Autor: Catholic.net | Fuente: Catholic.net ¿Realmente crees que te pueda salvar? | |
Suelta tus seguridades. No tengas miedo de Dios...¡confía en Él! | |
Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar el Aconcagua inició su travesía después de años de preparación, pero quería la gloria para él solo, por lo tanto subió sin compañeros. Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo hasta llegar a la cima. La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, no había luna y los estrellas estaban cubiertas por las nubes. Subiendo por un acantilado, a solo 100 metros de la cima, se resbaló y se desplomó por los aires... caía o una velocidad vertiginosa, sólo podía ver veloces manchas más oscuras que pesaban en la misma oscuridad y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad. Seguía cayendo... y en esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos sus gratos y no tan gratos momentos de la vida. Él pensaba que iba a morir, sin embargo, de repente sintió un tirón muy fuerte que casi lo parte en dos... Sí, como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de Ia cintura. En esos momentos de quietud, suspendido por los aires, no le quedó más que gritar: “AYUDAME DIOS MIO.” De repente una voz grave y profunda de los cielos le contestó: “¿QUE QUIERES QUE HAGA?” “Sálvame Dios mío” "¿REALMENTE CREES QUE TE PUEDA SALVAR?" “Por supuesto Señor” "ENTONCES CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE...” Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró mas a la cuerda y reflexionó ... Cuenta el equipo de rescate que el otro día encontraron al alpinista congelado, muerto, agarrado con fuerza, con las manos a una cuerda ... A DOS METROS DEL SUELO ... ... ¿Y tú? ... ¿Qué tan confiado o aferrado estás de tu cuerda? ... ¿Por qué no la sueltas? |
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domingo, 2 de junio de 2013
¿Realmente crees que te pueda salvar?
sábado, 1 de junio de 2013
JUNIO: MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
JUNIO: MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
La imagen del Sagrado Corazón de Jesús nos recuerda el núcleo central de nuestra fe: todo lo que Dios nos ama con su Corazón y todo lo que nosotros, por tanto, le debemos amar. Jesús tiene un Corazón que ama sin medida. Y tanto nos ama, que sufre cuando su inmenso amor no es correspondido.
La Iglesia dedica todo el mes de junio al Sagrado Corazón de Jesús, con la finalidad de que los católicos lo veneremos, lo honremos y lo imitemos especialmente en estos 30 días. Esto significa que debemos vivir este mes demostrándole a Jesús con nuestras obras que lo amamos, que correspondemos al gran amor que Él nos tiene y que nos ha demostrado entregándose a la muerte por nosotros, quedándose en la Eucaristía y enseñándonos el camino a la vida eterna.
Origen de la devoción:
Santa Margarita María de Alacoque era una religiosa de la Orden de la Visitación. Tenía un gran amor por Jesús. Y Jesús tuvo un amor especial por ella. Se le apareció en varias ocasiones para decirle lo mucho que la amaba a ella y a todos los hombres y lo mucho que le dolía a su Corazón que los hombres se alejaran de Él por el pecado.
Durante estas visitas a su alma, Jesús le pidió que nos enseñara a quererlo más, a tenerle devoción, a rezar y, sobre todo, a tener un buen comportamiento para que su Corazón no sufra más con nuestros pecados.
El pecado nos aleja de Jesús y esto lo entristece porque Él quiere que todos lleguemos al Cielo con Él. Nosotros podemos demostrar nuestro amor al Sagrado Corazón de Jesús con nuestras obras: en esto precisamente consiste la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
Las promesas del Sagrado Corazón de Jesús:
Jesús le prometió a Santa Margarita de Alacoque, que si una persona comulga los primeros viernes de mes, durante nueve meses seguidos, le concederá lo siguiente:
1. Les daré todas las gracias necesarias a su estado (casado(a), soltero(a), viudo(a) o consagrado(a) a Dios).
2. Pondré paz en sus familias.
3. Los consolaré en todas las aflicciones.
4. Seré su refugio durante la vida y, sobre todo, a la hora de la muerte.
5. Bendeciré abundantemente sus empresas.
6. Los pecadores hallarán misericordia.
7. Los tibios se harán fervorosos.
8. Los fervorosos se elevarán rápidamente a gran perfección.
9. Bendeciré los lugares donde la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.
10. Les daré la gracia de mover los corazones más endurecidos.
11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón y jamás será borrado de Él.
12. La gracia de la penitencia final: es decir, no morirán en desgracia y sin haber recibido los Sacramentos.
Las condiciones para ganar esta gracia son tres:
1. Recibir la Sagrada Comunión durante nueve primeros viernes de mes de forma consecutiva y sin ninguna interrupción.
2. Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar la perseverancia final.
3. Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de expiación por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento.
Oración de Consagración al Sagrado Corazón de Jesús
Podemos conseguir una estampa o una figura en donde se vea el Sagrado Corazón de Jesús y, ante ella, llevar a cabo la consagración familiar a su Sagrado Corazón, de la siguiente manera:
Señor Jesucristo, arrodillados a tus pies,
renovamos alegremente la Consagración
de nuestra familia a tu Divino Corazón.
Sé, hoy y siempre, nuestro Guía,
el Jefe protector de nuestro hogar,
el Rey y Centro de nuestros corazones.
Bendice a nuestra familia, nuestra casa,
a nuestros vecinos, parientes y amigos.
Ayúdanos a cumplir fielmente nuestros deberes, y participa de nuestras alegrías y angustias, de nuestras esperanzas y dudas, de nuestro trabajo y de nuestras diversiones.
Danos fuerza, Señor, para que carguemos nuestra cruz de cada día y sepamos ofrecer todos nuestros actos, junto con tu sacrificio, al Padre.
Que la justicia, la fraternidad, el perdón y la misericordia estén presentes en nuestro hogar y en nuestras comunidades.
Queremos ser instrumentos de paz y de vida.
Que nuestro amor a tu Corazón compense,
de alguna manera, la frialdad y la indiferencia, la ingratitud y la falta de amor de quienes no te conocen, te desprecian o rechazan.
Sagrado Corazón de Jesús, tenemos confianza en Ti.
Confianza profunda, ilimitada.
Sugerencias para vivir la fiesta:
Poner una estampa del Sagrado Corazón de Jesús, algún pensamiento y la oración para la Consagración al Sagrado Corazón de Jesús.
Hacer una oración en la que todos pidamos por tener un corazón como el de Cristo.
Leer en el Evangelio pasajes en los que se podamos observar la actitud de Jesús como fruto de su Corazón.
Fuente: Catholicnet
viernes, 31 de mayo de 2013
DESPUÉS DE APAGAR LAS LUCES
DESPUÉS DE APAGAR LAS LUCES
Cuando una noticia nos llega de Estados Unidos, en seguida pensamos en vuelos espaciales, en computadores electrónicos, en conflictos militares, avances tecnológicos, índices de la bolsa neoyorquina, estrenos de películas, etc. Pero hay mucho más. Hasta hay la devoción a la Virgen y el rezo de su rosario.
Desde Saint Paul, Minnesota, Estados Unidos, una señora cuenta así sus experiencias:
«Cuando era niña, nuestra familia vivía en una pequeña casa, donde la abuelita venía a visitarnos; solía estar dos o tres semanas, y nosotras nos disputábamos el privilegio de estar en su compañía. Por ser yo la mayor, conseguí dormir en una cama cerca de la suya.
Cada noche, después de apagar las luces y quedar todo en silencio, la oía cuchichear suavemente: estaba rezando. Parecía que no iba a acabar nunca y pronto me esforcé por entender lo que decía. Supe que rezaba el rosario, y de esta manera aprendí el Padrenuestro, el Avemaría y otras oraciones de su uso particular.
La abuelita era irlandesa, católica. Nuestra madre abandonó la religión al casarse con nuestro padre. Siempre hemos ido a escuelas no católicas; en casa no había religión, excepto la de nuestra abuelita, cuando nos visitaba.
Me casé y no me acerqué más a la iglesia. Pero nueve años más tarde sentí la necesidad de una base espiritual. Acudí a la biblioteca, estudié varias religiones Y siempre por la noche recordaba los rezos de la abuelita. Leí libros sobre el Catolicismo, que daban respuestas a todas mis dudas. Encontré un sacerdote, me instruyó en lo necesario y recibí el Bautismo.
Yo rezaba por mi marido y por mis padres. Un año después de ser cristiana, mi esposo anunció que iba a prepararse para el Bautismo. Nuestra madre se reconcilió con la iglesia. Tuvimos un hijo y lo bautizamos según el rito católico. Mi cuñada y su esposo, al ver cuán felices éramos con nuestra nueva religión, se hicieron católicos, y mi marido y yo somos padrinos de sus tres hijos.
¡Todo debido al Rosario rezado en voz baja por una buena mujer!
Texto del libro "Anécdotas Marianas" de Fr. José A. M. Puche, 0. P.
Cuando una noticia nos llega de Estados Unidos, en seguida pensamos en vuelos espaciales, en computadores electrónicos, en conflictos militares, avances tecnológicos, índices de la bolsa neoyorquina, estrenos de películas, etc. Pero hay mucho más. Hasta hay la devoción a la Virgen y el rezo de su rosario.
Desde Saint Paul, Minnesota, Estados Unidos, una señora cuenta así sus experiencias:
«Cuando era niña, nuestra familia vivía en una pequeña casa, donde la abuelita venía a visitarnos; solía estar dos o tres semanas, y nosotras nos disputábamos el privilegio de estar en su compañía. Por ser yo la mayor, conseguí dormir en una cama cerca de la suya.
Cada noche, después de apagar las luces y quedar todo en silencio, la oía cuchichear suavemente: estaba rezando. Parecía que no iba a acabar nunca y pronto me esforcé por entender lo que decía. Supe que rezaba el rosario, y de esta manera aprendí el Padrenuestro, el Avemaría y otras oraciones de su uso particular.
La abuelita era irlandesa, católica. Nuestra madre abandonó la religión al casarse con nuestro padre. Siempre hemos ido a escuelas no católicas; en casa no había religión, excepto la de nuestra abuelita, cuando nos visitaba.
Me casé y no me acerqué más a la iglesia. Pero nueve años más tarde sentí la necesidad de una base espiritual. Acudí a la biblioteca, estudié varias religiones Y siempre por la noche recordaba los rezos de la abuelita. Leí libros sobre el Catolicismo, que daban respuestas a todas mis dudas. Encontré un sacerdote, me instruyó en lo necesario y recibí el Bautismo.
Yo rezaba por mi marido y por mis padres. Un año después de ser cristiana, mi esposo anunció que iba a prepararse para el Bautismo. Nuestra madre se reconcilió con la iglesia. Tuvimos un hijo y lo bautizamos según el rito católico. Mi cuñada y su esposo, al ver cuán felices éramos con nuestra nueva religión, se hicieron católicos, y mi marido y yo somos padrinos de sus tres hijos.
