domingo, 27 de mayo de 2018

ORACIONES A LA SANTÍSIMA TRININIDAD


Himno a la Santísima Trinidad


¡Dios mío, Trinidad a quien adoro!,
La Iglesia nos sumerge en tu misterio;
te confesamos y te bendecimos,
Señor Dios nuestro.

Como un río en el mar de tu grandeza,
el tiempo desemboca en hoy eterno,
lo pequeño se anega en lo infinito,
Señor, Dios nuestro.

Oh, Palabra del Padre, te escuchamos;
oh, Padre, mira el rostro de tu Verbo;
oh, Espíritu de amor, ven a nosotros;
Señor, Dios nuestro.

¡Dios mío, Trinidad a quien adoro!,
haced de nuestros almas vuestro cielo,
llevadnos al hogar donde tú habitas,
Señor, Dios nuestro.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu:
Fuente de gozo pleno y verdadero,
al Creador del cielo y de la tierra,
Señor, Dios nuestro.

Amén.

(1as Vísperas de la Solemnidad de la Santísima Trinidad.)



Oración a la Santísima Trinidad



La Santísima Trinidad es el misterio de un sólo Dios en tres personas. El hombre debe inclinarse con respeto ante ese misterio sublime y creerlo sin procurar profundizarlo, porque se halla por encima de la luz de su razón.

La Santísima Trinidad es el misterio fundamental de nuestra religión. En su nombre hemos sido bautizados. La señal de la cruz nos la recuerda, y el sacerdote, en el altar, la invoca para terminar todas sus oraciones. En su nombre somos absueltos en el tribunal de la penitencia, y en su nombre, se renueva todos los días, en nuestros altares, el sacrificio del Calvario.

La Santísima Trinidad es, además, prenda de nuestra felicidad eterna: Dios mismo será nuestra recompensa si hemos guardado su ley.
Santo, Santo, Santo, es el Señor, Dios de los ejércitos. Llenos están los cielos y la tierra de su gloria.

Os adoro, Dios tres veces santo, Padre, que nos habéis creado, Hijo que nos habéis, redimido con vuestra sanare, Espíritu Santo, que nos santificáis con las gracias que nos concedéis todos los días. Haced que guarde en mi alma vuestra semejanza o imagen, a fin de que, un día, me reconozcáis y reine con vos en la eternidad.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Así sea.

(Texto de una estampa religiosa de finales del siglo XIX)





Oración a la Santísima Trinidad de San Luigi Orione



Oh Santísima Trinidad,
Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Te adoramos y te damos gracias
por la inmensa caridad
que has infundido en el corazón
de San Luis Orione
y por habernos dado en El
al apóstol de la caridad,
al padre de los pobres,
al bienhechor de la humanidad
dolorida y desamparada.

Concédenos imitar
el amor ardiente y generoso que San Luis Orione
ha mostrado hacia Ti, la Santísima Virgen María,
la Iglesia, el Papa y todos los afligidos.

Por sus méritos e intercesión,
concédenos la gracia que te pedimos
para experimentar tu Divina Providencia.
(pidamos confiadamente la gracia que deseamos alcanzar)

Gloria al Padre...

(rezar tres Glorias a la Ssma. Trinidad)



Oración a la Santísima Trinidad de la Beata Isabel de la Trinidad



Dios mío, Trinidad que adoro,
ayúdame a olvidarme
enteramente de mí mismo
para establecerme en ti,
inmóvil y apacible
como si mi alma estuviera
ya en la eternidad;
que nada pueda turbar mi paz,
ni hacerme salir de ti, mi inmutable,
sino que cada minuto me lleve más lejos
en la profundidad de tu Misterio.

Pacifica mi alma.
Haz de ella tu cielo,
tu morada amada y el lugar de tu reposo.

Que yo no te deje jamás solo en ella,
sino que yo esté allí enteramente,
totalmente despierta en mi fe,
en adoración, entregada sin reservas
a tu acción creadora.

Amén

PAPA FRANCISCO: DIOS NO ES INDIFERENTE NI LEJANO, ÉL AMA A CADA UNO


Papa Francisco: Dios no es indiferente ni lejano, Él ama a cada uno
POR WALTER SÁNCHEZ SILVA | ACI Prensa






El Papa Francisco explicó que la fiesta de la Santísima Trinidad que la Iglesia celebra hoy, recuerda que Dios es una comunión de amor, que no es indiferente ni lejano y que siempre vela por cada uno de sus hijos.

Ante unas 25 mil personas reunidas para el rezo del Ángelus este mediodía en la Plaza de San Pedro, el Pontífice explicó que “las lecturas bíblicas de hoy nos hacen comprender cómo Dios no quiere tanto revelarnos que Él existe, sino más bien que es el ‘Dios con nosotros’, cercano a nosotros, que nos ama, que camina con nosotros, que está interesado en nuestra historia personal y cuida a cada uno, comenzando con los más pequeños y necesitados”.

El Obispo de Roma resaltó que la fiesta de la Santísima Trinidad permite a los fieles “contemplar y alabar el misterio del Dios de Jesucristo, que es Uno en la comunión de tres Personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Para celebrar con estupor siempre nuevo a Dios-Amor, que nos ofrece gratuitamente su vida y nos pide difundirla en el mundo”.


