Autor: Comunidad de Carmelitas Descalzas de Toro | Fuente: Catholic.net La confesión de Pedro | |||
Lucas 9,18-22. Tiempo Ordinario. El que confiesa a Jesús como el salvador, su vida estará llena de alegría y paz. | |||
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viernes, 26 de septiembre de 2014
EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 26 DE SEPTIEMBRE DEL 2014
jueves, 25 de septiembre de 2014
PUEDO FABRICAR FELICIDAD
Puedo fabricar felicidad
Autor: Anamaría Rabatté
Para mí y para los que me rodean.
Decidirme a ser feliz,
con lo que tengo en mi vida.
A pesar de no sentirme bien.
A pesar de no ser las cosas como deseo.
A pesar de no gustarme mi familia.
A pesar de no comprender a la gente.
A pesar de mi cansancio físico y moral.
A pesar del desaliento.
A pesar de las desilusiones
A pesar de las circunstancias adversas.
A pesar de la enfermedad.
Lucharé con mis estados negativos para poder dar lo mejor de mí mismo a los demás y así decidirme a ser feliz con lo que tengo.
Esto es: Fabricar felicidad.
PONER LA MIRADA EN LA META
Poner la mirada en la meta
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD
Cuenta Carlos Vallés vio a una mujer que iba a trabajar. De pronto ella se detuvo y tomó en sus manos una de las sandalias que usaba. No pudo arreglarla y entonces puso a un lado del camino las dos sandalias. Luego juntó sus manos en un gesto de saludo orante, saludó a las sandalias y siguió su camino descalza.
Nuestra vida es un continuo caminar o peregrinar hacia la casa del Padre, con mucho o poco equipaje. Cada uno escoge lo que más le conviene.
La Biblia nos habla de esta peregrinación de los hijos de Adán, Abraham y de los hijos de Dios. Somos forasteros como todos nuestros padres. “ Por la fe salió Abraham sin saber a dónde iba... Con fe murieron todos estos, (Abraham, Isaac, Jacob) confesando ser extranjeros y peregrinos en la tierra” (Hb 11, 8- 9).
Cristo es “camino, verdad y vida” (Jn 14,6). El peregrinar de Jesús está sintetizado cuando dice: “Salí de junto al Padre y vine a estar en el mundo, ahora dejo el mundo y me vuelvo al Padre... Padre, tú me los confiaste; quiero que, donde yo estoy, estén también conmigo y contemplen mi gloria...” (Jn 16, 28; 17,24). Tras sus huellas deben caminar sus discípulos y los cristianos. El mismo manda ir por todo el mundo a anunciar la Buena Nueva (Mt 28, 19). El seguir a Jesús es un constante “salir”, un peregrinar por caminos difíciles y desconocidos. En esta peregrinación no estamos solos, el Señor es nuestro compañero, aunque es cierto que nos puede pasar como a los de Emaús, que tardemos en darnos cuenta de que Él camina con nosotros.
Cada religión, cada país y cada pueblo, tienen sus lugares propios de peregrinación. Para los cristianos son famosos: Tierra Santa, Roma, Santiago y todos los lugares sagrados marianos y de los santos.
Y para llegar a todos los lugares de peregrinación hay diferentes caminos que se recorren de muy diferentes maneras: a pie, en bici, en carro, en avión. Hay un camino externo y otro interno.
El camino externo cuenta con sus limitaciones: el cansancio, los dolores, el sol, el frío- En el interno nos encontramos con falta de fe, falta de generosidad y entrega.
Cada uno tiene que hacer su camino, salir de lo conocido para ir a lo desconocido e imprevisible, dejar la seguridad para vivir a la intemperie. Para perseverar en este caminar se tendrá que creer en la fuerza del Espíritu y gustar y ver qué bueno es el Señor.
El camino debe apuntar siempre a la meta. Y para llegar a la meta hay que mantener muy alta la mirada, tener grandes ideales. “Si te atreves a seguir altos ideales, esos mismos ideales duplicarán tus fuerzas para que puedas alcanzarlos”(proverbio sueco).
En todo peregrinar nos damos cuenta de la cercanía de Dios, y al acercarnos a ese gran misterio de Dios reconocemos cuán lejos está de nuestras mentes y de nuestra vida.
Y en todo caminar, bien hacia un Santuario o a la Casa del padre, necesitamos orar con todo nuestro corazón, en todo momento y en todo lugar. La oración tiene que ser el alimento del caminante.
El peregrino ruso describe lo que era la oración para él. “ El rezo silencioso de la oración de Jesús en el fondo del corazón me confortaba y sostenía en mi viaje. Ninguna circunstancia externa, ninguna ocupación la impedían. Cuando me ocupaba en algún asunto, la oración me ayudaba a resolverlo más rápidamente. Mientras escuchaba o leía, la oración seguía brotando de mi corazón” (Anónimo).