¡Todo debido al Rosario rezado en voz baja por una buena mujer!
Texto del libro "Anécdotas Marianas" de Fr. José A. M. Puche, 0. P.
DECÁLOGO PARA EL CATEQUISTA
Decálogo para el Catequista
I. Cuidar mi vocación de catequista con la oración y la formación permanente.
II. Estudiar y amar la Palabra de Dios como fuente principal de la catequesis.
III. Crecer en el amor a Cristo, a la Iglesia y a cada hermano.
IV. Desarrollar mi vida espiritual con la vivencia de los sacramentos y la participación activa a favor de la comunidad cristiana.
V. Dar testimonio de Cristo en toda circunstancia.
VI. Trabajar en común unión con los sacerdotes y mis hermanos en la fe.
VII. Preparar con seriedad y creatividad todos los encuentros catequísticos.
VIII. Participar con entusiasmo en los encuentros de formación, de oración y de programación de las catequesis.
IX. Servir con humildad y respeto, confiando más en la acción del Espíritu Santo que en mis méritos.
X. Revisar y purificar mis motivaciones para evitar la rutina y la autosuficiencia.
I. Cuidar mi vocación de catequista con la oración y la formación permanente.
II. Estudiar y amar la Palabra de Dios como fuente principal de la catequesis.
III. Crecer en el amor a Cristo, a la Iglesia y a cada hermano.
IV. Desarrollar mi vida espiritual con la vivencia de los sacramentos y la participación activa a favor de la comunidad cristiana.
V. Dar testimonio de Cristo en toda circunstancia.
VI. Trabajar en común unión con los sacerdotes y mis hermanos en la fe.
VII. Preparar con seriedad y creatividad todos los encuentros catequísticos.
VIII. Participar con entusiasmo en los encuentros de formación, de oración y de programación de las catequesis.
IX. Servir con humildad y respeto, confiando más en la acción del Espíritu Santo que en mis méritos.
X. Revisar y purificar mis motivaciones para evitar la rutina y la autosuficiencia.
APRENDE A SER FELIZ
APRENDE A SER FELIZ
Me parece que la primera cosa que tendríamos que enseñar a todo hombre que llega a la adolescencia es que los humanos no nacemos felices ni infelices, sino que aprendemos a ser una cosa u otra y que, en una gran parte, depende de nuestra elección el que nos llegue la felicidad o la desgracia. Que no es cierto, como muchos piensan, que la dicha pueda encontrarse como se encuentra por la calle una moneda o que pueda tocar como una lotería, sino que es algo que se construye, ladrillo a ladrillo, como una casa.
Habría también que enseñarles que la felicidad nunca es completa en este mundo, pero que, aun así, hay raciones más que suficientes de alegría para llenar una vida de jugo y de entusiasmo y que una de las claves está precisamente en no renunciar o ignorar los trozos de felicidad que poseemos por pasarse la vida soñando o esperando la felicidad entera.
Sería también necesario decirles que no hay «recetas» para la felicidad, porque, en primer lugar, no hay una sola, sino muchas felicidades y que cada hombre debe construir la suya, que puede ser muy diferente de la de sus vecinos. Y porque, en segundo lugar, una de las claves para ser felices está en descubrir «qué» clase de felicidad es la mía propia.
Añadir después que, aunque no haya recetas infalibles, sí hay una serie de caminos por los que, con certeza, se puede caminar hacia ella. A mí se me ocurren, así de repente, unos cuantos:
- Valorar y reforzar las fuerzas positivas de nuestra alma. Descubrir y disfrutar de todo lo bueno que tenemos. No tener que esperar a encontramos con un ciego para enterarnos de lo hermosos e importantes que son nuestros ojos.
- Asumir después serenamente las partes negativas o deficitarias de nuestra existencia.
- Vivir abiertos hacia el prójimo. Pensar que es preferible que nos engañen cuatro o cinco veces en la vida que pasarnos la vida desconfiando de los demás.
- Tener un gran ideal, algo que centre nuestra existencia y hacia lo que dirigir lo mejor de nuestras energías.
- Creer descaradamente en el bien. Tener confianza en que a la larga -y a veces muy a la larga- terminará siempre por imponerse.
- En el amor, preocuparse más por amar que por ser amados.
- Elegir, si se puede, un trabajo que nos guste. Y si esto es imposible, tratar de amar el trabajo que tenemos.
- Revisar constantemente nuestras escalas de valores. Cuidar de que el dinero no se apodera de nuestro corazón, pues es un ídolo difícil de arrancar de el cuando nos ha hecho sus esclavos.
- Descubrir que Dios es alegre.
- Procurar sonreír con ganas o sin ellas.
La lista podría ser más larga. Pero creo que, tal vez, esas pocas lecciones podrían servir para iniciar el estudio de la asignatura más importante de nuestra carrera de hombres: la construcción de la felicidad.
Me parece que la primera cosa que tendríamos que enseñar a todo hombre que llega a la adolescencia es que los humanos no nacemos felices ni infelices, sino que aprendemos a ser una cosa u otra y que, en una gran parte, depende de nuestra elección el que nos llegue la felicidad o la desgracia. Que no es cierto, como muchos piensan, que la dicha pueda encontrarse como se encuentra por la calle una moneda o que pueda tocar como una lotería, sino que es algo que se construye, ladrillo a ladrillo, como una casa.
Habría también que enseñarles que la felicidad nunca es completa en este mundo, pero que, aun así, hay raciones más que suficientes de alegría para llenar una vida de jugo y de entusiasmo y que una de las claves está precisamente en no renunciar o ignorar los trozos de felicidad que poseemos por pasarse la vida soñando o esperando la felicidad entera.
Sería también necesario decirles que no hay «recetas» para la felicidad, porque, en primer lugar, no hay una sola, sino muchas felicidades y que cada hombre debe construir la suya, que puede ser muy diferente de la de sus vecinos. Y porque, en segundo lugar, una de las claves para ser felices está en descubrir «qué» clase de felicidad es la mía propia.
Añadir después que, aunque no haya recetas infalibles, sí hay una serie de caminos por los que, con certeza, se puede caminar hacia ella. A mí se me ocurren, así de repente, unos cuantos:
- Valorar y reforzar las fuerzas positivas de nuestra alma. Descubrir y disfrutar de todo lo bueno que tenemos. No tener que esperar a encontramos con un ciego para enterarnos de lo hermosos e importantes que son nuestros ojos.
- Asumir después serenamente las partes negativas o deficitarias de nuestra existencia.
- Vivir abiertos hacia el prójimo. Pensar que es preferible que nos engañen cuatro o cinco veces en la vida que pasarnos la vida desconfiando de los demás.
- Tener un gran ideal, algo que centre nuestra existencia y hacia lo que dirigir lo mejor de nuestras energías.
- Creer descaradamente en el bien. Tener confianza en que a la larga -y a veces muy a la larga- terminará siempre por imponerse.
- En el amor, preocuparse más por amar que por ser amados.
- Elegir, si se puede, un trabajo que nos guste. Y si esto es imposible, tratar de amar el trabajo que tenemos.
- Revisar constantemente nuestras escalas de valores. Cuidar de que el dinero no se apodera de nuestro corazón, pues es un ídolo difícil de arrancar de el cuando nos ha hecho sus esclavos.
- Descubrir que Dios es alegre.
- Procurar sonreír con ganas o sin ellas.
La lista podría ser más larga. Pero creo que, tal vez, esas pocas lecciones podrían servir para iniciar el estudio de la asignatura más importante de nuestra carrera de hombres: la construcción de la felicidad.
Autor: Padre José Luis Martín Descalzo
EL EVANGELIO DE HOY: 31.05.2013
¡Bendita tú, entre todas las mujeres!
Lucas 1, 39-56, Fiesta de la Visitación de María a Santa Isabel. La persona de María siempre tiene algo de atrayente, algo que resuena en nuestras almas.
Autor: Edgar Pérez | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-56
En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor! Y dijo María: Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia - como había anunciado a nuestros padres - en favor de Abraham y de su linaje por los siglos. María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.
Oración introductoria
María, hoy concluye el mes dedicado a honrarte. Gracias por tu compañía. Gracias por tu amor, tu calor y tu cercanía de Madre. Pongo en tus manos este momento de oración, ayúdame a hablar con tu Hijo, a alabarlo y glorificarlo, como lo hacías Tú.
Petición
María, condúceme hacia la transformación completa en Jesucristo.
Meditación del Papa
El relato evangélico de la Visitación nos muestra cómo la Virgen, después de la anunciación del Ángel, no retuvo el don recibido, sino que partió inmediatamente para ayudar a su anciana prima Isabel (...) El Magníficat no es el cántico de aquellos a quienes les sonríe la suerte, de los que siempre van "viento en popa"; es más bien la gratitud de quien conoce los dramas de la vida, pero confía en la obra redentora de Dios. Es un canto que expresa la fe probada de generaciones de hombres y mujeres que han puesto en Dios su esperanza y se han comprometido en primera persona, como María, para ayudar a los hermanos necesitados. En el Magníficat escuchamos la voz de tantos santos y santas de la caridad (...) Quien permanece por largo tiempo cerca de las personas que sufren, conoce la angustia y las lágrimas, pero también el milagro del gozo, fruto del amor. Benedicto XVI, 11 de febrero de 2010.
Reflexión
La prontitud con que María fue a servir a su prima demuestra el verdadero fruto que comporta tener a Jesús en el corazón.
Son varios los comentadores que señalan la primera concepción que se llevó a cabo de la Madre del Señor antes que la física; antes que el Verbo de Dios se hiciera Carne en el Seno de María, se hizo "amor" en su corazón y así ella lo aceptó primero en el alma para luego venir misteriosamente en su vientre a cobijarse. De este modo la imagen de la acogida de Jesús por parte de los cristianos está abierta a todos: hombres y mujeres, santos y pecadores, dignos e indignos. María se mostró inmediatamente dispuesta a los planes de Dios.
Quien ha cobijado de veras a Jesús en el alma podrá dar los frutos que esta identificación comporta. El cristiano de verdad no podrá pasar desapercibido ante la mirada de los hombres, máxime si ellos viven en la justicia de Dios.
Isabel era una mujer justa. Ya mayor parecía que la maldición de Dios era más que un hecho. Mujer maldita era la estéril entre los judíos. La fecunda demostraba la gracia con que Dios la había regalado en su fecundidad. Y de todos modos luchaba por demostrar su amor a Dios junto con su fiel esposo Zacarías, a pesar de que los hechos mostraran otra cosa. Los planes de Dios no son los planes de los hombres.