“Él es ‘Dios allá en los cielos’, pero también ‘aquí en la tierra’. Por lo tanto, no creemos en un ente lejano, ¡no!, en un ente indiferente, ¡no! Al contrario, creemos en el Amor que ha creado el universo y ha generado un pueblo, se ha hecho carne, ha muerto y resucitado por nosotros, y como Espíritu Santo todo lo transforma y lo lleva a su plenitud”.

El Pontífice recordó luego que “San Pablo, que en primera persona ha experimentado esta transformación obrada por Dios-Amor, nos comunica su deseo de ser llamado Padre, más bien ‘Papá’ –Dios es nuestro Papá– con la total confianza de un niño que se abandona en los brazos de quien le ha dado la vida”.

“El Espíritu Santo –recuerda también el Apóstol– actuando en nosotros hace que Jesucristo no se reduzca a un personaje del pasado, no, sino que lo sintamos cercano, nuestro contemporáneo y experimentemos la alegría de ser hijos amados de Dios”.

El Santo Padre dijo también que “en el Evangelio el Señor resucitado promete quedarse con nosotros para siempre. Es gracias a esta presencia suya y a la fuerza de su Espíritu que podemos realizar con serenidad la misión que Él nos confía. ¿Cuál es esa misión? Anunciar y testimoniar a todos su Evangelio y así ampliar la comunión con Él y la alegría que de ella deriva. Dios, caminando con nosotros, nos llena de alegría y la alegría es un poco el primer idioma del cristiano”.

Entonces, continuó, “la fiesta de la Santísima Trinidad nos hace contemplar el misterio de Dios que incesantemente crea, redime y santifica, siempre con amor y por amor, y a cada criatura que lo acoge le permite reflejar un rayo de su belleza, bondad y verdad”.

“Desde siempre, Él ha optado por caminar con la humanidad y forma un pueblo que es una bendición para todas las naciones y para cada persona, nadie está excluido. El cristiano no es una persona aislada sino que pertenece a un pueblo: este pueblo que Dios forma. No se puede ser cristiano sin tal pertenencia y comunión. Somos un pueblo: el pueblo de Dios”.

Para concluir, el Papa pidió “que la Virgen María nos ayude a cumplir con alegría la misión de testimoniar al mundo, sediento de amor, que el sentido de la vida es llegar al amor infinito, el amor concreto del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

LA SANTÍSIMA TRINIDAD, EL MISTERIO DE LOS MISTERIOS

La Santísima Trinidad, el "misterio de los misterios"
El misterio de la Santísima Trinidad, más que para ser entendido, es para ser amado y vivido en nuestro interior.


Por: P . Sergio Córdova LC | Fuente: Catholic.net 




Se nos ha habituado a pensar que, al hablar de la Santísima Trinidad, hemos de concebir algo totalmente oscuro e ininteligible. ¡Por algo es un misterio! Más aún, es -por así decirlo- el misterio por antonomasia de nuestra fe, el "misterio de los misterios". Pero, en vez de plantear el tema en términos de raciocinio o de especulación teológica, yo prefiero mil veces más tratarlo desde un punto de vista mucho más "humano" y personal, si se me permite la expresión. No que la razón no lo sea. Pero yo creo que es mucho más palpitante, cercano y vivencial cuando lo contemplamos con el corazón y bajo el prisma del amor.

Y es que el misterio de la Santísima Trinidad, más que para ser especulado, es para ser amado y vivido en nuestra interioridad. Al menos, a mí me parece que así es mucho más sabroso y "digerible". La razón es, por lo general, más fría e impersonal. Mientras que el amor es todo lo contrario.

Pues bien, la Santísima Trinidad es un misterio de amor. Es más, es el misterio del "Amor de los amores" –como cantamos en un hermoso motete-. Dios, que "habita en una luz inaccesible" –como nos dice san Pablo en su carta a Timoteo (I Tim 6, 16)— se nos ha querido revelar por medio de su Palabra: Dios, en lo más profundo de su intimidad, es una comunión de personas divinas unidas por el amor. Más aún, son esas mismas personas que son el Amor personificado: el Padre, que es el amor creador; el Hijo, que es el amor redentor; el Espíritu Santo, que es el amor santificador. Pero, además, es un amor recíproco entre ellos mismos; un amor subsistente y personal. Un solo Dios verdadero y tres Personas distintas, cuya vida y existencia es puro Amor. Una relación de amor. Y el amor crea una comunión de personas. Como en el matrimonio y en la familia, pero en un grado infinito y divino. El amor es, por naturaleza, unidad y fecundidad. Esto es, en esencia, el misterio de la Santísima Trinidad.

Y, ¿cómo explicarlo? Es muy difícil encontrar las palabras justas. Más fácil lo podremos comprender a la luz de la propia experiencia del amor que con un discurso racional, aunque sea filosófica y teológicamente muy correcto. ¿Quién de nosotros no sabe lo que es el amor? Todos lo hemos experimentado muchas veces en nuestra propia vida: hemos sentido el calor y la ternura de una madre; la fuerza y seguridad que nos infunde el amor de un padre; el cariño de una hermana o de una amiga; el gozo de la compañía y de la fidelidad de un hermano o de un amigo verdadero; y la dulzura incomparable del amor de una esposa o de un esposo, de unos hijos.

