lunes, 27 de agosto de 2018

RUEDA DE PRENSA DEL PAPA FRANCISCO EN EL VUELO DE REGRESO DE IRLANDA


Rueda de prensa del Papa Francisco en el vuelo de regreso de Irlanda
Redacción ACI Prensa
 Foto: Hannah Brockhaus (ACI Prensa)





Este domingo el Papa Francisco dio una conferencia de prensa en el avión que lo llevó de regreso a Roma, luego de haber visitado Irlanda para participar en el Encuentro Mundial de las Familias.

A continuación el texto completo:

Greg Burke:

Buenas noches Santo Padre, gracias por este tiempo que nos dedica después de dos jornadas muy intensas. Ciertamente hubo momentos muy difíciles como el caso de los abusos, pero también momentos muy bellos, la Fiesta de las Familias, los testimonios, el encuentro con las parejas de jóvenes, y también la visita a los capuccinos que ayudan a los pobres. Podemos pasar la palabra a los periodistas y comenzar con los irlandeses.

Papa Francisco:

Agradezco porque si yo me he cansado, pienso en ustedes que tienen trabajo, trabajo, trabajo. Agradezco mucho su esfuerzo.

Tony Connely Radio Televisión Irlandesa:

Su Santidad, usted habló el sábado sobre la reunión que tuvo con la ministra para los niños. Usted habló de lo emocionado que estuvo por lo que ella dijo sobre los hogares Madres e Hijos. ¿Qué dijo ella exactamente? ¿Le sorprendió porque era la primera vez que usted oía hablar de estas casas?

Papa Francisco:

La ministra me ha dicho primero una cosa que no era tanto sobre madres e hijos. Me dijo brevemente "Santo Padre, hemos encontrado fosas comunes de niños, niños enterrados. Estamos investigando. La Iglesia tiene algo que ver en esto", pero lo ha dicho con mucha educación y la verdad con mucho respeto. Le agradecí a tal punto que esto me ha tocado el corazón, y por eso quise repetirlo en el discurso...y no era en el aeropuerto, me he equivocado, era del presidente, en el aeropuerto estaba otra señora ministra y me he equivocado ahí. Pero ella me ha dicho "después le enviaré un memo". Me ha enviado el memo. No he podido leerlo. He visto que era un memo. Pero fue muy equilibrada en decirme "hay un problema, todavía no ha terminado la investigación" pero ha hecho sentir que la Iglesia tenía algo que ver. Para mí este fue un ejemplo de colaboración constructiva, también de –no quiero decir la palabra protesta-, sino de lamento. De lamento por aquello que en un tiempo quizás la Iglesia había ayudado. Esa señora era de una dignidad que me ha tocado el corazón. Y ahora tengo el memo ahí y lo estudiaré cuando llegue a casa.

Patrick Agnew, Sunday Independent:

Santo Padre, gracias y buenas noches. Ayer Marie Collins, la víctima Marie Collins que conoce bien, dijo que usted no está a favor de nuevos tribunales de investigación vaticana sobre los problemas de abusos, nuevas investigaciones sobre el problema de los abusos sexuales, y en particular sobre un tribunal para que investigue a los obispos, la responsabilidad del obispo. ¿Por qué considera que esto no sea necesario?

Papa Francisco:

No, no es así, Marie Collins está un poco fijada en la idea de que salió, yo estimo mucho a Marie Collins, de las veces que la llamamos al Vaticano para que dé conferencias. Ella está fijada sobre la idea de aquel escrito (motu proprio Madre amorevole del 2016) “Madre Amorosa”, en el cual se decía que para juzgar a los obispos sería bueno o se haría un tribunal especial. Después se ha visto que esto no era viable y también que no era conveniente por las diversas culturas de los obispos que deben ser juzgados. Se toma la recomendación de “Madre Amorosa” y se forma el jurado para cada obispo, pero no es lo mismo. Este obispo es juzgado y el Papa hace un jurado que sea muy capaz para tomar ese caso. Es una cosa que funciona mejor, y también porque no todos los obispos, un grupo de obispos, dejar la diócesis no es posible. Así los tribunales, los jurados, cambian. Y así habíamos hecho hasta ahora. Fueron juzgados varios obispos.

Lo último fue lo de Guam. El Arzobispo de Guam que ha apelado. He decidido, porque es un caso muy, muy difícil, de usar un privilegio que tengo, de tomar yo la apelación y no mandarlo al consejo de apelaciones que hace el trabajo con todos los sacerdotes. Lo he tomado yo, he creado una comisión de canonistas para que me ayuden y me han dicho que cuando retorne, en un mes máximo estará lista la recomendación para que yo dé el fallo. Es un caso complicado de una parte, pero no difícil, porque las evidencias son clarísimas. Hablando de las evidencias, son claras. Pero no puedo prejuzgar. Espero el informe y luego fallaré. Digo que las evidencias son claras porque son estas evidencias las que han llevado al primer tribunal a dar la condena. Este ha sido el último caso. Ahora hay otro en curso. Veamos cómo terminará. Pero que quede claro, le he dicho a Marie, el espíritu y la recomendación de “Como una madre amorosa” se hace. Un obispo va juzgado por un tribunal, pero no es siempre el mismo tribunal porque no es posible. Ella no ha entendido bien eso, pero cuando la vea porque ella viene a veces al Vaticano, la llamaremos, y le explicaré más claro. Yo la quiero mucho.

Stefania Falasca, Avvenire:

Usted ha dicho también hoy que es siempre un reto acoger al inmigrante y al extranjero. Justo ayer se ha resuelto un caso doloroso, de la nave Diciotti. Está su mano detrás de esta solución, ¿está involucrado?


Papa Francisco:

Aquello de acoger a los inmigrantes es una cosa tan vieja como la Biblia. En el Deuteronomio, en los mandamientos, Dios manda esto de acoger a los inmigrantes, al extranjero. Cosa vieja, que está en el espíritu de la revelación pero también en el espíritu del Cristianismo. Es un principio moral. Luego, sobre esto he hablado, luego he visto que debía explicar un poco más porque no es un acoger a la “bella estrella”, ¡no! Es un acoger razonable. Pero esto va en toda Europa, y ¿cuándo me he dado cuenta de cómo deber ser este comportamiento razonable? Cuando el atentado de Zaventem que los chicos, los guerrilleros que han cometido el atentado de Zaventem eran belgas, hijos de emigrantes, no integrados, ¡sino en guetos!  

Es decir, fueron recibidos por los países y dejados ahí, y han hecho un gueto, no fueron integrados. Por esto he subrayado esto, importante. Luego he recordado cuando fui a Suecia, y la Franca (Giansoldati, Vaticanista de Il Messaggero, nota del editor) en un artículo ha hecho mención de esto, de cómo expliqué este pensamiento, y cuando fui a Suecia, lo sabía, hablé sobre la integración, cómo era, porque lo sabía, porque durante la dictadura en Argentina, de 1976 a 1983, tantos, tantos argentinos y también uruguayos huyeron a Suecia y el gobierno los recibía, les hacía estudiar el idioma, les daba trabajo y los integraba.

Esta es una anécdota interesante, la señora ministra que vino a recibirme al aeropuerto de Lund, era hija de una sueca y de un migrante africano. Pero este migrante africano fue integrado a tal punto que la hija se convirtió en ministra del país. Suecia es un modelo…pero en aquel momento Suecia empezaba a tener dificultades, no porque no tuviese buena voluntad para esto, sino porque no tenía la posibilidad de la integración. Este fue el motivo por el cual Suecia se paró un poco. Después de este paso de integración. Y después he hablado aquí en una conferencia de prensa entre ustedes de la virtud de la prudencia, que es la virtud del gobernante.

Hablé de la prudencia de los pueblos, sobre el número o sobre las posibilidades. Un pueblo que puede recibir pero no tiene la posibilidad de integrar, mejor no recibir. Ahí está el problema de la prudencia. Y creo que esta es la médula del diálogo hoy en la Unión Europea…se debe continuar el diálogo, las soluciones se encontrarán.

