martes, 22 de marzo de 2016

EL EVANGELIO DE HOY MARTES SANTO: 22 DE MARZO 2016


Lo que vas a hacer, hazlo pronto
Cuaresma y Semana Santa


Juan 13, 21-33.36-38. Martes Santo. En nuestras manos está ser un discípulo fiel y generoso o ser otro Judas. 


Por: Miguel Ángel Andrés | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Juan 13, 21-33.36-38
Cuando dijo estas palabras, Jesús se turbó en su interior y declaró: «En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará». Los discípulos se miraban unos a otros, sin saber de quién hablaba. Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa al lado de Jesús. Simón Pedro le hace una seña y le dice: «Pregúntale de quién está hablando». El, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dice: «Señor, ¿quién es?» Le responde Jesús: «Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar». Y, mojando el bocado, le toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote. Y entonces, tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dice: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto». Pero ninguno de los comensales entendió por qué se lo decía. Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que nos hace falta para la fiesta», o que diera algo a los pobres. En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche. Cuando salió, dice Jesús: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto». «Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y, lo mismo que les dije a los judíos, que adonde yo voy, vosotros no podéis venir, os digo también ahora a vosotros. Simón Pedro le dice: «Señor, ¿a dónde vas?» Jesús le respondió: «Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde». Pedro le dice: «¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti». Le responde Jesús: «¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces».

Oración introductoria
Señor, ¿estoy realmente dispuesto a dar todo por Ti? Que ingenuo soy al pensar que podría renunciar a todo por tu amor sino logro serte fiel en el día a día. Permite que esta oración me lleve a crecer en el amor, en lo ordinario del día de hoy, para que así confíe auténticamente en tu gracia y pueda entregarte todo.

Petición
Dame la sabiduría para entender, Señor, que la fidelidad no es otra cosa que la obediencia pronta a tus inspiraciones.

Meditación del Papa Francisco
Hoy quiero invitaros a rezar por nosotros, obispos, porque también nosotros somos pecadores, también nosotros tenemos debilidades, también nosotros corremos el peligro de Judas: también él había sido elegido como columna.
Sí, también nosotros corremos el peligro de no rezar, de hacer algo que no es anunciar el Evangelio y expulsar los demonios. Por  eso hay que rezar para que los obispos sean lo que Jesús quería, y que todos nosotros demos testimonio de la resurrección de Jesús.
El pueblo de Dios reza por los obispos, en cada misa se reza por los obispos del lugar: se reza por Pedro, la cabeza del Colegio episcopal, y se reza por el obispo del lugar. Pero esto puede ser insuficiente: se dice el nombre por costumbre y se va adelante. Es importante rezar por el obispo con el corazón, pedir al Señor: «Señor, protege a mi obispo; protege a todos los obispos, y mándanos obispos que sean verdaderos testigos, obispos que recen y obispos que nos ayuden, con su predicación, a comprender el Evangelio, a estar seguros de que tú, Señor, estás vivo, estás entre nosotros».
Rezar por nuestros obispos: es una tarea de los fieles. En efecto, la Iglesia sin obispo no puede ir adelante. Por eso, entonces, la oración de todos nosotros por nuestros obispos es una obligación, pero una obligación de amor, una obligación de hijos para con el Padre, una obligación de hermanos, para que la familia permanezca unida en la confesión de Jesucristo, vivo y resucitado. (Cf Homilía de S.S. Francisco,  22 de enero de 2016, en Santa Marta).


Reflexión
Cristo se turba. Y no era para menos. La situación era desconcertante. Había amado excepcionalmente a Judas, le permitió ver milagros, le reveló los secretos del cielo y le ofrecía el camino hacia el mismo, pero...

Cristo se duele y se apena por el resultado de esa inversión de amor. Su gran corazón le llevó a darlo todo. Desde un inicio Él sabía que el material de Judas era difícil, poco prometedor, pero no por eso le despreció. Al contrario, le amó con más intensidad y muestra de ello es que, según las referencias de los evangelios, nadie fuera de aquél discípulo infiel besó con tanta confianza al maestro. Sin embargo, el corazón duro de aquel hombre no se abrió a su amor y por ello se duele.

¿Seguirá turbándose Cristo? Cristo es el mismo siempre. Sigue con ese corazón sin límites. Quiere lograr de nosotros un santo. Él nos conoce. Tiene en cuenta nuestras cualidades y defectos. Sabe que son muchos nuestro fallos para la obra que pretende lograr. Pero no nos preocupemos. Él dará, amará y perdonará todo lo que sea necesario. Lo que debemos hacer es abrir nuestro corazón y ser buen administrador de ese amor que tiene tantas esperanzas en nosotros. En nuestras manos está ser un discípulo fiel y generoso o ser otro Judas, traidor del plan y del amor del Dios.

Propósito
Ante las preocupaciones y los problemas del día, decir: Jesús en ti confío.

Diálogo con Cristo
Gracias, Padre mío, por recordarme lo frágil que puede ser mi voluntad. Quiero ser tu amigo fiel que nunca llegue a desconfiar de tu misericordia. Permite que mi servicio a los demás sea humilde y generoso, que no haya nunca un interés egoísta o fines utilitaristas en mis relaciones con los demás.

PENSAMIENTOS PARA ACOMPAÑAR A JESÚS EN EL HUERTO DE LOS OLIVOS - MARTES SANTO


Pensamientos para acompañar a Jesús en el Huerto de los Olivos.



En la colección LUZ EN LA NOCHE, en el 3º fascículo, del Tema "JESÚS", escrito el 29 de octubre de 1959, páginas 32 y 33, encontramos:


"¡Así que en el alma de Cristo se daba, en un momento presente, el Infierno y el Cielo, todos los amores de todos los tiempos y todas las tristezas y desamores de todos los siglos! ¡Qué riqueza encierra en sí Jesús...! Parece que la mente se rompe ante la perfección de su naturaleza creada, que fue capaz de vivir, en una intensidad tan trascendente y en un mismo instante, todo el gozo que le proporcionaba la comunicación familiar que vivía con las divinas Personas, y por otra parte, el dolor del desamor de los hombres que Él representaba ante Dios.

¿Cómo podremos nosotros comprender el amor de Dios que tan incomprensiblemente, para nuestra mente humana, nos ama...? ¡De cuántas maneras...! ¡En cuánta intensidad...!

Para que no dudemos nunca del Amor infinito que, al amarnos, no se perdonó nada por nosotros. ¿Cómo podría Cristo, a un mismo tiempo, contener en sí todo el ímpetu infinito de la Divinidad que lo impulsaba irresistiblemente a comunicarse a los hombres, y todo el ímpetu escalofriante, en fuerza de rechazo, de la humanidad que le dice que "no"...? ¡Y Él en medio, como prensado, entre la
donación de Dios y el rechazo de los hombres! Todo el vivir de Cristo en sus treinta y tres años fue una expresión amorosa
de la vivencia y tragedia que tenía en su alma en deseos incontenibles de comunicarse. Y por eso la Eucaristía, la crucifixión y la muerte de Cristo con su resurrección gloriosa son la expresión deletreada del amor de Dios al hombre, que, llegando en su necesidad incontenible hasta el extremo, ardiendo en deseos, como Palabra infinita, de expresarnos y comunicarnos su
misión, todo su ser dehombre reventó en sangre por todos sus poros en Getsemaní, explicándonos por todo su ser hasta dónde y cómo ama Dios cuando ama, y hasta dónde y cómo es capaz de expresarse el Amor Infinito cuando habla.