Aristóteles definía la amistad como "una misma alma en dos cuerpos". Y el poeta latino Horacio llamaba a Virgilio, su gran amigo, "dimidium animae meae", "la mitad de mi alma". Grandes poetas, literatos, músicos y artistas de todos los tiempos han ofrecido su tributo a la amistad. Y han reservado sus mejores canciones y sus notas más líricas para cantar la belleza del amor humano. Sin duda alguna, éste es el tema que más ha inspirado a los hombres a lo largo de la historia, sea en el arte, en la poesía o en la propia vida. Decía Dante Alighieri que "es el amor el que mueve el sol, el cielo y las estrellas". Y el poeta Virgilio afirmaba: "amor vincit omnia", "el amor es capaz de vencer todos los obstáculos". Y tenían toda la razón.

Y es que el amor es lo más grande, lo más noble, lo más bello, lo más maravilloso; en una palabra, lo más sagrado del ser humano. Por eso, con el amor no se juega y éste se merece los mayores sacrificios con tal de conservar toda su pureza y su fragancia virginal.

San Juan nos dejó una estupenda definición de Dios: "Deus Charitas est", "¡Dios es Amor!" (I Jn 4, 8). No se expresó en conceptos racionales, sino en un vocabulario propio del corazón. También lo otro pudo haber sido muy correcto. Pero también, sin duda, más frío e impersonal.

Como aquellas definiciones que dio Aristóteles sobre Dios: "El motor Inmóvil", "el Acto puro", "la Inteligencia más perfecta". O incluso aquella definición teológica y metafísica de santo Tomás de Aquino: "el único Ser necesario, absoluto y trascendente", "el mismo Ser subsistente". Pues sí. Es verdad. Pero, ¿no nos gustan y nos dicen inmensamente más las palabras propias del amor?

Y llegados a este punto, sería interminable la lista de experiencias que todos tenemos sobre el amor… Como decía san Juan al final de su Evangelio, "ni todos los libros del mundo serían suficientes para poderlas contener". Y es que el amor no se puede explicar con conceptos o con raciocinios filosóficos. Se siente. Se experimenta. Así también es Dios.

Sí. Lo más maravilloso y sagrado del hombre es el amor. Y también lo más divino. Por eso, a Dios podemos encontrarlo en lo más profundo de nuestro ser, en lo más recóndito de nuestro espíritu. Dios allí habita. Los más altos pensadores de la humanidad así lo experimentaron. Séneca, aquel famoso filósofo romano de origen cordobés, aun sin ser cristiano, llegó a expresarse de esta manera: "sacer intra nos spiritus sedet, malorum bonorumque nostrorum observator et custos. In unoquoque virorum bonorum habitat deus". En nuestra lengua cervantina sonaría así: "un espíritu sagrado reside dentro de nosotros, y es el observador y el guardián de nuestros males y de nuestros bienes. En cada alma virtuosa habita Dios" (Epístolas morales, núm. 41).

San Pablo, por su parte, nos recuerda que "somos morada de la Santísima Trinidad, templos vivos de Dios y del Espíritu Santo" (I Cor 3, 16). Así fue como nos lo prometió nuestro Señor la noche de su despedida: "Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y en él haremos nuestra morada." (Jn 14, 23).

¡Éste es el núcleo más bello del misterio de la Santísima Trinidad! Y lo más maravilloso es que también nosotros hemos sido llamados a participar de esta vida íntima de Dios, que es amor. Y nos adentraremos en el seno de la Trinidad Santísima en la medida de nuestra vida de gracia y de nuestra caridad, que es el grado de amor sobrenatural en nuestra alma.

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 27 MAYO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
27 mayo




Cuando leemos en el Evangelio que Jesús estuvo "apenado", no podemos menos que preguntarnos si ahora Jesús seguirá apenado, o al menos en algunas ocasiones se sentirá apenado ante la conducción de sus discípulos.

¿Has pensado alguna vez lo que supone que Dios esté apenado?

¿Y has pensado que puede estar apenado por tu causa?

Porque indudablemente cuando presentamos a Dios un corazón duro y rebelde, insensible y frío, estamos poniendo todos los factores que hicieron que Jesús se sintiera apenado y, pese a su infinita misericordia, mirará con enojo a los fariseos.

¡Qué importancia tiene ponerse en la presencia de Dios con un corazón dócil, siempre dispuesto a la bondad, capaz de brindar comprensión y amor!

