domingo, 12 de agosto de 2018

PAPA FRANCISCO: HACEMOS EL BIEN O EL MAL A LOS DEMÁS?


¿Hacemos el bien o el mal a los demás?, pregunta el Papa invitando a renunciar al mal
POR ÁLVARO DE JUANA | ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




El Papa Francisco bendijo a los 70.000 jóvenes presentes en la Plaza de San Pedro con motivo de la iniciativa “Por mil caminos hacia Roma” y les insistió en “renunciar al mal” dándoles una serie de recomendaciones.

Después de que el Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, Cardenal Gualtiero Bassetti, presidiese una Misa, Francisco accedió a la Plaza y recorrió la misma saludando a los jóvenes presentes. A continuación, les dio el mandato misionero y bendijo los dones que los jóvenes llevarán a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Panamá del 22 al 27 de enero de 2019: el Crucifijo de San Damián y una estatua de la Virgen de Loreto.

Antes de rezar el Ángelus, Francisco afirmó que “para no contristar al Espíritu Santo, es necesario vivir coherente con las promesas del Bautismo, renovadas en la Confirmación: estas promesas tienen dos aspectos: renuncia al mal y adhesión al bien”.


“Renunciar al mal significa decir ‘no’ a las tentaciones, al pecado, a satanás. Más concretamente significa decir ‘no’ a una cultura de la muerte que se manifiesta en la fuga de lo real hacia una felicidad falsa que se expresa en la mentira, en el engaño, en la injusticia, en el desprecio del otro”.

El Obispo de Roma dijo además que “la vida nueva que nos ha sido dada en el Bautismo, y que tiene el Espíritu como fuente, rechaza una conducta dominada por los sentimientos de división y de discordia”.

Alertó contra la ira, el desprecio y la maledicencia, “elementos o vicios que turban la alegría del Espíritu y envenenan el corazón y conducen a imprecaciones contra Dios y contra el prójimo”.

Sin embargo, señaló que “no basta con no hacer el mal para ser buen cristiano: es necesario adherirse al bien y hacer el bien”.

“Cuántas personas no hacen mal, ni siquiera el bien, y su vida discurre en la indiferencia, en la apatía, en la tibieza. Esta actitud es contraria al Evangelio, y contrario a vuestra índole de jóvenes, que por naturaleza sois dinámicos, apasionados y valientes”.

Los exhortó “a ser protagonistas del bien” y a no sentirse a gusto “cuando no hacéis el mal”, porque “cada uno es culpable del bien que podría hacer y no ha hecho”.

“No basta no odiar, es necesario perdonar; no basta no tener rencor, es necesario rezar por los enemigos; no es suficiente con no ser causa de división, sino que es necesario llevar la paz donde no existe; no basta con no hablar mal de los demás, sino que es necesario interrumpir cuando escuchamos hablar mal de alguno”.

“Si no nos oponemos al mal, lo alimentamos de modo silencioso. Es necesario intervenir donde el mal se difunde porque el mal se difunde donde faltan cristianos audaces que se opongan a él con el bien”.

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 12 AGOSTO 2018


Lecturas de hoy Domingo 19º del Tiempo Ordinario - Ciclo B
 Hoy, domingo, 12 de agosto de 2018



Primera lectura
Lectura del primer libro de los Reyes (19,4-8):

En aquellos días, Elías continuó por el desierto una jornada de camino, y, al final, se sentó bajo una retama y se deseó la muerte: «¡Basta, Señor! ¡Quítame la vida, que yo no valgo más que mis padres!»
Se echó bajo la retama y se durmió. De pronto un ángel lo tocó y le dijo: «¡Levántate, come!»
Miró Elías, y vio a su cabecera un pan cocido sobre piedras y un jarro de agua. Comió, bebió y se volvió a echar. Pero el ángel del Señor le volvió a tocar y le dijo: «¡Levántate, come!, que el camino es superior a tus fuerzas.»
Elías se levantó, comió y bebió, y, con la fuerza de aquel alimento, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios.

Palabra de Dios

Salmo
Sal 33,2-3.4-5.6-7.8-9

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa 
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno, es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.

Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,30–5,2):

No pongáis triste al Espíritu Santo de Dios con que él os ha marcado para el día de la liberación final. Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda la maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo. Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,41-51):

En aquel tiempo, los judíos criticaban a Jesús porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo», y decían: «¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?»

