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miércoles, 14 de agosto de 2019
lunes, 12 de agosto de 2019
LA PIEZA FALTANTE
La pieza faltante
Narra la historia de una rueda a la que le faltaba un pedazo, pues habían cortado de ella un trozo triangular. La rueda quería estar completa, sin que le faltara nada, así que se fue a buscar la pieza que había perdido.
Pero como estaba incompleta y solo podía rodar muy despacio, reparó en las bellas flores que había en el camino; charló con los gusanos y disfrutó de los rayos del sol. Encontró montones de piezas, pero ninguna era la que le faltaba, así que las hizo a un lado y prosiguió su búsqueda.
Un día halló una pieza que le venía perfectamente. Entonces se puso muy contenta, pues ya estaba completa, sin que nada le faltara. Se colocó el fragmento en el cuerpo y empezó a rodar. Volvió a ser una rueda perfecta que podía rodar con mucha rapidez...Tan rápidamente, que no veía las flores ni charlaba con los gusanos. Cuando se dio cuenta de lo diferente que parecía el mundo cuando rodaba tan a prisa, se detuvo, dejó en la orilla del camino el pedazo que había encontrado y se alejó rodando lentamente.
La moraleja de este cuento, es que, por alguna razón, nos sentimos más completos cuando nos falta algo. El hombre que lo tiene todo es un hombre pobre en ciertos aspectos: nunca sabrá que se siente anhelar, tener esperanzas, nutrir el alma con el sueño de algo mejor; ni tampoco conocerá la experiencia de recibir de alguien que lo ama lo que siempre había deseado y no tenía.
Hay integridad en la persona que acepta sus limitaciones y tiene el suficiente coraje para renunciar a sus sueños inalcanzables sin considerar que por eso ha fracasado. Hay entereza en quien ha aprendido que es lo bastante fuerte para sufrir una tragedia y sobrevivir, que puede perder a un ser querido y aun así sentirse completo. Ha atravesado por la peor experiencia y salido indemne.
Cuando aceptemos que la imperfección es parte de la condición humana y sigamos rodando por la vida sin renunciar a disfrutarla, habremos alcanzado una integridad a la que otros solo aspiran. Eso, creo yo, es lo que Dios nos pide: no que seamos perfectos ni que nunca cometamos errores. Sino que seamos íntegros. Y, finalmente, si tenemos suficiente valor para amar, compasión para perdonar, generosidad para alegrarnos con la felicidad ajena y sabiduría para reconocer que hay amor de sobra para todo el mundo, entonces podremos alcanzar una satisfacción que nunca otra criatura viviente tendrá jamás.
Jesús dijo: "Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos".
LA VERDADERA RIQUEZA
La verdadera riqueza
1) Para saber
Se cuenta que una niña fue al dentista donde le sacaron una muela. Ya de regreso en su casa, por la noche, cuando regresó del trabajo su papá le preguntó: “¿Qué tal Marianita? ¿Todavía te duele la muela?” A lo que le respondió su pequeña hija: “No lo sé, papá. La muela se la quedó el dentista”.
La niña tenía razón, lo que no tenemos, no puede dolernos. Pero a veces no pasa así: duele no tener algo y suele ser causa de sufrimientos. Al poner el corazón de modo desordenado en algunas cosas, produce intranquilidad y desasosiego. Importa mantener una actitud equilibrada respecto a los bienes.
El Papa Francisco al retomar sus comentarios al libro de los Hechos de los Apóstoles, nos alienta rechazar la codicia, que es el origen de “muchas guerras”, que es fuente de ansiedad, adversidad, prevaricación, pues el verdadero tesoro “está en el Cielo… Los bienes materiales son necesarios, ¡son bienes!, pero son un medio para vivir honestamente y compartir con los más necesitados… Jesús nos invita a considerar que las riquezas pueden encadenar el corazón y desviarlo del verdadero tesoro que está en el Cielo”.
2) Para pensar
Doña Micaela era una viuda ya anciana. Vivía sola en el jacal más pobre que había en el caserío. Tenía unas cuantas gallinas y un solar pequeñito donde cultivaba sus verduras.
Las vecinas, que la querían bien, le llevaban a veces “un taquito”, o una porción de su comida. Ella les daba las gracias: “Ustedes son mi divina providencia”, les decía.
Un día llegó una trabajadora social. Supo de doña Micaela y fue a visitarla. Al verla tan pobre le hizo un ofrecimiento: “Puedo conseguirle una ayuda de 300 pesos al mes. ¿Le sirve ese dinerito?” Ella respondió entusiasmada: “Claro que sí, ¡muchas gracias! Ahora sí tendré más para dar a los pobres”.
Doña Micaela es pobre, pero muy rica. En cambio, podemos encontrar ricos que son pobres. El Papa Francisco nos invita a preguntarnos: “¿Y nosotros? ¿Qué poseemos?, ¿Cuál es nuestro tesoro? ¿Cómo podemos hacer ricos a los otros? Pensemos en dónde está nuestro corazón.