Así se te ha dado Dios en su amor infinito, a través de Cristo, en romance de amor. ¿Qué hará tu amor ante la Donación infinita que se hizo palabra para que tú le recibieras, le escucharas y fueras capaz de amarle y vivirle?"

Aunque Jesús siempre necesita nuestra compañía, cuanto más la noche del Jueves al Viernes Santo:

"María y José consolaron, en la medida de su capacidad, al Cristo del Padre. Pero ¿quién podrá penetrar la hondura, casi infinita, de la tragedia desamparadora y solitaria de la Luz no recibida...? Jesús, que, en su divinidad, como Verbo, sigue siendo el Eterno Acompañado en unión trinitaria -ya que donde mora una divina Persona moran las otras dos-, bajo el peso de la terribilidad espantosa de todos los pecados cayendo sobre Él, se sentía en la tierra el Solitario, el Desamparado, el Incomprendido. ¡Mi divino Solitario...! ¡El Solo...! ¡El que pasa su destierro en la soledad más terrible y espantosa por la ingratitud y el desamor de los suyos...! 

"Vino a los suyos y los suyos no le recibieron".
El Solo, con la terrible responsabilidad de la carga de todos los pecados que, al oponerse contra la santidad infinita del serse del Ser, han cerrado la puerta del Hogar divino, el cual será, por Cristo, nuestro solaz y nuestra mansión eterna. Si penetráramos en la hondura profunda de Cristo veríamos su escalofriante soledad. Jesús, ¡Tú sí que eres el Solo en país extraño... Te veo caminar, rodeado de las muchedumbres, en la amargura triste de tu alma solitaria...¡Oh, Jesús!, ante la vista de todos, pasaste por la tierra siendo el acompañado. Pero ante la mirada penetrante y purísima de tu Madre Inmaculada, que intuía en tu profundidad, eres vislumbrado en la soledad solitaria de tu alma santísima."



Autora: Trinidad de la Santa Madre Iglesia

DESCUBRIR LO BUENO


Descubrir lo bueno


Ten ojos para lo positivo, no te detengas únicamente en lo negativo. Elimina el pesimismo y el derrotismo, considerando los aspectos positivos de la realidad. Si te acostumbras a ver siempre  el lado positivo de las cosas, en las dificultades, te superarás con más facilidad; si te enfermas, sabrás luchar con fe; y si cometes algún error te sobrepondrás con decidida voluntad.
                
Hay más cosas buenas de las que tú crees; quizá no las sabes descubrir. No te dejes engañar por la propaganda ni por el ruido, pues, si el ruido hace mucho daño y poco bien, el bien hace mucho provecho y poco ruido. El acto criminal, será publicado como noticia, el acto de virtud no será ni mencionado ni valorado, porque se lo desconoce. Ese cartero que soporta el calor y el cansancio al recorrer las calles, la telefonista que atiende con eficiencia los llamados, el colectivero amable y paciente con los pasajeros, la madre que atiende a su niño enfermo, el padre que desgasta sus fuerzas por los suyos; esos y miles más, están haciendo actos buenos pero nadie se fija en ellos. Es preciso mirarlos, descubrirlos, valorarlos.

Las tareas sencillas y cotidianas son realmente responsabilidades simples; pero, ser fieles al quehacer de cada día es algo importante. La felicidad humana generalmente no se logra con acciones de especial relevancia, que pueden acontecer muy raras veces, sino en ese sencillo deber que realizas todos los días con mucho amor. Valorízalo en ti y en los demás.


* Enviado por el P. Natalio

16 PELÍCULAS RECOMENDADAS PARA SEMANA SANTA


16 películas recomendadas para Semana Santa
Por Abel Camasca


 (ACI).- Semana Santa es un tiempo propicio para conocer y reflexionar más sobre el sentido de ser cristianos y qué mejor si es con la ayuda de una buena película. A continuación 16 filmes con claves de fe que marcaron y cambiaron la vida de muchos de sus espectadores.

Risen (2016)

Iniciamos la lista con un filme que se estrenará durante la Semana Santa del presente año en América Latina. Según Sony, "Risen" presenta "la épica historia bíblica de la Resurrección narrada a través de los ojos de un agnóstico. Clavius (Joseph Fiennes), un poderoso centurión romano, y su edecán Lucius (Tom Felton), reciben la misión de resolver el misterio de lo que ocurrió con Jesús en las semanas siguientes a la crucifixión para desmentir los rumores de un Mesías que resucitó y evitar una revuelta en Jerusalén".


La Pasión de Cristo (2004)

Es una adaptación de los últimos días de Jesucristo realizada por Mel Gibson. Rodada en latín y en arameo, idiomas que habló Jesús, y proyectada en todo el mundo en versión original por deseo del director, la película atrajo la atención de todos por la crudeza y realismo de sus imágenes.


Ben Hur (1959)

William Wyler firmó una épica superproducción protagonizada por Charlton Heston, Stephen Boyd y Jack Hawkins que obtuvo once premios Oscar. Una historia de dos viejos amigos que se enfrentan y en la que no se muestra el rostro de Jesucristo, aunque su presencia marcará toda la vida de Judá Ben-Hur.


Jesús de Nazareth (1977)

Aunque se trata de una miniserie de televisión y no una película, la obra de Franco Zeffirelli es quizás el mejor relato global del nacimiento, obra y muerte de Jesucristo. El Beato Pablo VI, tras visionar esta producción, recibió en audiencia al director de cine Franco Zefirelli, y le agradeció por esta obra de la vida del Señor.


Los Diez Mandamientos (1956)

Charlton Heston vuelve a aparecer con la adaptación del pasaje de Moisés y Los Diez Mandamientos que dirigió el legendario Cecil B. DeMille. Una colosal superproducción de proporciones bíblicas: casi cuatro horas de duración.


Quo Vadis? (1951)

El título significa en latín “¿A dónde vas?” y se refiere a las palabras de Pedro cuando se encuentra con Cristo en la Vía Apia. La cinta muestra el amor de un soldado romano por una joven doncella, integrante del primer grupo de cristianos en Roma, y que será puesto a prueba después que Nerón queme Roma y les eche la culpa a los cristianos.


Marcelino, pan y vino (1954)

Relata la historia de un niño huérfano que cambiará la vida y el nombre de los frailes. Con su inocencia y picardía se hará querer hasta por el propio Cristo en la cruz. Se llevó el Oso de Plata en el Festival de Berlín. En el 2013 se lanzó una nueva versión de esta obra.


La misión (1986)

El largometraje está situado en la época colonial de Sudamérica. Los valientes misioneros jesuitas buscan evangelizar a los indígenas, instruirlos y protegerlos de los tratantes de esclavos. Pero los planes políticos contra el trabajo de los jesuitas harán que los religiosos desencadenen una emotiva y dura muestra de fe.


Escarlata y negro (1983)

Refleja parte de lo que se vivió durante la ocupación nazi en Roma y las tensiones contra el Vaticano por refugiar judíos y perseguidos políticos de los alemanes. Un sacerdote, que salvó la vida de cientos de personas, estará en la mira de los altos oficiales nazis, pero no podrán tocarlo por estar dentro del territorio papal.


Cristiada (2012)

Película que describe la dramática e histórica persecución del gobierno mexicano contra la Iglesia Católica en la década de 1920’s. Muchos fieles fueron llevados al martirio, otros optaron por el camino de las armas, pero la fuerza de “¡Viva Cristo Rey!” hará resonar la verdad.