Jesús tomó la palabra y les dijo: «No critiquéis. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: "Serán todos discípulos de Dios."

Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ése ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»

Palabra del Señor


Comentario al Evangelio de hoy domingo, 12 de agosto de 2018
 Fernando Torres cmf


La sorpresa de Dios

      Jesús no sólo ofrece a los judíos el pan para alimentarse físicamente. Les habla del pan que da la verdadera vida. Jesús les está ofreciendo la resurrección. Les dice que el antiguo anhelo de toda persona de vivir y vivir para siempre y en plenitud no es sólo un sueño. Es una promesa real para los que creen en Él y le aceptan como enviado de Dios. 

      Pero Jesús se tropieza con un muro difícil de franquear: la incredulidad de los judíos. Ellos ya le conocen. Saben perfectamente que es el hijo de José, el carpintero. Conocen su pueblo y su familia. No hay nada que hacer. Ellos ya saben cómo va a ser el Mesías que Dios envíe. Sus largos ratos de estudio sobre las Escrituras Santas han dado su fruto. No hay sorpresas posibles. Dios tiene sus caminos marcados y ellos ya los conocen. Por eso son incapaces de aceptar la novedad que está presente en Jesús. Jesús no se adapta al modelo que ellos conocen. Jesús no cumple todos los requisitos necesarios para ser el Mesías. 

      En el fondo, los judíos a los que Jesús se dirige en este Evangelio no dejan resquicio para la suprema libertad de Dios. Las Escrituras no eran para ellos un camino que les abriese a la inmensidad del misterio sino un manual que Dios mismo se veía obligado a obedecer. 

      Pero resulta que Dios es inmensamente libre. Y su voluntad de salvar a los hombres se manifiesta de muchos modos y maneras. Casi siempre de modos diferentes a los que nosotros esperamos o deseamos. Pero en todo caso testimoniando su amor infinito por cada uno de nosotros. 

      La fe la podríamos imaginar como un rostro con los ojos abiertos y llenos de sorpresa. Con la mirada lanzada hacia el horizonte, más allá de lo que es visible físicamente. La persona que vive en la fe se parece al vigía que otea continuamente el horizonte en la espera de la novedad que viene. A nuestro Dios no lo encontramos en el pasado, sino que se acerca a nosotros en el futuro, en nuestro futuro. Ahí se nos hace el encontradizo. Pero hay que estar con los ojos bien abiertos porque quizá no le reconozcamos a la primera. Y existe el peligro de que su presencia nos pase desapercibida. La vida que nos ofrece Jesús está más allá de nuestras posibilidades. Como los judíos, podríamos rechazarla por imposible pero, para el que, desde la fe, vive en la esperanza, la salvación de Dios se hace experiencia diaria y cotidiana. 



Para la reflexión

      ¿Dónde tenemos puesta la mirada? ¿Nos quedamos en la pequeñez de nuestros problemas y de nuestra vida ordinaria? ¿O somos capaces de abrir los ojos y dejarnos sorprender por la presencia salvadora de Dios en tantos momentos y en tantas personas con que nos encontramos?

FELIZ DOMINGO






sábado, 11 de agosto de 2018

MANTENER LA ALEGRÍA


Mantener la alegría



San Ignacio, fundador de los jesuitas, decía: “Me gusta ver reír a la gente. Un cristiano no tiene ningún motivo para estar triste y tiene muchos para estar alegre”. Es conocido el proverbio: “Un santo triste es un triste santo”; esto significa que no tiene nada de santo, sino que da lástima. El buen humor es un aspecto social de la alegría y se manifiesta en la conversación cotidiana.

Evalúa el nivel de tu alegría y, si lo encuentras algún tanto más bajo de lo conveniente, esboza una sonrisa frente al espejo y mantenla por un minuto, mientras te repites “así quiero estar hoy, y así estaré con tu ayuda, Señor”. Esto es tan efectivo como tomar una aspirina para sacarse el dolor de cabeza. La alegría es una opción. Se cuenta que, cuando Don Bosco estaba más alegre y contento que de costumbre, sus amigos íntimos pensaban: “Pobre Don Bosco, hoy debe tener algún gravísimo problema que resolver”. El santo de la alegría había comprendido la necesidad de gobernar las propias emociones y no dejarse esclavizar por ellas. Intenta pasar una jornada de serena alegría.

