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sábado, 25 de diciembre de 2021
EL EVANGELIO DE HOY 25 DE DICIEMBRE DE 2021 - LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
25 de Diciembre: La Natividad del Señor (Misa del día)
Sábado 25 de diciembre de 2021
Texto del Evangelio (Jn 1,1-18): En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.
Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por Él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de Él y clama: «Éste era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado.
«La Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros»
Mons. Jaume PUJOL i Balcells, Arzobispo Emérito de Tarragona
(Tarragona, España)
Hoy, con la sencillez de niños, consideramos el gran misterio de nuestra fe. El nacimiento de Jesús señala la llegada de la "plenitud de los tiempos". Desde el pecado de nuestros primeros padres, el linaje humano se había apartado del Creador. Pero Dios, compadecido de nuestra triste situación, envió a su Hijo eterno, nacido de la Virgen María, para rescatarnos de la esclavitud del pecado.
El apóstol Juan lo explica usando expresiones de gran profundidad teológica: «En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios» (Jn 1,1). Juan llama "Palabra" al Hijo de Dios, la segunda persona de la Santísima Trinidad. Y añade: «Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros» (Jn 1,14).
Esto es lo que celebramos hoy, por eso hacemos fiesta. Maravillados, contemplamos a Jesús acabado de nacer. Es un recién nacido… y, a la vez, Dios omnipotente; sin dejar de ser Dios, ahora es también uno de nosotros.
Ha venido a la tierra para devolvernos la condición de hijos de Dios. Pero es necesario que cada uno acoja en su interior la salvación que Él nos ofrece. Tal como explica san Juan, «a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios» (Jn 1,12). ¡Hijos de Dios! Quedamos admirados ante este misterio inefable: «El Hijo de Dios se ha hecho hijo del hombre para hacer a los hombres hijos de Dios» (San Juan Crisóstomo).
Acojamos a Jesús, busquémosle: solamente en Él encontraremos la salvación, la verdadera solución para nuestros problemas; sólo Él da el sentido último de la vida y de las contrariedades y del dolor. Por esto, hoy os propongo: leamos el Evangelio, meditémoslo; procuremos vivir verdaderamente de acuerdo con la enseñanza de Jesús, el Hijo de Dios que ha venido a nosotros. Y entonces veremos cómo será verdad que, entre todos, haremos un mundo mejor.
MENSAJE DE NAVIDAD 2021 Y BENDICIÓN URBI ET ORBI DEL PAPA FRANCISCO
El Papa pide caminar por senderos de paz en Bendición Urbi et Orbi de la Navidad 2021
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
Foto: Captura Vatican Media
Antes de impartir su tradicional Bendición Urbi et Orbi este 25 de diciembre, el Papa Francisco pronunció su mensaje para la Navidad 2021en el que rezó para que Cristo nos enseñe a caminar “por los senderos de la paz”.
“Queridos hermanos y hermanas: Muchas son las dificultades de nuestro tiempo, pero más fuerte es la esperanza, porque ‘un niño nos ha nacido’. Él es la Palabra de Dios y se ha hecho un infante, solo capaz de llorar y necesitado de todo. Ha querido aprender a hablar, como cada niño, para que aprendiésemos a escuchar a Dios, nuestro Padre, a escucharnos entre nosotros y a dialogar como hermanos y hermanas. Oh Cristo, nacido por nosotros, enséñanos a caminar contigo por los senderos de la paz. ¡Feliz Navidad a todos!”, dijo el Papa a los numerosos fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.
A pesar de las restricciones provocadas por el COVID-19, el Santo Padre salió al balcón central de la fachada de la Basílica de San Pedro para pronunciar su mensaje de Navidad, dirigir el rezo del Ángelus e impartir la Bendición “Urbi et Orbi” (a la ciudad de Roma y al mundo).
Según informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede, en la plaza San Pedro se reunieron alrededor de 20 mil personas. La gran mayoría de ellas llevaban con paraguas debido al clima lluvioso en Roma.
Además, los representantes de las fuerzas del orden italianos realizaron saludos de honor, mientras que las bandas de la Guardia Suiza y de los carabineros italianos tocaron los himnos del Vaticano y de la República Italiana.