La oración dará la fuerza para seguir adelante, hasta el final, no mirando cómo están los zapatos o “sandalias”. Ligero de equipaje se va mejor y se llega antes.
¡ PREPÁRATE! EN OCTUBRE, NO DEJES DE REZAR EL ROSARIO
Autor: Ma Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net
¡Prepárate! en Octubre, no dejes de rezar el Rosario
Hagamos un alto en nuestro diario vivir. Quince minutos tan solo...y con seguridad que el mundo y "nuestro mundo" será mejor.
¡Prepárate! en Octubre, no dejes de rezar el Rosario
El próximo miércoles empezamos Octubre y lo celebramos como el mes del rosario.
Muchos lo saben, otros no. Rezar el rosario para algunas personas es un tiempo desperdiciado en una letanía de repetidas oraciones, que en la gran mayoría, están dichas de una manera distraída y maquinalmente.
Pero no es así. El hecho de ponernos a rezarle ya es un acto de amor a la Madre de Dios. Es una súplica constante y repetida para pedir perdón y rogarle por nosotros y por todo el género humano en el presente y también en la hora de la muerte.
Rezar el rosario es meditar en los Misterios de la Vida de Cristo, de suerte que el rosario es una especie de resumen del Evangelio, un recuerdo de la Vida, los sufrimientos y glorificación del Señor, siempre acompañado de los momentos de grandeza de la Santísima Virgen, su Madre; siendo así una síntesis de su obra Redentora.
Así son los Misterios del rosario y para completarlos mejor, el Papa San Juan Pablo II intercaló para los días jueves los Misterios llamados Luminosos. Estos son los pasos de Jesús en la Tierra como Luz del mundo.
Rezar el rosario es un método fácil y adaptable a toda clase de personas, aún las menos instruidas y una excelente manera de ejercitar los actos más sublimes de fe y contemplación.
El Padrenuestro con el que se empieza cada Misterio es la oración que Cristo nos enseñó y quienes lo han penetrado a fondo no pueden cansarse de repetirlo.
En cuanto el Avemaría, toda ella está centrada en el Misterio de la Encarnación y es la oración más apropiada para honrar dicho Misterio. Aunque en el Avemaría hablamos directamente a la Santísima Virgen e invocamos su intercesión, esa oración es sobre todo una alabanza y una acción de gracias a su Hijo por la infinita misericordia que nos mostró al encarnarse en Ella y hacerse hombre para su Misión redentora.
La Santísima Virgen en sus repetidas apariciones , siempre ha sido la súplica más importante que en sus mensajes nos ha dado.
Ella nos ha pedido que recemos el rosario. Ella nos lo pide insistentemente porque tiene su rezo un GRAN VALOR. Quiere que repitamos una y otra vez la súplica, la alabanza con la esperanza puesta en su gran amor por toda la Humanidad.
Tal vez, por lo repetitivo del rezo, como decía Santa Teresa, la "loca de la casa", nuestra mente, se nos vaya de aquí para allá en pertinaz distracción, pero aún así nuestro corazón y nuestra voluntad está puesto a los pies de la Madre de Dios, y esas Avemarías son como el incienso que sube en oscilantes volutas hasta el corazón de nuestra Madre la Virgen Santísima.
Nuestro mundo se está olvidando de rezar. Tenemos fe, creemos en Dios pero no hablamos con El. El mundo actual, ahora más que nunca, necesita de muchos rosarios.
Hagamos un alto en nuestro diario vivir. Quince minutos tan solo... y con seguridad que el mundo y "nuestro mundo" será mejor.
CONSEJOS PARA CREAR UNA FAMILIA CRISTIANA
Autor: Mariano Bailly-Baulliere de Tro | Fuente: http://www.religionenlibertad.com
Consejos para crear una familia cristiana
Ofrecemos una lista de consejos por Mariano Bailly-Bailliere de Tro, que, sin duda, agradecerán quienes se encuentran en la apasionante aventura de educar a la luz de la fe
Consejos para crear una familia cristiana
«Aun en medio de las dificultades, hoy a menudo agravadas, de la acción educativa, los padres deben formar a los hijos con confianza y valentía en los valores esenciales de la vida humana. Los hijos deben crecer en una justa libertad ante los bienes materiales, adoptando un estilo de vida sencilla y austero, convencidos de que ´el hombre vale más por lo que es que por lo que tiene´»
(JUAN PABLO II, Familiaris consorcio, 37).