Defiende, pues, y cultiva la alegría. La risa y el buen humor te liberarán de aquella lúgubre seriedad que vuelve los problemas pesados como el plomo, te liberarán además de la triste inquietud cotidiana. La risa y el buen humor crean espacios nuevos para alegrías desconocidas. Es un precepto de Dios estar alegres: “Estén siempre alegres” (1 Tes. 5,16).



* Enviado por el P. Natalio

SANTA CLARA DE ASÍS, 11 AGOSTO


SANTA CLARA DE ASÍS
11 agosto



Estas palabras resumen la vida y espíritu de Clara: 

"Yo, Clara, sierva de Cristo, pequeña planta 
de nuestro Padre Francisco"

"Seguir a Cristo tras las huellas de San Francisco en 
pobreza, humildad y caridad. Nadie ha realizado jamás 
con mayor plenitud el ideal concebido por un hombre 
como esta mujer" (Joergensen).


SU VIDA
Nació en Asís en 1194, poco se conoce de su infancia y adolescencia. A los 18 años se consagró a Cristo haciéndose cortar los cabellos y vistiendo el sayo oscuro de la orden de San Francisco que se había convertido para ella desde 1208 en el "loco, cuyas palabras le parecían inflamadas y sus obras sobrehumanas". Después de lo cual inició una vida de pobreza radical, renunciando a todo lo que tenia y prometiendo vivir sin poseer nada. Comenzaba así la Segunda Orden Franciscana: Las Damas Pobres o Clarisas. Esto sucedía en Santa María de los Angeles (Porciúncula), la iglesia restaurada por San Francisco. En 1228 obtenía del Papa el "privilegioum paupertatis" de vivir totalmente de limosnas.

El ideal de San Francisco lo realizaba Clara y un grupo de mujeres de Asís y de toda Italia. Cuarenta y tres años vivió Clara este ideal sin salir del convento. En vida pudo ver como su orden se extendía por España (43 conventos en el siglo XIII, Bohemia, Francia, Inglaterra). Dos veces logró hacer huir a los sarracenos, alistados en el ejército de Federico II, con solo mostrarles desde la ventana del dormitorio la custodia con el Santísimo Sacramento (1240), o exhortando a las hermanas a la oración, estando totalmente inmovilizada a causa de sus continuos dolores.

Murió en San Damián, a las afueras de Asís, el 11 de Agosto de 1253. Fue canonizada solo dos años después por Alejandro IV. Dejó cuatro cartas, la Regla y el testamento. "Vete en paz ya que has seguido el buen camino; vete confiada, ya que tu creador te ha santificado, custodiado incesantemente y amado con la ternura de una madre con su hijo". "Oh Dios, bendito seas por haberme creado". Estas fueron las últimas palabras de una gran mística llena de alegría y de amor a Dios y a los hombres. Fiesta, 11 de Agosto.

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 11 AGOSTO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
11 agosto



Jesús ha venido al mundo para que tengamos vida: Yo he venido para que tenga Vida (Jn 10,10); la vida de Dios en nosotros, la vida eterna que ya comienza en el tiempo con la vida de la gracia.

Jesús da la Vida como la da el Padre. Nosotros no podemos comunicar la Vida a las almas, pero podemos ser instrumentos de Dios para comunicarla.

Con nuestras buenas obras, hechas en estado de gracia, podemos merecer la gracia para otras personas; con nuestro apostolado podemos prepararlas para que reciban la vida sobrenatural de la gracia.

Acércate, pues, a Jesús para tener vida y no te alejes nunca de él, para permanecer en la Vida.


