martes, 21 de abril de 2015

LOS AMORES DE SAN LORENZO


Los amores de San Lorenzo
El amor a la Iglesia, el amor a la Eucaristía y el amor a los pobres se unifican en el amor a Cristo, nuestro Señor 


Por: Guillermo Juan Morado | Fuente: Catholic.net



La vida y el martirio de San Lorenzo constituyen un elocuente testimonio de tres “amores” que debe hacer suyos cada cristiano, en cualquier época de la historia: el amor a la Iglesia, el amor a la Eucaristía y el amor a los pobres.

San Lorenzo amó a la Iglesia, como buen diácono que era

Su ministerio diaconal consistía en entregarse por entero al servicio de la Iglesia de Roma, colaborando con su Obispo, el Papa san Sixto. San Lorenzo fue muy consciente de las palabras que repetía su contemporáneo San Cipriano: “No puede tener a Dios por Padre el que no tiene a la Iglesia por madre”. La Iglesia era vista por San Lorenzo no como una mera institución humana, sino como un misterio de salvación querido por Dios: el sacramento universal de salvación; el Pueblo santo de Dios; el Cuerpo de Cristo; el Templo del Espíritu Santo.
Los creyentes de hoy, como lo de todos los tiempos, hemos de profundizar en nuestra pertenencia a la Iglesia. La Iglesia es una realidad a la vez visible y espiritual portadora de vida divina. Es, en medio del mundo, el signo y el instrumento de la comunión de los hombres con Dios y de los hombres entre sí.
A veces se oye decir: “Cristo sí, la Iglesia no”. Pero sin la Iglesia, nunca habríamos oído hablar de Cristo. Sin la Iglesia no habríamos sido recreados como miembros suyos por medio del bautismo. Sin la Iglesia no seríamos piedras vivas del templo de Dios habitado por el Espíritu.
La Iglesia perseguida del siglo III, en la época que vivió San Lorenzo, era una Iglesia pobre, pero consciente de ser en el mundo la presencia del Reino de Cristo. Las dificultades que vive la Iglesia en nuestros días no deben asustarnos, si sus enemigos son los que están fuera. El mayor enemigo sería el que estuviese dentro: el que se dijese cristiano y no colaborase con la Iglesia; el que se dijese cristiano, y de su boca sólo saliesen críticas amargas hacia la Iglesia; el que se dijese cristiano, y no se sintiese miembro vivo de esta familia de Dios que es la Iglesia.

San Lorenzo amó a la Eucaristía

A los diáconos les competía y les compete asistir al Obispo en la celebración de la Eucaristía, y distribuir junto a él la sagrada comunión. La Eucaristía, el sacramento del sacrificio y de la presencia del Señor, “es el corazón y la cumbre de la vida de la Iglesia”. Sin la Eucaristía, sin la participación en la Misa dominical, un cristiano no puede vivir como tal: “Sin el Domingo no podemos vivir”, decían los mártires de los primeros siglos.
También hoy sucumbiríamos a las dificultades de la vida, a la presión de un ambiente social y cultural marcado por el secularismo, por la indiferencia religiosa y por el consumismo desenfrenado, sin la fuerza que nos viene de la Eucaristía dominical. Necesitamos la Eucaristía porque necesitamos a Jesucristo. Necesitamos beneficiarnos de la actualización sacramental de su entrega en el Calvario; necesitamos alimentarnos con su Cuerpo y con su Sangre; necesitamos acudir al Sagrario, cuando estamos cansados y agobiados para encontrar alivio en su Corazón manso y humilde.
En el año dedicado a la Eucaristía, el Papa san Juan Pablo II pedía a todos los cristianos “fomentar, tanto en la celebración de la Misa como en el culto eucarístico fuera de ella, la conciencia viva de la presencia real de Cristo, tratando de testimoniarla con el tono de la voz, con los gestos, los movimientos y todo el modo de comportarse”. La conciencia viva de la presencia real de Cristo nos llevará a adorarle, dentro y fuera de la celebración de la Misa. “Hemos venido a adorarle”, repetirán del 16 al 21 de este mes los jóvenes del mundo con el Papa Benedicto en Colonia, haciendo suyas las palabras de los Magos cuando se acercaron a Belén para postrarse ante Jesús. Belén es hoy para nosotros los altares y los sagrarios de la Tierra. Allí está Cristo, y hacia allí, guiados por la estrella de la fe, queremos venir también nosotros a adorarle.

