domingo, 26 de abril de 2020

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY TERCER DOMINGO DE PASCUA, 26 DE ABRIL DE 2020


Lecturas de hoy Domingo 3º de Pascua - Ciclo A
Hoy, domingo, 26 de abril de 2020



Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (2,14.22-33):

EL día de Pentecostés Pedro, poniéndose en pie junto a los Once, levantó su voz y con toda solemnidad declaró:
«Judíos y vecinos todos de Jerusalén, enteraos bien y escuchad atentamente mis palabras.
A Jesús el Nazareno, varón acreditado por Dios ante vosotros con los milagros, prodigios y signos que Dios realizó por medio de él, como vosotros mismos sabéis, a este, entregado conforme al plan que Dios tenía establecido y previsto, lo matasteis, clavándolo a una cruz por manos de hombres inicuos. Pero Dios lo resucitó, librándolo de los dolores de la muerte, por cuanto no era posible que esta lo retuviera bajo su dominio, pues David dice, refiriéndose a él:
“Veía siempre al Señor delante de mí,
pues está a mi derecha para que no vacile.
Por eso se me alegró el corazón,
exultó mi lengua,
y hasta mi carne descansará esperanzada.
Porque no me abandonarás en el lugar de los muertos,
ni dejarás que tu Santo experimente corrupción.
Me has enseñado senderos de vida,
me saciarás de gozo con tu rostro”.
Hermanos, permitidme hablaros con franqueza: el patriarca David murió y lo enterraron, y su sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy. Pero como era profeta y sabía que Dios “le había jurado con juramento sentar en su trono a un descendiente suyo”, previéndolo, habló de la resurrección del Mesías cuando dijo que “no lo abandonará en el lugar de los muertos” y que “su carne no experimentará corrupción”. A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.
Exaltado, pues, por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, lo ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 15,1-2.5.7-8.9-10.11

R/. Señor, me enseñarás el sendero de la vida

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano. R/.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R/.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa esperanzada.
Porque no me abandonarás en la región de los muertos,
ni dejarás a tu fiel ver la corrupción. R/.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R/.


Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1,17-21):

QUERIDOS hermanos:
Puesto que podéis llamar Padre al que juzga imparcialmente según las obras de cada uno, comportaos con temor durante el tiempo de vuestra peregrinación, pues ya sabéis que fuisteis liberados de vuestra conducta inútil, heredada de vuestros padres, pero no con algo corruptible, con oro o plata, sino con una sangre preciosa, como la de un cordero sin defecto y sin mancha, Cristo, previsto ya antes de la creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos por vosotros, que, por medio de él, creéis en Dios, que lo resucitó de entre los muertos y le dio gloria, de manera que vuestra fe y vuestra esperanza estén puestas en Dios.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (24,13-35):


AQUEL mismo día (el primero de la semana), dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios;
iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo:
«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».
Ellos se detuvieron con aire entristecido, Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:
«Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?».
Él les dijo:
«¿Qué?».
Ellos le contestaron:
«Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».
Entonces él les dijo:
«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?».
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.
Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo:
«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron.
Pero él desapareció de su vista.
Y se dijeron el uno al otro:
«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».
Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy domingo, 26 de abril de 2020
Fernando Torres cmf


De como unos que iban a Emaús volvieron a Jerusalén

      Para todo cristiano que quiera vivir seriamente su fe, Emaús ha sido en algún momento de su vida el destino de sus pasos. ¿Quién no ha sentido el fracaso en su vida? ¿Quién no ha tenido la tentación de dejarlo todo y de buscar otros caminos? Son muchas las razones que nos han podido llevar a querer abandonar, a dejar Jerusalén, para buscarnos un lugar más cómodo y menos comprometido para vivir. Pero, y ésa es también una experiencia común, de algún modo en el camino de Emaús nos hemos encontrado con el Señor, hemos sentido que nuestro corazón ardía con su Palabra y le hemos terminado reconociendo al partir el pan. Y hemos vuelto a Jerusalén. 