P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 11 AGOSTO 2018


Lecturas de hoy Sábado de la 18ª semana del Tiempo Ordinario
 Hoy, sábado, 11 de agosto de 2018


Primera lectura
Lectura de la profecía de Habacuc (1,12–2,4):

¿No eres tú, Señor, desde antiguo mi santo Dios que no muere? ¿Has destinado al pueblo de los caldeos para castigo; oh Roca, le encomendaste la sentencia? Tus ojos son demasiado puros para mirar el mal, no puedes contemplar la opresión. ¿Por qué contemplas en silencio a los bandidos, cuando el malvado devora al inocente? Tú hiciste a los hombres como peces del mar, como reptiles sin jefe: los saca a todos con el anzuelo, los apresa en la red, los reúne en la nasa, y después ríe de gozo; ofrece sacrificios al anzuelo, incienso a la red, porque con ellos cogió rica presa, comida abundante. ¿Seguirá vaciando sus redes, matando pueblos sin compasión? Me pondré de centinela, en pie vigilaré, velaré para escuchar lo que me dice, qué responde a mis quejas. El Señor me respondió así: «Escribe la visión, grábala en tablillas, de modo que se lea de corrido. La visión espera su momento, se acercará su término y no fallará; si tarda, espera, porque ha de llegar sin retrasarse. El injusto tiene el alma hinchada, pero el justo vivirá por su fe.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 9,8-9.10-11.12-13

R/. No abandonas, Señor, a los que te buscan

Dios está sentado por siempre
en el trono que ha colocado para juzgar.
Él juzgará el orbe con justicia
y regirá las naciones con rectitud. R/.

Él será refugio del oprimido,
su refugio en los momentos de peligro.
Confiarán en ti los que conocen tu nombre,
porque no abandonas a los que te buscan. R/.

Tañed en honor del Señor, que reside en Sión;
narrad sus hazañas a los pueblos;
él venga la sangre, él recuerda
y no olvida los gritos de los humildes. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (17,14-20):

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un hombre, que le dijo de rodillas: «Señor, ten compasión de mi hijo, que tiene epilepsia y le dan ataques; muchas veces se cae en el fuego o en el agua. Se lo he traído a tus discípulos, y no han sido capaces de curarlo.»
Jesús contestó: «¡Generación perversa e infiel! ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo.» 
Jesús increpó al demonio, y salió; en aquel momento se curó el niño. 
Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron aparte: «¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros?»
Les contestó: «Por vuestra poca fe. Os aseguro que si fuera vuestra fe como un grano de mostaza, le diríais a aquella montaña que viniera aquí, y vendría. Nada os sería imposible.»

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy sábado, 11 de agosto de 2018
 CR

Queridos amigos:

Reaparece el grano de mostaza, esta vez como patrón para medir el tamaño de nuestra fe y de su eficacia. En el combate contra el mal, en el diario afán por expulsar demonios que sojuzgan o merman la vida de las personas o la propia vida, ¿qué confianza tenemos en Dios, cómo nos apoyamos en Él?

Los discípulos habían recibido el poder de arrojar demonios, como también el de curar a los enfermos. Podían sentirse perfectamente legitimados para la tarea de exorcistas, no los podía acusar Jesús, ni nadie, de que pretendían grandezas que superaran su capacidad. De hecho, fueron enviados en misión con ese poder y ese objetivo. Pero en esta ocasión fracasan. ¿Por qué? Jesús no les había retirado la confianza ni los había destituido de su función. Pero fallan, lo que significa que una vez más van a comprobar el estado de su fe, estado que con tanta frecuencia denuncia el evangelista: era pequeña, raquítica; se dejaba afectar por la duda; necesitaba madurar, crecer, consolidarse.

En nuestro camino de discípulos, ¿en qué momentos flaquea la fe? ¿Ponemos la confianza en Dios? ¿Nos trabaja más bien o acaso nos habita secretamente el sentimiento de que nada puede cambiar, de que todo va a seguir igual, de que no vale la pena creer, amar y servir, de que no tiene sentido vivir y transmitir el evangelio, de que “la cultura dominante” es la verdadera fuerza de la historia que es sensato acoger y acatar?

En el relato que ofrece Marcos de este mismo episodio, el padre suplica a Jesús: «¡Creo, pero ayúdame a tener más fe!». Esta misma puede ser nuestra oración, en particular si se da en nosotros cierta tendencia a ese fatalismo que no deja resquicio a Dios ni acepta la acción de su Espíritu en los hombres.

BIENVENIDOS




viernes, 10 de agosto de 2018

EL SIMPLE ARTE DE BENDECIR


El simple arte de bendecir 



Bendecir significa desear y querer incondicionalmente el bien ilimitado.