El tercer amor de San Lorenzo es el amor a los pobres

Él ejemplificó las palabras de la Escritura: “Reparte limosna a los pobres, su justicia es constante, sin falta”. Cuentan que cuando el tribuno de Roma le pidió a San Lorenzo que le mostrase los tesoros de la Iglesia, él le mostró a los pobres. Sí, los pobres son los preferidos de Cristo, y por eso son también los preferidos de la Iglesia.
A pesar de nuestros pecados, de los pecados de los miembros de la Iglesia, recorrer la geografía de la pobreza, en el primer mundo y en el tercer mundo, es recorrer la geografía de la fe. No hay realidad humana de abandono, de exclusión, de marginación, de pobreza donde no se haga presente, también hoy, la Iglesia de Cristo. Los medios de comunicación no siempre lo dirán, porque parece más rentable propagar los escándalos, pero allí donde están los pobres allí está la Iglesia. Es bueno que seamos humildemente conscientes de esta realidad y que seamos miembros activos en este compromiso discreto pero constante en favor de los más pobres de la Tierra.
El amor a la Iglesia, el amor a la Eucaristía, el amor a los pobres. Los tres amores de San Lorenzo se unifican en el amor a Cristo, nuestro Señor. Él es el Señor y el Esposo de la Iglesia, que es su Cuerpo. Él es el Sacerdote y la Víctima que se inmola en el altar de la Cruz, para convertirse en nuestro alimento. Él en persona nos sale al encuentro en el que pasa hambre o sed, en el que está enfermo o en la cárcel: “Cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis”.
Pedimos a Dios, nuestro Señor, por intercesión del santo, “amar lo que él amó y practicar sinceramente lo que nos enseñó”, y que de la celebración de la Santa Misa saquemos fuerzas para testimoniar en el mundo la alegría de la salvación.

PENSAMIENTO DEL PAPA FRANCISCO


lunes, 20 de abril de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: LUNES 20 DE ABRIL DEL 2015


La muchedumbre en busca de Jesús
Pascua

Juan 6, 22-29. Pascua. Busquemos a Dios por amor desinteresado, ofreciendo nuestro amor a pesar de nosotros mismos. 


Por: Misael Cisneros | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Juan 6, 22-29
Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar, vio que allí no había más que una barca y que Jesús no había montado en la barca con sus discípulos, sino que los discípulos se habían marchado solos. Pero llegaron barcas de Tiberíades cerca del lugar donde habían comido pan. Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús. Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?» Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello». Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?» Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado». 

Oración preparatoria
Dios mío, ¿qué necesito para llevar a cabo tus obras? Porque no quiero parecerme a los personajes de este Evangelio, que te buscaban sólo para pedir y recibir beneficios materiales. Eres mi Padre, me conoces y me amas, a pesar de mis debilidades. Te amo y confío en que iluminarás este rato de meditación para mostrarme cómo puedo llevar a cabo tus obras.

Petición
Jesús, que no tenga miedo de pedirte cosas para darte mayor gloria.

Meditación del Papa Francisco
El buscar y encontrar a Dios en todas las cosas deja siempre un margen de incertidumbre. Si una persona dice que ha encontrado a Dios con certeza total y ni le roza un margen de incertidumbre, algo no va bien. Esto es una clave importante, que si uno tiene respuestas a todas las preguntas, estamos ante una prueba de que Dios no está con él. Recordemos a los grandes guías del pueblo de Dios, como Moisés, que siempre han dado espacio a la duda. Les invito a ser humildes, tenemos que hacer espacio al Señor, no a nuestras certezas.
Recomiendo buscar a Dios para hallarlo, y hallarlo para buscarle siempre. Es la experiencia de los grandes Padres de la fe. Les invito a releer el capítulo 11 de la Carta a los Hebreos. Abrahán, por la fe, partió sin saber a dónde iba. Todos nuestros antepasados en la fe murieron teniendo ante los ojos los bienes prometidos, pero muy a lo lejos... No se nos ha entregado la vida como un guion en el que ya todo está escrito, sino que consiste en andar, caminar, hacer, buscar, ver... Hay que embarcarse en la aventura de la búsqueda del encuentro y del dejarse buscar y dejarse encontrar por Dios. (Cf Comentario de S.S. Francisco, en entrevista de Antonio Spadaro, el 27 de septiembre de 2013).
Reflexión
Hace mucho tiempo, vivía en un pueblo una aldeana muy hermosa. Todos querían esposarla pero ella sentía que nadie le aseguraba verdadero amor.

Así, se le acercó el mercader más rico diciéndole: "Te amaré a pesar de tu pobreza". Pero como en sus palabras no encontró verdadero amor prefirió no casarse. Después se le acercó un gran general y le dijo: " Me casaré contigo a pesar de las distancias que nos separen". Pero tampoco aceptó la hermosa aldeana. Más tarde se le acercó el emperador a decirle: "Te aceptaré en mi palacio a pesar de tu condición de mortal". Y también rehusó la muchacha a casarse porque tampoco veía en él un amor desinteresado. Hasta que un día se le acercó un joven y le dijo: “Te amaré a pesar... de mí mismo”. Y como en sus palabras encontró un amor verdadero y sincero, optó por casarse con él.

Ojalá que en nuestra vida suceda lo mismo. Que estemos buscando a Dios por amor desinteresado. Que le ofrezcamos nuestro amor a pesar de nosotros mismos. No busquemos a Dios por el alimento perecedero como lo buscaban las personas que menciona el evangelio. Es claro que nosotros no buscamos a Dios por un alimento material, pues sabemos y experimentamos que ese hay que ganárselo. Pero sí podríamos acercarnos a Cristo buscando alguna ganancia personal. Pidiéndole cosas que en lugar de acercarnos a nuestra santificación nos aleja. Tal vez vemos en Jesús un genio que nos concederá deseos si pronunciamos una fórmula mágica que nosotros llamamos "oración". Cristo ve nuestras intenciones y sabe porqué le pedimos las cosas, conoce porqué le seguimos y porqué le buscamos.

