lunes, 30 de mayo de 2011

EL ESPÍRITU SANTO



EL ESPÍRTU SANTO

“Ven Espíritu Creador, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego…”. (De un himno al Espíritu Santo).

Es el Espíritu Santo quien cuida para que nuestra “fe no tropiece” y, al mismo tiempo, es el “consuelo” en nuestras caídas y dificultades. No nos tiene que resultar extraña una relación personal con el Espíritu Santo, pues es la tercera persona de Santísima Trinidad. Es Él quien nos lleva a dar un verdadero testimonio de nuestra fe, pues Él nos muestra a Cristo (“Él dará testimonio de mí”) y nos lleva a testimoniarlo a todos los que están a nuestro alrededor (“y ustedes también darán testimonio”).

Si, el reír rejuvenece... ¡Y qué poco reímos!

Autor: Ma Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net
Si, el reír rejuvenece... ¡Y qué poco reímos!
¡Qué afortunados quienes tienen un ser amado en cuyo rostro aparece con frecuencia el fulgor maravilloso de la sonrisa!
 
Si, el reír rejuvenece... ¡Y qué poco reímos!


¿La risa, la sonrisa? algo que muchos considerarán intrascendente, pero sin embargo es de gran importancia y valor.

Valioso e importante para nuestro caminar por la vida, para nuestro trato con los demás, para nuestro beneficio y hasta para nuestra salud.

La risa y la sonrisa. Según una terapeuta que realizó estudios en los Estados Unidos relativos a los beneficios de la risa para la mente y el cuerpo humano, así como las terapias adicionales a la misma, tales como la respiración consciente, la expresión corporal, el canto y la conversación eran factores importantísimos, aparte de un signo externo de alegría, para prevenir las enfermedades cardiovasculares, calmar los dolores físicos, regular el sistema nervioso y aliviar el stres.

No sabemos que es lo que pensarán los médicos al respecto pero lo que si sabemos todos es que reír es algo que nos deja el alma aligerada, que es una sensación extraordinaria de bienestar y gozo que como algo mágico nos transporta un poco a nuestros tiempos infantiles y por eso el reír rejuvenece. Si, el reír rejuvenece... ¡Y qué poco reímos!

Al sentirnos adultos nos revestimos de una gran austeridad y de una propiedad tan seria y formal que vamos olvidando poco a poco lo que es el reír y podemos decir que pasan días y días sin que la risa vigorice nuestra personalidad y alegre nuestra existencia y la de los demás. Ceño fruncido, mirada torva y reconcentrada, gesto adusto, labios apretados... eso hace daño al corazón y al espíritu.

La Madre Teresa de Calcuta solía decir: "Familia que reza unida, permanece unida" y estamos de completo acuerdo pero también nos atrevemos a decir que : "Familia que ríe unida, permanece unida"

Y reírnos un poco de nosotros mismos es el mejor antídoto para sobrellevar con buen ánimo todos nuestros errores y fallas que como seres humanos tenemos.

Es cierto que no siempre hay motivos para reír, pero de lo que no podemos prescindir es de la sonrisa. La sonrisa no es carcajada, es algo más sutil, es como dice de ella Martín Descalzo: "Si yo tuviera que pedirle a Dios un DON, le pediría que me concediera el supremo arte de la sonrisa. Es lo que más envidio en algunas personas. Es, me parece, la cima de la expresión humana. Debe ser, por ello, muy fácil enamorarse de personas que poseen una buena sonrisa. Y ¡qué afortunados quienes tienen un ser amado en cuyo rostro aparece con frecuencia ese fulgor maravilloso!".

Cuando alguien nos sonríe nos está mandando un mensaje de paz, de equilibrio interior, de dulzura y de amor. Quién sabe amar sonríe fácilmente Las personas amargadas, egoístas, envidiosas, no saben sonreír y mucho menos si son orgullosas.

Reír es bueno para la salud porque la alegría es cosa sana y provechosa. Sonreír es ir derramando un haz luminoso de calor y ternura para los demás, es como un destello del mismo Dios que brota como agua fresca para las almas sedientas que se nos acercan.


Que nuestra sonrisa no sea un gesto forzado, sino algo espontáneo y natural que dará a nuestra personalidad un relieve maravillosamente profundo y humano.

PADRE, ME PONGO EN TUS MANOS


 Padre, me pongo en tus manos
Autor: José Luis Martín Descalzo.


Cuando Él dijo "Padre"..., el mundo se preguntó por qué aquel día amanecía dos veces... La palabra estalló en el aire como una bengala..., y todos los árboles quisieron ser frutales y los pájaros decidieron enamorarse antes de que llegara la noche...

Hacía siglos que el mundo no había estado tan de fiesta: los lirios empezaron a parecerse a las trompetas y aquella palabra comenzó a circular de mano en mano, bella como una muchacha enamorada...

Los hombres husmeaban un universo recién descubierto y a todos les parecía imposible pero pensaban que, aun como sueño, era ya suficientemente hermoso...

Hasta entonces los hombres se habían inventado dioses tan aburridos como ellos..., serios y solemnes faraones..., atrapamoscas con sus tridentes de opereta...; dioses que enarbolan el relámpago cuando los hombres encendían una cerilla en sábado..., o que reñían como colegiales por un quítame allá ese incienso...; dioses egoístas que imponían mandamientos de amar sin molestarse en cumplirlos... Vanidosos como cantantes de ópera..., pavos reales de su propia gloria a quienes había que engatusar con becerros bien cebados...