Al despertar, bendigan su jornada, porque está ya desbordando de una abundancia de bienes que sus bendiciones harán aparecer. Porque bendecir significa reconocer el bien infinito que forma parte integrante de la trama misma del universo. Ese bien lo único que espera es una señal suya para poder manifestarse.

Al cruzar con la gente por la calle, en el autobús, en su lugar de trabajo, bendigan a todos. La paz de su bendición será la compañera de su camino, y el aura de su discreto perfume será una luz en su itinerario. Bendigan a los que los encuentren, derramen la bendición sobre su salud, su trabajo, su alegría, su relación con Dios, con ellos mismos y con los demás. Bendíganlos en sus bienes y en sus recursos. Bendíganlos de todas las formas imaginables, porque esas bendiciones no sólo esparcen las semillas de la curación, sino que algún día brotarán como otras tantas flores de gozo en los espacios áridos de su propia vida.

Mientras pasean, bendigan su aldea o su ciudad, bendigan a los que la gobiernan y a sus educadores, a sus enfermeras y a sus barrenderos, a sus sacerdotes y a sus prostitutas. En cuanto alguien les muestre la menor agresividad, cólera o falta de bondad, respondan con una bendición silenciosa. Bendíganlos totalmente, sinceramente, gozosamente, porque esas bendiciones son un escudo que los protege de la ignorancia de sus maldades, y cambia de rumbo la flecha que les han disparado.

Bendecir significa desear y querer incondicionalmente, totalmente y sin reserva alguna el bien ilimitado –para los demás y para los acontecimientos de la vida–, haciéndolo aflorar de las fuentes más profundas y más íntimas de su ser. Esto significa venerar y considerar con total admiración lo que es siempre un don del Creador, sean cuales fueren las apariencias. Quien sea afectado por su bendición es un ser privilegiado, consagrado, entero. Bendecir significa invocar la protección divina sobre alguien o sobre algo, pensar en él con profundo reconocimiento, evocarle con gratitud. Significa además llamar a la felicidad para que venga sobre él, dado que nosotros no somos nunca la fuente de la bendición, sino simplemente los testigos gozosos de la abundancia de la vida.

Bendecirlo todo, bendecir a todos, sin discriminación alguna, es la forma suprema del don, porque aquellos a los que bendicen nunca sabrán de dónde vino aquel rayo de sol que rasgó de pronto las nubes de su cielo, y ustedes raras veces serán testigos de esa luz que ha iluminado su vida.

Cuando en su jornada surja algún suceso inesperado que los desconcierte y eche por tierra sus planes, exploten en bendiciones, porque entonces la vida está a punto de enseñarles una lección, aunque su copa pueda parecerles amarga. Porque ese acontecimiento que creen tan indeseable, de hecho lo han suscitado ustedes mismos para aprender la lección que se les escaparía si vacilaran a la hora de bendecirlo. Las pruebas son otras tantas bendiciones ocultas. Y legiones de ángeles siguen sus huellas.

Bendecir significa reconocer una belleza omnipresente, oculta a los ojos materiales. Es activar la ley universal de la atracción que, desde el fondo del universo, traerá a su vida exactamente lo que necesitan en el momento presente para crecer, avanzar y llenar la copa de su gozo.

Cuando pasen por delante de una cárcel, derramen la bendición sobre sus habitantes, sobre su inocencia y su libertad, sobre su bondad, sobre la pureza de su esencia íntima, sobre su perdón incondicional. Porque sólo se puede ser prisionero de la imagen que uno tiene de sí mismo, y un hombre libre puede andar sin cadenas por el patio de una prisión, lo mismo que los ciudadanos de un país libre pueden ser reclusos cuando el miedo se acurruca en su pensamiento.

Cuando pasen por delante de un hospital, bendigan a sus pacientes, derramen la bendición sobre la plenitud de su salud, porque incluso en su sufrimiento y en su enfermedad, esa plenitud está aguardando simplemente a ser descubierta. Y cuando vean a alguien que sufre y llora o que da muestras de sentirse destrozado por la vida, bendíganlo en su vitalidad y en su gozo: porque los sentidos sólo presentan el revés del esplendor y de la perfección última que sólo el ojo interior puede percibir.