Un Dios prohibido (2013)

Narra el martirio de 51 miembros de la Congregación Claretiana durante la Guerra Civil Española. El hecho ocurrió en 1936 en la localidad de Barbastro, en Zaragoza. Ellos fueron beatificados por San Juan Pablo II en 1992.


Encontrarás dragones (2011)

Drama épico dirigido por Roland Joffé, ambientado en la Guerra Civil española, que narra la vida de San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. Ambientada en la época de la Guerra Civil Española, trata temas como la amistad, el amor, el odio, la traición, el perdón y la búsqueda del sentido de la vida.


De dioses y de hombres (2010)

Película francesa sobre unos monjes cristianos en Argelia que viven en armonía con la población musulmana hasta que estalla la guerra civil que azotó al país entre 1991 y 2002. Esta producción fue ganadora del Premio del Jurado y el Premio del Jurado Ecuménico del Festival de Cannes de 2010.


I am David (La fuerza del valor 2003)

Davis tiene 12 años que escapa de un campo de concentración nazi con la ayuda de Johannes, su amigo y protector. El pequeño deberá llegar a Dinamarca con un sobre sellado que le está prohibido abrir. Esta obra destaca la fuerza y el valor inquebrantable de un niño.


La última cima (2010)

Documental español basado en la vida del alegre P. Pablo Domínguez que murió en un accidente en una cima española, tras intentar salvar la caída de su acompañante. Esta obra refleja la profunda huella que puede dejar un buen sacerdote entre las personas.


El Príncipe de Egipto (1998)

Pensando en los más pequeños se incluye en la lista esta historia de Moisés que fue la primera película de animación tradicional producida y distribuida por Dreamworks, la productora creada por Steven Spielberg.


HOY ES UN BUEN DÍA PARA PEDIRLE PERDÓN A DIOS POR NUESTRAS OFENSAS


Hoy es un buen día para pedirle perdón por nuestras ofensas
Martes santo. Acompañar a Jesús con nuestra contrición y la búsqueda de la conversión.


Por: Card. James Francis Stafford 




Hoy es un día que podemos recordar cuando Jesús anuncia la traición de Judas. Acompañar a Jesús con nuestra contrición, con nuestra búsqueda de la conversión. Un buen día para pedirle perdón por nuestras ofensas, de hacer un buen examen de conciencia de nuestras traiciones grandes o pequeñas y de acudir al sacramento de la reconciliación.
A continuación presentamos una propuesta de examen de conciencia del Cardenal Stafford que puede servirte de apoyo en tu meditación de hoy.


Un examen de conciencia
“Al invitar a un examen de conciencia, la Iglesia sugiere ayudarse del Sermón de la montaña. Las palabras de Jesús son el texto representativo de la nueva Ley. La cruz es la imagen fundamental del discurso. El cuerpo desgarrado de Jesús es la luz que no fue derrotada por las tinieblas. La oscuridad del pecado nunca podrá suprimir la luz de la misericordia divina. Los penitentes disipan la oscuridad gracias a una confesión sincera de sus pecados.

Para que profundicéis vuestra compunción os propongo el siguiente examen:

¿Renuncio al orgullo, la envidia y la ambición, para seguir el camino de humildad de Jesús? ¿Soy dócil y abierto a la palabra de Dios? ¿Estoy dispuesto a dejarme juzgar por ella, en vez de juzgarla yo a ella? ¿Paso demasiado tiempo leyendo periódicos y revistas, viendo la televisión y navegando por internet? ¿Cuánto tiempo dedico a la meditación y a la lectura de la sagrada Escritura?

¿Soy pobre de espíritu? ¿He puesto mi felicidad en poseer bienes materiales? ¿He animado a los que dudaban o erraban a seguir lo verdadero y lo bueno?

¿He tenido la humildad de invocar la venida del reino de Dios y de no resistirme a ella?

¿He sentido hambre y sed de justicia?

¿He sido misericordioso, perdonando las ofensas de los demás?

¿He sido puro de corazón o he caído en la tentación dela doblez?

¿Me he esforzado por llevar la paz, actuando como auténtico hijo de Dios?

¿He recibido las cosas buenas como dones de Dios con profundo sentido de gratitud? ¿He aceptado con paciencia las cosas malas que me han pasado?

¿He practicado la justicia, que regula mis relaciones con los demás y tiene como finalidad la instauración de la paz?

En mi trabajo y en el desempeño de mis responsabilidades civiles y políticas, ¿he reconocido que la perfección de todas las bienaventuranzas reside en la aceptación de la persecución por el bien del reino de Dios?

¿He seguido los preceptos de la nueva justicia que Jesús menciona después de las bienaventuranzas, es decir, los preceptos del ayuno, la oración y el perdón?

Reunidos en torno a la tumba del apóstol san Pedro, recordemos que su amor a Jesús fue el motivo por el cual lloró, arrepentido, y decidió obedecer sus mandamientos. También los penitentes deberían esforzarse por cumplir los mandamientos sólo por amor. Basta para ello la revelación del corazón traspasado de Jesús. (...) Nada es necesario, excepto el amor de Jesús. Todo lo demás es consecuencia.”


LAVARME TÚ A MI LOS PIES?


lunes, 21 de marzo de 2016

ORACIÓN PARA COLOCAR EN EL HOGAR LAS PALMAS DEL DOMINGO DE RAMOS


Oración para colocar en el hogar las palmas del Domingo de Ramos

 (ACI).- Este domingo inicia la Semana Santa con la celebración del Domingo de Ramos, donde recordamos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén entre palmas y ramos de olivo. La liturgia de las palmas anticipa el triunfo de la resurrección.



A continuación, una oración para colocar las palmas benditas en casa:

Bendice, Señor, nuestro hogar.
Que tu Hijo Jesús y la Virgen María reinen en él.
Danos paz, amor y respeto,
para que respetándonos y amándonos
los sepamos honrar en nuestra vida familiar,
sé Tú, el Rey en nuestro hogar.
Amén.

ID TRAS LAS HUELLAS DE CRISTO


Id tras las huellas de Cristo
Lunes santo. La vida no es un camino incierto y sin destino fijo, sino que conduce a Cristo


Por: SS Benedicto XVI | Fuente: www.la-oracion.com 




En este día se conmemora el inicio de la Pasión de Cristo y recordamos hechos como la unción de Betania. Un día para buscar consolar el Corazón de Cristo con el perfume de nuestro amor, de nuestro ofrecimiento, de nuestra opción por él y seguimiento a ejemplo de María de Betania.
Este texto de Benedicto XVI es una invitación a hacer esta opción firme por Cristo y a contemplar su amor marcado por el signo de la cruz.

