domingo, 29 de diciembre de 2024

UNA MEMORIA AGRADECIDA PARA CERAR EL AÑO 2024



Una memoria agradecida para cerrar el año 2024


El año está a punto de terminar, y es un buen momento para mirar atrás con una memoria agradecida, cada día que hemos vivido, ya sea lleno de alegrías o desafíos, nos ha ayudado a crecer y a encontrar a Dios en los pequeños y grandes momentos de nuestra vida.  

¿Dónde has encontrado a Dios este año? Toma un momento para hacer una lista:  

✅ En las sonrisas de las personas que amas.  

✅ En el trabajo diario, aunque a veces haya sido cansado.  

✅ En esa conversación inesperada que te llenó el corazón.  

✅ En los retos que parecían imposibles, pero que con su ayuda superaste.  

✅ En los días de descanso y silencio, donde sentiste su paz.  

✅ En mi familia, que me acompaña en cada paso del camino.  

✅ En mis amigos, que siempre están ahí con palabras de ánimo.  

✅ En las diferentes realidades de nuestros pueblos, donde la lucha, el dolor y la esperanza conviven.  

✅ En las personas que siguen luchando por un mundo mejor, con gestos concretos de justicia y amor.  

✅ En la Iglesia, que nos sostiene con su oración y misión.  

✅ En los pequeños detalles cotidianos, como un amanecer, un café compartido o una palabra de aliento.  

Cada experiencia es un regalo, una oportunidad de reconocer que Dios siempre camina a nuestro lado.  

¿Con qué palabra recoges tu año? Quizá sea gratitud, esperanza, fortaleza, aprendizaje, reconciliación, o fe… Una palabra que resuma todo lo vivido y que te recuerde que cada paso te acercó un poco más al propósito que Dios tiene para ti.  

Hoy, cierra este capítulo con gratitud y abre el próximo con confianza en Él. ¡El año que viene será otra oportunidad para seguir creciendo, sirviendo y amando!  

Mirza Deras, r.a 

FAMILIA ...



Familia


Tropecé con un extraño que pasaba y le dije perdón. Él contestó discúlpeme por favor; no lo vi.  Fuimos muy educados, seguimos nuestro camino, nos despedimos, pero en casa es otra historia al tratar a los nuestros, ancianos, jóvenes o niños.

 Más tarde, al estar cocinando, estaba mi hijo muy cerca de mí.  Al voltear casi le pego, "Quítate" le espeté. Él se retiró  sentido, sin que yo notara lo duro que le hablé.

 Estando despierta al acostarme Dios me dijo suavemente: "Trataste al extraño cortésmente. Pero abusaste del niño que amas. Ve a la Cocina y encontrarás unas flores en el piso, cerca de la puerta. Son las flores que cortó y te trajo, rosa, amarilla y Azul. Estaba calladito  para darte la sorpresa y no viste las lágrimas que llenaron sus ojos."

 Me sentí miserable y empecé a llorar. Suavemente me acerqué y me arrodillé  junto a su cama y le dije, "despierta pequeño, despierta".  ¿Son éstas las flores que cortaste para mi?, él sonrió y dijo: -"Las encontré junto al árbol. Las tomé porque son bonitas como tú, en especial la azul."

 -"Hijo, siento mucho lo que hice, no te debí gritar".

 Él contestó, "Está bien Mami. Yo te quiero de todos modos."

 "Yo también te quiero y me gustan las flores especialmente la azul".

 Toma en cuenta que si morimos mañana, en cosa de días la empresa cubre el  puesto. Pero la familia que dejamos sentirá la pérdida por el resto de su vida. Piensa en ello, nos entregamos más al trabajo que a nuestra familia... ¿no crees que es una inversión poco inteligente?. 

ORACIONES A LA SAGRADA FAMILIA


 Oración a la Sagrada Familia

Papa Francisco, Amoris Laetitia, 325

Por: Papa Francisco | Fuente: Amoris Laetitia



Jesús, María y José en vosotros contemplamos el esplendor del verdadero amor, a vosotros, confiados, nos dirigimos.

Santa Familia de Nazaret, haz también de nuestras familias lugar de comunión y cenáculo de oración, auténticas escuelas del Evangelio y pequeñas iglesias domésticas.

Santa Familia de Nazaret, que nunca más haya en las familias episodios de violencia, de cerrazón y división; que quien haya sido herido o escandalizado sea pronto consolado y curado.

Santa Familia de Nazaret, haz tomar conciencia a todos del carácter sagrado e inviolable de la familia, de su belleza en el proyecto de Dios.

Jesús, María y José,  escuchad, acoged nuestra súplica.

Amén.





