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viernes, 3 de diciembre de 2021
jueves, 2 de diciembre de 2021
PAPA FRANCISCO COMIENZA SU VIAJE A CHIPRE Y GRECIA TRAS ENCONTRARSE CON REFUGIADOS EN ITALIA
Papa Francisco comienza su viaje a Chipre y Grecia tras encontrarse con refugiados en Italia
POR BLANCA RUIZ | ACI Prensa
Credito: Daniel Ibáñez / ACI Prensa.
El Papa Francisco emprendió ya su viaje internacional número 35 que tiene como destino Chipre y Grecia, hasta el próximo lunes 6 de diciembre.
El avión del Papa Francisco despegó del aeropuerto de Fiumicino, Roma a las 11:00 a.m (hora de Roma) con destino hacia Lárnaca (Chipre), a donde se prevé que llegue a las 03:00 p.m hora del país, (04:00 p.m hora de Roma).
Además, esta mañana, antes de dejar Casa Santa Marta, rumbo al aeropuerto, el Papa Francisco se encontró con 12 refugiados acompañados del Limosnero de Su Santidad, el Cardenal Konrad Krajewski. Los refugiados ahora viven en Italia, pero provienen de Siria, Congo, Somalia y Afganistán.
Todos ellos estuvieron en el campo de refugiados de Lesbos en los últimos años y fueron acogidos a su llegada por la Comunidad de Sant'Egidio. Entre ellos, se encontraban algunos de los que fueron traídos en el avión papal en su viaje a Grecia en 2016.
En el camino hacia el aeropuerto, el Papa hizo una parada en la parroquia de Santa María de los Ángeles, situada cerca del aeropuerto de Fiumicino. Allí rezó ante la imagen de la Virgen de Loreto y se reunió con 15 refugiados más que están acogidos en esta parroquia romana.
Ayer 1 de diciembre, el Papa también acudió a la Basílica de Santa María la Mayor para orar, como tiene costumbre antes de emprender un viaje internacional, ante el icono de la Virgen María "Protectora del Pueblo Romano".
Antes de despegar, el Papa envió un telegrama al Presidente de la República de Italia, Sergio Mattarella, en el que destacó que viaja a Chipre y Grecia “como un peregrino que anhela fuentes antiguas, con el vivo deseo de encontrarme con los hermanos en la fe y la población local”.
A continuación el programa del viaje:
Jueves 2 de diciembre
A las 11:00 a.m. el avión que trasladará al Papa despegará desde el aeropuerto internacional de Roma Fiumicino con destino a Larnaca (Chipre).
A las 3:00 p.m. (hora local) el avión llegará al aeropuerto internacional de Larnaca en donde se llevará a cabo el recibimiento oficial.
Después el Santo Padre se trasladará a la catedral maronita de Nuestra Señora de las Gracias en Nicosia en donde a las 4:00 p.m. tendrá un encuentro con los sacerdotes, religiosos, religiosas, diáconos, catequistas y asociaciones y movimientos eclesiales de Chipre, en donde pronunciará su primer discurso.
Luego, el Papa irá al Palacio Presidencial en Nicosia en donde se llevará a cabo la ceremonia oficial de bienvenida a las 5:15 p.m. Allí mismo, el Santo Padre realizará a las 5:30 p.m. la tradicional visita de cortesía privada al presidente de la República de Chipre.
Al finalizar, el Papa participará a las 6:00 p.m. en el encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático que se realizará en un salón de ceremonias y pronunciará otro discurso.
Viernes 3 de diciembre
A las 8:30 a.m. el Santo Padre realizará una visita de cortesía al Arzobispo Ortodoxo de Chipre, Su Beatitud Chrysostomos II, en el arzobispado ortodoxo de Chipre en Nicosia.
Después, el Papa irá a la catedral ortodoxa en Nicosia en donde se reunirá a las 9:00 a.m. con el Santo Sínodo y pronunciará un discurso.
A las 10:00 a.m. el Santo Padre presidirá la Misa en el “GSP Stadium” de Nicosia y pronunciará su homilía.
Por la tarde, el Pontífice participará a las 4:00 p.m. en una oración ecuménica por los migrantes en la Iglesia parroquial de Santa Cruz en Nicosia.