«En virtud de su dignidad y misión, los padres cristianos tienen el deber específico de educar a sus hijos en la plegaria, de introducirlos progresivamente al descubrimiento del misterio de Dios y del coloquio personal con Él» (lbíd., núm. 80). A las naturales dificultades que presenta la magna tarea de educar a los hijos, se añaden hoy las que impone un ambiente social secularizado y a menudo hostil a los valores que la fe cristiana descubre. De ahí que sea tan de agradecer un buen consejo que ayude a crear un vigoroso espíritu cristiano en esa Iglesia doméstica que es la familia.
Ofrecemos una amplia lista de consejos confeccionado por un experimentado padre de familia, Mariano Bailly-Bailliere de Tro, que, sin duda, agradecerán quienes se encuentran en la apasionante aventura de educar a la luz de la Fe.
I. PARA FOMENTAR LA VIDA DE PIEDAD EN LOS NIÑOS
1. Orientarles desde pequeños, en el amor a la Sagrada Eucaristía y a la Santísima Virgen.
2. Cuidar que las devociones y actos de piedad, desde pequeños, tengan un contenido teológico que van entendiendo poco a poco.
3. Los padres deben enseñar a rezar, pero deben explicar también a quién se reza y por qué se reza.
4. No abandonar nunca el "seguimiento" de los niños en las oraciones diarias, como el ofrecimiento de obras y lo que recen al acostarse.
5. Que el rezo en familia se haga con respeto. Cuidar las posturas. No es lo mismo rezar que jugar o ver la tele. La actitud debe ser otra.
6. Buscar la manera, sin ahorrarse sacrificios -los padres y los hijos- de rezar el Rosario en familia. Los más pequeños pueden rezar algunos misterios, de acuerdo con su edad. Organizar el estudio, el descanso, las horas de llegada, etc., para que se rece el Rosario. Razonarlo.
7. Acudir con los hijos a la Santa Misa, siempre que se pueda. Cuando son pequeños ir explicándoles, poco a poco,, los cuatro fines de la Misa, para que se acostumbren y aprendan a valorarla.
8. Cuidar especialmente la compostura en la Iglesia. Hacerles notar que el Señor está real y verdaderamente presente.
9. Cuidar los atuendos. No se debe ir a la Iglesia, y menos a la Santa Misa el domingo, por ejemplo, con ropa de deporte. Hay que enseñarles a distinguir una cosa de otra.
10. Preocuparse de que guarden el ayuno eucarístico.
11. Enseñarles a prepararse para ir a comulgar, con actos de contrición y de amor de Dios.
12. Enseñarles a dar gracias después de la comunión, descendiendo a detalles concretos.
13. Permanecer dando gracias un rato, explicándoles que el Señor está todavía dentro de nosotros realmente. Dar ejemplo.
14. Explicarles desde pequeños el significado de las distintas fiestas litúrgicas.
15. Que asocien desde pequeños el dolor, la contrariedad, el esfuerzo, el trabajo, con la reparación y la corredención. Hay que ir dándoles razones "poderosas" que luego les sirvan de apoyo.
16. Ayudarles a que sean constantes en la oración y demás prácticas de piedad.
17. Ayudarles cuando llegan a los 11-13 años a superar los respetos humanos, la vergüenza a que les vean rezar. Saber los padres que el ambiente favorece en muchos casos a que los tengan.
18. Explicarles por qué se escogen determinados lugares de veraneo, en vez de otros con ambientes donde se ofende a Dios, de modo que también ellos asuman esta decisión.
II. PARA AYUDARLES A VIVIR LA GENEROSIDAD
1. Enseñarles desde pequeños que ninguno de los bienes materiales que poseen les pertenece plenamente. No tienen derecho a romper los juguetes que les han regalado.
2. Hacer patente a los hijos que los padres tampoco tenemos como propios estos bienes.
3. Acostumbrarles a cederse mutuamente juegos, útiles de trabajo, libros, etc.
4. Los padres tienen que ser generosos en el tiempo que dedican a sus hijos para ayudarles en el estudio, para descansar con ellos, etc. Es un ejemplo muy importante de entrega a los demás.
5. Los chicos, desde pequeños deben ser generosos con su tiempo. A veces tendrán que dejar un trabajo o el mismo estudio, un encargo, para atender otro más importante.
6. Además de los pequeños servicios que se les solicita para ayudar a la convivencia familiar, es muy adecuado asignar algún cometido fijo, asequible a su edad, que suscite su sentido de responsabilidad y suponga un pequeño vencimiento (detalles de orden material, cuidado de alguna zona de la casa, atención a algún hermano menor, etc.). En todo caso, conviene tener flexibilidad en los encargos. Es más importante fomentar la unidad y el mutuo servicio que el estricto cumplimiento de un encargo concreto.