3) Para vivir
La codicia, explicó el Papa Francisco, es como esos buenos dulces: tomas uno y dices: ‘¡ah! Qué bueno’, y luego tomas otro; y luego otro… “Así es la codicia: nunca se satisface. ¡Cuidado! ¡La codicia de los bienes no satisface el corazón, sino que causa más hambre!”. Esto no significa que nos alejemos de la realidad, sino que buscaremos lo que tiene un valor verdadero: justicia, solidaridad, aceptación, fraternidad, paz, lo cual constituye la verdadera dignidad del hombre.
La Biblia nos enseña cómo pedir a Dios: “¡No me des pobreza ni riqueza, dame solo el alimento necesario. No sea que me sacie y te niegue… o no sea que me empobrezca y robe y profane el Nombre de mi Dios” (Proverbios 30, 8-9). San Pablo lo aconseja: ‘busca las cosas de arriba… dirige tus pensamientos a las cosas de arriba, no a las de la tierra’ (Col 3, 1-2).
El Papa Francisco nos invita a pedir al Señor que nunca olvidemos que la verdadera riqueza de nuestra vida está en su Amor infinito, y “que la Virgen María nos ayude a no quedar fascinados por los valores que pasan, sino a ser testigos creíbles de los valores eternos del Evangelio”, finalizó.
Pbro. José Martínez Colín
COMENTARIO DEL EVANGELIO DEL MARTES 13 DE AGOSTO DE 2019
Comentario al Evangelio de hoy martes, 13 de agosto de 2019
CR
Queridos hermanos:
El Deuteronomio nos ofrece una exclusiva: ¡la dimisión de Moisés! En un ejercicio de responsabilidad, presenta su carta de renuncia a la prudente edad ... de 120 años. (No conviene dar mucha publicidad a este texto bíblico).
Lo mejor de esta renuncia es que no provoca un “vacío de poder”. El liderazgo de Moisés no ha anulado todos lo demás. Josué será el encargado de introducir al pueblo en la tierra prometida. En este sentido, Moisés es el Juan Bautista del Antiguo Testamento: prepara el camino, lidera la salida de Egipto y la marcha por el desierto ... y deja al pueblo a las puertas de la tierra.
Jesús nos propone hacernos como niños. Si no, no podremos entrar en el Reino. ¡Cómo cuesta aceptar estas palabras en aquellas etapas de la vida en que necesitamos exhibir nuestra condición de “adultos”! Y, sin embargo, nos están regalando la clave para entender por qué tan a menudo encontramos las puertas cerradas, por qué no nos dice nada todo lo que tiene que ver con El.
Hay personas que necesitan 70 u 80 años en ser como niños. La vida misma los va haciendo cada vez más dependientes, más tiernos, más indefensos, más humildes. Hay otras que intuyen mucho antes que “este” es el camino y procuran ponerse en manos del Padre. Los itinerarios son muchos. El punto de llegada es siempre el mismo. Tal vez la sabiduría se parezca algo a esto.
Hoy la Iglesia celebra a los Beatos Mártires Claretianos de Barbastro. Los 51 misioneros mártires se alimentaron de la Palabra de Dios y murieron llevando en su recuerdo a sus hermanos claretianos "hasta las regiones de dolor y de muerte"; murieron contentos, con amor fiel, generoso y perpetuo, rogando a Dios que su sangre fuera sangre de perdón y de renovación de los misioneros.
Si te acercas a la palabra de la vida de los 51 mártires sentirás en mayor o menor medida estremecimiento. No se puede estar indiferente ante ella. Es la palabra de quienes forman parte de "los más importantes" en el Reino de los Cielos porque tuvieron corazón para arriesgarse y encontrar a quien estaba perdido, y acoger a quien, en su experiencia de perseguidor, estaba necesitado de ser acogido
LECTURAS BÍBLICAS DEL MARTES 13 DE AGOSTO DE 2019
Lecturas de hoy Martes de la 19ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, martes, 13 de agosto de 2019
Primera lectura
Lectura del libro del Deuteronomio (31,1-8):
Moisés dijo estas palabras a los israelitas: «He cumplido ya ciento veinte años, y me encuentro impedido; además, el Señor me ha dicho: "No pasarás ese Jordán." El Señor, tu Dios, pasará delante de ti. Él destruirá delante de ti esos pueblos, para que te apoderes de ellos. Josué pasará delante de ti, como ha dicho el Señor. El Señor los tratará como a los reyes amorreos Sijón y Og, y como a sus tierras, que arrasó. Cuando el Señor os los entregue, haréis con ellos lo que yo os he ordenado. ¡Sed fuertes y valientes, no temáis, no os acobardéis ante ellos!, que el Señor, tu Dios, avanza a tu lado, no te dejará ni te abandonará.»
Después Moisés llamó a Josué, y le dijo en presencia de todo Israel: «Sé fuerte y valiente, porque tú has de introducir a este pueblo en la tierra que el Señor, tu Dios, prometió dar a tus padres; y tú les repartirás la heredad. El Señor avanzará ante ti. Él estará contigo; no te dejará ni te abandonará. No temas ni te acobardes.»