En su importante mensaje de Navidad, el Papa Francisco recordó que “la Palabra de Dios, que ha creado el mundo y da sentido a la historia y al camino del hombre, se hizo carne y vino a habitar entre nosotros. Apareció como un susurro, como el murmullo de una brisa ligera, para colmar de asombro el corazón de todo hombre y mujer que se abre al misterio”.
“El Verbo se hizo carne para dialogar con nosotros. Dios no quiere tener un monólogo, sino un diálogo. Porque Dios mismo, Padre, Hijo y Espíritu Santo, es diálogo, eterna e infinita comunión de amor y de vida. Dios nos mostró el camino del encuentro y del diálogo al venir al mundo en la Persona del Verbo encarnado. Es más, Él mismo encarnó en sí mismo este camino, para que nosotros pudiéramos conocerlo y recorrerlo con confianza y esperanza”, señaló el Papa.
Luego, el Santo Padre reconoció que en este tiempo de pandemia nos damos cuenta todavía más “se pone a prueba nuestra capacidad de relaciones sociales, se refuerza la tendencia a cerrarse, a valerse por uno mismo, a renunciar a salir, a encontrarse, a colaborar”.
En esta línea, el Papa subrayó que “también en el ámbito internacional existe el riesgo de no querer dialogar, el riesgo de que la complejidad de la crisis induzca a elegir atajos, en vez de los caminos más lentos del diálogo; pero son estos, en realidad, los únicos que conducen a la solución de los conflictos y a beneficios compartidos y duraderos”.
“En efecto, mientras el anuncio del nacimiento del Salvador, fuente de la verdadera paz, resuena a nuestro alrededor y en el mundo entero, vemos todavía muchos conflictos, crisis y contradicciones. Parece que no terminan nunca y casi pasan desapercibidos. Nos hemos habituado de tal manera que inmensas tragedias ya se pasan por alto; corremos el riesgo de no escuchar los gritos de dolor y desesperación de muchos de nuestros hermanos y hermanas”, advirtió.
Por ello, el Santo Padre exhortó a pensar y rezar por diferentes países y regiones del mundo en conflicto y mencionó a los países del continente americano, Siria, Irak, Yemen, Israel y Palestina, Líbano, Oriente Medio, Afganistán, Myanmar, Ucrania, Etiopía, la región de Sáhel, los países del Norte de África, Sudán y Sudán del Sur.
Asimismo, el Pontífice recordó a las mujeres víctimas de la violencia, a los niños y a los adolescentes víctimas de intimidación y de abusos, a los enfermos, a los prisioneros de guerra, a los emigrantes, desplazados y refugiados.
Por último, el Papa rezó para que el Verbo que se hizo carne nos haga “diligentes hacia nuestra casa común, que también sufre por la negligencia con la que frecuentemente la tratamos, y motiva a las autoridades políticas a llegar a acuerdos eficaces para que las próximas generaciones puedan vivir en un ambiente respetuoso para la vida”.
Tras pronunciar su mensaje de Navidad, el Santo Padre dirigió el rezo del Ángelus y después de la oración mariana el Cardenal Protodiácono, Raffaele Martino, anunció la Indulgencia Plenaria que el Papa concedió con la Bendición “Urbi et Orbi”.
Mensaje de Navidad 2021 y bendición Urbi et Orbi del Papa Francisco
Redacción ACI Prensa
El Papa Francisco impartió la tradicional Bendición “Urbi et Orbi” (a la ciudad de Roma y al mundo) con motivo de la celebración de la Navidad este 25 de diciembre.
En su mensaje pronunciado desde el balcón central de la fachada de la Basílica Vaticana, el Santo Padre reconoció que “son muchas las dificultades de nuestro tiempo, pero más fuerte es la esperanza, porque ‘un niño nos ha nacido’: Él es la Palabra de Dios y se ha hecho un infante, solo capaz de llorar y necesitado de todo. Ha querido aprender a hablar, como cada niño, para que aprendiésemos a escuchar a Dios, nuestro Padre, a escucharnos entre nosotros y a dialogar como hermanos y hermanas”.
A continuación, el mensaje pronunciado por el Papa Francisco:
Queridos hermanos y hermanas: ¡Feliz Navidad!
La Palabra de Dios, que ha creado el mundo y da sentido a la historia y al camino del hombre, se hizo carne y vino a habitar entre nosotros. Apareció como un susurro, como el murmullo de una brisa ligera, para colmar de asombro el corazón de todo hombre y mujer que se abre al misterio.