En este caso Jesús no solamente no se indigna, ni se apena, sino que se regocija, al comprobar en nosotros que tenemos un corazón como el suyo: mano y humilde (Mt. 11, 29)



P. Alfonso Milagro

MAYO, MES DE MARÍA, DÍA 27


Vigésimo séptimo día: Explicación de las letanías




Regina sine labe originale concepta

Reina concebida sin pecado original. Amadísimos hermanos, dice Bossuet, ¿que les parece? ¿Qué piensan de esta doctrina?... Para mí, cuando considero al Salvador jesús, nuestro amor y nuestra esperanza, entre los brazos de la Santísima Virgen o tomando su leche virginal, o reposando dulcemente en su seno, o encerrado en sus castas entrañas. Cuando miro lo incomprensible así encerrado  y esta Inmensidad como resumida, cuando veo a mi Liberador en esa estrecha y voluntaria prisión, me digo algunas veces: ¿Se podría hacer que Dios abandonara al diablo, aunque no fuese sino un momento ese templo sagrado que destinaba a su Hijo, ese santo tabernáculo, donde tomó un largo y admirable reposo, ese lecho virginal, donde celebró sus nupcias del todo espirituales con nuestra naturaleza? Es de esta manera que hablo conmigo mismo. Luego, volviéndome hacia el Salvador; Niño bendito, redigo, no sufras más, no permitas que tu Madre sea violada! ¡Ah si Satán osara abordarla, mientras que, permaneciendo en ella, haces un paraíso, cuántos rayos harías caer sobre su cabeza! Con qué celo defenderías el honor y la inocencia de tu Madre. Pero ¡Oh Niño bendito!, por quien los siglos fueron hechos, tu estás antes de todos los tiempos. Cuando tu Madre fue concebida, la miraste desde lo más alto de los cielos; tu mismo formaste sus miembros, fuiste tu quien le dio el soplo de vida, que animó esa carne de la que saldría la tuya. ¡Ah! date cuenta, Sabiduría eterna, que en este mismo momento, va a ser infectada con un horrible pecado; va a ser la posesión de Satán. Desvía está desgracia por tu bondad, comienza por honrar a tu Madre, haz que le aproveche tener un Hijo que está antes que ella, porque finalmente, bien entendido todo, ella ya es tu Madre y tú ya eres su Hijo.

Ejemplo

El célebre Alejandro de Halès, que fue una de las lumbreras de la Universidad de París, experimentó, en su persona misma, el interés que la Santísima Virgen tiene en la gloria de su Inmaculada Concepción. Ese gran teólogo, siendo doctor y profesor en París, no se preocupaba por celebrar esta fiesta, porque tenia sus duda acerca de la verdad del misterio de la Concepción inmaculada; pero Dios permitía que cada año, el ocho de diciembre, día de esta fiesta, cayera enfermo y que sufriera grandes dolores. Esto, habiendo ya ocurrido varios años seguidos, fue percibido por sus alumnos como una circunstancia singular, ya que coincidía siempre cada año el mismo día; le aconsejaron abrazar la firme creencia en el misterio de la la Concepción pura y sin mancha de la Madre de Dios. Se resolvió a ello, e hizo el voto que si el Señor le concedía la gracia de librarlo de esta enfermedad anual, escribiría un libro en honor de la Inmaculada Concepción. Este voto detuvo inmediatamente el curso de sus enfermedades. Toda la Facultad de Paris, que fue testigo, se alegró de la salud de su maestro; satisfizo su promesa y compuso una obra en honor de la Santísima Virgen. Se empeñó, particularmente, en  sostener el privilegio de su santísima concepción; relató el prodigio ocurrido a su persona; finalmente, se retracto de todo lo que pudo decir o escribir en contra de ese glorioso misterio de María concebida sin pecado.

Conservemos nuestro corazón puro, o purifiquémosle mediante la penitencia, si hemos tenido la desgracia de ofender a Dios; ganaremos así el Corazón de la Virgen Inmaculada.


Traducido del francés por José Gálvez Krüger para Aci Prensa

IMÁGENES DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD










FELIZ DOMINGO








sábado, 26 de mayo de 2018

LECTURAS BÍBLICAS DEL DOMINGO 27 MAYO 2018 - SANTÍSIMA TRINIDAD


Santísima Trinidad – Ciclo B
Domingo 27 de mayo de 2018
“Dios la Casa, Jesús la Puerta y el Espíritu la llave“



Primera lectura
Primera lectura: Dt 4,32-34.39-40

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos? Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre.

Palabra de Dios


Salmo
Salmo responsorial: 32

Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.

La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos,
porque él lo dijo, y existió,
él lo mandó, y surgió.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.


Segunda lectura
Segunda lectura: Rm 8,14-17

Hermanos: Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.


Lectura del santo evangelio según san Mateo (28,16-20):


En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»

Palabra del Señor




EL MEJOR AMIGO


En el núcleo de la fe cristiana en un Dios trinitario hay una afirmación esencial. Dios no es un ser tenebroso e impenetrable, encerrado egoístamente en sí mismo. Dios es Amor y solo Amor. Los cristianos creemos que, en el Misterio último de la realidad, dando sentido y consistencia a todo, no hay sino Amor. Jesús no ha escrito ningún tratado acerca de Dios. En ningún momento lo encontramos exponiendo a los campesinos de Galilea doctrina sobre él. Para Jesús, Dios no es un concepto, una bella teoría, una definición sublime. Dios es el mejor Amigo del ser humano.