7. Enseñarles a mirar la Cruz cuando les cueste entregar algo. Al fin y al cabo todo lo que tienen lo han recibido de Dios. La entrega de Cristo en la Cruz es nuestro ejemplo.
8. Desde pequeños hay que sembrar en sus corazones y en su memoria las razones últimas que mueven a un cristiano a comportarse de un modo concreto y determinado.
9. Tener prudencia en las expresiones y conversaciones en las que se ensalza o se añora la consecución de los bienes materiales o los triunfos estrictamente humanos. Especialmente cuando se empieza a abordar el tema de las carreras profesionales.
10. Tener mucha constancia en fomentar la generosidad, aunque parezca que no se avanza nada. En realidad se está encauzando una tendencia natural -el instinto de conservación-, deteriorada por el pecado original.
11. Cuidar de que una parte de su dinero la entreguen como limosna. Que ahorren para hacer regalos a sus padres y hermanos.
12.Fomentar las acciones de gracias desde pequeños. El agradecimiento nos lleva a corresponder y a ser generosos con quien primeramente nos ha hecho el bien.
13. Ejercitar obras de misericordia corporales, acompañados de los hijos, de modo que el contacto con los que sufren, con los desheredados, sea, además, el mejor antídoto contra el aburguesamiento.
14. Conviene que los hijos sepan -del modo más conveniente en cada caso- que se ayuda económicamente a la parroquia, labores sociales, formativas o benéficas.
III. PARA FOMENTAR LA FORTALEZA Y LA TEMPLANZA
1. Renovar periódicamente las costumbres de la familia con relación a la fortaleza y reciedumbre de todos sus miembros, incluidos el padre y la madre.
2. No prodigar los padres las salidas nocturnas; en todo caso, evitar llegar tarde: los hijos se enteran y preguntan.
3. Tener en casa reuniones con amigos; ofrecerles algo, pero con sobriedad: ¡que los hijos se dan cuenta!
4. Tener en la «despensa», nevera y bar lo imprescindible.
5. Buscar sustitutivos más baratos en algunos alimentos, y que los chicos se enteren.
6. Programar menús en los que entren cosas que gustan menos o no gustan, para ir acostumbrándoles.
7. Que aprendan a servirse la comida no eligiendo lo mejor para ellos.
8.Enseñarles a tomar un poco más de lo que menos gusta y un poco menos de lo que más apetece.
9. Que no desprecien la comida. Insistir racionalmente.
10. Que aprendan a no dar importancia a una situación de escasez, incomodidad, etc.
11. Explicar siempre el porqué de la reciedumbre y cómo hay que hacer cosas concretas para adquirirla.
12. Las exigencias deben tener una justificación racional y sobrenatural siempre. Hay que darla amablemente aunque no la pidan para que la puedan asimilar y aceptar.
13. Cuidado con las prendas de vestir, chicos y chicas. Si hay varios hermanos, que se acostumbren a "heredar".
14. Evitar que la moda les esclavice. A veces, cuando son pequeños y no tienen capacidad de elegir, son los padres los que se "proyectan" en los hijos para ir a la "última".
15. Que se ocupen del cuidado material de su ropa. Doblarla, guardarla, prepararla para el día siguiente, etc.
16. Que se enteren del precio que tiene la ropa que se les compra. Que se den cuenta de que, aunque nos gusta mas una cosa que otra, es mejor a veces elegir la más barata.
17. Cuando aparezca el dolor, pequeñas enfermedades, etc., no obsesionarse en que desaparezca inmediatamente.
18. Enseñarles desde muy pequeños a aceptar y ofrecer el dolor. Que conozcan el valor de la corredención.
19. Animarles desde pequeños a que ofrezcan sacrificios, aprovechando las oportunidades que se presentan normalmente.
20. Enseñarles a vivir con alegría las contrariedades.
21. Exigir constancia en el trabajo y en el estudio. Tratar de este tema a fondo en el colegio. Horas de estudio.
22. Impulsarles a que realicen actividades deportivas que les exijan sacrificios y constancia.
23. Hacer excursiones en familia; programar de tal manera que sean útiles para hacerse más fuertes.
24. Dar mucha importancia a la lucha para vencer los defectos de carácter. Se ejercita la fortaleza y las consecuencias son muy importantes. Que sepan aguantarse el mal genio, aunque tengan razón; luchar contra el despiste que les hace llegar tarde, etc.
25. Que los padres no se quejen, ni ante sus amigos más íntimos, de los trabajos, molestias y demás inconvenientes que acarrean los hijos, pequeños, medianos y mayores.