Muchas veces, más de lo que creemos Dios escribe recto con reglones torcidos. Los justos que parecen despreciados por Dios son en realidad los más amados. Y tarde o temprano Dios los premia. Probados como están por el amor de verdad, son como irresistibles a un Dios que desfallece ante los humildes. Isabel tuvo un hijo. El que sería el más grande profeta, Juan el Bautista.
María va donde su prima para acompañarla y servirla. Ella, la que quiso ser virgen por amor a Dios cuando eso significaba una locura cultural; Ella, que supo acoger al Verbo de Dios primero en su corazón y que lo tuvo realmente presente como un sagrario viviente; Ella que ante tanta prontitud con Dios no podía serlo menos con los hombres aunque eso significara sacrificio. Va a ver a una vieja pariente para servirla. ¿Si eso hizo la que sería la futura madre de Dios, no podríamos servir nosotros de la misma manera?
La persona de María siempre tiene algo de atrayente, algo que resuena en nuestras almas por ser ella el modelo más perfecto de la Creación. Nos encontramos frente a una mujer como ninguna. ¿Por qué? Pues porque su ejemplo de humildad, caridad y prontitud para servir es un fuerte llamado a convertir nuestro corazón, a prepararlo para recibir a ese Niño tan esperado. Él sólo espera encontrarnos listos para darnos todo lo que Él puede dar: la vida eterna.
Contemplemos la escena. María, una joven de unos 15 años, como muchas de su época. Una joven que lleva en su seno la Vida apenas concebida. Camina, peregrina en los montes para llegar a donde está su prima. No se enorgullece al ser nombrada como Madre de Dios. Al contrario, su humildad le hacen abandonar cualquier tipo de comodidad para ir a esos lugares donde se necesite un apoyo, alguien cercano que asista al prójimo sin esperar ninguna clase de recompensa.
El arcángel le ha confesado que quien espera en el Señor nunca será despreciado. Ese fue el caso de Isabel. Y es también la situación de muchas personas que en necesidad o prosperidad, en la alegría o la tristeza saben dirigir su pensamiento a Dios para buscar sólo lo que a él le agrade.
A quien prepare su corazón, como María o Isabel, Dios entre otros tantas gracias espirituales o incluso humanas, no deja de darle el don del Espíritu Santo. Gracias a él podemos estar siempre alegres aun en medio de la adversidad, ser generosos con los demás, caritativos con cualquier persona porque sólo quien tiene a Dios puede darlo a los demás. Cristo viene, ¿estamos listos para recibirlo?
Propósito
Llevar la Buena Nueva del Evangelio a un enfermo o a un necesitado.
Diálogo con Cristo
Jesús, quiero terminar esta oración consagrándome a María. Quiero imitarla en ese abandono total a la voluntad santísima de Dios, en su fe fuerte, en su esperanza inquebrantable y en su caridad ardiente. No permitas nunca que me separe de mi madre María, porque ella es quien educa mi corazón en la escucha y en la generosidad, para saber ser humilde y dócil a las luces del Espíritu Santo.
Lucas 1, 39-56, Fiesta de la Visitación de María a Santa Isabel. La persona de María siempre tiene algo de atrayente, algo que resuena en nuestras almas.
Autor: Edgar Pérez | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-56
En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor! Y dijo María: Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia - como había anunciado a nuestros padres - en favor de Abraham y de su linaje por los siglos. María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.
Oración introductoria
María, hoy concluye el mes dedicado a honrarte. Gracias por tu compañía. Gracias por tu amor, tu calor y tu cercanía de Madre. Pongo en tus manos este momento de oración, ayúdame a hablar con tu Hijo, a alabarlo y glorificarlo, como lo hacías Tú.
Petición
María, condúceme hacia la transformación completa en Jesucristo.
Meditación del Papa
El relato evangélico de la Visitación nos muestra cómo la Virgen, después de la anunciación del Ángel, no retuvo el don recibido, sino que partió inmediatamente para ayudar a su anciana prima Isabel (...) El Magníficat no es el cántico de aquellos a quienes les sonríe la suerte, de los que siempre van "viento en popa"; es más bien la gratitud de quien conoce los dramas de la vida, pero confía en la obra redentora de Dios. Es un canto que expresa la fe probada de generaciones de hombres y mujeres que han puesto en Dios su esperanza y se han comprometido en primera persona, como María, para ayudar a los hermanos necesitados. En el Magníficat escuchamos la voz de tantos santos y santas de la caridad (...) Quien permanece por largo tiempo cerca de las personas que sufren, conoce la angustia y las lágrimas, pero también el milagro del gozo, fruto del amor. Benedicto XVI, 11 de febrero de 2010.
Reflexión
La prontitud con que María fue a servir a su prima demuestra el verdadero fruto que comporta tener a Jesús en el corazón.
Son varios los comentadores que señalan la primera concepción que se llevó a cabo de la Madre del Señor antes que la física; antes que el Verbo de Dios se hiciera Carne en el Seno de María, se hizo "amor" en su corazón y así ella lo aceptó primero en el alma para luego venir misteriosamente en su vientre a cobijarse. De este modo la imagen de la acogida de Jesús por parte de los cristianos está abierta a todos: hombres y mujeres, santos y pecadores, dignos e indignos. María se mostró inmediatamente dispuesta a los planes de Dios.
Quien ha cobijado de veras a Jesús en el alma podrá dar los frutos que esta identificación comporta. El cristiano de verdad no podrá pasar desapercibido ante la mirada de los hombres, máxime si ellos viven en la justicia de Dios.
Isabel era una mujer justa. Ya mayor parecía que la maldición de Dios era más que un hecho. Mujer maldita era la estéril entre los judíos. La fecunda demostraba la gracia con que Dios la había regalado en su fecundidad. Y de todos modos luchaba por demostrar su amor a Dios junto con su fiel esposo Zacarías, a pesar de que los hechos mostraran otra cosa. Los planes de Dios no son los planes de los hombres.
Muchas veces, más de lo que creemos Dios escribe recto con reglones torcidos. Los justos que parecen despreciados por Dios son en realidad los más amados. Y tarde o temprano Dios los premia. Probados como están por el amor de verdad, son como irresistibles a un Dios que desfallece ante los humildes. Isabel tuvo un hijo. El que sería el más grande profeta, Juan el Bautista.
María va donde su prima para acompañarla y servirla. Ella, la que quiso ser virgen por amor a Dios cuando eso significaba una locura cultural; Ella, que supo acoger al Verbo de Dios primero en su corazón y que lo tuvo realmente presente como un sagrario viviente; Ella que ante tanta prontitud con Dios no podía serlo menos con los hombres aunque eso significara sacrificio. Va a ver a una vieja pariente para servirla. ¿Si eso hizo la que sería la futura madre de Dios, no podríamos servir nosotros de la misma manera?
La persona de María siempre tiene algo de atrayente, algo que resuena en nuestras almas por ser ella el modelo más perfecto de la Creación. Nos encontramos frente a una mujer como ninguna. ¿Por qué? Pues porque su ejemplo de humildad, caridad y prontitud para servir es un fuerte llamado a convertir nuestro corazón, a prepararlo para recibir a ese Niño tan esperado. Él sólo espera encontrarnos listos para darnos todo lo que Él puede dar: la vida eterna.
Contemplemos la escena. María, una joven de unos 15 años, como muchas de su época. Una joven que lleva en su seno la Vida apenas concebida. Camina, peregrina en los montes para llegar a donde está su prima. No se enorgullece al ser nombrada como Madre de Dios. Al contrario, su humildad le hacen abandonar cualquier tipo de comodidad para ir a esos lugares donde se necesite un apoyo, alguien cercano que asista al prójimo sin esperar ninguna clase de recompensa.
El arcángel le ha confesado que quien espera en el Señor nunca será despreciado. Ese fue el caso de Isabel. Y es también la situación de muchas personas que en necesidad o prosperidad, en la alegría o la tristeza saben dirigir su pensamiento a Dios para buscar sólo lo que a él le agrade.
A quien prepare su corazón, como María o Isabel, Dios entre otros tantas gracias espirituales o incluso humanas, no deja de darle el don del Espíritu Santo. Gracias a él podemos estar siempre alegres aun en medio de la adversidad, ser generosos con los demás, caritativos con cualquier persona porque sólo quien tiene a Dios puede darlo a los demás. Cristo viene, ¿estamos listos para recibirlo?
Propósito
Llevar la Buena Nueva del Evangelio a un enfermo o a un necesitado.
Diálogo con Cristo
Jesús, quiero terminar esta oración consagrándome a María. Quiero imitarla en ese abandono total a la voluntad santísima de Dios, en su fe fuerte, en su esperanza inquebrantable y en su caridad ardiente. No permitas nunca que me separe de mi madre María, porque ella es quien educa mi corazón en la escucha y en la generosidad, para saber ser humilde y dócil a las luces del Espíritu Santo.