Busquemos a Cristo en la Eucaristía de forma desinteresada. No a pesar de... lo que nos pueda gustar o disgustar de Él, sino sabiendo que la Eucaristía es el punto privilegiado del encuentro del amor hacia nosotros, de forma desinteresada, a pesar de nuestra condición de mortal y a pesar de nuestra pobreza.

Propósito
Hoy es buen día para hacer una «limpieza general» de lo que me pueda apartar de Dios.

Diálogo con Cristo 
Señor, necesito una decisión firme para buscar en todo tu gloria. Me hace falta constancia y perseverancia para superar las dificultades o los entusiasmos pasajeros. El día de hoy quiero aprovechar el tiempo para amarte y servirte con fe, con generosidad, con decisión, hasta en los más pequeños detalles.

GOTITAS DE AMOR


Gotitas de amor



Había un incendio en un gran bosque de bambú; el incendio formaba llamaradas impresionantes, de una altura extraordinaria; y una pequeña ave, muy pequeñita, fue al río, mojó sus alas y regresó sobre el gran incendio, y las empezó a agitar para apagarlo; y volvía a regresar
y volvía a ir una y otra vez; y los dioses que la observaban, sorprendidos la mandaron a llamar y le dijeron:

- Oye, por qué estás haciendo eso?
Cómo es posible?
Cómo crees que con esas gotitas de agua puedas tú apagar un incendio de tales dimensiones?
Date cuenta: No lo vas a lograr.

Y el ave humildemente contestó:
"El bosque me ha dado tanto, le amo tanto, yo nací en él, este bosque me ha enseñado la naturaleza. Este bosque me ha dado todo mi ser.
Este bosque es mi origen y mi hogar y me voy a morir lanzando gotitas de amor, aunque no lo pueda apagar".

Los dioses entendieron lo que hacía la pequeña ave y le ayudaron a apagar el incendio.

"Cada gotita de agua apacigua un incendio.
Cada acción que con amor y entusiasmo emprendemos, un mejor mañana será su reflejo.

No subestime sus gotas: millones de ellas forman un océano.
Todo acto que con amor realizamos, regresa a nosotros multiplicado"

ORACIÓN PARA SERVIR


Oración para servir
Autor: Padre Ignacio Larrañaga



 
Oh Cristo, para poder servirte mejor 
dame un noble corazón. 
Un corazón fuerte 
para aspirar por los altos ideales 
y no por opciones mediocres. 

Un corazón generoso en el trabajo, 
viendo en él no una imposición 
sino una misión que me confías. 

Un corazón grande en el sufrimiento, 
siendo valiente soldado ante mi propia cruz 
y sensible cireneo para la cruz de los demás. 

Un corazón grande para con el mundo, 
siendo comprensivo con sus fragilidades 
pero inmune a sus máximas y seducciones. 

Un corazón grande con los hombres, 
leal y atento para con todos 
pero especialmente servicial y delicado 
a los pequeños y humildes. 

Un corazón nunca centrado sobre mí, 
siempre apoyado en ti, 
feliz de servir a mis hermanos, 
¡oh, mi Señor! 
todos los días de mi vida. Amén. 

ORAR POR LA PAZ


Orar por la paz




¡Que pocas almas pacíficas y pacificadoras se encuentra uno en la vida cotidiana!. Hablas con la gente, y a la segunda de cambio te muestran sus “rencorcillos” , sus miedos y su alma construida de alfileres, que en cuanto te acercas te pinchan.

Que gusto cuando te encuentras con esas personas que irradian serenidad, porque viven en paz y por ello la transmiten.

Cuándo nos daremos cuenta que la paz comienza dentro de nosotros mismos.

El mundo es violento cuando quien le formamos somos violentos.

La guerra no está en los cañones, sino en las almas de quienes sueñan dispararlos. Y los disparan.

El diccionario define la paz como “la virtud que pone en el ánimo tranquilidad y sosiego, opuestos a la turbación y a las pasiones”

Hay que empezar por curar las almas, nadie pueden curarnos sino nosotros mismos.

Las únicas armas verdaderas contra la guerra son la sonrisa y el perdón que juntos producen la ternura

PENSAMIENTO MARIANO DEL PAPA FRANCISCO


domingo, 19 de abril de 2015

¿CÓMO REZAR CUANDO HAS PECADO?


¿Cómo rezar cuando has pecado? 
Cuando has pecado la mejor oración es un espíritu contrito, humillado y confiado a los pies de Cristo crucificado


Por: P. Evaristo Sada LC | Fuente: Catholic.net




Señor, he pecado. 
Con el corazón hecho pedazos vengo a pedirte perdón. 
Sé que no hay maldad tan mala capaz de impedirte amarme.
Me da vergüenza verte crucificado y encima pedirte favores, 
pero, te necesito, Señor:
por tu inmensa compasión ¡borra mi culpa!

