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domingo, 28 de junio de 2020
PERDIENDO ES COMO SE GANA
Perdiendo es como se gana
La sociedad nos invita a un triunfo rápido y a costa de lo que sea. Hay medios, métodos y empresas que están orientados precisamente a todo ello: conquistar la fama cuanto antes y, si puede ser bien remunerado, mejor que mejor.
La Palabra del Señor nos recuerda que perdiendo muchas cosas (que ante el mundo pueden parecer importantes) son puntos para adquirir algo más definitivo en el más allá.
El padre y la madre (de los que se nos habla en el Evangelio de hoy) tienen muchos rostros con diversos nombres, en la realidad que nos circunda: riquezas, ocio, placer, materialismo, hedonismo, relativismo, miedos, temores, etc. Son muchas las cosas que nos atenazan y nos impiden servir con cierta generosidad o con desprendimiento a la causa de Jesús.
El padre y la madre, son aquellos imanes que nos atraen y nos apartan del camino emprendido en el día de nuestro Bautismo. Es, en definitiva, la comodidad y el apego a muchas cosas que nos parecen imprescindibles para ser felices, lo que nos paraliza y nos impide valorar aquella ganancia de la que Jesús nos habla en este evangelio dominical.
Cuando uno quiere a alguien, todo esfuerzo y sacrificio, le parece poco. Cuando a uno le es indiferente otra tercera persona, cualquier detalle, le parece un privilegio concedido injustamente. A Dios hay que llevarlo en el fondo de las entrañas. Cuando a Dios se le ama, la vida y las pequeñas renuncias de la vida cristiana, se contemplan con otra óptica, con un trasfondo de felicidad y de fidelidad.
¿Perder para ganar? Ciertamente. Dios, en nosotros y a través de nosotros, invierte en el mundo de una forma original y desconcertante: hay que ir contracorriente. Comprando aquello que muchos desprecian y abrazando a aquellos que la sociedad rechaza. Para ello, claro está, es cuestión –muchas veces– de cerrar los ojos y de abrir el corazón.
- Que los modos de ver las cosas sean los de Dios y no los nuestros
- Que la voluntad a la hora de vivir, venga condicionada por la voluntad de Dios y no solamente por la nuestra
- Que aquello que realicemos se corresponda con los planes de Dios y no exclusivamente con nuestra agenda personal
- Que en el día a día, sepamos morir un poco a nuestro “yo” para que brote un poco Dios.
* Padre Javier Leoz
PAPA FRANCISCO: EL AMOR DE JESÚS EXIGE UN AMOR A LOS PADRES Y A LOS HIJOS
Papa Francisco: “El amor a Jesús exige un amor a los padres y a los hijos”
Redacción ACI Prensa
Foto: Vatican Media
El Papa Francisco afirmó que no se pueden anteponer los intereses familiares o personales a los intereses del bien común, al mismo tiempo que recordó que “el verdadero amor a Jesús exige un verdadero amor a los padres y a los hijos”.
El Pontífice realizó esta enseñanza este domingo 28 de junio durante el rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro del Vaticano.
Francisco explicó que el Evangelio de este domingo, de San Mateo, “expresa con fuerza la invitación a vivir plenamente y sin vacilación nuestra fidelidad al Señor”.
En la narración evangélica, “Jesús pide a sus discípulos que tomen en serio las exigencias del Evangelio, incluso cuando esto requiere sacrificio y esfuerzo”, explicó el Pontífice.
“La primera demanda que dirige a los que le siguen es situar el amor por Él por encima del amor familiar. Dice: ‘El que ama a su padre o a su madre, […] a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí’”, son palabras que pueden resultar duras, pero el Papa explicó su significado.
Señaló que “Jesús ciertamente no pretende subestimar el amor a los padres y a los hijos, pero sabe que los lazos de parentesco, si se ponen en primer lugar, pueden desviarse del verdadero bien”.
“Lo vemos: algunas corrupciones en los gobiernos se producen precisamente porque el amor a los parientes es más grande que el amor a la patria, y dan cargos a los parientes”.
“Todos podríamos dar muchos ejemplos a este respecto. Sin mencionar las situaciones en las que los lazos familiares se mezclan con elecciones opuestas al Evangelio”, aseguró.
Cuando, por el contrario, “el amor a los padres y a los hijos está animado y purificado por el amor del Señor, entonces se hace plenamente fecundo y produce frutos de bien en la propia familia y mucho más allá de ella”.