Id tras Cristo
"Id tras las huellas de Cristo. Él es vuestra meta, vuestro camino y también vuestro premio. En el lema que he escogido para la Jornada de Madrid, el apóstol Pablo invita a caminar, «arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe» (Col 2,7). La vida es un camino, ciertamente. Pero no es un camino incierto y sin destino fijo, sino que conduce a Cristo, meta de la vida humana y de la historia. Por este camino llegaréis a encontraros con Aquel que, entregando su vida por amor, os abre las puertas de la vida eterna. Os invito, pues, a formaros en la fe que da sentido a vuestra vida y a fortalecer vuestras convicciones, para poder así permanecer firmes en las dificultades de cada día.
Os exhorto, además, a que, en el camino hacia Cristo, sepáis atraer a vuestros jóvenes amigos, compañeros de estudio y de trabajo, para que también ellos lo conozcan y lo confiesen como Señor de sus vidas. Para ello, dejad que la fuerza de lo Alto que está dentro de vosotros, el Espíritu Santo, se manifieste con su inmenso atractivo. Los jóvenes de hoy necesitan descubrir la vida nueva que viene de Dios, saciarse de la verdad que tiene su fuente en Cristo muerto y resucitado y que la Iglesia ha recibido como un tesoro para todos los hombres.
(…)
En estos días tan hermosos de la Semana Santa, que ayer iniciamos, os aliento a contemplar a Cristo en los misterios de su pasión, muerte y resurrección. En ellos hallaréis lo que supera toda sabiduría y conocimiento, es decir, el amor de Dios manifestado en Cristo. Aprended de Él, que no vino «a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos» (Mc 10,45). Éste es el estilo del amor de Cristo, marcado con el signo de la cruz gloriosa, en la que Cristo es exaltado, a la vista de todos, con el corazón abierto, para que el mundo pueda mirar y ver, a través de su perfecta humanidad, el amor que nos salva.
La cruz se convierte así en el signo mismo de la vida, pues en ella Cristo vence el pecado y la muerte mediante la total entrega de sí mismo. Por eso, hemos de abrazar y adorar la cruz del Señor, hacerla nuestra, aceptar su peso como el Cireneo para participar en lo único que puede redimir a toda la humanidad (cf. Col 1,24). En el bautismo habéis sido marcados con la cruz de Cristo y le pertenecéis totalmente. Haceos cada vez más dignos ella y jamás os avergoncéis de este signo supremo del amor.”

FRAGMENTO DEL DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI A LOS JÓVENES, Lunes Santo, 6 de abril de 2006.

DOMINGO DE RAMOS CON PAPA FRANCISCO


domingo, 20 de marzo de 2016

IMÁGENES DE DOMINGO DE RAMOS








LOS CINCO MINUTOS DE DIOS: DOMINGO DE RAMOS 20 DE MARZO


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Marzo 20


Todo extremismo es vicioso; ni a la derecha, ni a la izquierda; el equilibrio es más justo y más sano; la virtud está en el medio.
Puedes pecar por exceso de optimismo o, por deficiencia, en el pesimismo; pero si no puedes o no sabes guardar el justo equilibrio de un sano realismo es preferible que te inclines por el optimismo.
Al fin, siempre será más agradable presentar la vida "en colores" que en blanco y negro; siempre es más simpático esparcir sonrisas que presentar entrecejos; es más atrayente la tarde soleada y serena que la tormenta asoladora o la noche silbante.

La prudencia es la virtud que gobierna todas las demás virtudes.
Por la prudencia todas las demás virtudes guardan el debido equilibrio y por eso siguen siendo virtudes, ya que todo extremo es vicioso. “Feliz el hombre que ha encontrado la sabiduría y el que alcanza la prudencia” (Prov 3,13). “La prudencia es la fuente de la vida para el que la tiene, el castigo de los necios es la necedad”  (Prov 16,22). Con nuestra fe conocemos que Jesús es Dios y Hombre; y aprendemos a luchar y a trabajar por su Nombre.


* P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY: DOMINGO 20 DE MARZO DEL 2016 - DOMINGO DE RAMOS


Día litúrgico: Domingo de Ramos (C)


Texto del Evangelio (Lc 22,14—23,56): Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos, y les dijo: «He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que se cumpla en el Reino de Dios». Y tomando una copa, dio gracias y dijo: «Tomad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios». 

Y tomando pan, dio gracias; lo partió y se lo dio diciendo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía». Después de cenar, hizo lo mismo con la copa diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros. Pero mirad: la mano del que me entrega está con la mía en la mesa. Porque el Hijo del Hombre se va según lo establecido; pero ¡ay de ése que lo entrega!».

Ellos empezaron a preguntarse unos a otros quién de ellos podía ser el que iba a hacer eso. Los discípulos se pusieron a disputar sobre quién de ellos debía ser tenido como el primero. Jesús les dijo: «Los reyes de los gentiles los dominan y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Vosotros no hagáis así, sino que el primero entre vosotros pórtese como el menor, y el que gobierne, como el que sirve. Porque, ¿quién es más, el que está en la mesa o el que sirve?, ¿verdad que el que está en la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve. Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo os transmito el Reino como me lo transmitió mi Padre a mí: comeréis y beberéis a mi mesa en mi Reino, y os sentaréis en tronos para regir a las doce tribus de Israel».

Y añadió: «Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te recobres, da firmeza a tus hermanos». Él le contestó: «Señor, contigo estoy dispuesto a ir incluso a, la cárcel y a la muerte». Jesús le replicó: «Te digo, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes que tres veces hayas negado conocerme». 

Y dijo a todos: «Cuando os envié sin bolsa ni alforja, ni sandalias, ¿os faltó algo?». Contestaron: «Nada». Él añadió: «Pero ahora, el que tenga bolsa que la coja, y lo mismo la alforja; y el que no tiene espada que venda su manto y compre una. Porque os aseguro que tiene que cumplirse en mí lo que está escrito: ‘Fue contado con los malhechores’. Lo que se refiere a mí toca a su fin». Ellos dijeron: «Señor, aquí hay dos espadas». Él les contestó: «Basta».

Y salió Jesús como de costumbre al monte de los Olivos, y lo siguieron los discípulos. Al llegar al sitio, les dijo: «Orad, para no caer en la tentación». Él se arrancó de ellos, alejándose como a un tiro de piedra y arrodillado, oraba diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí ese cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya». Y se le apareció un ángel del cielo que lo animaba. En medio de su angustia oraba con más insistencia. Y le bajaba el sudor a goterones, como de sangre, hasta el suelo. Y, levantándose de la oración, fue hacia sus discípulos, los encontró dormidos por la pena, y les dijo: «¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para no caer en la tentación».

Todavía estaba hablando, cuando aparece gente: y los guiaba el llamado Judas, uno de los Doce. Y se acercó a besar a Jesús. Jesús le dijo: «Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?». Al darse cuenta los que estaban con él de lo que iba a pasar, dijeron: «Señor, ¿herimos con la espada?». Y uno de ellos hirió al criado del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Jesús intervino diciendo: «Dejadlo, basta». Y, tocándole la oreja, lo curó. Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los oficiales del templo, y a los ancianos que habían venido contra Él: «¿Habéis salido con espadas y palos a la caza de un bandido? A diario estaba en el templo con vosotros, y no me echasteis mano. Pero ésta es vuestra hora: la del poder de las tinieblas».

Ellos lo prendieron, se lo llevaron y lo hicieron entrar en casa del sumo sacerdote. Pedro lo seguía desde lejos. Ellos encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor y Pedro se sentó entre ellos. Al verlo una criada sentado junto a la lumbre, se le quedó mirando y le dijo: «También éste estaba con Él». Pero él lo negó diciendo: «No lo conozco, mujer». Poco después lo vio otro y le dijo: «Tú también eres uno de ellos». Pedro replicó: «Hombre, no lo soy». Pasada cosa de una hora, otro insistía: «Sin duda, también éste estaba con Él, porque es galileo». Pedro contestó: «Hombre, no sé de qué hablas». Y estaba todavía hablando cuando cantó un gallo. El Señor, volviéndose, le echó una mirada a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra que el Señor le había dicho: «Antes de que cante hoy el gallo, me negarás tres veces». Y, saliendo afuera, lloró amargamente. 

Y los hombres que sujetaban a Jesús se burlaban de Él dándole golpes. Y, tapándole la cara, le preguntaban: «Haz de profeta: ¿quién te ha pegado?». Y proferían contra Él otros muchos insultos. 