Mírame, soy débil, vulnerable, pecador.
Yo, miseria. Tú, misericordia. 
Tú que puedes sacar bien del mal, levántame, Señor. 
Sáname. Restáurame. Hazme un hombre nuevo.
Desde la altura del cielo nos viste sufrir
y con el estandarte del amor 
viniste al encuentro del hombre que sufre. 

Una y otra vez he comprobado que lo que atrae tu mirada misericordiosa sobre mí es mi estado de miseria.
No son mis méritos los que me hacen agradable a tus ojos, sino la omnipotencia de tu misericordia.
La incomprensible gratuidad de tu amor.
No debe haber pecado capaz de tenerme alejado de ti.
Por más vergüenza y dolor que sienta, 
siento también la confianza de venir a pedirte perdón
con la certeza de que siempre, siempre, encontraré la mirada del Buen Pastor.
Tus ojos están puestos en los que esperan en tu misericordia
 (Sal 32)
Por eso estoy aquí, una vez más de rodillas ante ti, 
Cristo crucificado.
Vengo a declararme débil, miserable, pecador. 
Vengo a pedirte perdón.

(Guarda silencio, escucha que te absuelve y que te dice: Te sigo amando igual. Déjate amar.)

Gracias, Jesús. 
Cuando hago oración contemplándote en la cruz
te me revelas como Misericordia. 
Tu amor crucificado es una invitación a la confianza.

Te lo suplico, Señor, que hoy y cuando tenga la desgracia de perder la gracia, no olvide jamás que tú, Dios, moriste crucificado para salvarme; que no pierda nunca la esperanza de tu misericordia.
Como el ladrón que paga sus culpas en el Calvario, 
también yo te suplico: acuérdate de mí a la hora de mi muerte
y consérvame a tu lado para siempre.
Y luego, con el espíritu bien dispuesto, acudir al sacramento del perdón.

Una buena práctica que aprendí al entrar a la vida religiosa es el rezo del Salmo 50 todas las noches, de rodillas junto a la cama, ante Cristo crucificado, tratando de adoptar las actitudes del Rey David:

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión, borra mi culpa, lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado,
contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón, en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre.

Te gusta un corazón sincero, y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con hisopo: quedaré limpio, lávame, quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados.

Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme, no me arrojes de tu rostro, no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso; enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti.

Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios Salvador mío y cantará mi lengua tu justicia.

Señor, me abrirás los labios y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen; si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.

Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión, reconstruye las murallas de Jerusalén; entonces aceptarás los sacrificios rituales, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar se inmolarán novillos.

EL EVANGELIO DE HOY: DOMINGO 19 DE ABRIL DEL 2015


¡Cristo ha resucitado!
Reflexiones Pascua

Lucas 24, 35-48. 3o. Domingo Pascua B. Cristo ha vencido a la muerte para siempre y con su resurrección nos ha traído la paz, la alegría, la vida eterna. 


Por: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Lucas 24, 35-48
Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles, les contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.» Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. Pero él les dijo: «¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como véis que yo tengo.» Y, diciendo esto, los mostró las manos y los pies. Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen asombrados, les dijo: «¿Tenéis aquí algo de comer?» Ellos le ofrecieron parte de un pez asado. Lo tomó y comió delante de ellos. Después les dijo: «Estas son aquellas palabras mías que os hablé cuando todavía estaba con vosotros: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí.» Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: «Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas.

Oración introductoria
Jesús, qué difícil es dejar a un lado las dudas, los temores, las inquietudes, para lograr el silencio interior necesario para escucharte en la oración. Por eso hoy, que me pongo ante tu presencia, confío en que me ayudarás a quitar todo lo que pueda ser factor de distracción. Tú mereces toda mi atención, agradecimiento y adoración.

Petición
Señor Resucitado, dame la gracia de tener un encuentro transformador contigo.

Meditación del Papa Francisco

El mismo Señor se aparece en la sala y les dice: “Paz a ustedes”. Varios sentimientos irrumpen en el corazón de los discípulos: miedo, sorpresa, duda y, por fin, alegría. Una alegría tan grande que por esta alegría “no alcanzaban a creer”. Estaban atónitos, pasmados, y Jesús, casi esbozando una sonrisa, les pide algo de comer y comienza a explicarles, despacio, la Escritura, abriendo su entendimiento para que puedan comprenderla. Es el momento del estupor, del encuentro con Jesucristo, donde tanta alegría nos parece mentira; más aún, asumir el gozo y la alegría en ese momento nos resulta arriesgado y sentimos la tentación de refugiarnos en el escepticismo, “no es para tanto”. Es más fácil creer en un fantasma que en Cristo vivo. Es más fácil ir a un nigromante que te adivine el futuro, que te tire las cartas, que fiarse de la esperanza de un Cristo triunfante, de un Cristo que venció la muerte. Es más fácil una idea, una imaginación, que la docilidad a ese Señor que surge de la muerte y ¡vaya a saber a qué cosas te invita!  Ese proceso de relativizar tanto la fe que nos termina alejando del encuentro, alejando de la caricia de Dios. Es como si “destiláramos” la realidad del encuentro con Jesucristo en el alambique del miedo, en el alambique de la excesiva seguridad, del querer controlar nosotros mismos el encuentro. Los discípulos le tenían miedo a la alegría… Y nosotros también. (Homilía de S.S. Francisco, 24 de abril de 2014).

