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viernes, 17 de abril de 2020
jueves, 16 de abril de 2020
EL JARDÍN DEL REY
El Jardín del Rey
Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo.
El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino.
Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid.
Somos lo que somos. Vivimos marchitándonos en nuestras propias insatisfacciones, en nuestras absurdas comparaciones con los demás: "Si yo fuera" "si yo tuviera" "si yo hiciera".
Siempre conjugando el futuro incierto en vez del presente concreto, empecinados en no querer ver, que la felicidad es un estado subjetivo, voluntario.
Podemos elegir hoy, estar felices con lo que somos, con lo que tenemos; o vivir amargados por lo que no tenemos o no puede ser. Sólo podremos florecer el día que aceptemos que somos lo que somos, que somos únicos y que nadie puede hacer lo que nosotros vinimos a hacer.
ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN DE GUADALUPE
Consagración a la Virgen de Guadalupe
Santísima Virgen María de Guadalupe, Madre del verdadero Dios por quien se vive. En estos momentos, como Juan Diego, sintiéndonos “pequeños” y frágiles ante la enfermedad y el dolor, te elevamos nuestra oración y nos consagramos a ti.
Te consagramos nuestros pueblos, especialmente a tus hijos más vulnerables: los ancianos, los niños, los enfermos, los indígenas, los migrantes, los que no tienen hogar, los privados de su libertad. Acudimos a tu inmaculado Corazón e imploramos tu intercesión: alcánzanos de tu Hijo la salud y la esperanza.
Que nuestro temor se transforme en alegría; que en medio de la tormenta tu Hijo Jesús sea para nosotros fortaleza y serenidad; que nuestro Señor levante su mano poderosa y detenga el avance de esta pandemia.
Santísima Virgen María, “Madre de Dios y Madre de América Latina y del Caribe, Estrella de la evangelización renovada, primera discípula y gran misionera de nuestros pueblos”, sé fortaleza de los moribundos y consuelo de quienes los lloran; sé caricia maternal que conforta a los enfermos; sé compañía de los profesionales de la salud que los cuidan; y para todos nosotros, Madre, sé presencia y ternura en cuyos brazos todos encontremos seguridad.
De tu mano, permanezcamos firmes e inconmovibles en Jesús, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
HOY BENEDICTO XVI CUMPLE 93 AÑOS
¡Hoy Benedicto XVI cumple 93 años!
Redacción ACI Prensa
Crédito: Vatican Media
Hoy 16 de abril, el Sumo Pontífice Emérito, Benedicto XVI, cumple 93 años de edad. Dentro de tres días se recordará también el aniversario de su elección en 2005 como sucesor de San Pedro.
Benedicto XVI, cuyo nombre de bautizo es Joseph Ratzinger, nació en Marktl am Inn, en la Diócesis de Passau (Alemania), el 16 de abril de 1927.
En 1962 participó en el Concilio Vaticano II como consultor teológico del entonces Arzobispo de Colonia (Alemania), Cardenal Joseph Frings.
Durante más de 20 años se desempeñó como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, fue también Presidente de la Pontificia Comisión Bíblica y Presidente de la Pontificia Comisión Teológica Internacional. También sirvió como Decano del Colegio Cardenalicio.
El 11 de febrero de 2013 anunció su renuncia al pontificado, la que se hizo efectiva el jueves 28 de ese mes.
Desde entonces reside en el monasterio Mater Ecclesiae, en el Vaticano, donde se dedica al estudio, la lectura y la oración.
Su relación con el Papa Francisco
Benedicto XVI mantiene con el Papa Francisco una relación cercana. Así, una de sus más recordadas apariciones luego de renunciar, ocurrió durante la canonización de San Juan Pablo II y San Juan XXIII, considerada por la prensa como “el día de los cuatro Papas”.
Además, el 14 de febrero del 2015 Benedicto XVI asistió a la creación de 20 nuevos cardenales por parte del Papa Francisco, y el 8 de diciembre del mismo año fue el primer peregrino que cruzó la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro en la inauguración del Año de la Misericordia.
Por su parte, el Papa Francisco ha tenido palabras de aprecio hacia su predecesor.
En la Audiencia General del miércoles 4 de abril, Francisco quiso recordar de modo especial a Benedicto XVI.
“Me gustaría que deseásemos también una Buena Pascua –porque ha sido Obispo de Roma- al querido Papa Benedicto, que nos ve por televisión. Al Papa Benedicto, deseamos todos Buena Pascua. (Todos: ¡Buena Pascua!). Y un fuerte aplauso”, dijo Francisco.
Unos días antes, el 27 de marzo, el Vaticano informó que el Papa Francisco visitó a Benedicto XVI para transmitirle personalmente su saludo por Pascua.
“El Santo Padre, como hace en diversas ocasiones, fue en la tarde a visitar a Benedicto XVI para darle sus saludos por Pascua”, informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
En febrero de 2018, Benedicto XVI envió una carta al director del diario italiano “Il Corriere della Sera”. Escribió lo siguiente: “Tantos lectores de su periódico desean saber cómo estoy transcurriendo este último periodo de mi vida. Solo puedo decir al respecto que, en la lenta disminución de mis fuerzas físicas, interiormente estoy en peregrinación hacia Casa”.
Para navidad del mismo año, el Papa Francisco visitó a Benedicto XVI; y lo hizo nuevamente el 15 de abril de 2019 el día anterior a su cumpleaños.