      La historia de los discípulos que, desesperanzados, dejan Jerusalén y se vuelven a sus casas es nuestra historia. Cada uno podría contar su propia experiencia. Las veces que hemos experimentado el desamor, el egoísmo, incluso la traición, y totalmente abatidos hemos pensado que lo mejor era abandonar, retirarnos, dejarlo todo. Nos hemos dicho: “¡Qué luchen los otros, yo ya he tenido bastante!” Pero también podemos contar cómo en ese mismo camino del abandono, del dejarlo todo, nos hemos encontrado con la fuerza que nos ha invitado a empezar de nuevo, a volver a Jerusalén y creer que, con la ayuda del Señor, todo es posible. Muchos matrimonios han vuelto así a vivir con renovada ilusión su amor, muchos cristianos han descubierto de esa manera la fuerza y el poder de la oración, muchos que no esperaban ya nada de la vida se han levantado y han vuelto a caminar.

      El camino de Jerusalén a Emaús y de Emaús a Jerusalén es, pues, nuestro mismo camino. Pero hay algunos elementos en este relato que nos pueden ayudar a reconocer mejor a Jesús en nuestros próximos Emaús –los momentos de abandono, de huida, de pocos ánimos–, que vendrán. Primero, hay que estar atentos a los caminantes desconocidos. En ellos, puede estar presente el Señor. De ellos nos puede llegar la Palabra que ilumine nuestro corazón, que lo haga arder con nueva ilusión. 

      Segundo, la Eucaristía es el momento privilegiado para reconocer al Señor y descubrir el sentido de nuestra vida como cristianos. En torno al altar nos sabemos hermanos que compartimos el mismo pan. No en vano el momento de partir el pan fue cuando a los discípulos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. ¿No tenemos muchos de nosotros una experiencia parecida de la Eucaristía?

      Y, tercero, no hay que tener miedo en compartir con los demás nuestras experiencias de Emaús tal y como hicieron estos dos discípulos. Todos estamos en camino y todos experimentamos cansancio, desilusión y desesperanza. Quizá, en más de una ocasión, simplemente compartiendo nuestra experiencia y ayudando al que está cansado y a punto de abandonar, podemos ser el caminante desconocido que ilusione de nuevo el corazón de un hombre o de una mujer. ¿No es eso ser misionero?

CORONAVIRUS: LA IGLESIA TIENES UN SANTO PARA LOS TIEMPOS DE DESEMPLEO


Coronavirus: La Iglesia tiene un santo para los tiempos de desempleo
Redacción ACI Prensa






Frente estos tiempos, donde la tasa de desempleo ha aumentado, la Iglesia Católica tiene a San Cayetano, el santo patrono de los desempleados que experimentó la pobreza y la peste.

A nivel mundial, la economía ha sufrido un duro golpe a causa de la paralización del comercio, debido a las cuarentenas que muchos gobiernos han declarado para frenar los contagios de coronavirus.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se estima un aumento del desempleo a escala mundial, llegando a superar la crisis financiera del 2008 – 2009.

La OIT indicó que para 2019 existían 188 millones de desempleados a nivel mundial, cifra que aumentaría a más de 24 millones de personas si la pandemia del coronavirus sigue impidiendo la reactivación del comercio.

Como en la mayoría de los casos, la Iglesia Católica tiene un santo para estos tiempos. San Cayetano era hijo de un noble, trabajó para un Papa, se convirtió en sacerdote, realizó curaciones milagrosas, fundó un banco y fue amigo de los pobres.

San Cayetano nació el 1 de octubre de 1487 en Vicenza (Italia). Era el menor de tres hijos nacidos de Gaspar, Conde de Thiene, y María Porto, una mujer devota que consagró a Cayetano a la Santísima Virgen María a una temprana y se ocupó de que recibiera educación religiosa.

A los 20 años, Cayetano recibió títulos en Derecho Civil y Canónico de la Universidad de Padua, y poco después se mudó a Roma, donde trabajó en la corte del Papa Julio II y asistió al Quinto Concilio de Letrán.

Cuando el Papa murió, Cayetano renunció a su cargo para estudiar para el sacerdocio y fue ordenado en 1516 a la edad de 36 años.