El Verbo se hizo carne para dialogar con nosotros. Dios no quiere tener un monólogo, sino un diálogo. Porque Dios mismo, Padre, Hijo y Espíritu Santo, es diálogo, eterna e infinita comunión de amor y de vida.
Dios nos mostró el camino del encuentro y del diálogo al venir al mundo en la Persona del Verbo encarnado. Es más, Él mismo encarnó en sí mismo este camino, para que nosotros pudiéramos conocerlo y recorrerlo con confianza y esperanza.
Hermanas, hermanos, «qué sería el mundo sin ese diálogo paciente de tantas personas generosas que han mantenido unidas a familias y a comunidades» (Carta enc. Fratelli tutti, 198). En este tiempo de pandemia nos damos cuenta de esto todavía más. Se pone a prueba nuestra capacidad de relaciones sociales, se refuerza la tendencia a cerrarse, a valerse por uno mismo, a renunciar a salir, a encontrarse, a colaborar. También en el ámbito internacional existe el riesgo de no querer dialogar, el riesgo de que la complejidad de la crisis induzca a elegir atajos, en vez de los caminos más lentos del diálogo; pero son estos, en realidad, los únicos que conducen a la solución de los conflictos y a beneficios compartidos y duraderos.
En efecto, mientras el anuncio del nacimiento del Salvador, fuente de la verdadera paz, resuena a nuestro alrededor y en el mundo entero, vemos todavía muchos conflictos, crisis y contradicciones. Parece que no terminan nunca y casi pasan desapercibidos. Nos hemos habituado de tal manera que inmensas tragedias ya se pasan por alto; corremos el riesgo de no escuchar los gritos de dolor y desesperación de muchos de nuestros hermanos y hermanas.
Pensemos en el pueblo sirio, que desde hace más de un decenio vive una guerra que ha provocado muchas víctimas y un número incalculable de refugiados. Miremos a Irak, que después de un largo conflicto todavía tiene dificultad para levantarse. Escuchemos el grito de los niños que se alza desde Yemen, donde una enorme tragedia, olvidada por todos, se está perpetrando en silencio desde hace años, provocando muertos cada día.
Recordemos las continuas tensiones entre israelíes y palestinos que se prolongan sin solución, con consecuencias sociales y políticas cada vez mayores. No nos olvidemos de Belén, el lugar en el que Jesús vio la luz, que vive tiempos difíciles, también a causa de las dificultades económicas provocadas por la pandemia, que impide a los peregrinos llegar a Tierra Santa, con efectos negativos en la vida de la población. Pensemos en el Líbano, que sufre una crisis sin precedentes con condiciones económicas y sociales muy preocupantes.
Pero he aquí, en medio de la noche, el signo de esperanza. Hoy «el amor que mueve el sol y las otras estrellas» (Paraíso, XXXIII, 145), como dice Dante, se hizo carne. Vino en forma humana, compartió nuestros dramas y rompió el muro de nuestra indiferencia. En el frío de la noche extiende sus pequeños brazos hacia nosotros, está necesitado de todo, pero viene a darnos todo. A Él pidámosle la fuerza de abrirnos al diálogo. En este día de fiesta le imploramos que suscite en nuestros corazones anhelos de reconciliación y de fraternidad. A Él dirijamos nuestra súplica.
Niño Jesús, concede paz y concordia a Oriente Medio y al mundo entero. Sostén a todos los que están comprometidos en la asistencia humanitaria a las poblaciones que se ven forzadas a huir de su patria; consuela al pueblo afgano, que desde hace más de cuarenta años es duramente probado por conflictos que obligan a muchos a dejar el país.
Rey de las naciones, ayuda a las autoridades políticas a pacificar las sociedades devastadas por tensiones y conflictos. Sostén al pueblo de Myanmar, donde la intolerancia y la violencia también golpean frecuentemente a la comunidad cristiana y los lugares de culto, y opacan el rostro pacífico de sus gentes.
Sé luz y sostén para quienes creen y trabajan en favor del encuentro y del diálogo, yendo incluso contra corriente, y no permitas que se propaguen en Ucrania las metástasis de un conflicto gangrenoso.
