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domingo, 28 de julio de 2019
lunes, 22 de julio de 2019
CELIBATO ENSANCHA EL CORAZÓN Y PERMITE DARSE A LOS DEMÁS, AFIRMA SACERDOTE
Celibato ensancha el corazón y permite darse a los demás, afirma sacerdote
Redacción ACI Prensa
Crédito: Alexey Gotovsky / ACI
Un sacerdote de la Arquidiócesis de Washington (Estados Unidos) explicó la importancia del celibato y respondió a los cuestionamientos más comunes de quienes buscan su abolición alegando que de ese modo se podría resolver el problema de los abusos sexuales.
El P. Carter Griffin., autor del libro “¿Por qué el celibato? Reclamando la paternidad del sacerdote”, dijo a CNA –agencia en inglés del Grupo ACI– que el celibato viene desde los tiempos de Jesucristo, que también fue célibe.
“El celibato permite una cierta apertura del corazón, permite ensanchar el corazón y así facilita la capacidad de un hombre de vivir su sacerdocio y darse a sí mismo a los demás”, resaltó el sacerdote.
Por su parte, Peter Daly escribió en un artículo el 15 de julio en el National Catholic Reporter, en el que señaló que “no podemos hablar de una reforma real del sacerdocio católico si no hacemos a un lado al celibato obligatorio para los sacerdotes diocesanos en el rito latino”.
Siguiendo su explicación sobre el celibato, el P. Griffin resaltó que Cristo “realmente tuvo que hacerse disponible para todos. Si su corazón hubiese tenido alguna predilección por una esposa o unos hijos, simplemente no habría podido hacer lo que buscaba hacer”.
“Creo que ordenado para amar como sacerdote, con amor sacerdotal y con una paternidad espiritual, es una de las principales razones, sino la principal, para el celibato”.
El celibato, refirió, remite a la existencia de Dios y a otras realidades sobrenaturales, ya que recuerda a los demás que “nuestros bienes más preciados no son los placeres terrenos sino aquellos más grandes y elevados”.
Para Daly sería mejor tener sacerdotes casados y con hijos para que así puedan ser “más conscientes de la vulnerabilidad de los niños y así reaccionen con más indignación ante el abuso”.
Al respecto el P. Griffin admitió que puede haber algo de verdad en esa afirmación, pero subrayó que “hay muchas cosas que he aprendido como padre espiritual que son muy útiles para los padres naturales o biológicos que están cerca de mí”.
A los cuestionamientos que alegan que permitir sacerdotes casados incrementaría su cantidad, el P. Griffin dijo que eso no es cierto y que la crisis de vocaciones no se resolverá bajando la valla en los requisitos para el sacerdocio.
“Si lo correcto son los sacerdotes célibes, entonces busquemos la forma de construir la cultura católica como hemos hecho cada vez que este asunto ha aparecido con fuerza a lo largo de los siglos. Lo que tenemos que cambiar es lo que origina la escasez de vocaciones y no los estándares para el ingreso a los seminarios”.
Al alegato que considera que el celibato genera “represión sexual” en los sacerdotes, algo que puede terminar en abusos, el P. Griffin subrayó que “una objeción como esa solo puede surgir de una cultura que sufre ante la reiteración de la ‘revolución sexual’ que busca convencernos de que no podemos controlarnos sexualmente y que cualquier restricción es necesariamente no saludable”.
“Todos conocemos personas que no están casadas y que están muy bien balanceadas y son buenas personas. Además, la gran mayoría de sacerdotes son felices en su vocación y hacen un trabajo bueno y fiel. Así que tomar algunos ejemplos de los titulares y convertirlos en conclusiones universales no me parece correcto”, explicó el sacerdote.
El problema, precisó, no está en el celibato sino en la infidelidad al mismo o en el adulterio cuando la persona es casada.
El P. Griffin explicó luego la importancia de promover la castidad en “una cultura hipersexualizada” y que los padres “se tomen en serio la formación integral y saludable de sus hijos para que crezcan y se conviertan en hombres y mujeres santos, auténticamente cristianos que vivan castos y puros”.
“Si eso es así, si es que redoblamos nuestros esfuerzos como familias católicas, entonces la crisis de vocaciones desaparecería,”, destacó.
El P Griffin también compartió su propia experiencia como sacerdote.
“Yo planeaba casarme. Me habría encantado casarme y tener una familia, pero el Señor usó ese deseo y lo transformó. Ahora soy el hombre más feliz”, dijo.
“Creo que muchos sacerdotes pueden decir lo mismo y espero que la gente pueda –pese a todas las cosas que ahora tienen que afrontar– ver eso: que muchos sacerdote viven su vocación alegre y hermosamente”, concluyó.
Traducido y adaptado por Walter Sánchez Silva. Publicado originalmente en CNA
LECTURAS BÍBLICAS DE HOY LUNES 22 DE JULIO DE 2019 - SANTA MARÍA MAGDALENA
Lecturas del Santa María Magdalena
Lunes, 22 de julio de 2019
Primera lectura
Lectura del libro del Cantar de los Cantares (3,1-4a):
Así dice la esposa: «En mi cama, por la noche, buscaba al amor de mi alma: lo busqué y no lo encontré. Me levanté y recorrí la ciudad por las calles y las plazas, buscando al amor de mi alma; lo busqué y no lo encontré. Me han encontrado los guardias que rondan por la ciudad: "¿Visteis al amor de mi alma?" Pero, apenas los pasé, encontré al amor de mi alma.»
Palabra de Dios
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Salmo
Sal 62,2.3-4.5-6.8-9
R/. Mi alma está sedienta de ti, mi Dios
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R/.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R/.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R/.
Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. R/.
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Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,1.11-18):
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?»
Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.»
Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?»
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.»
Jesús le dice: «¡María!»
Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!»
Jesús le dice: «Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro."»
María Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto.»
Palabra del Señor
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Comentario al Evangelio del lunes, 22 de julio de 2019
Pedro Martinez
Queridos amigos:
Hay realidades que nos acompañan durante todo el año, pero no siempre se perciben igual; en determinados momentos se hacen especialmente visibles, aunque estén siempre ahí. Algo de eso pasa con los santos, con aquellos hermanos y hermanas que han recorrido ya el camino de la fe y, tras hacer suyo el Evangelio, comparten la gloria del Padre. Siempre están ahí, caminando a nuestro lado y velando por nosotros, aunque haya fechas del año en que tomemos conciencia de su presencia de un modo singular.
En este año litúrgico 2019 esta semana (la decimosexta del tiempo ordinario) se presenta llena de santos y además (¡que me perdonen otros!) de santos de primera. Nuestra lectura continua de la Palabra se va a ver interrumpida, y hasta quizá algún día oigamos proclamar lecturas que no esperamos, pero la incomodidad merece la pena. Este Año de la Fe es una buena ocasión para profundizar en el lugar de los santos en nuestra vida. Una lectura afectuosa de la constitución Lumen gentium puede ayudarnos: en estos discípulos del Señor el Padre nos revela su rostro y muestra caminos seguros que llevan a él. Nosotros, peregrinos, podemos acogernos a su intercesión, protección y socorro. Si la presencia del Espíritu nos garantiza que nunca caminamos solos, la cercanía de los santos lo confirma claramente. La Eucaristía es, además, el lugar por excelencia para que, junto a María, nos encontremos con ellos.
Y para iniciar la semana nuestra primera compañera es ni más ni menos María Magdalena, llamada apóstol de los apóstoles. Las dos lecturas de la eucaristía insisten en el amor; el Cantar de los Cantares resalta sobre todo la búsqueda apasionada de la que dan fe el salmo y el texto evangélico. También las oraciones de la liturgia nos invitan a fijarnos en la “gran ofrenda de amor” de “la que se entregó a Jesús para siempre”: María, contágianos tu amor por Jesús. Enséñanos a buscarle sin desfallecer, a no dejar jamás de anunciarle y de transmitir la alegría que Él siembra entre nosotros. Magdalena, ayúdanos a no despreciar nunca a nadie. Y mucho menos a los que parecen amar con exceso.
HOY ES LA FIESTA DE SANTA MARÍA MAGDALENA, 22 DE JULIO
Hoy es la fiesta de Santa María Magdalena, la primera mujer que vio a Cristo resucitado
Redacción ACI Prensa
Santa María Magdalena es una de las discípulas más fieles y que el Señor escogió para ser testigo de su resurrección ante los apóstoles, asimismo es ejemplo para toda mujer de la Iglesia y de auténtica evangelizadora, es decir, de una evangelizadora que anuncia el mensaje gozoso central de la Pascua.
El 10 de junio del 2016 el Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en el Vaticano, emitió un decreto en el que, siguiendo la voluntad del Papa Francisco, se estableció que la memoria litúrgica de Santa María Magdalena se eleve al rango de fiesta.
En referencia a ella, Benedicto XVI expresó en el 2006 que “la historia de María de Magdala recuerda a todos una verdad fundamental: discípulo de Cristo es quien, en la experiencia de la debilidad humana, ha tenido la humildad de pedirle ayuda, ha sido curado por él, y le ha seguido de cerca, convirtiéndose en testigo de la potencia de su amor misericordioso, que es más fuerte que el pecado y la muerte”.
En los Evangelios se habla de María Magdalena, la pecadora (Lc. 7, 37-50); María Magdalena, una de las mujeres que seguían al Señor (Jn. 20, 10-18) y María de Betania, la hermana de Lázaro (Lc. 10, 38-42).
La liturgia romana identifica a las tres mujeres con el nombre de María Magdalena, como lo hace la antigua tradición occidental desde la época de San Gregorio Magno.
María Magdalena siguió a Jesús hasta el Calvario y estuvo ante el cuerpo yacente del Señor. El domingo de Resurrección fue la primera que vio a Cristo resucitado y tuvo el honor de ser enviada por el Señor a anunciar esta buena noticia a los discípulos.
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Biografía de Santa María Magdalena
Evangelios se habla de María Magdalena, la pecadora (Luc 7, 37-50); María Magdalena, una de las mujeres que seguían al Señor (Jn 20, 10-18) y María de Betania, la hermana de Lázaro (Lc 10, 38-42). La liturgia romana identifica a las tres mujeres con el nombre de María Magdalena, como lo hace la antigua tradición occidental desde la época de San Gregorio Magno.
El nombre de María Magdalena se deriva de Magdala, una población situada sobre la orilla occidental del mar de Galilea, cerca de Tiberíades, en la que el Señor encontró por primera vez a aquella mujer. San Lucas hace notar que era una pecadora (aunque no afirma que haya sido una prostituta, como se supone comúnmente). Cristo cenaba en casa de un fariseo donde la pecadora se presentó y al momento se arrojó al suelo frente al Señor, se echó a llorar y le enjugó los pies con sus cabellos. Después le ungió el perfume que llevaba en un vaso de alabastro. El fariseo interpretó el silencio de Cristo como una especie de aprobación del pecado y murmuró en su corazón. Jesús le recriminó por sus pensamientos. Le preguntó en forma de parábola cuál de dos deudores debe mayor agradecimiento a su acreedor: aquél a quién se perdona una deuda mayor, o al que se perdona una suma menor. En el capítulo siguiente, San Lucas, habla de los viajes de Cristo por Galilea, dice que le acompañaban los apóstoles y que le servían varias mujeres.
