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jueves, 23 de septiembre de 2021
martes, 21 de septiembre de 2021
EL EVANGELIO DE HOY MARTES 21 DE SEPTIEMBRE - SAN MATEO, APÓSTOL Y EVANGELISTA
El Evangelio de Hoy
21 de Septiembre: San Mateo, apóstol y evangelista
Ver 1ª Lectura y Salmo
1ª Lectura (Ef 4,1-7.11-13): Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.
A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.
Salmo responsorial: 18
R/. A toda la tierra alcanza su pregón.
El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra.
Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje.
Versículo antes del Evangelio (---): Aleluya. Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza. A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles. Aleluya.
Texto del Evangelio (Mt 9,9-13): En aquel tiempo, cuando Jesús se iba de allí, al pasar vio a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme». Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?». Mas Él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».
«No he venido a llamar a justos, sino a pecadores»
Rev. D. Joan PUJOL i Balcells
(La Seu d'Urgell, Lleida, España)
Hoy celebramos la fiesta del apóstol y evangelista san Mateo. Él mismo nos cuenta en su Evangelio su conversión. Estaba sentado en el lugar donde recaudaban los impuestos y Jesús le invitó a seguirlo. Mateo —dice el Evangelio— «se levantó y le siguió» (Mt 9,9). Con Mateo llega al grupo de los Doce un hombre totalmente diferente de los otros apóstoles, tanto por su formación como por su posición social y riqueza. Su padre le había hecho estudiar economía para poder fijar el precio del trigo y del vino, de los peces que le traerían Pedro y Andrés y los hijos de Zebedeo y el de las perlas preciosas de que habla el Evangelio.
Su oficio, el de recaudador de impuestos, estaba mal visto. Quienes lo ejercían eran considerados publicanos y pecadores. Estaba al servicio del rey Herodes, señor de Galilea, un rey odiado por su pueblo y que el Nuevo Testamento nos lo presenta como un adúltero, el asesino de Juan Bautista y el que escarneció a Jesús el Viernes Santo. ¿Qué pensaría Mateo cuando iba a rendir cuentas al rey Herodes? La conversión de Mateo debía suponer una verdadera liberación, como lo demuestra el banquete al que invitó a los publicanos y pecadores. Fue su manera de demostrar el agradecimiento al Maestro por haber podido salir de una situación miserable y encontrar la verdadera felicidad. San Beda el Venerable, comentando la conversión de Mateo, escribe: «La conversión de un cobrador de impuestos da ejemplo de penitencia y de indulgencia a otros cobradores de impuestos y pecadores (...). En el primer instante de su conversión, atrae hacia Él, que es tanto como decir hacia la salvación, a todo un grupo de pecadores».
En su conversión se hace presente la misericordia de Dios como lo manifiestan las palabras de Jesús ante la crítica de los fariseos: «Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (Mt 9,13).
HOY 21 DE SEPTIEMBRE LA IGLESIA CATÓLICA CELEBRA A SAN MATEO EVANGELISTA
Hoy la Iglesia Católica celebra a San Mateo el Evangelista
Redacción ACI Prensa
Cada 21 de septiembre la Iglesia Católica recuerda la figura de San Mateo, Apóstol y Evangelista, quien vivió en Cafarnaún, a orillas del lago de Galilea, y quien fue elegido por el mismo Señor Jesús para ser uno de los doce.
San Mateo fue hijo de Alfeo y tuvo como nombre ‘Leví’, según lo atestiguan San Marcos y San Lucas en sus propias narraciones. Tuvo el oficio de publicano, es decir, fue un recaudador de impuestos. Los publicanos solían ser personajes acaudalados, pero al mismo tiempo repudiados: primero, porque los impuestos que recaudaban eran considerados injustos (el caudal iba a manos de los romanos) y excesivos; y, segundo, los recaudadores se enriquecían a costas de la pobreza de su propio pueblo. Aquello bastaba para que se les considerara “pecadores públicos” y hombres corruptos según la Ley de Dios. Sin embargo, nada de esto le importó a Jesús, quien un día al pasar vio sentado a Mateo (Mt 9,9ss) cobrando el impuesto, y lo llamó. Leví -como se llamaba antes de ser discípulo de Cristo- escuchó aquel llamado a ser apóstol y sin dudar se levantó y siguió al Maestro.