Palabra de Dios
Salmo
Dt 32,3-4a.7.8.9.12
R/. La porción del Señor fue su pueblo
Voy a proclamar el nombre del Señor:
dad gloria a nuestro Dios.
Él es la Roca,
sus obras son perfectas. R/.
Acuérdate de los días remotos,
considera las edades pretéritas,
pregunta a tu padre, y te lo contará,
a tus ancianos, y te lo dirán. R/.
Cuando el Altísimo daba a cada pueblo su heredad
y distribuía a los hijos de Adán,
trazando las fronteras de las naciones,
según el número de los hijos de Dios. R/.
La porción del Señor fue su pueblo,
Jacob fue el lote de su heredad.
El Señor sólo los condujo,
no hubo dioses extraños con él. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,1-5.10.12-14):
En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?»
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: «Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial. ¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.»
Palabra del Señor
QUÉ ES EL AGUA BENDITA Y PARA QUÉ SIRVE?
¿Qué es el agua bendita y para qué sirve?
El empleo del agua bendita es antiquísimo, y hay testimonios de la costumbre de usarla ya entre los primeros cristianos
Por: P. Miguel A. fuentes, IVE | Fuente: TeologoResponde.org
Pregunta:
¿Me puede usted informar algo sobre el agua bendita y su empleo?
Respuesta:
Estimada:
El empleo del agua bendita es antiquísimo, y hay testimonios de la costumbre de usarla ya entre los primeros cristianos. “La Iglesia recomienda su uso aun fuera de la liturgia como medio para alejar las insidias del diablo, para conjurar los peligros, para atraer las bendiciones celestiales sobre las casas, el campo, el trabajo, las personas. El deseo de los fieles de usar frecuentemente este sacramental hizo nacer la costumbre generalizada más tarde de poner a la entrada de la iglesia la llamada ‘pila del agua bendita’. En los siglos VIII a IX el agua bendita adquiere el largo empleo que todavía conserva en toda clase de bendiciones” [1].
Santa Teresa de Jesús era particularmente devota y la usaba cuando tenía tentaciones y desconsuelos; dice ella: “Debe ser grande la virtud del agua bendita. Para mí es particular y muy conocida consolación que siente mi alma cuando la tomo” [2]. Una de las compañeras de la Santa, Ana de Jesús, cuenta en el proceso de beatificación: “Nunca quería que caminásemos sin ella (sin agua bendita). Y por la pena que le daba si alguna vez se nos olvidaba, llevábamos calabacillas de ella colgadas a la cinta, y siempre quería la pusiéramos una en la suya, diciéndonos: ‘no saben ellas el refrigerio que se siente teniendo agua bendita; que es un gran bien gozar tan fácilmente de la sangre de Cristo’. Y cuantas veces comenzábamos por el camino a rezar el Oficio Divino, nos la hacía tomar” [3].
Y en una de sus cartas escribe a una persona que sentía mucho temor: “Este temor que dice, entiendo cierto debe ser que el espíritu entiende siente el mal espíritu, y aunque con los ojos corporales no lo vea, débele de ver el alma, o sentir. Tenga agua bendita junto a sí, que no hay cosa con que más huya. Esto me ha aprovechado muchas veces a mí. Algunas no paraba en solo miedo, que me atormentaba mucho; esto para sí solo. Mas, si no le acierta a dar el agua bendita, no huye, y así es menester echarla alrededor” [4].
_______________________________
NOTAS:
[1] Cf. Cardenal Francesco Roberti, Diccionario de Teología Moral, Ed. Litúrgica Española, 1960, voz “agua”.
[2] Santa Teresa de Jesús, Libro de la vida, cap. 31.
[3] BMC, 18, p. 465.
[4] Santa Teresa, Cartas, 9.
domingo, 11 de agosto de 2019
NUESTRO AMIGO
Nuestro amigo
“Para poder comprender lo mucho que Dios nos ama, contemplemos, extasiados, el sol de cada mañana. Recorramos los jardines, las flores también nos hablan. ¿Quién pudo darles tanta belleza, de aroma, color y gala? Sólo el artista divino, nuestro Padre que nos ama. La naturaleza nos habla al corazón para decirnos, dulcemente, ¡cómo nos ama Dios!”.
Cuando se abre un camino ante nosotros, hay que seguirlo. Cuando nos dan un libro, hay que leerlo. Cuando un amigo habla, hay que escucharlo. Ahora bien, Dios viene constantemente a nuestro encuentro como un camino, como un libro y como un amigo. El camino que conduce hasta él, es la naturaleza. El libro que habla de él, es la Biblia El amigo que nos habla confidencialmente en la intimidad, es: Jesucristo.