Entre ellas figuraba María Magdalena, de la que había arrojado "siete demonios". También se recuerda a María Magdalena por otros episodios. En la hora más oscura de la vida de Cristo, María Magdalena contemplaba la cruz a cierta distancia. Acompañada por "la otra María", descubrió que alguien había apartado la pesada piedra del sepulcro del Señor. Fue ella la primera persona que vio, saludó y reconoció a Cristo resucitado. María Magdalena, la contemplativa, fue el primer testigo de la resurrección del Señor, sin la cual vana es nuestra esperanza. El Hijo de Dios quiso manifestar la gloria de su resurrección a aquella mujer manchada por el pecado y santificada por la penitencia. La tradición oriental afirma que después de Pentecostés, fue a vivir a Efeso con la Virgen María y San Juan y que murió ahí. Pero, según la tradición francesa adoptada por el Martirologio Romano y muy difundida en occidente, María Magdalena fue con Lázaro y Marta a evangelizar la Provenza y pasó los treinta años de su vida en los Alpes Marítimos, en la caverna de la Sainte Baume. Poco antes de su muerte fue trasladada milagrosamente a la capilla de San Maximino, donde recibió los últimos sacramentos y fue enterrada por el santo.
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Cuatro Menciones en los Evangelios
1) Los siete demonios. Lo primero que dice el Evangelio acerca de esta mujer, es que Jesús sacó de ella siete demonios (Lc 8,2), lo cual es un favor grandísimo, porque una persona poseída por siete espíritus inmundos tiene que haber sido impresionantemente infeliz. Esta gran liberación obrada por Jesús debió dejar en Magdalena una gratitud profundísima.
Nuestro Señor decía que cuando una persona logra echar lejos a un mal espíritu, este se va y consigue otros siete espíritus peores que él y la atacan y así su segundo estado llega a ser peor que el primero (Lc 11,24). Eso le pudo suceder a Magdalena. Y que enorme paz habrá experimentado cuando Cristo alejó de su alma estos molestos espíritus.
A nosotros nos consuela esta intervención del Salvador, porque a nuestra alma la atacan también siete espíritus dañosísimos: el orgullo, la avaricia, la ira, la gula, la impureza o lujuria, envidia, la pereza y quizás varios más. ¿Quién puede decir que el espíritu del orgullo no le ataca día por día? ¿Habrá alguien que pueda gloriarse de que el mal espíritu de la impureza no le ha atacado y no le va a atacar ferozmente? Y lo mismo podemos afirmar de los demás.
Pero hay una verdad consoladora: Y es que los espíritus inmundos cuando veían o escuchaban a Jesús empezaban a tembar y salían huyendo. ¿Por qué no pedirle frecuentemente a Cristo que con su inmenso poder aleje de nuestra alma todo mal espíritu? El milagro que hizo en favor de la Magdalena, puede y quiere seguirlo haciendo cada día en favor de todos nosotros.
2) Se dedicó a servirle con sus bienes. Amor con amor se paga. Es lo que hizo la Magdalena. Ya que Jesús le hizo un gran favor al librarla de los malos espíritus, ella se dedicó a hacerle pequeños pero numerosos favores. Se unió al grupo de las santas mujeres que colaboraban con Jesús y sus discípulos (Juana, Susana y otras). San Lucas cuenta que estas mujeres habían sido liberadas por Jesús de malos espíritus o de enfermedades y que se dedicaban a servirle con sus bienes (Lc 8,3). Lavaban la ropa, preparaban los alimentos; quizás cuidaban a los niños mientras los mayores escuchaban al Señor; ayudaban a catequizar niños, ancianos y mujeres, etc...
3) Junto a la cruz. La tercera vez que el Evangelio nombra a Magdalena es para decir que estuvo junto a la cruz, cuando murió Jesús. La ausencia de hombres amigos junto a la cruz del Redentor fue escandalosa. Sencillamente no se atrevieron a aparecer por ahí. No era nada fácil declararse amigo de un condenado a muerte. El único que estuvo junto a Él fue Juan. En cambio las mujeres se mostraron mucho más valerosas en esa hora trágica y fatal. Y una de ellas fue Magdalena.
San Mateo (Mt 27,55), San Marcos (Mc 15, 40) y San Juan (Jn 19, 25) afirman que junto a la cruz de Jesús estaba la Magdalena. En las imágenes religiosas de todo el mundo los artistas han pintado a María Magdalena junto a María, la Madre de Jesús, cerca de la cruz del Redentor agonizante, como un detalle de gratitud a Jesús.
4) Jesús resucitado y la Magdalena. Uno de los datos más consoladores del Evangelio es que Jesús resucitado se aparece primero a dos personas que habían sido pecadoras pero se habían arrepentido: Pedro y Magdalena. Como para animarnos a todos los pecadores, con la esperanza de que si nos arrepentimos y corregimos lograremos volver a ser buenos amigos de Cristo.
Los cuatro evangelistas cuentan como María Magdalena fue el domingo de Resurrección por la mañana a visitar el sepulcro de Jesús. San Juan lo narra de la siguiente manera:
"Estaba María Magdalena llorando fuera, junto al sepulcro y vio dos ángeles donde había estado Jesús. Ellos le dicen: - ¿Mujer, por qué lloras? - Ella les responde: - Porque se han llevado a mi Señor, y no sé donde lo han puesto.