Poco después de convertirse en sacerdote, con un pequeño grupo de sacerdotes fundó la Congregación de Clérigos Regulares, una comunidad que buscaba vivir como los apóstoles.

Al igual que su contemporáneo Martín Lutero, Cayetano y sus compañeros buscaban reformar la Iglesia, y especialmente al clero, pero a diferencia de Lutero, creían que esta reforma podría tener lugar dentro de la misma Iglesia.

San Cayetano pidió que la orden viva la pobreza tan estrictamente que ni siquiera pedían limosna, sino que confiaban totalmente en la providencia de Dios.

El sacerdote fue particularmente severo consigo mismo, observó el P. Francis Xavier Weninger en sus escritos de 1876, siempre vistiendo una camisa de pelo y participando en oraciones y devociones a altas horas de la noche y temprano en la mañana con un breve descanso en una cama de paja.

También se sabía que tenía visiones de la Virgen María. En particular en una víspera de Navidad, Cayetano tuvo una visión de la Madre de Dios llevando al Niño Jesús y colocándolo en los brazos del santo.

Cayetano también era conocido por algunas curaciones milagrosas, incluida la sanación del pie que iba a ser amputado de un sacerdote de su orden.

A los 42 años, Cayetano fundó un hospital para “incurables” en Venecia, y trabajó para consolar y sanar a los enfermos en tiempos de la peste, escribió el P. Weninger.

Probablemente, muchos de los enfermos que atendió fueron víctimas de la peste bubónica, que resurgió con frecuencia en la ciudad de Venecia, un centro de comercio internacional.

En 1533, el Papa envió a Cayetano a Nápoles, donde fundó otro oratorio. La iglesia San Paolo Maggiore se convirtió en un importante centro de reforma católica.

Mientras estaba en Nápoles, Cayetano se enfermó gravemente y ofreció sus sufrimientos por la conversión de la gente de Nápoles. Al parecer se negó a ser transferido de las tablas de madera que servían como cama, de modo que tenía más sufrimiento que ofrecer. Murió el 6 de agosto de 1547, en la fiesta de la Transfiguración, y está enterrado en la Basílica de San Paolo Maggiore en Nápoles.

Según algunos relatos, la lucha espiritual, política y social en la ciudad de Nápoles cesó poco después de la muerte de Cayetano, lo que confirma a muchos la santidad de su vida.

Antes de ser un santo canonizado, fue invocado cuando la peste golpeó con fuerza a Nápoles en 1656.

Según un testimonio escrito por el líder de un hospital en Nápoles en ese momento, entre 600 y 700 personas morían de la peste diariamente en la ciudad. Por lo que se celebró la fiesta del entonces Beato Cayetano, que logró que ese día no se registraran muertes, y la peste pronto desapareció de la ciudad.

San Cayetano fue canonizado por el Papa Clemente X en 1671. Es el santo patrono de los que buscan empleo y los desempleados, así como de múltiples países, incluidos Italia, Argentina, Brasil y El Salvador.

En Argentina, Cayetano es muy querido y desde 1970 miles de devotos acuden a su fiesta en el Santuario de Liniers, Buenos Aires. Muchos cambian las tradicionales velas y flores, por alimentos y ropa para ser distribuidos en las regiones más necesitadas del país.



Oración a San Cayetano:

Glorioso San Cayetano, aclamado por todos los pueblos padre de providencia porque socorres con grandes milagros a cuantos te invocan en sus necesidades: acudo a tu altar, suplicando que presentes al Señor los deseos que confiadamente deposito en tus manos.

(Aquí se expresan las gracias que se desea obtener)

Haz que estas gracias, que ahora te pido, me ayuden a buscar siempre el Reino de Dios y su Justicia, sabiendo que Dios (que viste de hermosura las flores del campo y alimenta con largueza las aves del cielo) me dará las demás cosas por añadidura.