jueves, 30 de mayo de 2013
EL EVANGELIO DE HOY : 30.05.2013
Autor: P. Sergio Córdova LC | Fuente: Catholic.net Cuerpo y Sangre de Cristo | |
Lucas 9, 11-17. Solemnidad de Corpus Christi Ciclo C. Cada Misa que se celebra en cualquier rincón de la tierra, tiene un valor redentor y de salvación universal. | |
En aquel tiempo Jesús comenzó a hablar a las gentes acerca del Reino de Dios, y curaba a los que tenían necesidad de ser curados. Pero el día había comenzado a declinar, y acercándose los Doce, le dijeron: Despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar deshabitado. Él les dijo: Dadles vosotros de comer. Pero ellos respondieron: No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente. Pues había como cinco mil hombres. El dijo a sus discípulos: Haced que se acomoden por grupos de unos cincuenta. Lo hicieron así, e hicieron acomodarse a todos. Tomó entonces los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición y los partió, y los iba dando a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente. Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos. Oración introductoria Jesús, fuente de todas las bendiciones, gracias por tu cuidado paternal y por tu amor incondicional. Señor, te necesito. Ayúdame para que esta oración me cure de mis debilidades y me ilumine para comprender y valorar el sacramento de la Eucaristía. Petición Señor, aumenta mi fe para saber contemplarte y alabarte en la Eucaristía. Meditación del Papa Jesús no es un rey terrenal, que ejerce su dominio, sino un rey que sirve, que se acerca hasta el hombre para satisfacer no solo el hambre material, sino sobre todo un hambre más profundo, el hambre de orientación, de sentido, de verdad, el hambre de Dios. Queridos hermanos y hermanas, pidamos al Señor que nos ayude a redescubrir la importancia de alimentarnos no solo de pan, sino de verdad, de amor, de Cristo, del cuerpo de Cristo, participando fielmente y con gran conciencia de la Eucaristía, para estar cada vez más íntimamente unidos a Él. En efecto, no es el alimento eucarístico el que se transforma en nosotros, sino que somos nosotros los que gracias a él acabamos por ser cambiados misteriosamente. Cristo nos alimenta uniéndonos a él; "nos atrae hacia sí". Al mismo tiempo, oremos para que nunca le falte a nadie el pan necesario para una vida digna, y que se terminen las desigualdades no con las armas de la violencia, sino con el compartir y el amor. Nos confiamos a la Virgen María, a la vez que invocamos sobre nosotros y nuestros seres queridos, su maternal intercesión. (Benedicto XVI, 29 de julio de 2012). Reflexión Hoy celebramos la solemnidad del Corpus Christi. Antiguamente –y todavía hoy en muchos países católicos– se celebra esta fiesta con una procesión solemne, en la que se lleva expuesto al Santísimo Sacramento por las principales calles de la ciudad, acompañado con flores, cirios, oraciones, himnos y cánticos de los fieles. Sin duda todos hemos participado o presenciado alguna procesión del Corpus. Pero no estoy tan seguro de que todos conozcamos el origen y el significado de esta celebración. Se celebraba en día jueves, dado que esta fiesta nació como una prolongación del Jueves Santo, y cuyo fin era tributar un culto público y solemne de adoración, de veneración, de amor y gratitud a Jesús Eucaristía por el regalo maravilloso que nos dio aquel día de la Ultima Cena, cuando quiso quedarse con nosotros para siempre en el sacramento del altar. La solemnidad del Corpus Christi se remonta al siglo XIII. Se cuenta, en efecto, que el año 1264 un sacerdote procedente de la Bohemia, un tal Pedro de Praga, dudoso sobre el misterio de la transustanciación del Cuerpo y de la Sangre de Cristo en la Hostia santa y en el vino consagrado, acudió en peregrinación a Roma para invocar sobre la tumba del apóstol san Pedro el robustecimiento de su fe. Al volver de la Ciudad Eterna, se detuvo en Bolsena y, mientras celebraba el santo Sacrificio de la Misa en la cripta de santa Cristina, la sagrada Hostia comenzó a destilar sangre hasta quedar el corporal completamente mojado. La noticia del prodigio se regó como pólvora, llegando hasta los oídos del Papa Urbano IV, que entonces se encontraba en Orvieto, una población cercana a Bolsena. Impresionado por la majestuosidad del acontecimiento, ordenó que el sagrado lino fuese transportado a Orvieto y, comprobado el milagro, instituyó enseguida la celebración de la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Jesucristo. Al poco tiempo el mismo Papa Urbano IV encargó al insigne teólogo dominico, Tomás de Aquino, la preparación de un oficio litúrgico propio para esta fiesta y la creación de cantos e himnos para celebrar a Cristo Eucaristía. Fue él quien compuso, entre otros himnos, la bellísima secuencia "Lauda Sion" que se canta en la Misa del día, tan llena de unción, de alta teología y mística devoción. El año 1290 el Papa Nicolás IV, a petición del clero y del pueblo, colocó la primera piedra de la nueva catedral que se erigiría en la ciudad de Orvieto para custodiar y venerar la sagrada reliquia. Yo personalmente he tenido la oportunidad de visitar varias veces –aquí en Italia- la basílica de Bolsena, lugar del milagro eucarístico, y el santo relicario de la catedral de Orvieto, en donde se palpa una grandísima espiritualidad. Después de esta breve noticia histórica, parece obvio el porqué de esta celebración. La Iglesia entera –fieles y pastores, unidos en un solo corazón- quiere honrar solemnemente y tributar un especial culto de adoración a Jesucristo, realmente presente en el santísimo sacramento de la Eucaristía, memorial de su pasión, muerte y resurrección por amor a nosotros, banquete sacrificial y alimento de vida eterna. La Iglesia siempre ha tenido en altísima estima y veneración este augusto sacramento, pues en él se contiene, real y verdaderamente, la Persona misma del Señor, con su Cuerpo santísimo, su Sangre preciosa, y toda su alma y divinidad. En los restantes sacramentos se encierra la gracia salvífica de Cristo; pero en éste hallamos al mismo Cristo, autor de nuestra salvación. El Papa Juan Pablo II publicó "Ecclesia de Eucharistia" dedicada precisamente al misterio de Jesús Eucarístico. "La Iglesia vive de la Eucaristía". "Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia". Diálogo con Cristo Señor, desde aquel primer Jueves Santo, cada Misa que celebra el sacerdote en cualquier rincón de la tierra tiene un valor redentor y de salvación universal. No sólo "recordamos" tu Pascua, sino que "revivimos" realmente los misterios sacrosantos de nuestra redención, por amor a nosotros. ¡Gracias a ellos, nosotros podemos tener vida eterna! Ofrecemos nuestras oraciones a ti por ellos. Propósito Ojalá que, a partir de ahora, vivamos con mayor conciencia, fe, amor y gratitud cada Santa Misa y acudamos con más frecuencia a visitar a Jesucristo en el Sagrario, con una profunda actitud de adoración y veneración. Y, si de verdad lo amamos, hagamos que nuestro amor a El se convierta en obras de caridad y de auténtica vida cristiana. Sólo así seremos un verdadero testimonio de Cristo ante el mundo. |
ESTOY CONTIGO
Estoy contigo
A veces es difícil encontrar la respuesta a esa sencilla pregunta.
¿Para qué buscarte? Me preguntaba...
¿Qué gano con seguirte? Me cuestionaba...
¿Porqué he de hacer tu voluntad? Me replicaba...
Y hoy, estando solo y con miles de problemas encima, hoy cuando los que creí mis amigos me han abandonado, hoy cuando más solo me siento, y atareado me encuentro, vienen a mi mente las respuestas a estas preguntas, pues en medio de los problemas, sin importar cuanto le he fallado, Tu sigues firme a mi lado.
Y en medio del cansancio siento tus brazos sostenerme. Y entre el bullicio de cada día y los problemas que me agobian, escucho tu dulce voz susurrarme al oído: "Calma, estoy contigo".
Y ahora me doy cuenta que todo vale la pena, y que aquellas dudas no eran mas que trampas de mi enemigo para evitar tu consuelo, tu paz, tu compañía.
Gracias Señor, porque a pesar de todas mis dudas me recibiste en tu seno, y siempre que te cuestionaba sonriendo me decías: "Tranquilo, que ya llegarán unos de esos días".
A veces es difícil encontrar la respuesta a esa sencilla pregunta.
¿Para qué buscarte? Me preguntaba...
¿Qué gano con seguirte? Me cuestionaba...
¿Porqué he de hacer tu voluntad? Me replicaba...
Y hoy, estando solo y con miles de problemas encima, hoy cuando los que creí mis amigos me han abandonado, hoy cuando más solo me siento, y atareado me encuentro, vienen a mi mente las respuestas a estas preguntas, pues en medio de los problemas, sin importar cuanto le he fallado, Tu sigues firme a mi lado.
Y en medio del cansancio siento tus brazos sostenerme. Y entre el bullicio de cada día y los problemas que me agobian, escucho tu dulce voz susurrarme al oído: "Calma, estoy contigo".
Y ahora me doy cuenta que todo vale la pena, y que aquellas dudas no eran mas que trampas de mi enemigo para evitar tu consuelo, tu paz, tu compañía.
Gracias Señor, porque a pesar de todas mis dudas me recibiste en tu seno, y siempre que te cuestionaba sonriendo me decías: "Tranquilo, que ya llegarán unos de esos días".
SÚPLICA A JESÚS EUCARISTÍA
SÚPLICA A JESÚS EUCARISTÍA
Antes de alejarme de este Santo Sagrario quiero, oh Jesús mío, recurrir a las riquezas infinitas de Tu Corazón divino.
Consagrado a Tu amor, creo que no puedo pedir nada mejor que la satisfacción de Tus mismos deseos. Son estos, Tus deseos divinos, los que quiero presentar al Padre antes de terminar este tiempo de gracias y en Tu nombre suplicar que los escuche.
El primer deseo de Jesús es la salvación de las almas; redimir al mundo mediante el amor, establecer el Reino del Amor Infinito en toda la tierra.
Permite pues, oh Jesús, que exprese mi ardiente voto de que se establezca en todo el mundo el Reino de Tu Amor. Oh Amor Infinito, viviente en el Divino Corazón de Jesús, hazte conocer de los hombres a fin de que ellos Te amen como Tú quieres ser amado.
El segundo deseo de Jesús es el de servirse, para este gran trabajo, de los Sacerdotes; hacer de ellos obreros activos y, por su intermedio, obrar en las almas y en el mundo.
Oh Jesús, Sacerdote eterno y Salvador del mundo, para rea-lizar este ardiente deseo de Tu Corazón, multiplica las vocaciones. Envía muchos y santos operarios a Tu mies.
Oh Jesús, haz de cada Sacerdote un verdadero sembrador de Tu amor.
Te ruego por el Santo Padre, por los Obispos, por todos los Sacerdotes que me han hecho bien... por todos los Sacerdotes.
Te pido, oh Jesús que los sostengas en las batallas, los confortes en la soledad, los alientes en los fracasos, fecundes sus fatigas y derrames en sus corazones el amor de Tu Corazón divino.
Señor, para celar Tu honra y Tu gloria,
R/: danos Sacerdotes santos.
Señor, para aumentar nuestra fe, R/.
Señor, para sostener Tu Iglesia, R/.
Señor, para predicar Tu doctrina, R/.
Señor, para defender Tu causa, R/.
Señor, para contrarrestar el error, R/.
Señor, para aniquilar las sectas, R/.
Señor, para sostener la verdad, R/.
Señor, para dirigir nuestras almas, R/.
Señor, para mejorar las costumbres, R/.
Señor, para desterrar los vicios, R/.
Señor, para iluminar al mundo, R/.
Señor, para enseñar las riquezas de Tu Corazón, R/.
Señor, para hacernos amar al Espíritu Santo, R/.
Señor, para que todos Tus ministros sean luz del mundo y sal de la tierra, R/.
Oh Jesús, Sacerdote Santo, Te pedimos con la mayor humildad del alma, que aumentes las vocaciones sacerdotales y que los formes según los designios de Tu amante Corazón. Sólo así conseguiremos Sacerdotes santos y pronto en el mundo no habrá más que un sólo rebaño y un sólo Pastor. Amén.
ORACIÓN A CRISTO, SUMO SACERDOTE
Oración a Cristo, sumo Sacerdote.
Señor, Jesucristo, nuestro magnifico y supremo Sacerdote. Por tu Muerte y Resurrección te hemos reconocido como el Cordero sacrificial, mediador entre el Padre y nosotros mismos. Nos llamas a participar en tu Muerte y Resurrección te hemos reconocido como el Cordero sacrificial, mediador entre el Padre y nosotros mismos. Nos llamas a participar en tu Muerte y Resurrección por los sacramentos del Bautismo y Confirmación, para unirnos en el ofrecimiento del sacrificio de Ti mismo por la participación de tu Sacerdocio en la Eucaristía. Así pertenecemos a tu Reino en la tierra, haciendonos tu pueblo santo.