Dicho esto se volvió y vio que Jesús estaba ahí, pero no sabía que era Jesús.
Le dice Jesús: - ¿Mujer por qué lloras? ¿A quién buscas?
Ella, pensando que era el encargado de aquella finca le dijo: - Señor, si tú lo has llevado, dime donde lo has puesto, yo me lo llevaré.
Jesús le dice: '¡María!'
Ella lo reconoce y le dice : '¡Oh Maestro!' (y se lanzó a besarle los pies).
Le dijo Jesús: - Suéltame, porque todavía no he subido al Padre. Vete donde los hermanos y diles: 'Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios a vuestro Dios'.
Fue María Magdalena y les dijo a los discípulos: - He visto al Señor, y me ha dicho esto y esto." (Jn. 27, 11).
Esta mujer tuvo el honor de ser la encargada de comunicar la noticia de la resurrección de Jesús.
ORACIÓN A SANTA MARÍA MAGDALENA
Oración a Santa María Magdalena
Señor, Dios nuestro, Cristo, tu unigénito, confió, antes que a nadie, a María Magdalena la misión de anunciar a los suyos la alegría pascual; concédenos a nosotros, por la intercesión y el ejemplo de aquella cuya fiesta celebramos, anunciar siempre a Cristo resucitado y verle un día glorioso en el reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
domingo, 21 de julio de 2019
LO NECESARIO Y LO URGENTE
Lo necesario y lo urgente
Mientras el grupo de discípulos sigue su camino, Jesús entra solo en una aldea y se dirige a una casa donde encuentra a dos hermanas a las que quiere mucho. La presencia de su amigo Jesús va a provocar en las mujeres dos reacciones muy diferentes.
María, seguramente la hermana más joven, lo deja todo y se queda «sentada a los pies del Señor». Su única preocupación es escucharle. El evangelista la describe con los rasgos que caracterizan al verdadero discípulo: a los pies del Maestro, atenta a su voz, acogiendo su Palabra y alimentándose de su enseñanza.
La reacción de Marta es diferente. Desde que ha llegado Jesús, no hace sino desvivirse por acogerlo y atenderlo debidamente. Lucas la describe agobiada por múltiples ocupaciones. Desbordada por la situación y dolida con su hermana, expone su queja a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano».
Jesús no pierde la paz. Responde a Marta con un cariño grande, repitiendo despacio su nombre; luego, le hace ver que también a él le preocupa su agobio, pero ha de saber que escucharle a él es tan esencial y necesario que a ningún discípulo se le ha de dejar sin su Palabra «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor y no se la quitarán».
Jesús no critica el servicio de Marta. ¿Cómo lo va a hacer si él mismo está enseñando a todos con su ejemplo a vivir acogiendo, sirviendo y ayudando a los demás? Lo que critica es su modo de trabajar de manera nerviosa, bajo la presión de demasiadas ocupaciones.
Jesús no contrapone la vida activa y la contemplativa, ni la escucha fiel de su Palabra y el compromiso de vivir prácticamente su estilo de entrega a los demás. Alerta más bien del peligro de vivir absorbidos por un exceso de actividad, en agitación interior permanente, apagando en nosotros el Espíritu, contagiando nerviosismo y agobio más que paz y amor.
Apremiados por la disminución de fuerzas, nos estamos habituando a pedir a los cristianos más generosos toda clase de compromisos dentro y fuera de la Iglesia. Si, al mismo tiempo, no les ofrecemos espacios y momentos para conocer a Jesús, escuchar su Palabra y alimentarse de su Evangelio, corremos el riesgo de hacer crecer en la Iglesia la agitación y el nerviosismo, pero no su Espíritu y su paz. Nos podemos encontrar con unas comunidades animadas por funcionarios agobiados, pero no por testigos que irradian el aliento y vida de su Maestro.
(Padre José Antonio Pagola)
CONSERVA LA CALMA
Conserva la calma
Defiende y cultiva la paz en tu corazón, porque es el clima indispensable para crecer en plenitud en todas las dimensiones de tu vida. Vigila cuanto entra en tu corazón para que no se infiltre en él el polvo de la ansiedad, el ácido de la irritación, o el veneno del odio. Gozar de la paz profunda del alma merece estar en permanente alerta.
En los momentos críticos aprende a conservar la calma, de modo que tus decisiones sean justas y sabias. En lugar de exasperarte y dejarte dominar por la ira, cállate porque el silencio aquieta. Respira profundamente y ora. Ganas serenidad si cierras tus ojos y te ves en un lugar paradisíaco, mientras repites pensamientos positivos. Recuerda que Dios está en tu corazón y estarás tranquilo sin desesperarte. La ira es fuente de males casi siempre más graves que aquellos que la causan. Corta las raíces de la irritación: ¿Cómo podrás apagar el incendio de la ira si lo alimentas con la leña del fanatismo, el rencor o la soberbia? El hombre espiritual es dueño de sí mismo ante la adversidad.
¿No has comprobado que una palabra dura dicha en un acceso de ira te trajo semanas de amargura? Un refrán tibetano afirma: “la paciencia en un momento de enojo te evitará cien días de dolor”. Cada día pídele al Señor toda la paciencia que necesites. Dile “Concédeme hoy fortaleza, paciencia y serenidad. Que nada ni nadie me perturbe”.