PAPA FRANCISCO CELEBRARÁ UNA MISA FUERA DEL VATICANO EN DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA
Papa Francisco celebrará una Misa fuera del Vaticano en Domingo de la Divina Misericordia
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
Foto: Vatican Media
El Papa Francisco celebrará una Misa fuera del Vaticano el próximo 19 de abril, Domingo de la Divina Misericordia, con ocasión del vigésimo aniversario de la proclamación de este día por San Juan Pablo II en el año 2000.
La Eucaristía se llevará a cabo en la Iglesia “Santo Spirito in Sassia”, lugar de particular devoción en Roma a la Divina Misericordia y ubicada en las cercanías de Vía de la conciliación, en frente de la Curia General de los Jesuitas.
Según informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede, la Misa se realizará “en forma privada, y al final, desde la misma iglesia, el Papa dirigirá la oración mariana del Regina Coeli”, en lugar de la Biblioteca del Palacio Apostólico Vaticano como es habitual.
Además, la nota vaticana explicó que esta Eucaristía se realiza “con ocasión del vigésimo aniversario de la canonización de Santa Faustina Kowalska y de la institución del domingo de la Divina Misericordia” por San Juan Pablo II el 30 de abril de 2000.
Por último, el Vaticano dijo que la Misa será transmitida en vivo -con comentarios en español, italiano, inglés, francés, alemán, portugués y árabe- y las imágenes estarán a disposición de los medios de comunicación que las soliciten “para llegar a los fieles de todo el mundo”.
Domingo de la Misericordia
El 30 de abril del año 2000, San Juan Pablo II proclamó el segundo domingo de Pascua como el “Domingo de la Misericordia Divina” para todo el mundo.
En 2002, el Pontífice estableció que el “Domingo de la Misericordia Divina” se enriquezca con indulgencias, con las que se pueden beneficiar también los enfermos, navegantes de altamar o aquellos que por causa justa no puedan abandonar su casa o desempeñen una actividad impostergable.
HOY CELEBRAMOS A SANTA BERNARDETTE SOUBIRUS, 16 DE ABRIL
Hoy celebramos a Santa Bernardette Soubirus, la vidente de la Virgen de Lourdes
Redacción ACI Prensa
“Sí, Madre querida, tú te has abajado hasta la tierra para aparecerte a una débil niña… Tú, reina del cielo y la tierra, has querido servirte de lo que había de más humilde según el mundo", dijo en una ocasión Santa Bernardette Soubirus, la vidente de la Virgen de Lourdes y cuya fiesta se celebra cada 16 de abril.
Santa Bernardette nació el 7 de enero de 1844 en Lourdes (Francia). Al bautizarla le pusieron como nombre Marie-Bernard, pero solían llamarla por el diminutivo de “Bernardette”. Su familia padeció la más absoluta pobreza.
Bernardette quedó a cargo de su nodriza quien la envió al pastoreo de ovejas, pero esto le dificultaba prepararse para recibir la Primera Comunión. Era la única niña de casi 14 años que no había recibido la Eucaristía. Como era muy buena pastora la obligaban a cuidar más tiempo las ovejas.
Más adelante pidió a sus padres retornar a casa porque quería recibir la Primera Comunión y sus padres aceptaron. Con este deseo es que se le aparece la Virgen de Lourdes, que se llamó a sí misma "la Inmaculada Concepción".
Después de las apariciones, la humilde joven se mantuvo sencilla y modesta, sin buscar el bullicio ni la popularidad. Hizo su Primera Comunión el 3 de junio de 1858, día del Corpus Christi de ese año.
Recibió incomprensiones, burlas y casi siempre estaba enferma. Sufría de vómitos de sangre, asma crónica, tuberculosis, aneurisma, gastralgia, caries en los huesos, abscesos en los oídos y tumor de una rodilla.
La Virgen le había dicho a Santa Bernardette: “No te prometo hacerte feliz en este mundo, sino en el próximo”.
En 1860 las Hermanas de la Caridad de Nevers, que servían en la escuela y el hospital, le ofrecieron asilo titular. Allí le asignaron una hermana para que le enseñe a leer y escribir. Al crecer, Bernardette también pasó por momentos de vanidad, buscando estar arreglada para lucir bien, pero esas cosas pasaron rápido en ella y no dañaron su sencillez de corazón.
Más adelante decidió abrazar la vida religiosa y pidió ser aceptada a la Madre Superiora del Hospicio. A los 22 años va por última vez a la amada gruta para despedirse, antes de ingresar al noviciado.
Su salud decayó gravemente y la madre Superiora quiso darle el consuelo de que pronuncie los votos. Durante la ceremonia, ella hizo gestos de consentimiento ya que no podía hablar y le dieron el velo de profesa. A la mañana siguiente despertó feliz y la Madre Superiora le dijo que le quitaría el velo y ella aceptó humildemente.
El 30 de octubre de 1867 hizo sus votos temporales a los 23 años y en 1878 emitió los perpetuos. Después su salud empeoró y retornó a la enfermería. Allí padeció enormemente, superó la tentación de pensar que no podía ser salvada, no se dejó vencer y se mantuvo serena.
Padeció durante la Semana Santa de 1879. El 16 de abril pidió a las religiosas que rezaran el Rosario. Al terminar un Avemaría, su rostro dibujó una sonrisa como si viera de nuevo a la Virgen de la gruta y partió a la Casa del Padre a las 3:15 pm.