26. La generosidad cristiana de los padres no se agota en traer hijos al mundo; donde realmente se prueba es en el esfuerzo y trabajo que requiere la educación de los hijos para que puedan llegar a ser unos buenos cristianos.
miércoles, 24 de septiembre de 2014
EL EVANGELIO DE HOY: JUEVES 25 DE SEPTIEMBRE DEL 2014
Autor: Comunidad de Carmelitas Descalzas de Toro | Fuente: Catholic.net Herodes oye hablar de Jesús | |||
Lucas 9, 7-9. Tiempo Ordinario. La pureza de corazón y la rectitud de intención nos darán la paz. | |||
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¿QUÉ ES EL SECOND LIFE O VACÍO EXISTENCIAL?
Autor: Rosa Martha Abascal | Fuente: Yoinfluyo.com Second Life o vacío existencial | |||
¿Qué es Second life?, ¿cuáles son sus implicaciones?, ¿Qué afectaciones produce su interacción? | |||
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EUCARISTÍA Y GENEROSIDAD
Autor: P. Antonio Rivero LC | Fuente: Catholic.net
Eucaristía y generosidad
Es el sacramento de la máxima generosidad de Dios, que nos llama e invita a nuestra generosidad con Él y con el prójimo.
Eucaristía y generosidad
La generosidad es la virtud de las almas grandes, que encuentran la satisfacción y la alegría en el dar más que en el recibir. La persona generosa sabe dar ayuda material con cariño y comprensión, y no busca a cambio que la quieran, la comprendan y la ayuden. Da y se olvida que ha dado.
El dar ensancha el corazón y lo hace más joven, con mayor capacidad de amar. Cuanto más damos, más nos enriquecemos interiormente.
¿Con quién tenemos que ser generosos? Con todos. Con Dios. Con los demás, sobre todo con los más necesitados.
Manifestaciones de una persona generosa.
Sabe olvidar con prontitud los pequeños agravios.
Tiene comprensión y no juzga a los demás.
Se adelanta a los servicios menos agradables del trabajo y de la convivencia.
Perdona con prontitud todo y siempre.
Acepta a los demás como son.
Da, sin mirar a quién.
Da hasta que duela.
Da sin esperar.
Hagamos ahora la relación eucaristía y generosidad.
Generosidad, primero, por parte de Dios.
Generoso es Dios que nos ofrece este banquete de la eucaristía y nos sirve, no cualquier alimento, sino el mejor alimento: su propio Hijo. Generoso es Dios porque no se reserva nada para Él.
Generoso es Dios en su misericordia al inicio de la misa, que nos recibe a todos arrepentidos y con el alma necesitada. Generoso es Dios cuando nos ofrece su mensaje en la liturgia y lo va haciendo a lo largo del ciclo litúrgico.
Generoso es Dios cuando considera fruto de nuestro trabajo lo que en realidad nos ha dado Él; pan, vino, productos de nuestro esfuerzo. Generoso es Dios cuando no mira la pequeñez y mezquindad de nuestro corazón al entregarle esa poca cosa, y Él la ennoblece y diviniza convirtiéndola en el cuerpo y la sangre de su querido Hijo.
Generoso es Dios que nos manda el Espíritu Santo para que realice ese milagro portentoso. El Espíritu Santo es el don de los dones. Generoso es Dios cuando acoge y recibe todas nuestras intenciones, sin pedir pago ni recompensa. Generoso es Dios cuando nos ofrece su paz, sin nosotros merecerla.
Generoso es Dios cuando se ofrece en la Comunión a los pobres y ricos, cultos e ignorantes, pequeños, jóvenes, adultos y ancianos. Y se ofrece a todos en el Sagrario como fuente de gracia.
Generoso es Dios, que va al lecho de ese enfermo como viático o como Comunión, para consolarlo y fortalecerlo. Generoso es Dios que está día y noche en el Sagrario, velando, cuidándonos, sin importarle nuestra indiferencia, nuestras disposiciones, nuestra falta de amor.
Generoso es Dios que se reparte y se comparte en esos trozos de Hostia y podemos partirlo para que alcance a cuántos vienen a comulgar. Es todo el símbolo de darse sin medida, sin cuenta, y en cada trozo está todo Él entero. Generoso es Dios que no se reserva nada en la eucaristía.
Y en todas partes, latitudes, continentes, países, ciudades, pueblos, villas que se esté celebrando una misa, Él, omnipotente, se da a todos y todo Él. Y no por ser un pequeño pueblito escondido en las sierras deja de darse completamente. ¿Puede haber alguien más generoso que Dios?
Segundo, generosidad por parte de nosotros.
Aquí, a la Eucaristía, hemos venido trayendo también nuestra vida, con todo lo que tiene de luces y sombras, y se la queremos dar toda entera a Dios. Le hemos dado nuestro tiempo, nuestro cansancio, nuestro amor, nuestros cinco panes y dos pescados, como el niño del evangelio. Es poco, pero es lo que somos y tenemos.