¿Qué sucedió con la (nave de inmigrantes) Diciotti? Yo no metí la mano ahí, quien hizo el trabajo con el ministro del Interior fue el P. Aldo (Bonaiuti, nota del editor), el gran P. Aldo que continúa la obra de don Benzi, que los italianos conocen bien, que trabajan en el liberación de las prostitutas, aquellas que son explotadas. También entró la Conferencia Episcopal Italiana. El Cardenal Bassetti que estaba aquí, pero al teléfono, guiaba todo el trámite y uno de sus subsecretarios, P. Maffeis negociaba con el ministro. Y creo que entro Albania, tuvo un número Albania, Irlanda, y Montenegro, creo que no…no estoy seguro. Los demás los ha tomado la Conferencia, pero no sé si bajo el paraguas del Vaticano o no, no sé cómo se negoció, y van a Mondo Migliore a Rocca di Papa, serán acogidos ahí. El número creo que es más de 100 y ahí comenzarán a aprender el idioma y a hacer el trabajo que se hizo con los inmigrantes integrados. Tuve una experiencia para mí muy gratificante cuando fui a (la universidad) Roma Tre, estaban los estudiantes que querían hacerme preguntas, y vi a una estudiante que “esta cara la conozco”, y era una que vino conmigo, entre los 13 que traje de Lesbos. Y aquella muchacha estaba en la universidad, porque san Egidio, al día siguiente, a la escuela, a estudiar. La ha integrado al nivel universitario. Este es el trabajo con los migrantes. Está la apertura del corazón para todos, sufrir, después la integración como condición para acoger y además la prudencia de los gobernantes para hacer esto. Yo he visto en un film clandestino qué sucede a aquellos que son regresados, que son retomados por los traficantes. Doloroso, las cosas que hacen a los hombres, a las mujeres y a los niños. ¡Fuera! ¡Los venden! Pero a los hombres les hacen las torturas más sofisticadas. Hay alguien que fue capaz, un espía, de hacer este film que he enviado a mis subsecretarios de inmigración.

Por esto, para mandarlos de regreso se debe de pensar bien, bien. Luego, una última cosa: hay migrantes que vienen, pero también están los que vienen engañados a Fiumicino. Vienen engañados y terminan siendo esclavizados. Bajo amenaza de los traficantes de mujeres. Esto.

Anna Matranga, CBS:

Buenas tardes Santo Padre. Volveré al argumento de los abusos del que ya ha hablado, Esta mañana salió un documento del Arzobispo Carlo María Viganó, en el que dice que en el 2013 el conversó personalmente con usted en el Vaticano y que en este coloquio hablaron explícitamente del comportamiento y los abusos sexuales del excardenal McCarrick. Quiero preguntar si esto es cierto. Quiero preguntar además otra cosa. El Arzobispo dijo que el Papa Benedicto había sancionado a McCarrick, que le dijo que no podía vivir en un seminario ni celebrar misas en público ni viajar. Estaba sancionado por la Iglesia. ¿Puedo preguntarle si estas dos cosas son verdaderas?

Papa Francisco:

Una cosa, yo preferiría... yo responderé a su pregunta, pero preferiría que primero habláramos sobre el viaje y luego de los otros temas, me he distraído con Estefania, pero ahora respondo.

He leído esta mañana ese comunicado, lo he leído y diré sinceramente que debo decirles esto, a usted y a todos los que están interesados: lean ustedes atentamente el comunicado y hagan ustedes su propio juicio. Yo no diré una palabra sobre esto, creo que el comunicado habla por sí mismo y ustedes tienen la capacidad periodística suficiente para sacar sus conclusiones. Es un acto de confianza.

Cuando pase algo de tiempo y ustedes tengan las conclusiones tal vez hablaré... pero yo quisiera que vuestra madurez profesional haga este trabajo. Hablamos luego, ¿está bien?

Anna Matranga, CBS:

Marie Collins ha dicho después de encontrarse con usted, que habló directamente con usted sobre el excardenal McCarrick, que usted fue muy duro en su condena a McCarrick. ¿Cuándo fue la primera vez que usted escuchó hablar de los abusos cometidos por el excardenal

Papa Francisco:

Esto es parte del comunicado de McCarrick. Estudien y luego diré. Como yo ayer no he leído me he permitido hablar claro con Marie Collins y el grupo. Ha sido realmente una vergüenza, una cosa que he sufrido mucho. Yo creo que se quería hacer esto, la escucha a estas ocho personas.

De esta reunión ha salido la propuesta, que la he hecho yo pero que ellos la han aceptado y me han ayudado a hacerla, de pedir perdón hoy en la Misa pero sobre cosas concretas. Por ejemplo la última de la que yo nunca había escuchado, estas madres… que se les llamaba la lavandería de las mujeres. Cuando una mujer estaba embarazada y no estaba casada e iba al hospital, o al sitio que no sé cómo se llamaba, escuela, las hermanas le decían algo y luego le daban los niños a la gente en adopción. Había dos hijos de ese tiempo que buscaban a las madres, que estaban vivas, les decían que era pecado mortal  esto.

Por ello he terminado hoy diciendo que esto no es pecado mortal, sino el cuarto mandamiento. Y las cosas que hoy he dicho algunas no las sabía. Ha sido para mí doloroso pero también con el consuelo de poder ayudar a clarificar estas cosas. Espero su comentario sobre el documento, me gustaría, gracias.

Cécile Chambraud, Le Monde:

Buenas tardes Santo Padre. Espero que no le moleste si hago mi pregunta en español y le pido responder en italiano. En su discurso a las autoridades de Irlanda se refirió a su reciente carta al pueblo de Dios en la que llama a todos los católicos a tomar parte en la lucha contra los abusos en la Iglesia. ¿Puede detallarnos lo que los católicos pueden hacer en su lugar para luchar contra los abusos? En este tema, en Francia, un sacerdote ha iniciado una petición para que renuncia el Cardenal Barbarin, acusado por víctimas. ¿Le parece adecuada esta iniciativa o no?

Papa Francisco:

Si hay sospechas o pruebas o medias pruebas no veo nada de malo en hacer una investigación, siempre que se haga sobre el principio jurídico fundamental, nemo malus ni si probetur, ninguno es malo si no se prueba. Muchas veces existe la tentación no solo de hacer la investigación, sino de publicar que se ha hecho la indagación y porque es culpable… y así algunos medios, no el suyo, comienzan a crear un ambiente de culpabilidad. Y yo me permito decir una cosa que ha sucedido en estos tiempos que podrá ayudar a esto porque para mí es importante cómo se procede y cómo los medios pueden ayudar.

Hace tres años, más o menos, se comenzó en Granada el problema de los así llamados sacerdotes pedófilos, un grupo de siete, ocho o diez sacerdotes, acusados de abuso de menores y también de hacer fiestas, orgías, estas cosas.

La acusación la he recibido yo directamente. Una carta escrita por un joven de 23 años, según él fue abusado. Daba el nombre y todo. Era un joven que trabajaba en un colegio religioso de Granada de mucho prestigio. La carta era perfecta y me preguntaba qué hacer para denunciar esto. Yo le dije anda donde el arzobispo y él sabe qué cosa debes hacer. El arzobispo ha hecho todo lo que debía hacer y la cosa llegó a los tribunales civiles y se dieron los dos procesos.

Los medios comenzaron a hablar y tres días después escribieron que “en la parroquia hay tres sacerdotes pedófilos” y cosas por el estilo. Así se ha creado la conciencia de que estos sacerdotes eran criminales: siete fueron interrogados y no se les encontró nada. Con tres siguió la investigación y se quedaron en la cárcel dos por cinco días; y uno, el Padre Román, que era el párroco, se quedó siete días.

Durante casi tres años y más, han sufrido el odio, el rechazo de todo el pueblo… les decían criminales y no podía salir fuera, han sufrido humillación. Se hizo la investigación para comprobar las acusaciones del muchacho, que no me atrevo a reportar aquí.

Luego de tres años la justicia declaró inocentes a los sacerdotes, a todos, pero sobre todo a estos tres. Los otros ya estaban fuera de la causa, y se declaró culpable al denunciante, porque habían visto que ese joven era fantasioso, pero era una persona muy inteligente, que trabajaba en un colegio católico, tenía este prestigio, que daba la impresión de decir la verdad. Fue condenado a pagar los costos… y estos sacerdotes inocentes.


Estos hombres fueron condenados por los medios del lugar antes que por la justicia. Por ello vuestro trabajo es muy delicado. Deben acompañar, deben decir las cosas, pero siempre con esto… la presunción legal de inocencia y no la presunción legal de culpabilidad.

Hay diferencia entre el informador que afirma un hecho, pero que no se juega por una condena propia, y el investigador que funge de Sherlock Holmes, que avanza con la presunción de culpabilidad. Todos hemos leído la técnica de Poirot, en la que todos son culpables, pero esto es el oficio del investigador, pero todos pueden investigar. Son dos posturas diversas, las que informan deben partir siempre de la presunción de inocencia, sin hacer la condena.