* Enviado por el P. Natalio
MARÍA MAGDALENA: LA PECADORA ARREPENTIDA
María Magdalena: La pecadora arrepentida
De no ser por los Evangelios y por lo que Jesús hizo con ella, nadie la recordaría hoy
Por: n/a | Fuente: Alfa y Omega // ArchiMadrid.org
Era «una mujer pecadora que había en la ciudad» y se le perdonaron los pecados «porque había amado mucho».
El relato de san Lucas (7, 36-50) introduce a esta mujer en la historia de los hombres y ya estará en ella hasta el fin; de no ser por los Evangelios y por lo que Jesús hizo con ella, nadie la recordaría hoy; su vida habría pasado como un anónimo de baja calidad olvidado por todos. Leyendo la escena de lo que pasó en casa de Simón no se descubre su nombre; fue una delicadeza de autor tan humano y fino que no quiso ponerla en evidencia. Hizo bien, porque como la malicia de los hombres y mujeres con sus evidentes debilidades no tienen nada de atractivo ni de originalidad, prefirió resaltar la misericordia sin límite de Jesús. Luego, cuando ya no tuviera dentro «los siete demonios» que tuvo, sí sería oportuno escribir el nombre de María Magdalena, como hace Lucas en el capítulo siguiente.
Sin que pueda afirmarse de modo absoluto la identidad entre María Magdalena, la pecadora sin nombre, con la hermana de Lázaro y de Marta que se llamaba María a la que habría de suponer una época de extravíos juveniles, parece que la coincidencia de rasgos comunes en los relatos evangélicos –preferencia por los pies de Jesús y ser amiga de ungüentos perfumados–, justifican la fusión que de ambas figuras hace la tradición cristiana como queda expresada en la liturgia y en el martirologio.
Quizá fue un reproche de Jesús lo que la llevó al cambio, pero no lo sabemos; o a lo mejor fue una mirada de Jesús encontrada en alguno de aquellos momentos en los que la había situado su curiosidad por desear ver al joven Rabí de Nazaret; o la afirmación agresiva que hizo Jesús –para aclarar la mente de los que pensaban que eran buenos– de que «los publicanos y las prostitutas os precederán en el reino de los Cielos». El caso es que comenzó a sentirse incómoda consigo misma desde que le escuchó aquello de «bienaventurados los limpios» que verían a Dios. Hablaba mucho Jesús de la misericordia divina y, sin poderlo explicar, María no podía distraerse del deseo vehemente de estar cercana; le parecía que nadie hasta entonces entendía tanto de las profundidades de ese corazón bueno de Dios y ella comenzó a notar en su interior un deseo acuciante de bondad y de bien. El Nazareno disfrutaba hablando de la misericordia divina con los pecadores, rompió las reglas de juego admitiendo entre sus amigos a indeseables, y hasta dijo aquella verdad de que el médico está para los enfermos, que lo sanos no lo necesitan. María se siente colocada frente a sí misma; comenzó a darle asco su vida. La enseñanza variopinta del Maestro hablaba del padre bueno que espera la vuelta del hijo que se fue, y del pastor que busca cuidadoso a la oveja que se extravió. La de Magdala ya no se soporta; no puede sufrir el pensamiento de su propio espectáculo a pesar de su ansia vehemente de triunfos y halagos; se rebela contra su situación actual al tiempo que escucha a Jesús que hablaba de Dios –el mismo de siempre, pero sin palo–, como un padre lleno de comprensión. La mujer siente su orgullo encabritado, pero la gracia va abriéndose camino; solo hacía falta querer dar un paso, porque los pecados pesan ahora como una atadura insoportable.
Ni se lo pensó. Entró como a escondidas con un vaso de alabastro lleno de perfume, sin deseo de llamar la atención, y sin conseguir pasar desapercibida. Quiso pedir perdón y no pudo; se arrastró; no le salían palabras; solo es capaz de llorar, besar los pies y secar lo mojado con sus cabellos manejados con arte. Aturdida por tan extraña situación, le pareció oír que el joven Rabí la defendía de Simón con palabras pausadas y voz serena. Después vino el gozo al escuchar «tu fe te ha salvado, vete en paz».
Libre y renovada, flotando en bondad, se une al grupo de mujeres que le asisten en el ministerio mesiánico, y ya no dejará jamás a Jesús, ni siquiera cuando le escuche que deberá comer su carne y beber su sangre, ni se unirá a la cobarde deserción de sus amigos en el momento del Calvario. Vive una felicidad indecible.
Galilea, Judea, Decápolis y Fenicia. En Judea, el ambiente se iba enrareciendo; ella no sintió miedo, ni entendió cómo podían tenerlo los discípulos. Pero aquello pasó, aunque María no lo tuviera previsto y hasta le pareciera la pesadilla de un sueño embustero, ¡habían apresado al Maestro! Si solo ha hecho el bien, si es tan bueno, si no hizo mal, si ayuda a los pobres, si se desvive por los enfermos, si dice verdades, si habla del Cielo… Su actuación fue la misma por todas partes. ¿No curó al paralítico? ¿Qué hizo con el ciego? ¿No sanó leprosos? ¡Dio vida a la niña, al chico de Naín, a Lázaro! Alimentó a miles con pocos panes y peces, libró a endemoniados… tantas y tantos vivían contentos gracias e él.
Ya han levantado la cruz. El Gólgota está oscuro y con truenos. Se le escucha perdonando, que es lo suyo. Y hace promesa del Reino al ladrón y asesino que se arrepiente; sí, ese es su estilo. María mira y no entiende, mira y se avergüenza. La antigua profecía: «Mi siervo ha tomado sobre sí los pecados de todos» fue como un relámpago en su mente que le hizo entrever algo del misterio. Era descubrir el precio de sus pecados, la malicia de sus hechos. Y muchas lágrimas, algún grito, todo es desconsuelo mientras hipa a moco tendido. La mano de la madre del crucificado puesta en su hombro venía a darle paz; el rostro de aquella mujer con lloro sosegado le hizo entender que no tenía derecho a expresar más dolor del que sufría la propia madre del muerto.