Y he aquí que, de pronto, el fabricante de tormentas bajaba (¿bajaba?) a ser Padre..., se unía al carro del amor..., y se sentaba sobre la pradera a comer con nosotros el pan... Era un nuevo Dios bastante poco excelentísimo..., que no desentonaba en las tabernas..., y ante quien sólo era necesario descalzar el alma...

Aquel día los hombres empezaron a ser felices porque dejaron de buscar la felicidad como quien excava una mina... No eran felices porque fueran felices..., sino porque amaban y eran amados..., porque su corazón tenía una casa..., y su Dios, las manos calientes...

domingo, 29 de mayo de 2011

Dos grandes secretos

Autor: Mariano Hernández | Fuente: Catholic.net
Dos grandes secretos
Éstos son los dos grandes secretos, que grandes hombres y santos, a ejemplo de María, tuvieron en la vida para vencer las dificultades.
 
Dos grandes secretos

En la mañana del 13 de mayo de 1981, Juan Pablo II pasaba por la plaza de San Pedro y recibió tres balazos. Una bala entró directamente en su abdomen, las esperanzas se volvieron angustias al ver la sotana blanca llena de sangre.

El hombre que le disparó al Papa, Ali Agca, arrastraba una vida de asesinatos y pertenecía a grupos terroristas palestinos. No era un simple ladrón, era un tirador profesional que no pudo explicarse por qué el Papa no murió. A penas empezaba el pontificado del Papa, no podía acabar tan rápido. El Papa sobrevivió al atentado porque el tirador se equivocó de día. Sí, el 13 de mayo es día de la Virgen de Fátima, fue ella quién salvo al Papa de la muerte.

Con claridad lo dice el Papa Benedicto XVI, la vida de los santos no se entiende sólo con su biografía, sino con su actuación después de la muerte. Ahí está la protección de María, Ella sigue viva y nos sigue demostrando su amor.

Simplemente basta con ver nuestro país: millones de peregrinos visitan la basílica de Guadalupe, no van por tradiciones o por compromisos, van porque ella es verdaderamente la Madre de Dios. En Francia, millones visitan el santuario de Lourdes. En Portugal, en Italia, en todas partes María se hace presente y quiere guiarnos por el camino de Dios.

Y si nos preguntáramos ¿cuál es el secreto de María?, ¿qué es lo que la ha hecho digna de tanta grandeza?, nos encontraríamos ésta respuesta: María es grande porque quiere enaltecer a Dios en lugar de a ella misma. Ella es humilde, no quiere ser sino la esclava del Señor. En la vida pública de Jesús, María desaparece de los evangelios y es hasta la hora de la muerte, cuando los discípulos huyen, ella permanece al pie de la cruz, enseñándonos a ser fieles hasta el final, y misteriosamente, en este acompañar a Cristo hasta la cruz, está el secreto de su fortaleza.

La vida es difícil, son muchas las batallas y estás no se ganan solas. María quiere ayudarnos, y con su ejemplo nos da la fortaleza necesaria para salir adelante. Invitándonos a seguir a Cristo como ella lo hizo, quizá de manera silenciosa, pero siempre fiel, hasta la cruz. Y es en este seguir a Cristo donde nos ha dejado nuestra mejor arma, el mejor apoyo que tenemos para el arduo caminar de la vida, esa gran herramienta que ella espera y quiere que hagamos: rezar el rosario. No solo para nuestro beneficio, sino como un regalo para ella, refugio de los pecadores y auxilio de los Cristianos, siempre dispuesta a interceder por nosotros para nuestra salvación.

Éstos son los dos grandes secretos, que grandes hombres y santos, a ejemplo de María, tuvieron en la vida para vencer las dificultades, y que todos nosotros también podemos imitar para vencer en la gran batalla de la vida: "Seguir a Cristo hasta la cruz, y rezar el santo rosario para nuestra salvación".




  • Preguntas o comentarios al autor
  • Mariano Hernández

    sábado, 28 de mayo de 2011

    RECEN EL SANTO ROSARIO TODOS LOS DÍAS

     Recen el rosario todos los días
    Oscar Vidal

     
    Nuestra Señora le entrega el Santo Rosario 
    a Santo Domingo de Guzmán

     
    El rezo del Santo Rosario fue enseñado por la propia Madre de Dios a Santo Domingo de Guzmán, en 1214. Mediante esta devoción, él alcanzó prodigiosas victorias y estupendas gracias para su época. A lo largo de los siglos, la Providencia ha obrado maravillas por medio de esta incomparable arma espiritual.

    En Fátima, el día 13 de octubre de 1917, fecha de la última de las apariciones a los tres pastorcitos, la Santísima Virgen insistió: “Recen el rosario todos los días”. Sin embargo, pese a la importancia de tal pedido, los adeptos del progresismo menosprecian esta práctica de piedad mariana. A falta de argumentos convincentes, alegan que el rezo del Rosario es una “devoción anticuada”, del tiempo de las congregaciones marianas, de las procesiones solemnes, de las Misas en latín, del uso de la mantilla en las iglesias, etc. Dígase de paso, excelentes formas de devoción, muchas de las cuales están regresando.