Amén


EL PAPA FRANCISCO INVITA A DEJAR DE PENSAR EN UNO MISMO Y RECORDAR QUE DIOS CAMINA A MI LADO


El Papa invita a dejar de pensar en uno mismo y recordar que Dios "camina a mi lado"
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media




El Papa Francisco invitó a dejar de pensar en uno mismo “en las decepciones del pasado”, en los “problemas de la vida”, y pensar en Dios, en que “Jesús camina a mi lado”, y en “qué puedo hacer para que la gente sea más feliz".

Así lo señaló antes del rezo del Regina Coeli desde la Biblioteca del Palacio Apostólico este domingo 26 de abril.

“El Evangelio de hoy, ambientado en el día de Pascua, narra el famoso episodio de dos discípulos de Emaús. Es una historia que inicia y termina en camino. De hecho, vemos el viaje de ida de los discípulos que, tristes por el epílogo de los acontecimientos de Jesús, dejan Jerusalén y regresan a casa, a Emaús, caminando cerca de once kilómetros. Es un viaje que se produce durante el día, con buena parte del trayecto en descenso”.

“Y está el viaje de regreso: otros once kilómetros, pero hechos al caer la noche, con parte del camino en subida después del cansancio del camino de ida”.

Por lo tanto, los discípulos de Emaús realizan dos viajes: “uno sencillo, de día, y otro agotador, de noche”.


Y, sin embargo, se da la paradoja de que el camino sencillo se realiza en medio de la tristeza, y el complicado en plena alegría. “En el primero, el Señor camina con ellos, pero no lo reconocen; en el segundo ya no lo ven, pero lo sienten cercano”.

En el primer viaje, “están descorazonados y sin esperanza; en el segundo corren a llevar a los demás la bella noticia del encuentro con Jesús Resucitado”.

El Papa explicó que “los dos caminos diferentes de aquellos primeros discípulos nos dicen a nosotros, discípulos de Jesús de hoy, que en la vida estamos ante dos direcciones opuestas: está la vía de quien, como aquellos dos a la ida, se dejan paralizar por las decepciones de la vida y avanzan tristes”.

“Y está el camino de quien no se pone a uno mismo y a sus problemas en primer lugar, sino a Jesús que nos visita, y a los hermanos que esperan su visita”.

Para el Santo Padre, esa actitud es la que marca la diferencia: “Dejas de orbitar sobre uno mismo, sobre las decepciones del pasado, los ideales no realizados, a tantas cosas malas que han sucedido en nuestras vidas, y muchas veces orbitamos y orbitamos alrededor de eso. Dejemos eso”.

Por el contrario, Francisco invitó a “avanzar mirando a la realidad más grande y verdadera de la vida: Jesús está vivo y me ama. Esa es la realidad más grande. Y yo puedo hacer algo por los demás. Es una bella realidad, positiva, soleada, bella”.

“El cambio de marcha es esta: pasar de pensar en mi ‘yo’, a la realidad de mi Dios. Pasar –ilustró el Papa con otro juego de palabras– del ‘si’ al ‘sí’. Del ‘si hubiese estado Él para liberarme, si Dios me hubiese escuchado, la vida habría ido como quería, si tuviese esto y aquello otro…’, en tono de lamento. Ese ‘si’ no ayuda, no es fecundo, no nos ayuda ni a nosotros ni a los demás”.

Se trata de un “’si’ parecido a aquel de los dos discípulos, los cuales pasan al ‘sí’: ‘Sí, el Señor está vivo, camina con nosotros. Sí, ahora, no mañana, nos ponemos en camino para anunciarlo”.

“‘Sí, yo puedo hacer esto para que la gente sea más feliz, para que la gente mejore, para ayudar a tanta gente. Sí, sí, puedo’. Del ‘si’ al ‘sí’, de las lamentaciones a la alegría y a la paz, porque cuando nos lamentamos, no estamos en la alegría, estamos en un gris, en ese gris de la tristeza. Y eso no nos ayuda ni nos hace crecer bien. Del ‘si’ al ‘sí’, del lamento a la alegría del servicio”.