Es imposible bendecir y juzgar al mismo tiempo. Mantengan en sí mismos, por tanto, ese deseo de bendecir como una incesante resonancia interior y como una perpetua plegaria silenciosa, porque de ese modo serán de esas personas que son artesanos de la paz, y un día descubrirán por todas partes el rostro mismo de Dios.

Posdata: por encima de todo, no se olviden de bendecir a esa persona maravillosa, absolutamente bella en su verdadera naturaleza y tan digna de amor, que son ustedes mismos.



© Pierre Pradervand    

BÚSQUEDA DE DIOS


Búsqueda de Dios




El salterio al comenzar proclama la dicha del hombre que busca a Dios con sinceridad: Dichoso el hombre que, guardando los preceptos del Señor, lo busca de todo corazón (S. 1). Dios no abandona al que lo busca (S. 9). Los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada (S 34). Aprovecha para tu oración estos textos que siguen:

Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío. Tiene sed de Dios, del Dios vivo, ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? (42). Oigo en mi corazón: “Buscad mi rostro”. Tú rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro (27). Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti, mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua (63). Dichosos los que viven en tu casa, Señor, alabándote siempre. Un solo día en tu casa vale más que otros mil (84). ¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué te me turbas? Espera en Dios que volverás a alabarlo: "Salud de mi rostro, Dios mío" (42).

“Los salmos son poesía: estados de ánimo, emociones, evocaciones que el poeta quiso comunicar a su pueblo. Las emociones hacia Dios no surgen, si no encuentran un clima adecuado de silencio y de amor en el lector. Los salmos son portadores de una densa carga experimental de Dios”. Alimenta tu oración con este excepcional regalo del Señor.



* Enviado por el P. Natalio

POR QUÉ NOS PERSIGNAMOS AL PASAR FRENTE A UNA IGLESIA?


¿Por qué nos persignamos al pasar frente a una Iglesia?
Es curioso observar cómo la gente al pasar por una Iglesia católica tiene diversas reacciones


Por: Daniel Alberto Robles Macías | Fuente: ConMasGracia.org 




Entre los católicos se acostumbra que cada vez que pasamos frente a una Iglesia nos santiguamos haciendo la señal de la cruz. Pero ¿Qué significa hacer este signo? ¿Es obligación hacerla o no?

Es curioso observar cómo la gente al pasar por una Iglesia católica tiene diversas reacciones, desde aquellos que se detienen por un momento y hacen la señal de la cruz, otros que parecen hacer ciertas muecas como si se avergonzaran de que los vieran y tratan de disimular haciéndolo de manera rápida y sin sentido, finalmente, están los que pasan de largo sin hacer ningún signo.

Hacer la señal de la cruz o santiguarse de manera consciente es una forma de saludo a Dios, de quien decimos que todo templo es su casa, porque allí habita en la forma del pan, en el Santísimo Sacramento del Altar.

Pero no solamente nos santiguamos cuando pasamos frente a un templo, también lo hacemos al levantarnos en las mañanas, al salir de casa, al empezar la jornada de trabajo diaria, antes de recibir los alimentos y al acostarnos por el día que termina.

El Catecismo de la Iglesia Católica refiere en su numeral 2157 que: “El cristiano comienza su jornada, sus oraciones y sus acciones con la señal de la cruz, “En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”. El bautizado consagra la jornada a la gloria de Dios e invoca la gracia del Señor que le permite actuar en el Espíritu como hijo del Padre. La señal de la cruz nos fortalece en las tentaciones y en las dificultades”.

Por tanto, hacemos este signo para recordar nuestra fe en Cristo Jesús que murió por nosotros en la cruz aun siendo pecadores; asimismo, nos reconocemos hijos de Dios a quien invocamos en el misterio de la Santísima Trinidad para ponernos bajo su protección y ayuda.

Cuando nos persignarnos retomamos una tradición apostólica muy antigua. El escritor Tertuliano, escribía: “En todos nuestros viajes y movimientos, en todas nuestras salidas y llegadas, al ponernos nuestros zapatos, al tomar un baño, en la mesa, al prender nuestras velas, al acostarnos, al sentarnos, en cualquiera de las tareas en que nos ocupemos, marcamos nuestras frentes con el signo de la cruz”.

