojados por tus enemigos y llevados a Babilonia, quedándote sin nada”.
De esa misma manera, dice el santo, nuestros tesoros, que son nuestras virtudes y nuestras buenas obras, al darlas a conocer con el fin de sentirnos superiores hacemos que caigan en manos de los enemigos y seamos despojadas de ellas, quedándonos con las manos vacías. Al hablar de nuestras buenas obras por soberbia es como dar ocasión a los ladrones para que nos roben nuestras riquezas.
Aquí en la tierra vamos por un camino expuesto a las emboscadas de infinitos salteadores: “por lo que es preciso tener un grande cuidado de llevar oculto en nuestro corazón todo el bien que hacemos, si queremos recibir el premio del eterno Juez que ve lo más profundo de los corazones. Es absolutamente necesario ocultar nuestra virtud, porque no suceda que exponiéndola a la vista en el camino de la vida presente, nos la quiten y roben los ladrones espirituales que nos están continuamente observando”. (S. Gregorio Magno, Libro 8, Sent. 38).
3) Para vivir
En la vida familiar, dice el Papa Francisco, no puede imperar la competencia “para ver quién es más inteligente o poderoso, porque esa lógica acaba con el amor”.
Es común que los bienes estén repartidos y que uno tenga lo que otro no tiene. Por ejemplo, si alguien sabe cantar muy bien, no es soberbia pensar que se canta bien y otros no, pues eso es verdad. La soberbia es hacer alarde de ello, sin agradecerle a Dios por tener ese don. Además, ese don ha de ser puesto para el bien de los demás. Si se canta bien, se ha de cantar para agradar a Dios y a los demás.
Nuestro Señor nunca hizo alarde de su bondad: la lógica del amor cristiano no es la de quien se siente más que otros y necesita hacerles sentir su poder, sino que «el que quiera ser el primero entre vosotros, que sea vuestro servidor» (Mt 20, 27).
Es una tarea ardua y difícil que dura toda la vida. Por ello, con su gracia proverbial, el arzobispo de México Luis María Martínez (1881-1956) solía decir: «Para llegar a la unión con Dios es indispensable matar a Don Yo, que es el peor bandido que se conoce».
* Pbro. José Martínez Colín
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