El mismo episodio aparece en los otros Evangelios sinópticos (Mc 2, 14ss, Lc 5, 27ss). San Mateo es siempre mencionado en el grupo de los doce: ocupa el octavo lugar en la lista que aparece en los Hechos de los Apóstoles (Hch 1, 13) y en el relato de su propio evangelio (Mt 10,3). San Mateo se refiere allí a sí mismo como "Mateo, el publicano". En los evangelios de San Marcos y San Lucas aparece en el séptimo lugar (Mc. 3, 13; Lc 6, 12).
Después de la Ascensión del Señor a los cielos, Mateo permaneció predicando en Judea (su evangelio fue escrito en hebreo), aunque también predicó en tierras cercanas.
San Mateo es considerado patrono de los banqueros, y se le suele representar con un libro en las manos, haciendo cuentas. Su símbolo es la figura de un hombre alado.
San Mateo y el Papa Francisco
Un día como hoy, pero de 1953, Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco, experimentó, luego de confesarse, la llamada a la vida religiosa en la Compañía de Jesús. En ese entonces tenía solo 17 años. Hoy su escudo pontificio lleva inscrito el lema: "Lo miró con misericordia y lo eligió", palabras tomadas del Evangelio y que describen el momento preciso del encuentro de Jesús con el Apóstol.
LAS 15 FRASES MÁS EMBLEMÁTICAS DEL PADRE PÍO DE PIETRELCINA
Las 15 frases más emblemáticas del Padre Pío
Redacción ACI Prensa
El Padre Pío será recordado durante mucho tiempo por sus innumerables enseñanzas espirituales y que se plasmaron en decenas de frases emblemáticas a lo largo de su vida. Aquí se puede leer 15 ellas gracias a la selección del National Catholic Register.
1. La sociedad de hoy no reza, por eso se está desmoronando.
2. La oración es la mejor arma que poseemos, la llave que abre el corazón de Dios.
3. Ora, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Nuestro Señor misericordioso escuchará tu oración.
4. Sería más fácil para el mundo existir sin el sol que sin la Santa Misa.
5. Mil años de disfrutar de la gloria humana no valen ni una hora en dulce comunión con Jesús en el Santísimo Sacramento.
6. En la vida espiritual, el que no avanza retrocede. Sucede como con un barco que siempre debe seguir adelante. Si se detiene, el viento lo devolverá.
7. Debes hablar a Jesús también con el corazón, además de los labios; de hecho, en ciertos casos debes hablar con Él solo con el corazón.
8. Siempre debemos tener coraje, y si nos llega alguna languidez espiritual, corramos a los pies de Jesús en el Santísimo Sacramento y ubiquémonos en medio de los perfumes celestiales, y sin duda recuperaremos nuestra fuerza.
9. ¿Hace algún tiempo que no amas al Señor? ¿No lo amas ahora? ¿No anhelas amarlo para siempre? Por lo tanto, ¡no temas! Aún admitiendo que has cometido todos los pecados de este mundo, Jesús te repite: “¡Muchos pecados te son perdonados porque has amado mucho!”.
10. No te preocupes por las cosas que generan preocupación, desorden y ansiedad. Una sola cosa es necesaria: Elevar tu espíritu y amar a Dios.
11. Donde no hay obediencia, no hay virtud; no hay bondad ni amor. Y donde no hay amor, no hay Dios. Sin Dios, no podemos alcanzar el Cielo. Estas virtudes forman una escalera; si falta un paso, nos caemos.
12. Los mejores medios para protegerte de la tentación son los siguientes: cuida tus sentidos para salvarlos de la tentación peligrosa, evita la vanidad, no dejes que tu corazón se exalte, convéncete del mal de la complacencia, huye del odio, reza cuando sea posible. Si el alma supiera el mérito que uno adquiere en las tentaciones sufridas en la paciencia y conquistado, estaría tentado a decir: Señor, envíame tentaciones.