Sábado 4 de diciembre
Por la mañana, el Papa participará a las 9:10 a.m. en la ceremonia de despedida en el aeropuerto internacional de Larnaca y partirá a las 9:30 a.m. en avión hacia el aeropuerto internacional de Atenas.
A las 11:10 a.m. (hora de Grecia) el avión llegará al aeropuerto internacional de Atenas en donde se llevará a cabo el recibimiento oficial.
Luego, se trasladarán al Palacio Presidencial de Atenas en donde se llevará a cabo la ceremonia oficial de bienvenida al mediodía.
Allí mismo, el Santo Padre realizará a las 12:15 p.m. la tradicional visita de cortesía privada al presidente de la República y a las 12:30 se reunirá en privado con el primer ministro de Grecia.
Al finalizar, el Papa participará a las 12:45 p.m. en el encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático y pronunciará su primer discurso en Grecia.
A las 4:00 p.m. el Santo Padre realizará una visita de cortesía privada al Arzobispo de Atenas y de todo Grecia, Su Beatitud Ieronymos II, en el arzobispado ortodoxo de Grecia en Atenas.
Después, el Papa pronunciará un discurso durante un encuentro con Su Beatitud Ieronymos II a las 4:30 p.m en la “sala del trono” del arzobispado ortodoxo de Grecia en Atenas.
LUCES DE ADVIENTO - REFLEXIÓN
LUCES EN ADVIENTO
Javier Leoz
1.LA LUZ DE LA PALABRA. Acércate al pensamiento de Dios. La lectura de su Palabra te hará comprender y entender qué es lo que Dios quiere de ti y para ti. O, tal vez, lo sentirás más cerca, más vivo, más comprometido con tu existencia.
2.LA LUZ DE LA VERDAD. El Señor aparecerá desnudo en Belén. Esa es una gran realidad: DIOS se despoja de su grandeza para llegarse hasta nosotros con un objetivo: que sea la VERDAD frente a tantos dioses que invaden nuestra conciencia y nos convierten en esclavos del relativismo.
3.LA LUZ DEL AMOR. Las personas, además de medios económicos, necesitamos del cariño de aquellos que nos rodean. Sólo los corazones obstinados y duros son incapaces de reconocer la enfermedad que nos atenaza: somos calculadores y fríos. Jesús, con su nacimiento, remueve el cemento de nuestras entrañas para convertirlo en algodón que acoge y disfruta dándose a los demás.
4.LA LUZ DE LA ESPERANZA. Las noticias negras nos sacuden y condicionan nuestra felicidad. Los sucesos negativos nos llevan a una conclusión: el mundo va a la deriva. La esperanza cristiana no nace de los grandes regidores del mundo sino, por el contrario, de Jesús Salvador que nos trae otra óptica sobre nuestra humanidad.
5.LA LUZ DE LA FE. Si dejamos de mirar al cielo sólo nos quedará el suelo y, ese suelo, se agrieta frecuentemente. La fe es una lente por la que, aun sin ver, creemos que DIOS vive y se manifiesta de una forma extraordinaria y vertiginosa en Cristo. Lo podremos tocar, adorar y cantar. La fe nos hace tremendamente invencibles.
6.LA LUZ DE LA IGLESIA. Algunos quisieran una Iglesia recluida y sin luz interna. Es más; algunos sólo pretenden unos templos artísticamente bellos por fuera pero sin vida divina por dentro. El Adviento nutre a la Iglesia de aquello que la hace única, imperecedera y soñadora: Jesús es su energía y su razón de ser.
7.LA LUZ DEL OPTIMISMO. Un Niño nos va a nacer y, la casa de nuestro corazón, es traspasada por la alegría. Nadie nos puede robar el sentido más genuino de la Navidad. Tendremos que ser respetuosos con los que se quedan sólo con el celofán navideño pero, nosotros, tendremos que ser como Juan Bautista: anunciar que Alguien está por llegar. Eso produce una sensación de optimismo real y contagioso.
8.LA LUZ DE LA ORACIÓN. ¿Cómo será ese Niño? ¿Cómo vendrá? ¿Por qué Dios se presenta pequeño y silencioso? La oración es una luz que nos ayuda a prepararnos al acontecimiento de la Navidad. Un cristiano que no reza en adviento es un cristiano que puede ser seducido e inmovilizado por lo secundario o por lo artificial. Quien reza en adviento se convierte en un pesebre donde Dios nacerá con especial vigor.