Hemos venido con espíritu generoso para dar, en el momento de las lecturas, toda nuestra atención, reverencia, docilidad, obediencia, respeto. En el momento del ofertorio hemos puesto en esa patena todas nuestras ilusiones, sueños, alegrías, problemas, tristezas. En el momento de la colecta se nos ofrece una oportunidad para ser generosos. En el momento de la paz se nos ofrece una oportunidad para saludar a quien tal vez está a nuestro lado y hace tiempo que no saludamos. Salimos con las manos llenas para repartir estos dones de la eucaristía.
En fin, la Eucaristía es el sacramento de la máxima generosidad de Dios, que nos llama e invita a nuestra generosidad con Él y con el prójimo. Jesús eucaristía, abre nuestro corazón a la generosidad.
Eucaristía y generosidad
Es el sacramento de la máxima generosidad de Dios, que nos llama e invita a nuestra generosidad con Él y con el prójimo.
Eucaristía y generosidad
La generosidad es la virtud de las almas grandes, que encuentran la satisfacción y la alegría en el dar más que en el recibir. La persona generosa sabe dar ayuda material con cariño y comprensión, y no busca a cambio que la quieran, la comprendan y la ayuden. Da y se olvida que ha dado.
El dar ensancha el corazón y lo hace más joven, con mayor capacidad de amar. Cuanto más damos, más nos enriquecemos interiormente.
¿Con quién tenemos que ser generosos? Con todos. Con Dios. Con los demás, sobre todo con los más necesitados.
Manifestaciones de una persona generosa.
Sabe olvidar con prontitud los pequeños agravios.
Tiene comprensión y no juzga a los demás.
Se adelanta a los servicios menos agradables del trabajo y de la convivencia.
Perdona con prontitud todo y siempre.
Acepta a los demás como son.
Da, sin mirar a quién.
Da hasta que duela.
Da sin esperar.
Hagamos ahora la relación eucaristía y generosidad.
Generosidad, primero, por parte de Dios.
Generoso es Dios que nos ofrece este banquete de la eucaristía y nos sirve, no cualquier alimento, sino el mejor alimento: su propio Hijo. Generoso es Dios porque no se reserva nada para Él.
Generoso es Dios en su misericordia al inicio de la misa, que nos recibe a todos arrepentidos y con el alma necesitada. Generoso es Dios cuando nos ofrece su mensaje en la liturgia y lo va haciendo a lo largo del ciclo litúrgico.
Generoso es Dios cuando considera fruto de nuestro trabajo lo que en realidad nos ha dado Él; pan, vino, productos de nuestro esfuerzo. Generoso es Dios cuando no mira la pequeñez y mezquindad de nuestro corazón al entregarle esa poca cosa, y Él la ennoblece y diviniza convirtiéndola en el cuerpo y la sangre de su querido Hijo.
Generoso es Dios que nos manda el Espíritu Santo para que realice ese milagro portentoso. El Espíritu Santo es el don de los dones. Generoso es Dios cuando acoge y recibe todas nuestras intenciones, sin pedir pago ni recompensa. Generoso es Dios cuando nos ofrece su paz, sin nosotros merecerla.
Generoso es Dios cuando se ofrece en la Comunión a los pobres y ricos, cultos e ignorantes, pequeños, jóvenes, adultos y ancianos. Y se ofrece a todos en el Sagrario como fuente de gracia.
Generoso es Dios, que va al lecho de ese enfermo como viático o como Comunión, para consolarlo y fortalecerlo. Generoso es Dios que está día y noche en el Sagrario, velando, cuidándonos, sin importarle nuestra indiferencia, nuestras disposiciones, nuestra falta de amor.
Generoso es Dios que se reparte y se comparte en esos trozos de Hostia y podemos partirlo para que alcance a cuántos vienen a comulgar. Es todo el símbolo de darse sin medida, sin cuenta, y en cada trozo está todo Él entero. Generoso es Dios que no se reserva nada en la eucaristía.
Y en todas partes, latitudes, continentes, países, ciudades, pueblos, villas que se esté celebrando una misa, Él, omnipotente, se da a todos y todo Él. Y no por ser un pequeño pueblito escondido en las sierras deja de darse completamente. ¿Puede haber alguien más generoso que Dios?
Segundo, generosidad por parte de nosotros.
Aquí, a la Eucaristía, hemos venido trayendo también nuestra vida, con todo lo que tiene de luces y sombras, y se la queremos dar toda entera a Dios. Le hemos dado nuestro tiempo, nuestro cansancio, nuestro amor, nuestros cinco panes y dos pescados, como el niño del evangelio. Es poco, pero es lo que somos y tenemos.