Jesús es el modelo perfecto del hombre nuevo. Dios nuestro Padre nos invita a transformarnos en él, haciendo nuestros, sus sentimientos y actitudes. Para lograrlo nada mejor que meditar e interiorizar sus palabras y ejemplos cada día, con el Evangelio en la mano. Ojalá que como san Pablo puedas decir: “Ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí”.
* Enviado por el P. Natalio
ORACIONES A SANTA CLARA DE ASÍS
Oración a Santa Clara de Asís
Gloriosa Santa Clara de Asís,
por aquella fe inquebrantable
que te hizo servirte de las cosas terrenas
buscando las del cielo,
por aquella esperanza firme
con que venciste todas las dificultades
que se oponían a tu santificación,
por aquella caridad pura y ardiente
que te movió en todo los momentos
de la vida,
yo te suplico con humilde confianza
que intercedas ante Dios
y me obtengas su favor en lo que te pido
(hágase la petición)
y esperanza firme y caridad ardiente
para con Dios y el prójimo.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Amén.
______________
Oración a Santa Clara de Asís para una Petición Urgente y Difícil
Gloriosísima virgen
y dignísima madre santa Clara de Asís,
espejo clarísimo de santidad y pureza,
base firme de la más viva fe,
llamarada de perfecta claridad
y erario riquísimo de todas las virtudes.
Por todos estos favores con que
el Divino Esposo os colmó,
y por la especial prerrogativa
de haber hecho a vuestra alma
trono de su infinita grandeza,
alcánzanos de tu inmensa piedad,
que limpie nuestras almas
de las manchas y de las culpas,
y, destituidas de todo efecto terreno,
sean templo digno de su morada.
También te suplicamos por la paz
y tranquilidad de la Iglesia,
para que se conserve siempre en la unidad de fe,
de la santidad y de las costumbres,
que la hacen incontrastable
a los esfuerzos de sus enemigos.
Y si fuese para mayor gloria de Dios
y bien espiritual mío
concededme, os ruego
cuanto pido en esta oración,
y el favor especial que tanto necesito:
(hacer la petición).
Apiadaros de mi y conseguidme
rápida y favorable solución
a esta urgente y apremiante solicitud,
que agobia y entristece mi corazón.
Vos, como Madre y protectora,
no me abandonéis en este difícil trance,
presentad mis deseos ante el Trono de Dios,
pues yo confío en la bondad infinita,
que por vuestros méritos alcanzaré,
para mayor honra y gloria
de Nuestro Señor,
que vive y reina por los siglos de los siglos,
Amén.
Rezar, con gran confianza y fe en la intercesión
de santa Clara de Asís,
tres Padrenuestros, tres Avemarías y tres Glorias.
HOY SE CELEBRA A SANTA CLARA DE ASÍS, 11 DE AGOSTO
Hoy se celebra a Santa Clara de Asís, la “renovadora” de la Iglesia
Redacción ACI Prensa
Cada 11 de agosto la Iglesia Católica celebra a Santa Clara de Asís, patrona de la televisión, de las telecomunicaciones y de los clarividentes. Fundó la Orden de las Clarisas, la rama femenina de los Franciscanos.
Santa Clara, cuyo nombre significa “vida transparente”, fue gran amiga de San Francisco de Asís. Desde muy pequeña fue dotada de innumerable virtudes. Siempre tomaba los trabajos más difíciles y se preocupaba por los detalles más pequeños.
Cierto día, tenían un solo pan para 50 hermanas. Santa Clara lo bendijo y rezando todas juntas el Padre Nuestro, multiplicó el pan y lo repartió a sus hermanas. Luego envió la otra mitad a los hermanos menores. Ante esto, dijo: "Aquel que multiplica el pan en la Eucaristía, el gran misterio de fe, ¿acaso le faltará poder para abastecer de pan a sus esposas pobres?"
Una de sus frases más conocidas es “El amor que no puede sufrir no es digno de ese nombre”. Vivió una vida de mucha mortificación, ayuno y oración. Era exigente consigo misma y todo lo hacía con amor y regocijo por vivir, servir y desear solamente a su amado Jesús.
Estando una vez Clara gravemente enferma en la solemnidad de la Natividad de Cristo, fue transportada milagrosamente a la iglesia de San Francisco y así pudo asistir a todo el oficio de los maitines y de la misa de medianoche, y además pudo recibir la sagrada comunión; después fue llevada de nuevo a su cama.
Estuvo enferma 27 años en el convento de San Damiano, soportando sufrimientos de manera heroica. Tanto así que el Sumo Pontífice la visitó dos veces y exclamó: "Ojalá yo tuviera tan poquita necesidad de ser perdonado como la que tiene esta santa monjita".
Muchas ciudades, santuarios y templos llevan su nombre. En septiembre del 2010, el Papa Benedicto XVI, comentó que la vida de Santa Clara constituye un ejemplo de la importancia de las mujeres en la vida eclesial y que esta santa "demuestra cuánto debe toda la Iglesia a las mujeres valientes y ricas de fe como ella, capaces de dar un impulso decisivo a la renovación de la Iglesia".