Los investigadores no dudan de un dato que recogen los evangelios. La gente que escuchaba a Jesús hablar de Dios y le veía actuar en su nombre experimentaba a Dios como una Buena Noticia. Lo que Jesús dice de Dios les resulta algo nuevo y bueno. La experiencia que comunica y contagia les parece la mejor noticia que pueden escuchar de Dios. ¿Por qué?

Tal vez lo primero que captan es que Dios es de todos, no solo de los que se sienten dignos para presentarse ante él en el Templo. Dios no está atado a un lugar sagrado. No pertenece a una religión. No es propiedad de los piadosos que peregrinan a Jerusalén. Según Jesús, «hace salir su sol sobre buenos y malos». Dios no excluye ni discrimina a nadie. Jesús invita a todos a confiar en él: «Cuando oréis, decid: “¡Padre!”».

Con Jesús van descubriendo que Dios no es solo de los que se acercan a él cargados de méritos. Antes que a ellos escucha a quienes le piden compasión, porque se sienten pecadores sin remedio. Según Jesús, Dios anda siempre buscando a los que viven perdidos. Por eso se siente tan amigo de pecadores. Por eso les dice que él «ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido».

También se dan cuenta de que Dios no es solo de los sabios y entendidos. Jesús le da gracias al Padre porque le gusta revelar, a los pequeños, cosas que les quedan ocultas a los ilustrados. Dios tiene menos problemas para entenderse con el pueblo sencillo que con los doctos que creen saberlo todo.

Pero fue sin duda la vida de Jesús, dedicado en nombre de Dios a aliviar el sufrimiento de los enfermos, liberar a poseídos por espíritus malignos, rescatar a leprosos de la marginación, ofrecer el perdón a pecadores y prostitutas…, lo que les convenció de que Jesús experimentaba a Dios como el mejor Amigo del ser humano, que solo busca nuestro bien y solo se opone a lo que nos hace daño. Los seguidores de Jesús nunca pusieron en duda que el Dios encarnado y revelado en Jesús es Amor y solo Amor hacia todos.


Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Mt 28,16-20

SANTO MUY SIMPÁTICO, SAN FELIPE DE NERI


Santo muy simpático



Felipe Neri, huérfano de madre, siendo joven fue enviado por su padre a casa de un tío muy rico, el cual pensaba dejarlo heredero de todos sus bienes. Pero allá Felipe se dio cuenta de que las riquezas le podían impedir el dedicarse a Dios, y un día se alejó de la casa del riquísimo tío y se fue para Roma llevando únicamente la ropa que llevaba puesta.

San Felipe Neri había recibido de Dios el don de la alegría y de la amabilidad. Como era tan simpático en su modo de tratar a la gente, fácilmente se hacía amigo de obreros, de empleados, de vendedores y niños de la calle y empezaba a hablarles del alma, de Dios y de la salvación. Una de sus preguntas más frecuentes era ésta: "Amigo ¿y cuándo vamos a empezar a volvernos mejores?". Si la persona le demostraba buena voluntad, le explicaba los modos más fáciles para llegar a ser más piadosos y para comenzar a portarse como Dios quiere. A aquellas personas que le demostraban mayores deseos de progresar en santidad, las llevaba de vez en cuando a atender enfermos en hospitales de caridad, que en ese tiempo eran pobrísimos y muy abandonados y necesitados de todo.

Una vez en la vigilia de Pentecostés, mientras rezaba con gran fe pidiendo a Dios el poder amarlo con todo el corazón, éste se ensanchó y saltaron dos costillas. Felipe entusiasmado y casi muerto de la emoción exclamaba: "¡Basta Señor, basta! ¡Que me vas a matar de tanta alegría!".  Lee vidas de santos, animan a avanzar en el camino del Señor.


* Enviado por el P. Natalio

9 DATOS INCREÍBLES DE LA VIDA DE SAN FELIPE NERI


9 datos increíbles de la vida de San Felipe Neri
POR DIEGO LÓPEZ MARINA | ACI Prensa





El sábado 26 de mayo se celebra la fiesta de San Felipe Neri, Patrono de educadores y humoristas, fundador del Oratorio en Roma, y recordado por haber recibido el don de la curación, leer pensamientos y de profecía.

Aquí algunos datos sobre la increíble vida del “Apóstol de Roma”.


1. Una experiencia mística provocó su conversión

Felipe Neri recibió sus primeras enseñanzas religiosas de parte de los frailes dominicos del Monasterio de San Marcos de Florencia en Italia. Sin embargo, a los 16 años fue enviado a Piedimonte San Germano para ayudar en el negocio del primo de su padre.

Hizo tan bien aquella labor que su pariente decidió hacerlo heredero de su fortuna. No obstante, Felipe tuvo una experiencia mística en una capilla que pertenecía a los benedictinos de Monte Cassino y descubrió su vocación al sacerdocio. Pronto decidió alejarse de la opulencia y los bienes materiales para enrumbarse en 1533 a la ciudad Roma y servir a Dios.