Señor Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, concédenos tu Espíritu de Amor y Vida que nos una a ti, Sacerdote y Víctima, para que el plan de salvación para todos los pueblos se establezca dentro de nosotros.
Señor, Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, concédenos tu Espíritu de Sabiduría y unión, que a todos nos unifique en tu Cuerpo Místico, la Iglesia, para ser tus testigos en el mundo.
Señor, Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, tu cruz remedie nuestros males, tu Resurrección nos renueve, tu Espíritu Santo nos santifique, tu Realeza nos glorifique y nos redima tu Sacerdocio, para que podamos unirnos contigo como tu lo estas con el Padre en el Espíritu Santo.
Señor, Jesús, reúnenos a todos en tu Persona –Víctima, Sacerdote, Rey – por el banquete salvador de la Eucaristía que Tu y nosotros ofrecemos en el altar del Sacrificio, ahora y durante todos los días de nuestra peregrinación por este mundo. Cuando nos llames a tu Reino celestial, entonces podamos participar con todos los santos de tu gloria, amor y vida en unión con el Padre y el Espíritu Santo por toda la eternidad. Amén.
Oración
¡Oh Señor! Nos has regalado este sagrado Banquete en el cual recibimos a Cristo, se renueva la memoria de su Pasión, el alma se llena de gracia y nos es dada en prenda la gloria futura. Nos has dado pan del cielo que contiene en sí todo deleite.
Oremos: Oh Dios y Padre nuestro, has designado Supremo Sacerdote a Jesucristo, para tu gloria y nuestra salvación. Haz que el pueblo rescatado con su Sangre para Ti llegue a participar del poder de tu Cruz y Resurrección por la celebración de su Memorial en la Eucaristía, porque Él vive y reina contigo en el Espíritu Santo, Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Oh Jesús Tu nos has dejado el recuerdo vivo de tu Pasión oculto bajo los velos de este Sacramento, concédenos te pedimos venerar de tal manera estos sagrados misterios de tu Cuerpo y Sangre, que podamos siempre gozar de los frutos de tu Redención. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Señor, Jesucristo, nuestro magnifico y supremo Sacerdote. Por tu Muerte y Resurrección te hemos reconocido como el Cordero sacrificial, mediador entre el Padre y nosotros mismos. Nos llamas a participar en tu Muerte y Resurrección te hemos reconocido como el Cordero sacrificial, mediador entre el Padre y nosotros mismos. Nos llamas a participar en tu Muerte y Resurrección por los sacramentos del Bautismo y Confirmación, para unirnos en el ofrecimiento del sacrificio de Ti mismo por la participación de tu Sacerdocio en la Eucaristía. Así pertenecemos a tu Reino en la tierra, haciendonos tu pueblo santo.
Señor Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, concédenos tu Espíritu de Amor y Vida que nos una a ti, Sacerdote y Víctima, para que el plan de salvación para todos los pueblos se establezca dentro de nosotros.
Señor, Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, concédenos tu Espíritu de Sabiduría y unión, que a todos nos unifique en tu Cuerpo Místico, la Iglesia, para ser tus testigos en el mundo.
Señor, Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, tu cruz remedie nuestros males, tu Resurrección nos renueve, tu Espíritu Santo nos santifique, tu Realeza nos glorifique y nos redima tu Sacerdocio, para que podamos unirnos contigo como tu lo estas con el Padre en el Espíritu Santo.
Señor, Jesús, reúnenos a todos en tu Persona –Víctima, Sacerdote, Rey – por el banquete salvador de la Eucaristía que Tu y nosotros ofrecemos en el altar del Sacrificio, ahora y durante todos los días de nuestra peregrinación por este mundo. Cuando nos llames a tu Reino celestial, entonces podamos participar con todos los santos de tu gloria, amor y vida en unión con el Padre y el Espíritu Santo por toda la eternidad. Amén.
Oración
¡Oh Señor! Nos has regalado este sagrado Banquete en el cual recibimos a Cristo, se renueva la memoria de su Pasión, el alma se llena de gracia y nos es dada en prenda la gloria futura. Nos has dado pan del cielo que contiene en sí todo deleite.
Oremos: Oh Dios y Padre nuestro, has designado Supremo Sacerdote a Jesucristo, para tu gloria y nuestra salvación. Haz que el pueblo rescatado con su Sangre para Ti llegue a participar del poder de tu Cruz y Resurrección por la celebración de su Memorial en la Eucaristía, porque Él vive y reina contigo en el Espíritu Santo, Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Oh Jesús Tu nos has dejado el recuerdo vivo de tu Pasión oculto bajo los velos de este Sacramento, concédenos te pedimos venerar de tal manera estos sagrados misterios de tu Cuerpo y Sangre, que podamos siempre gozar de los frutos de tu Redención. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
EL SACRAMENTO DE LA SAGRADA EUCARISTÍA
El Sacramento de la Sagrada Eucaristía
La Eucaristía es el Sacramento que contiene verdaderamente el Cuerpo y Sangre de Jesucristo, juntamente con su Alma y Divinidad, toda la Persona de Cristo vivo y glorioso, bajo las apariencias de pan y vino.
El concilio de Trento define claramente esta verdad, fundamental para la vivencia y adoración de Cristo: " En el Santísimo Sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real y sustancialmente el Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Jesucristo, juntamente con su Alma y Divinidad. En realidad Cristo íntegramente."
Como católicos, creemos que Jesucristo está personalmente presente en el altar siempre que haya una hostia consagrada en el sagrario. Es el mismo Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, que andaba por los caminos de Galilea y Judea. Creemos que El viene ahora como nuestro huésped personal, cada vez que recibimos la Santa Comunión.
La Eucaristía es uno de los siete sacramentos instituidos por Cristo para que participemos de la vida de Dios. Es el mayor de todos los sacramentos, porque contiene a Cristo mismo, el Autor Divino de los Sacramentos.
Hay tres aspectos o momentos en la Eucaristía.
El primero se dice real Presencia de Cristo en el altar, siempre que haya una hostia consagrada en el Sagrario. Segundo, la Eucaristía como sacrificio, que es la Misa. Y tercero, la Santa Comunión.
La palabra Eucaristía, derivada del griego, significa "Acción de gracias". Se aplica a este sacramento, porque nuestro Señor dio gracias a su Padre cuando la instituyó. Además, porque el Santo Sacrificio de la Misa es para nosotros el mejor medio de dar gracias a Dios por sus beneficios.
La Sagrada Eucaristía es el verdadero centro del culto católico, el corazón de la fe. Y porque creemos que el hijo de Dios está verdaderamente presente en el Sacramento del altar, construimos bellas iglesias, ricamente adornadas.
El Sacrificio de la Misa no se limita a ser mero ritual en recuerdo del sacrificio del Calvario. En él, mediante el ministerio sacerdotal, Cristo continua de forma incruente el Sacrificio de la Cruz hasta que se acabe el mundo.
La Eucaristía es también comida que nos recuerda la Ultima Cena; celebra nuestra fraternidad en Cristo y anticipa ya el banquete mesiánico del Reino de los Cielos.
Por la Eucaristía, se da Jesús mismo, Pan de Vida, en alimento a los cristianos para que sean un pueblo más grato a Dios, amándole más y al prójimo por Él.
Se reserva la Eucaristía en nuestras iglesias como ayuda poderosa para orar y servir a los demás. Reservar el Santísimo Sacramento significa que, al terminar la comunión, el Pan consagrado que sobra se coloca en el Sagrario y allí se guarda reverentemente. La Eucaristía en el Sagrario es un signo por el cual Nuestro Señor está constantemente presente en medio de su pueblo y es alimento espiritual para enfermos y moribundos.
Debemos agradecimiento, adoración y devoción a la real presencia de Cristo reservado en el Santísimo Sacramento.
Las tumbas de los mártires, las pinturas murales de las catacumbas y la costumbre de reservar el Santísimo Sacramento en las casas de los primeros cristianos durante las persecuciones, ponen de manifiesto la unidad de la fe en los primeros siglos del Cristianismo sobre la doctrina de la Eucaristía, en la cual Cristo realmente se contiene, se ofrece y se recibe. De la Eucaristía sacó fuerzas toda la Iglesia para luchar valerosamente y conseguir brillantes victorias. La Eucaristía es el centro de toda la vida sacramental, pues es de capital importancia para unir y robustecer la Iglesia.
La novena en honor del Sacramento de la Sagrada Eucaristía puede hacerse muchas veces durante el Año Litúrgico, para ahondar nuestra fe en este gran misterio de amor, centro de toda la vida sacramental de la Iglesia.
La Eucaristía es el Sacramento que contiene verdaderamente el Cuerpo y Sangre de Jesucristo, juntamente con su Alma y Divinidad, toda la Persona de Cristo vivo y glorioso, bajo las apariencias de pan y vino.
El concilio de Trento define claramente esta verdad, fundamental para la vivencia y adoración de Cristo: " En el Santísimo Sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real y sustancialmente el Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Jesucristo, juntamente con su Alma y Divinidad. En realidad Cristo íntegramente."
Como católicos, creemos que Jesucristo está personalmente presente en el altar siempre que haya una hostia consagrada en el sagrario. Es el mismo Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, que andaba por los caminos de Galilea y Judea. Creemos que El viene ahora como nuestro huésped personal, cada vez que recibimos la Santa Comunión.
La Eucaristía es uno de los siete sacramentos instituidos por Cristo para que participemos de la vida de Dios. Es el mayor de todos los sacramentos, porque contiene a Cristo mismo, el Autor Divino de los Sacramentos.
Hay tres aspectos o momentos en la Eucaristía.
El primero se dice real Presencia de Cristo en el altar, siempre que haya una hostia consagrada en el Sagrario. Segundo, la Eucaristía como sacrificio, que es la Misa. Y tercero, la Santa Comunión.
La palabra Eucaristía, derivada del griego, significa "Acción de gracias". Se aplica a este sacramento, porque nuestro Señor dio gracias a su Padre cuando la instituyó. Además, porque el Santo Sacrificio de la Misa es para nosotros el mejor medio de dar gracias a Dios por sus beneficios.
La Sagrada Eucaristía es el verdadero centro del culto católico, el corazón de la fe. Y porque creemos que el hijo de Dios está verdaderamente presente en el Sacramento del altar, construimos bellas iglesias, ricamente adornadas.
El Sacrificio de la Misa no se limita a ser mero ritual en recuerdo del sacrificio del Calvario. En él, mediante el ministerio sacerdotal, Cristo continua de forma incruente el Sacrificio de la Cruz hasta que se acabe el mundo.