13. Es necesario proteger todos tus sentidos, especialmente tus ojos: son los medios por los cuales toda la fascinación y el encanto de la belleza y la voluptuosidad entran en el corazón. Cuando la moda, como en nuestro tiempo, es hacia la provocación y expone lo que antes era incorrecto pensar, se debe tener precaución y autocontrol. Siempre que sea necesario, debes mirar sin ver y ver sin pensarlo.
14. Debes recordar que tienes en el Cielo no solo un Padre sino también una Madre. Entonces recurramos a María. Ella es toda dulzura, misericordia, bondad y amor para nosotros porque es nuestra Madre.
15. El amor y el miedo deben ir unidos, el miedo sin amor se convierte en cobardía. El amor sin miedo se convierte en presunción. Cuando hay amor sin miedo, el amor corre sin prudencia y sin restricción, sin preocuparse por dónde va.
viernes, 17 de septiembre de 2021
EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 17 DE SEPTIEMBRE DE 2021
Viernes 24 del tiempo ordinario
Viernes 17 de septiembre
1ª Lectura (1Tim 6,2c-12): Esto es lo que tienes que enseñar y recomendar. Si alguno enseña otra cosa distinta, sin atenerse a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que armoniza con la piedad, es un orgulloso y un ignorante, que padece la enfermedad de plantear cuestiones inútiles y discutir atendiendo sólo a las palabras. Esto provoca envidias, polémicas, difamaciones, sospechas maliciosas, controversias propias de personas tocadas de la cabeza, sin el sentido de la verdad, que se han creído que la piedad es un medio de lucro.
Es verdad que la piedad es una ganancia, cuando uno se contenta con poco. Sin nada vinimos al mundo, y sin nada nos iremos de él. Teniendo qué comer y qué vestir nos basta. En cambio, los que buscan riquezas caen en tentaciones, trampas y mil afanes absurdos y nocivos, que hunden a los hombres en la perdición y la ruina. Porque la codicia es la raíz de todos los males, y muchos, arrastrados por ella, se han apartado de la fe y se han acarreado muchos sufrimientos. Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de todo esto; practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza. Combate el buen combate de la fe. Conquista la vida eterna a la que fuiste llamado, y de la que hiciste noble profesión ante muchos testigos.
Salmo responsorial: 48
R/. Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
¿Por qué habré de temer los días aciagos, cuando me cerquen y acechen los malvados, que confían en su opulencia y se jactan de sus inmensas riquezas, si nadie puede salvarse ni dar a Dios un rescate?
Es tan caro el rescate de la vida, que nunca les bastará para vivir perpetuamente sin bajar a la fosa.
No te preocupes si se enriquece un hombre y aumenta el fasto de su casa: cuando muera, no se llevará nada, su fasto no bajará con él.
Aunque en vida se felicitaba: «Ponderan lo bien que lo pasas», irá a reunirse con sus antepasados, que no verán nunca la luz.
Versículo antes del Evangelio (Cf. Mt 11,25): Aleluya. Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla. Aleluya.
Texto del Evangelio (Lc 8,1-3): En aquel tiempo, Jesús iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce, y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.
«Jesús iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios»
Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells
(Salt, Girona, España)
Hoy, nos fijamos en el Evangelio en lo que sería una jornada corriente de los tres años de vida pública de Jesús. San Lucas nos lo narra con pocas palabras: «Jesús iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva» (Lc 8,1). Es lo que contemplamos en el tercer misterio de Luz del Santo Rosario.
Comentando este misterio dice el Papa San Juan Pablo II: «Misterio de luz es la predicación con la que Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios e invita a la conversión, perdonando los pecados de quien se acerca a Él con fe humilde, iniciando así el misterio de misericordia que Él continuará ejerciendo hasta el fin del mundo, especialmente a través del sacramento de la Reconciliación confiado a la Iglesia».