Reflexión
Se cuenta que, durante la revolución francesa -época amante de las novedades y de los cambios arbitrarios, como la mayoría de las revoluciones- un filósofo llamado Reveillère trazó las pautas para fundar una nueva religión, pues él consideraba que esto beneficiaría grandemente a la humanidad. Acudió a Barras, entonces miembro del Gobierno, y le pidió un consejo sobre la mejor manera de extender esta nueva religión. "Bueno, -le dijo Barras- mi consejo es que te dejes asesinar un viernes y resucites de la muerte al domingo siguiente". ¡Le dio en toda la torre con su respuesta!

San Pablo, en la primera carta a los Corintios, dedica un capítulo entero a disertar sobre la resurrección de Jesús para convencer a aquellos cristianos helenistas sobre la importancia capital de esta verdad del cristianismo. "Si Cristo no ha resucitado -llega a decir con gran energía- vana es nuestra predicación, vana es nuestra fe. Y somos falsos testigos de Dios porque testificamos contra Dios que resucitó a Cristo, a quien no resucitó" (I Cor 15,14s). La resurrección de Jesucristo es la piedra fundamental sobre la que se asienta todo el edificio de nuestra fe y del cristianismo. El que no acepta la resurrección no puede llamarse cristiano.

Hace unos días estaba leyendo un libro del padre Raniero Cantalamessa -un sacerdote capuchino– y me encontré unas reflexiones muy interesantes que me voy a permitir compartir hoy con mis lectores. Él decía que no se trata sólo de creer que Cristo resucitó de entre los muertos, sino que tenemos que conocer y experimentar el poder de la resurrección del Señor en nuestra vida. La resurrección de Cristo es la nueva creación de la que tanto hablan los profetas y el Apocalipsis.

Y, para ayudarnos a comprender mejor la dimensión profunda de la Pascua, hacía enseguida un hermoso paralelismo de la Iglesia católica con la Iglesia ortodoxa. Los ortodoxos -como bien se sabe- son cristianos, pero "separados" de Roma. Tienen la misma fe que los católicos con la única excepción de que no aceptan el Primado y la autoridad del Papa. Para nuestros hermanos ortodoxos -explica el P. Cantalamessa- la resurrección de Cristo es todo. El carisma propio de la Iglesia ortodoxa es el sentimiento fuertísimo que tiene de la resurrección. El puesto central que ocupa el Crucifijo en las iglesias y basílicas católicas, lo ocupa en las iglesias ortodoxas la imagen del Cristo Resucitado, a quien ellos llaman -desde tiempos bizantinos- el Pantocrátor, es decir, el Señor Todopoderoso. Durante el tiempo de Pascua -continúa explicando el padre- si alguien encuentra a otro amigo por la calle, lo saluda diciendo: "¡Cristo ha resucitado!", y el otro responde: "¡En verdad ha resucitado!". Y está tan arraigada esta costumbre en el pueblo, que se cuenta esta simpática historia que sucedió a los inicios de la revolución bolchevique:

«Se organizó en una ocasión un debate público sobre la resurrección de Cristo. Habló primero el comunista ateo y con su discurso había demolido para siempre -según él- la fe de los cristianos en la resurrección. Cuando éste bajó, le tocó el turno al sacerdote ortodoxo, que debía defender el dogma de la resurrección. El humilde sacerdote miró a la muchedumbre que, a su vez, lo veía con gran expectación. Y comenzó su discurso con el habitual saludo, diciendo: "¡Cristo ha resucitado!". Y todos respondieron en coro, instintivamente: "¡En verdad ha resucitado!". Al escuchar esta respuesta, el sacerdote bajó del podio en silencio». Allí estaba la respuesta. No había necesidad de añadir ya nada más.

El mismo P. Cantalamessa cuenta que en una ocasión tuvo la oportunidad de celebrar la Pascua ortodoxa en Iasi, una ciudad de Rumania, no mucho tiempo después de la caída del régimen comunista, y se quedó maravillado. La Pascua es algo que la gente lleva en la sangre. Toda la ciudad, por la tarde, corre a reunirse en torno a la catedral para escuchar al obispo que da el anuncio solemne de la resurrección. Y cuando el obispo ha hecho la proclamación, cada uno de los fieles enciende una vela y comienza a cantar una melodía que se saben de memoria, hasta los más pequeños, y que se repetirá al infinito durante todo el tiempo pascual: «Cristo ha resucitado de entre los muertos, con su muerte ha destruido la muerte y ha dado la vida a los muertos en los sepulcros». La resurrección del Señor ha dejado su impronta indeleble no sólo en la liturgia, sino también en la literatura, en la música, en el arte y en el folklore de los pueblos ortodoxos. Uno de los pasos más vibrantes y bellos de la música rusa es, en efecto, la Gran Pascua rusa de Rimskij-Korsakov.