“Santa María, Madre de Dios, ruega por mí pobre pecadora… pecadora”, fueron sus últimas palabras. Su cuerpo se mantiene incorrupto en su capilla en Nevers, con la apariencia de estar dormida.
Biografía de Santa Bernadette de Soubirous
Era la mayor de varios hermanos. Sus padres vivían en un sótano húmedo y miserable, y el papá tenía por oficio botar la basura del hospital. La niña tuvo siempre muy débil salud a causa de la falta de alimentación suficiente, y del estado lamentablemente pobre de la habitación donde moraba. En los primeros años sufrió la enfermedad de cólera que la dejó sumamente debilitada. A causa también del clima terriblemente frío en invierno, en aquella región, Bernardita adquirió desde los diez años la enfermedad del asma, que al comprimir los bronquios produce continuos ahogos y falta de respiración.
Esta enfermedad la acompañará y la atormentará toda su vida. Al final de su existencia sufrirá también de tuberculosis. En ella se cumplieron aquellas palabras de Jesús: "Mi Padre, el árbol que más quiere, más lo poda (con sufrimientos) para que produzca más frutos" (Jn. 15).
En Bernardita se cumplió aquello que dijo San Pablo: "Dios escoge a lo que no vale a los ojos del mundo, para confundir las vanidades del mundo". Bernardita a los 14 años no sabía leer ni escribir ni había hecho la Primera Comunión porque no había logrado aprenderse el catecismo. Pero tenía unas grandes cualidades: rezaba mucho a la Virgen y jamás decía una mentira. Un día ve unas ovejas con una mancha verde sobre la lana y pregunta al papá: ¿Por qué tienen esa mancha verde? El papá queriendo chancearse, le responde: "Es que se indigestaron por comer demasiado pasto". La muchachita se pone a llorar y exclama: "Pobres ovejas, se van a reventar". Y entonces el señor Soubirous le dice que era una mentirilla. Una compañera le dice: "Es necesario ser muy tonta para creer que eso que le dijo su padre era verdad". Y Bernardita le responde: ¡Es que como yo jamás he dicho una mentira, me imaginé que los demás tampoco las decían nunca!
Desde el 11 de febrero de 1859 hasta el 16 de julio del mismo año, la Sma. Virgen se le aparece 18 veces a Bernardita. Las apariciones las podemos leer en detalle en el día 11 de febrero. Nuestra Señora le dijo: "No te voy a hacer feliz en esta vida, pero sí en la otra". Y así sucedió. La vida de la jovencita, después de las apariciones estuvo llena de enfermedades, penalidades y humillaciones, pero con todo esto fue adquiriendo un grado de santidad tan grande que se ganó enorme premio para el cielo.
Las gentes le llevaban dinero, después de que supieron que la Virgen Santísima se le había aparecido, pero ella jamás quiso recibir nada. Nuestra Señora le había contado tres secretos, que ella jamás quiso contar a nadie. Probablemente uno de estos secretos era que no debería recibir dineros ni regalos de nadie y el otro, que no hiciera nunca nada que atrajera hacia ella las miradas. Por eso se conservó siempre muy pobre y apartada de toda exhibición. Ella no era hermosa, pero después de las apariciones, sus ojos tenían un brillo que admiraba a todos.
Le costaba mucho salir a recibir visitas porque todos le preguntaban siempre lo mismo y hasta algunos declaraban que no creían en lo que ella había visto. Cuando la mamá la llamaba a atender alguna visita, ella se estremecía y a veces se echaba a llorar. "Vaya ", le decía la señora, ¡tenga valor! Y la jovencita se secaba las lágrimas y salía a atender a los visitantes demostrando alegría y mucha paciencia, como si aquello no le costara ningún sacrificio.
Para burlarse de ella porque la Virgen le había dicho que masticara unas hierbas amargas, como sacrificio, el sr. alcalde le dijo: ¿Es que la confundieron con una ternera? Y la niña le respondió: ¿Señor alcalde, a usted si le sirven lechugas en el almuerzo? "Claro que sí" ¿Y es que lo confunden con un ternero? Todos rieron y se dieron cuenta de que era humilde pero no era tonta.
Bernardita pidió ser admitida en la Comunidad de Hijas de la Caridad de Nevers. Demoraron en admitirla porque su salud era muy débil. Pero al fin la admitieron. A los 4 meses de estar en la comunidad estuvo a punto de morir por un ataque de asma, y le recibieron sus votos religiosos, pero enseguida curó.
En la comunidad hizo de enfermera y de sacristana, y después por nueve años estuvo sufriendo una muy dolorosa enfermedad. Cuando le llegaban los más terribles ataques exclamaba: "Lo que le pido a Nuestro Señor no es que me conceda la salud, sino que me conceda valor y fortaleza para soportar con paciencia mi enfermedad. Para cumplir lo que recomendó la Sma. Virgen, ofrezco mis sufrimientos como penitencia por la conversión de los pecadores".
Uno de los medios que Dios tiene para que las personas santas lleguen a un altísimo grado de perfección, consiste en permitir que les llegue la incomprensión, y muchas veces de parte de personas que están en altos puestos y que al hacerles la persecución piensan que con esto están haciendo una obra buena.