Este caso sucedido en Granada es un ejemplo que nos hará bien a todos en vuestro oficio.

Pregunta nuevamente por lo que puede hacer el pueblo de Dios

Papa Francisco:

Cuando se ve algo, hablar rápido. Diré una cosa un poco fea. Muchas veces son los padres quienes cubren el abuso de un sacerdote. Muchas veces. Se ve en las condenas, no creen… Ellos se convencen de que no es verdadero y el muchacho o la muchacha se queda así.

Yo tengo por método recibir o busco recibir a uno o dos por semana. He recibido a una persona, una señora que desde hace 40 años sufría esta llaga de silencio porque los padres no le creyeron. Fue abusada a los ocho años. Hablen, esto es importante. Es cierto que para una madre esto es difícil, pero hablen con las personas indicadas y hablen con los que pueden iniciar un juicio, al menos la investigación previa,

Hablar con el juez, hablar con el obispo, y si el párroco es bueno, hablar con el párroco. Esto es lo primero que puede hacer el pueblo de Dios. Esto no debe cubrirse. Me decía un psiquiatra hace un tiempo – pero quisiera que esto no fuera una ofensa a las mujeres - que por el sentido de la maternidad las mujeres son más propensas a cubrir las cosas del hijo y los hombres, pero no sé si es cierto… hablar.

Javier Romero, Rome Reports:

Santidad, quisiera hacer dos preguntas. La primera es que el primer ministro de Irlanda, que fue muy directo en su discurso, estaba orgulloso de un nuevo modelo de familia diferente al que tradicionalmente propone la Iglesia. Me refiero al matrimonio homosexual. Y este es tal vez uno de los modelos que más enfrentamientos y luchas genera. Pensaba en el caso de una familia católica, cuando hay una persona de esta familia que declara ser homosexual. Santidad, ¿qué le diría a un papá con un hijo homosexual que le dice que quiere ir a convivir con su…? La segunda pregunta es sobre el discurso del primer ministro que en su discurso ha hablado sobre el aborto en Irlanda. Hemos visto cómo Irlanda ha cambiado mucho en los últimos años y hemos visto cómo el aborto se ha debatido en muchos países como Argentina, su país. ¿Usted cómo se siente, considerando que usted habla de este tema…?

Papa Francisco:

Le agradezco por las preguntas porque son dos temas ligados a las cuestiones que estamos hablando. Sobre el aborto, ustedes saben qué se piensa. El aborto no es un problema religioso. Nosotros no estamos contra el aborto por la religión, no. Es un problema humano que es estudiado por la antropología.

Estudiar el aborto comenzando por el hecho religioso es pasar por encima del pensamiento. El problema del aborto es estudiado por la antropología. Siempre el problema antropológico sobre la eticidad de sacar un ser viviente para resolver un problema, pero esto va en la discusión.

Pero sobre todo yo quiero resaltar esto: yo no permito nunca que se comience a discutir, donde sea, el problema del aborto, que se comience con el hecho religioso. No. Es un problema antropológico, es un problema humano. Ese es mi pensamiento.

Segundo, siempre ha habido homosexuales y personas con tendencia homosexual, siempre. Los sociólogos dicen, no sé si es verdad, que en los tiempos de cambio de época crecen algunos fenómenos sociales, éticos, uno de esos sería este, pero esa es la opinión de algunos sociólogos.

Tu pregunta es clara, qué cosa le diría yo a un papá que ve que su hijo o su hija tiene esa tendencia. Primero diré rezar, reza. No condenar. Dialogar. Entender, hacer espacio para el hijo y la hija, hacer espacio para que se exprese. Luego, en qué edad se manifiesta esta inquietud del hijo, es importante. Una cosa es cuando se manifiesta de niño porque hay muchas cosas por hacer con la psiquiatría o para ver cómo son las cosas; y otra cosa es cuando se manifiesta después de los 20 años o algo así…

Nunca diré que el silencio sea un remedio. Ignorar al hijo o hija con tendencia homosexual es una falta de paternidad y maternidad. Tú eres mi hijo, tú eres mi hija, como eres, yo soy tu padre, tu madre, hablemos. Si ustedes, padre o madre, no se sienten capaces, pidan ayuda, pero siempre en el diálogo porque ese hijo o esa hija tiene derecho a una familia y la familia… No sacarlo de la familia. Este es un desafío serio a la paternidad y la maternidad, te agradezco por la pregunta. Gracias.

Comentario final del Papa Francisco:

Yo quisiera decir algo para los irlandeses que están aquí. He encontrado mucha fe en Irlanda, mucha fe. Veo que el pueblo irlandés ha sufrido mucho por los escándalos, pero hay fe en Irlanda. Es fuerte. Y también el pueblo irlandés sabe distinguir, y cito lo que escuché hoy a un prelado: “el pueblo irlandés sabe distinguir bien entre las verdades y las medias verdades. Una cosa acá adentro”.

Veo que está en un proceso de elaboración, de curación de este escándalo. Es cierto que se abre a posiciones que parecen alejarse de la fe, algunas, pero el pueblo irlandés tiene una fe enraizada fuerte.

Lo quiero decir porque es lo que he visto, he escuchado y de lo que en estos dos días me he informado. Gracias por el vuestro trabajo, muchas gracias y recen por mí por favor.


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Papa Francisco: “No diré una palabra” sobre carta de ex nuncio Viganó sobre caso McCarrick
Redacción ACI Prensa
 Foto: Hannah Brockhaus / ACI Prensa.



En la rueda de prensa del vuelo de regreso de Irlanda a Roma este 26 de agosto, el Papa Francisco se pronunció sobre la carta de un ex diplomático vaticano que lo acusa de no actuar frente a las acusaciones de abuso contra el Arzobispo Emérito de Washington Theodore McCarrick.

En una carta de 11 páginas difundida el 25 de agosto, Mons. Carlo Maria Viganò, ex nuncio apostólico en Estados Unidos, aseguró que el Papa sabía de las acusaciones contra McCarrick pero que decidió convertirlo en “su consejero de confianza”.

Mons. Viganò dijo que las informaciones sobre McCarrick fueron transmitidas a la Santa Sede durante los pontificados de San Juan Pablo II y Benedicto XVI, y acusó a los cardenales Angelo Sodano y Tarcisio Bertone, en su momento secretarios de Estado del Vaticano, de ocultárselas a los Papas.

De acuerdo al ex nuncio, cuando Benedicto XVI tomó conocimiento de las acusaciones contra McCarrick le impuso diversas sanciones, como “dejar el seminario donde estaba viviendo, estaba prohibido de celebrar (Misa) en público, de participar en reuniones públicas, de dar conferencias, de viajar, con la obligación de dedicarse a una vida de oración y penitencia”.


Sin embargo, continuó, el Papa Francisco habría retirado estas sanciones poco después de asumir el pontificado en 2013, y no las habría vuelto a aplicar hasta hace algunas semanas atrás, cuando un informe de la Arquidiócesis de Nueva York encontró “creíble” una acusación contra McCarrick sobre supuesto abuso sexual de un menor.

Ante la consulta de un periodista de CBS en el vuelo papal al finalizar el Encuentro Mundial de las Familias Dublín 2018, el Papa Francisco dijo que “he leído esta mañana ese comunicado. Lo he leído y diré sinceramente que debo decirles esto, a usted y a todos los que están interesados: lean ustedes atentamente el comunicado y hagan ustedes su propio juicio”.

“Yo no diré una palabra sobre esto, creo que el comunicado habla por sí mismo y ustedes tienen la capacidad periodística suficiente para sacar sus conclusiones”, añadió.

El Papa señaló que se trata de “un acto de confianza. Cuando pase algo de tiempo y ustedes tengan las conclusiones tal vez hablaré... pero yo quisiera que vuestra madurez profesional haga este trabajo. Hablamos luego, ¿está bien?”.

Al concluir su respuesta, el Santo Padre insistió a los periodistas que “espero su comentario sobre el documento, me gustaría, gracias”.

A continuación el texto completo de la pregunta y respuesta del Papa Francisco sobre el caso McCarrick y la carta de Mons. Carlo Maria Viganò:


Pregunta de CBS: Buenas tardes Santo Padre. Volveré al argumento de los abusos del que ya ha hablado. Esta mañana salió un documento del Arzobispo Carlo María Viganó, en el que dice que en el 2013 él conversó personalmente con usted en el Vaticano y que en este coloquio hablaron explícitamente del comportamiento y los abusos sexuales del excardenal McCarrick. Quiero preguntar si esto es cierto. Quiero preguntar además otra cosa. El Arzobispo dijo que el Papa Benedicto había sancionado a McCarrick, que le dijo que no podía vivir en un seminario ni celebrar Misas en público ni viajar. Estaba sancionado por la Iglesia. ¿Puedo preguntarle si estas dos cosas son verdaderas?

