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sábado, 28 de mayo de 2022
ORACIONES PARA LA NOVENA EN HONOR AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, DEL 15 AL 23 DE JUNIO DE 2022
martes, 24 de mayo de 2022
SANTA RITA DE CASIA, ENSÉÑANOS A FLORECER DONDE DIOS NOS PUSO
En oración, experimentó el estigma de la corona de espinas de Jesús, cuando una espina se formó en su cabeza y le atravesó el cráneo. La llevó consigo, sufriendo el dolor y la pudrición, con mal olor, diferente de otros santos que habían sido estigmatizados con heridas de fragancia exquisita. Este mal olor cambió al de dulce fragancia al momento de su muerte.
Desde pequeña, sucedieron en ella varios milagros, pero después de su muerte, sucedieron muchos milagros más y más asombrosos, al punto de ser llamada “La Santa de lo Imposible”, como San Judas Tadeo. Recordemos que los milagros existen para un fin mayor, hacer crecer tu fe en la omnipotencia de Dios, para quien nada es imposible.
Muchas mujeres sienten que vivir en el matrimonio con tanto sufrimiento es imposible, …es “casi imposible”, pero el testimonio de santa Rita, nos enseña que es no solo es posible, sino que la misma corona de Cristo estará adornando nuestra alma.
HOY ES LA FIESTA DE MARÍA AUXILIADORA, 24 DE MAYO
El recorrido fecundo de María Auxiliadora
- San Juan Crisóstomo, en el año 345 en Constantinopla, llamó a María, el Auxilio Potentísimo de Dios.
- San Sabas, en el año 532, explica que en oriente había una imagen de María y le llamaban Auxilio de los enfermos.
- En el año 749, San Juan Damaseno, fue el primero en propagar la jaculatoria María Auxiliadora rogad por nosotros.
- Desde el año 1,030, en Ucrania, se celebra que María haya librado a la ciudad de una invasión pagana.
- En el año 1572, San Pío V, ordenó que se rezara la letanía “María Auxiliadora, rogad por nosotros”, porque la Virgen libró a toda la cristiandad del ataque del ejército maometano en la Batalla de Lepanto.
- 1600, los católicos del sur de Alemania hicieron una promesa a la Virgen de honrarla con el título de Auxiliadora si los libraba de la invasión protestante y hacía que se terminara La Guerra de los Treinta años y pronto habían más de 70 capillas con el título de María Auxiliadora de Los Cristianos.
- 1683 los católicos de Viena fundaron la Asociación de María Auxiliadora.
- 1814, el Papa Pío VII prisionero de Napoleón, prometió que, si lo liberaba, promulgaría una Fiesta religiosa en toda la iglesia en su honor. Fue liberado un 24 de mayo, quedando instituida la Fiesta de María Auxiliadora.
- Pero fue san Juan Bosco, el Santo de María, quien promovió con más fecundidad esta advocación. María fue la maestra que Jesús le dio a Juanito Bosco para hacer crecer su obra educativa en todo el mundo. Al punto que don Bosco dijera “Todo lo ha hecho ella”, reconociendo así su potentísimo auxilio de madre solícita. Don Bosco decía: “Confiad en María y veréis lo que son los milagros”.
María Auxiliadora, poderosa intercesora, a quien Dios no le niega nada. A ti madre, mediadora omnipotente, a tí recurrimos todos tus hijos, para que nos lleves de la mano a Jesús. Ve nuestras necesidades espirituales, físicas y materiales y danos tu auxilio, oh madre nuestra.
María Auxiliadora de Los Cristianos, ruega por nosotros.
miércoles, 18 de mayo de 2022
PERÚ: PAPA FRANCISCO NOMBRÓ NUEVO OBISPO PARA CHIMBOTE
Perú: Francisco nombró nuevo obispo para Chimbote - Perú
Mediante un comunicado, la Oficina de Prensa de la Santa Sede informó la designación de Monseñor Ángel Ernesto Zapata Bances, O.C.D., como obispo de la diócesis de Chimbote, al norte del Perú.