Bernardita tuvo por superiora durante los primeros años de religiosa a una mujer que le tenía una antipatía total y casi todo lo que ella hacía lo juzgaba negativamente. Así, por ejemplo, a causa de un fuerte y continuo dolor que la joven sufría en una rodilla, tenía que cojear un poco. Pues bien, la superiora decía que Bernardita cojeaba para que la gente al ver las religiosas pudiera distinguir desde lejos cuál era la que había visto a la Virgen. Y así en un sinnúmero de detalles desagradables la hacía sufrir. Y ella jamás se quejaba ni se disgustaba por todo esto. Recordaba muy bien la noticia que le había dado la Madre de Dios: "No te haré feliz en esta vida, pero sí en la otra".
Duró quince años de religiosa. Los primeros 6 años estuvo trabajando, pero fue tratada con mucha indiferencia por las superioras. Después los otros 9 años padeció noche y día de dos terribles enfermedades: el asma y la tuberculosis. Cuando llegaba el invierno, con un frío de varios grados bajo cero, se ahogaba continuamente y su vida era un continuo sufrir.
Deseaba mucho volver a Lourdes, pero desde el día en que fue a visitar la Gruta por última vez para irse de religiosa, jamás volvió por allí. Ella repetía: "Ah quién pudiera ir hasta allá, sin ser vista. Cuando se ha visto una vez a la Sma. Virgen, se estaría dispuesto a cualquier sacrificio con tal de volverla a ver. Tan bella es".
Al llegar a la Comunidad reunieron a las religiosas y le pidieron que les contara cómo habían sido las apariciones de la Virgen. Luego le prohibieron volver a hablar de esto, y en los 15 años de religiosa ya no se le permitió tratar este tema. Son sacrificios que a los santos les preparan altísimo puesto en el cielo.
Cuando ya le faltaba poco para morir, llegó un obispo a visitarla y le dijo que iba camino de Roma, que le escribiera una carta al Santo Padre para que le enviara una bendición, y que él la llevaría personalmente. Bernardita, con mano temblorosa, escribe: "Santo Padre, qué atrevimiento, que yo una pobre hermanita le escriba al Sumo Pontífice. Pero el Sr. Obispo me ha mandado que lo haga. Le pido una bendición especial para esta pobre enferma". A vuelta del viaje el Sr. Obispo le trajo una bendición especialísima del Papa y un crucifijo de plata que le enviaba de regalo el Santo Padre.
El 16 de abril de 1879, exclamó emocionada: "Yo vi la Virgen. Sí, la vi, la vi ¡Que hermosa era!" Y después de unos momentos de silencio exclamó emocionada: "Ruega Señora por esta pobre pecadora", y apretando el crucifijo sobre su corazón se quedó muerta. Tenía apenas 35 años.
A los funerales de Bernardita asistió una muchedumbre inmensa. Y ella empezó a conseguir milagros de Dios en favor de los que le pedían su ayuda. Y el 8 de diciembre de 1933, el Santo Padre Pío Once la declaró santa.
Oración a Santa Bernadette de Soubirous
¡Oh bienaventurada Bernardita!
Acuérdate que la Virgen
te dijo en la Gruta:
"Ruega por los pecadores",
para que se conviertan
y hagan penitencia.
Ruega por mí, pecador,
para que Dios perdone mis pecados.
Ruega por mí a María Inmaculada,
pues confío en que te concederá
cuanto la pidas,
porque fuiste su confidente
en la Gruta de Lourdes.
Así como Ella te prometió
"hacerte feliz en el otro mundo",
te concederá que hagas felices
a los que devotamente acudan a ti.
A ti, pues, acudo humildemente,
suplicándote no me dejes
ni me abandones
hasta verme contigo en el cielo.
Amén.
LECTURAS BÍBLICAS DE HOY JUEVES DE LA OCTAVA DE PASCUA 16 DE ABRIL DE 2020
Lecturas de hoy Jueves de la Octava de Pascua
Hoy, jueves, 16 de abril de 2020
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (3,11-26):
EN aquellos días, mientras el paralítico curado seguía aún con Pedro y Juan, todo el pueblo, asombrado, acudió corriendo al pórtico llamado de Salomón, donde estaban ellos.
Al verlo, Pedro dirigió la palabra a la gente:
«Israelitas, ¿por qué os admiráis de esto? ¿Por qué nos miráis como si hubiéramos hecho andar a este con nuestro propio poder o virtud? El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y de quien renegasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo.
Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios Jo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello.
Por la fe en su nombre, este, que veis aquí y que conocéis, ha recobrado el vigor por medio de su nombre; la fe que viene por medio de él le ha restituido completamente la salud, a la vista de todos vosotros.
Ahora bien, hermanos, sé que Jo hicisteis por ignorancia, al igual que vuestras autoridades; pero Dios cumplió de esta manera lo que había predicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer.
Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados; para que vengan tiempos de consuelo de parte de Dios, y envíe a Jesús, el Mesías que os estaba destinado, al que debe recibir el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de la que Dios habló desde antiguo por boca de sus santos profetas.
Moisés dijo: “El Señor Dios vuestro hará surgir de entre vuestros hermanos un profeta como yo: escuchadle todo lo que os diga; y quien no escuche a ese profeta será excluido del pueblo”. Y, desde Samuel en adelante, todos los profetas que hablaron anunciaron también estos días.
Vosotros sois los hijos de los profetas, los hijos de la alianza que hizo Dios con vuestros padres, cuando le dijo a Abrahán: “En tu descendencia serán bendecidas todas las familias de la tierra”. Dios resucitó a su Siervo y os lo envía en primer lugar a vosotros para que os traiga la bendición, apartándoos a cada uno de vuestras maldades».