Cuando lo desclavaron y lo bajaron, casi no tuvieron tiempo para prepararlo y así lo tuvieron que enterrar. María Magdalena tiene la cabeza confusa y lleva un propósito en el pecho: cuando pasase el descanso sabático, moriría al lado de Jesús, quedándose junto al sepulcro.
Allá iba el domingo entre dos luces, con más ungüentos aromáticos, acompañada de un grupo pequeño de mujeres. La puerta está abierta, ¡han violado la tumba y no está su cuerpo! Corre al cenáculo y corren también Juan y Pedro. Todos se alborotan y regresan con el corazón en un puño, plasmada la incertidumbre en los rostros y con más miedo dentro. María se queda sola con su desventura; ya no le queda ni siquiera el cuerpo de Jesús muerto.
Le dice al hortelano que lo buscará y lo traerá. Solo una palabra en tono especial la revuelve para poder ella responder de modo increíble a lo humano: Rabboni, Maestro mío. Hay un nuevo intento de agarrarse a sus pies y la alegría indescriptible de testificar como un huracán que ha visto vivo al que estuvo muerto.
A partir de este momento, ya no se vuelve a hablar en el Evangelio más de María Magdalena.
Después quedó la leyenda –clara en sus justos términos– parloteando de sus posibles, imaginados o deseados pasos por el mundo, apartada en el desierto o llegando en diáspora judía hasta las playas de Marsella. Yo prefiero quedarme con la estampa que cierra su vida el Evangelio hasta que la salude personalmente en el cielo. ¿Podrá hacerse eso?
PAPA FRANCISCO LLAMA A LOS CRISTIANOS A CONJUGAR CONTEMPLACIÓN Y ACCIÓN EN SU VIDA DE FE
El Papa llama a los cristianos a conjugar contemplación y acción en su vida de fe
Redacción ACI Prensa
Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa
El Papa Francisco invitó a los cristianos a conjugar “contemplación y acción” y asumir así la enseñanza de Jesús sobre la actitud del creyente.
En su reflexión previa al rezo del Ángelus este domingo 21 de julio en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el Santo Padre comentó cómo en el Evangelio del domingo el evangelista San Lucas narra la visita de Jesús a la casa de Marte y de María, las hermanas de su amigo Lázaro.
“Ellas lo acogen y María se sienta a sus pies para escucharlo; deja aquello que estaba haciendo para estar cerca de Jesús: no quiere perderse ninguna de sus palabras”, contó.
Francisco llamó a imitar a María, la hermana de Lázaro porque “también para cada uno de nosotros, como para María, no debería haber ninguna ocupación o preocupación que pueda tenernos alejados del Maestro divino”.
“Todo se deja de lado para que cuando venga Él a visitarnos en nuestra vida, su presencia y su palabra llegan antes que cualquier cosa”, señaló.
Subrayó que “el Señor nos sorprende siempre: cuando nos ponemos a escucharlo verdaderamente, las nubes se disipan, las dudas dejan su lugar a la verdad, los miedos a la serenidad, y las diferentes situaciones de la vida encuentran su lugar justo”.
La figura de María de Betania a los pies de Jesús, explicó el Papa Francisco, “muestra la actitud orante del creyente que sabe estar en presencia del Maestro para escucharlos y ponerse en sintonía con Él”.
“Se trata de hacer una parada durante la jornada, recogerse en silencio para dejar espacio al Señor que ‘pasa’ y encontrar la valentía de permanecer un poco apartado junto a Él, para, después, regresar con mayor serenidad y eficacia a las cosas de cada día”.
Al alabar el comportamiento de María que, en palabras de Jesús, “eligió la mejor parte”, el Señor “parece repetir a cada uno de nosotros: ‘No te dejes abrumar de las cosas por hacer, sino, escucha antes que nada la voz del Señor para desempeñar bien las obligaciones que la vida te asigna”.
Además de en María, el fragmento evangélico de San Lucas pone el foco en la otra hermana de Lázaro, Marta. “San Lucas dice que fue ella la que alojó a Jesús. Quizás Marta era la mayor de las dos hermanas, no lo sabemos, pero ciertamente esta mujer tenía el carisma de la hospitalidad”.
De hecho, “mientras María escucha a Jesús, ella está ocupada en muchos servicios. Por ello, Jesús le dice: ‘Marta, Marta, tú te afanas y te agitas por muchas cosas’. Con estas palabras Él no trata de condenar la actitud del servicio, sino más bien el afán con que en ocasiones se vive”.
“También nosotros compartimos la preocupación de Santa Marta y, sobre su ejemplo, nos proponemos que, en nuestras familias y en nuestra comunidad, se viva el sentido de la acogida, de la fraternidad para que cada uno pueda sentirse como en casa, especialmente los pequeños y los pobres”.
Por lo tanto, “el Evangelio de hoy nos recuerda que la sabiduría del corazón está, precisamente, en el saber conjugar estos dos elementos: la contemplación y la acción. Marta y María nos indican el camino”.