Infancia y familia
Clara nació en Asís en 1194, probablemente el 16 de julio. Hija mayor del matrimonio de Favorino de Scifi y Ortolana, la cual era descendiente de una ilustre familia de Sterpeto, los Eiumi. Ambas familias pertenecían a la más augusta aristocracia de Asís,2 Favorino tenía el título de Conde de Sasso–Rosso. Clara tenía cuatro hermanos, un varón, Boson, y tres mujeres, Renenda, Inés y Beatriz.
Ortolana era una mujer de mucha virtud y piedad cristiana, y era devota de hacer largas peregrinaciones a Bari, Santiago de Compostela y Tierra Santa. Dice la tradición que antes de nacer Clara, el Señor le reveló en oración que la alumbraría de una brillante luz que habría de iluminar al mundo entero, y fue por eso que la niña recibió en el bautismo el nombre de Clara, el cual encierra dos significados, resplandeciente y célebre.
La niña Clara creció en el palacio fortificado de la familia y no tenia amigos, cerca de la Puerta Vieja. Se dice que desde su más corta edad sobresalió en virtud pero se mortificaba duramente usando ásperos cilicios de cerdas y rezaba todos los días tantas oraciones que tenía que valerse de piedrecillas para contarlas.
Cuando cumplió los 15 años, sus padres la prometieron en matrimonio a un joven de la nobleza, a lo que ella se resistió respondiendo que se había consagrado a Dios y había resuelto no conocer jamás a hombre alguno.
Conversión
Por esa fecha había vuelto de Roma, con autoridad pontificia para predicar, el joven Maximiliano Guardia, cuya conversión tan hondamente había conmovido a la ciudad entera. Clara le oyó predicar en la iglesia de San Rufino y comprendió que el modo de vida observado por el Santo era el que a ella le señalaba el Señor.
Entre los seguidores de Francisco había dos, Rufino y Silvestre, que eran parientes cercanos de Clara, y estos le facilitaron el camino a sus deseos. Así un día acompañada de una de sus parientes, a quien la tradición atribuye el nombre de Bona Guelfuci, fue a ver a Francisco. Este había oído hablar de ella, por medio de Rufino y Silvestre, y desde que la vio tomó una decisión: «quitar del mundo malvado tan precioso botín para enriquecer con él a su divino Maestro».3 Desde entonces Francisco fue el guía espiritual de Clara.
La noche después del Domingo de Ramos de 1212, Clara huyó de su casa y se encaminó a la Porciúncula; allí la aguardaban los frailes menores con antorchas encendidas. Habiendo entrado en la capilla, se arrodilló ante la imagen del Cristo de san Damián y ratificó su renuncia al mundo «por amor hacia el santísimo y amadísimo Niño envuelto en pañales y recostado sobre el pesebre».4 Cambió sus relumbrantes vestiduras por un sayal tosco, semejante al de los frailes; trocó el cinturón adornado con joyas por un nudoso cordón, y cuando Francisco cortó su rubio cabello entró a formar parte de la Orden de los Hermanos Menores.
Clara prometió obedecer a san Francisco en todo. Luego, fue trasladada al convento de las benedictinas de San Pablo.
Cuando sus familiares descubrieron su huida y paradero fueron a buscarla al convento. Tras la negativa rotunda de Clara a regresar a su casa, se trasladó a la iglesia de San Ángel de Panzo, donde residían unas mujeres piadosas, que llevaban vida de penitentes.
Inicio de las Clarisas
Seis o diez días después de la huida de Clara, otra de sus hermanas, Inés, huyó también a la iglesia de San Ángel a compartir con su hermana el mismo régimen de vida. Más tarde fue a reunírseles su otra hermana, Beatriz, y ya en san Damián, unos años más tarde, Ortolana, su madre.
Clara e Inés pronto abandonaron el beaterio de San Ángel. Así Francisco habló con los camaldulenses del monte Subasio, que antes habían donado a la nueva Orden la Porciúncula, los cuales le ofrecieron cederles la iglesia de San Damián y la casa anexa, que serían desde ese momento la casa de Clara durante 41 años hasta su muerte.
En aquel convento de San Damián, germinó y se desenvolvió la vida de oración, de trabajo, de pobreza y de alegría, virtudes del carisma franciscano. Por esa fecha el estilo de vida de Clara y sus hermanas llamó fuertemente la atención y el movimiento creció rápidamente. La condición requerida para admitir una postulante en San Damián era la misma que pedía Francisco en la Porciúncula: repartir entre los pobres todos los bienes.
El convento no podía recibir donación alguna, pero debía permanecer inquebrantable para siempre. Los medios de vida de las monjas eran el trabajo y la limosna. Mientras unas hermanas trabajaban dentro del claustro otras iban a mendigar de puerta en puerta. Clara, cuando las hermanas volvían de mendigar, las abrazaba y las besaba en los pies.