Jesús continúa pasando cerca de nosotros ofreciéndonos sus bienes sobrenaturales: cuando hacemos oración, cuando leemos y meditamos el Evangelio para conocerlo y amarlo más e imitar su vida, cuando recibimos algún sacramento, especialmente la Eucaristía y la Penitencia, cuando nos dedicamos con esfuerzo y constancia al trabajo de cada día, cuando tratamos con la familia, los amigos o los vecinos, cuando ayudamos a aquella persona necesitada material o espiritualmente, cuando descansamos o nos divertimos... En todas estas circunstancias podemos encontrar a Jesús y seguirlo como aquellos doce y aquellas santas mujeres.
Pero, además, cada uno de nosotros es llamado por Dios a ser también “Jesús que pasa”, para hablar —con nuestras obras y nuestras palabras— a quienes tratamos acerca de la fe que llena de sentido nuestra existencia, de la esperanza que nos mueve a seguir adelante por los caminos de la vida fiados del Señor, y de la caridad que guía todo nuestro actuar.
La primera en seguir a Jesús y en “ser Jesús” es María. ¡Que Ella con su ejemplo y su intercesión nos ayude!
miércoles, 15 de septiembre de 2021
HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN LA MISA EN EL DÍA DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES, 15 SEPTIEMBRE DE 2021
EL EVANGELIO DE HOY 15 DE SEPTIEMBRE DE 2021 - NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES
15 de Septiembre: Nuestra Señora de los Dolores
1ª Lectura (1Cor 10,14-22): Amigos míos, no tengáis que ver con la idolatría. Os hablo como a gente sensata, formaos vuestro juicio sobre lo que digo. El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan.
Considerad a Israel según la carne: los que comen de las víctimas se unen al altar. ¿Qué quiero decir? ¿Que las víctimas son algo o que los ídolos son algo? No, sino que los gentiles ofrecen sus sacrificios a los demonios, no a Dios, y no quiero que os unáis a los demonios. No podéis beber de los dos cálices, del del Señor y del de los demonios. No podéis participar de las dos mesas, de la del Señor y de la de los demonios. ¿Vamos a provocar al Señor? ¿Es que somos más fuertes que él?
Salmo responsorial: 115
R/. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza
¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo.
Versículo antes del Evangelio (---): Aleluya, aleluya. Dichosa la Virgen María, que sin morir, mereció la palma del martirio junto a la cruz del Señor. Aleluya.
Texto del Evangelio (Lc 2,33-35): En aquel tiempo, el padre de Jesús y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».
«Una espada te atravesará el alma»
P. Abad Dom Josep Mª SOLER OSB Abad de Montserrat
(Barcelona, España)
Hoy, en la fiesta de Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores, escuchamos unas palabras punzantes en boca del anciano Simeón: «¡Y a ti misma una espada te atravesará el alma!» (Lc 2,35). Afirmación que, en su contexto, no apunta únicamente a la pasión de Jesucristo, sino a su ministerio, que provocará una división en el pueblo de Israel, y por lo tanto un dolor interno en María. A lo largo de la vida pública de Jesús, María experimentó el sufrimiento por el hecho de ver a Jesús rechazado por las autoridades del pueblo y amenazado de muerte.
María, como todo discípulo de Jesús, ha de aprender a situar las relaciones familiares en otro contexto. También Ella, por causa del Evangelio, tiene que dejar al Hijo (cf. Mt 19,29), y ha de aprender a no valorar a Cristo según la carne, aun cuando había nacido de Ella según la carne. También Ella ha de crucificar su carne (cf. Ga 5,24) para poder ir transformándose a imagen de Jesucristo. Pero el momento fuerte del sufrimiento de María, en el que Ella vive más intensamente la cruz es el momento de la crucifixión y la muerte de Jesús.