Para nosotros los católicos la cruz no es símbolo de muerte, sino de salvación, pues ésta es la llave por la que nosotros podemos entrar al Reino. Ya lo dijo Jesús: “El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga” (Mc 8, 34). Por tanto, más que el signo de la cruz y el acto de persignarse, nos recuerdan que queremos ser seguidores de Jesús de una manera total y comprometida.

Hay que decir que fuera de la Misa y de las oraciones, no es obligatorio hacer la señal de la cruz, pero sí es necesario y bueno ya que nos hace ser coherentes con nuestra fe en vida, palabra y actos.

No perdamos esta costumbre de reconocimiento a Dios que se encuentra vivo y presente en el Sacramento del Altar en cada Iglesia que hay en el mundo. ¡No te avergüences! Hagamos la señal de la cruz con amor, devoción y orgullo de sabernos hijos amados por Dios. Recuerda las palabras de Jesús: “Yo les aseguro: Si alguno se avergüenza de mí y de mis palabras en medio de esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga con la Gloria de su Padre rodeado de sus santos ángeles” (Mc 8, 38).

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 10 AGOSTO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
10 agosto



Al Evangelio no se le pueden subrayar páginas o frases; es todo el Evangelio el que ha de ser subrayado, porque todo él ha de ser vivido en su plenitud, en toda su dimensión, en todas sus variadas vertientes  y aplicaciones vitales.

Si nos ponemos a vivirlo en toda su plenitud, el Evangelio es molesto, por la sencilla razón de que, para cumplirlo debemos esforzarnos, negarnos y siempre resulta molesto negarse a sí mismo, a los propios gustos y conveniencias.

El Evangelio no pasó "en aquel tiempo", sino que debe pasar "en ese tiempo"; no se predicó  "para aquellas gentes", sino que se predica "para nosotros".

El Evangelio no se nos puede caer de las manos; hay que hacer de él "una constante revisión de vida", hasta llegar a "ver, juzgar y actuar" según sus normas y su espíritu.


P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 10 AGOSTO 2018


Lecturas de hoy San Lorenzo
 Hoy, viernes, 10 de agosto de 2018



Primera lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (9,6-10):

El que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra generosamente, generosamente cosechará. Cada uno dé como haya decidido su conciencia: no a disgusto ni por compromiso; porque al que da de buena gana lo ama Dios. Tiene Dios poder para colmaros de toda clase de favores, de modo que, teniendo siempre lo suficiente, os sobre para obras buenas. Como dice la Escritura: «Reparte limosna a los pobres, su justicia es constante, sin falta.» El que proporciona semilla para sembrar y pan para comer os proporcionará y aumentará la semilla, y multiplicará la cosecha de vuestra justicia.

Palabra de Dios

Salmo
Sal 111,1-2.5-6.7-8.9

R/. Dichoso el que se apiada y presta

Dichoso quien teme al Señor 
y ama de corazón sus mandatos. 
Su linaje será poderoso en la tierra, 
la descendencia del justo será bendita. R/. 

Dichoso el que se apiada y presta, 
y administra rectamente sus asuntos. 
El justo jamás vacilará, 
su recuerdo será perpetuo. R/. 

No temerá las malas noticias, 
su corazón está firme en el Señor. 
Su corazón está seguro, sin temor, 
hasta que vea derrotados a sus enemigos. R/. 

Reparte limosna a los pobres; 
su caridad es constante, sin falta, 
y alzará la frente con dignidad. R/.



Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (12,24-26):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará.»

Palabra del Señor





Comentario al Evangelio de hoy viernes, 10 de agosto de 2018
 CR


Queridos amigos:

La fiesta del diácono y mártir san Lorenzo nos muestra una historia de servicio y de entrega de la vida. La imagen de la fecundidad del grano de trigo sepultado en la tierra nos revela la fecundidad de su vida y de su muerte.

Se atribuye a Francisco de Asís una conocida oración («Haz de mí, oh Señor, instrumento de tu paz»), aunque parece no haber testimonios de esa plegaria anteriores al s. XX. En todo caso, la oración refleja el espíritu del Poverello y nos revela la sabiduría del evangelio. En ella decimos: «Porque es dando como recibimos, olvidándonos como nos encontramos, perdonando como somos perdonados, muriendo como resucitamos a la vida eterna». Lorenzo se recibió dando y dándose, se encontró olvidándose de sí, fue perdonado por medio de su perdón, resucitó a la vida eterna muriendo mártir.