En una palabra, no basta con "creer" sólo en la resurrección del Señor -diríamos con una fe teórica y nominal-, sino de vivirla en la práctica y de hacer una profunda experiencia de ella en nuestra vida de todos los días: en la oración, en la caridad, en nuestro trato con las demás personas.

Propósito
A lo largo del día, a través de jaculatorias y oraciones expresar mi gratitud y confianza en Dios.

Diálogo con Cristo
Cristo venciste a la muerte para siempre y con tu resurrección nos has traído la paz, la alegría, el gozo, la vida eterna. Éste es el mensaje del Evangelio de hoy y de todo el período pascual: ¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya!

Preguntas o comentarios al autor  P. Sergio Córdova LC

EL ABRAZO



El abrazo




Hay algo acerca de un simple abrazo que siempre reconforta; 
nos da la bienvenida a casa, y nos facilita el partir. 
Un abrazo es una forma de compartir la alegría, y los momentos
tristes por los que pasamos. 
Puede ser solo el modo en que los amigos te dicen que les 
agradas por el simple hecho de ser tú. 

Los abrazos tienen sentido para todos, para quienes de verdad 
nos interesan, desde la abuela hasta el vecino, o un posible 
osito de peluche. 

Un abrazo es una cosa asombrosa, es la forma perfecta para 
demostrar el amor que sentimos, cuando no encontramos las 
palabras adecuadas. 

Es gracioso como un pequeño abrazo hace a todos sentirse bien. 
Es un lenguaje universal. 

Abrazar no requiere equipo nuevo, baterías especiales o 
herramientas. 

Sólo abre tus brazos y abre tu corazón. 

QUE NO PASE EL TIEMPO DE PASCUA SIN HABER CONECTADO CON CRISTO VIVO


Que no pase el Tiempo de Pascua 
sin haber conectado con Cristo vivo
Reflexiones Pascua
¡Ha resucitado y vive para siempre! Levantemos el corazón...demos gracias al Señor nuestro Dios.


Por: Catholic.net | Fuente: Catholic.net




Lo que tengo que decirles lo han oído otras veces, pero me gustaría que no pareciera lo de siempre. Es necesario que les suene a nuevo, que les de la impresión de que no lo han oído nunca.

Olviden un momento la rutina: esas reflexiones a veces tan monótonas que apenas les rozan la piel.

Olviden un momento la vida diaria: las discusiones caseras, los huesos que duelen, las jaquecas, las rabietas de los niños, los pelmazos que no dejan vivir.

Hoy quisiera que mis palabras sonaran a nuevas.

Si creen mi palabra de hoy, si de verdad toman en serio lo que hoy les voy a decir... su vida será nueva, empezarán a vivir de una forma distinta, la rutina diaria tendrá una profundidad desconocida, las celebraciónes religiosas les traspasará el alma, la alegría que nadie puede quitar será su huésped, incluso la muerte será una puerta llena de posibilidades, la vida será una ruta acompañada por la esperanza, la misma enfermedad tendrá una cara desconocida. Para que entiendan bien lo que voy a deciles, es necesario que el Señor esté con ustedes... que levantemos el corazón... que demos gracias al Señor nuestro Dios...

Hermanos, esto es lo que hoy tengo que decirles: Jesús de Nazaret, el hijo de José y de María, el muerto injustamente y sepultado, ¡¡Ha resucitado y vive para siempre!!! La muerte ha sido vencida: el muro impenetrable, la oscuridad existencial, el mal constante que nos envuelve, la queja permanente... no son verdad del todo.

Alguien ha roto el misterio, ha trocado la noche en aurora luminosa, ha iniciado una nueva creación. Oiganlo todos: ¡Cristo ha resucitado!

Ustedes jóvenes, que les asusta la dureza de la vida: Cristo resucitado fortalece su rebeldía contra la injusticia.

Ustedes padres y madres de familia, Cristo vivo resplandece en el amor fiel que se tienen, ilumina y sostiene la entrega generosa a los hijos.

Solteros y solteras, Cristo resucitado los hace fecundos, pone en sus manos otro modo de crear vida, construye otra familia no según la carne y la sangre, sino en el Espíritu de hijos y hermanos.

Hombres y mujeres de la tercera edad, Cristo resucitado vive con ustedes, no permite que se reseque su alma, con Él hasta el final llegarán llenos de vida.

Ustedes, enfermos, Cristo vivo está con ustedes en la cruz de su dolor, con ustedes se pone en las manos del Padre, con ustedes cruza la frontera de la vida sin fin.

Ustedes, pobres de la tierra, únanse a Cristo resucitado, Él está animando su lucha por salir de la miseria, por lograr que los respeten y los escuchen; Él está dentro de ustedes y se identifica con ustedes.

Ustedes, los que luchan por la justicia, libertad, amor, y dignidad de todo ser humano, sepan que Cristo resucitado los está sosteniendo, les patrocina la tarea, les asegura que resucitarán y su vida será todo un éxito.