    Los débiles alegatos enunciados, lejos de desanimarnos, nos proporcionan nuevos motivos para empeñarnos aún más en la devoción al Rosario. ¿Cómo no recurrir a un medio tan poderoso de salvación eterna?

    “El resurgimiento del Rosario”

    Sobre el crecimiento de la apetencia por el rezo del Santo Rosario, el “National Catholic Register” de los EE. UU. publicó a fines de diciembre, datos sumamente reveladores, en un artículo de Tom McFeely titulado El resurgimiento del Rosario:

    “El rezo del rosario fue ampliamente ridiculizado por los autodenominados católicos progresistas, durante los años que inmediatamente siguieron al Concilio Vaticano II.

    “Según tales críticos, el Rosario era una reliquia anacrónica y sin sentido, de una era arcaica de la fe católica. Pero las personas que rezan el Rosario con regularidad siempre supieron que tal crítica es completamente infundada.

    “Según resultados de las consultas en internet, a través del buscador Google, los laicos católicos alrededor del mundo parecen concordar en esto. El blog San Roberto Belarmino informó que ‘Google Adwords Analytic Tool estima que más de un millón y medio de búsquedas mensuales incluyen el término rosario’.

    “El blog católico comenta esta gran búsqueda del Rosario en Google: ‘Esta tendencia choca a muchos, una vez que en los años 60 presenciaron un fuerte impulso para que la Iglesia sea más moderna, y veían esta devoción anticuada como cosa del pasado’. Observa además que el mayor número de búsquedas del término ‘Rosario’, ocurre en octubre, mes en que la Iglesia se dedica de modo especial a su difusión”. 

    ¡Sí cambió algo!

     ¡Sí cambió algo!

    Un amigo nuestro iba caminando al atardecer por una playa desértica.

    Mientras caminaba, divisó a otro hombre a lo lejos. Al acercarse, notó que el lugareño se agachaba constantemente, recogía algo y lo arrojaba al agua.

    Una y otra vez lanzaba cosas al océano.

    Cuando nuestro amigo se acercó más todavía, vió que el hombre recogía estrellas de mar que se habían clavado en la playa y una por vez, las iba devolviendo al agua.
    Nuestro amigo se sintió confundido. Se acercó y dijo: -Buenas noches, amigo.
    Me pregunto qué está haciendo.

    -Devuelvo estas estrellas de mar al océano. Ve, en este momento, la marea está baja y todas estas estrellas quedaron en la costa. Si no las echo nuevamente al mar, se mueren aquí por falta de oxígeno.

    -Ya entiendo- respondió mi amigo -pero ha de haber miles de estrellas de mar en esta playa.

    Es imposible agarrarlas a todas. Son demasiadas. Además, seguramente esto pasa en cientos de playas a lo largo de toda la costa. No se da cuenta que no cambia nada.

    El lugareño sonrió, se agachó, levantó otra estrella de mar para arrojarla de nuevo al mar y respondió: - ¡Para ésta, sí cambió algo!

    DAME CALMA, SEÑOR


     ¡Dame calma, Señor!


    Déjame sentir la honda paz presente en cada experiencia, la armonía de vivir.

    Dame calma, Señor, de manera que pueda entrar en la honda paz dentro de mi corazón.

    Dame paz de manera que vea la bendición escondida en todas las cosas.

    Guárdame de palabras ociosas y vanas fantasías. Calma la carrera de mi mente para que mis pensamientos tengan la claridad y movimiento fácil del fresco aire que respiro. Busco la serenidad de un lago tranquilo, la fuerza de un roble, el incambiable sólido poder de las montañas.

    Dame calma, Señor, para que pueda emplear tiempo en gozar la paz, en la belleza que has creado a mi alrededor.

    Necesito tiempo para pensar, tiempo para considerar soluciones a problemas; tiempo para confortar mi interno ser y mi vida en amor y divino

    "Haced lo que mi Hijo os diga"

    Autor: SS Juan Pablo II | Fuente: Catholic.net
    "Haced lo que mi Hijo os diga"
    Que nuestros oídos escuchen constantemente con la adecuada claridad tu voz maternal, de ti Madre nuestra.
     



    "HACED LO QUE MI HIJO OS DIGA"


    MADRE... En este solemne momento escuchamos con particular atención tus palabras: "Haced lo que mi Hijo os diga". Y queremos responder a ellas con todo nuestro corazón. Queremos hacer lo que tu Hijo nos dice, porque Él tiene palabras de vida eterna. Queremos llevar a cabo y cumplir todo aquello que provenga de Él, todo aquello que se contiene en la Buena Nueva, tal como nuestros antepasados lo hicieran durante tantos siglos.

    MADRE..Tu fidelidad a Cristo y a su Iglesia, han estampado en cierto modo en nosotros una marca indeleble que todos compartimos. Esa fidelidad ha fructificado en el heroísmo cristiano y en una poderosa tradición de vivir de acuerdo con la Ley de Dios, en concordancia con el mandamiento más sagrado del Evangelio: el mandamiento del Amor. Hemos recibido esta espléndida herencia de tus manos al principio de una nueva era, al aproximarnos al cierre del segundo milenio del nacimiento del Hijo de Dios de Tí, nuestra Alma Mater, y queremos llevar esta herencia en el futuro con la misma fidelidad con la que nuestros antepasados dieron testimonio de ella.