Nos han enseñado que la Iglesia, asentada en la piedra angular que es Cristo y descansando en las columnas o cimientos que son los profetas y apóstoles, se apoya en estos cuatro pilares: el anuncio y testimonio, la liturgia, el servicio, la comunión. Lorenzo vivió el anuncio-testimonio en su forma suprema: el martirio; su vida y muerte fueron liturgia espiritual; sirvió a los pobres desde su ministerio de diácono; la caridad y la fuerza del Espíritu que lo alentaban lo hacían vivir en la comunión y generar comunión. Podemos celebrar su fecundidad eclesial.

San Agustín enseña en la lectura del Oficio divino de este día: «Lo han imitado [a Cristo] los santos mártires hasta el derramamiento de su sangre, hasta la semejanza con su pasión; lo han imitado los mártires, pero no solo ellos. El puente no se ha derrumbado después de haber pasado ellos; la fuente no se ha secado después de haber pasado ellos. Tenedlo presente, hermanos».

BUENOS DÍAS





jueves, 9 de agosto de 2018

EL FLORERO DE PORCELANA


El florero de porcelana   



El maestro de novicios de un monasterio reunió a sus alumnos para la lección del día.

- Voy a presentarles un problema -dijo el Maestro- a ver quién es el más habilidoso entre ustedes.  Terminado su corto discurso, colocó un banquito en el centro de la sala. Encima, puso un florero de porcelana, seguramente carísimo, con una rosa roja que lo decoraba.

- Este es el problema - dice el Maestro -resuélvanlo-.

Los novicios contemplaron perplejos el "problema", y vieron los diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y la elegancia de la flor. ¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál sería el enigma?

Pasó el tiempo sin que nadie atinase a hacer nada salvo contemplar el "problema", hasta que uno de los novicios se levantó, miró al maestro y a los alumnos, caminó resueltamente hasta el florero y lo tiró al suelo, destruyéndolo.

- ¡¡Al fin, alguien que lo hizo!! - exclamó el Maestro- Empezaba a dudar de la formación que les estamos proporcionando este año.

Al volver a su lugar el alumno, el Maestro explicó:

- Yo fui bien claro: dije que ustedes estaban delante de un "problema". No importa cuán bello y fascinante sea un problema, tiene que ser eliminado. Un problema es un problema; puede ser un florero de porcelana muy caro, un lindo amor que ya no tiene sentido, un camino que precisa ser abandonado, por más que insistimos en recorrerlo porque nos trae confort...

Sólo existe una manera de lidiar con un problema: atacándolo de frente. En esas horas, no se puede tener piedad, ni ser tentado por el lado fascinante que cualquier conflicto acarrea consigo. Recuerden que un problema es un problema. No tiene caso tratar de "acomodarlo" y darle vueltas, si al fin y al cabo ya no es otra cosa más que "un problema". Déjalo, hazlo a un lado y continúa disfrutando de lo hermoso y lo que vale la pena en la vida. No huyas de él... acaba con él. 

CONSTRUIR LA PAZ


Construir la paz



A la obra gigantesca de la paz mundial, tú puedes aportar tu sonrisa, la paz de tu propio corazón, porque quien está en paz consigo mismo, la irradia a su alrededor. Además trata de evitar toda intolerancia y discriminación. Ahí tienes un programa, simple y fácil, para ser un constructor eficaz de la paz.

La paz es posible en la medida en que es posible el amor (Mons. Pironio). Sin amor no puede haber paz; pero con amor en cualquier circunstancia, se puede construir la paz. No nos quejemos tanto de que en el mundo no haya paz; pongamos nosotros un poco más de amor y estaremos todos un poco más cerca de la paz (Alfonso Milagro). Si queremos un mundo de paz y de justicia hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor (Saint Exupery). Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir juntos como hermanos (Martin Luther King).

Crea en torno a ti sentimientos y actitudes de paz, concordia y convivencia. Perdona las injurias presentes y pasadas, líbrate de las garras del odio, guarda la libertad de tu corazón para amar y comenzar una vida nueva cada día. Desea sinceramente la colaboración, la buena vecindad y el gozo de la fraternidad y del servicio.


* Enviado por el P. Natalio

IMÁGENES DE LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO









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