“Este cambio de paso del yo a Dios, del ‘si’ al ‘sí’, ¿cómo se produce? Encontrando a Jesús: los dos de Emaús primero le abren su corazón; luego lo escuchan explicar las Escrituras; entonces lo invitan a casa”.

El Papa señaló que “son tres pasajes que podemos cumplir también nosotros en nuestras casas: primero, abrir el corazón a Jesús, confiarle nuestros pesos, las fatigas, las decepciones de la vida”.

Segundo, escuchar a Jesús, “tomar en las manos el Evangelio, leer hoy mismo ese fragmento, el capítulo 24 del Evangelio de Lucas”.

Tercer pasaje, “rezar a Jesús con las mismas palabras que los discípulos: ‘Señor, quédate con nosotros: con todos nosotros, porque tenemos necesidad de Ti para encontrar el camino’”.

El Papa Francisco concluyó su reflexión subrayando que “en la vida estamos siempre en camino”. “Elijamos el camino de Dios, no la del ‘yo’; el camino del ‘sí’, no la del ‘si’. Descubriremos que no hay imprevisto, no hay ascenso, no hay noche que no podamos afrontar con Jesús”.

SANTORAL DE HOY DOMINGO 26 DE ABRIL DE 2020

Domingo y Gregorio de Aragón, BeatosDomingo y Gregorio de Aragón, Beatos
Sacerdotes, 26 de abril
Ladislao (Wladyslaw) Goral, BeatoLadislao (Wladyslaw) Goral, Beato
Obispo y Mártir, 26 de abril
Ramón Oromí Sullà, BeatoRamón Oromí Sullà, Beato
Sacerdote y Mártir, 26 de abril
Estanislao Kubista, BeatoEstanislao Kubista, Beato
Sacerdote y mártir, 26 de Abril
Marcelino, SantoMarcelino, Santo
XXIX Papa, 26 de Abril
Julio Junyer Padern, BeatoJulio Junyer Padern, Beato
Sacerdote y Mártir, Abril 26
Anacleto (Cleto), SantoAnacleto (Cleto), Santo
III Papa, 26 de abril
Basilio de Amasea, SantoBasilio de Amasea, Santo
Obispo, Abril 26
Alda de Siena, SantaAlda de Siena, Santa
Viuda, 26 de abirl
Esteban de Perm, SantoEsteban de Perm, Santo
Obispo, Abril 26
Pascasio, SantoPascasio, Santo
Abad y Escritor, Abril 26
Ricario de Celles, SantoRicario de Celles, Santo
Sacerdote, 26 de abril
Fray María Rafael Arnáiz Barón, SantoFray María Rafael Arnáiz Barón, Santo
Religioso Cisterciense, 26 de abril

FELIZ DOMINGO!!!





sábado, 25 de abril de 2020

¿QUÉ ES EL VÍA LUCIS?


CUANDO EL MUNDO TE DEPRIMA...


Cuando el mundo te deprima...


Cuando el mundo te deprima, observa lo que te rodea con objetividad.

Avanza de manera positiva; no te dejes caer en una visión negativa.

Mira las cosas tal y como son. No permitas que las trivialidades te distraigan.

Haz lo que puedas, como puedas, con los recursos que tienes a tu disposición.

No menosprecies tus esfuerzos; cuentas con la fortaleza interior para cambiar lo que sea necesario.

Enfréntate a la situación con la intención de remediarla; haz lo que necesites para resolverla y dejarlo atrás.

Avanza en dirección a la felicidad; encamínate hacia tus sueños y alcanza tu estrella. Y recuerda que eres tú, quien lleva las riendas.

PADRE DE BONDAD


Padre de bondad



Una vez se hizo una encuesta entre lectores de la Biblia de distintos credos. La pregunta era: “¿Cuál es el pensamiento que más te ha impresionado al leer las santas Escrituras?” Ganó por muchos votos el pasaje de Juan 3, 16:” Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga Vida eterna”.