Papa Francisco: Una cosa, yo preferiría... yo responderé a su pregunta, pero preferiría que primero habláramos sobre el viaje y luego de los otros temas, me he distraído con Estefanía, pero ahora respondo. He leído esta mañana ese comunicado. Lo he leído y diré sinceramente que debo decirles esto, a usted y a todos los que están interesados: lean ustedes atentamente el comunicado y hagan ustedes su propio juicio. Yo no diré una palabra sobre esto, creo que el comunicado habla por sí mismo y ustedes tienen la capacidad periodística suficiente para sacar sus conclusiones. Es un acto de confianza. Cuando pase algo de tiempo y ustedes tengan las conclusiones tal vez hablaré... pero yo quisiera que vuestra madurez profesional haga este trabajo. Hablamos luego, ¿está bien?

Pregunta: Marie Collins ha dicho después de encontrarse con usted, que habló directamente con usted sobre el excardenal McCarrick, que usted fue muy duro en su condena a McCarrick. ¿Cuándo fue la primera vez que usted escuchó hablar de los abusos cometidos por el excardenal

Papa Francisco: Esto es parte del comunicado de McCarrick. Estudien y luego diré. Como yo ayer no he leído me he permitido hablar claro con Marie Collins y el grupo. Ha sido realmente una vergüenza, una cosa que he sufrido mucho. Yo creo que se quería hacer esto, la escucha a estas ocho personas. De esta reunión ha salido la propuesta, que la he hecho yo pero que ellos la han aceptado y me han ayudado a hacerla, de pedir perdón hoy en la Misa pero sobre cosas concretas. Por ejemplo la última de la que yo nunca había escuchado, estas madres… que se les llamaba la lavandería de las mujeres. Cuando una mujer estaba embarazada y no estaba casada e iba al hospital, o al sitio que no sé cómo se llamaba, escuela, las hermanas le decían algo y luego le daban los niños a la gente en adopción. Había dos hijos de ese tiempo que buscaban a las madres, que estaban vivas, les decían que era pecado mortal esto. Por ello he terminado hoy diciendo que esto no es pecado mortal, sino el cuarto mandamiento. Y las cosas que hoy he dicho algunas no las sabía. Ha sido para mí doloroso pero también con el consuelo de poder ayudar a clarificar estas cosas. Espero su comentario sobre el documento, me gustaría, gracias.

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN LA MISA DE CLAUSURA DEL ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS


Homilía del Papa Francisco en la Misa de clausura del Encuentro Mundial de las Familias
Redacción ACI Prensa





El Papa Francisco señaló que es posible que ante las palabras duras de Jesús se encuentren resistencias a aceptar su enseñanza.

“Qué difícil es perdonar siempre a quienes nos hieren. Qué desafiante es acoger siempre al emigrante y al extranjero. Qué doloroso es soportar la desilusión, el rechazo o la traición. Qué incómodo es proteger los derechos de los más frágiles, de los que aún no han nacido o de los más ancianos, que parece que obstaculizan nuestro sentido de libertad”.

Ante esa situación, el Santo Padre propuso repetir las mismas palabras del pueblo de Israel: “También nosotros serviremos al Señor, ¡porque él es nuestro Dios!”.

A continuación, el texto completo de la homilía del Papa Francisco:

«Tú tienes palabras de vida eterna» (Jn 6,68).


En la conclusión de este Encuentro Mundial de las Familias, nos reunimos como familia alrededor de la mesa del Señor. Agradecemos al Señor por tantas bendiciones que ha derramado en nuestras familias.

Queremos comprometernos a vivir plenamente nuestra vocación para ser, según las conmovedoras palabras de santa Teresa del Niño Jesús, «el amor en el corazón de la Iglesia».

En este momento maravilloso de comunión entre nosotros y con el Señor, es bueno que nos detengamos un momento para considerar la fuente de todo lo bueno que hemos recibido. En el Evangelio de hoy, Jesús revela el origen de estas bendiciones cuando habla a sus discípulos. Muchos de ellos estaban desolados, confusos y también enfadados, debatiendo sobre aceptar o no sus “palabras duras”, tan contrarias a la sabiduría de este mundo. Como respuesta, el Señor les dice directamente: «Las palabras que os he dicho son espíritu y vida» (Jn 6,63).

Estas palabras, con su promesa del don del Espíritu Santo, rebosan de vida para nosotros que las acogemos desde la fe. Ellas indican la fuente última de todo el bien que hemos experimentado y celebrado aquí en estos días: el Espíritu de Dios, que sopla constantemente vida nueva en el mundo, en los corazones, en las familias, en los hogares y en las parroquias. Cada nuevo día en la vida de nuestras familias y cada nueva generación trae consigo la promesa de un nuevo Pentecostés, un Pentecostés doméstico, una nueva efusión del Espíritu, el Paráclito, que Jesús nos envía como nuestro Abogado, nuestro Consolador y quien verdaderamente nos da valentía.

Cuánta necesidad tiene el mundo de este aliento que es don y promesa de Dios. Como uno de los frutos de esta celebración de la vida familiar, que podáis regresar a vuestros hogares y convertiros en fuente de ánimo para los demás, para compartir con ellos “las palabras de vida eterna” de Jesús. Vuestras familias son un lugar privilegiado y un importante medio para difundir esas palabras como “buena noticia” para todos, especialmente para aquellos que desean dejar el desierto y la “casa de esclavitud” (cf. Jos 24,17) para ir hacia la tierra prometida de la esperanza y de la libertad.

En la segunda lectura de hoy, san Pablo nos dice que el matrimonio es una participación en el misterio de la fidelidad eterna de Cristo a su esposa, la Iglesia (cf. Ef 5,32). Pero esta enseñanza, aunque magnífica, tal vez pueda parecer a alguno una “palabra dura”. Porque vivir en el amor, como Cristo nos ha amado (cf. Ef 5,2), supone la imitación de su propio sacrificio, implica morir a nosotros mismos para renacer a un amor más grande y duradero. Solo ese amor puede salvar el mundo de la esclavitud del pecado, del egoísmo, de la codicia y de la indiferencia hacia las necesidades de los menos afortunados. Este es el amor que hemos conocido en Jesucristo, que se ha encarnado en nuestro mundo por medio de una familia y que a través del testimonio de las familias cristianas tiene el poder, en cada generación, de derribar las barreras para reconciliar al mundo con Dios y hacer de nosotros lo que desde siempre estamos destinados a ser: una única familia humana que vive junta en la justicia, la santidad y la paz.

La tarea de dar testimonio de esta Buena Noticia no es fácil. Sin embargo, los desafíos que los cristianos de hoy tienen delante no son, a su manera, más difíciles de los que debieron afrontar los primeros misioneros irlandeses. Pienso en san Columbano, que con su pequeño grupo de compañeros llevó la luz del Evangelio a las tierras europeas en una época de oscuridad y decadencia cultural. Su extraordinario éxito misionero no estaba basado en métodos tácticos o planes estratégicos, sino en una humilde y liberadora docilidad a las inspiraciones del Espíritu Santo. Su testimonio cotidiano de fidelidad a Cristo y entre ellos fue lo que conquistó los corazones que deseaban ardientemente una palabra de gracia y lo que contribuyó al nacimiento de la cultura europea. Ese testimonio permanece como una fuente perenne de renovación espiritual y misionera para el pueblo santo y fiel de Dios.

Naturalmente, siempre habrá personas que se opondrán a la Buena Noticia, que “murmurarán” contra sus “palabras duras”. Pero, como san Columbano y sus compañeros, que afrontaron aguas congeladas y mares tempestuosos para seguir a Jesús, no nos dejemos influenciar o desanimar jamás ante la mirada fría de la indiferencia o los vientos borrascosos de la hostilidad.


Incluso, reconozcamos humildemente que, si somos honestos con nosotros mismos, también nosotros podemos encontrar duras las enseñanzas de Jesús. Qué difícil es perdonar siempre a quienes nos hieren. Qué desafiante es acoger siempre al emigrante y al extranjero. Qué doloroso es soportar la desilusión, el rechazo o la traición. Qué incómodo es proteger los derechos de los más frágiles, de los que aún no han nacido o de los más ancianos, que parece que obstaculizan nuestro sentido de libertad.