    MADRE..Que nuestros oídos escuchen constantemente con la adecuada claridad tu voz maternal: "Haced lo que mi Hijo os diga".

    MADRE..Haznos capaces de perseverar con Cristo. Haznos capaces, Madre de la Iglesia, de construir su Cuerpo Místico viviendo con la vida que solo Él puede darnos de Su plenitud, que es a la vez divina y humana."

    viernes, 27 de mayo de 2011

    El rey y el Bien

     El rey y el bien

    Érase una vez un rey que, oyendo de la existencia de un sabio, lo mandó traer para que fuera su consejero. Comenzó el rey de llevarlo siempre a su lado y consultarlo sobre cada
    acontecimiento de importancia en el reino. El consejo principal del sabio era siempre: "Todo lo que pasa es siempre para bien". No paso mucho tiempo antes que el rey se cansara de oír la misma cosa una y otra vez.

    El rey amaba cazar. Un día mientras cazaba, el rey se dió un tiro en un pie. Presa de su dolor, se volvió hacia su consejero - siempre a su lado-- para pedirle su opinión. Y el consejero respondió como siempre "Todo lo que pasa es siempre para bien."

    Se sumo su coraje a su dolor, y el rey ordenó la prisión para el consejero.

    Esa noche, el rey bajó a la prisión para ver al consejero, y le preguntó que sentía acerca de estar en la cárcel. El consejero respondió como siempre: "Todo lo que pasa es siempre para bien." Esto sólo enfureció más al rey y dejó al sabio en la prisión.

    Un mes más tarde, salió el rey otra vez a cazar. Pero se fue demasiado adelante de sus acompañantes y fue capturado por una tribu hostil. Los nativos lo llevaron a su pueblo para ser sacrificado para los dioses. Por sus tradiciones, solamente ofrendas perfectas son aceptables a los dioses y el rey parecía un espécimen excepcional.

    Pero el próximo día, cuando llegaron los nativos para llevarlo al sacrificio, al inspeccionarlo descubrieron la cicatriz en su pie y tuvieron que rechazarlo para el sacrificio. Lo soltaron y se fue como flecha para su reino - dándose cuenta de lo que le decía su consejero: "Todo es siempre para bien."
    El rey llegó a liberar al consejero quien, al escuchar sus aventuras, le señaló que bien que lo había encarcelado porque ya que siempre estaba a su lado y no tenia imperfecciones, lo hubieran sacrificado en el lugar del rey.

    LEY: No existen coincidencias, accidentes o suerte (buena o mala). Todo lo que pasa tiene un propósito y siempre sucede para el bien de todos los involucrados. Como dijo Nieztche: "Lo que no me mata, me hace más fuerte". Y como dice un refrán mexicano: "No hay mal que por bien no venga".

    La cuestión para ti es de enfoque: te vas a enfocar en lo "malo" que te pasa, o vas a buscar y abrirte a lo "bueno" que trae consigo.

    Thomas Michael Powell

    CUESTIONARIO A LA MADRE TERESA DE CALCUTA


     Cuestionario a la Madre Teresa



    ¿Cuál es el día más bello?
    Hoy

    ¿Cuál es la cosa más fácil?
    Equivocarse

    ¿Cuál es el obstáculo más grande?
    El Miedo

    ¿Cuál  es el mayor error?
    Abandonarse

    ¿Cuál es la raíz de todos los males?
    El egoísmo

    ¿Cuál es la distracción más bella?
    El trabajo

    ¿Cuál es la peor derrota?
    El desaliento

    ¿Quiénes son los mejores profesores?
    Los niños

    ¿Cuál es la primera necesidad?
    Comunicarse

    ¿Qué es lo que hace más feliz?
    Ser útil a los demás

    ¿Cuál es el misterio más grande?
    La muerte

    ¿Cuál es el peor defecto?
    El mal humor

    ¿Cuál es la persona más peligrosa?
    La mentirosa (o)

    ¿Cuál es el sentimiento más ruin?
    El rencor

    ¿Cuál es el regalo más bello?
    El perdón

    ¿Qué es lo más imprescindible?
    El hogar

    ¿Cuál es la ruta más rápida?
    El camino recto

    ¿Cuál es la sensación más grata?
    La paz interior

    ¿Cuál es el resguardo más eficaz?
    El optimismo

    ¿Cuál es el mayor satisfacción?
    El deber cumplido

    ¿Cuál es la fuerza más potente del mundo?
    La fe

    ¿Quiénes son las personas más necesarias? 
    Los padres

    ¿Cuál es la cosa más bella de todas?
    El amor.

    MAESTRA DE CANTO


    Maestra de canto 
    Autor: Padre Mariano de Blas, L.C. 


    A Caruso, el famoso tenor, le dijo su maestra de música: “Tu voz es como el ruido del viento en las persianas”. Dictamen injusto, sin amor para un pobre niño que se esforzaba por cantar. Pero su madre secó las lágrimas de aquel niño y le convenció de que sería un gran cantor. Descalzo acudía a sus clases para ahorrar zapatos y pagar su cuota. Y fue el mejor tenor de su tiempo. Por fortuna no todas las maestras de canto y de otras materias piensan como aquélla.

    Gracias a ellas hay muchos Carusos.