Príncipe de la Paz, asiste a Etiopía para que vuelva a encontrar el camino de la reconciliación y la paz a través de un debate sincero, que ponga las exigencias de la población en primer lugar. Escucha el grito de los pueblos de la región del Sáhel, que padecen la violencia del terrorismo internacional. Dirige tu mirada a los pueblos de los países del Norte de África que sufren a causa de las divisiones, el desempleo y la desigualdad económica, y alivia los sufrimientos de muchos hermanos y hermanas que sufren por los conflictos internos de Sudán y Sudán del Sur.
Haz que en los corazones de los pueblos del continente americano prevalezcan los valores de la solidaridad, la reconciliación y la pacífica convivencia, a través del diálogo, el respeto recíproco y el reconocimiento de los derechos y los valores culturales de todos los seres humanos.
Hijo de Dios, conforta a las víctimas de la violencia contra las mujeres que se difunde en este tiempo de pandemia. Ofrece esperanza a los niños y a los adolescentes víctimas de intimidación y de abusos. Da consuelo y afecto a los ancianos, sobre todo a los que se encuentran más solos. Concede serenidad y unidad a las familias, lugar primordial para la educación y base del tejido social.
Dios con nosotros, concede salud a los enfermos e inspira a todas las personas de buena voluntad para que encuentren las soluciones más adecuadas que ayuden a superar la crisis sanitaria y sus consecuencias. Haz que los corazones sean generosos, para hacer llegar la asistencia necesaria, especialmente las vacunas, a las poblaciones más pobres. Recompensa a todos los que demuestran responsabilidad y entrega al hacerse cargo de sus familiares, de los enfermos y de los más débiles.
Niño de Belén, permite que los prisioneros de guerra, civiles y militares, de los conflictos recientes, y quienes están encarcelados por razones políticas puedan volver pronto a sus hogares. No nos dejes indiferentes ante el drama de los emigrantes, de los desplazados y de los refugiados. «Sus ojos nos piden que no miremos a otra parte, que no reneguemos de la humanidad que nos une, que hagamos nuestras sus historias y no olvidemos sus dramas».[1]
Verbo eterno que te has hecho carne, haznos diligentes hacia nuestra casa común, que también sufre por la negligencia con la que frecuentemente la tratamos, y motiva a las autoridades políticas a llegar a acuerdos eficaces para que las próximas generaciones puedan vivir en un ambiente respetuoso para la vida.
Queridos hermanos y hermanas:
Muchas son las dificultades de nuestro tiempo, pero más fuerte es la esperanza, porque «un niño nos ha nacido» (Is 9,5). Él es la Palabra de Dios y se ha hecho un infante, solo capaz de llorar y necesitado de todo. Ha querido aprender a hablar, como cada niño, para que aprendiésemos a escuchar a Dios, nuestro Padre, a escucharnos entre nosotros y a dialogar como hermanos y hermanas. Oh Cristo, nacido por nosotros, enséñanos a caminar contigo por los senderos de la paz.
¡Feliz Navidad a todos!
[1] Discurso en el Centro de acogida e identificación de Mitilene (5 diciembre 2021).
HOY SE INICIA LA OCTAVA DE NAVIDAD, CELEBREMOS EL NACIMIENTO DE JESÚS 8 DÍAS SEGUIDOS
Hoy se inicia la Octava de Navidad, celebramos el nacimiento de Jesús 8 días seguidos
Redacción ACI Prensa
Como es tradición en la Iglesia, la noche del 24 de diciembre se empieza a celebrar de manera solemne la Natividad del Señor y luego siguen ocho días llamados “Octava de Navidad”, que comienza el 25 de diciembre y concluye el 1 de enero, en los que igualmente se festeja el nacimiento del Niño Dios.
La celebración de la “Octava” tiene sus raíces en el Antiguo Testamento, en el que los judíos festejaban las grandes fiestas por ocho días. Asimismo, tal como se lee en el Génesis (17, 9-14), hace muchos siglos Dios hizo una alianza con Abraham y su descendencia cuyo signo es la circuncisión al octavo día después del nacimiento.
Jesús mismo, como todo judío, también fue circuncidado al octavo día y resucitó el “día después del séptimo día de la semana”. Es así que la Octava (ocho días) sigue siendo una tradición muy importante en la Iglesia y por ello se ha establecido sólo dos en el calendario litúrgico: la “Octava de Navidad” y la “Octava de Pascua”.
En la Octava de Navidad también se celebran las siguientes fiestas importantes:
26 de diciembre: San Esteban es el primer mártir del cristianismo y representa a todos los que murieron por Cristo voluntariamente.