También en el dolor, María es el modelo de perseverancia en la doctrina evangélica al participar en los sufrimientos de Cristo con paciencia (cf. Regla de san Benito, Prólogo 50). Así ha sido durante toda su vida, y, sobre todo, en el momento del Calvario. De esta manera, María se convierte en figura y modelo para todo cristiano. Por haber estado estrechamente unida a la muerte de Cristo, también está unida a su resurrección (cf. Rm 6,5). La perseverancia de María en el dolor, realizando la voluntad del Padre, le proporciona una nueva irradiación en bien de la Iglesia y de la Humanidad. María nos precede en el camino de la fe y del seguimiento de Cristo. Y el Espíritu Santo nos conduce a nosotros a participar con Ella en esta gran aventura.
martes, 14 de septiembre de 2021
PAPA FRANCISCO: LA CRUZ ES COMO UN LIBRO QUE PARA CONOCERLO ES NECESARIO ABRIR Y LEER
Papa Francisco: La cruz es como un libro que para conocerlo es necesario abrir y leer
POR MIGUEL PÉREZ PICHEL | ACI Prensa
Foto: Vatican Media / EWTN
Por primera vez, un Pontífice celebró la Divina Liturgia Bizantina de San Juan Crisóstomo en Eslovaquia. El Papa Francisco, junto con el Arzobispo Metropolita de Presov, Mons. Ján Babjak, presidió la Liturgia ante unos 40 mil fieles en un altar provisional construido junto al centro deportivo municipal de Presov.
A lo largo de su Pontificado, el Papa celebró en tres ocasiones la Santa Misa por un rito oriental. La primera fue durante su viaje apostólico a Rumanía en junio de 2019, la segunda durante su visita a Irak el pasado mes de marzo, en que celebró según el rito caldeo, y la tercera en la Misa celebrada hoy en Eslovaquia.
Un avión trasladó al Papa Francisco desde la capital Bratislava hacia Kosice, y de ahí un auto lo llevó hasta Presov, una localidad de 90 mil habitantes situada en la zona oriental de Eslovaquia.
En Kosice, el Pontífice continuará su agenda programada para este martes 14, tercer día de su visita apostólica a Eslovaquia, y que incluye un encuentro con la comunidad gitana y otro con los jóvenes.
Presov es la sede de la Iglesia Metropolitana Greco-Católica Sui Iuris de Eslovaquia, por lo que la presencia del Pontífice aquí para celebrar la liturgia de San Juan Crisóstomo está revestida de un gran simbolismo para el pueblo eslovaco.
La liturgia de San Juan Crisóstomo es la más empleada en la Misas de Eslovaquia. De hecho, es la liturgia habitual en las celebraciones diarias.
Se trata de una liturgia perteneciente al rito bizantino, propio de las Iglesias católicas orientales, así como de las ortodoxas. Tiene su origen en la antigua Antioquía. En el siglo IV San Juan Crisóstomo revisó la liturgia, aunque fue en Constantinopla donde adquirió su forma definitiva.
Una de las particularidades de la Misa celebrada según el rito bizantino es que la comunión se recibe tanto con el pan como con el vino. La forma de distribuir la comunión es, por ello, muy distinta al rito latino. El sacerdote traslada la comunión en un cáliz y, con una cucharilla, introduce el pan en la boca de cada fiel.
Dada la actual situación de pandemia causada por el COVID 19, esa forma de comulgar planteaba un problema, pues podría facilitar el contagio del coronavirus.
Para evitarlo, los organizadores de la visita papal han dispuesto 25 mil cucharillas para que cada fiel reciba la comunión con una cucharilla distinta y evitar así riesgos de contagios.
En su homilía el Papa reflexionó sobre la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, que la Iglesia celebra hoy y pidió no reducir la cruz “a un objeto de devoción, mucho menos a un símbolo político, a un signo de importancia religiosa y social” y aseguró que “la cruz es como un libro que para conocerlo es necesario abrir y leer”.
El Pontífice comentó, en concreto, el episodio evangélico en el que San Juan se sitúa al pie de la Cruz. “Contempla a Jesús, ya muerto, colgado del madero, y escribe: ‘El que lo vio da testimonio’”. Es decir, “san Juan ve y da testimonio”.
“Ante todo está el ver. Pero, ¿qué ha visto Juan al pie de la cruz?”, se preguntó el Papa. “Ciertamente lo que han visto los demás: Jesús, inocente y bueno, muere brutalmente entre dos malhechores”.