“En ese sentido Jesús dice esa frase. También recordemos cómo Jesús reprocha a los doctores de la Ley que privan de lo necesario a los padres con la excusa de entregarlo al altar, de darlo a la Iglesia. Se lo reprocha. El verdadero amor a Jesús exige un verdadero amor a los padres, a los hijos. Pero si, en primer lugar, buscamos el interés familiar, eso lleva a un camino equivocado”.
A continuación, en la lectura evangélica, Jesús dice a sus discípulos que “el que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí”.
El Papa Francisco señaló que con esa frase Jesús invita a “seguirlo por el camino que Él mismo ha recorrido, sin buscar atajos. No hay amor verdadero sin una cruz, es decir, sin un precio a pagar en persona. Que nos lo digan tantas madres y padres que se sacrifican tanto por los hijos, y realizan verdaderos sacrificios de la cruz porque aman”.
“Llevada con Jesús, la cruz no da miedo, porque Él siempre está a nuestro lado para apoyarnos en la hora de la prueba más dura, para darnos fuerza y coraje. Tampoco es necesario inquietarse para preservar la vida, con una actitud temerosa y egoísta”.
El Papa comentó una tercera frase de Jesús: “El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará”.
“Es la paradoja del Evangelio”, explicó. “Pero también tenemos, gracias a Dios, muchos ejemplos. Lo vemos estos días: Cuánta gente está llevando cruces para ayudar a los demás. Se sacrifican para ayudar a los demás que tienen necesidades durante esta pandemia”.
“Pero siempre con Jesús, se puede hacer. La plenitud de la vida y la alegría se encuentra al entregarse por el Evangelio y por los hermanos, con apertura, aceptación y benevolencia”.
De este modo, “podemos experimentar la generosidad y la gratitud de Dios. Nos lo recuerda Jesús, que os acoge a vosotros, y me acoge a mí: ‘Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, […]. Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños […] no perderá su recompensa’”.
“La generosa gratitud de Dios Padre tiene en cuenta hasta el más pequeño gesto de amor y servicio a nuestros hermanos y hermanas. También en estos días he escuchado a un sacerdote que estaba conmovido porque en la parroquia se le había acercado un niño que le dijo: ‘Padre, estos son mis ahorros, poca cosa, son para sus pobres, para aquellos que tienen muchas necesidades por la pandemia’. Una cosa pequeña, pero grande.
“Es una gratitud contagiosa que nos ayuda a cada uno de nosotros a mostrar gratitud hacia aquellos que se preocupan por nuestras necesidades”.
Por ello, invitó a que “cuando alguien nos ofrece un servicio, no debemos pensar que todo se debe a nosotros. No. Muchos servicios se hacen con gratuidad. Pensemos en el voluntariado, que es una de las cosas más grandes que tiene la sociedad italiana: los voluntarios. Y muchos de ellos han dejado la vida en esta pandemia. Se hace por amor. Simplemente por servicio”.
“La gratitud, el reconocimiento, es en primer lugar un signo de buenos modales, pero también es una insignia del cristiano. Es un simple pero genuino signo del reino de Dios, que es el reino del amor gratuito y generoso”, concluyó el Papa Francisco.
DISPUESTOS A SUFRIR - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 28 DE JUNIO DE 2020
DISPUESTOS A SUFRIR
Jesús no quería ver sufrir a nadie. El sufrimiento es malo. Jesús nunca lo buscó ni para sí mismo ni para los demás. Al contrario, toda su vida consistió en luchar contra el sufrimiento y el mal, que tanto daño hacen a las personas.
Las fuentes lo presentan siempre combatiendo el sufrimiento que se esconde en la enfermedad, las injusticias, la soledad, la desesperanza o la culpabilidad. Así fue Jesús: un hombre dedicado a eliminar el sufrimiento, suprimiendo injusticias y contagiando fuerza para vivir.
Pero buscar el bien y la felicidad para todos trae muchos problemas. Jesús lo sabía por experiencia. No se puede estar con los que sufren y buscar el bien de los últimos sin provocar el rechazo y la hostilidad de aquellos a los que no interesa cambio alguno. Es imposible estar con los crucificados y no verse un día «crucificado».
Jesús no lo ocultó nunca a sus seguidores. Empleó en varias ocasiones una metáfora inquietante que Mateo ha resumido así: «El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí». No podía haber elegido un lenguaje más gráfico. Todos conocían la imagen terrible del condenado que, desnudo e indefenso, era obligado a llevar sobre sus espaldas el madero horizontal de la cruz hasta el lugar de la ejecución, donde esperaba el madero vertical fijado en tierra.