Vatican News
El Santo Padre ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la Diócesis de Chimbote, en Perú, que fuera presentada por Mons. Ángel Francisco Simón Piorno. De este modo, según indicó la Oficina de Prensa del Vaticano este miércoles 18 de mayo, Francisco ha nombrado a Mons. Ángel Ernesto Zapata Bances, O.C.D., como obispo de la susodicha circunscripción eclesiástica.
Hasta ahora, Zapata se desempeñaba como párroco de San José en la Arquidiócesis de Lima.
Currículum vitae
Mons. Zapata Bances, O.C.D., nació el 3 de agosto de 1959 en Lima, Perú. Entró en la Orden de los Carmelitas Descalzos en 1979 y en 1986 pronunció la profesión solemne. Cursó estudios filosóficos en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima y el Bachillerato en Teología y la Licenciatura en Espiritualidad en la Pontificia Facultad Teológica Teresianum en Roma. Fue ordenado sacerdote el 22 de marzo de 1987.
Ha desempeñado las siguientes misiones: formador y promotor de las vocaciones en el Seminario San Juan de la Cruz (1986-1993); formador en el Colegio Teológico Internacional de su Orden en Roma (1994-1997); vicario parroquial de San Juan de la Cruz (1997-1999) y superior y formador de los postulantes en Arequipa (1997-1999); director de la Conferencia de Religiosos del Perú, CONFER (1999-2002); vicario parroquial de San José en Lima (1999-2003); vicario regional de los Carmelitas Descalzos en Perú (1999-2005). También fue superior y maestro de los postulantes (2005-2007); párroco de Santiago Apóstol en Lima (2005-2008) y superior de la Comunidad de los Carmelitas (2007-2008); vicario regional (2008-2010) y comisario de los Carmelitas Descalzos del Perú (2010-2016). Desde el 2017 hasta ahora fue superior de la Comunidad de los Carmelitas y, desde 2018, servía como párroco de San José en la Arquidiócesis de Lima.
domingo, 15 de mayo de 2022
UN ESTILO DE AMAR - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 15 DE MAYO DE 2022
UN ESTILO DE AMAR
Los cristianos iniciaron su expansión en una sociedad en la que había distintos términos para expresar lo que nosotros llamamos hoy amor. La palabra más usada era filía, que designaba el afecto hacia una persona cercana y se empleaba para hablar de la amistad, el cariño o el amor a los parientes y amigos. Se hablaba también de eros para designar la inclinación placentera, el amor apasionado o sencillamente el deseo orientado hacia quien produce en nosotros goce y satisfacción.
Los primeros cristianos abandonaron prácticamente esta terminología y pusieron en circulación otra palabra casi desconocida, agape, a la que dieron un contenido nuevo y original. No querían que se confundiera con cualquier cosa el amor inspirado en Jesús. De ahí su interés en formular bien el «mandato nuevo del amor»: «Os doy un mandato nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado».
El estilo de amar de Jesús es inconfundible. No se acerca a las personas buscando su propio interés o satisfacción, su seguridad o bienestar. Solo piensa en hacer el bien, acoger, regalar lo mejor que tiene, ofrecer amistad, ayudar a vivir. Así lo recordarán años más tarde en las primeras comunidades cristianas: «Pasó toda su vida haciendo el bien».
Por eso su amor tiene un carácter servicial. Jesús se pone al servicio de quienes lo pueden necesitar más. Hace sitio en su corazón y en su vida a quienes no tienen sitio en la sociedad ni en la preocupación de las gentes. Defiende a los débiles y pequeños, los que no tienen poder para defenderse a sí mismos, los que no son grandes o importantes. Se acerca a quienes están solos y desvalidos, los que no conocen el amor o la amistad de nadie.
Lo habitual entre nosotros es amar a quienes nos aprecian y quieren de verdad, ser cariñosos y atentos con nuestros familiares y amigos, para después vivir indiferentes hacia quienes sentimos como extraños y ajenos a nuestro pequeño mundo de intereses. Sin embargo, lo que distingue al seguidor de Jesús no es cualquier «amor», sino precisamente ese estilo de amar que consiste en acercarnos a quienes pueden necesitarnos. No lo deberíamos olvidar.
Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Jn (13,31-33a.34-35)
HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN LA MISA DE CANONIZACIÓN DE CHARLES DE FOUCAULD
Homilía del Papa Francisco en la Misa de canonización de Charles de Foucauld
Redacción ACI Prensa
El Papa Francisco destacó este domingo 15 de mayo en la Misa con el rito de canonización de 10 nuevos santos que “la santidad no está́ hecha de algunos actos heroicos, sino de mucho amor cotidiano” por lo que invitó “a servir al Evangelio y a los hermanos y a ofrecer nuestra propia vida desinteresadamente, sin buscar ninguna gloria mundana”.
“Nuestros compañeros de viaje, hoy canonizados, vivieron la santidad de este modo: se desgastaron por el Evangelio abrazando con entusiasmo su vocación -de sacerdote, de consagrada, de laico-, se desgastaron por el Evangelio, descubrieron una alegría sin igual y se convirtieron en reflejos luminosos del Señor en la historia. Esto es un santo o una santa, un reflejo luminoso del Señor en la historia”, señaló el Santo Padre.
A continuación, la homilía pronunciada por el Papa Francisco:
Hemos escuchado algunas palabras que Jesús entregó a los suyos antes de pasar de este mundo al Padre, palabras que expresan lo que significa ser cristianos: «Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros» (Jn 13,34). Este es el testamento que Cristo nos dejó́, el criterio fundamental para discernir si somos verdaderamente sus discípulos o no: el mandamiento del amor. Consideremos dos elementos esenciales de este mandamiento: el amor de Jesús por nosotros -así como yo los he amado- y el amor que Él nos pide que vivamos -ámense los unos a los otros-.
Ante todo, como yo los he amado. ¿Cómo nos ha amado Jesús? Hasta el extremo, hasta la entrega total de sí. Impacta ver que pronuncia estas palabras en una noche sombría, mientras el clima que se respira en el cenáculo está cargado de emoción y preocupación. Emoción porque el Maestro está a punto de despedirse de sus discípulos. Preocupación porque anuncia que precisamente uno de ellos lo traicionará.
Podemos imaginar qué dolor tendría Jesús en su alma, qué oscuridad se acumulaba en el corazón de los apóstoles, y qué amargura ver a Judas que, después de haber recibido del Maestro el bocado mojado en su plato, salía de la sala para adentrarse en la noche de la traición. Y, justo en la hora de la traición, Jesús confirmó el amor por los suyos. Porque en las tinieblas y en las tempestades de la vida lo esencial es que Dios nos ama.
Hermanos, hermanas, que este anuncio sea central en la profesión y en las expresiones de nuestra fe: «no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó́ primero» (1 Jn 4,10). No lo olvidemos nunca. No son nuestros talentos y nuestros méritos los que están en el centro, sino el amor incondicional y gratuito de Dios, que no hemos merecido. En el origen de nuestro ser cristianos no están las doctrinas y las obras, sino el asombro de descubrirnos amados, antes de cualquier respuesta que nosotros podamos dar. Mientras el mundo quiere frecuentemente convencernos de que solo valemos si producimos resultados, el Evangelio nos recuerda la verdad de la vida: somos amados. Y este es nuestro valor, somos amados.
Un maestro espiritual de nuestro tiempo escribió: «Antes de que cualquier ser humano nos viera, hemos sido mirados por los amorosos ojos de Dios. Antes de que alguien nos escuchara llorar o reír, hemos sido escuchados por nuestro Dios, que es todo oídos para nosotros. Antes de que alguien en este mundo nos hablara, la voz del amor eterno ya nos hablaba» (H. Nouwen, Sentirsi amati, Brescia 1997, 50). Él nos amó primero, Él nos ha esperado, Él nos ama, Él continúa a amarnos y esta es nuestra identidad: amados por Dios. Y ésta es nuestra fuerza: amados por Dios.