Cuando se hizo de día, se reunió el senado del pueblo, o sea, sumos sacerdotes y letrados, y, haciéndole comparecer ante su Sanedrín, le dijeron: «Si tú eres el Mesías, dínoslo». Él les contestó: «Si os lo digo, no lo vais a creer; y si os pregunto no me vais a responder. Desde ahora el Hijo del Hombre estará sentado a la derecha de Dios todopoderoso». Dijeron todos: «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?». Él les contestó: «Vosotros lo decís, yo lo soy». Ellos dijeron: «¿Qué necesidad tenemos ya de testimonios? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca».

El senado del pueblo o sea, sumos sacerdotes y letrados, se levantaron y llevaron a Jesús a presencia de Pilato. Y se pusieron a acusarlo diciendo: «Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a que se paguen tributos al César, y diciendo que Él es el Mesías rey». Pilato preguntó a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?». Él le contestó: «Tú lo dices». Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la turba: «No encuentro ninguna culpa en este hombre». Ellos insistían con más fuerza diciendo: «Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí». Pilato, al oírlo, preguntó si era galileo; y al enterarse que era de la jurisdicción de Herodes se lo remitió. Herodes estaba precisamente en Jerusalén por aquellos días. 

Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento; pues hacía bastante tiempo que quería verlo, porque oía hablar de Él y esperaba verlo hacer algún milagro. Le hizo un interrogatorio bastante largo; pero Él no le contestó ni palabra. Estaban allí los sumos sacerdotes y los letrados acusándolo con ahínco. Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de Él; y, poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes se llevaban muy mal. 

Pilato, convocando a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, les dijo: «Me habéis traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; y resulta que yo le he interrogado delante de vosotros, y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas que le imputáis; ni Herodes tampoco, porque nos lo ha remitido: ya veis que nada digno de muerte se le ha probado. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré». Por la fiesta tenía que soltarles a uno. Ellos vociferaron en masa diciendo: «¡Fuera ése! Suéltanos a Barrabás». A éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio. Pilato volvió a dirigirles la palabra con intención de soltar a Jesús. Pero ellos seguían gritando: «¡Crucifícalo, crucifícalo!». Él les dijo por tercera vez: «Pues, ¿qué mal ha hecho éste? No he encontrado en Él. ningún delito que merezca la muerte. Así es que le daré un escarmiento y lo soltaré». Ellos se le echaban encima pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo el griterío. Pilato decidió que se cumpliera su petición: soltó al que le pedían (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su arbitrio. 

Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, qué volvía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevase detrás de Jesús. Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por Él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán: ‘Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado’. Entonces empezarán a decirles a los montes: ‘Desplomaos sobre nosotros’, y a las colinas: ‘Sepultadnos’; porque si así tratan al leño verde, ¿qué pasará con el seco?».

Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con Él. Y cuando llegaron al lugar llamado "La Calavera", lo crucificaron allí, a Él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte. El pueblo estaba mirando. Las autoridades le hacían muecas diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si Él es el Mesías de Dios, el Elegido». Se burlaban de Él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos».

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro le increpaba: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino». Jesús le respondió: «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso». 

Era ya eso de mediodía y vinieron las tinieblas sobre toda la región, hasta la media tarde; porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu». Y dicho esto, expiró.

El centurión, al ver lo que pasaba, daba gloria a Dios diciendo: «Realmente, este hombre era justo». Toda la muchedumbre que había acudido a este espectáculo, habiendo visto lo que ocurría, se volvían dándose golpes de pecho. Todos sus conocidos se mantenían a distancia, y lo mismo las mujeres que lo habían seguido desde Galilea y que estaban mirando. 

Un hombre llamado José, que era senador, hombre bueno y honrado (que no había votado a favor de la decisión y del crimen de ellos), que era natural de Arimatea y que aguardaba el Reino de Dios, acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y, bajándolo, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca, donde no habían puesto a nadie todavía. Era el día de la Preparación y rayaba el sábado. Las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea fueron detrás a examinar el sepulcro y cómo colocaban su cuerpo. A la vuelta prepararon aromas y ungüentos. Y el sábado guardaron reposo, conforme al mandamiento.

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«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen»
Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM 
(Barcelona, España)
Hoy leemos el relato de la pasión según san Lucas. En este evangelista, los ramos gozosos de la entrada en Jerusalén y el relato de la pasión están en relación mutua, aunque el primer paso suene a triunfo y el segundo a humillación.

Jesús llega a Jerusalén como rey mesiánico, humilde y pacífico, en actitud de servicio y no como un rey temporal que usa y abusa de su poder. La cruz es el trono desde donde reina (no le falta la corona real), amando y perdonando. En efecto, el Evangelio de Lucas se puede resumir diciendo que revela el amor de Jesús manifestado en la misericordia y el perdón.

Este perdón y esta misericordia se muestran durante toda la vida de Jesús, pero de una manera eminente se hacen sentir cuando Jesús es clavado en la cruz. ¡Qué significativas resultan las tres palabras que, desde la cruz, escuchamos hoy de los labios de Jesús!:

—Él ama y perdona incluso a sus verdugos: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34).

—Al ladrón de su derecha, que le pide un recuerdo en el Reino, también lo perdona y lo salva: «Hoy estarás conmigo en el Paraíso» (Lc 23,43).

—Jesús perdona y ama sobre todo en el momento supremo de su entrega, cuando exclama: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23,46).

Ésta es la última lección del Maestro desde la cruz: la misericordia y el perdón, frutos del amor. ¡A nosotros nos cuesta tanto perdonar! Pero si hacemos la experiencia del amor de Jesús que nos excusa, nos perdona y nos salva, no nos costará tanto mirar a todos con una ternura que perdona con amor, y absuelve sin mezquindad.

San Francisco lo expresa en su Cántico de las Criaturas: «Alabado seas, oh Señor, por aquellos que perdonan por tu amor».

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«¡Bendito el que viene en nombre del Señor! (Lc 19,38)»
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench 
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)


Hoy, la Misa comienza con la bendición de las palmas y la procesión de ingreso en el templo. Así, el Domingo de Ramos rememora la entrada "triunfal" de Cristo-Rey en la Ciudad Santa, pocos días antes de su Pasión. Es su última y definitiva subida a Jerusalén: este ascenso terminará en la Cruz. Pocos días antes, el Maestro resucitó a Lázaro y en la ciudad había una gran expectación.

Hoy Jesús se nos presenta en su condición de Rey. Esta vez sí que Él permite que las gentes le aclamen como Rey. El Viernes Santo confirmará su condición real ante Poncio Pilatos, máxima autoridad civil del lugar. Pero su reinado no es mundano. Así se lo hizo saber al gobernador, y así nos lo enseña hoy. 

En efecto, Él es Rey de los pobres: llega «montado sobre un borrico», tal como había anunciado el profeta Zacarías (Za 9,9). «No llega en una suntuosa carroza real, ni a caballo, como los grandes del mundo, sino en un asno prestado» (Benedicto XVI). Y es que Dios siempre actuó con suavidad: cuando llegó al mundo (un establo, un pesebre, unos pañales); cuando se "marchó" del mundo (un asno, una cruz, un sepulcro). Todo con suma delicadeza, como para no asustarnos ni incomodar nuestra libertad.

Con este Rey se «anunciará la paz a las naciones» y «serán rotos los arcos de guerra» (Za 9,10). Sí, Cristo convertirá la cruz en "arco roto": la Cruz ya no servirá como instrumento de tortura, burla y ejecución, sino como trono desde el cual reinar dando la vida por los demás.