    La Virgen y el sacramento de la Penitencia

    Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
    La Virgen y el sacramento de la Penitencia
    La Virgen acompaña a cada sacerdote que confiesa y a cada penitente que pide humildemente perdón.
     
    La Virgen y el sacramento de la Penitencia

    La Virgen María ocupa un lugar muy particular para los creyentes en Cristo. Ella fue concebida inmaculada. Ella aceptó plenamente la voluntad de Dios en su vida. Ella, como Puerta del cielo, dio permiso a Dios para entrar en la historia humana. Ella estuvo al pie de la Cruz de su Hijo. Ella oraba con la primera comunidad cristiana en la espera del Espíritu Santo.

    Por eso María está presente, de un modo discreto pero no por ello menos importante, en el sacramento de la Eucaristía. Las distintas plegarias la mencionan, pues no podemos participar en el misterio pascual de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo sin recordar a la Madre del Redentor.

    ¿Está también presente la Virgen en el sacramento de la confesión? En el ritual de la Penitencia no hay menciones específicas de María. Ni en los saludos, ni en la fórmula de absolución, ni en la despedida.

    En algunos lugares, es cierto, se conserva la devoción popular de iniciar la confesión con el saludo “Ave María purísima. Sin pecado concebida”. Pero se trata de un saludo no recogido por el ritual, y que muchos ya no utilizan.

    Sin embargo, aunque el rito no haga mención explícita de la Virgen, Ella está muy presente en este sacramento.

    En la tradición de la Iglesia María recibe títulos y advocaciones concretas que la relacionan con el perdón de los pecados. Así, la recordamos como Refugio de los pecadores, como Madre de la divina gracia, como Madre de la misericordia, como Madre del Redentor y del Salvador, como Virgen clemente, como Salud de los enfermos.

    A lo largo del camino cristiano, Ella nos acompaña y nos conduce, poco a poco, hacia Cristo. La invitación en las bodas de Caná, “haced lo que Él os diga” (cf. Jn 2,5) se convierte en un estímulo para romper con el pecado, para acudir al Salvador, para abrirnos a la gracia, para iniciar una vida nueva en el Hijo.

    Por eso, en cada confesión la Virgen está muy presente. Tal vez no mencionamos su nombre, ni tenemos ninguna imagen suya en el confesionario. Pero si resulta posible escuchar las palabras de perdón y de misericordia que pronuncia el sacerdote en nombre de Cristo es porque María abrió su corazón, desde la fe, a la acción del Espíritu Santo, para acoger el milagro magnífico de la Encarnación del Hijo.

    La Virgen, de este modo, acompaña a cada sacerdote que confiesa y a cada penitente que pide humildemente perdón. Su presencia nos permite entrar en el mundo de Dios, que hizo cosas grandes en Ella, que derrama su misericordia de generación en generación (cf. Lc 1,48-50), hasta llegar a nosotros también en el sacramento de la Penitencia.

    jueves, 26 de mayo de 2011

    SE TÚ MISMO


    Se tú mismo 
    (Desconozco Autor)



    Se tú mismo (a) no intentes ser como tu amigo,
    como tus padres, como tu hermano,
    no quieras ser el reflejo de nadie, que los reflejos son sólo eso...

    Eres un ser independiente con tus propias señas, nadie es igual a ti, de todos absorbe las cosas buenas, las malas, deséchalas.
    Eres especial, único en tu clase, todos tenemos defectos, como sabrás, nadie es perfecto, pero cada uno de nosotros tiene algo hermoso que compartir. 

    Vive con optimismo con Fe y confianza, la vida es sólo una y pasa tan aprisa, que no la vemos pasar... Todo tiene sus altas y sus bajas camina con pie firme, pisando fuerte, mirando hacia adelante, con la esperanza de que alcanzarás todo lo que te propongas, pero debes hacerlo guiado no por lo que digan los demás, sino por lo que tu quieres ser y lograr. 

    Si ves que los demás tienen algo y tú no, no te deprimas, no importa, tienes dones especiales que posiblemente ellos quisieran tener, y sin embargo quizás no los valoras. Se tú mismo (a) !

    Oración a San Felipe de Neri


    Oración a San Felipe de Neri

    San Felipe Neri, santo de la alegría, dónanos del Señor los anticipos de la eterna delicia y líbranos de la amargura. Intercede por nosotros ante Dios Todopoderoso y eterno que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

    Rezar Padre Nuestro Ave María y Gloria

    EL AMOR DE LA VIRGEN MARÍA LLENA NUESTRO CORAZÓN

    Autor: P Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
    El amor de María llena nuestro corazón
    Mes de Mayo, mes de María. Si uno de veras cree en este amor que le tiene María Santísima como madre ¿podrá sentirse desgraciado? ¿Podrá sentirse desesperado?
    El amor de María llena nuestro corazón

    Dios es amor.

    María Santísima es también amor.

    Podríamos decir que María es el lado misericordioso y tierno del amor de Dios.
    “Tú sola, Virgen María, le curas a Dios de todas las heridas que le hacemos los hombres. Por ti sola valió la pena la redención, aunque, afortunadamente, hay otras y otros que se han tomado en serio la redención ".

    Este amor tuyo que, por un lado, sube hasta Dios y, por lo tanto, tiene toda la gratitud de una creatura, toda la profundidad de una madre, toda la pureza de una virgen; por otro lado, se dirige a nosotros, hacia la tierra, hacia tus hijos.