2. Es conocido como el “Apóstol de Roma”

Tras abandonar sus estudios de filosofía y teología –cerca del 1540– decidió hacer apostolado y enseñar el catecismo a los pobres. En aquel tiempo el Colegio Cardenalicio era gobernado por los Medici, y por ello muchos cardenales se comportaban como príncipes seculares. Roma se encontraba en un estado de ignorancia religiosa, los sacerdotes abandonaban a la feligresía y las iglesias, y las costumbres de la época no eran las mejores.

Por 40 años Felipe fue el mejor catequista de Roma y logró transformar la ciudad. Su activo apostolado comenzó con la visita a hospitales, después empezó a frecuentar las tiendas, almacenes, bancos y lugares públicos, exhortando a las personas a servir a Dios.

3. Es patrono de los humoristas

Definitivamente Felipe recibió de Dios el don de la alegría y amabilidad. Como era tan simpático en su modo de tratar a la gente se hacía fácilmente amigo de obreros, empleados, vendedores y niños de la calle.

Una de sus preguntas más frecuentes era: "¿y cuándo vamos a empezar a volvernos mejores?". Si le demostraban buena voluntad, solía explicar los modos más sencillos para llegar a ser más piadosos y comenzar hacer la voluntad de Dios.

También tuvo por amigos a varios cardenales y príncipes que lo estimaban por su gran sentido del humor y humildad.


4. Se dedicaba a la oración y a las obras de misericordia

Además del apostolado, Felipe Neri solía pasar la noche en el pórtico de alguna iglesia o en las catacumbas de San Sebastián, cerca de la Vía Appia, para entrar en profunda oración.

Practicaba además las obras corporales de misericordia.

En 1548, junto a su confesor y 15 laicos, fundó la Cofradía de la Santísima Trinidad, que se reunía para realizar ejercicios espirituales y socorrer a los peregrinos necesitados. Con ello fundó el célebre hospital de Santa Trinita dei Pellegrini, en el cual fueron atendidos y cuidados 145 mil peregrinos en el año jubilar de 1575.


5. Podía leer el pensamiento de sus penitentes y levitar

El 23 de mayo de 1551, a los 36 años, fue ordenado sacerdote. Al poco tiempo fue a vivir a la iglesia de San Jerónimo de la Caridad (Italia) donde principalmente se dedicó a la confesión. Solía confesar desde la madrugada hasta mediodía, algunas veces hasta las horas de la tarde, para atender a una multitud de penitentes de toda edad y condición social. 

No solamente contó con el gran don de saber confesar muy bien, sino que tenía el don de leer el pensamiento de sus penitentes y los guiaba con gran compasión en el camino de la santidad.

También celebraba con gran devoción la Misa diaria que muchos sacerdotes habían abandonado. Con frecuencia experimentaba el éxtasis durante la Eucaristía y se le observó levitando en algunas ocasiones. Para no llamar la atención trataba de celebrar la última Misa del día, en la que había menos personas.


6. Curaba enfermos y predecía el futuro

Felipe tenía el don de curación y le devolvió la salud a muchos enfermos. También, en diversas ocasiones, predijo el futuro. Vivía en estrecho contacto con lo sobrenatural y experimentaba frecuentes éxtasis. Quienes lo vieron en éxtasis dieron testimonio de que su rostro brillaba con una luz celestial.


7. Conoció a San Ignacio de Loyola

En 1544 Felipe se hizo amigo de San Ignacio de Loyola a quien quiso seguir como misionero en Asia, pero al final desistió porque deseaba continuar con su labor en Roma. Fue así que constituyó el núcleo de lo que después se convirtió en la Hermandad del Pequeño Oratorio.

En 1575 esta hermandad pasaría a llamarse Congregación del Oratorio de San Felipe Neri, siendo aprobada en la bula "Copiosus in misericordia Deus" del Papa Gregorio XIII.


8. La Virgen María se le apareció y fue sanado

Su salud siempre fue frágil. En cierta ocasión, la Santísima Virgen se le apareció y le curó de una enfermedad de la vesícula. El suceso aconteció así: el Santo había casi perdido el conocimiento, cuando súbitamente se incorporó, abrió los brazos y exclamó: "¡Mi hermosa Señora! ¡Mi santa Señora!". El médico que le asistía le tomó por el brazo, pero San Felipe le dijo: "Dejadme abrazar a mi Madre que ha venido a visitarme".

Después, cayó en la cuenta de que había varios testigos y escondió el rostro entre las sábanas, como un niño, pues no le gustaba que le tomasen por Santo.


9. Falleció en la Solemnidad del Corpus Christi

El 25 de mayo de 1595, día del Corpus Christi, su médico lo vio tan extraordinariamente contento que le dijo: "Padre, jamás lo había encontrado tan alegre", y él le respondió: "Me alegré cuando me dijeron: vayamos a la casa del Señor".

A la medianoche le dio un ataque y levantando la mano para bendecir a sus sacerdotes que lo rodeaban, expiró dulcemente. Tenía 80 años.

Fue declarado Santo en 1622 y en Roma lo consideraron como a su mejor catequista y director espiritual.

IMÁGENES DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD







JESÚS Y LOS NIÑOS


Jesús y los niños
Inocencia, que es lo mismo que decir: incapacidad de hacer el mal. Dejamos de ser niños inocentes cuando crecemos y empezamos a Hacer lo que no debemos.