Palabra de Dios
Salmo
Sal 8,2a.5.6-7.8-9
R/. Señor, dueño nuestro
¡que admirable es tu nombre en toda la tierra!
Señor, Dios nuestro,
¿qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser humano, para mirar por él? R/.
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos.
Todo lo sometiste bajo sus pies. R/.
Rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar. R/.
Secuencia
(Opcional)
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (24,35-48):
EN aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:
«Paz a vosotros».
Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu.
Y él les dijo:
«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
«¿Tenéis ahí algo de comer?».
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.
Y les dijo:
«Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.
Y les dijo:
«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio de hoy jueves, 16 de abril de 2020
Bonifacio Fernández, cmf
Querido Dios Padre resucitador.
Me haces muy feliz con tu diaria carta de amor. Estoy seguro de que no llego a comprenderte del todo. Pero me hace mucha ilusión intentarlo cada día un poco más. Ya sé que nuestra gramática humana no puede expresar todo lo que quisieras. Ya sé también que escribes tus cartas para todas las generaciones y, que, entre todos, vamos descubriendo tu Palabra en las palabras escritas. Reconocerás, Padre Dios, que tu acción de resucitar a Jesús crucificado de entre los muertos es una novedad tan desbordante, tan inaudita que nos cuesta mucho hacernos cargo de ella.
Tu cartero Lucas nos brinda hoy una narración de cómo quieres que nos hagamos cargo de la maravilla de la resurrección del Crucificado. A los primeros lectores de tu carta les resultaba incomprensible eso de resucitar; ellos entendían de inmortalidad, de espíritus y de ideas claras y distintas. Pero no les entraba en la cabeza lo de la resurrección de entre los muertos.
Tú les mostraste una forma donde inspirarse para entender. Por eso les abriste la inteligencia para entender las Escrituras y caer en la cuenta de la nueva forma de presencia. Cuando los discípulos estaban conversando el Resucitado se presentó en medio de ellos. Ellos se sintieron atemorizados y confundidos. Pensaban que se trataba de un espíritu.
El crucificado Resucitado se esfuerza en explicarles que no, que no es un espíritu, que es el mismo al que han visto morir como un condenado a muerte. Para hacérselo entender les muestra sus manos y sus pies heridos. “Soy yo en persona”. Les invita a mirar las manos y los pies. Por si fuera poco, el Resucitado añade otro gesto por el que podía ser reconocido. Come con ellos del pescado que tienen. Y lo hace delante de ellos.
El contenido de tu carta de amor, Padre, resulta difícil de comprender. Es el amor tu mensaje a través de las palabras. Por una parte, nos tienes dicho que la resurrección implica la superación de la muerte, del tiempo y del espacio; que el Resucitado es el exaltado y glorificado. Y, por otra parte, tiene manos y pies. Quiero entender que lo que quieres decirme es que el Resucitado es el mismo que fue crucificado, que no es otro distinto; que la resurrección no es negación de la cruz, sino su reafirmación y la revelación de su sentido último. Tu carta de hoy no es un relato histórico; es una invitación a explotar de alegría por la gran buena noticia de la resurrección del Mesías.
Gracias, Padre, por tu amor incondicional
Un abrazo entrañable
Tu hijo
miércoles, 15 de abril de 2020
PASCUA EN CUARENTENA
Pascua en cuarentena
Esta es una Pascua diferente a cualquier otra que hayamos experimentado. Tal vez ya estás acostumbrado a la cuarentena. Tal vez sea una montaña rusa, con días buenos y días malos. O tal vez, todavía estás bastante conmocionado. De todos modos, es seguro decir, que ésta es una Pascua diferente a cualquier otra que hayamos experimentado.
Nuestro mundo está de luto colectivo: pérdida de vidas, pérdida de conectividad, incertidumbre, inestabilidad en los trabajos, etc. Parece que nos han despojado de nuestra libertad. Nuestra esperanza en un futuro luminoso parece más tenue, y nuestra capacidad de celebrar, cuando estamos tan dispersos, parece casi imposible.
Sin embargo, hemos celebrado el Domingo de Pascua, un día de inmensa alegría. ¿Pero cómo se supone que nos alegremos en medio de tanto sufrimiento? ¿Cómo encontrar la esperanza en la Resurrección de Cristo cuando nuestro mundo parece tan desesperado?
Celebrar y vivir como “gente de Pascua” no significa que ignoremos el sufrimiento o pretendamos que no nos afecta. Más bien, nos alegramos porque comprendemos que el sufrimiento es necesario para la alegría, porque es a través de la transformación de este sufrimiento, que la alegría cobra sentido. Un sentido muy diferente al que el mundo conoce. La Pascua no hubiera existido si no hubiera atravesado un gran sufrimiento.
Después de todo, los Apóstoles pasaron su Viernes Santo y su Sábado Santo de forma muy parecida a la nuestra: encerrados en sus casas, asustados y enfrentando muchas incertidumbres. A pesar de ello, Cristo transformó su miedo y su tristeza en profundo gozo, incluso cuando la alegría parecía lo más imposible.