27 de diciembre: San Juan Evangelista es el joven y valiente apóstol que permaneció al pie de la cruz con la Virgen María. Es considerado el “discípulo amado” y representa a los que estuvieron dispuestos a morir por Cristo, pero no los mataron.
28 de diciembre: Los Santos inocentes representan a los que murieron por Cristo sin saberlo y a los millones de bebés que mueren hoy día con el aborto.
Domingo después de Navidad: La Sagrada Familia es modelo para todas las familias y símbolo de la unión de la Santísima Trinidad. Este año cae domingo 27 de diciembre.
1 de enero: María Madre de Dios. Todos los títulos atribuidos a la Virgen María tienen su raíz en este dogma de fe.
viernes, 24 de diciembre de 2021
MEDITACIÓN DE NAVIDAD: NAVIDAD EN TU INTERIOR - GIFS DE FELIZ NAVIDAD
LECTURAS BÍBLICAS DE LA MISA DE MEDIANOCHE, MISA DE NAVIDAD - VIERNES 24 DE DICIEMBRE
Navidad (Misa de Medianoche)
Viernes 24 de diciembre
Ver 1ª Lectura y Salmo
1ª Lectura (Is 9,1-6): El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en tierra de sombras, una luz resplandeció. Engrandeciste a tu pueblo e hiciste grande su alegría. Se gozan en tu presencia como gozan al cosechar, como se alegran al repartirse el botín. Porque tú quebrantaste su pesado yugo, la barra que oprimía sus hombros y el cetro de su tirano, como en el día de Madián. Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; lleva sobre sus hombros el signo del imperio y su nombre será: “Consejero admirable”, “Dios poderoso”, “Padre sempiterno”, “Príncipe de la paz”; para extender el principado con una paz sin límites sobre el trono de David y sobre su reino; para establecerlo y consolidarlo con la justicia y el derecho, desde ahora y para siempre. El celo del Señor lo realizará.
Salmo responsorial: 95
R/. Hoy nos ha nacido el Salvador, que es Cristo nuestro Señor.
Cantemos al Señor un canto nuevo, que le cante al Señor toda la tierra; cantemos al Señor y bendigámoslo.
Proclamemos su amor día tras día, su grandeza anunciemos a los pueblos; de nación, sus maravillas.
Alégrense los cielos y la tierra, retumbe el mar y el mundo submarino. Salten de gozo el campo y cuanto encierra, manifiesten los bosques regocijo.
Regocíjese todo ante el Señor, porque ya viene a gobernar el orbe. Justicia y rectitud serán las normas con las que rija a todas las naciones.
2ª Lectura (Tit 2,11-14): Querido hermano: La gracia de Dios se ha manifestado para salvar a todos los hombres y nos ha enseñado a renunciar a la irreligiosidad y a los deseos mundanos, para que vivamos, ya desde ahora, de una manera sobria, justa y fiel a Dios, en espera de la gloriosa venida del gran Dios y Salvador, Cristo Jesús, nuestra esperanza. Él se entregó por nosotros para redimirnos de todo pecado y purificarnos, a fin de convertirnos en pueblo suyo, fervorosamente entregado a practicar el bien.
Versículo antes del Evangelio (Lc 2,10-11): Aleluya. Os anuncio una gran alegría: Hoy nos ha nacido el Salvador, que es Cristo, el Señor. Aleluya.
Texto del Evangelio (Lc 2,1-14): Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Quirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.
Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El Ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». Y de pronto se juntó con el Ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes Él se complace».
«Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor»
Rev. D. Ramon Octavi SÁNCHEZ i Valero
(Viladecans, Barcelona, España)
Hoy, nos ha nacido el Salvador. Ésta es la buena noticia de esta noche de Navidad. Como en cada Navidad, Jesús vuelve a nacer en el mundo, en cada casa, en nuestro corazón.
Pero, a diferencia de lo que celebra nuestra sociedad consumista, Jesús no nace en un ambiente de derroche, de compras, de comodidades, de caprichos y de grandes comidas. Jesús nace con la humildad de un portal y de un pesebre.
Y lo hace de esta manera porque es rechazado por los hombres: nadie había querido darles hospedaje, ni en las casas ni en las posadas. María y José, y el mismo Jesús recién nacido, sintieron lo que significa el rechazo, la falta de generosidad y de solidaridad.