Por: Pedro García, Misionero Claretiano | Fuente: Catholic.net 




¿Podemos hablar de la inocencia de los niños, que arrancó a Jesús aquel grito cuyos ecos no se apagan nunca: dejad que los niños vengan a mí?... Pues, sí. Vamos a hablar de esa inocencia y de la inocencia nuestra, de la que nos corresponde a nosotros como mayores. Todo me lo ha sugerido el principio de un artículo que he leído en una revista, y que me permito traer aquí con el supuesto permiso del generoso autor, al que desde ahora doy las gracias por su preciosa sugerencia.

Quisiera transmitirles a ustedes la sonrisa de mis labios, la complacencia de mis ojos y la alegría de todo mi semblante, que experimenté al emborronar las primeras líneas de este artículo para nuestra revista. Porque no lo hice en la mesa de mi cuarto, sino en la banca de piedra de un gran parque, mientras me llegaba la hora de tomar el bus.

A mi derecha, y dominándolo todo, estaba la mole de una gran iglesia; y, a la izquierda, se gozaba del sol ya casi poniente, que inundaba de luz, de paz, de amor y de piedad sentida aquel bello atardecer.

Centenares y centenares de palomas se paseaban por el piso empedrado o revoloteaban por el aire. Hasta que una niña encantadora, de unos tres añitos, se arrancaba de las rodillas de su madre y co-menzaba a esparcir las migajas de pan de que ya venía provista.

No se necesita mucha imaginación para figurarse el espectáculo.

Todas las innumerables palomas se arremolinaron de repente en un reducido espacio, y pronto se sumaron unos seis o siete niños más, con las bolsas de migas que fueron a comprar. Y allí jugaban juntos niños y palomas, sin que les asomaran las ganas de acabar ni a los unos ni a las otras... 

Ha valido la pena la descripción algo larga de una escena que todos hemos contemplado mil veces, y no sólo el autor del artículo. Pero ahora queremos penetrar en el sentido profundo que esconden estos hechos tan deliciosos de la naturaleza. Los vemos, y no solemos discurrir sobre ellos.

¡Qué bien que se casan --podemos pensar-- el candor del niño y la paz de la paloma! Esa paz y ese candor, que, cuando los sabemos vivir los mayores, son la luz suave de un sol tibio y una caricia de Dios...

Inocencia y paz. Dos palabras que debieran resumir --como el de los niños y las palomas-- todo nuestro quehacer diario.

Inocencia, que es lo mismo que decir: incapacidad de hacer el mal. Dejamos de ser niños inocentes cuando crecemos y empezamos a obrar lo que no debemos.

Y entonces precisamente comienza también la tragedia de la pérdida de la paz, que no anida en el corazón desviado.

¿Diremos, sin embargo, que una persona mayor es incapaz de conservarse inocente, y, por lo mismo, que no puede gozar tampoco de una paz profunda?

Esto no lo podemos decir en modo alguno. Jesús nos propone al niño como ejemplo que los mayores hemos de imitar, para vivir a plenitud el Reino de Dios. Lo que el niño hace espontáneamente por su edad, nosotros los mayores lo hacemos por virtud.

Tenemos en la Historia de la Iglesia un hecho famoso.

Escolástica vivía su consagración a Dios en un convento cercano al primer monasterio fundado por su hermano, el gran San Benito. Y Benito estaba aquella tarde contemplando el cielo hacia donde se levantaba el convento de su santa hermana. De repente, ve cómo sale por una de las ventanas una paloma blanquísima, que se remontaba hacia las alturas, hasta desaparecer en lo más profundo del cielo.

El gran Papa San Gregorio Magno, antes monje benedictino, al contarnos este hecho tan tierno y conmovedor, hace este autorizado comentario:
- Dios lo hizo así para demostrar la vida inocente de aquella mujer singular.
La inocencia de Escolástica --decimos nosotros--, y la nuestra también.
Porque también nosotros, los mayores, podemos y queremos ser inocentes.
Pues no se trata de no conocer el mal, sino de no hacerlo.

O, una vez hecho, nos sabemos volver a ese Dios que es capaz de hacer de nosotros una nueva creación, cuando echamos de nosotros las tinieblas procaces y nos vestimos de la luz inocente...

Esto nos trae al pensamiento lo que significa en la doctrina cristiana el perdón de los pecados. Lo confesamos en el Credo como una de las verdades fundamentales de la revelación de Dios.

El hombre puede cometer las culpas más graves que le pasan por la imaginación. Si en un momento feliz tiene la decisión de soltar un ¡Perdón, Dios mío!, salido de lo más hondo del corazón..., de todo el montón de disparates que ha podido realizar no queda nada, ni rastro... En un instante ha desaparecido todo y la inocencia vuelve a brillar esplendorosa en cielo de su alma...

La omnipotencia de Dios llega a devolver la inocencia, y con la inocencia la paz, hasta a las personas que más se alejaron. Es la fe que profesamos, cuando decimos: Creo en el perdón de los pecados, lo cual no es en Dios un simple olvidar algo, sino un hacer desaparecer todo el mal por completo.
Dios se muestra grande en todo, y más que nada en el perdón de las culpas. Eso de que nosotros los mayores lleguemos a tener la inocencia de los niños, eso... no es lo más pequeño que hace Dios.