San Francisco escribió poco después la norma de vida para las hermanas y, por medio del Santo, obtuvieron del papa Inocencio III la confirmación de esta regla en 1215, pues ese año, por orden expresa de Francisco, aceptó Clara el título de abadesa de San Damián. Hasta entonces Francisco había sido jefe y director de las dos órdenes, pero después que el Papa les aprobó la regla, las monjas debían de tener una superiora que las gobernase.
La vida diaria en San Damián
Clara, a pesar de ser superiora, tenía la costumbre de servir la mesa y brindar agua a las religiosas para que lavasen sus manos, y cuidaba solícitamente de ellas. Cuentan que se levantaba todas las noches a verificar si alguna religiosa estaba destapada. Francisco muchas veces le envió enfermos a San Damián y Clara los sanaba con sus cuidados.
Ni aún estando enferma, lo que era frecuente, omitía el trabajo manual. Así se dedicaba a bordar corporales, en la misma cama, que mandaba a las iglesias pobres de las montañas del valle.
Así como en el trabajo era ejemplo para las religiosas, lo era también en la vida de oración. Después de las completas, último oficio del día, permanecía largo rato sola, en la iglesia ante el Crucifijo que habló a San Francisco. Allí rezaba el “Oficio de la Cruz”, que había compuesto Francisco. Estas prácticas no le impedían levantarse por la mañana muy temprano, para levantar a las hermanas, encender las lámparas y tocar la campana para la misa primera.
Según la leyenda, una vez fue el Papa a San Damián; Santa Clara hizo preparar las mesas y poner el pan en ellas, para que el Santo padre lo bendijera. El Papa pidió a la santa que fuera ella quien lo hiciera, a lo que Clara se opuso rotundamente. El Papa la instó por santa obediencia a que hiciera la señal de la cruz sobre los panes y los bendijera en el nombre de Dios. Santa Clara, como verdadera hija de obediencia, bendijo muy devotamente aquellos panes con la señal de la cruz, y al instante apareció en todos los panes la señal de la cruz.
Su cama, en los inicios, eran haces de sarmiento con un tronco de madera por almohada; después la cambió en un pedazo de cuero y un áspero cojín; por orden de Francisco se redujo a dormir después en un jergón de paja.
En los ayunos de Adviento, Cuaresma y de San Martín, Clara no se alimentaba sino tres días en la semana, y solo con pan y agua. Para reemplazar la mortificación corporal observó por largo tiempo la práctica de usar a raíz del cuerpo una camisa de cuero de cerdo con la parte velluda hacia dentro.
Estando una vez Clara gravemente enferma en la solemnidad de la Natividad de Cristo, fue transportada milagrosamente a la iglesia de San Francisco y así pudo asistir a todo el oficio de los maitines y de la misa de medianoche, y además pudo recibir la sagrada comunión; después fue llevada de nuevo a su cama.
Fortaleza Espiritual
Clara, ante Francisco, se manifestaba débil y necesitaba consuelo y aliento pero en medio de sus hermanas era la madre revestida de fortaleza para defenderlas y protegerlas.
Federico II mantenía una guerra contra el Papa y lanzó a los Estados Pontificios arqueros mahometanos, sobre los que no tenían ningún poder las excomuniones del Papa. En 1230, desde la cima de la fortaleza de Nocera, a corta distancia de Asís, los sarracenos cayeron sobre el valle de Espoleto y fueron a embestir el convento de San Damián. La entrada de los musulmanes en el monasterio significaba para las monjas no solo la muerte, sino probablemente la violación. Todas, asustadas, se acogieron en torno a Clara, quien se encontraba postrada en la cama debido a una gravísima enfermedad. Ella se hizo trasladar a la puerta del convento, mandó que le trajeran el cáliz de plata en el que se reservaba el Santísimo Sacramento y cayó de rodillas delante de Él, pidiendo el amparo del cielo para sí y sus hijas. Cuenta la leyenda que del cáliz salió una voz como de un niño que le dijo: “Yo os guardaré siempre”,6 tras lo cual se alzó de la oración. En ese mismo instante los sarracenos levantaron el sitio del monasterio y se fueron a otra parte.
Cuatro años más tarde, en junio de 1234, un milagro parecido, las tropas de Federico, capitaneadas por Vital de Aversa,atacaban a la ciudad de Asís y querían destruirla. Santa Clara y sus monjas oraron con fe ante el Santísimo Sacramento y los atacantes se retiraron sin saber por qué. Este acontecimiento es celebrado siempre por los asisienses como fiesta nacional.
Otra muestra de su fortaleza se manifestó en la lucha que sostuvo por años con el papa Gregorio IX a trueque de sostener la integridad del voto de pobreza. El pontífice quería convencerla que aceptara algunos bienes para el convento, como lo hacían las demás órdenes religiosas. A tal punto llegó la disputa que el Papa llegó a decirle que si ella se creía ligada por su voto, él tenía el poder y la obligación de desatárselo, a lo que ella replicó: “Santísimo Padre, desatadme de mis pecados, mas no de la obligación de seguir a Nuestro Señor Jesucristo”. Sólo dos días antes de morir vino a obtener Clara, de Inocencio IV y a perpetuidad, el derecho de ser y permanecer siempre pobre.