Finalmente, las multitudes le reciben aclamándole: «¡Bendito el Rey que viene en nombre del Señor!» (Lc 19,38). Aquel día debieron ser algunos miles; en el siglo XXI somos muchos millones las voces que «de mar a mar, hasta los confines de la tierra» (Za 9,10) le entonamos en el "Sanctus" de la misa: «Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo».

UNA REFLEXIÓN PARA EL DOMINGO DE RAMOS


Reflexión para el Domingo de Ramos
Con el Domingo de Ramos iniciamos la Semana Santa, es hora de completar la conversión personal a la que Jesús nos invita en cada Cuaresma.


Por: Hna. Francisca Sierra Gómez | Fuente: Alforjas de Pastoral 




No podemos empezar esta reflexión sin dirigirnos directamente a Jesús, y lo vamos a hacer ya: "Jesús, quiero pedirte luz, sentimientos, sensibilidad para comprender lo que pasaste cuando entraste triunfalmente en Jerusalén. Hoy quiero comprender el porqué de lo que hiciste y el porqué de tu llanto. Por eso te pido que sepa estar atenta y no perderme ningún momento de esta escena".

Leamos con muchísima atención, lo que nos narra el Evangelio de Lucas, en el capítulo 19, versículo 29-44, y en el capítulo 13,34-35:

Dicho esto, caminaba delante de ellos subiendo a Jerusalén. Cuando ya estaba cerca de Betfagé y Betania, junto al Monte llamado de los Olivos, envió a dos discípulos diciendo: "Id a la aldea de enfrente. Al entrar, encontraréis un borriquillo atado sobre el que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Si alguno os pregunta por qué lo desatáis, le diréis así: "El Señor lo necesita". Los enviados fueron y lo encontraron tal como les había dicho. Mientras desataban el borriquillo, sus dueños les dijeron: "¿Por qué desatáis al borriquillo?". Ellos replicaron: "El Señor lo necesita". Y lo llevaron a Jesús. Y echando sus mantos sobre el borriquillo, montaron a Jesús. Mientras Él avanzaba, extendían sus mantos por el camino. Cerca ya de la bajada del Monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, llenos de alegría, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todos los prodigios que habían visto, exclamando: "¡Bendito el Rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!". Algunos fariseos de entre la multitud le dijeron: "¡Maestro, reprende a tus discípulos!". Él respondió: "Os digo que si éstos callan, gritarán las piedras". Al acercarse y ver la ciudad, lloró sobre ella diciendo: "Si supieras también tú en este día lo que te lleva a la paz... Pero ahora está oculto a tus ojos, porque vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de un vallado, te cercarán y te estrecharán por todas partes, y te aplastarán contra el suelo, a ti y a tus hijos que estén dentro de ti. Y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has conocido el tiempo de la visita que se te ha hecho.

Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados... ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como el ave a sus polluelos bajo las alas, y no quisisteis! Pues sabed que vuestra casa va a quedar desierta. Pero os digo que no me veréis hasta que llegue el día en que digáis "Bendito el que viene en nombre del Señor".
Faltan cinco días para celebrar la Pascua y Jesús, que está en Betania, decide hacer su entrada triunfal en la ciudad de Jerusalén. Prepara toda la comitiva y se dirigen hasta esta ciudad. Y cuando ya ha salido de Betania y se hallan enfrente de Betfagé, entonces ocurre un momento histórico y sorprendente: Jesús le dice a sus discípulos que vayan a la aldea que está enfrente, que cojan allí el pollino que está atado, que lo traigan; y cuando lo han traído ya, Él se monta sobre el pollino y empieza la comitiva hacia Jerusalén. Todo está perfecto. Cuando va entrando, toda la multitud que le ve entrar así, comienza a gritar: "¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna! ¡Hosanna al hijo de David!". Pero Jesús, al ver la ciudad, al ver todo lo que ha pasado en ella, todo lo que ha hecho en ella, todo el bien que ha hecho, todo lo que ha querido para ella... lloró. Y ese llanto fue como una espada de dolor en su corazón. Los sacerdotes, los escribas que ven toda esta multitud, critican a los discípulos y les reprenden: "¿Por qué hacen eso? ¿Por qué este tumulto?". Pero Jesús, una vez más se da cuenta de que no le reciben, de que no le quieren, y se vuelve otra vez a la aldea de Betania.

¡Qué escena tan sentimental y tan conmovedora! En plena oración con Jesús, vamos a sentir lo que Él sentía en estos momentos... En primer lugar, vemos un Jesús deseoso de ya llegar a su Pasión. Y como todos esperan una entrada triunfal, Él les va a manifestar cómo es su triunfo, cómo es su Reino. Y se monta sobre un pollino. Un pollino: este animal que era usado como el símbolo de la paz, de la mansedumbre, de la humildad. ¡Y qué suerte tuvo este borriquillo! -yo me pregunto muchas veces-, ¡qué suerte tuvo este borriquito que tuvo en él y se montó en él Jesús, y lo tuvo por trono! Me recuerda ese salmo 72 que dice: "Como un borriquito soy yo delante de ti, / pero estaré siempre a tu lado / porque Tú me has tomado de tu diestra". Qué salmo... y qué bonito, ¿no?... ver a Jesús también así. ¡Y qué suerte si yo pudiera llevar a Jesús en mi trono!

Y continuamos y vemos a Jesús que, al divisar la ciudad de Jerusalén, y ver toda esa multitud que realmente sale y le aclama y le dice: "¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene!" -los niños, con palmas, con todo-, vio la falsedad de toda esta multitud. Qué forma de aclamarle: "¡Hosanna!", cuando a los pocos días: "¡Crucifícale! ¡Crucifícale!". Y me hace pensar muchas veces en mi propia historia, que tan pronto estoy aclamando, como estoy haciendo daño. Y esto le duele a Jesús. Es la historia de mi vida, es la historia de la misericordia de Dios sobre mí. Y cuando Jesús ve y divisa Jerusalén, cuando Jesús divisa mi vida, llora y me dice: "¡Jerusalén, Jerusalén, Jerusalén... cuántas veces he querido recogerte! ¿Cuántas veces te he querido cubrir como el ave o la gallina cubre a sus hijos debajo de sus alas, y tú no has querido?". ¡Cuánta rebeldía, Señor! La historia de mi vida se compone de todo esto... ¡Cuántas veces, Jesús, has pasado por mi vida y te has hecho el encontradizo! ¡Cuántas gracias ordinarias y extraordinarias he tenido en mi vida, y no me he dado cuenta! Y Tú, al verme, lloras y me dices: "Si te dieras cuenta... si tuvieras un corazón sensible... si tuvieras unos ojos abiertos para ver cómo Yo estoy actuando en tu vida...". Pero yo también te digo hoy: "Sé que mi historia, Jesús, es una historia de amor contigo, y que tu misericordia cubre todo..."

Hoy me quedo triste y viendo cómo Jesús llora y se lamenta. Dice el texto del Evangelio que cuando llegó cerca, al ver la ciudad, lloró por ella. Y lloró y se lamentó en alta voz. Y vio la desgracia que le ocurría y sollozó: "¡Ay de ti...!". El llanto tuyo, Jesús, me impacta. ¿Llorarás mucho sobre mi vida actual? ¿Llorarás al verme? ¿Te daré tanta pena?... Pero no, Jesús, yo no me quiero quedar ahí. Quiero saber que Tú me quieres, que entro en tu misericordia, que entro en tu amor. Y quiero ser, como decía antes, ese humilde borriquito. Que sólo sirva para eso, nada más: sólo sirva para llevarte. Y que ahí, con esas características, sencillamente, humildemente, pueda tenerte sobre mí.