Entonces, ¿cómo podemos alegrarnos en estas circunstancias? No necesitamos buscar más allá de Jesús. Él nos da tres claves para la alegría:
- Esperanza: Jesús tiene esperanza al decir, en la Cruz, “todo está cumplido” y ponerse en las manos de su Padre. Él ya había hecho su parte, ahora confía y espera en Dios. Sabe que su dolor no ha sido en vano.
- Dejarse amar por Dios: Él confiaba en que lo que Dios le permitía soportar, bueno o malo, era para la salvación de los hombres. Sabía que, en medio de todo el dolor, su Padre lo estaba amando y ese amor lo sostenía. Jesús demostró esta actitud de confianza continua, con una aceptación incondicional de cada acontecimiento como regalo de Dios.
Amar a los demás: todos los días que nos quedamos en casa por amor a todos, podemos encontrar alegría como la de Jesús. En cada momento podemos ofrecer nuestro sacrificio por los demás. ¿Qué razón más grande para la alegría que esta?
La muerte no es el final... Sí, Jesús se levantó de la tumba, Él ha vencido la muerte. Y si tiene poder sobre la muerte, puede elevarnos a la vida eterna con Él. En otras palabras: si celebramos el Domingo de Pascua, celebramos que nuestra muerte es solo el comienzo de la felicidad para siempre con Dios. Incluso si lo peor nos sucede a nosotros y a quienes amamos, no es el final. Podemos esperar en una vida eterna aún más feliz que todas las alegrías que hemos conocido en este mundo.
En palabras de santa Teresita de Lisieux: “El mundo es tu barco y no tu hogar”. No vivimos para este mundo, sino para el que no se ve. La Resurrección de Cristo nos recuerda que hay mucho más para nosotros que esta realidad presente y sus penas.
* Aleteia
VENGAN A MÍ
“Vengan a mí”
Sin camino no se anda, sin verdad no se conoce, sin vida no se vive. Si andamos perdidos sin encontrar el rumbo, si sentimos que en lugar de vivir “arrastramos la vida” o lo que sería peor somos “muertos en vida”, éste es el momento de buscar a Cristo, de acercarse al Señor, Camino, Verdad y Vida, en el seno de una comunidad creyente.
“Vengan a mí todos los que están fatigados y sobrecargados, y yo les daré descanso. Vengan a mí todos los que están deprimidos y agobiados, y yo les daré alivio. Vengan a mí todos los que están desorientados y sin sentido, yo soy el camino. Vengan a mí todos los que están en tinieblas y sombras de muerte, yo soy la luz. Vengan a mí, mansos y humildes, y encontrarán un remanso para su alma” (Jesús).
Jesús ve nuestra necesidad. Lo necesitamos a él y a nadie más. Sólo él puede advertir cuán grande es la necesidad que tenemos de él en esta hora del mundo. El hambriento se imagina que busca pan, y en verdad tiene hambre de él. El sediento cree desear tan sólo agua y en realidad tiene necesidad y sed de él. (GP). El nos invita: “Vengan a mí”.
* Enviado por el P. Natalio
EL PAPA FRANCISCO EXPLICA EN QUÉ CONSISTE LA VERDADERA PAZ INTERIOR
El Papa Francisco explica en qué consiste la verdadera paz interior
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
Foto: Vatican Media
El Papa Francisco destacó durante la Audiencia General de este miércoles que “el verdadero equilibrio interior surge de la paz de Cristo” y advirtió que frecuentemente el significado de la palabra paz, puede “ser mal entendida o trivializada”.
“El verdadero Shalom y el verdadero equilibrio interior surgen de la paz de Cristo, que proviene de su Cruz y genera una nueva humanidad, encarnada en una infinita lista de santos y santas, inventivos, creativos, que han ideado nuevas formas de amar. Esta vida como hijos de Dios, que por la sangre de Cristo buscan y encuentran a sus hermanos, es la verdadera felicidad”, dijo el Papa durante su catequesis semanal de este 15 de abril.
Al reflexionar en la séptima bienaventuranza relatada en el Evangelio de San Mateo (Mt 5,9) que dice: “dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” el Pontífice explicó que para entender esta afirmación en la que se habla de quienes “trabajan por la paz” es necesario aclarar en qué consiste la paz verdadera.
En esta línea, el Papa confió que le alegra abordar esta cuestión “inmediatamente después de Pascua, porque la paz de Cristo es el fruto de su muerte y Resurrección” y añadió que “para comprender esta dicha, uno debe explicar el significado de la palabra paz”.
Dos diferentes ideas de paz
“Debemos orientarnos entre dos ideas de paz: la primera es la bíblica, donde aparece la bellísima palabra Shalom, que expresa abundancia, prosperidad, bienestar. Cuando en hebreo se desea Shalom, se desea una vida bella, plena y próspera, conducida bajo la verdad y la justicia, que se cumplirá en el Mesías, Príncipe de paz”.
En segundo lugar, está el otro sentido, más extendido, por el cual la palabra “paz” se entiende como “una especie de tranquilidad interior; ésta es una idea moderna, psicológica y más subjetiva. Se piensa generalmente que la paz es tranquilidad, armonía, equilibrio interior” y añadió que “este segundo significado es incompleto y no puede ser absolutizado, porque la inquietud en la vida puede ser un momento importante de crecimiento, mientras que puede ocurrir que la tranquilidad interior corresponda a una ‘conciencia domesticada’ y no a una verdadera redención espiritual”.