Después, las cosas cambiarán y, con el anuncio del Ángel —«No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo» (Lc 2,10)— todos correrán hacia el portal para adorar al Hijo de Dios. Un poco como nuestra sociedad que margina y rechaza a muchas personas porque son pobres, extranjeros o sencillamente distintos a nosotros, y después celebra la Navidad hablando de paz, solidaridad y amor.
Hoy los cristianos estamos llenos de alegría, y con razón. Como afirma san León Magno: «Hoy no sienta bien que haya lugar para la tristeza en el momento en que ha nacido la vida». Pero no podemos olvidar que este nacimiento nos pide un compromiso: vivir la Navidad del modo más parecido posible a como lo vivió la Sagrada Familia. Es decir, sin ostentaciones, sin gastos innecesarios, sin lanzar la casa por la ventana. Celebrar y hacer fiesta es compatible con austeridad e, incluso, con la pobreza.
Por otro lado, si nosotros durante estos días no tenemos verdaderos sentimientos de solidaridad hacia los rechazados, forasteros, sin techo, es que en el fondo somos como los habitantes de Belén: no acogemos a nuestro Niño Jesús.
ORACIÓN FAMILIAR PARA PONER AL NIÑO JESÚS EN EL PESEBRE
Oración familiar para poner al Niño en el pesebre
Redacción ACI Prensa
Antes de la medianoche del 24 de diciembre, cuando estés reunido con tu familia para colocar la imagen del Niño Dios en el pesebre, te invitamos a recitar esta breve oración para pedirle a Jesús que también nazca en tu corazón y en el de tus seres queridos.
TODOS:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Lector 1:
Querido Padre, Dios del cielo y de la tierra:
En esta noche santa te queremos dar gracias por tanto amor. Gracias por nuestra familia y por nuestro hogar. Gracias por nuestros amigos, vecinos y por las personas que trabajan con nosotros.
Bendícenos en este día tan especial en el que esperamos el nacimiento de tu Hijo. Ayúdanos a preparar nuestros corazones para recibir al Niño Jesús con amor, alegría y esperanza. Estamos aquí reunidos para adorarlo y darle gracias por haber venido al mundo a llenar nuestras vidas.
En esta noche hermosa, al contemplar el pesebre, recordamos de manera especial a las familias que no tienen techo, alimento y comodidad. Te pedimos por ellas para que la Virgen y San José les ayuden a encontrar un cálido hogar. También recordamos a quienes han sido llamados a tu presencia y que en esta noche gozan contemplando tu rostro en el cielo.
Lector 2:
Padre bueno, te pedimos que el Niño Jesús nazca en nuestros corazones como nació en Belén, para que podamos regalarle a otros el amor que Tú nos muestras día a día. Ayúdanos a reflejar con nuestra vida tu abundante misericordia.
Que junto con tus Ángeles y Arcángeles vivamos siempre alabándote y glorificándote.
(En este momento alguien de la familia pone al Niño Jesús en el pesebre, o si ya está allí, se coloca un pequeño cirio o una velita delante de Él).
Lector 3:
Santísima Virgen María, gracias por aceptar ser la Madre de Jesús y Madre nuestra, gracias por tu amor y protección. Sabemos que día a día intercedes por nosotros y por nuestras intenciones, gracias Madre buena.
Querido San José, gracias por ser padre y protector del Niño Jesús, te pedimos que ruegues a Dios por nosotros para que seamos una familia unida en el amor. Intercede por todas las familias del mundo para que en cada hogar haya calor, seguridad, paz y reconciliación. Amén.
Recemos ahora un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria. (Para finalizar se puede entonar algún villancico y todos se dan un abrazo de paz).
ORACIÓN PARA BENDECIR LA MESA DE NOCHE BUENA
Oración para bendecir la mesa de Noche Buena
Bendice, Señor, nuestra mesa en esta noche de Luz. Quienes vamos a cenar celebrándote, sabemos que la fiesta eres Tú que nos invitas a nacer siempre de nuevo.
Gracias por el pan y el trabajo, por la generosidad y la esperanza. Llena nuestra mesa de fuerza y ternura para ser personas justas, llena de paz nuestras vidas y que la amistad y la gratitud alimenten cada día del año.
Tú eres bendición para nosotros, por eso, en esta noche fraterna, bendice la tierra toda, bendice nuestro país. Bendice esta familia y esta mesa. Bendícenos a cada uno de los que estamos aquí.
Amén.