“Una de las tantas injusticias, uno de los tantos sacrificios cruentos que no cambian la historia, la enésima demostración de que el curso de los acontecimientos en el mundo no se modifica: a los buenos se los quita del medio y los malvados vencen y prosperan. A los ojos del mundo la cruz es un fracaso”.
El Papa advirtió que “también nosotros corremos el riesgo de detenernos ante esta primera mirada, superficial, de no aceptar la lógica de la cruz; de no aceptar que Dios nos salve dejando que se desate sobre sí el mal del mundo”.
“No aceptar, sino sólo con palabras, al Dios débil y crucificado, es soñar con un Dios fuerte y triunfante. Es una gran tentación”.
En ese sentido, “cuántas veces aspiramos a un cristianismo de vencedores, a un cristianismo triunfador que tenga relevancia e importancia, que reciba gloria y honor. Pero un cristianismo sin cruz es mundano y se vuelve estéril”.
San Juan, en cambio, “vio en la cruz la obra de Dios. Reconoció en Cristo crucificado la gloria de Dios. Vio que Él, a pesar de las apariencias, no era un fracasado, sino que era Dios que voluntariamente se ofrecía por todos los hombres”.
Cristo “hubiera podido conservar la vida, hubiera podido mantenerse a distancia de nuestra historia más miserable y cruda. En cambio, quiso entrar dentro, ahondar en ella. Por eso eligió el camino más difícil: la cruz”.
El Papa recordó que “algunos santos han enseñado que la cruz es como un libro que, para conocerlo, es necesario abrir y leer. No basta adquirir un libro, darle un vistazo y colocarlo en un lugar visible de la casa. Lo mismo vale para la cruz: está pintada o esculpida en cada rincón de nuestras iglesias”.
Señaló que “son incontables los crucifijos: en el cuello, en casa, en el auto, en el bolsillo. Pero no sirve de nada si no nos detenemos a mirar al Crucificado y no le abrimos el corazón, si no nos dejamos sorprender por sus llagas abiertas por nosotros, si el corazón no se llena de conmoción y no lloramos delante del Dios herido de amor por nosotros”.
“No reduzcamos la cruz a un objeto de devoción, mucho menos a un símbolo político, a un signo de importancia religiosa y social”, insistió el Santo Padre.
Tras contemplar al Crucificado, surge la necesidad de dar testimonio. “Pienso en los mártires, que testimoniaron el amor de Cristo en tiempos muy difíciles de esta nación, cuando todo aconsejaba callar, resguardarse, no profesar la fe”.
El Papa aseguró que “también en nuestro tiempo, en el que no faltan ocasiones para dar testimonio. Aquí, gracias a Dios, no hay quien persiga a los cristianos como en tantas otras partes del mundo. Pero el testimonio puede ser socavado por la mundanidad o la mediocridad”.
En cambio, “el testigo que tiene la cruz en el corazón y no solamente en el cuello no ve a nadie como enemigo, sino que ve a todos como hermanos y hermanas por los que Jesús ha dado la vida”.
“El testigo de la cruz no recuerda los agravios del pasado y no se lamenta del presente. El testigo de la cruz no usa los caminos del engaño y del poder mundano, no quiere imponerse a sí mismo y a los suyos, sino dar la propia vida por los demás. No busca los propios beneficios para después mostrarse devoto, esta sería una religión del doblez, no el testimonio del Dios crucificado”.
Más bien, “el testigo de la cruz persigue una sola estrategia, la del Maestro, que es el amor humilde. No espera triunfos aquí abajo, porque sabe que el amor de Cristo es fecundo en lo cotidiano y hace nuevas todas las cosas desde dentro, como semilla caída en tierra, que muere y da fruto”.
“Con Juan, en el Calvario, estaba la Santa Madre de Dios. Nadie como ella vio abierto el libro de la cruz y lo testimonió por medio del amor humilde. Por su intercesión, pidamos la gracia de convertir la mirada del corazón al Crucificado. Entonces nuestra fe podrá florecer en plenitud, entonces los frutos de nuestro testimonio madurarán”, concluyó su homilía el Papa Francisco.