9.LA LUZ DE LA SOBRIEDAD. Las circunstancias dolorosas de muchas personas reclaman de nosotros no sólo solidaridad sino caridad. El adviento, como Juan proclama, nos invita a despojarnos de aquello que puede estorbar a un Niño que merece la mejor habitación de la casa de nuestra persona. Si nos volcamos con los demás…Dios nacerá en toda su magnitud en nosotros.
10.LA LUZ DE LA EUCARISTÍA. La Iglesia es una gran familia que, cuando se reúne, pide perdón, escucha, reza, canta y hace presente el Memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. La Eucaristía, en adviento, nos hace mejores centinelas, nos mantiene despiertos, nos llena del Espíritu de María y, sobre todo, nos centra en lo esencial: DIOS VIENE A NUESTRO ENCUENTRO.
ADVIENTO: ESPERANZA, ORACIÓN Y ALEGRÍA
Adviento: esperanza, oración, alegría
Adviento es la visita de Dios, es nuestra espera y nuestra esperanza activa, es oración y es alegría.
Por: Ramiro Pellitero | Fuente: iglesiaynuevaevangelizacion.blogspot.it
El comienzo del adviento me ha traído a la memoria, una vez más, este cuento bien conocido.
"Martín era un humilde zapatero de un pequeño pueblo de montaña. Vivía solo. Hacía años que había enviudado y sus hijos habían marchado a la ciudad en busca de trabajo.
Martín, cada noche, antes de ir a dormir leía un trozo de los evangelios frente al fuego del hogar. Aquella noche se despertó sobresaltado. Había oído claramente una voz que le decía. ‘Martín, mañana Dios vendrá a verte’. Se levantó, pero no había nadie en la casa, ni fuera, claro está, a esas horas de la fría noche...
Se levantó muy temprano y barrió y adecentó su taller de zapatería. Dios debía encontrarlo todo perfecto. Y se puso a trabajar delante de la ventana, para ver quién pasaba por la calle. Al cabo de un rato vio pasar un vagabundo vestido de harapos y descalzo. Compadecido, se levantó inmediatamente, lo hizo entrar en su casa para que se calentara un rato junto al fuego. Le dio una taza de leche caliente y le preparó un paquete con pan, queso y fruta, para el camino y le regaló unos zapatos.
Llevaba otro rato trabajando cuando vio pasar a una joven viuda con su pequeño, muertos de frío. También los hizo pasar. Como ya era mediodía, los sentó a la mesa y sacó el puchero de la sopa excelente que había preparado por si Dios se quería quedar a comer. Además fue a buscar un abrigo de su mujer y otro de unos de sus hijos y se los dio para que no pasaran más frío.
Pasó la tarde y Martín se entristeció, porque Dios no aparecía. Sonó la campana de la puerta y se giró alegre creyendo que era Dios. La puerta se abrió con algo de violencia y entró dando tumbos el borracho del pueblo.
– ¡Sólo faltaba este! Mira, que si ahora llega Dios...– se dijo el zapatero.
– Tengo sed –exclamó el borracho.
Y Martín acomodándolo en la mesa le sacó una jarra de agua y puso delante de él un plato con los restos de la sopa del mediodía.
Cuando el borracho marchó ya era muy de noche. Y Martín estaba muy triste. Dios no había venido. Se sentó ante el fuego del hogar. Tomó los evangelios y aquel día los abrió al azar. Y leyó:
– ‘Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estaba desnudo y me vestiste. Cada vez que lo hiciste con uno de mis pequeños, a mí me lo hiciste.’
Se le iluminó el rostro al pobre zapatero. ¡Claro que Dios le había visitado! ¡No una vez, sino tres veces! Y Martín, aquella noche, se durmió pensando que era el hombre más feliz del mundo...".
Adviento, esperanza de la venida de Dios que de muchas formas nos visita.
La visita de Dios
En el comienzo del adviento de 2009, Benedicto XVI se detenía en el uso de la palabra “adviento” (parousia en griego) por San Pablo, cuando invita a los cristianos a preparar “la venida (adventus) del Señor nuestro Jesucristo” (1 Ts 5, 23). Adviento es la visita de Dios, es nuestra espera y nuestra esperanza activa, es oración y es alegría.
