Lecturas de hoy Viernes de la 5ª semana de Cuaresma
Hoy, viernes, 3 de abril de 2020
Primera lectura
Lectura del libro de Jeremías (20,10-13):
OÍA la acusación de la gente:
«“Pavor-en-torno”,
delatadlo, vamos a delatarlo».
Mis amigos acechaban mi traspié:
«A ver si, engañado, lo sometemos
y podemos vengarnos de él».
Pero el Señor es mi fuerte defensor:
me persiguen, pero tropiezan impotentes.
Acabarán avergonzados de su fracaso,
con sonrojo eterno que no se olvidará.
Señor del universo, que examinas al honrado
y sondeas las entrañas y el corazón,
¡que yo vea tu venganza sobre ellos,
pues te he encomendado mi causa!
Cantad al Señor, alabad al Señor,
que libera la vida del pobre
de las manos de gente perversa.
Palabra de Dios
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Salmo
Sal 17,2-3a.3bc-4.5-6.7
R/. En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó
V/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. R/.
V/. Dios mío, peña mía, refugio mío,
escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos. R/.
V/. Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte. R/.
V/. En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo él escuchó mi voz,
y mi grito llegó a sus oídos. R/.
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Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (10,31-42):
EN aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús.
Elles replicó:
«Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?».
Los judíos le contestaron:
«No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios».
Jesús les replicó:
«¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: sois dioses”? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y no puede fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros: “¡Blasfemas!” Porque he dicho: “Soy Hijo de Dios”? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre».
Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí.
Muchos acudieron a él y decían:
«Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad».
Y muchos creyeron en él allí.
Palabra del Señor
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Comentario al Evangelio de hoy viernes, 3 de abril de 2020
CR
Queridos amigos y amigas:
Estamos ya al borde de la Semana Santa. En la liturgia de hoy se masca la tragedia. El evangelio de Juan dice que los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús. Como se ve, lo de la “intifada” viene de lejos. En la inhóspita Judea tienen predilección por las piedras: para construir el templo de Jerusalén, para estampárselas a Goliat en la frente, para cargarse a la mujer adúltera ... o para eliminar a Jesús. Menos mal que Jesús se les escabulló de las manos. En varios pasajes evangélicos se alude a este Jesús escurridizo que no se deja atrapar, como si el hecho físico de la desaparición fuera un símbolo de un hecho más profundo: Jesús no está al alcance de nuestra mano. Es un don gratuito, pero no una baratija que podamos manejar a nuestro antojo.
Vayamos al grano. ¿Cuál es la razón por la que quieren lapidarlo (y quizá también dilapidarlo)? El mismo evangelio pone en boca de los judíos la acusación: No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios. Cuando se escribe el evangelio de Juan, la comunidad cristiana, en lucha con varias herejías, ha madurado mucho su comprensión del misterio de Jesús. Se insinúa aquí la que va a ser la causa de su muerte. En ese te haces Dios se concentra la razón religiosa por la que Jesús será ajusticiado, aunque luego se disfrace con razones políticas.
Tengo la impresión de que hoy sucede algo semejante. Jesús cae bien a casi todo el mundo porque habla de las más nobles aspiraciones humanas: verdad, libertad, justicia, fraternidad. Cualquiera que luche por estos ideales puede convertirlo en símbolo. Lo que ya no suscita tanto entusiasmo es ese incómodo te haces Dios porque si esta afirmación es verdadera, entonces Jesús ya no puede ser un Che Guevara al uso, sino Alguien que tiene que ver conmigo y yo con él, Alguien que me confronta con la verdad de mí mismo y con la respuesta que estoy dando al sentido de mi vida. Y, claro, esto es pedir demasiado. A este Jesús tan pretencioso hay que matarlo. Digámoslo con claridad: algunas teologías, muchas ideologías y millones de personas hemos conseguido matarlo. Reducido a eslogan nos hace un apaño. Convertido en Dios nos fastidia la vida y no interesa.