Padre de bondad, Padre de amor, te bendigo, te alabo y te doy gracias porque por amor nos diste a Jesús. Gracias Padre porque a la luz de tu Espíritu comprendemos que Él es la luz, la verdad y el buen pastor, que ha venido para que tengamos vida y la tengamos en abundancia. Hoy, Padre, me quiero presentar delante de ti, como tu hijo. Tú me conoces por mi nombre. Pon tus ojos de Padre amoroso en mi vida. Amén.

Abrahán Lincoln dijo: “Todavía concibo que se pueda ser ateo mirando la tierra; pero no comprendo que se puedan alzar, de noche, los ojos al cielo y decir que no existe Dios”. La naturaleza manifiesta la bondad, sabiduría y poder de Dios: tanto los astros del cielo como la belleza de un rosal hablan de un Dios maravilloso creador de cuanto existe.



* Enviado por el P. Natalio

EL PAPA FRANCISCO PROPONE ESTAS DOS ORACIONES A MARÍA PARA REZARLAS EN MAYO


El Papa propone estas dos oraciones a María para rezarlas en mayo
Redacción ACI Prensa
Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




El Papa Francisco propuso dos oraciones para rezar a la Virgen María en este mes de mayo.

Una de ellas es una adaptación al contexto actual de coronavirus de la tradicional oración “Bajo tu amparo”.

En ella, pide a la Virgen que consuele “a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma”.

Que sostenga “a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas”. Que infunda “confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo”.

Pide también que proteja “a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas”.

Que permanezca “junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos”.

Asimismo, pide a la Virgen que asista “a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad”.


Y pide también que mueva “las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares”.

A continuación, las oraciones completas propuestas por el Papa Francisco:


Oración 1:

Oh María,
tú resplandeces siempre en nuestro camino
como un signo de salvación y esperanza.
A ti nos encomendamos, Salud de los enfermos,
que al pie de la cruz fuiste asociada al dolor de Jesús,
manteniendo firme tu fe.

Tú, Salvación del pueblo romano,
sabes lo que necesitamos
y estamos seguros de que lo concederás
para que, como en Caná de Galilea,
vuelvan la alegría y la fiesta
después de esta prueba.

Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
a conformarnos a la voluntad del Padre
y hacer lo que Jesús nos dirá,
Él que tomó nuestro sufrimiento sobre sí mismo
y se cargó de nuestros dolores
para guiarnos a través de la cruz,
a la alegría de la resurrección. Amén.

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios,
no desprecies nuestras súplicas en las necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.


Oración 2:

«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios».

En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.

Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.

Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza.

Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.

Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos. Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus.

Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.

Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares.

Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración.

Oh María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad.

Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.

CONOCE A SAN MARCOS EVANGELISTA, 25 DE ABRIL


¿CÓMO EXPLICARLE TU VOCACIÓN A ALGUIEN QUE NO CREE Y NO MORIR EN EL INTENTO?

¿Cómo explicarle tu vocación a alguien que no cree y no morir en el intento?
Elegir esta opción por Cristo no es por no haber tenido novia… sino por haber sido conquistado por un amor más poderoso…