Hermanos: Cristo, el amigo de los niños, el que perdona a la adúltera, el cercano a los enfermos, el que se sienta con los pecadores, el que quiere a las prostitutas, el que acepta a todo hombre... resucitado, sigue haciendo lo mismo. No dejen de acercarse a su presencia; crean en él, enciendan las velas en su vida resucitada. Vengan y vean, experimenten una vida nueva.

SAN EXPEDITO, MÁRTIR, 19 DE ABRIL



Expedito, Santo
Mártir, 19 de abril 
Por: . | Fuente: Corazones.org



Mártir
Santo Tradicional - No incluido en el actual Martirologio Romano

Breve Biografía

San Expedito fue comandante de una legión romana y como tal defendió al Imperio ante las invasiones de los Bárbaros. Al convertirse en cristiano fue martirizado (posiblemente por orden del emperador Diocleciano) en Melitene, Armenia (hoy Malatya, Turquía). Junto con él murieron sus compañeros de armas: Caio, Gálatas, Hermógenes, Aristónico y Rufo. Muchos otros mártires dieron gloria a Dios en su época, entre ellos Santa Filomena y San Jorge.

Según la tradición, en el momento de la conversión, se le acercó el demonio, en forma de un cuervo que le gritaba "cras, cras cras" (En latín significa "Mañana, Mañana, Mañana"). Así trataba de persuadirlo a que dejase su decisión para después ya que el demonio sabe que lo que se deja para mañana hay mucha posibilidad de que se quede sin hacer. Pero Expedito aplastó al cuervo tentador con prontitud diciendo "¡HODIE, HODIE, HODIE!" (HOY, HOY, HOY). No dejaré nada para mañana, a partir de HOY seré cristiano". Así se convirtió en soldado de Cristo, utilizando desde ese momento su valor y disciplina para el Reino de Dios.

Aunque se desconoce el origen su nombre, aparece en la Martiriología Romana junto a Hermógenes y compañeros. Su nombre es sinónimo con prontitud y se le tiene por gran y pronto intercesor.

A san Expedito se le invoca en problemas urgentes. Debemos saber que lo mas importante es renunciar a la vida de pecado y decidirnos cabalmente por Cristo. Seamos pues inspirados por su prontitud y valor al seguir a Cristo en tan difíciles circunstancias cuando los cristianos eran perseguidos a muerte. Que nosotros también digamos "HOY" a Jesús y aplastemos los engaños del tentador.

También se le venera como protector de jóvenes, estudiantes, enfermos, problemas laborales y de familia, y juicios.

Se alega que el santo aparece como un error de escribano cuando, en el siglo XIX, una caja de reliquias fue enviada a monjas francesas con la anotación: "expedir". Sheppard (1969). Pero esta hipótesis no puede ser cierta ya que Expedito era conocido en el siglo XVIII en Alemania y Sicilia y se le invocaba en casos de urgencia (Attwater).

En la iconografía, Expedito es representado como un soldado con una cruz en la que esta escrito "Hodie" (Hoy) y la hoja de palma (martirio). A sus pies hay un cuervo y la palabra "cras" (mañana).

Aunque no aparece en el actual calendario litúrgico no deja de ser un santo reconocido por la Iglesia.

ORACIONES A SAN EXPEDITO PARA VENCER LAS PRUEBAS


ORACIÓN A SAN EXPEDITO
PARA VENCER LAS PRUEBAS


¡Señor Jesús acudo a tu auxilio!
¡Virgen Santísima socórreme!
San Expedito, tu que lleno de valor abrirste tu corazón a la gracia de Dios
y no te dejaste llevar por la tentación de postergar tu entrega,
ayúdame a no dejar para mañana lo que debo hacer hoy por amor a Cristo.
Ayúdame desde el cielo a renunciar a todo vicio
y tentación con el poder que Jesús me da.
Que sea yo diligente, valiente y disciplinado al servicio del Señor,
y no me acobarde ante las pruebas.
Tú que eres el santo de las causas urgentes,
te presento mi necesidad (intención).
Sobre todo te pido que intercedas por mi para que persevere en la fe,
y así llegue al gozo del cielo con Cristo,
con la Virgen María, los ángeles y los santos.
Amén.




ORACIÓN A SAN EXPEDITO

Mi San Expedito de las causas justas y urgentes,
intercede por mi ante Nuestro Señor Jesuscristo,
para que venga en mi socorro en esta hora de aflicción y desesperanza.
Mi San Expedito
tú que eres el Santo guerrero.
Tú que eres el Santo de los afligidos.
Tú que eres el Santo de los desesperados.
Tú que eres el Santo de las causas urgentes,
protégeme, ayúdame, otorgándome: fuerza, coraje y serenidad.
¡Atiende mi pedido! (hacer el pedido).

Mi San Expedito,
ayúdame a superar estas horas difíciles,
protégeme de todos los que puedan perjudicarme,
protege a mi familia, atiende mi pedido con urgencia.
Devuélveme la Paz y la tranquilidad.