1. Adviento: la visita de Dios. En el lenguaje antiguo, explicaba el Papa, ese término indicaba la llegada de un funcionario, la visita del rey o del emperador a una provincia. También podría indicar la visita de la divinidad que se manifiesta con poder, o a la que se celebra en el culto.
Pues bien, señala Benedicto XVI: “Los cristianos adoptaron la palabra "Adviento" para expresar su relación con Jesucristo: Jesús es el Rey, que ha entrado en esta pobre "provincia" denominada tierra para visitar a todos; invita a participar en la fiesta de su Adviento a todos los que creen en él, a todos los que creen en su presencia en la asamblea litúrgica”.
De esta manera, con esa palabra, “adviento”, se quería decir: “Dios está aquí, no se ha retirado del mundo, no nos ha dejado solos. Aunque no podamos verlo o tocarlo, como sucede con las realidades sensibles, él está aquí y viene a visitarnos de múltiples maneras”.
Se trata, prosigue el Papa, nada menos que de la visita de Dios: “Él entra en mi vida y quiere dirigirse a mí”.
Vencer la tiranía del activismo con la presencia de Dios
“En la vida cotidiana –observa– todos experimentamos que tenemos poco tiempo para el Señor y también poco tiempo para nosotros. Acabamos dejándonos absorber por el ‘hacer’. ¿No es verdad que con frecuencia es precisamente la actividad lo que nos domina, la sociedad con sus múltiples intereses lo que monopoliza nuestra atención? ¿No es verdad que se dedica mucho tiempo al ocio y a todo tipo de diversiones? A veces las cosas nos ‘arrollan”.
El Adviento –continúa– es una ocasión para detenernos y darnos cuenta de la presencia de Dios en nuestra vida. “Es una invitación a comprender que los acontecimientos de cada día son gestos que Dios nos dirige, signos de su atención por cada uno de nosotros. ¡Cuán a menudo nos hace percibir Dios un poco de su amor!”. Y añade: “Escribir —por decirlo así— un ‘diario interior’ de este amor sería una tarea hermosa y saludable para nuestra vida”.
¿Qué pasaría –cabría cuestionarse– si tuviéramos más presente al Señor?
“La certeza de su presencia –se pregunta Benedicto XVI– ¿no debería ayudarnos a ver el mundo de otra manera? ¿No debería ayudarnos a considerar toda nuestra existencia como ‘visita’, como un modo en que Él puede venir a nosotros y estar cerca de nosotros, en cualquier situación?”
Y es que, en la perspectiva realista del cristianismo, nuestra vida es una visita de Dios, un encuentro con Él cada día.
El Adviento es espera
2. En segundo lugar, otro elemento del Adviento, es la espera, “una espera –señala el Papa– que es al mismo tiempo esperanza”. Notemos por tanto que no se trata de esperar sin más, con los brazos cruzados, a que suceda algo; es más bien una espera activa, tratando de percibir lo que sucede y de colaborar en lo que podamos con la acción divina. Así lo explica Benedicto XVI:
“El Adviento nos impulsa a entender el sentido del tiempo y de la historia como "kairós", como ocasión propicia para nuestra salvación”. Continúa señalando cómo “Jesús explicó esta realidad misteriosa en muchas parábolas: en la narración de los siervos invitados a esperar el regreso de su dueño; en la parábola de las vírgenes que esperan al esposo; o en las de la siembra y la siega”.
La espera de algo que ha de acontecer es experiencia de todos: “En la vida, el hombre está constantemente a la espera: cuando es niño quiere crecer; cuando es adulto busca la realización y el éxito; cuando es de edad avanzada aspira al merecido descanso”.
“Pero –advierte el Papa– llega el momento en que descubre que ha esperado demasiado poco si, fuera de la profesión o de la posición social, no le queda nada más que esperar”. Es, diríamos, como si alcanzada esa meta, o llegado el tiempo en que debería haberse alcanzado, no tuviera respuesta para esta pregunta: ¿Y ahora, qué?
Para los cristianos la esperanza está animada por una certeza: “El Señor está presente a lo largo de nuestra vida, nos acompaña y un día enjugará también nuestras lágrimas. Un día, no lejano, todo encontrará su cumplimiento en el reino de Dios, reino de justicia y de paz”.