Por: Alexis Gatica Andrade, LC. | Fuente: Catholic-link.com



Casi todos los días, además de mi trabajo con los novicios, recibo alguna llamada de teléfono. No siempre puedo atender a todas las llamadas. Ya quisiera ayudar a todos, pero soy ser humano y no puedo con todo. Hoy, después de una reunión, recibí un mensaje de una chica que comencé a orientar el año pasado. “Era” católica pero, por una serie de circunstancias muy desagradables (que no mencionaré), dejó de serlo. Y aunque tenemos una muy buena amistad, cuando habla conmigo, me comparte sus dudas y quejas sobre la fe católica, especialmente sobre la moral de los sacerdotes. Hoy, sinceramente, tenía bastante trabajo por realizar. Pero mi corazón me decía que tenía que responder a la llamada. Le hice caso a mi corazón y le respondí. Hablamos de muchos temas. Hubo uno en concreto que me dejó pensando y que les quiero compartir.
En un momento de la conversación, ella me dijo que le costaba creer en la Iglesia, especialmente cuando algunos sacerdotes tenían serias caídas en la castidad. Y entonces comencé a explicarle que no todos los sacerdotes eran malos, que somos hombres y que también tenemos limitaciones y que es necesario mantener siempre fresco el amor a Dios, etc. Ella me lanzó unas preguntas afiladas: «¿Y tú no tienes problemas? ¿Te gustan las mujeres? ¿No te afecta la castidad?». Yo, con calma, comencé a explicarle que la vocación sacerdotal es una cuestión de amor. Cuando te enamoras de alguien, dejas de lado otra opción (por muy bonita y atractiva que sea) y te consagras de lleno a lo que te ha conquistado el corazón. Le expliqué que me gustan las mujeres (¡Gracias a Dios!), pero que mi corazón ha hecho una opción. Me dijo que yo no sabía lo que decía, porque nunca he tenido “experiencias” y que, si las tuviese, pensaría diferente. Esto me hizo reflexionar un poco y me vino del corazón decirle que no es necesario tener “experiencias” para optar o no por una vida consagrada a Dios, ofreciéndole especialmente mi castidad a Jesús. Me puse a pensar en que el próximo año cumpliré veinte años desde que entré al seminario menor y que mi corazón ha pasado por muchos momentos y etapas. ¡Claro que me ha costado! ¡Claro que he tenido que educar mi amor! Pero el que hoy esté haciendo esta opción por Cristo no es por no haber tenido novia… sino por haber sido conquistado por un amor más poderoso…
Esperaba que este argumento existencial le pudiese ayudar, pero no, ella me dijo que yo era un caso muy diferente al “normal” que ella dice conocer. Creo que, lamentablemente, ella solamente conoce casos tristes. Yo, al contrario, estoy rodeado de hombres que aman apasionadamente a Dios y a las personas. Y que han tenido que llorar sangre en muchas ocasiones. Esto me hizo pensar nuevamente y comprendí que la consagración virginal al Señor no puede ser entendida por los ojos del mundo. Ella me decía que Dios había dicho a Adán y a Eva que tenían que ser fecundos, y que, por ello, yo estaba malgastando mi fecundidad en el sacerdocio. En estos años nunca como antes me he sentido padre, amigo y hermano. He podido ejercer mi afectividad de una manera más profunda, más rica, más libre.
Sin la fe, mi opción de vida es un fracaso. Con la fe, es la mejor opción que hombre alguno puede hacer. Mi corazón tiene que madurar mucho. Lo sé. Pero también sé que tengo que dejarme llenar por Cristo. Tengo que dejarme amar. Amar es más que tener sexo. Amar es entregar lo mejor y recibir lo mejor.
Terminé la conversación y elevé mi oración a Dios por tres intenciones:

– Por los que no creen en Dios, para que se dejen amar por Él.
– Por los que hemos sido llamados por Dios a una entrega total, para que no nos cansemos de amar y siempre estar siempre enamorados, apasionados por Cristo.
– Por los que han caído, para que sepan levantar la mirada y acoger la misericordia de Dios. Nunca es tarde para acoger de verdad el amor de Cristo.
Explicar tu opción de vida a alguien que no cree es duro. Sin embargo, Dios te renueva por dentro y te hace ver que tu entrega no solamente ha valido la pena, sino la vida misma.

CARTA DEL PAPA FRANCISCO A LOS FIELES POR EL MES DE MAYO


Carta del Papa Francisco a los fieles por el mes de mayo
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media



El Papa Francisco publicó este sábado 25 de abril una carta dirigida a todos los fieles con motivo del mes de mayo, mes especialmente dedicado a la Virgen María, donde invita a las familias a rezar el Rosario en casa durante la actual pandemia de coronavirus.

A continuación, la carta completa del Papa Francisco:

Queridos hermanos y hermanas:


Se aproxima el mes de mayo, en el que el pueblo de Dios manifiesta con particular intensidad su amor y devoción a la Virgen María. En este mes, es tradición rezar el Rosario en casa, con la familia. Las restricciones de la pandemia nos han “obligado” a valorizar esta dimensión doméstica, también desde un punto de vista espiritual.