Todo el texto de hoy, con un empiece de una semana de Pasión, me lleva a verte a ti, a sentirte, a quererte, a comprenderte. ¡Qué grande eres, Señor! Me figuro la escena, y estoy ahí... y veo la multitud que alaba, que grita, con palmas, los niños... Y te veo a ti, triste, acongojado, lamentándote, sollozando y diciendo: "¡Qué pena! Si se dieran cuenta de lo que está pasando en su vida... ¡Qué pena!". Y Tú también me miras a mí y me dices lo mismo: "Si te dieras cuenta de algo..., si te dieras cuenta de todo el amor que te tengo, si te dieras cuenta de cómo estoy trabajando tu vida y de cuántas gracias y de cuántos momentos y de cuántas actitudes estoy dándote y regalándote!".

En este encuentro nos quedamos así, pensando y encontrándonos con la mirada de Jesús: Jesús mira a Jerusalén, Jesús me mira a mí. Y en silencio, ahí, en la profundidad del amor, comprendemos el llanto de Jesús, el amor enorme, y lo que me dice: que me dé cuenta, que me despierte, que no grite "¡Hosanna!" y al rato "¡Crucifícale!". Y que le puedo crucificar continuamente, con mis palabras, con mis gestos, con mis acciones.

Señor, no quiero verte llorar sobre mi vida, y quiero ser humilde, buena, obediente, fiel. Haz, Señor, que mi vida no sea un llanto para ti, sino que sea una continua alabanza de tu amor y una continua alegría. Y que pueda decir "¡Hosanna, Jesús, porque me quieres! ¡Hosanna, porque me perdonas! ¡Hosanna, porque Tú eres mi Rey!". Y yo, como humilde borriquito, te llevaré en mi trono, Señor. Gracias.

EL DOMINGO DE RAMOS... LOS ESTADOS DE ÁNIMO DE JESÚS


El Domingo de Ramos...estado de ánimo de Jesús
La Pasión de Jesús. El primer día de la semana se pone Jesús en marcha hacia Jerusalén.


Por: P. Enrique Cases | Fuente: Catholic.net 




El comienzo
El primer día de la semana se pone Jesús en marcha hacia Jerusalén. "Caminaba delante de ellos" (Lc). Debían ser entre cincuenta y cien personas, contando hombres y mujeres, los que formaban la peregrinación. El primer kilómetro de subida transcurrió en silencio por parte de Jesús y con una progresiva animación de todos. Animados, pero vigilantes. No quieren que se dé un ataque por parte de los enemigos de Jesús. Están dispuestos a defenderle. Jesús calla, pues sabe bien lo que valen esas valentías, y cómo se va a necesitar mucho más en aquella batalla tan distinta de las que suelen suceder entre los hombres.

Al llegar a la cumbre de la pequeña pendiente de Betania hacia Jerusalén ocurre un hecho significativo. Se paran y habla Jesús, "al llegar a Betfagé, junto al Monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: Id a esa aldea que veis enfrente y encontraréis en seguida un asna atada, con su pollino al lado; desatadlos y traédmelos. Si alguien os dijera algo, respondedle que el Señor los necesita, y al momento los soltará. Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por medio del Profeta: ´Decid a la hija de Sión: He aquí que viene a tu Rey con mansedumbre, sentado sobre un asno, sobre un borrico, hijo de burra de carga"(Mt).

Los símbolos
Muchas cosas está diciendo Jesús con ese gesto. Diez siglos antes entró en la ciudad construida por David su hijo Salomón montado en un borrico. Las gentes de la ciudad aclamaron al hijo de David con gritos de hossana. Por otra parte la profecía de Zacarías dice que el Rey de Israel va a entrar en la ciudad del monte Sión montado en un pollino como rey de paz. El hecho de que sea un pollino, y no su madre, muestra lo novedad de los tiempos. La borrica simboliza al antiguo Israel, el pueblo de la Antigua Alianza. El pollino aún no montado por nadie es la montura real y mansa del rey de la nueva alianza. El lenguaje de los símbolos es claro para gentes acostumbradas a leer en ellos. Jesús monta y se reanuda lentamente el camino, que ya es descenso hacia Jerusalén.

La comitiva
"Los discípulos marcharon e hicieron como Jesús les había ordenado. Trajeron el asno y el pollino, pusieron sobre ellos los mantos y le hicieron montar encima". La comitiva crece. Era costumbre entre las gentes reunidas para la Pascua recibir con gritos y cánticos a los nuevos grupos que llegaban. Los acompañantes de Jesús también lo hacen. La figura de Jesús destaca en el conjunto. Las gentes se preguntan quién es el recién llegado. Los que le conocen lo dicen. Era conocido de muchos sus milagros en todas partes y su anuncio del reino de Dios. La resurrección de Lázaro ya había corrido de boca en boca. Muchos venían de Galilea o de otros lugares más frecuentados por el Señor. En aquellos momentos residían en Jerusalén unas cincuenta mil personas, a las que se añadía en campamentos alrededor de la ciudad cuatro veces más de peregrinos. El monte de los olivos estaba muy lleno de gente. De pronto, comienza un entusiasmo que va creciendo y "una gran multitud extendió sus propios mantos por el camino; otros cortaban ramas de árboles y las echaban por el camino; las multitudes que iban delante y detrás de él, clamaban diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!"(Mt). Es posible que en la mente de muchos, también de los discípulos, estuviese la idea de que por fin se decidía a manifestar claramente su mesianidad y su realeza. Se entusiasman, ponen su mantos a los pies del borriquillo, toman ramas agitándolas, y gritan contentos. Con el alboroto se corre más la voz. Y Jesús acepta la alabanza. En otras ocasiones había rechazado los entusiasmos del pueblo; ahora los quiere, es más: da pie a que se den. Está declarándose rey ante el pueblo en la misma Jerusalén.

La alabanza a Jesús como hijo de David se extiende al cielo en alabanza a Dios: "Hossanna en las alturas". Dios ha tenido misericordia del pueblo y les envía un liberador, un rey de paz y de justicia. ¡Alabado sea Dios!

En el camino
Avanza el grupo entre aclamaciones y le siguen muchos, que se arraciman en torno a Jesús. El avance es lento. La ciudad está a la vista. Entre el monte de los olivos y Jerusalén está el torrente de Cedrón. La vista es magnífica. Enfrente la mole grandiosa del Templo; al norte la torre Antonia donde está la guarnición romana dominando la ciudad; al lado opuesto el palacio de Herodes defendido por tres torres casi inexpugnables; en torno la doble muralla, que protegía la ciudad, palacios deslumbrantes en el monte Sión y casas apiñadas con callejas estrechas. El Templo domina todo con sus murallas ciclópeas, (una auténtica maravilla) con sus puertas monumentales, torres y enormes explanadas, y cubierto de plata y mármol, como una montaña de nieve llena de luz aquella mañana de primavera. Un grito de admiración sale de los peregrinos cuando se comienza a ver el Templo.