    Cómo me impresionó -y aparte al principio no lo creí- leer aquellas palabras de San Alfonso María de Ligorio: "Si juntáramos el amor de todos los hijos a sus madres, el de todas las madres a sus hijos, el de todas las mujeres a sus maridos, el de los santos y los ángeles a sus protegidos: todo ese amor no igualaría al amor que María tiene a una sola de nuestras almas". Primero, no lo creí porque era demasiado grande para ser cierto. Hoy, lo creo, y posiblemente estas palabras de San Alfonso se quedaron cortas.

    Yo me pregunto: si uno de veras cree en este amor que le tiene María Santísima como madre ¿podrá sentirse desgraciado? ¿Podrá sentirse desesperado? ¿Podrá vivir una vida sin alegría, sin fuerza, sin motivación? ¿Podrá alguna vez, en su apostolado, llegar a decir "no puedo, me doy"? ¿Podrá algún día decir : "renuncio al sacerdocio y lo dejo"? Si Cristo, por nosotros, dio su sangre, su vida, ¿qué no dará la Santísima Virgen por salvarnos? Ella ha muerto crucificada, espiritualmente, por nosotros. A Cristo le atravesaron manos y pies por nosotros; a ella una espada le atravesó el alma, por nosotros. Si Él dijo: "He ahí a tus hijos" ¿cómo obedece la Santísima Virgen a Dios? Entonces, cuánto nos tiene que amar. Y si somos los predilectos de su hijo: "vosotros sois mis amigos", somos también los predilectos de Ella.

    El amor de María llena nuestro corazón, debe llenarlo. El amor de una esposa no es el único que puede llenar el corazón de un hombre como yo. El amor de María Santísima es muchísimo más fuerte, rico, tierno, confortante, que el de todas las esposas de la tierra. El amor de mi madre celestial llena, totalmente, mi corazón. Una mirada, una sonrisa de María Santísima, me ofrecen más que todo lo que pueden darme todas la mujeres de la tierra juntas.

    ¿Cuál debe ser mi respuesta a tan grande y tierno amor?

    Como Juan Pablo II debemos decir cada uno de nosotros, también, "totus tuus": todo tuyo y para siempre. Aquella expresión que el Papa nos decía: "Luchando como María y muy juntos a María", que le repitan siempre: "totus tuus".

    ¿Por qué no llevarme a todas partes a la Santísima Virgen? En el pensamiento, en el corazón, y también, en una imagen, en un cuadro: su presencia es benéfica. Yo tengo en mi despacho y en mi cuarto una imagen de la Santísima Virgen. Con mucha frecuencia la miro, con mucha frecuencia le hablo y, también, la escucho. Siento su presencia y su amor a través de esa imagen.


  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Mariano de Blas LC

    miércoles, 25 de mayo de 2011

    SANTA LUCÍA, MÁRTIR, 13 DICIEMBRE


    Santa Lucía
    Mártir
    Año 304

    Santa Lucía bendita: concédenos desde el cielo
    que nos envíe Dios sus luces para ver siempre
    lo que debemos hacer, decir y evitar, y hacerlo,
    decirlo y evitarlo siempre.

    Lucía significa: "la que lleva luz".
    A esta santa la pintan con una bandeja con dos ojos, porque antiguas tradiciones narraban que a ella le habían sacado los ojos por proclamar su fe en Jesucristo.

    Nació y murió en Siracusa (ciudad de Italia), en la cual se ha encontrado una lápida del año 380 que dice: "N. N. Murió el día de la fiesta de Santa Lucía, para la cual no hay elogios que sean suficientes". En Roma ya en el siglo VI era muy honrada y el Papa San Gregorio le puso el nombre de esta santa a dos conventos femeninos que él fundó (en el año 590).

    Dicen que cuando era muy niña hizo a Dios el voto o juramento de permanecer siempre pura y virgen, pero cuando llegó a la juventud quiso su madre (que era viuda), casarla con un joven pagano. Por aquellos días la mamá enfermó gravemente y Lucía le dijo: "Vamos en peregrinación a la tumba de Santa Águeda. Y si la santa le obtiene la curación, me concederá el permiso para no casarme". La madre aceptó la propuesta. Fueron a la tumba de la santa y la curación se produjo instantáneamente. Desde ese día Lucía obtuvo el permiso de no casarse, y el dinero que tenía ahorrado para el matrimonio lo gastó en ayudar a los pobres.

    Pero el joven que se iba a casar con ella, dispuso como venganza acusarla ante el gobernador de que ella era cristiana, lo cual estaba totalmente prohibido en esos tiempos de persecución. Y Lucía fue llamada a juicio.

    El juez se dedicó a hacerle indagatorias y trataba de convencerla para que dejara de ser cristiana. Ella le respondió: "Es inútil que insista. Jamás podrá apartarme del amor de mi Señor Jesucristo".

    El juez le preguntó: "Y si la sometemos a torturas, será capaz de resistir?".

    La jovencita respondió:

    "Si, porque los que creemos en Cristo y tratamos de llevar una vida pura tenemos al Espíritu Santo que vive en nosotros y nos da fuerza, inteligencia y valor".