Sin embargo, es justamente en esas circunstancias en las que el Señor nos pregunta: «¿También vosotros os queréis marchar?» (Jn 6,67). Con la fuerza del Espíritu que nos anima y con el Señor siempre a nuestro lado, podemos responder: «Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios» (v. 69).

Con el pueblo de Israel, podemos repetir: «También nosotros serviremos al Señor, ¡porque él es nuestro Dios!» (Jos 24,18).

Con los sacramentos del bautismo y de la confirmación, cada cristiano es enviado para ser un misionero, un “discípulo misionero” (cf. Evangelii gaudium, 120). Toda la Iglesia en su conjunto está llamada a “salir” para llevar las palabras de vida eterna a las periferias del mundo. Que nuestra celebración de hoy pueda confirmar a cada uno de vosotros, padres y abuelos, niños y jóvenes, hombres y mujeres, religiosos y religiosas, contemplativos y misioneros, diáconos y sacerdotes, para compartir la alegría del Evangelio. Que podáis compartir el Evangelio de la familia como alegría para el mundo.

Mientras nos disponemos a reemprender cada uno su propio camino, renovemos nuestra fidelidad al Señor y a la vocación a la que nos ha llamado. Haciendo nuestra la oración de san Patricio, repitamos con alegría: «Cristo en mí, Cristo detrás de mí, Cristo junto a mí, Cristo debajo de mí, Cristo sobre mí».

Con la alegría y la fuerza conferida por el Espíritu Santo, digámosle con confianza: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna» (Jn 6,68).

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 27 AGOSTO 2018


Lecturas de hoy Lunes de la 21ª semana del Tiempo Ordinario
 Hoy, lunes, 27 de agosto de 2018



Primera lectura
Comienzo de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1,1-5.11b-12):

Pablo, Silvano y Timoteo a los tesalonicenses que forman la Iglesia de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. Os deseamos la gracia y la paz de Dios Padre y del Señor Jesucristo. Es deber nuestro dar continuas gracias a Dios por vosotros, hermanos; y es justo, pues vuestra fe crece vigorosamente, y vuestro amor, de cada uno por todos y de todos por cada uno, sigue aumentando. Esto hace que nos mostremos orgullosos de vosotros ante las Iglesias de Dios, viendo que vuestra fe permanece constante en medio de todas las persecuciones y luchas que sostenéis. Así se pone a la vista la justa sentencia de Dios, que pretende concederos su reino, por el cual bien que padecéis. Nuestro Dios os considere dignos de vuestra vocación, para que con su fuerza os permita cumplir buenos deseos y la tarea de la fe; para que así Jesús, nuestro Señor, sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, según la gracia de Dios y del Señor Jesucristo.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 95,1-2a.2b-3.4-5

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R/.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R/.

Porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
Pues los dioses de los gentiles son apariencia,
mientras que el Señor ha hecho el cielo. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (23,13-22):

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito y, cuando lo conseguís, lo hacéis digno del fuego el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: "Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga"? ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro? O también: "Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga." ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar jura también por todo lo que está sobre él; quien jura por el templo jura también por el que habita en él; y quien jura por el cielo jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él.»

Palabra del Señor


Comentario al Evangelio de hoy lunes, 27 de agosto de 2018
 CR

Queridos hermanos:.

Empieza esta semana con la memoria de santa Mónica, ejemplo de perseverancia en la oración para pedir la conversión de su hijo. La insistencia de una madre todo lo puede. Vaya en primer lugar una oración por nuestras madres, allá donde se encuentren

Y vayamos con la Palabra de hoy. Más de los fariseos, otra de las disputas de Cristo con ellos. Podemos decir que, en general, los fariseos eran gente que se esforzaba por alcanzar la salvación. Entonces, ¿por qué fallaron? ¿Por qué no pudieron  ver en Jesús como Mesías? Parece que hoy esta Palabra nos da algunas pistas. 

Estos hombres, a través de sus doctrinas, de su interpretación de la ley y de sus prácticas, habían dejado sin efecto los mandamientos de Dios. Queriendo acercarse a Él, se habían alejado. Era más importante el diezmo que atender a los padres, por ejemplo.

Por otra parte, la salvación se había convertido en algo para una élite exquisita, perteneciente a una casta exclusiva. Y Jesús nos recuerda siempre que su salvación es para todos. Por eso, lo que decimos, lo que hacemos, debe estar orientado a nuestra salvación, sí, pero también a la de los demás.

Algunos, por lo que podemos leer, hicieron un uso perverso de la religión, buscando aprovecharse de los demás, impresionarlos demostrar lo mucho que sabían y lo buenos que eran. ¡Qué malos eran estos fariseos! Por cierto, tú,  ¿para qué eres cristiano? ¿Para qué trabajas en la parroquia, para qué eres catequista, para qué haces cosas en Cáritas…? ¿Para que te vean y digan qué bueno eres, o para mayor gloria de Dios? Revisión de motivaciones, para no ser fariseos…

Las Hermanas de Teresa de Calcuta rezan todos los días, después de la Misa, una oración en la que piden que la luz de Cristo brille a través de ellas. No su luz, sino la luz de Cristo. Eso, quizá, es lo que no entendieron los fariseos. Lo primero, Cristo. Después, ya veremos.

Los escribas y los fariseos hacían finas distinciones entre los tipos de juramento con los que uno podía comprometerse. Está claro que no era esa la idea del juramento, como Jesús les hace ver. Nosotros, que no somos fariseos, podemos hacer algo parecido hoy. Por ejemplo, cuando damos mucha importancia a algunos mandamientos, mientras que otros no cuentan para la salvación. O cuando pontificamos, diciendo yo pienso así y me parece, en vez de enseñar a la gente lo que dijo Cristo y lo que nos dejó en la Biblia.

Vale por ahora. Nos podemos quedar con la enseñanza de la santa de hoy. No es imposible ser sencillo, ser fiel y ser santo. Santa Mónica lo fue. Puedes leer algo sobre su vida aquí. Ella supo encontrar un buen Guía, para ella y para su hijo.

FELIZ SEMANA





domingo, 26 de agosto de 2018

EL HERRERO


El herrero   



Lynell Waterman cuenta la historia del herrero que, después de una juventud llena de excesos, decidió entregar su alma a Dios. Durante muchos años trabajó con ahínco, practicó la caridad, pero, a pesar de toda su dedicación, nada parecía andar bien en su vida. Muy por el contrario: sus problemas y sus deudas se acumulaban día a día.

Una hermosa tarde, un amigo que lo visitaba, y que sentía compasión por su situación difícil, le comentó:

- Realmente es muy extraño que justamente después de haber decidido volverte un hombre temeroso de Dios, tu vida haya comenzado a empeorar. No deseo debilitar tu fe, pero a pesar de tus creencias en el mundo espiritual, nada ha mejorado.

El herrero no respondió enseguida: él ya había pensado en eso muchas veces, sin entender lo que  acontecía con su vida. Sin embargo, como no deseaba dejar al amigo sin respuesta, comenzó a hablar y terminó por encontrar la explicación que buscaba. He aquí lo que dijo el herrero:

- "En este taller, yo recibo el acero aún sin trabajar y debo transformarlo en espadas. ¿Sabes tú como se hace esto? Primero, caliento la chapa de acero a un calor infernal, hasta que se pone roja. Enseguida, sin ninguna piedad, tomo el martillo más pesado y le aplico varios golpes, hasta que la pieza adquiere la forma deseada. Luego la sumerjo en un balde de agua fría y el taller entero se llena con el ruido del vapor, porque la pieza estalla y grita a causa del violento cambio de temperatura. Tengo que repetir este proceso hasta obtener la espada perfecta: una sola vez no es suficiente".

El herrero hizo una larga pausa, encendió un cigarrillo y siguió:

- "A veces, el acero que llega a mis manos no logra soportar este tratamiento. El calor, los martillazos y el agua fría terminan por llenarlo de rajaduras. En ese momento, me doy cuenta de que jamás se transformará en una buena hoja de espada. Y entonces, simplemente lo dejo en la montaña de hierro viejo que ves a la entrada de mi herrería.

Hizo otra pausa más, y el herrero terminó:

-Sé que Dios me está colocando en el fuego de las aflicciones. Acepto los martillazos que la vida me da, y a veces me siento tan frío e insensible como el agua que hace sufrir al acero. Pero la única cosa que pienso es: "Dios mío, no desistas, hasta que yo consiga tomar la forma que Tú esperas de mí. Inténtalo de la manera que te parezca mejor, por el tiempo que quieras, pero nunca me pongas en la montaña de hierro viejo de las almas".

