Cómo no he de adorarte
¿Cómo no he de adorarte, Jesús mío, si eres el suave manto de rocío que ha revivido mis raíces secas?
¿Cómo no he de adorarte si tu truecas en esperanza ardiente mi hondo hastío?
¿Quién como tú Jesús? que das al río cauce y corriente que jamás se agota y que haces estallar la estéril roca en fresco manantial para el estío.
Ya mi vaso jamás veré vacío ni seré más un triste abandonado, no sentiré la herida del pecado ni del traidor mordaz el desafío.
La misma soledad de ningún modo, torna mi vida triste y desolada, porque si ayer sin Ti, no tuve nada, hoy contigo Jesús, lo tengo todo.
Es tan bello Señor, estar contigo y tiene tu verdad tan dulce acento, que sin poder decirte lo que siento, arder yo siento en mi lo que te digo.
En la cumbre estelar de lo que ansío, Tú eres la luz polar que solo veo, eres mi fe, en Ti solo yo creo y es solo tu poder, mi poderío.
Más si al fin de mi senda, Jesús mío nubló mi ser la sombra de la muerte de nada temeré porque confío que en la aurora estelar habré de verte.
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