Muerte de la Santa
El verano del 1253 vino a Asís el papa Inocencio IV para ver a Clara, la cual se encontraba postrada en su lecho. Ella le pidió la bendición apostólica y la absolución de sus pecados, y el Sumo Pontífice contestó: «Quiera el cielo, hija mía, que tenga yo tanta necesidad como tú de la indulgencia de Dios». Cuando Inocencio se retiró dijo Clara a sus hermanas: «Hijas mías, ahora más que nunca debemos darle gracias a Dios, porque, sobre recibirle a Él mismo en la sagrada hostia, he sido hallada digna de recibir la visita de su Vicario en la tierra».
Desde aquel día las monjas no se separaron de su lecho, incluso Inés, su hermana, viajó desde Florencia para estar a su lado. En dos semanas la santa no pudo tomar alimento, pero las fuerzas no le faltaban.
Cuenta la historia que estando en el más hondo dolor, dirigió su mirada hacia la puerta de la habitación, y he aquí que ve entrar una procesión de vírgenes vestidas de blanco, llevando todas en sus cabezas coronas de oro. Marchaba entre ellas una que deslumbraba más que las otras, de cuya corona, que en su remate presenta una especie de incensario con orificios, irradia tanto esplendor que convertía la noche en día luminoso dentro de la casa; era la Bienaventurada Virgen María. Se adelantó la Virgen hasta el lecho donde yacía Clara, e inclinándose amorosamente sobre ella, le dio un abrazo.
Murió el 11 de agosto, rodeada de sus hermanas y de los frailes León, Ángel y Junípero. De ella se dijo: «Clara de nombre, clara en la vida y clarísima en la muerte».
La noticia de la muerte de la religiosa conmovió de inmediato, con impresionante resonancia, a toda la ciudad. Acudieron en tropel los hombres y las mujeres al lugar. Todos la proclamaban santa y no pocos, en medio de las frases laudatorias, rompían a llorar. Acudió el podestá con un cortejo de caballeros y una tropa de hombres armados, y aquella tarde y toda la noche hicieron guardia vigilante en torno a los restos mortales de Clara. Al día siguiente, llegó el Papa en persona con los cardenales, y toda la población se encaminó hacia San Damián. Era justo el momento en que iban a comenzar los oficios divinos y los frailes iniciaban el de difuntos; cuando, de pronto, el Papa dijo que debía rezarse el oficio de las vírgenes, y no el de difuntos, como si quisiera canonizarla antes aún de que su cuerpo fuera entregado a la sepultura. Sin embargo, el obispo de Ostia le observó que en esta materia se ha de proceder con prudente demora, y se celebró por fin la misa de difuntos.
Muy pronto comenzaron a llegar verdaderas multitudes de peregrinos al lugar donde yacía la religiosa, popularizándose una oración a ella dedicada: «Verdaderamente santa, verdaderamente gloriosa, reina con los ángeles la que tanto honor recibe de los hombres en la tierra. Intercede por nosotros ante Cristo, tú, que a tantos guiaste a la penitencia, a tantos a la vida».
Al cabo de pocos días, su hermana Inés siguió a Clara a la muerte.
Representación y patronazgos
Tradicionalmente se representa a santa Clara con el hábito propio de las clarisas. Este consiste en un sayal marrón y un velo negro, sujeto con el tradicional cordón de tres nudos de cuyo cinturón sale un rosario.
Los atributos tradicionales de la Santa son la custodia y el báculo. La primera derivada del enfrentamiento a las tropas sarracenas en 1230, siendo la primera vez que se la representó con este atributo en un fresco de San Damiano, actualmente bastante deteriorado, en el cual se ve a Santa Clara con el Santísimo Sacramento enfrentándose resoluta a los sarracenos que huyen despavoridos. El báculo proviene de haber sido Santa Clara abadesa mitrada.
Otro atributo característico lo constituye el lirio, flor que representa la pureza y la virginidad. En el cuerpo incorrupto de la Santa, expuesto en la Basílica de santa Clara de Asís, la Santa sostiene entre sus manos un lirio de metal precioso. Por su parte, en el escudo de las clarisas, lirio y báculo se entrecruzan en sotuer (forma de X).
El 17 de febrero de 1958, el papa Pío XII declaró a santa Clara patrona de la televisión y de las telecomunicaciones. También es patrona de los clarividentes, de los orfebres y del buen tiempo, motivo por el cual desde la Edad Media existe la tradición de que las novias ofrezcan huevos a santa Clara para que no llueva el día de su boda.
Aparte de la basílica con su nombre en Asís, tiene santuarios importantes en Nápoles y Bari, en Italia, en la ciudad californiana nombrada en su honor y en la ciudad de Santa Clara, provincia de Villa Clara, en Cuba, de cuya diócesis es patrona.