Por eso, he pensado proponerles a todos que redescubramos la belleza de rezar el Rosario en casa durante el mes de mayo. Ustedes pueden elegir, según la situación, rezarlo juntos o de manera personal, apreciando lo bueno de ambas posibilidades. Pero, en cualquier caso, hay un secreto para hacerlo: la sencillez; y es fácil encontrar, incluso en internet, buenos esquemas de oración para seguir.

Además, les ofrezco dos textos de oraciones a la Virgen que pueden recitar al final del Rosario, y que yo mismo diré durante el mes de mayo, unido espiritualmente a ustedes. Los adjunto a esta carta para que estén a disposición de todos.

Queridos hermanos y hermanas: Contemplar juntos el rostro de Cristo con el corazón de María, nuestra Madre, nos unirá todavía más como familia espiritual y nos ayudará a superar esta prueba. Rezaré por ustedes, especialmente por los que más sufren, y ustedes, por favor, recen por mí. Les agradezco y los bendigo de corazón.

Roma, San Juan de Letrán, 25 de abril de 2020

Fiesta de san Marcos, evangelista

FRANCISCO

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY SÁBADO 25 DE ABRILDE 2020


Lecturas de hoy Sábado de la 2ª semana de Pascua



Hoy, sábado, 25 de abril de 2020
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6,1-7):

En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, porque en el servicio diario no se atendía a sus viudas.
Los Doce, convocando a la asamblea de los discípulos, dijeron:
«No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos del servicio de las mesas. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea; nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra».
La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo; a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando.
La palabra de Dios iba creciendo y en Jerusalén se multiplicaba el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 32,1-2.4-5.18-19

R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti

Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R/.

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.

Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,16-21):

AL oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron.
Pero él les dijo:
«Soy yo, no temáis».
Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio adonde iban.

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy sábado, 25 de abril de 2020
Eguione Nogeira, Misionero Claretiano



¡Queridos hermanos!

La situación de los discípulos prefigura nuestra situación de comunidad cristiana. Estamos todos en la misma barca de la existencia humana. Ella se encuentra en medio de las tinieblas, entre la oscuridad del cielo y la profundidad del abismo. Después de un día de luz, con la multiplicación de los panes, los discípulos se encuentran perdidos en medio de la oscuridad. Se sienten abandonados. Puede ser que sea lo que sentimos en estos momentos difíciles.

Pero Jesús está ahí. Así como respondió a sus discípulos, nos dice hoy: “Soy yo, no temáis”. ¡Estoy con vosotros! Los discípulos no fueron capaces de ver, pero en el pan dado por Jesús existe un exceso, algo que los ojos no ven, que solo la fe es capaz de alcanzar. Este algo va más allá de la saciedad material. Es la misteriosa presencia del ausente. En la señal del pan, el mismo Señor se hace visible a nuestros ojos y nos comunica su vida, nos saca del abismo y nos da la fuerza para llegar a la otra orilla.

En este sentido podemos ver la travesía como metáfora de la existencia humana. El Papa Francisco la ha utilizado en su homilía del 27 de marzo, cuando concedió la bendición Urbi et Orbi: “‘Al atardecer’ (Mc 4,35). Así comienza el Evangelio que hemos escuchado. Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido. Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas. Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos. Como esos discípulos, que hablan con una única voz y con angustia dicen: ‘perecemos’ (cf. v. 38), también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos”.

Lo importante es saber que el Señor sigue allí, aun en medio de la oscuridad, cuando el viento sopla fuerte contra nosotros y las aguas de la existencia de encrespan. Por eso podemos pedirle: “Señor, bendice al mundo, da salud a los cuerpos y consuela los corazones. Nos pides que no sintamos temor. Pero nuestra fe es débil y tenemos miedo. Mas tú, Señor, no nos abandones a merced de la tormenta. Repites de nuevo: «No tengáis miedo» (Mt 28,5). Y nosotros, junto con Pedro, ‘descargamos en ti todo nuestro agobio, porque Tú nos cuidas’” (Papa Francisco).

Vuestro hermano en la fe,

Eguione Nogueira, cmf
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...