Una espera que es esperanza
3. Añade Benedicto XVI que hay muchas maneras de esperar. Y es muy diferente el caso de que no se tenga nada de lo que se espera, del caso en que haya algo, aunque no sea pleno: “Si el tiempo no está lleno de un presente cargado de sentido, la espera puede resultar insoportable; si se espera algo, pero en este momento no hay nada, es decir, si el presente está vacío, cada instante que pasa parece exageradamente largo, y la espera se transforma en un peso demasiado grande, porque el futuro es del todo incierto. En cambio, cuando el tiempo está cargado de sentido, y en cada instante percibimos algo específico y positivo, entonces la alegría de la espera hace más valioso el presente”.
Por eso, porque los cristianos ya tenemos al Señor en los dones que nos da (la fe, los sacramentos, la vida cristiana personal y en la Iglesia), aunque aún no nos hayamos unido a Él de modo pleno, podemos darnos cuenta de que Dios está con nosotros y llenarnos de esperanza en que se nos dará más plenamente aún.
“Queridos hermanos y hermanas, vivamos intensamente el presente, donde ya nos alcanzan los dones del Señor, vivámoslo proyectados hacia el futuro, un futuro lleno de esperanza”.
Y así, “el Adviento cristiano es una ocasión para despertar de nuevo en nosotros el sentido verdadero de la espera, volviendo al corazón de nuestra fe, que es el misterio de Cristo, el Mesías esperado durante muchos siglos y que nació en la pobreza de Belén. Al venir entre nosotros, nos trajo y sigue ofreciéndonos el don de su amor y de su salvación. Presente entre nosotros, nos habla de muchas maneras: en la Sagrada Escritura, en el año litúrgico, en los santos, en los acontecimientos de la vida cotidiana, en toda la creación, que cambia de aspecto si detrás de ella se encuentra Él o si está ofuscada por la niebla de un origen y un futuro inciertos”.
Tiempo de oración y de alegría
4. Dios está presente; se nos da de tantas maneras; ¿pero qué podemos hacer nosotros? He aquí la propuesta, que pasa necesariamente por la oración:
“Nosotros podemos dirigirle la palabra, presentarle los sufrimientos que nos entristecen, la impaciencia y las preguntas que brotan de nuestro corazón. Estamos seguros de que nos escucha siempre. Y si Jesús está presente, ya no existe un tiempo sin sentido y vacío. Si él está presente, podemos seguir esperando incluso cuando los demás ya no pueden asegurarnos ningún apoyo, incluso cuando el presente está lleno de dificultades.
“El Adviento es –concluye el Papa– el tiempo de la presencia y de la espera de lo eterno”. Y añade: “Precisamente por esta razón es, de modo especial, el tiempo de la alegría, de una alegría interiorizada, que ningún sufrimiento puede eliminar. La alegría por el hecho de que Dios se ha hecho niño. Esta alegría, invisiblemente presente en nosotros, nos alienta a caminar confiados”. En todo esto nos sostiene María, y nos obtiene la gracia de vivir este tiempo litúrgico “vigilantes y activos en la espera”.
15 CONSEJOS PARA PREPARARTE FIELMENTE EN ESTE TIEMPO DE ADVIENTO 2021
15 consejos para prepararte fielmente en este tiempo de Adviento
Redacción ACI Prensa
A pocas semanas de la Navidad y en medio de una cultura que busca silenciar la religión, estos son algunos consejos que te permitirán experimentar el Adviento de una manera más profunda y prepararte en santidad para recibir el nacimiento de Jesús.
Estos fueron publicados en el libro “Holy Hacks: Everyday Ways to Live Your Faith and Get to Heaven” de la escritora y periodista católica Patti Maguire Armstrong.
La lista es la siguiente:
1. El Adviento se trata de esperar. Debes ser paciente siempre, ya sea en el tráfico o en las largas colas. Debes orar mientras esperas.
2. Ser agradecido por todo lo que se tiene. Contemplar tus muchos dones y todo lo que te rodea, desde las comodidades hasta las personas que están a tu alrededor.
3. Que no sea un problema si alguien utiliza saludos como “felices fiestas” o de otro tipo. Simplemente se debe ser agradecido y desearles a las personas una feliz Navidad.
4. Simplificar la celebración navideña buscando alcanzar el espíritu de la primera Navidad, junto al pesebre. Armstrong afirma que “si Jesús quisiera promover el consumismo, la natividad se habría desarrollado en un centro comercial”.