“Muchas veces el Señor debe ser un ‘signo de contradicción’ sacudiendo nuestras falsas certezas, para llevarnos a la salvación”, describió el Papa quien invitó también a recordar que “el Señor entiende que su paz es diferente de la humana, cuando dice: ‘Les dejo la paz, les doy mi paz. No como la da el mundo, yo se las doy’ del Evangelio de San Juan (Jn 14,27)”.
“Preguntémonos: ¿cómo da paz el mundo? Si pensamos en los conflictos bélicos, las guerras normalmente terminan de dos maneras: con la derrota de una de las dos partes o con tratados de paz. Solo podemos esperar y rezar para que siempre se tome esta segunda vía; sin embargo, debemos considerar que la historia es una serie infinita de tratados de paz negados por guerras sucesivas o por la metamorfosis de esas mismas guerras de otras maneras o en otros lugares”, expresó.
De este modo, el Papa reiteró que en la actualidad existe “una guerra en pedazos” que se lleva a cabo “en múltiples escenarios y de diferentes maneras. Al menos debemos sospechar que, en el contexto de una globalización construida sobre todo por intereses económicos, la ‘paz’ de algunos corresponda a la ‘guerra’ de otros. ¡Esta no es la paz de Cristo!”.
Por ello, Francisco cuestionó “¿cómo ‘da’ su paz el Señor Jesús?” y citó la Carta de San Pablo a los Efesios (Ef 2,14) en que el apóstol describe que “la paz de Cristo es ‘hacer de dos, uno solo’ eliminar la enemistad y reconciliarse. Y la forma de lograr este trabajo de paz es su cuerpo. De hecho, reconcilia todas las cosas y pone paz con la sangre de su cruz”.
En este sentido, el Santo Padre preguntó “¿quiénes son los que trabajan por la paz?” y concluyó que esta séptima bienaventuranza “es la más activa, explícitamente operativa; la expresión verbal es análoga a la utilizada en el primer versículo de la Biblia para la creación e indica iniciativa y laboriosidad”.
“El amor es, por naturaleza, creativo y busca la reconciliación a toda costa. Son llamados hijos de Dios los que han aprendido el arte de la paz y lo ejercitan, y saben que no hay reconciliación sin el don de la vida, y que siempre se debe buscar la paz. ¡En todo momento! Este no es un trabajo autónomo que es el fruto de las propias habilidades, es una manifestación de la gracia recibida de Cristo, quien nos hizo hijos de Dios”, dijo.
Finalmente, el Papa Francisco animó a “colaborar con Dios en la tarea de construir la paz, en cada momento y lugar, comenzando por aquellas situaciones que viven y con las personas que tienen alrededor; de manera particular, en estos momentos que estamos viviendo a causa de la pandemia, para que, con un gesto concreto de bien, puedan llevar la ternura, la alegría y la paz de Cristo Resucitado”.
“¡Feliz Pascua de Resurrección! y que Dios los bendiga”.
EMAÚS: IDA Y VUELTA
Emaús: ida y vuelta
Emaús es el mundo entero, porque el Señor ha abierto los caminos divinos de la tierra
Por: Pablo Cabellos Llorente | Fuente: Catholic.net
Debemos a San Lucas el conocimiento amplio de lo sucedido el mismo día de la Resurrección a Cleofás y su compañero en el camino de Emaús. Andan entristecidos por una esperanza perdida. Cuando Jesús resucitado se hace el encontradizo con ellos, no salen de su asombro ante la pregunta del Señor sobre la conversación que traen. Al tratar de explicar lo sucedido al que se ha sumado como compañero de viaje, ellos mismos confiesan su desesperanza: "nosotros esperábamos que él sería quien redimiera a Israel. Pero con todo, es ya el tercer día desde que han pasado estas cosas".
Esperábamos, afirman en un pasado que suena a fiasco. Tal vez no esperaban nada, o no esperaban rectamente porque su idea de la redención de Israel era muy otra. No nos extraña porque, en demasiadas ocasiones y a demasiados cristianos, nos viene a suceder lo mismo cuando pensamos que Dios no está a nuestro lado, o no nos escucha o, si nos escucha, no atiende a nuestras necesidades. No tenemos en cuenta aquello de San Pablo a los Romanos: "el Espíritu acude en ayuda de nuestra flaqueza: porque no sabemos lo que debemos pedir como conviene; pero el mismo Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables". Nuestra oración ha de ser guiada por el mismo Dios, porque no siempre pedimos bien.
Y esto hace Jesús con aquellos dos desesperanzados, también impacientes y poco comprensivos con los tiempos de Dios porque se van a Emaús cuando ya tienen bastantes rumores acerca de la Resurrección o, mejor dicho, más que rumores tienen el testimonio de las mujeres y de alguno de los suyos, pero como a Él no lo han visto, no les basta. Una vez más nos encontramos pensando con criterios exclusivamente humanos y, seguramente por eso, de vuelo corto.
Por fortuna -como a aquellos dos caminantes desalentados- Jesús se nos acerca mucho más de lo pensamos y de variadísimas maneras. Con Cleofás y su amigo empleó la misma paciencia que con nosotros. En su caso, para explicarles desde Moisés a los Profetas a fin de que comprendieran que todo había sucedido como estaba previsto.