Tu verdad mídela en tu capacidad de dar amor incondicional a pesar de tu soledad y del vacío del mundo. Que Dios te acompañe en tu búsqueda.

PREGUNTA DECISIVA


Pregunta decisiva




El evangelio de Juan ha conservado el recuerdo de una fuerte crisis entre los seguidores de Jesús. No tenemos apenas datos. Solo se nos dice que a los discípulos les resulta duro su modo de hablar. Probablemente les parece excesiva la adhesión que reclama de ellos. En un determinado momento, "muchos discípulos se retiraron y ya no iban con él”.

Por primera vez experimenta Jesús que sus palabras no tienen la fuerza deseada. Sin embargo, no las retira sino que se reafirma más: "Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida, pero algunos de vosotros no creen". Sus palabras parecen duras, pero transmiten vida, hacen vivir, pues contienen Espíritu de Dios.

Jesús no pierde la paz. No le inquieta el fracaso. Dirigiéndose a los Doce les hace la pregunta decisiva: "¿También vosotros queréis marcharos?". No los quiere retener por la fuerza. Les deja la libertad de decidir. Sus discípulos no han de ser siervos sino amigos. Si quieren puede volver a sus casas.

Una vez más Pedro responde en nombre de todos. Su respuesta es ejemplar. Sincera, humilde, sensata, propia de un discípulo que conoce a Jesús lo suficiente como para no abandonarlo. Su actitud puede todavía hoy ayudar a quienes con fe vacilante se plantean prescindir de toda fe.

"Señor, ¿a quién iríamos?". No tiene sentido abandonar a Jesús de cualquier manera, sin haber encontrado un maestro mejor y más convincente: Si no siguen a Jesús se quedarán sin saber a quién seguir. No se han de precipitar. No es bueno quedarse sin luz ni guía en la vida.

Pedro es realista. ¿Es bueno abandonar a Jesús sin haber encontrado una esperanza más convincente y atractiva? ¿Basta sustituirlo por un estilo de vida rebajada, sin apenas metas ni horizonte? ¿Es mejor vivir sin preguntas, planteamientos ni búsqueda de ninguna clase?

Hay algo que Pedro no olvida: "Tus palabras dan vida eterna". Siente que las palabras de Jesús no son palabras vacías ni engañosas. Junto a él han descubierto la vida de otra manera. Su mensaje les ha abierto a la vida eterna. ¿Dónde podrían encontrar una noticia mejor de Dios?

Pedro recuerda, por último, la experiencia fundamental. Al convivir con Jesús han descubierto que viene del misterio de Dios. Desde lejos, a distancia, desde la indiferencia o el desinterés no se puede reconocer el misterio que se encierra en Jesús. Los Doce lo han tratado de cerca. Por eso pueden decir: "Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios". Seguirán junto a Jesús.




© José Antonio Pagola

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 26 AGOSTO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
26 agosto



Frente al concepto mesiánico triunfador, político y nacionalista, el Señor presenta un mesianismo sufriente, doloroso, perseguido; es que la redención del hombre y la humanidad implican dolor, persecución, humillación; la muerte del hombre a lo que es hombre, es la que engendra la Vida de Dios en el hombre. Para el cristiano morir es vivir.

El plan de Dios sobre Jesús es el del servicio en la humillación, el dolor y la muerte... Justo es que pensemos si el Padre tiene sobre nosotros el mismo plan; al fin y al cabo el discípulo, nos advierte el Maestro, no puede ser de distinta condición que la suya.

La misión de Cristo había de realizarse a través de la muerte... Será ilusorio el que nosotros pensemos que podremos llevar a cabo nuestra propia muerte; es decir: de la muerte de nuestro propio yo.


P. Alfonso Milagro

DISCURSO DEL PAPA FRANCISCO EN LA FIESTA DE LAS FAMILIAS EN IRLANDA


Discurso del Papa en la Fiesta de las Familias en Irlanda
Redacción ACI Prensa
El Papa Francisco en la Fiesta de las Familias en Dublín, Irlanda. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




El Papa Francisco dirigió un especial discurso a los miles de asistentes a la Fiesta de las Familias en el Croke Park en Dublín, Irlanda, en el marco del Encuentro Mundial de las Familias que se realiza hasta el domingo 26 de agosto.

A continuación el texto completo de su intervención:

Hermanos y hermanas, ¡buenas noches!

Gracias por vuestra cálida bienvenida. Qué bello es estar aquí. Es hermoso celebrar, porque nos hace más humanos y más cristianos. También nos ayuda a compartir la alegría de saber que Jesús nos ama, nos acompaña en el camino de la vida y nos atrae cada día más a él.

En cualquier celebración familiar se siente la presencia de todos: padres, madres, abuelos, nietos, tíos, tías, primos, de quien no pudo venir, y de quien vive demasiado lejos. Hoy en Dublín nos reunimos para una celebración familiar de acción de gracias a Dios por lo que somos: una sola familia en Cristo, extendida por toda la tierra. La Iglesia es la familia de los hijos de Dios. Una familia en la que nos alegramos con los que están alegres y lloramos con los que sufren o se sienten abatidos por la vida. Una familia en la que cuidamos de cada uno, porque Dios nuestro Padre nos ha hecho a todos hijos suyos en el bautismo. Por eso sigo alentando a los padres a que bauticen a sus hijos lo antes posible, para que puedan formar parte de la gran familia de Dios. Es necesario invitar a todos a la fiesta. También al niño pequeño. Por eso se bautiza rápido. Si el niño es bautizado de niño entra en su corazón el Espíritu Santo. Hagamos una comparación: un niño sin bautismo, los padres dicen no cuando sea grande. Y un niño con el bautismo, con el Espíritu Santo en el corazón

Vosotras, queridas familias, sois la gran mayoría del Pueblo de Dios. ¿Qué aspecto tendría la Iglesia sin vosotras? Una iglesia de estatuas. Escribí la Exhortación Amoris laetitia sobre la alegría del amor para ayudarnos a reconocer la belleza y la importancia de la familia, con sus luces y sus sombras, y he querido que el tema de este Encuentro Mundial de las Familias fuera «El Evangelio de la familia, alegría para el mundo». Dios quiere que cada familia sea un faro que irradie la alegría de su amor en el mundo. ¿Qué significa esto? Significa que una familia sea un faro que irradia la alegría.


Significa que, después de haber encontrado el amor de Dios que salva, intentemos, con palabras o sin ellas, manifestarlo a través de pequeños gestos de bondad en la rutina cotidiana y en los momentos más sencillos del día.

¿Y esto cómo se llama? Esto se llama santidad. Me gusta hablar de los santos «de la puerta de al lado», de todas esas personas comunes que reflejan la presencia de Dios en la vida y en la historia del mundo (cf. Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 6-7). La vocación al amor y a la santidad no es algo reservado a unos pocos privilegiados. No. Incluso ahora, si tenemos ojos para ver, podemos vislumbrarla a nuestro alrededor. Está silenciosamente presente en los corazones de todas aquellas familias que ofrecen amor, perdón y misericordia cuando ven que es necesario, y lo hacen en silencio, sin tocar la trompeta. El Evangelio de la familia es verdaderamente alegría para el mundo, ya que allí, en nuestras familias, Jesús siempre puede ser encontrado; él vive allí, en simplicidad y pobreza, como lo hizo en la casa de la Sagrada Familia de Nazaret.

El matrimonio cristiano y la vida familiar manifiestan toda su belleza y atractivo si están anclados en el amor de Dios, que nos creó a su imagen, para que podamos darle gloria como iconos de su amor y de su santidad en el mundo. Padres y madres, abuelos y abuelas, hijos y nietos: todos llamados a encontrar la plenitud del amor en la familia. La gracia de Dios nos ayuda todos los días a vivir con un solo corazón y una sola alma. ¡También las suegras y las nueras! Nadie dice que sea fácil. Ustedes lo saben mejor que yo. Es como preparar un té: es fácil hervir el agua, pero una buena taza de té requiere tiempo y paciencia; hay que dejarlo reposar. Así, día tras día, Jesús nos envuelve con su amor, asegurándose de que penetre todo nuestro ser. Del tesoro de su sagrado Corazón, derrama sobre nosotros la gracia que necesitamos para sanar nuestras enfermedades y abrir nuestra mente y corazón para escucharnos, entendernos y perdonarnos mutuamente.