Hemos venido con espíritu generoso para dar, en el momento de las lecturas, toda nuestra atención, reverencia, docilidad, obediencia, respeto. En el momento del ofertorio hemos puesto en esa patena todas nuestras ilusiones, sueños, alegrías, problemas, tristezas. En el momento de la colecta se nos ofrece una oportunidad para ser generosos. En el momento de la paz se nos ofrece una oportunidad para saludar a quien tal vez está a nuestro lado y hace tiempo que no saludamos. Salimos con las manos llenas para repartir estos dones de la eucaristía.
En fin, la Eucaristía es el sacramento de la máxima generosidad de Dios, que nos llama e invita a nuestra generosidad con Él y con el prójimo. Jesús eucaristía, abre nuestro corazón a la generosidad.
OLVIDA EL AYER
Olvida el ayer
Autor:C. Torres Pastorino
"Recordar los malos ratos del pasado no aporta nada positivo al presente.
¿Por qué detenerse en el pasado si lo que importa es el futuro? El espejo retrovisor del automóvil te muestra el camino recorrido y sirve únicamente de aviso para ver los vehículos que te piden el paso y que podrían poner en peligro tu propio viaje.
El pasado sirve de base al presente como los muros del primer piso que hoy sostienen la azotea de mañana.
Quien está en el primer piso quiere sencillamente subir a la terraza y no detenerse escarbando en los cimientos de la casa porque encontraría sólo alacranes.
Sube y contempla las estrellas que te muestran los caminos del futuro y deja que la animalidad se pierda entre los terrenos del suelo húmedo y frío.
No vuelvas al pasado que se ha ido y no regresará jamás. Si regresara sería un gran impedimento para tu progreso.
Lo que pasó, pasó. La vida pasada te dejó experiencias y conocimientos que tendrías que aprovechar.
El estudiante experimenta en el laboratorio con instrumentos de química. Al salir del aula se lleva los conocimientos y deja las probetas y elementos porque ya no le sirven.
¿Qué ganamos con recordar errores, cuyas consecuencias nos hacen sufrir, si ya es imposible corregirlos y su recuerdo constante puede arruinar nuestro camino? Por eso, no vuelvas al pasado y mira hacia el porvenir.
No remuevas la tierra con la azada y planta frutales que mañana te abriguen y alimenten.
Olvida el ayer y orienta el corazón hacia mañana.
Cuando el hoy despuntó con la aurora del nuevo día, el ayer había concluido.
Táchalo en la hoja de tu vida.
Prepara tus lecciones para el examen de mañana porque en el examen de ayer fuiste aprobado con notas demasiados bajas.
Levántate y camina hacia lo alto y hacia adelante, dejando que los muertos en espíritu entierren a sus muertos (Mateo 8,22).
ORACIÓN POR LA SANTIFICACIÓN DE LOS SACERDOTES
ORACIÓN POR LA SANTIFICACIÓN DE LOS SACERDOTES
De Santa Teresita del Niño Jesús
OH Jesús que has instituido el sacerdocio para continuar en la tierra
la obra divina de salvar a las almas
protege a tus sacerdotes (especialmente a: ..............)
en el refugio de tu SAGRADO CORAZÓN.
Guarda sin mancha sus MANOS CONSAGRADAS,
que a diario tocan tu SAGRADO CUERPO,
y conserva puros sus labios teñidos con tu PRECIOSA SANGRE.
Haz que se preserven puros sus Corazones,
marcados con el sello sublime del SACERDOCIO,
y no permitas que el espíritu del mundo los contamine.
Aumenta el número de tus apóstoles,
y que tu Santo Amor los proteja de todo peligro.
Bendice Sus trabajos y fatigas,
y que como fruto de Su apostolado obtenga la salvación de muchas almas que sean su consuelo aquí en la tierra y su corona eterna en el Cielo. Amén
EL EVANGELIO DE HOY: MIÉRCOLES 24 DE SEPTIEMBRE DEL 2014
Autor: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net No toméis nada para el camino | |||
Lucas 9, 1-6. Tiempo Ordinario. Poner toda mi confianza en Dios y no en mis propios recursos. | |||
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PONER UN NOMBRE CRISTIANO
Autor: Héctor Aguer, arzobispo de La Plata | Fuente: Zenit.org
Poner un nombre cristiano
Hay ciertos nombres de la tradición cristiana que tienen un sentido muy bello, muy noble y no solamente del punto de vista religioso sino también humano
Poner un nombre cristiano
Muchos de ustedes, seguramente, habrán asistido y más de una vez quizás, a la celebración del bautismo de un niño. Recuerden como comienza el rito bautismal. Después del saludo inicial el sacerdote, o el diácono, hacen esta pregunta a los padres de la criatura: ¿qué nombre le pusieron a su hijo? Los papás responden; ese es el rito de imposición del nombre.