“Si queremos saborear la vida con alegría, debemos asociar estas dos actitudes: por una parte, el estar a los pies de Jesús, para escucharlo mientras nos desvela el secreto de cada cosa; por otra parte, permanecer dispuestos y preparados en la hospitalidad para cuando Él pase y llame a nuestra puerta, con el rostro del amigo que tiene necesidad de un momento de refrigerio y fraternidad”, concluyó el Papa Francisco.
sábado, 20 de julio de 2019
LECTURAS BÍBLICAS DEL DOMINGO 21 DE JULIO DE 2019
Lecturas de hoy Domingo 16º del Tiempo Ordinario - Ciclo C
Hoy, domingo, 21 de julio de 2019
Primera lectura
Lectura del libro del Génesis (18,1-10a):
En aquellos días, el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, en lo más caluroso del día. Alzó la vista y vio tres hombres frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda, se postró en tierra y dijo:
«Señor mío, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un bocado de pan para que recobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a la casa de vuestro siervo».
Contestaron:
«Bien, haz lo que dices».
Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo:
«Aprisa, prepara tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz unas tortas».
Abrahán corrió enseguida a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase de inmediato. Tomó también cuajada, leche y el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba bajo el árbol, ellos comían.
Después le dijeron:
«Dónde está Sara, tu mujer?».
Contestó:
«Aquí, en la tienda».
Y uno añadió:
«Cuando yo vuelva a verte, dentro del tiempo de costumbre Sara habrá tenido un hijo».
Palabra de Dios
Salmo
Sal 14,2-3ab.3cd-4ab.5
R/. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
V/. El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua. R/.
V/. El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor. R/.
V/. El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses
(1,24-28):
Hermanos:
Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado servidor, conforme al encargo que me ha sido encomendado en orden a vosotros: llevar a plenitud la palabra de Dios, el misterio escondido desde siglos y generaciones y revelado ahora a sus santos, a quienes Dios ha querido dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria. Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría, para presentarlos a todos perfectos en Cristo.
Palabra de Dios
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (10, 38-42):
EN aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».
Respondiendo, le dijo el Señor:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio de hoy domingo, 21 de julio de 2019
Fernando Torres cmf
De la desconfianza a la hospitalidad
Nuestra cultura es cada vez más desconfiada. Todo lo que sea extraño nos resulta una amenaza. En algunos barrios de las grandes ciudades se ven letreros en las casas donde se avisa de que se llamará a la policía si se ven extraños caminando por la calle. Nuestras casas son cada vez menos abiertas pero también lo son nuestros barrios y nuestras ciudades y nuestros países. La llegada de inmigrantes en busca de trabajo crea desconfianza e inseguridad entre los que ya viven en el país. En general, todo lo que sea extraño y que se salga de lo habitual nos hace sentirnos inseguros y amenazados. Por eso, y no por otra razón, es por lo que aumenta la violencia. A esa violencia se responde con más violencia –aunque en algún caso sea defensiva– y así va creciendo la espiral de la desconfianza, la violencia.
La propuesta de las lecturas de hoy es otra bien distinta. En línea con el mensaje evangélico del Reino de Dios. Se nos habla de la hospitalidad. La primera lectura, del libro del Génesis, nos muestra a Abrahán, el patriarca, que no sólo acoge a los que le piden hospitalidad sino que suplica a aquellos tres hombres que se queden en su casa y que coman de su mesa. La hospitalidad para aquellos pueblos era un deber sagrado y al visitante se le debía todo el respeto del mundo. Era como si fuera el mismo Dios el que visitaba la casa. Al texto del Evangelio se le han dado muchas explicaciones, pero generalmente se nos ha olvidado la más sencilla: Marta y María acogieron al Señor en su casa. Ese es el punto de partida sin el que aquel pequeño rifi-rafe entre Marta y María nunca habría sucedido.
Hoy tendríamos que recuperar la virtud de la hospitalidad. Frente a los vecinos del piso o apartamento de enfrente. Pero también frente a los vecinos del sur que llaman a las puertas de nuestra nación pidiendo un trabajo que les asegure el pan y el futuro a ellos y a sus familias. También frente a los que no creen en nuestra misma religión y frente a los que no pertenecen a nuestra raza ni hablan nuestra lengua. Todos somos hermanos y hermanas. Todos pertenecemos a la familia de Dios. La encarnación de Jesús ha convertido a cada hombre y mujer en el mejor y más pleno sacramento de la presencia de Dios entre nosotros. Acogerlo, compartir con él o con ella lo que tenemos significa acoger al mismo Dios que nos viene a visitar, hacer realidad el Reino en nuestro mundo, dar cumplimiento a la voluntad de Dios que quiere que todos nos sentemos a la misma mesa para compartir la vida que él nos ha regalado. Sólo la hospitalidad, la acogida sincera y abierta, la mano tendida, logrará unir un mundo roto y dividido que parece que sólo es capaz de generar desconfianza y violencia.
Para la reflexión
¿Cómo miras y valoras a los que no pertenecen a tu familia, a tu nación, a tu raza? ¿Das por sentado que son peores que los tuyos? ¿Qué valores positivos encuentras en ellos? ¿Qué podrías hacer para establecer relación o amistad con algunos de ellos? ¿Crees que te ayudaría a romper la desconfianza y vencer los prejuicios?
ACEPTARSE A SÍ MISMO
Aceptarse a sí mismo
Acéptate a ti mismo incluso frente a los demás. No tengas miedo, no te dejes paralizar por tus debilidades o carencias. Concéntrate, más bien en tus fortalezas. Acepta ser tú mismo ante los otros tal como eres, con tus luces y sombras. Cada cual sabe dónde le aprieta el zapato. Lee una graciosa anécdota: dos personas que se enfrentaron, cada una con su fragilidad.