«Llevar la cruz» era parte del ritual de la crucifixión. Su objetivo era que el condenado apareciera ante la sociedad como culpable, un hombre indigno de seguir viviendo entre los suyos. Todos descansarían viéndolo muerto.
Los discípulos trataban de entenderle. Jesús les venía a decir más o menos lo siguiente: «Si me seguís, tenéis que estar dispuestos a ser rechazados. Os pasará lo mismo que a mí. A los ojos de muchos pareceréis culpables. Os condenarán. Buscarán que no molestéis. Tendréis que llevar vuestra cruz. Entonces os pareceréis más a mí. Seréis dignos seguidores míos. Compartiréis la suerte de los crucificados. Con ellos entraréis un día en el reino de Dios».
Llevar la cruz no es buscar «cruces», sino aceptar la «crucifixión» que nos llegará si seguimos los pasos de Jesús. Así de claro.
Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Mt (10,37-42)
LECTURAS BÍBLICAS DE HOY DOMINGO 28 DE JUNIO DE 2020
Lecturas de hoy Domingo 13º del Tiempo Ordinario - Ciclo A
Hoy, domingo, 28 de junio de 2020
Primera lectura
Lectura del segundo libro de los Reyes (4,8-11.14-16a):
Un día pasaba Eliseo por Sunam, y una mujer rica lo invitó con insistencia a comer. Y, siempre que pasaba por allí, iba a comer a su casa.
Ella dijo a su marido: «Me consta que ese hombre de Dios es un santo; con frecuencia pasa por nuestra casa. Vamos a prepararle una habitación pequeña, cerrada, en el piso superior; le ponemos allí una cama, una mesa, una silla y un candil, y así, cuando venga a visitarnos, se quedará aquí.»
Un día llegó allí, entró en la habitación y se acostó.
Dijo a su criado Guejazi: «¿Qué podríamos hacer por ella?»
Guejazi comentó: «Qué sé yo. No tiene hijos, y su marido es viejo.»
Eliseo dijo: «Llámala.»
La llamó. Ella se quedó junto a la puerta, y Eliseo le dijo: «El año que viene, por estas fechas, abrazarás a un hijo.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 88,2-3.16-17.18-19
R/. Cantaré eternamente
las misericordias del Señor
Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad. R/.
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
camina, oh Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo. R/.
Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel nuestro rey. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos
(6,3-4.8-11):
Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios. Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.
Palabra de Dios
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (10,37-42):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro.»
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio de hoy domingo, 28 de junio de 2020
Fernando Torres cmf
Acoger al hermano es acoger a Jesús
La primera lectura de este domingo nos cuenta la historia de una mujer que hizo sitio en su casa para acoger a un caminante. No se dice que la mujer supiese que era un profeta. Eliseo simplemente pasaba por allá. La mujer le ofrece lo que tiene: un cuarto para descansar y comida para reponer las fuerzas. La ley de la hospitalidad es una antigua ley en muchas culturas y también en nuestra cultura. Es un valor que no hay que perder sino cultivar y reforzar.
Las palabras de Jesús en el Evangelio nos dan la razón profunda por la que la hospitalidad se convierte para el cristiano en algo más que una norma o una tradición. Jesús nos dice que recibir al que se acerca a nosotros, abrirle nuestra casa y nuestra amistad es como recibirle a él. Esa es la clave. Jesús mismo es el que pasa por delante de nuestra puerta y de nuestra vida. Jesús es el que nos llama y nos pide albergue.
En nuestro mundo, sin embargo, la hospitalidad se va perdiendo. A los otros, a los desconocidos, que son la inmensa mayoría, los vemos, casi por principio, como una amenaza para nuestra tranquilidad, para nuestra paz. Los periódicos están llenos de noticias de asesinatos, robos y otras fechorías. La televisión nos trae también casi a diario imágenes preocupantes. Todo contribuye a crear un ambiente en el que nos parece lo más natural desconfiar del desconocido que se nos acerca. Valoramos mucho, quizá demasiado, nuestra seguridad, nuestra paz, nuestras cosas. Terminamos comprando armas y alarmas para protegernos y poniendo vallas alrededor de nuestras casas. Las naciones hacen lo mismo. Se refuerzan las fronteras y los ejércitos se arman hasta los dientes. No nos damos cuenta de que en el fondo así no hacemos más que poner de manifiesto nuestra propia inseguridad y lo que hacemos, en el fondo, es provocar más violencia. De alguna manera, nos parecemos a los animales que atacan porque tienen miedo.