QUÉ PODEMOS APRENDER DE LA SAGRADA FAMILIA





EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 29 DE DICIEMBRE DE 2024 - SAGRADA FAMILIA



 La Sagrada Familia (C)

Domingo 29 de diciembre de 2024



1ª Lectura (1Sam 1,20-22.24-28): En aquellos días, Ana concibió, dio a luz un hijo y le puso por nombre Samuel, diciendo: «Al Señor se lo pedí». Después de un año, Elcaná, su marido, subió con toda la familia para hacer el sacrificio anual para honrar al Señor y para cumplir la promesa que habían hecho, pero Ana se quedó en su casa.


Un tiempo después, Ana llevó a Samuel, que todavía era muy pequeño, a la casa del Señor, en Siló, y llevó también un novillo de tres años, un costal de harina y un odre de vino. Una vez sacrificado el novillo, Ana presentó el niño a Elí y le dijo: «Escúchame, señor: te juro por mi vida que yo soy aquella mujer que estuvo junto a ti, en este lugar, orando al Señor. Éste es el niño que yo le pedía al Señor y que él me ha concedido. Por eso, ahora yo se lo ofrezco al Señor, para que le quede consagrado de por vida». Y adoraron al Señor.



Salmo responsorial: 83

R/. Señor, dichosos los que viven en tu casa.

Anhelando los atrios del Señor se consume mi alma. Todo mi ser de gozo se estremece y el Dios vivo es la causa.

Dichosos los que viven en tu casa, te alabarán para siempre; dichosos los que encuentran en ti su fuerza la esperanza de su corazón.

Escucha mi oración, Señor de los ejércitos; Dios de Jacob, atiéndeme. Míranos, Dios y protector nuestro, y contemplo el rostro de tu Mesías.

2ª Lectura ( Col 3,12-21): Queridos hijos: Mirad cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos. Si el mundo no nos reconoce, es porque tampoco lo ha reconocido a él. Hermanos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado cómo seremos al fin. Y ya sabemos que, cuando él se manifieste, vamos a ser semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

Si nuestra conciencia no nos remuerde, entonces, hermanos míos, nuestra confianza en Dios es total. Puesto que cumplimos los mandamientos de Dios y hacemos lo que le agrada, ciertamente obtendremos de él todo lo que le pidamos. Ahora bien, éste es su mandamiento: que creamos en la persona de Jesucristo, su Hijo, y nos amemos los unos a los otros, conforme al precepto que nos dio. Quien cumple sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él. En esto conocemos, por el Espíritu que él nos ha dado, que él permanece en nosotros.

Versículo antes del Evangelio (Hch 16,14b): Aleluya. Abre, Señor, nuestros corazones, para que aceptemos las palabras de tu Hijo. Aleluya.

Texto del Evangelio (Lc 2,41-52): Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.

Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando». Él les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio.

Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.



«Le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, (...) estaban estupefactos por su inteligencia»

Rev. D. Joan Ant. MATEO i García

(Tremp, Lleida, España)


Hoy contemplamos, como continuación del Misterio de la Encarnación, la inserción del Hijo de Dios en la comunidad humana por excelencia, la familia, y la progresiva educación de Jesús por parte de José y María. Como dice el Evangelio, «Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres» (Lc 2,52).

El libro del Siracida, nos recordaba que «el Señor glorifica al padre en los hijos, y afirma el derecho de la madre sobre su prole» (Si 3,2). Jesús tiene doce años y manifiesta la buena educación recibida en el hogar de Nazaret. La sabiduría que muestra evidencia, sin duda, la acción del Espíritu Santo, pero también el innegable buen saber educador de José y María. La zozobra de María y José pone de manifiesto su solicitud educadora y su compañía amorosa hacia Jesús.

No es necesario hacer grandes razonamientos para ver que hoy, más que nunca, es necesario que la familia asuma con fuerza la misión educadora que Dios le ha confiado. Educar es introducir en la realidad, y sólo lo puede hacer aquél que la vive con sentido. Los padres y madres cristianos han de educar desde Cristo, fuente de sentido y de sabiduría.

Difícilmente se puede poner remedio a los déficits de educación del hogar. Todo aquello que no se aprende en casa tampoco se aprende fuera, si no es con gran dificultad. Jesús vivía y aprendía con naturalidad en el hogar de Nazaret las virtudes que José y María ejercían constantemente: espíritu de servicio a Dios y a los hombres, piedad, amor al trabajo bien hecho, solicitud de unos por los otros, delicadeza, respeto, horror al pecado... Los niños, para crecer como cristianos, necesitan testimonios y, si éstos son los padres, esos niños serán afortunados.

Es necesario que todos vayamos hoy a buscar la sabiduría de Cristo para llevarla a nuestras familias. Un antiguo escritor, Orígenes, comentando el Evangelio de hoy, decía que es necesario que aquel que busca a Cristo, lo busque no de manera negligente y con dejadez, como lo hacen algunos que no llegan a encontrarlo. Hay que buscarlo con “inquietud”, con un gran afán, como lo buscaban José y María.

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