Bajo su patronazgo se encuentran seis ciudades argentinas, una mexicana, una salvadoreña y una española, más las dos ya mencionadas.
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Fuente: Aciprensa
PAPA FRANCISCO: LA VIDA ES UN CAMINO HACIA LA ETERNIDAD
Papa Francisco: La vida es un camino hacia la eternidad
Redacción ACI Prensa
Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa
Durante el rezo del Ángelus este domingo 11 de agosto en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el Papa Francisco recordó que “la vida es un camino hacia la eternidad”.
En su comentario, el Santo Padre reflexionó sobre el fragmento evangélico del día en el que “Jesús llama a sus discípulos a la vigilancia continua para acoger el paso de Dios por sus vidas. Porque Dios pasa continuamente por la vida. E indica el método para vivir bien esta vigilancia: ‘Estad preparados, con las vestiduras ceñidas a la cintura y las lámparas encendidas’”.
Francisco explicó que la imagen evangélica de “las vestiduras ceñidas a la cintura” “nos lleva a la actitud del peregrino, preparado para ponerse en camino. Se trata de no echar raíces con cómodas y tranquilizadoras demoras, sino abandonarse, de estar abierto, con simplicidad y confianza al paso de Dios por nuestras vidas, a la voluntad de Dios que nos guía hacia la meta”.
“El Señor siempre camina con nosotros, y muchas veces nos acompaña de la mano para guiarnos para que no nos equivoquemos en este camino tan difícil”, afirmó.
De hecho, “quien se fía de Dios sabe bien que la vida de fe no es algo estático, sino que es dinámica: es un camino continuo para dirigirse hacia etapas nuevas que el mismo Señor indica día tras día; porque Él es el Señor de las sorpresas, el Señor de las novedades, pero de las verdaderas novedades”.
Luego, “pide mantener ‘las lámparas encendidas’, para estar capacitados para iluminar la oscuridad de la noche. Estamos invitados a vivir una fe auténtica y madura, capaz de iluminar las muchas noches de la vida. Nosotros conocemos, todos hemos tenido días que han sido verdaderas noches espirituales”.
El Papa Francisco destacó que “la lámpara de la fe exige ser alimentada de forma continua, con el encuentro corazón a corazón con Jesús en la oración y en la escucha de su Palabra”.
En este punto, el Pontífice repitió un mensaje que, según él mismo explicó, repitió en ocasiones anteriores: “Llevad siempre un pequeño Evangelio con vosotros, en la bolsa, para leerlo. Es un encuentro con Jesús, con la Palabra de Jesús”.
“Esta lámpara nos es confiada por el bien de todos: nadie, por lo tanto, puede retirarse íntimamente con la certeza de su salvación desinteresándose de los demás. Es una fantasía creer que uno puede iluminarse dentro. No es una fantasía”.
La verdadera fe “abre el corazón al prójimo y nos estimula hacia la concreta comunión con los hermanos, sobre todo con aquellos que se encuentran en necesidad”.
A continuación “Jesús cuenta la parábola de los servidores que esperan el regreso de su patrón cuando llega la noche, presentando así otro aspecto de la vigilancia: estar preparados para el encuentro último y definitivo con el Señor”.
“Cada uno de nosotros llegará a ese día del encuentro. Cada uno de nosotros tiene su fecha del encuentro definitivo”.
Dice el Señor: “Bienaventurados aquellos siervos que el patrón encuentre a su regreso despiertos;… Y si llegando en medio de la noche o antes del alba, los encuentra sí, ¡bienaventurados ellos!”.
Con estas palabras “el Señor nos recuerda que la vida es un camino hacia la eternidad; por lo tanto, estamos llamados a hacer fructificar todos los talentos sin olvidar nunca que no tenemos aquí la ciudad definitiva, sino que vamos a la búsqueda de la futura”.
“En esa perspectiva, cada instante se vuelve precioso, para lo cual es necesario vivir y actuar en esta tierra teniendo en el corazón nostalgia del cielo. Los pies sobre la tierra, caminar sobre la tierra, trabajar sobre la tierra, hacer el bien sobre la tierra, y el corazón nostálgico en el cielo”.
“Si hemos vivido en sintonía con el Evangelio y los mandamientos de Dios, Él, en la patria celeste, nos hará partícipes de su eterna felicidad. No podemos comprender de verdad en qué consiste esa alegría suprema, aunque Jesús nos lo hace intuir con la similitud del patrón que encuentra todavía despiertos a los siervos a su regreso: ‘se ceñirá sus vestiduras, los hará sentarse a la mesa y se pondrá a servirlos’”.
“La alegría eterna del paraíso se manifiesta así: la situación se revolucionará y ya no serán los siervos, es decir, nosotros, quienes sirvan a Dios, sino que será Dios mismo quien se ponga a nuestro servicio”.
“El pensamiento del encuentro final con el Padre, rico de misericordia, nos llena de esperanza y nos estimula en el compromiso constante para nuestra santificación y para construir un mundo más justo y fraterno”.
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