Esta verdad nos pide una conversión en relación con la idea que a menudo tenemos sobre la santidad. A veces, insistiendo demasiado sobre nuestro esfuerzo por realizar obras buenas, hemos erigido un ideal de santidad basado excesivamente en nosotros mismos, en el heroísmo personal, en la capacidad de renuncia, en sacrificarse para conquistar un premio. Es una visión demasiado pelagiana de la santidad.
De ese modo, hemos hecho de la santidad una meta inalcanzable, la hemos separado de la vida de todos los días, en vez de buscarla y abrazarla en la cotidianidad, en el polvo del camino, en los afanes de la vida concreta y, como decía Santa Teresa de Ávila a las religiosas, “entre los pucheros de la cocina”. Ser discípulos de Jesús es caminar por la vía de la santidad y, ante todo, dejarse transfigurar por la fuerza del amor de Dios. No olvidemos la primacía de Dios sobre el yo, la primacía de Dios sobre el yo, la primacía del Espíritu sobre la carne, la primacía de la gracia sobre las obras. En ocasiones, damos más importancia al yo, a las carnes y a las obras. No. Primacía de Dios sobre el yo, primacía del Espíritu sobre la carne, primacía de la gracia sobre las obras.
El amor que recibimos del Señor es la fuerza que transforma nuestra vida, nos ensancha el corazón y nos predispone para amar. Por eso Jesús dice -y he aquí el segundo aspecto- «así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros». Este así no es solamente una invitación a imitar el amor de Jesús, significa que solo podemos amar porque Él nos ha amado, porque da a nuestros corazones su mismo Espíritu, Espíritu de santidad, amor que nos sana y nos transforma. Es por eso que podemos tomar decisiones y realizar gestos de amor en cada situación y con cada hermano y hermana que encontramos. Porque somos amados tenemos la fuerza de amar, así como yo soy amado puedo amar yo. Siempre el amor que yo doy está unido al amor de Jesús por mí. Así como Él me ha amado yo puedo amar. Es así de simple la vida cristiana, es así simple, nosotros la hacemos más complicada con más cosas, pero es así de simple.
Y, en concreto, ¿qué significa vivir este amor? Antes de darnos este mandamiento, Jesús les lavó los pies a sus discípulos; y después de haberlo pronunciado, se entregó́ en el madero de la cruz. Amar significa esto: servir y dar la vida. Servir significa no anteponer los propios intereses, desintoxicarse de los venenos de la avidez y la competición, combatir el cáncer de la indiferencia y la carcoma de la autorreferencialidad, compartir los carismas y los dones que Dios nos ha dado.
Preguntémonos, concretamente, “¿qué hago por los demás?”, esto es amar, y vivamos las cosas ordinarias de cada día con espíritu de servicio, con amor y silenciosamente, sin reivindicar nada.
Y, luego, dar la vida, que no es solo ofrecer algo, como por ejemplo dar algunos bienes propios a los demás, sino darse uno mismo. A mí me gusta preguntar a las personas que me piden consejo ¿tú das limosna? Sí padre, soy limosna. ¿Y cuándo tú das la limosna tocas la mano de la persona? O la arrojas y te limpias la mano. Y se sonrojan. No padre, no los toco. ¿Cuando tú das la limosna mirar los ojos de la persona que tú ayudas o miras a otra parte? Tocar y mirar la carne de Cristo que sufre en nuestros hermanos y hermanas. Es muy importante.
Y este dar la vida es esto. La santidad no está́ hecha de algunos actos heroicos, sino de mucho amor cotidiano. ¿Eres consagrada o consagrado? Hay muchos aquí. ¿Eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador, una mujer trabajadora? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos y luchando por la justicia de tus colegas, para que no se queden sin trabajo, para que tengan siempre un sueldo justo. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. Dime ¿Tienes autoridad? Y aquí, hay mucha gente que tiene autoridad. Y me pregunto: ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando a favor del bien común y renunciando a tus intereses personales. Este es el camino de la santidad, así de simple, siempre mirar a Jesús en los otros.
Estamos llamados también nosotros a servir al Evangelio y a los hermanos y a ofrecer nuestra propia vida desinteresadamente, sin buscar ninguna gloria mundana.