En nuestras situaciones hará también cuanto necesitemos para calentar nuestro corazón o dar luz a nuestra mente. La luz es enseñarnos a ver nuestra vida y lo que nos sucede con los ojos de la fe, tan distintos de nuestras miradas cortas. Estamos habituados a razonar de modo que comprendamos todo con silogismos bien construidos, pero con frecuencia nos olvidamos de la premisa mayor: Dios, que ve las cosas de otro modo, sub especie aeternitatis, con la vista puesta en la eternidad. Las cosas son como las ve Dios. Y nos caldeará el corazón, como hizo con aquellos dos hombres de modo casi imperceptible, porque acaban de darse cuenta al final: "¿no es verdad que ardía nuestro corazón dentro de nosotros, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?".
Hemos de tener el oído atento para escuchar al Señor, que nos habla también a través de las Escrituras, en la Eucaristía, a través de un amigo, en el acompañamiento o dirección espiritual, en una homilía u otros medios de formación, en un rato de oración ante el Señor sacramentado o en otro lugar cuando no es posible acercarse a un sagrario, en las incidencias de la vida corriente o siendo nosotros ese cristiano que "debe hacer presente a Cristo entre los hombres, debe obrar de tal manera que quienes le traten perciban el bonus odor Christi (Cfr. 2 Cor II, 15), el buen olor de Cristo; debe actuar de modo que, a través de las acciones del discípulo, pueda descubrirse el rostro del Maestro". Así lo afirmaba San Josemaría Escrivá, comentando este pasaje de Lucas en la homilía Cristo presente en los cristianos.
Así, un camino de ida para quienes parecen "estar de vuelta" se convirtió, por la misericordia de Jesús, en el camino del encuentro, un sendero en el que, por obra de Dios, el desaliento se convierte en luz y calor. A pesar de nuestras debilidades, todos tenemos la posibilidad de ser el amable compañero de viaje que haga pronunciar a nuestros familiares, amigos, compañeros, vecinos... las mismas palabras de los discípulos de Emaús que, como se lee en Camino, "debían salir espontáneas, si eres apóstol, de labios de tus compañeros de profesión, después de encontrarte a ti en el camino de la vida".
Esa vía de ida, que facilita el camino de vuelta a nuestro sitio, a la casa del Padre, está en nuestra manos para cada uno de nosotros y para los demás. Antes cité algunos medios. Quiero ir finalizando recordando algo capital: la confesión sacramental, el sacramento de la misericordia y el perdón, que quita nuestras costras y durezas para que la voz del Espíritu resuene más clara en nuestra conciencia, ese sagrario de nuestra intimidad en el que escuchamos la voz de Dios siempre que nuestras auto-disculpas no la conviertan en el sonido de la propia subjetividad.
Se levantaron de la mesa que habían compartido con el Señor y regresaron a Jerusalén, volvieron a su sitio, al redil de Dios, donde encontraron reunidos a los once y a los que estaban con ellos. Volvieron para ser cada uno apóstol de apóstoles. Termino con otras palabras de San Josemaría tremendamente animantes: "Camino de Emaús. Nuestro Dios ha llenado de dulzura este nombre. Y Emaús es el mundo entero, porque el Señor ha abierto los caminos divinos de la tierra" (Amigos de Dios, 314).
HOY SE CELEBRA A SAN DAMIAN DE MOLOKAI, EL APÓSTOL DE LOS LEPROSOS,15 DE ABRIL
Hoy se celebra a San Damián de Molokai, el apóstol de los leprosos
Redacción ACI Prensa
“Ningún sacrificio es demasiado grande si se hace por Cristo”, solía decir San Damián de Molokai, quien contrajo lepra al servir como misionero a los pacientes con esta enfermedad en una de las islas Hawai (Estados Unidos). Su fiesta se celebra cada 15 de abril.
San Damián nació un 3 de enero de 1840 en Bélgica, ingresó a la vida religiosa con los Padres de los Sagrados Corazones de Jesús y María. Fue enviado como misionero a Hawai (Estados Unidos) y el 24 de mayo de 1864 fue ordenado sacerdote en Honolulu, la capital.
Ayudaba incesantemente a los pobladores del lugar y trabajó con sus propias manos para que se construya una Iglesia, ganándose la estima de la gente.
Por ese entonces se desató una terrible epidemia de lepra. Los enfermos eran apartados de la comunidad y abandonados a su suerte en una colonia especial. El P. Damián pidió ir a ayudarlos y desembarcó con varios leprosos en Molokai.
En ese lugar había mucha violencia y muchos vivían sin esperanza y paz. Escuchaba la burla de los borrachos, las lamentaciones de los moribundos y los aullidos de los perros que se comían a los muertos.
Poco a poco el Santo fue transformando el lugar, construyó una iglesia en honor a Santa Filomena, hospital, enfermería, escuela, viviendas, etc. En 1885 contrajo la enfermedad de lepra con tan sólo 49 años y rechazó ser trasladado para recibir tratamiento.
"Hasta este momento me siento feliz y contento, y si me dieran a escoger la posibilidad de salir de aquí curado, respondería sin dudarlo: ‘Me quedo para toda la vida con mis leprosos’”, decía.
El Santo con sus dolores continuó con la obra evangelizadora en medio de ese pueblo sufriente. Antes de morir vio llegar al P. Wendelin y a las hermanas franciscanas que se encargaron de la enfermería. Entre ellas estaba la Beata Madre Marianna Cope que sirvió más de 30 años a los leprosos.
Partió a la Casa del Padre el 15 de abril de 1889. Una estatua de bronce del santo se encuentra en el Capitolio de Estados Unidos en representación al estado de Hawai.
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