Acabamos de escuchar el testimonio de Felicité, Isaac y Ghislain, que vienen de Burkina Faso. Nos han contado una conmovedora historia de perdón en familia. El poeta decía que «errar es humano, perdonar es divino». Y es verdad: el perdón es un regalo especial de Dios que cura nuestras heridas y nos acerca a los demás y a él. Gestos pequeños y sencillos de perdón, renovados cada día, son la base sobre la que se construye una sólida vida familiar cristiana. Nos obligan a superar el orgullo, el desapego y la vergüenza, y a hacer las paces. Muchas veces nos molestamos y queremos hacer las paces pero no sabemos cómo hacerlo. No es difícil, es fácil, da una caricia y ya está la paz. Es cierto, me gusta decir que en las familias necesitamos aprender tres palabras: “perdón”, “por favor” y “gracias”. ¿Cómo son las tres palabras? Todos digamos las tres palabras. No escucho (las personas repiten “perdón, por favor, gracias”). Muchas gracias. Cuando discutas en casa, asegúrate de pedir disculpas y decir que lo sientes antes de irte a la cama. Antes de que termine el día hagan las paces. ¿Saben por qué se debe hacer las paces antes de terminar el día? Porque si no se hace la paz la guerra fría del día siguiente es muy peligrosa. Estén atentos a la guerra fría. Incluso si tienes la tentación de irte a dormir a otra habitación, solo y aislado, simplemente llama a la puerta y di: “Por favor, ¿puedo pasar?”. Lo que se necesita es una mirada, un beso, una palabra afectuosa... y todo vuelve a ser como antes. Digo esto porque, cuando las familias lo hacen, sobreviven. No hay familia perfecta. Sin el hábito de perdonar, la familia se enferma y se desmorona gradualmente.

Perdonar significa dar algo de sí mismo. Jesús nos perdona siempre. Con la fuerza de su perdón, también nosotros podemos perdonar a los demás, si realmente lo queremos. ¿No es lo que pedimos cuando rezamos el Padrenuestro? Los niños aprenden a perdonar cuando ven que sus padres se perdonan recíprocamente. Si entendemos esto, podemos apreciar la grandeza de la enseñanza de Jesús sobre la fidelidad en el matrimonio. En lugar de ser una fría obligación legal, es sobre todo una poderosa promesa de la fidelidad de Dios mismo a su palabra y a su gracia sin límites. Cristo murió por nosotros para que nosotros, a su vez, podamos perdonarnos y reconciliarnos unos con otros. De esta manera, como personas y como familias, empezamos a comprender la verdad de las palabras de san Pablo: mientras todo pasa, «el amor no pasa nunca» (1 Co 13,8).

Gracias, Nisha y Ted, por vuestro testimonio de la India, donde estáis enseñando a vuestros hijos a ser una verdadera familia. Nos habéis ayudado también a comprender que las redes sociales no son necesariamente un problema para las familias, sino que pueden ayudar a construir una «red» de amistades, solidaridad y apoyo mutuo. Las familias pueden conectarse a través de Internet y beneficiarse de ello. Las redes sociales pueden ser beneficiosas si se usan con moderación y prudencia. Por ejemplo, vosotros, que participáis en este Encuentro Mundial de las Familias, formáis una “red” espiritual y de amistad, y las redes sociales os pueden ayudar a mantener este vínculo y extenderlo a otras familias en muchas partes del mundo. Es importante, sin embargo, que estos medios no se conviertan en una amenaza para la verdadera red de relaciones de carne y hueso, aprisionándonos en una realidad virtual y aislándonos de las relaciones auténticas que nos estimulan a dar lo mejor de nosotros mismos en comunión con los demás. Quizás la historia de Ted y Nisha puede ayudar a todas las familias a que se pregunten sobre la necesidad de reducir el tiempo que se dedica a estos medios tecnológicos, y de pasar más tiempo de calidad entre ellos y con Dios. Cuando las redes sociales entran en órbita, cuando en la mesa en vez de hablar en familia, cada uno está con el teléfono y se conecta afuera, está en órbita; esto es peligroso, porque te saca de lo concreto de la familia y te lleva a una vida gaseosa, abstracta, sin consistencia. Estén atentos a esto. Recuerden la historia de Ted y Nisha que nos enseñan a usar bien las redes sociales.

Hemos escuchado de Enass y Sarmaad cómo el amor y la fe en la familia pueden ser fuentes de fortaleza y paz incluso en medio de la violencia y la destrucción causada por la guerra y la persecución. Su historia nos lleva a las trágicas situaciones que muchas familias sufren a diario, obligadas a abandonar sus hogares en busca de seguridad y paz. Pero Enass y Sarmaad también nos han mostrado cómo, a partir de la familia y gracias a la solidaridad manifestada por muchas otras familias, la vida se puede reconstruir y renace la esperanza. Hemos visto este apoyo en el vídeo de Rammy y su hermano Meelad, en el que Rammy ha manifestado profunda gratitud por el ánimo y por la ayuda que su familia ha recibido de muchas otras familias cristianas de todo el mundo, que han hecho posible de regresar a sus pueblos. En toda sociedad, las familias generan paz, porque enseñan el amor, la aceptación y el perdón, que son los mejores antídotos contra el odio, los prejuicios y la venganza que envenenan la vida de las personas y las comunidades.

Como enseñaba un buen sacerdote irlandés, «la familia que reza unida permanece unida» e irradia paz. Una familia así puede ser un apoyo especial para otras familias que no viven en paz. Después de la muerte del padre Ganni, Enass, Sarmaad y sus familias prefirieron el perdón y la reconciliación en lugar del odio y el resentimiento. Vieron, a la luz de la Cruz, que el mal solo se puede vencer con el bien, y que el odio solo puede superarse con el perdón. De manera casi increíble, han podido encontrar la paz en el amor de Cristo, un amor que hace nuevas todas las cosas. Esta noche comparten con nosotros esta paz. Han rezado, la oración. Rezar juntos. Y mientras escuchaba el coro, he visto allí a una madre que enseñaba al niño a hacer la señal de la cruz. Les pregunto. le enseñan a los niños a hacer la señal de la cruz, sí o no’ o enseñan a hacer una cosa así que no se entiende qué es. Es muy importante que los niños desde pequeños aprendan a hacer bien la señal de la cruz. Es el primer credo que aprenden: creo en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Esta noche antes de irse a dormir, pregúntense, si le enseñan bien a sus hijos a hacer la señal de la cruz.

El amor de Cristo, que renueva todo, es lo que hace posible el matrimonio y un amor conyugal caracterizado por la fidelidad, la indisolubilidad, la unidad y la apertura a la vida. Esto es lo que quería resaltar en el cuarto capítulo de Amoris laetitia. Hemos visto este amor en Mary y Damián, y en su familia con diez hijos. Les pregunto: ¿les hacen enojar los hijos? La vida es así. Pero es bello tener diez hijos. Gracias. ¡Gracias por vuestras palabras y por vuestro testimonio de amor y fe! Vosotros habéis experimentado la capacidad del amor de Dios que ha transformado completamente vuestra vida y que os bendice con la alegría de una hermosa familia. Nos habéis indicado que la clave de vuestra vida familiar es la sinceridad. Entendemos por vuestro testimonio lo importante que es continuar yendo a esa fuente de la verdad y del amor que puede transformar nuestra vida: Jesús, que inauguró su ministerio público en una fiesta de bodas. Allí, en Caná, cambió el agua en un vino nuevo y exquisito que permitió continuar magníficamente con la alegre celebración. Han pensado ¿qué cosa habría sucedido si Jesús no hacía eso? Han pensado ¿cuán feo es terminar una fiesta de bodas solo con agua? Es malo. La Virgen comprendió esto y le dijo al Hijo: No tienen vino. Y Jesús ha entendido que la fiesta terminaría mal solo con agua.

Lo mismo sucede con el amor conyugal. El vino nuevo comienza a fermentar durante el tiempo del noviazgo, necesario aunque transitorio, y madura a lo largo de la vida matrimonial en una entrega mutua, que hace a los esposos capaces de convertirse, aún siendo dos, en «una sola carne». Y a su vez, de abrir sus corazones al que necesita amor, especialmente al que está solo, abandonado, débil y, en cuanto vulnerable, frecuentemente marginado por la cultura del descarte. Esta cultura que vivimos hoy que descarta todo. Descarta todo lo que no sirve. Descarta a los niños porque molestan, a los viejos porque no sirven. Solo el amor nos salva de esta cultura del descarte.