Nuestros compañeros de viaje, hoy canonizados, vivieron la santidad de este modo: se desgastaron por el Evangelio abrazando con entusiasmo su vocación -de sacerdote, de consagrada, de laico-, se desgastaron por el Evangelio, descubrieron una alegría sin igual y se convirtieron en reflejos luminosos del Señor en la historia. Esto es un santo o una santa, un reflejo luminoso del Señor en la historia.
Intentémoslo también nosotros, no está cerrado el camino hacia la Santidad, es universal, es una llamada para todos nosotros y comienza con el Bautismo, no está cerrado, porque todos estamos llamados a la santidad, a una santidad única e irrepetible. La santidad es siempre original, como decía el Beato Carlo Acutis, no hay santidad de fotocopia, la santidad es original, es la mía, la tuya, la de cada uno de nosotros. Es única e irrepetible. Sí, el Señor tiene un proyecto de amor para cada uno, tiene un sueño para tu vida. Acógelo. ¿Qué quieren que les diga? Llévenlo adelante con alegría. Gracias.
EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 15 DE MAYO DE 2022
Domingo V (C) de Pascua
Domingo 15 de mayo de 2022
1ª Lectura (Hch 14,21b-27): En aquellos días, Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar mucho para entrar en el reino de Dios. En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Predicaron en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquía, de donde los habían enviado, con la gracia de Dios, a la misión que acababan de cumplir. Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe.
Salmo responsorial: 144
R/. Bendeciré tu nombre por siempre jamás, Dios mío, mi rey.
El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas.
Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad.
2ª Lectura (Ap 21,1-5a): Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el trono: «Ésta es la morada de Dios con los hombres: acamparé entre ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado». Y el que estaba sentado en el trono dijo: «Todo lo hago nuevo».
Versículo antes del Evangelio (Jn 13,34): Aleluya. Os doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que os améis los unos a los otros, como yo os he amado. Aleluya.
Texto del Evangelio (Jn 13,31-33a.34-35): Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en Él. Si Dios es glorificado en Él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará.
»Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado. La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros».
«Que os améis unos a otros»
Rev. D. Jordi CASTELLET i Sala
(Sant Hipòlit de Voltregà, Barcelona, España)
Hoy, Jesús nos invita a amarnos los unos a los otros. También en este mundo complejo que nos toca vivir, complejo en el bien y en el mal que se mezcla y amalgama. Frecuentemente tenemos la tentación de mirarlo como una fatalidad, una mala noticia y, en cambio, los cristianos somos los encargados de aportar, en un mundo violento e injusto, la Buena Nueva de Jesucristo.
En efecto, Jesús nos dice que «os améis unos a otros como yo os he amado» (Jn 13,34). Y una buena manera de amarnos, un modo de poner en práctica la Palabra de Dios es anunciar, a toda hora, en todo lugar, la Buena Nueva, el Evangelio que no es otro que Jesucristo mismo.
«Llevamos este tesoro en recipientes de barro» (2Cor 4,7). ¿Cuál es este tesoro? El de la Palabra, el de Dios mismo, y nosotros somos los recipientes de barro. Pero este tesoro es una preciosidad que no podemos guardar para nosotros mismos, sino que lo hemos de difundir: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes (...) enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,19-20). De hecho, San Juan Pablo II escribió: «quien ha encontrado verdaderamente a Cristo no puede tenerlo sólo para sí, debe anunciarlo».
Con esta confianza, anunciamos el Evangelio; hagámoslo con todos los medios disponibles y en todos los lugares posibles: de palabra, de obra y de pensamiento, por el periódico, por Internet, en el trabajo y con los amigos... «Que vuestro buen trato sea conocido de todos los hombres. El Señor está cerca» (Flp 4,5).
Por tanto, y como nos recalca el Papa Juan Pablo II, hay que utilizar las nuevas tecnologías, sin miramientos, sin vergüenzas, para dar a conocer las Buenas Nuevas de la Iglesia hoy, sin olvidar que sólo siendo gente de buen trato, sólo cambiando nuestro corazón, conseguiremos que también cambie nuestro mundo.