Jesús nos invita a no vivir tan centrados en nosotros mismos. Eso es lo que quiere decir cuando habla de que debemos “perder nuestra vida”. Jesús nos pide que dejemos de mirarnos a la punta de nuestra nariz, a nuestros problemas y abramos la mano al vecino, aunque piense diferente, sea de otra raza, lengua o religión. Nos encontraremos con una persona, con parecidos problemas a los nuestros, y descubriremos que juntos podemos ser más felices que separados por barreras y armas. Pero hay algo más. Desde nuestra fe, sabemos que ése que tenemos enfrente, por amenazador que parezca, es nuestro hermano. Es Cristo mismo. ¿Le esperaremos con un arma en la mano?
Para la reflexión
¿Estoy abierto al diálogo y al encuentro con los demás? ¿Me siento amenazado por los que son diferentes de mí o piensan de otra manera? ¿Qué me dice Jesús en el Evangelio? ¿Qué actitudes tengo que cambiar para actuar como cristiano?
SANTORAL DE HOY DOMINGO 28 DE JUNIO DE 202
Sabás Ji Hwang y Matías Choe In-gil, Beatos
Mártires Laicos, 28 de junio
|
Vicenta Gerosa, Santa
Co-fundadora, 28 de junio
|
Heimerado, Santo
Presbítero y eremita, 28 de junio
|
Martires de Alejandría de Egipto, Santos
Mártires, 28 de junio
|
Severiano Baranyak y Joaquín Senkivskyj, Beatos
Sacerdotes y Mártires, 28 de junio
|
Potamiena, Santa
Virgen y Mártir, 28 de junio
|
Argimiro de Cabra y de Córdoba, Santo
Mártir, 28 de junio
|
Juan (John) Southworth, Santo
Sacerdote y Mártir, 28 de junio
|
María Pía Mastena, Beata
Fundadora, 28 de junio
|
Pablo I, Santo
XCIII Papa, 28 de junio
|
Ireneo de Lyon, Santo
Obispo y Mártir, 28 de junio
|
sábado, 27 de junio de 2020
NARDO Y MEDITACIÓN DÍA 27- SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Nardo del 27 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, confianza y amor!
Meditación: Jesús, mi corazón se ha puesto triste...porque Tú, que tanto nos quisiste, que nos redimiste, nos miras a través de los siglos y nos dices lleno de dolor y de amor: "...la falta de confianza lastima mis entrañas...". Señor, Tú sabes lo que siento cuando te veo clavado y muriendo por Amor, pero sin recibir amor, pues hoy nuevamente te lo negamos. No confiamos en Vos, no creemos que eres el único Dios, no vivimos para Vos, pues si te amáramos confiaríamos en Ti, y Tú serias nuestro único descanso. Señor, mi amado, Tu sabes que te amo y que por ti clamo, pero también sabes cuan pequeño es mi amor, pues muchas veces te he negado. Hoy Te pido perdón, y como sabes bien que Tú eres mi querer, te pido que aumentes mi fe, que me bañes en el manantial de Tu amor, para ser así el más fiel a mi Rey. Que sea como Tu Mamá: fiel por toda la eternidad. Y hoy te digo despacito y al oído, a Ti, Mi Cristo, a Ti, Mi Señor Bendito: "Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío. Sé mío".
Jaculatoria:¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.
Florecilla: Digamos varias veces al día "Sagrado Corazón de Jesús en Ti confío, más aumenta mi fe".
Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.
27. -EL PREMIO FINAL
¡Qué premio tan hermoso te ha reservado el Sagrado Corazón!
Es el momento en que, el solo pensamiento hace estremecerse: el momento de la muerte. Ante este pensamiento, el hombre tiembla, se agita; sin embargo, debe afrontarlo con amor y con la esperanza puesta en la misericordia de Dios.
Jesús te sonríe y quiere asegurarte la muerte santa, la muerte del justo. Entre las promesas que hizo a Santa Margarita María quiere recordar este punto: "Mi corazón será para todos mis devotos el seguro asilo en vida y especialmente en el momento de la muerte".
Si quieres, pues, afrontar la muerte con la calma del justo, trata de creer en Jesús, de vivir en Jesús. Entonces será cuando Él te dirá estas dulces palabras: "Hoy estarás conmigo en el paraíso".
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