Lord George Byron (1788-1824), famoso poeta inglés, era rengo. Su excesiva vanidad sufría horriblemente con ese defecto. La más pequeña alusión a su renguera lo ponía colérico y mordaz. Cierto día la duquesa de Devonshire, que era bizca, le preguntó: — ¿Cómo anda? Creyendo el poeta que esta pregunta encerraba una burla a su defecto físico, le respondió ásperamente: — ¡Como usted ve!
Recuerda que los demás te necesitan tal como el Señor ha querido que fueras. No conviene que te pongas una máscara o representes una comedia. Puedes decirte a ti mismo: “voy a llevarles algo especial, pues nunca se encontraron ni se encontrarán con alguien como yo; soy una persona única salida de las manos de Dios”. Dios te valora, hazlo tú también.
* Enviado por el P. Natalio
DEJAR DE FUMAR
Dejar de fumar
Ya pasó un tiempo desde que comenzó la campaña para que los ambientes estén libres de humo. La euforia de los no fumadores por acabar con todo rastro de cigarrillo y persona con ganas de fumar pasó.
Mi amigo Flavio aceptó muy bien el tema de no fumar en todos lados, sin embargo, ni se le ocurrió la posibilidad de dejar. Es que ya lo había intentado miles de veces, pero nunca con resultados positivos.
La semana pasada, mientras leía una revista, Flavio se encontró con una nota que decía que el cigarrillo aumenta la impotencia y recordó varias oportunidades en que este problema lo aquejó. Pensó que quizás era eso… (Posiblemente no, pero vamos a dejarlo creer que fue así) y decidió entonces una vez más, dejar de fumar.
Las estadísticas demuestran que la mayor parte de los fumadores (el 70%) desean dejar de fumar. Pero obviamente, no es tan fácil, y cada vez que se recae, aumenta la sensación de fracaso y la resignación.
En cuanto a las mujeres, el consumo se está haciendo cada vez más frecuente y las consecuencias en la salud afectan no sólo a las fumadoras sino a sus hijos y familias.
Según datos de internet, en los países industrializados las mujeres de 40 años dejan de fumar menos que los varones, y las jóvenes empiezan a hacerlo antes que ellos. Esto hace que el consumo de tabaco en las mujeres sea un problema cada vez más preocupante y frecuente.
Se calcula que hay unas 250 millones de fumadoras en todo el mundo. Y sólo en el año 2000 murieron casi un millón de mujeres a causa de enfermedades causadas por el consumo de tabaco. Un dato preocupante es que un informe de la Organización Mundial de la Salud, revela que la Argentina es uno de los países del mundo donde hay más mujeres fumadoras.
El tabaquismo en las mujeres afecta también a los hijos. Fumar en el embarazo es especialmente peligroso porque es a través del cordón umbilical que el feto se alimenta y cuando la madre prende un cigarrillo recibe todas las sustancias tóxicas del humo, incluyendo la nicotina.
Los bebés amamantados por madres fumadoras, pueden sufrir inquietud, insomnio, vómitos, diarreas y succión débil. Y cuando son más grandes las consecuencias pueden derivar en neumonías, bronquitis, asma, otitis, diabetes juvenil, trastornos de aprendizaje, déficit de atención.
Beneficios de dejar de fumar
Para incentivar un poco a quienes deseen dejar el cigarrillo, deben saber que dejar de fumar, en cualquier momento, es beneficioso para la salud a largo plazo, pero también, aseguran los expertos, tiene beneficios inmediatos que se enumeran a continuación (Puede que los tiempos estén un poco exagerados, pero es bueno para incitar a que se deje de fumar)
- A los 20 minutos, la presión arterial regresa a su nivel normal, lo mismo que la frecuencia cardiaca y la temperatura de pies y manos.
- A las 8 horas, la respiración es más profunda y hay una mejor oxigenación pulmonar
- A las 24 horas, disminuye el riesgo de muerte súbita.
- Pasadas 48 horas, se normalizan los sentidos del gusto y del olfato.
- A las 72 horas, se normaliza la función respiratoria.
Dejar de fumar no sólo beneficia la salud sino también a la economía, ya que todo el dinero que gastas en tabaco, si lo dejas, te lo puedes gastar en alguna otra cosa, como premio por no haber prendido un cigarrillo.
Por Romina Faerman
FÁCIL Y DIFÍCIL
Fácil y difícil
Si lo consideras bien, tu vida está llena de desafíos. Con frecuencia las circunstancias te provocan a dar pasos adelante, a no quedarte sino a subir y progresar. Con esta visión descubrirás que, incluso las peores tormentas de la vida, te invitan a cambiar y mejorar. Lee lo que sigue y decídete a afrontar aun lo que se te presenta difícil.
Fácil es soñar todas las noches. Difícil es luchar por un sueño. Fácil es tropezar con una piedra. Difícil es levantarte. Fácil es cometer errores. Difícil es aprender de ellos. Fácil es orar todas las noches. Difícil es encontrar a Dios en las cosas pequeñas. Fácil es criticar a los demás. Difícil es mejorar uno mismo. Fácil es pensar en mejorar. Difícil es poner en acción lo pensado. Fácil es prometerle a alguien algo. Difícil es cumplir esa promesa.
Aprender de los errores, encontrar a Dios en las cosas pequeñas, luchar por un sueño, son otros tantos desafíos a superar la mediocridad y el estancamiento. Que no dramatices las dificultades, porque normalmente son fantasmas de la imaginación que racionaliza nuestras cobardías para no salir de la fácil rutina. ¡Ánimo, sé valiente y confía en el Señor!
* Enviado por el P. Natalio
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