Jesús llora
Ante este espectáculo Jesús se detiene, fija su vista en la ciudad y en el Templo, y, ante la sorpresa de todos, llora diciendo: "¡Si conocieras también tú en este día lo que te lleva a la paz!; sin embargo, ahora está oculto a tus ojos. Porque vendrán días sobre ti en que no solo te rodearán tus enemigos con vallas, y te cercarán y te estrecharán por todas partes, sino que te aplastarán contra el suelo a ti y a tus hijos que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has conocido el tiempo de la visita que se te ha hecho"(Lc). Pocos días antes, había llorado Jesús ante la tumba de su amigo Lázaro, porque lo amaba. Ahora llora porque ama a la ciudad Santa, ama a los hombres y a la patria donde ha nacido. Pero ve la realidad, ve la ruina que va a caer sobre ella. En el año 70, después de una rebelión promovida por los celotas, los romanos, guiados por Tito, la cercarán, y pondrán precisamente sus fortificaciones en el monte de los olivos. La batalla fue terrible y el Templo será destruido por completo. En el año 135 ante una nueva rebelión encabezada por Bar Kochba, el emperador Claudio mandó la total destrucción de la ciudad hasta los cimientos, y mandó construir en su lugar una ciudad romana que llamó Aelia Capitolina. Jesús sabe que estos hechos serán duros y terribles. Serán un castigo por la dureza de corazón que va a manifestar especialmente estos días, en que no ha sabido reconocer la paz que viene del cielo. Los que le rodean le aclaman, pero Él sabe bien el valor de lo que tiene delante de los ojos.

Los fariseos
En aquellos momentos "Algunos fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. Él les respondió: Os digo que si éstos callan gritarán las piedras"(Lc). Aquellos hombres no pueden aguantar las aclamaciones a Jesús. Quizá, piensan, se produzca ya el movimiento de masas tan temido, y que Jesús pase de su apostolado con pequeños grupos a uno de masas, llegando a arrastrar a toda la población. Sabemos el odio de muchos de ellos a Jesús y la negación de su mesianidad y de su filiación divina. Más adelante dirán entre sí: "Veis que no adelantamos nada. Todo el mundo se va detrás de Él"(Jn). Las aclamaciones siguen en el Templo a la indignación de los fariseos se unen los escribas y los saduceos. Es de notar que en el Templo los hosanna los decían sobre todo los niños, por eso se quejan al Señor: "¿No oyes lo que dicen éstos? Jesús les contestó: Sí. ¿No habéis leído nunca que de la boca de los pequeñitos y de los niños de pecho te has hecho alabar?"(Mt). Lo alaban como Rey descendiente de David, como había sido vaticinado. Aquellos hombres rechazan su testimonio.

Jesús llega a la ciudad, cura a enfermos y enseña
Jesús entró en la ciudad por la puerta Dorada, cerca del Templo. Allí "se le acercaron unos ciegos y cojos y los curó"(Mt). Después de esto "enseñaba a diario en el Templo y los príncipes de los sacerdotes y los escribas, con los jefes del pueblo, querían matarlo. Pero no veían cómo lo realizarían, porque todo el pueblo estaba pendiente de sus labios" (Lc). No podían provocar una revuelta. Pero una vez más Jesús tampoco aprovecha su éxito para conseguir una meta política. Habría podido aprovechar las aclamaciones de la multitud y con gentes dispuestas a todo, que las tenía, hacer grupos de activistas, tomar el poder y hacer valer su ley, superando los abusos religiosos y económicos de los poderosos. Pero no lo hace así, sigue con la predicación, deja que se serenen los ánimos, y al caer la tarde, después de examinarlo todo, vuelve a Betania con los Doce y los demás. A los ojos de algunos parece que no explota el éxito de su aclamación como rey, y de hecho, no actúa como un aspirante a un reinado humano.

Llega la hora de la glorificación
Aquella tarde sucedió algo que llenó de entusiasmo a Jesús y nos revela su mente en aquél día. Se trata de unos gentiles que quieren ver a Jesús. "Entre los que subieron a adorar a Dios en la fiesta había algunos griegos; éstos se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le rogaban diciendo: Señor, queremos ve

r a Jesús. Fue Felipe y se lo dijo a Andrés, y Andrés y Felipe fueron y se lo dijeron a Jesús. Jesús les contestó: Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre"(Jn). Se alegra Jesús con los primeros frutos de fe en aquellos que vivían lejos del pueblo elegido. Pero lo central en su pensamiento y su corazón es la cercanía de su muerte y la gloria del Padre. Por eso dice: "En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no muere al caer en tierra, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto. El que ama su vida la perderá, y el que aborrece su vida en este mundo, la guardará para la vida eterna. Si alguien me sirve que me siga, y donde yo estoy allí estará también mi servidor; si alguien me sirve, el Padre le honrará". Grano de trigo que muere, fecundidad tras el morir, ser el siervo de Yavé que lleva sobre sí los pecados y la muerte, fecundidad unida al sacrificio.

El estado de ánimo de Jesús
¿Y cual era el estado de ánimo de Jesús? Él mismo lo dice: "Ahora mi alma está turbada". Sentimiento de dolor, de angustia, de preocupación, de conciencia de lo que va suceder. Hay lucha en su interior. Pero se crece ante esta turbación de su alma; "y ¿qué diré?: ¿Padre, líbrame de esta hora?". No quiere la liberación del dolor, quiere la liberación del pecado. Sabe que éste es el momento crucial de la entrega y el sentido de su vocación. Sabe que es el mediador único, el sacerdote de la nueva alianza, y añade: "sí; para eso vine a esta hora. ¡Padre, glorifica tu nombre!". Es un grito que sale del alma, es una oración externa de lo que bulle intensamente en su interior. Quiere la gloria del Padre por encima de todo. Y entonces el Padre responde, y "vino una voz del cielo: Lo he glorificado y de nuevo lo glorificaré"(Jn). La gloria con que había de glorificar al Hijo es su unión total; la gloria que vendrá será la nueva vida resucitada.

El juicio de este mundo
"La multitud que estaba presente, decía: Ha sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha hablado. Jesús respondió: Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora es el juicio de este mundo, ahora el príncipe de este mundo va a ser arrojado fuera. Y yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí. Decía esto señalando de qué muerte iba a morir"(Jn). La cruz se anuncia cada vez más clara en sus palabras: el pecado y el diablo van a ser vencidos del único modo que ellos no pueden deformar: con la humildad y el amor. "La multitud le replicó: Nosotros hemos oído en la Ley que el Cristo permanece para siempre; entonces, ¿cómo dices tú: Es necesario que sea levantado el Hijo del Hombre? ¿Quién es este Hijo del Hombre?". Muerte y vida parecen inconciliables. El Cristo vive para siempre, pero quiere pasar por la muerte; éste va a ser el hecho central de aquellos momentos. Aceptar esto va ser el centro de la fe; el eje para acceder a la inteligencia de Dios mismo y de su enviado Jesucristo. "Jesús les dijo: Todavía por un poco de tiempo está la luz entre vosotros. Caminad mientras tenéis la luz, para que las tinieblas no os sorprendan; pues el que camina en tinieblas no sabe a dónde va. Mientras tenéis la luz, creed en la luz para que seáis hijos de la luz. Jesús les dijo estas cosas, se marchó y se ocultó de ellos"(Jn). Las tinieblas lo llenarán todo dentro de poco. No deben confiar sólo en sus propias luces, deben crecer en la fe, entrar en la sabiduría de Dios, en la sabiduría de la cruz. La falta de visión sobrenatural llevará a no entender nada y huir de aquel amor total.

Jesús calla
Acaba el día y Jesús desanda el camino de Jerusalén a Betania. El silencio llena los corazones. Alegría por los hosannas, pero sorpresa por la vuelta silenciosa. Jesús calla. Durante aquella noche seguirá hablándoles del sentido de todo lo que está pasando, para que entiendan. Pero entender no era fácil. Va a ocurrir aquellos días el misterio más grande de la historia, el misterio de un amor de verdad.

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