miércoles, 11 de abril de 2018

TANTO AMÓ DIOS


Tanto amó Dios
Es el misterio del amor de Dios; del amor más puro y más hermoso del universo.


Por: P. Sergio Córdova LC | Fuente: Catholic.net 




Muchas veces, cuando no entendemos alguna cosa, un poco en plan de broma decimos que “es más oscuro que el misterio de la Santísima Trinidad”. Y, sin embargo, nada es más cercano a nuestra vida cristiana que este maravilloso dogma. Cuantas veces nos persignamos a lo largo del día, invocamos el nombre bendito de la Trinidad. ¿Y qué otra cosa decimos, sino: “En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”? Además, cada vez que rezamos el Gloria, hacemos un acto de adoración y de glorificación a la Trinidad Santísima: “Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo”. Pero, tal vez no somos muy conscientes de este misterio. Sabemos que Dios es Uno y Trino a la vez, pero no mucho más...

El verdadero amor, el amor más bello, más hermoso y noble es el amor puro y casto, el amor que sabe olvidarse de sí mismo y renunciar al propio egoísmo, al propio capricho y al placer desordenado para pensar en el bien y en la felicidad auténtica de la persona amada.

Desafortunadamente la sociedad está muy secularizada estamos bombardeados de hedonismo, de sexo y de erotismo... ¡Da una pena enorme ver a tantos jóvenes, en la flor de la vida, ya con ideas erróneas sobre el amor y con comportamientos a veces tan desviados! Por eso hay que proponerle a los jovenes estas ideas para tratar de sembrar así en su corazón valores nobles y sentimientos generosos. Y como los jóvenes aman lo bello y lo grande, responden a estos ideales de un modo positivo.

Pues la Santísima Trinidad es el misterio del amor de Dios; del amor más puro y más hermoso del universo. Más aún, es la revelación de un Dios que es el Amor en Persona, según la maravillosa definición que nos hizo san Juan: “Dios es Amor” (I Jn 4, 8). Siempre que nos habla de Sí mismo, se expresa con el lenguaje bello del amor humano. Todo el Antiguo y el Nuevo Testamento son testigos de ello. Dios se compara al amor de un padre bueno y a la ternura de la más dulce de las madres; al amor de un esposo tierno y fiel, de un amigo o de un hermano. Y en el Evangelio, Jesús nos revela a un Padre infinitamente cariñoso y misericordioso: ¡Con qué tonos tan estupendos nos habló siempre de Él! El Buen Pastor que carga en sus hombros a la oveja perdida; el Padre bueno que hace salir su sol sobre justos e injustos, que viste de esplendor a las flores del campo y alimenta a los pajarillos del cielo; el Rey que da a su hijo único y lo entrega a la muerte por salvar a su pueblo; o esa maravillosa parábola del hijo pródigo, que nos revela más bien al Padre de las misericordias, “al padre con corazón de madre” –como ha escrito un autor contemporáneo–, con entrañas de ternura y delicadeza infinita.

Éste es el misterio del amor más bello, el misterio de la Santísima Trinidad: las tres Personas divinas que viven en esa unión íntima e infinita de amor; un amor que es comunión y que se difunde hacia nosotros como donación de todo su Ser. Y porque nos ama, busca hacernos partícipes de su misma vida divina: “Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y en él haremos nuestra morada” (Jn 14, 23). Y también porque nos ama, busca el bien supremo de nuestra alma: la salvación eterna. ¡Éste es el núcleo del misterio trinitario!

Ojalá que todas las veces que nos persignemos y digamos: “En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, lo hagamos con más atención, nos acordemos de que Dios es Amor y de que nos ama infinitamente; agradezcamos ese amor y vivamos llenos de confianza, de alegría y de felicidad al sabernos sus hijos muy amados. Y, en consecuencia, tratemos de dar a conocer también a los demás este amor de Dios a través de la caridad hacia nuestros prójimos: “Todo el que ama, ha nacido de Dios y conoce a Dios, porque Dios es Amor”.

SANTA GEMA GALGANI, 11 ABRIL

SANTA GEMA GALGANI
Sufrió la Pasión por amor a Jesús y a los pecadores.
Fiesta: 11 de abril
-por SCTJM   




    DATOS PRINCIPALES
    Nació en 1878.  Sufrió grandemente por su precaria salud y el desprecio de quienes rechazaban sus prácticas de devoción, éxtasis y otros fenómenos.  Vivió para Jesús, Su Santísima Madre y para rescatar a los pecadores.

    Tuvo periódicamente las estigmas de la Pasión y las llagas de la flagelación en todo su cuerpo. 

    Padeció ataques físicos del demonio y tuberculosis en la espina dorsal. Las pruebas no pudieron separarla de su comunión con Nuestro Señor sino que mas bien la fortalecieron.

    Queriendo ser pasionista, no se le permitió por su delicada salud. Murió en Lucca, ciudad donde vivió casi toda su vida. Era un Sábado Santo del año 1903. Tenía solo 25 años. 