La Eucaristía es también comida que nos recuerda la Ultima Cena; celebra nuestra fraternidad en Cristo y anticipa ya el banquete mesiánico del Reino de los Cielos.
Por la Eucaristía, se da Jesús mismo, Pan de Vida, en alimento a los cristianos para que sean un pueblo más grato a Dios, amándole más y al prójimo por Él.
Se reserva la Eucaristía en nuestras iglesias como ayuda poderosa para orar y servir a los demás. Reservar el Santísimo Sacramento significa que, al terminar la comunión, el Pan consagrado que sobra se coloca en el Sagrario y allí se guarda reverentemente. La Eucaristía en el Sagrario es un signo por el cual Nuestro Señor está constantemente presente en medio de su pueblo y es alimento espiritual para enfermos y moribundos.
Debemos agradecimiento, adoración y devoción a la real presencia de Cristo reservado en el Santísimo Sacramento.
Las tumbas de los mártires, las pinturas murales de las catacumbas y la costumbre de reservar el Santísimo Sacramento en las casas de los primeros cristianos durante las persecuciones, ponen de manifiesto la unidad de la fe en los primeros siglos del Cristianismo sobre la doctrina de la Eucaristía, en la cual Cristo realmente se contiene, se ofrece y se recibe. De la Eucaristía sacó fuerzas toda la Iglesia para luchar valerosamente y conseguir brillantes victorias. La Eucaristía es el centro de toda la vida sacramental, pues es de capital importancia para unir y robustecer la Iglesia.
La novena en honor del Sacramento de la Sagrada Eucaristía puede hacerse muchas veces durante el Año Litúrgico, para ahondar nuestra fe en este gran misterio de amor, centro de toda la vida sacramental de la Iglesia.
¿QUÉ ES CORPUS CHRISTI?
¿QUÉ ES CORPUS CHRISTI?
La celebración del Día de Corpus Christi se remonta a los años 1192-1258 y hasta la fecha estas festividades de la Iglesia Católica se realizan en muchos países del mundo.
Corpus Christi es una fiesta de la Iglesia Católica destinada a celebrar la Eucaristía. Su principal finalidad es proclamar y aumentar la fe de la Iglesia Católica en Jesucristo presente en el Santísimo Sacramento.
La Celebración se lleva a cabo el siguiente jueves al octavo domingo después del Domingo de Resurrección (es decir, 60 días después del Domingo de Resurrección.
En muchos lugares es una fiesta de especial relevancia y en varios países es un día festivo oficial (ciertas partes de España, Austria, partes de Alemania y Suiza, Brasil, República Dominicana, Bolivia, Croacia, Polonia, Trinidad y Tobago, Portugal, Perú y Venezuela).
En Panamá, se celebra el Corpus Christi los Jueves religiosamente en un pueblo llamado La Villa de Los Santos en el interior del país y esta fiesta mantiene gran significación para sus pobladores.
En España dejó de ser un día festivo hace algunos años, excepto en los municipios donde es fiesta local, y desde entonces la Iglesia lo celebra el domingo siguiente.
En Chile fue feriado legal entre 1987 y 2007, siendo reemplazado por el 16 de julio, día de la Virgen del Carmen. Desde 1968 se celebra en ese país el día domingo.
Las celebraciones del Corpus suelen incluir una procesión en la que la hostia, el mismo Cuerpo de Cristo, se exhibe en una custodia.
Origen de la festividad
Por un lado, se cuenta que en Lieja, Bélgica, una religiosa cisterciense llamada Juliana de Cornillón (1192-1258) tuvo una visión que interpretó como la necesidad de instituir una celebración a la presencia de Jesús en la Eucaristía.
Una noche, la luna llena brillaba como plata, pero con una mancha negra; interpretó que la luna representaba a la Iglesia militante en la tierra, que recibe la luz del Sol: Cristo Jesús; la mancha significó para ella la carencia de una celebración litúrgica para la Eucaristía.
Juliana de Cornillón o Juliana de Lieja, como también se le reconoce, presentó petición a las autoridades eclesiásticas, hasta que el Obispo de Lieja Roberto de Theorette en el año de 1246, celebró el primer Corpus.
Más adelante, el Papa Urbano IV -quien conocía bien el asunto de Sor Juliana de Cornillón- instituyó la celebración del Corpus Christi para la Iglesia Católica Universal, fijándola el Jueves después de la fiesta de la Santísima Trinidad.
Por otro lado, se cuenta que en el año 1264 el Padre Pedro de Praga, Bohemia, dudaba sobre el misterio de la transustanciación del Cuerpo y de la Sangre de Cristo en la Eucaristía. Acudió así en peregrinación a Roma para pedir sobre la tumba de San Pedro la gracia de una fe fuerte.
De regreso de Roma, Dios se le manifestó de manera milagrosa ya que cuando celebraba la Santa Misa en Bolsena, en la cripta de Santa Cristina, la Sagrada Hostia sangró llenando el Corporal de la Preciosa Sangre.
La noticia del prodigio llegó pronto al Papa Urbano IV, que se encontraba en Orvieto, ciudad cercana a Bolsena. Hizo traer el corporal y, al constatar los hechos, instituyó la Solemnidad de Corpus Christi.
El mismo Papa Urbano IV encargó a Santo Tomás de Aquino la preparación de un oficio litúrgico propio para esta fiesta y la creación de cantos para celebrar a Cristo Eucaristía. Entre los que compuso está la sublime secuencia “Lauda Sion” que se canta en la Misa de Corpus Christi.
El año 1290 el Papa Nicolás IV, a petición del clero y del pueblo, colocó la primera piedra de la nueva catedral de Orvieto donde aun se encuentra la sagrada reliquia.
Corpus Christi es una fiesta de la Iglesia Católica destinada a celebrar la Eucaristía. Su principal finalidad es proclamar y aumentar la fe de la Iglesia Católica en Jesucristo presente en el Santísimo Sacramento.
La Celebración se lleva a cabo el siguiente jueves al octavo domingo después del Domingo de Resurrección (es decir, 60 días después del Domingo de Resurrección.
En muchos lugares es una fiesta de especial relevancia y en varios países es un día festivo oficial (ciertas partes de España, Austria, partes de Alemania y Suiza, Brasil, República Dominicana, Bolivia, Croacia, Polonia, Trinidad y Tobago, Portugal, Perú y Venezuela).
En Panamá, se celebra el Corpus Christi los Jueves religiosamente en un pueblo llamado La Villa de Los Santos en el interior del país y esta fiesta mantiene gran significación para sus pobladores.
En España dejó de ser un día festivo hace algunos años, excepto en los municipios donde es fiesta local, y desde entonces la Iglesia lo celebra el domingo siguiente.
En Chile fue feriado legal entre 1987 y 2007, siendo reemplazado por el 16 de julio, día de la Virgen del Carmen. Desde 1968 se celebra en ese país el día domingo.
Las celebraciones del Corpus suelen incluir una procesión en la que la hostia, el mismo Cuerpo de Cristo, se exhibe en una custodia.
Origen de la festividad
Por un lado, se cuenta que en Lieja, Bélgica, una religiosa cisterciense llamada Juliana de Cornillón (1192-1258) tuvo una visión que interpretó como la necesidad de instituir una celebración a la presencia de Jesús en la Eucaristía.
Una noche, la luna llena brillaba como plata, pero con una mancha negra; interpretó que la luna representaba a la Iglesia militante en la tierra, que recibe la luz del Sol: Cristo Jesús; la mancha significó para ella la carencia de una celebración litúrgica para la Eucaristía.
Juliana de Cornillón o Juliana de Lieja, como también se le reconoce, presentó petición a las autoridades eclesiásticas, hasta que el Obispo de Lieja Roberto de Theorette en el año de 1246, celebró el primer Corpus.
Más adelante, el Papa Urbano IV -quien conocía bien el asunto de Sor Juliana de Cornillón- instituyó la celebración del Corpus Christi para la Iglesia Católica Universal, fijándola el Jueves después de la fiesta de la Santísima Trinidad.
Por otro lado, se cuenta que en el año 1264 el Padre Pedro de Praga, Bohemia, dudaba sobre el misterio de la transustanciación del Cuerpo y de la Sangre de Cristo en la Eucaristía. Acudió así en peregrinación a Roma para pedir sobre la tumba de San Pedro la gracia de una fe fuerte.
De regreso de Roma, Dios se le manifestó de manera milagrosa ya que cuando celebraba la Santa Misa en Bolsena, en la cripta de Santa Cristina, la Sagrada Hostia sangró llenando el Corporal de la Preciosa Sangre.
La noticia del prodigio llegó pronto al Papa Urbano IV, que se encontraba en Orvieto, ciudad cercana a Bolsena. Hizo traer el corporal y, al constatar los hechos, instituyó la Solemnidad de Corpus Christi.
El mismo Papa Urbano IV encargó a Santo Tomás de Aquino la preparación de un oficio litúrgico propio para esta fiesta y la creación de cantos para celebrar a Cristo Eucaristía. Entre los que compuso está la sublime secuencia “Lauda Sion” que se canta en la Misa de Corpus Christi.
El año 1290 el Papa Nicolás IV, a petición del clero y del pueblo, colocó la primera piedra de la nueva catedral de Orvieto donde aun se encuentra la sagrada reliquia.
¡Esto es mi cuerpo, esta es mi sangre!
Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net ¡Esto es mi cuerpo, esta es mi sangre! | |
Señor... ¡haznos dóciles siempre a tu amor pero especialmente en este hermosísimo día de Corpus Christi! | |
Una vez más ante ti, Señor. Hoy es un día grande para ti, para nosotros, para tu Iglesia. Es la solemnidad donde se exalta y glorifica la presencia de tu Cuerpo, tu Sangre y tu Divinidad en el Sacramento de la Eucaristía. ¡HOY ES CORPUS CHRISTI ! Tu Cuerpo, tu Sangre.... y tu Divinidad. ¿Qué te podemos decir, Señor? Tan solo caer de rodillas y decirte: - ¡Creo en ti, Señor, pero aumenta mi fe! Tu lo sabes todo, mi Dios, mi Jesús, y sabías cuando te quedaste en el pan y vino, - aparentemente tan solo de pan y vino -, con el único deseo de ser nuestro alimento, que aunque no te corresponderíamos como tu Corazón desea, no te importó y ahí te quedaste para ser nuestro refugio, nuestra fuerza para nuestras penas y dolores, para ser consuelo, para ser el cirineo que nos ayuda a cargar con la cruz de nuestro diario vivir, a veces demasiado pesada y dolorosa, que nos puede hacer desfallecer sin tu no estás.... y también para bendecirte en los momentos de alegría, para buscar que participes en los momentos en que nuestro corazón está feliz.... ¡ahí estás Tu!...¡ Bendito y alabado seas! Solo a un Dios locamente enamorado de sus criaturas se le podía ocurrir semejante ofrenda... por que no sabemos corresponder a ese amor, no, Jesús, no te acompañamos en la soledad de tus Sagrarios, no pensamos en tu gran amor .... somos indiferentes, egoístas, muchas veces solo nos acordamos de ti cuando te necesitamos porque las cosas no van, ni están, como nosotros queremos... Señor... ¡haznos dóciles siempre a tu amor pero especialmente en este hermosísimo día de Corpus Christi! ¡Señor Jesucristo! ¡Gracias porque te nos diste de modo tan admirable, y porque te quedaste entre nosotros de manera tan amorosa! Danos a todos una fe viva en el Sacramento del amor. Que la Misa dominical sea el centro de nuestra semana cristiana, la Comunión nos sacie el hambre que tenemos de ti, y el Sagrario se convierta en el remanso tranquilo donde nuestras almas encuentren la paz... (P. García) |
miércoles, 29 de mayo de 2013
UN MINUTO MARIANO
UN MINUTO MARIANO
La familia nunca es tan familia como el día de la Madre; la Iglesia nunca es tan Iglesia como el día de la Madre, de la Madre de Cristo y Madre nuestra también... así lo sentimos todos: los indiferentes no menos que los fervientes... El mes de María en todas las Iglesias... esas colas interminables de fieles, de hombres, de gente alejada que siente en su corazón tal día como hoy la nostalgia del hogar. Es la Madre y aquí viene María también como cuando pequeños a descansar en su regazo, ¡qué día de tantas emociones para los hijos; de tantas alegrías en el cielo..., porque en el cielo hay alegrías suplementarias... En verdad os digo que más alegría en el cielo por un pecador... que por tantos...
San Alberto Hurtado Cruchaga, S.J
SER COMO UN RÍO QUE FLUYE
Ser como un río que fluye
Autor: Paulo Coelho
“Un río nunca pasa dos veces por el mismo lugar”, dice un filósofo. “La vida es como un río,” dice otro filósofo, y llegamos a la conclusión de que esta es la metáfora más aproximada al sentido de la vida. En consecuencia, será bueno recordarlo a lo largo de todo el año que viene:
A] Siempre estamos ante la primera vez. Al recorrer el camino que va desde nuestro manantial (o nacimiento) a nuestro destino (muerte), los paisajes son siempre nuevos. Debemos encarar todas estas novedades con alegría, y no con miedo, porque de nada sirve temer lo que no se puede evitar. Un río no deja nunca de correr.
B] En un valle, andamos más despacio. Cuando todo a nuestro alrededor se vuelve más fácil, las aguas se calman, nos volvemos más amplios, más largos, más generosos.
C] Nuestras márgenes son siempre fértiles. La vegetación sólo nace donde existe agua. Aquél que entra en contacto con nosotros, debe entender que estamos allí para dar de beber a quien tiene sed.
D] Hay que esquivar las piedras. Es evidente que el agua es más fuerte que el granito, pero necesita tiempo. De nada sirve dejarse dominar por obstáculos más fuertes, o intentar batirse contra ellos, pues gastaremos energía en vano. Lo mejor es saber dónde se encuentra la salida, y seguir adelante.
E] Las depresiones necesitan de paciencia. De repente el río entra en una especie de hoyo, y deja de correr con la alegría de antes. En esos momentos, la única manera de salir es contar con la ayuda del tiempo. En el momento preciso, la depresión se llena, y el agua puede seguir adelante. En lugar del hoyo feo y sin vida, existe ahora un lago que los demás pueden contemplar con alegría.
F] Somos únicos. Nacemos en un lugar que estaba destinado a nosotros, que nos mantendrá siempre alimentados de agua de modo que, frente a obstáculos o depresiones, podamos tener la paciencia o la fuerza necesarias para seguir adelante. Comenzamos nuestro curso de manera suave, frágil, hasta tal punto que una simple hoja puede detenernos. Sin embargo, como respetamos el misterio del manantial que nos engendró, y confiamos en su Eterna sabiduría, poco a poco vamos ganando todo lo necesario para recorrer nuestro camino.
G] Aunque seamos únicos, pronto seremos muchos. A medida que caminamos, las aguas de otros manantiales se acercan, porque aquél es el mejor camino a seguir. Entonces ya no somos uno solo, sino muchos, y hay un momento en que nos sentimos perdidos. Sin embargo, como dice la Biblia, “todos los ríos van al mar.” Es imposible permanecer en nuestra soledad, por muy romántica que esta pueda parecer. Cuando aceptamos el inevitable encuentro con el agua de otro manantial, al final entendemos que eso nos hace mucho más fuertes, esquivamos los obstáculos u ocupamos las depresiones en mucho menos tiempo, y con mucha más facilidad.
H] Somos un medio de transporte. De hojas, de barcos, de ideas. Que nuestras aguas sean siempre generosas, que podamos siempre llevar hacia adelante a todas las personas o cosas que pudieran necesitar de nuestra ayuda.
I] Somos una fuente de inspiración. Y por lo tanto, dejemos a un poeta brasileño, Manuel Bandeira, las palabras finales:
Ser como el río que fluye
Silencioso dentro de la noche.
No temer las tinieblas de la noche.
Si hay estrellas en el cielo, reflejarlas.
Y si los cielos se cubren de nubes,
Como el río, las nubes son agua,
Reflejarlas también sin amargura
En las profundidades tranquilas.
Autor: Paulo Coelho
“Un río nunca pasa dos veces por el mismo lugar”, dice un filósofo. “La vida es como un río,” dice otro filósofo, y llegamos a la conclusión de que esta es la metáfora más aproximada al sentido de la vida. En consecuencia, será bueno recordarlo a lo largo de todo el año que viene:
A] Siempre estamos ante la primera vez. Al recorrer el camino que va desde nuestro manantial (o nacimiento) a nuestro destino (muerte), los paisajes son siempre nuevos. Debemos encarar todas estas novedades con alegría, y no con miedo, porque de nada sirve temer lo que no se puede evitar. Un río no deja nunca de correr.
B] En un valle, andamos más despacio. Cuando todo a nuestro alrededor se vuelve más fácil, las aguas se calman, nos volvemos más amplios, más largos, más generosos.
C] Nuestras márgenes son siempre fértiles. La vegetación sólo nace donde existe agua. Aquél que entra en contacto con nosotros, debe entender que estamos allí para dar de beber a quien tiene sed.
D] Hay que esquivar las piedras. Es evidente que el agua es más fuerte que el granito, pero necesita tiempo. De nada sirve dejarse dominar por obstáculos más fuertes, o intentar batirse contra ellos, pues gastaremos energía en vano. Lo mejor es saber dónde se encuentra la salida, y seguir adelante.
E] Las depresiones necesitan de paciencia. De repente el río entra en una especie de hoyo, y deja de correr con la alegría de antes. En esos momentos, la única manera de salir es contar con la ayuda del tiempo. En el momento preciso, la depresión se llena, y el agua puede seguir adelante. En lugar del hoyo feo y sin vida, existe ahora un lago que los demás pueden contemplar con alegría.
F] Somos únicos. Nacemos en un lugar que estaba destinado a nosotros, que nos mantendrá siempre alimentados de agua de modo que, frente a obstáculos o depresiones, podamos tener la paciencia o la fuerza necesarias para seguir adelante. Comenzamos nuestro curso de manera suave, frágil, hasta tal punto que una simple hoja puede detenernos. Sin embargo, como respetamos el misterio del manantial que nos engendró, y confiamos en su Eterna sabiduría, poco a poco vamos ganando todo lo necesario para recorrer nuestro camino.
G] Aunque seamos únicos, pronto seremos muchos. A medida que caminamos, las aguas de otros manantiales se acercan, porque aquél es el mejor camino a seguir. Entonces ya no somos uno solo, sino muchos, y hay un momento en que nos sentimos perdidos. Sin embargo, como dice la Biblia, “todos los ríos van al mar.” Es imposible permanecer en nuestra soledad, por muy romántica que esta pueda parecer. Cuando aceptamos el inevitable encuentro con el agua de otro manantial, al final entendemos que eso nos hace mucho más fuertes, esquivamos los obstáculos u ocupamos las depresiones en mucho menos tiempo, y con mucha más facilidad.
H] Somos un medio de transporte. De hojas, de barcos, de ideas. Que nuestras aguas sean siempre generosas, que podamos siempre llevar hacia adelante a todas las personas o cosas que pudieran necesitar de nuestra ayuda.
I] Somos una fuente de inspiración. Y por lo tanto, dejemos a un poeta brasileño, Manuel Bandeira, las palabras finales:
Ser como el río que fluye
Silencioso dentro de la noche.
No temer las tinieblas de la noche.
Si hay estrellas en el cielo, reflejarlas.
Y si los cielos se cubren de nubes,
Como el río, las nubes son agua,
Reflejarlas también sin amargura
En las profundidades tranquilas.
AGRADECIERON EL MILAGRO
Agradecieron el milagro
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD
Cuenta el P. de Marchi en su precioso libro “Era una Señora mas brillante que el Sol”, que había pasado toda la noche oyendo confesiones. Aquello no se acababa. Ya de día llega el último penitente. Es un joven de unos veinticinco años. Está descalzo y parece cansado. Le confiesa, y al notar que se levanta con gran dificultad, le pregunta:
-¿Viene usted de muy lejos?
- Sí, señor. Casi trescientos kilómetros ocho días de camino.–----¿Pero no lo habrá hecho usted a pie?
- –Sí, señor, todo el viaje. Mi esposa y yo habíamos hecho una promesa y hemos venido a cumplirla. Tenemos una niña que nació ciega. Los médicos dijeron que jamás vería, pero empezamos una novena a Virgen para que la curase. Todas las noches poníamos unas gotas de agua de Fátima en sus ojoS. Yo doy un grito llamando a mi esposa:”Maria, ven,que la niña ve,que está curada,la Virgen ha curado a nuestra hijita”Y aqui estamos, padre, para agradecer a la Virgen este milagro...(P. de Marchi)
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD
Cuenta el P. de Marchi en su precioso libro “Era una Señora mas brillante que el Sol”, que había pasado toda la noche oyendo confesiones. Aquello no se acababa. Ya de día llega el último penitente. Es un joven de unos veinticinco años. Está descalzo y parece cansado. Le confiesa, y al notar que se levanta con gran dificultad, le pregunta:
-¿Viene usted de muy lejos?
- Sí, señor. Casi trescientos kilómetros ocho días de camino.–----¿Pero no lo habrá hecho usted a pie?