    El juez la amenazó con hacerla llevar a una casa de prostitución para ser irrespetada. Ella le respondió: "Aunque el cuerpo sea irrespetado, el alma no se mancha si no acepta ni consiente el mal" (Santo Tomás de Aquino, el gran sabio, admiraba mucho esta respuesta de Santa Lucía)

    Trataron de llevarla a una casa de maldad, pero ella se quedó inmóvil en el sitio donde estaba y entre varios hombres no fueron capaces de moverla de allí, la atormentaron, y de un golpe de espalda le cortaron la cabeza.

    Mientras la atormentaban, animaba a los presentes a permanecer fieles a la religión de Jesucristo hasta la muerte.

    Por siglos ha sido muy invocada para curarse de enfermedades en los ojos.


    FÁBULA DEL ROSARIO

     Fábula del rosario
    (Autor desconocido)


    Paseaba un día el apóstol Santo Tomás por los jardines del cielo, cuando vió pasar un alma que no resplandecía tanto como las demás... y luego vió otra... y una más... De inmediato fue a reclamarle a San Pedro...

    “Oye, Pedro, ¿por qué andan por ahí algunas almas que luego luego se ve que no tienen tantas cualidades y virtudes como las demás?”
    Pedro le contestó un tanto nervioso, ya que Tomás era capaz de armarle un escándalo que hasta el puesto le podía costar.
    “¿Dónde, tú?” “Por todos lados” indicó el quejoso.
    “Vamos a ver” dijo Pedro, y saliendo de la portería se dirigieron a los jardines...
    en efecto por doquier se veían almas que no resplandecían tanto, sin embargo se veían felíces de estar ahí.

    “Pues mira, esos no han pasado por la puerta.
    Yo no los hubiera dejado entrar...” puntualizó Pedro.
    “Pues entonces aquí está pasando algo raro, y más nos vale que investiguemos.”
    Dijó con determinación Tomás, el cual necesitaba ver el origen de la situación.
    Decidieron recorrer las bardas del Paraíso, y para su sorpresa encontraron un gran agujero en un de las bardas, la que quedaba más cerca de la Tierra.

    “¡Andale, por aquí se están colando¡” dijo con aire triunfal Tomás.
    “El que hizo esto lo va a pagar caro con nuestro Dios, que aunque bueno, es muy justo...” sentenció Pedro.

    Se acercaron ambos al agujero, y con sorpresa descubrieron que había atado de ahí un inmenso rosario que llegaba hasta la Tierra, y muchas almas por ahí venían subiendo.

    apóstoles se voltearon a ver con cara de sorpresa y consternación... tras un silencio, Pedro dijo: “Ay, María no ha cambiado nadita... desde que la conocí en Caná supe que era de esa gente que no deja de estar ayudando...” (Jn 2, 1-11)
    Tomás resignado dijo: “Si ni su Hijo se le escapa, ¿te acuerdas que no quería hacer aquel milagro, y con una sola mirada de Ella se dobló?”
    Pedro concluyó diciendo: “Mira, Tomás, tú y yo no hemos visto nada...” .

    “¿Ustedes también?” resonó una voz que los sobresaltó...
    Con cara de asustados voltearon hacia el Trono de la Majestad de Dios...
    pero lo que percibieron fue una gran sonrisa...

    HÁBLANOS DE AMISTAD

     Háblanos de amistad
    Autor: Khalil Gibran


    Y un adolescente, dijo: Háblanos de la amistad.
    Y él respondió, diciendo: Vuestro amigo es a la medida de vuestras necesidades.

     Él es el campo que sembráis con cariño y cosecháis con agradecimiento. Es vuestra mesa y el fuego de vuestro hogar. Pues vais a él con vuestro hambre y lo buscáis en procura de paz. Cuando vuestro amigo manifiesta su pensamiento, no teméis el "no" de vuestra propia opinión, ni ocultáis el "sí".

    Y cuando él se calla, vuestro corazón continúa escuchando a su corazón. Porque en la amistad, todos los deseos, ideas y esperanzas, nacen y son compartidas sin palabras, en una alegría silenciosa. Cuando os separéis de vuestro amigo, no os aflijáis. Pues lo que amáis en él, puede tornarse más claro en su ausencia, como para el alpinista aparece la montaña más clara, vista desde la planicie.

    Y que no haya otra finalidad en la amistad que no sea la maduración del espíritu. Pues el amor que procura otra cosa que no sea la revelación de su propio misterio no es amor, sino una red tendida, y sólo lo inútil será en ella atrapado. Y que lo mejor de vosotros mismos sea para vuestro amigo. Si él debe conocer el flujo de vuestra marea, que conozca también su reflujo.

    Pues, ¿qué será de vuestro amigo si sólo le buscáis para matar el tiempo? Buscadle siempre para las horas vivas. Pues el papel del amigo es el de henchir vuestras necesidades, y no vuestro vacío. Y en la dulzura de la amistad, que haya risa y compartir de placeres. Pues en el rocío de las pequeñas cosas, el corazón encuentra su amanecer y halla su frescor.

    SOY TU MADRE

    Autor: H. Javier Ayala, | Fuente: Catholic.net
    Soy tu Madre
    Mes de Mayo, mes de María. En medio de la oscuridad, en medio del desierto no temo, María, porque tú estás conmigo.
    Soy tu Madre


    Mamá

    Es la primera palabra que aprenden los niños. Los niños crecen seguros cuando han logrado estrechar una relación con su madre. No importa que no la vean, saben que está ahí y por eso no tienen miedo.

