Los católicos reconocen el valor de esta virtud de la pureza de
María en la oración de :
"Bendita sea tu pureza, y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza.
A Ti, celestial Princesa, Virgen sagrada, María,
Yo me ofrezco desde este día
Alma , vida y corazón.
Mírame con compasión.
No me dejes, Madre mía.
Amén.
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