Mi San Expedito!
Agradeceré tu intercesión por el resto de mi vida
propagando tu devoción entre los que tienen Fe.
cambiando mi vida y mis costumbres
glorificando desde ahora a nuestro Padre
y anhelando un día gozar contigo de la eterna bienaventuranza.
Amén

Padre Nuestro, Ave María y Credo.

sábado, 18 de abril de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: SÁBADO 18 DE ABRIL DEL 2015


Jesús camina sobre el agua
Pascua


Juan 6, 16-21. Pascua. A pesar de la tormenta no hay que temer porque tenemos a Cristo por capitán del barco. 


Por: Misael Cisneros | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Juan 6, 16-21
Al atardecer, bajaron sus discípulos a la orilla del mar, y subiendo a una barca, se dirigían al otro lado del mar, a Cafarnaúm. Había ya oscurecido, y Jesús todavía no había venido donde ellos; soplaba un fuerte viento y el mar comenzó a encresparse. Cuando habían remado unos veinticinco o treinta estadios, ven a Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y tuvieron miedo. Pero él les dijo: «Soy yo. No temáis». Quisieron recogerle en la barca, pero en seguida la barca tocó tierra en el lugar a donde se dirigían.

Oración introductoria
Gracias, Señor, por recordarme que no debo temerte. Y es que es tan sutil y persistente la tentación de buscarte en la oración, pero realmente escucharte… hasta donde «no duela o no incomode demasiado». Por eso suplico que envíes la luz de tu Espíritu Santo para que este momento de oración sea un auténtico encuentro contigo.

Petición
Jesucristo, dame la gracia de saberme abandonar en tu Providencia divina.

Meditación del Papa Francisco
Estén bien alerta cuando hay grupos que buscan la destrucción, que buscan la guerra, que no saben trabajar en equipo. Defiéndanse entre ustedes, como equipo, como grupo, y trabajen fuerte allí. Sé que están trabajando muy bien, y muy bien apoyados. Y el Ministerio de Educación, sé que los apoya. Sigan adelante por este camino de trabajar en equipo y defenderse de aquellos que quieren atomizarlos y quitarles esa fuerza del grupo. Que Dios los bendiga.
Pregunta del presentador: ¿Qué mensaje le quiere decir Francisco a estos cinco chicos que lo escucharon y a todos los miles de niños de todo el mundo que están siguiendo ahora esta comunicación? ¿Qué mensaje les quieres dar a todos?
R. Una cosa que no es mía –Jesús la decía muchas veces–: “No tengan miedo”. Nosotros en mi país tenemos una expresión que no sé cómo la traducirán en inglés: “No se arruguen”. No tengan miedo, vayan adelante, tiendan puentes de paz, jueguen en equipo y hagan el futuro mejor porque acuérdense que el futuro está en las manos de ustedes. Sueñen el futuro volando, pero no olviden la herencia cultural, sapiencial y religiosa que les dejaron sus mayores. Adelante y con valentía. Hagan el futuro. (S.S. Francisco, palabras con motivo del lanzamiento de la Plataforma de Scholas, 5 de septiembre de 2014)
Reflexión
"Duc in altum! ¡Caminemos con esperanza! Un nuevo milenio se abre ante la Iglesia como un océano inmenso en el cual hay que aventurarse, contando con la ayuda de Cristo".

Con este texto tan esperanzador inicia la conclusión de la carta apostólica "Novo Millennio Ineunte", que escribió el Papa Juan Pablo II al inicio del siglo XXI. Y qué similitud con el evangelio de hoy pues, los apóstoles también se aventuraron a navegar en el mar de Cafarnaúm, sin tener la más mínima idea de la sorpresa que Cristo les esperaba. Sorpresa que les ayudaría a crecer en su fe en el Hijo de Dios.

Era oscuro, el mar estaba encrespado y además soplaba un fuerte viento. ¿Quién no se asusta ante una situación de este tipo? Obviamente los apóstoles eran pescadores y como tales sabían cómo actuar. Pero ¿ver a alguien caminando sobre las aguas? ¿Quién está acostumbrado a ver semejante acto? Hoy día sólo en las películas del Hollywood.

Y con razones fundadas podríamos decirle a Cristo, "pero, Jesús, mira cómo está el mar en la oscuridad y Tú te les presentas de esa manera, no les asustes así". Pero Cristo nos quería enseñar que lo buscásemos aun en medio de las pruebas. Aunque el mar de nuestra esté oscuro y encrespado no hay que temer porque está Él entre nosotros.

Los cristianos también nos aventuramos en este mar inmenso. También se tambalea nuestra barca y la oscuridad nos asusta. Pero a pesar de la tormenta no hay que temer porque tenemos a Cristo por capitán del barco. Confiemos en Él con la esperanza de que llegaremos a tierra sanos y salvos. Sólo dejémonos guiar.

Propósito
Dejar a un lado las preocupaciones inútiles al confiar y reconocer la presencia de Dios en mi vida.
Diálogo con Cristo
Espíritu Santo santificador, aumenta mi fe de modo que tenga la docilidad para saber abandonarme a tu Providencia, con la seguridad de que nunca seré tentado por encima de mis fuerzas y que Tú eres infinitamente bueno, sabio, omnipotente y, lo más importante, me amas tal como soy.
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