Las familias están llamadas a continuar creciendo y avanzando en todos los sitios, aun en medio de dificultades y limitaciones, tal como lo han hecho las generaciones pasadas. Todos formamos parte de una gran cadena de familias, que viene desde el inicio de los tiempos. Nuestras familias son tesoros vivos de memoria, con los hijos que a su vez se convierten en padres y luego en abuelos. De ellos recibimos la identidad, los valores y la fe. Lo hemos visto en Aldo y Marisa, casados desde hace más de cincuenta años.

Su matrimonio es un monumento al amor y a la fidelidad. Sus nietos los mantienen jóvenes; su casa está llena de alegría de felicidad y de bailes. Es bello ver a esta abuela enseñar a bailar a sus nietos. Su amor recíproco es un don de Dios, un regalo que están transmitiendo con alegría a sus hijos y nietos.

Una sociedad, escuchen bien esto, una sociedad que no valora a los abuelos es una sociedad sin futuro. Una Iglesia que no se preocupa por la alianza entre generaciones terminará careciendo de lo que realmente importa, el amor. Nuestros abuelos nos enseñan el significado del amor conyugal y parental. Ellos mismos crecieron en una familia y experimentaron el afecto de hijos e hijas, de hermanos y hermanas. Por eso son un tesoro de experiencia y sabiduría para las nuevas generaciones. Es un gran error no preguntarles a los ancianos sobre sus experiencias o pensar que hablar con ellos sea una pérdida de tiempo. En este sentido, quisiera agradecerle a Missy su testimonio. Ella nos ha dicho que la familia ha sido siempre una fuente de fuerza y de solidaridad entre los nómadas. Su testimonio nos recuerda que, en la casa de Dios, hay un lugar para todos. Nadie debe ser excluido; nuestro amor y nuestra atención deben extenderse a todos.

Ya es tarde y estáis cansados. Yo también, pero permitidme que os diga una última cosa. Vosotras, familias, sois la esperanza de la Iglesia y del mundo. Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, crearon a la humanidad a su imagen para hacerla partícipe de su amor, para que fuera una familia de familias y gozará de esa paz que solo él puede dar. Con vuestro testimonio del Evangelio podéis ayudar a Dios a realizar su sueño, podéis contribuir a acercar a todos los hijos de Dios, para que crezcan en la unidad y aprendan qué significa para el mundo entero vivir en paz como una gran familia. Por eso, he querido daros a cada uno de vosotros una copia de Amoris laetitia, preparada en los dos sínodos de la familia, que la escribí para que fuera una especie de guía para vivir con alegría el evangelio de la familia. Que nuestra Madre, Reina de la familia y de la paz, os sostenga en el camino de la vida, del amor y de la felicidad.

Y ahora, al final de nuestra reunión, diremos la oración de este Encuentro de las Familias.

Dios, Padre nuestro,
Somos hermanos y hermanas en Jesús, tu Hijo,
Una familia, en el Espíritu de tu amor.
Bendícenos con la alegría del amor.
Haznos pacientes y bondadosos,
Amables y generosos,
Acogedores de aquellos que tienen necesidad.
Ayúdanos a vivir tu perdón y tu paz.
Protege a todas las familias con tu cuidado amoroso,
Especialmente a aquellos por los que ahora te pedimos:
(“Pensemos especialmente en todas las queridas familias”, pidió el Papa)
Incrementa nuestra fe,
Fortalece nuestra esperanza,
Protégenos con tu amor,
Haz que seamos siempre agradecidos por el regalo de la vida que compartimos.
Te lo pedimos, por Jesucristo nuestro Señor,
Amén.
María, madre y guía, ruega por nosotros.
San José, padre y protector, ruega por nosotros.
San Joaquín y Santa Ana, rueguen por nosotros.
San Luis y Santa Celia Martin, rueguen por nosotros.

Los bendiga Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Buenas noches, duerman bien y hasta mañana.

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 26 AGOSTO 2018


Lecturas de hoy Domingo 21º del Tiempo Ordinario - Ciclo B
 Hoy, domingo, 26 de agosto de 2018



Primera lectura
Lectura del libro de Josué (24,1-2a.15-17.18b):

En aquellos días, Josué reunió a las tribus de Israel en Siquén. Convocó a los ancianos de Israel, a los cabezas de familia, jueces y alguaciles, y se presentaron ante el Señor. Josué habló al pueblo: «Si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién queréis servir: a los dioses que sirvieron vuestros antepasados al este del Éufrates o a los dioses de los amorreos en cuyo país habitáis; yo y mi casa serviremos al Señor.»
El pueblo respondió: «¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a dioses extranjeros! El Señor es nuestro Dios; él nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la esclavitud de Egipto; él hizo a nuestra vista grandes signos, nos protegió en el camino que recorrimos y entre todos los pueblos por donde cruzamos. También nosotros serviremos al Señor: ¡es nuestro Dios!»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 33,2-3.16-17.18-19.20-21.22-23

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria. R/.

Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra fe sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos. R/.

Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor;
él cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará. R/.

La maldad da muerte al malvado,
y los que odian al justo serán castigados.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (5,21-32):

Sed sumisos unos a otros con respeto cristiano. Las mujeres, que se sometan a sus maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Pues como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres corno Cristo amó a su Iglesia. Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para colocarla ante sí gloriosa, la Iglesia, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son. Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. «Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.» Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,60-69):

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: «Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?»
Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: «¿Esto os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen.»
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: «Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.» Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?»
Simón Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.»

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy domingo, 26 de agosto de 2018
 Fernando Torres cmf


Reafirmar la fe en tiempos de dificultad

      Se hacía difícil para los judíos escuchar a Jesús. La oferta era ciertamente atractiva, pero les sacaba totalmente de los caminos trillados a que se habían acostumbrado. Frente a Jesús ya no eran los que conocían la ley. Tampoco podían presentar mérito ninguno. Simplemente tenían que aceptar lo que Jesús decía. Seguir a Jesús de verdad exige siempre dejarlo todo y ponerse en sus manos. Hay que abrirse a la acción de Dios que nos guía por caminos insospechados.

Comentario al Evangelio del domingo, 26 de agosto de 2018      A lo largo de su vida pública Jesús se encontraría más de una vez con el rechazo de parte de los que le escuchaban. No sólo eso. Más de una vez también, aquellos que él había elegido para seguirle, se separarían del grupo para volver atrás, a su mundo, a sus ocupaciones habituales. Se les hacía difícil caminar con Jesús, seguir su ritmo. Ciertamente, su palabra y su estilo de vida, su predicación, era atrayente, pero era también muy exigente. Y detrás habían dejado la pequeña seguridad de sus casas y sus trabajos, de sus familias y sus gentes, su mundo, su hogar.

      El Evangelio de hoy nos pone delante una de estas situaciones de crisis en el mismo grupo de Jesús. Dice expresamente que “muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él”. Pero también nos ofrece la respuesta valiente de algunos otros. Ciertamente ni unos ni otros sabían con seguridad cuál sería el final del camino. Pero los que decidieron quedarse estaban seguros de que Jesús tenía palabras de vida eterna. Su novedad les había deslumbrado de tal manera que valía la pena dejar cualquier cosa por seguirle. Fue Pedro, como otras veces, el encargado de responder en nombre del grupo. “Señor, ¿a quién vamos a acudir?” Sus palabras fueron solemnes, pero detrás de ellas se esconde un largo proceso de dudas y vacilaciones, pasos adelante y pasos atrás. Recordemos que éste es el mismo Pedro que negaría a Jesús tres veces durante la Pasión. Y que, mientras tanto, los demás discípulos habían huido. 

      Para nosotros, es importante recordar estas palabras de Pedro. En los momentos de dificultad y vacilación, cuando sentimos la tentación de abandonar a Jesús, de dejar la comunidad, de entregarnos a una vida cómoda y descomprometida, cuando todo se nos hace cuesta arriba, estas palabras se pueden convertir en nuestra oración: “Señor, ¿a quien iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.” Seguro que en ellas y en la gracia de Dios encontramos la fuerza para volver a empezar. 



Para la reflexión

      ¿Qué partes del Evangelio se nos hacen más difíciles de aceptar? ¿Qué es lo que no aceptamos de la vida de la Iglesia o de nuestra comunidad cristiana? ¿Cuándo nos hemos sentido desilusionados? ¿Qué ha sido lo que nos ha ayudado a volver a caminar? ¿Recurrimos entonces a la oración para encontrar en el Señor la fuerza necesaria para seguir caminando?

FELIZ DOMINGO





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