5. Armar un pesebre.
6. Obtener una corona de Adviento. Debe encenderse todos los días y reza junto a ella.
7. Entonar canciones de Adviento antes de Navidad.
8. Ver películas sobre la verdadera historia navideña.
9. Cantar villancicos.
10. Enviar tarjetas de Navidad a personas que pueden sentirse solas, como soldados en el extranjero o presos. Puedes decirles que orarás por ellos durante el Año Nuevo.
11. Escribir notas e intenciones de oración para Jesús durante el Adviento y colocarlas en el belén.
12. Encontrar formas de ser generosos con la familia ya sea en la preparación de alimentos o en las actividades navideñas.
13. No olvidar un regalo para su párroco o amigo sacerdote.
14. Donar juguetes, ropa o dinero antes de Navidad. Se debe regalar las cosas que aún te gustan. Eso es hacer un pequeño sacrificio y ofrecerlo verdaderamente por Jesús. También se puede guardar dinero para organizaciones de caridad que brindan ayuda a los necesitados o para comprar objetos que permitan a estas personas celebrar la verdadera Navidad.
15. Pedirle a la Sagrada Familia que ayude a que el Adviento sea santo.
EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 2 DE DICIEMBRE DE 2021
Jueves 1 de Adviento
Jueves 2 de diciembre de 2021
Ver 1ª Lectura y Salmo
1ª Lectura (Is 26,1-6): Aquel día, se cantará este canto en la tierra de Judá: «Tenemos una ciudad fuerte, ha puesto para salvarla murallas y baluartes. Abrid las puertas para que entre un pueblo justo, que observa la lealtad; su ánimo está firme y mantiene la paz, porque confía en ti. Confiad siempre en el Señor, porque el Señor es la Roca perpetua. Doblegó a los habitantes de la altura, a la ciudad elevada; la abatirá, la abatirá hasta el suelo, hasta tocar el polvo. La pisarán los pies, los pies del oprimido, los pasos de los pobres».
Salmo responsorial: 117
R/. Bendito el que viene en nombre del Señor.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los jefes.
Abridme las puertas de la salvación, y entraré para dar gracias al Señor. Esta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella. Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mí salvación.
Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios, Él nos ilumina.
Versículo antes del Evangelio (Is 55,6): Aleluya. Buscad al Señor mientras lo podáis encontrar, invocadlo mientras está cerca. Aleluya.
Texto del Evangelio (Mt 7,21.24-27): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina».
«No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los cielos»
Abbé Jean-Charles TISSOT
(Freiburg, Suiza)
Hoy, el Señor pronuncia estas palabras al final de su "sermón de la montaña" en el cual da un sentido nuevo y más profundo a los Mandamientos del Antiguo Testamento, las "palabras" de Dios a los hombres. Se expresa como Hijo de Dios, y como tal nos pide recibir lo que yo os digo, como palabras de suma importancia: palabras de vida eterna que deben ser puestas en práctica, y no sólo para ser escuchadas —con riesgo de olvidarlas o de contentarse con admirarlas o admirar a su autor— pero sin implicación personal.
«Edificar en la arena una casa» (cf. Mt 7,26) es una imagen para describir un comportamiento insensato, que no lleva a ningún resultado y acaba en el fracaso de una vida, después de un esfuerzo largo y penoso para construir algo. "Bene curris, sed extra viam", decía san Agustín: corres bien, pero fuera del trayecto homologado, podemos traducir. ¡Qué pena llegar sólo hasta ahí: el momento de la prueba, de las tempestades y de las crecidas que necesariamente contiene nuestra vida!
El Señor quiere enseñarnos a poner un fundamento sólido, cuyo cimiento proviene del esfuerzo por poner en práctica sus enseñanzas, viviéndolas cada día en medio de los pequeños problemas que Él tratará de dirigir. Nuestras resoluciones diarias de vivir la enseñanza del Cristo deben así acabar en resultados concretos, a falta de ser definitivos, pero de los cuales podamos obtener alegría y agradecimiento en el momento del examen de nuestra conciencia, por la noche. La alegría de haber obtenido una pequeña victoria sobre nosotros mismos es un entrenamiento para otras batallas, y la fuerza no nos faltará —con la gracia de Dios— para perseverar hasta el fin.