Se me ocurrió conversar con ustedes acerca de este punto porque hay algo que me ha llamado la atención: los nombres que muchas veces se ponen a los niños. Hay en las familias tradiciones respecto de esto; se repite el nombre del abuelo o del bisabuelo, que atraviesa varias generaciones. Además, en algunos ambientes, era muy común, por ejemplo en los ambientes rurales, el poner el nombre del santo del día: se fijaban en el almanaque y se le ponía al bebé el santo que correspondía. A veces se producían chascos fenomenales. Imagínense un nombre que quizá hoy día suena extravagante; y no ha faltado el caso de un nene o una nena que acabaron llamándose ´Fiesta Cívica´ por haber nacido un 25 de mayo o un 9 de Julio.
No obstante en esos tiempos y lugares existía la intención de poner un nombre cristiano, y esa es la cuestión: poner un nombre cristiano.
Lo que advierto en la actualidad es que se buscan nombres de culturas exóticas y otros que, a lo mejor, expresan cosas significativas en esa cultura originaria pero que no tienen nada que ver con nuestra realidad concreta, de argentinos y de católicos, por lo menos sociológicamente católicos.
Aquí hay algo interesante, no solo porque el chico va a llevar ese nombre toda la vida, sino porque el sentido de elegir para un niño un nombre cristiano es que pueda invocar la intercesión de la Santísima Virgen en alguna de sus títulos y advocaciones o del santo cuyo nombre se le impone. Además, ese gesto implica que si el chico lleva luego efectivamente una vida cristiana, lo que es de desear, pueda tomar a ese santo por modelo.
Aquí hay algo que no debe ser desechado, porque tiene que ver con, la trasmisión de una cultura cristiana. Felizmente todavía hay muchísimos padres que bautizan a sus niños, y esto no es un dato menor, porque me parece que expresa el aprecio de la vida cristiana por una gran parte de nuestro pueblo.
Les propongo a ustedes esta reflexión porque me parece que tenemos que hacer una especie de “campaña”. Ustedes conocerán, a lo mejor, parientes o amigos, matrimonios jóvenes que esperan un niño y sobre el nombre que pondrán a la criatura; quizá se puede sugerir que elijan un nombre cristiano.
Hay manías o modas que se repiten y luego el chico queda para toda la vida con ese nombre que a lo mejor dentro de 20 o 30 años suena más extravagante que llamarse hoy día, por ejemplo, Policarpo. De paso, ¿Saben que quiere decir Policarpo?: significa fruto abundante. Hay ciertos nombres de la tradición cristiana que tienen un sentido muy bello, muy noble y no solamente del punto de vista religioso sino también humano. En este tema se trata de tener un poco de discreción, pero implica también un reconocimiento de lo que significa el Bautismo.
Es verdad que al chico lo llevan a bautizar cuando el nombre ya está estampado en el trámite civil, en el registro del nacimiento y no hay mucho remedio. Sin embargo, puede haber un cierto remedio y yo, a veces, lo sugiero cuando me toca celebrar algún Bautismo; es proponer que si el chico no tiene un nombre cristiano se le añada en la ceremonia del Bautismo, Todavía, unos años después, existe una posibilidad ulterior, cuando el chico va a recibir el Sacramento de la Confirmación. Ahí él mismo puede elegir un nombre cristiano; yo les sugiero a los catequistas precisamente eso: que en el tiempo de preparación vean si el niño o la niña no debe adoptar un nombre cristiano, y que él mismo lo añada, y que ese gesto sirva, de alguna manera, para iluminarle el camino de su vida ulterior.
Ustedes pueden pensar que esto es una cosa insignificante, pero multiplicada y generalizada esta iniciativa contribuye a una presencia concreta en la sociedad, es la presencia del hecho cristiano y de la referencia a nuestros orígenes cristianos.
A propósito del cambio de nombre o de la imposición del nombre recordemos que acaba de ser el Día del Papa, la Fiesta de San Pedro y San Pablo. ¿Qué debe hacer el Papa cuando lo eligen? Debe adoptar un nombre. Nosotros tenemos el caso afectivamente cercano del Cardenal Bergoglio que cuando fue elegido Sumo Pontífice eligió llamarse Francisco, y ¡vaya si tiene sentido que haya elegido ese nombre! porque de alguna manera se indica una veta espiritual y pastoral del Pontificado. De paso, no nos olvidemos de rezar por el Papa Francisco.
Pues bien traslademos eso al caso sencillo del Bautismo de cualquiera de nuestros niños en nuestras parroquias. ¡Hay que pensar en el asunto del nombre, y si se lo va a bautizar, que sea un nombre cristiano!
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