    ¿Quién es esta Mujer? Juan Pablo II la invocaba: «totus tuus ego sum et omnia mea tua sunt». Y la tenía en su escudo y en su corazón.

    ¿Quién es esta Mujer? Se le apareció a una niñita en una cueva y le dijo: «Yo soy la Inmaculada Concepción». ¿Quién es esta Mujer?

    Miguel Ángel la esculpió en mármol de Carrara.

    ¿Quién es esta Mujer? París puso su nombre a su catedral.

    ¿Quién es esta Mujer? Éfeso le dio el título más grande que jamás ha recibido alguna mujer.

    ¿Quién es esta Mujer? En torno a Ella la Iglesia primitiva perseveraba unida en la oración.

    ¿Quién es esta Mujer? El ángel le dijo: «no temas».

    Mujer, tú que escuchaste del ángel del Señor: «no temas», dinos: ¿es verdad? ¿Es verdad que no hay que tener miedo? Mira el mundo… Mira la Iglesia… Mira mi vida… Mira mi pecado… ¿Es verdad, Mujer? ¿Es verdad que no hemos de temer?

    Dinos, Mujer, ¿qué le dijiste a san Juan Diego en el Tepeyac? ¿Qué le dijiste al joven Karol Wojtyla que después, siendo Papa, tantas veces nos repitió «no tengáis miedo»?

    Respóndenos, Mujer, dinos algo… ¿quién eres?

    No temas esta enfermedad, ni ninguna otra enfermedad, ni cosa difícil o aflictiva. ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?.

    Si es así, si eres mi Madre, si estás aquí… no temo, María. En medio de la oscuridad, en medio del desierto no temo, María, porque tú estás conmigo. Estoy a punto de comenzar una misión y no sé lo que me espera, pero no temo porque tú estás conmigo. En unos meses pueden pasar muchas cosas pero no temo porque tú estás conmigo.

    Tengo una responsabilidad muy grande sobre mis hombros, no sé si puedo, pero no temo porque tú estás conmigo. Entonces, mi última palabra en la hora de mi muerte será la misma que la primera que pronuncié de niño… «Mamá».

    martes, 24 de mayo de 2011

    VICTORIAS Y DERROTAS


    Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
    Victorias y derrotas
    ¿Me preocupa la victoria decisiva? ¿Trabajo en serio por llegar a la casa donde me espera un Padre bueno?




    ¿Basta mucho o basta poco para alcanzar una meta muy soñada, una victoria que deseamos con todo el corazón? La respuesta depende de muchos factores: de la grandeza de la meta perseguida, de los medios que tenemos a nuestro alcance, del empuje y fuerza de la propia voluntad, de las dificultades que surgen aquí o allá mientras luchamos por llegar al objetivo.



    La vida está llena de retos, de sueños, de esperanzas, de esfuerzos, de luchas. A veces, logramos la victoria: conseguimos un trabajo, conquistamos una virtud, solucionamos un problema en la familia, tapamos una gotera (molesta y peligrosa) que cae desde nuestro techo.



    Otras veces, el esfuerzo no fue suficiente para conquistar la meta deseada. La derrota ha llegado a nuestras puertas. Es entonces cuando lloramos porque la medicina no logró el efecto deseado, porque la carta que iba a mejorar la situación familiar no llegó nunca a su destinatario, porque un coche se cruzó en nuestro camino y cambió completamente los planes que teníamos entre las manos.



    Cada victoria, cada derrota, afecta en mayor o menor medida a las personas. Normalmente la victoria genera una sensación de alegría, de triunfo, de optimismo. La derrota, en cambio, puede desencadenar sentimientos de amargura, frustración, desengaño, apatía.



    Mientras avanzamos, entre victorias y derrotas, brilla un horizonte que interpela a los seres humanos de distintas formas: lo que se consigue tras la muerte. Porque si nuestra alma es inmortal, si nuestros actos quedan escritos en el corazón de Dios, si tenemos un enemigo que busca apartarnos del bien y encadenarnos al mal, entonces la victoria verdadera o la derrota más amarga quedan a la vista cuando cruzamos la frontera de la muerte.



    ¿Me preocupa esa victoria decisiva? ¿Trabajo en serio por llegar a la casa donde me espera un Padre bueno? ¿Quiero que también mis familiares, mis amigos, mis conocidos, incluso mis enemigos y tantas personas que me resultan más o menos extrañas, consigan llegar al cielo?



    La vida sigue con sus alegrías, sus prisas, sus lágrimas, sus momentos de amarga monotonía (esa de los hospitales, de las cárceles, del paro, de las derrotas y heridas que hunden a miles de personas en la angustia) o sus días de victoria y de dicha (una boda, un nacimiento, el reencuentro de un amigo).



    Mientras seguimos en camino, Cristo nos ofrece su Sangre y su Cuerpo, su Amor sin límites, su ayuda, su Espíritu. Cuando acogemos su presencia, cuando le abrimos las puertas del alma, es posible que hasta un condenado a muerte (un fracasado, un derrotado, un criminal) puede lograr la victoria más hermosa de la vida humana, desde esa su fe humilde que sabe decir, simplemente: “Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino” (Lc 23,42).





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