- –Sí, señor, todo el viaje. Mi esposa y yo habíamos hecho una promesa y hemos venido a cumplirla. Tenemos una niña que nació ciega. Los médicos dijeron que jamás vería, pero empezamos una novena a Virgen para que la curase. Todas las noches poníamos unas gotas de agua de Fátima en sus ojoS. Yo doy un grito llamando a mi esposa:”Maria, ven,que la niña ve,que está curada,la Virgen ha curado a nuestra hijita”Y aqui estamos, padre, para agradecer a la Virgen este milagro...(P. de Marchi)
Muchos son los peregrinos que cada año van rumbo a Fátima, Lourdes, Monte Carmelo, en busca de un encuentro de fe con Jesús a través de la Madre para pedirle, para agradecer tantos milagros que por su mediación maternal acontecen cada día en la vida.
María, también fue peregrina en la fe. El Concilio dice que María "avanzó en la peregrinación de la fe y conservó fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz" (LG58). Vivió en condiciones de peregrina, con confianza total se abandonó al Señor y, guiada por El, caminó siempre hacia adelante sin saber a dónde iba. En todo momento cree y espera. Acoge a Cristo y a sus paisanos con una total disponibilidad de servicio, porque tenía un corazón de pobre. Su prima Isabel ve en ella a la creyente y por eso la felicita: "¡Dichosa tú que has creído!. Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
María vive unida a Cristo durante toda su vida, hasta llegar con él a la cruz. El dolor del hijo se hace dolor para la madre. Está presente cuando llega la hora decisiva y, desde la cruz, colabora y se hace madre de todos los redimidos. Dios se sirve de Ella para "hacer grandes cosas", para colaborar con su Hijo en la obra de la salvación.
No es de extrañar que los enfermos, los cansados de caminar, los que necesitan una luz para sus vidas quieran caminar desde lejanas tierras para acercarse a estos santuarios de fe, de amor y de paz. No es de extrañar que María, la madre de todos, en especial de los necesitados, esté junto a las vidas rotas de tantas personas como estuvo junto a su Hijo. "Ella sigue con sus ojos misericordiosos" a todos los peregrinos que acuden a ella invocándola en momentos difíciles.
LOS CINCO MINUTOS DE DIOS - 29 DE MAYO DEL 2013
LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
29 DE MAYO DEL 2013
Cuando uno cree en Dios, forzosamente siente la necesidad de hablar con El; y hablar con Dios se llama "orar", El alma tiene necesidades tan urgentes como el cuerpo; tiene necesidad de orar; no es un lujo; cuanto más abrumados estemos por el trabajo, tanto mayor será nuestra necesidad de ser aliviados,
Es necesario rehacer al hombre desde adentro; no nos equivocamos al descubrir en el mundo de hoy una profunda insatisfacción, una infelicidad exasperada, a causa de las falsas recetas de felicidad.
La oración es la fuerza de los hombres y la debilidad de Dios; se pretende vivir obedeciendo a Dios; pero es completamente ilógico pretender obedecerle sin comenzar por escucharle. De todos modos, tengamos presente que la oración no consiste en pensar mucho, sino en amar mucho; y amar es algo que todos sabemos y podemos hacer.
"Sed perseverantes en la oración, velando en ella con acción de gracias" (Col,4, 2). Sabemos que nosotros solos nada podemos, pero con Cristo todo lo podemos; es preciso, por lo tanto, recabar la ayuda del Señor por medio de la oración. El que se aparta de la oración no tardará en sentirse alejado de Dios. "El que ora, se salva; el que no ora, se condena", dice San Alfonso.
Extraído del Libro: "Los cinco Minutos de Dios" de Alfonso Milagros
EL EVANGELIO DE HOY : 29.05.2013
Autor: Gustavo Velázquez | Fuente: Catholic.net El Hijo del hombre va a ser entregado | |
Marcos 10, 32-45. Tiempo Ordinario. ¿Cuál es el camino que debe recorrer quien quiere ser discípulo? Es el camino de la obediencia total a Dios. | |
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos iban camino de Jerusalén, y Jesús se les iba adelantando. Los discípulos estaban sorprendidos y la gente que lo seguía tenía miedo. Él se llevó aparte otra vez a los doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder: Ya ven que nos estamos dirigiendo a Jerusalén y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; van a condenarlo a muerte y a entregarlo a los paganos; se van a burlar de él, van a escupirlo, a azotarlo y a matarlo; pero al tercer día resucitará». Entonces se acercaron a Jesús Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dijeron: Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte». Él les dijo: ¿Qué es lo que desean?. Le respondieron: Concédenos que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria». Jesús les replicó: No saben lo que piden. ¿Podrán pasar la prueba que yo voy a pasar y recibir el bautismo con que yo seré bautizado?. Le respondieron: Sí podemos. Y Jesús les dijo: Ciertamente pasarán la prueba que yo voy a pasar y recibirán el bautismo con que yo seré bautizado; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; eso es para quienes está reservado. Cuando los otros diez apóstoles oyeron esto, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reunió entonces a los doce y les dijo: «Ya saben que los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos las oprimen. Pero no debe ser así entre ustedes. Al contrario: el que quiera ser grande entre ustedes que sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos, así como el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos. Oración introductoria Jesús, mucho nos falta a los hombres para comprenderte. Tú nos compartes los sentimientos de tu corazón referentes a tu pasión en Jerusalén, y nosotros tan sólo buscamos honores. Jesús, danos a probar lo gozoso que es el servicio abnegado. Te ofrezco esta meditación por todos los gobernantes. Abre sus corazones para que sepan desempeñar su misión en el servicio al prójimo. Petición Señor, concédeme verte en mis hermanos durante este día, no viendo tanto rostros y apariencias, cuanto almas que valieron cada gota de tu preciosísima sangre. Meditación del Papa En el pasaje del Evangelio se nos presenta el icono de Jesús como el Mesías -anunciado por Isaías (cf. Is 53) - que no vino para ser servido, sino para servir: su estilo de vida se convierte en la base de las nuevas relaciones dentro de la comunidad cristiana y de un modo nuevo de ejercer la autoridad. Jesús va de camino hacia Jerusalén y anuncia por tercera vez, indicándolo a los discípulos, el camino a través del cual va a llevar a cumplimiento la obra que el Padre le encomendó: es el camino del don humilde de sí mismo hasta el sacrificio de la vida, el camino de la Pasión, el camino de la cruz. Y, sin embargo, incluso después de este anuncio, como sucedió con los anteriores, los discípulos manifiestan toda su dificultad para comprender, para llevar a cabo el necesario «éxodo» de una mentalidad mundana hacia la mentalidad de Dios. En este caso, son los dos hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, quienes piden a Jesús poder sentarse en los primeros puestos a su lado en la «gloria», manifestando expectativas y proyectos de grandeza, de autoridad, de honor según el mundo. Jesús, que conoce el corazón del hombre, no queda turbado por esta petición, sino que inmediatamente explica su profundo alcance: «No sabéis lo que pedís»; después guía a los dos hermanos a comprender lo que conlleva seguirlo. ¿Cuál es, pues, el camino que debe recorrer quien quiere ser discípulo? Es el camino del Maestro, es el camino de la obediencia total a Dios. Por esto Jesús pregunta a Santiago y a Juan: ¿estáis dispuestos a compartir mi elección de cumplir hasta el final la voluntad del Padre? ¿Estáis dispuestos a recorrer este camino que pasa por la humillación, el sufrimiento y la muerte por amor? Los dos discípulos, con su respuesta segura -«podemos»- muestran, una vez más, que no han entendido el sentido real de lo que les anuncia el Maestro. Y de nuevo Jesús, con paciencia, les hace dar un paso más: ni siquiera experimentar el cáliz del sufrimiento y el bautismo de la muerte da derecho a los primeros puestos, porque eso es «para quienes está preparado», está en manos del Padre celestial; el hombre no debe calcular, simplemente debe abandonarse a Dios, sin pretensiones, conformándose a su voluntad. Benedicto XVI, Homilía del 20 de noviembre de 2010. Reflexión «Quien no vive para servir, no sirve para vivir». Es una frase realmente fuerte, que expresa sin reparos el valor del servicio. Esforcémonos por ser un reflejo de Cristo entre nuestros familiares y compañeros de trabajo, pensando, actuando y hablando como lo haría Cristo. Enseñemos ante todo con la vida, que el servicio -aunque costoso y constante- es fuente de felicidad, y luego prediquemos nuestra experiencia con las palabras. Propósito El servicio alegre es capaz de cambiar nuestras vidas y las de los demás, por eso, hoy me ofreceré a hacer alguna actividad costosa del hogar: ayudando, acompañando o sustituyendo a la persona que lo suele hacer. Diálogo con Cristo ¡Jesús, gracias por el gran regalo del servicio! Es una manera fantástica de llenar mi vida y la de cuantos me rodean con actos de alegría. Ayúdame a practicarla de ahora en adelante. Concédeme la gracia de perseverar en el servicio, haciendo de esta hermosa actitud una forma de vida. El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz Beata Madre Teresa de Calcuta. |
SEÑOR, HAZME UN INSTRUMENTO DE TU PAZ...
SEÑOR, HAZME UN INSTRUMENTO DE TU PAZ...
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.
Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.
Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.
(Autoría atribuída a San Francisco de Asís)
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.
Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.
Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.
(Autoría atribuída a San Francisco de Asís)
ORACIÓN PARA TIEMPOS DIFÍCILES
Oración para Tiempos Difíciles
Señor mío,
A pesar de las tinieblas, te pido el don de la alegría. A pesar de las dificultades y del sufrimiento, te quiero más que nunca y espero sólo en Ti.
Por favor, no me dejes. Ayúdame a sacar fruto abundante de este momento dificil. No dejes que caiga en la tristeza o en la angustia. No entiendo, no puedo... pero soy hijo tuyo. Líbrame de esta contrariedad. Si quieres, si lo ves conveniente.
Y hasta que ese momento llegue quiero abandonarme a ella, seguir tu ejemplo redentor, abrazándome a tu Cruz, junto a María. Porque ya no quiero ni deseo otra cosa que no sea tu voluntad. Para resucitar siepre a la misericordia de tu amor infinito, amén.
Señor mío,
A pesar de las tinieblas, te pido el don de la alegría. A pesar de las dificultades y del sufrimiento, te quiero más que nunca y espero sólo en Ti.
Por favor, no me dejes. Ayúdame a sacar fruto abundante de este momento dificil. No dejes que caiga en la tristeza o en la angustia. No entiendo, no puedo... pero soy hijo tuyo. Líbrame de esta contrariedad. Si quieres, si lo ves conveniente.
Y hasta que ese momento llegue quiero abandonarme a ella, seguir tu ejemplo redentor, abrazándome a tu Cruz, junto a María. Porque ya no quiero ni deseo otra cosa que no sea tu voluntad. Para resucitar siepre a la misericordia de tu amor infinito, amén.
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