Esto es lo que he pensado al leer en la revista el artículo que nos describe aquel atardecer, mientras los niños del parque seguían jugando con sus amigas las palomas, cuando el sol empezaba a esconderse plácidamente detrás de los tejados, y la torre de la iglesia permanecía inmóvil señalando el cielo....

MAYO, MES DE MARÍA, 26 MAYO


Vigésimo sexto día: Explicación de las Letanías



Regina apostolorum

Reina de los apóstoles. El título de reina de los apóstoles, conviene tanto a María que si los apóstoles instruyeron a los pueblos de toda la tierra ellos lo fueron por María; porque según san Bernardo, los apóstoles recurrieron a ella en sus dudas y cuando querían estar seguros de las intenciones de Jesucristo sobre algún punto de su creencia. Por otro lado, si cada uno de ellos destruyeron el paganismo en la parte del mundo que le correspondió por la partición que hicieron entre ellos. María disipó y disipa todavía las herejías en todos los países del mundo. Alégrate Virgen María, tú sola destruyes las herejías en todo el universo.

Regina martyrum

Reina de los mártires. No se podría honrar a María como se debe si no se la reconoce como Reina de los mártires, porque aunque ella no haya derramado su sangre por la confesión de la fe, sin embargo sufrió con más confianza y amor que todos los mártires. Y por  decirlo todo con una sola palabra, sufrió en corazón maternal todo lo que el Rey de los mártires, Jesucristo, su divino hijo, soportó en su carne inocente.
Reina de los mártires ruega por nosotros

Regina confessorum

Reina de los confesores.  Pues si se llama confesores a aquellos que confesaron a Jesucristo, ¿se rehusará el título de Reina de los confesores a la que confesó con una firmeza y una constancia incomparablemente superior a la suya? Ella lo siguió no sólo en medio de los oprobios y tomentos de su Pasión, sino que subió generosamente al Calvario con Él, para verlo consumar el sacrificio de nuestra redención. Los apóstoles habían reconocido a Jesucristo como Hijo del Dios vivo, pero en el tiempo de la Pasión, infieles a la confesión de su fe, la disimularon y escaparon. No ocurrió así con María, que siempre constante y fiel, lo reconoció como su Dios en todo el curso de su Pasión y sobre la Cruz.

Regina Virginum

Reina de las vírgenes. De todos los títulos, honores y alabanzas que se da a María, el de Reina de la Vírgenes le conviene por excelencia, porque ella es el prototipo de la virginidad, ya que fue la primera que se comprometió por un voto de virginidad perpetua. La virginidad, antes de su tiempo, era tan despreciada que la hija de Jefté, estando a punto de ser inmolada por su padre, antes de haberse casado, fue a llorar su virginidad a los montes. Pero desde que María elevó la gloria de la pureza virginal, se vio consagrarse a millones de vírgenes, a Jesucristo como a su único esposo según esas palabras del profeta en el salmo XLIV: Después de ellas, conducirán vírgenes al Rey.

Regina sanctorum omnium

Reina de todos los santos. Finalmente, el título de Reina de todos los santos que la Iglesia da a María, encierra las más grandes alabanzas que sea posible darle, porque anuncia que es superior a los santos de todos los órdenes. En efecto, María conforma un orden separado en el cielo; y para juzgar el alto punto de su gloria, hay que remarcar que Dios glorificó a su propia Madre. Por ese motivo se ha representado a los ángeles y a los santos de todo orden ofreciendo a María sus coronas, para significar que ella reina en el cielo por encima de ellos.

Ejemplo

Una peste terrible despoblaba la ciudad de Roma, el Papa san Gregorio Magno había predicado la penitencia, ordenado oraciones públicas, hecho votos, pero la peste continuaba sus estragos, hasta que tomó el partido de volver se directamente hacia la Madre de Dios, y ordenó que el clero y el pueblo fuesen en procesión general a la Iglesia de Nuestra Señora, llamada Santa María la Mayor, y que se llevara por toda la ciudad la imagen de la Santísima Virgen, pintada por san Lucas. Esta procesión detuvo perfectamente el curso de esta calamidad. Fue maravilloso ver que por todos los lugares donde la imagen pasaba, cesaba la peste cesaba enteramente; y antes del fin de la procesión se vio sobre la terraza de Adriano, hoy llamada Castillo del Santo Ángel, un Ángel en forma humana que guardaba una espada ensangrentada en su vaina. Al mismo tiempo se escuchó a los ángeles cantar este antífona de la Santísima Virgen. Regina Coeli, laetare alleluia, etc. El Santo Pontífice agregó: ora pro nobis, Deum, ruega a Dios por nosotros; y la Iglesia ha empleado siempre desde entonces esta oración para saludar a la Santa Virgen en tiempo de Pascua.

Sirvamos a María, como nuestra reina, ella no se dejará vencer en generosidad.


Traducido del francés por José Gálvez Krüger para ACI Prensa
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...