    Fue beatificada en el año 1933 y canonizada en 1940 como santa pasionista.


VIDA DE SANTA GEMMA

"Jesús; yo quiero llegar con mi voz hasta los últimos confines del universo para alcanzar a todos los pecadores y gritarles que entren todos dentro de tu Corazón"  Este es el mensaje que Santa Gemma deja al mundo entero. Estas palabras reflejan lo que fue toda la vida de nuestra santa: un constante ofrecerse a si misma al Señor, como víctima, para atraer así a muchos de regreso al Corazón de Jesús, de regreso a la vida de la gracia y a rechazar el pecado. Buscaba la restitución de los corazones.

Nace esta "joya del cielo" (como la llamó el Párroco de Gragnano), el 12 de marzo 1878, en Camigliano, Italia, en el pueblo de Borgonovo de Capannori.  Sus padres, Don Enrique Galgani, [farmacéutico] y Doña Aurelia Landi, tuvieron 8 hijos (Carlos, Guido, Héctor, Gino, Antonio, Angelina y Julita). De ellos, Gemma fue la cuarta en nacer y la primera niña de la familia.

Cuando iban a darle su nombre, un tío de ella propuso que la llamasen "Gemma", pero su mamá no estaba conforme. No había ninguna santa que se llamara así y su hija no tendría protectora en el cielo. Sin embargo Don Olivio Dinelli, el Párroco de Gragnano, que estaba presente en la discusión, dijo unas palabras que resultaron proféticas: "Muchas gemas hay en el cielo, esperemos que también ella sea un día otra gemma del Paraíso" .

Al día siguiente, 13 de Marzo, la bautizó Don Pedro Quilici, Párroco de San Miguel de Camigliano, con los nombres de Gemma Hipólita Pía.

Santa Gemma vivió solo un mes en Camigliano ya que sus padres decidieron trasladarse a Lucca, donde vivió el resto de su vida.

Desde muy niña Gemma mostró signos de santidad. Cuando tenía cuatro años, estaba de visita en la casa de su abuelita, cuando un día, ésta al entrar en su cuarto, la encontró de rodillas frente a una imagen de la Virgen. La abuela corrió a llamar al tío, quien la contempló por largos minutos; luego le dijo: "¡Gemmita! ¿Qué estas haciendo?. La niña, sin inmutarse, contestó: "Estoy rezando el Ave María. Salid que estoy en oración".  Desde esta tierna edad, la oración era ya para ella el sostén de su vida y de sus virtudes.

Nos podríamos preguntar: ¿Quién enseñó a Gemma a amar a Jesús y a María?. Su primera y gran maestra en la escuela del amor a Jesús fue su madre, Doña Aurelia, quien inculcó en el corazón de su hija lo que sería el distintivo especial de toda su vida: Su amor a Cristo Crucificado, del que llegaría a ser como imagen viva, y a la Santísima Virgen, que hizo su santidad tan dulce y atrayente.

Dice Santa Gemma: "De lo primero que me acuerdo es que mi mamá, cuando yo era pequeñita, acostumbraba a tomarme a menudo en brazos y, llorando...me enseñaba un crucifijo y me decía que había muerto en la Cruz por los hombres"

Había también, entre ellas, diálogos como este: "Hija mía -me decía mamá- yo moriré pronto y tendré que dejarte. Si pudiera te llevaría conmigo. ¿Te gustaría venir?".

- "¿Y a dónde vamos?", le preguntaba yo.
- "Al Paraíso con Jesús y con los ángeles."

Doña Aurelia, sabiendo que su muerte estaba próxima, solía decir: "¿Que cosa mejor puedo hacer antes de morir, que confiar mi niña al Espíritu Santo?. Así, cuando yo falte, sabré quien cuidará de ella".  La preparó, pues, para la Confirmación, que recibió a pesar de ser aun muy pequeña (tenia siete años), el 26 de Marzo de 1885, de manos del Arzobispo de Lucca, Monseñor Nicolás Ghilardi.

Durante la Misa se desarrolló entre el Espíritu Santo y Gemma este diálogo: 
-De repente, una voz me dijo al corazón: -"¿Quieres darme a tu mamá?"
- "Sí", respondí, "pero llévame también a mí".
- "No", me replicó la voz, "dame generosamente a tu mamá. Tu debes quedar por ahora con papá. Llevaré a tu mamá al cielo; ¿me la entregas de buena gana?".
- Tuve que decir que sí. Acabada la Misa fui corriendo a casa. ¡Dios mío! Miraba a mamá y lloraba, no podía contenerme.

Don Enrique, temiendo que la niña no pudiera soportar la pena de ver a su mamá morir, la envió a casa de una tía en San Genaro. Doña Aurelia murió santamente a los 39 años el 17 de septiembre de 1885. Sus últimas palabras fueron:

"Ofrezco a Dios gustosísima el sacrificio de mi vida, para que me conceda recoger un día a todos mis ocho hijos en el Paraíso."

MADRE POR MADRE:

Con la muerte de su mamá, todo cambió para Gemma: "Estando en la casa de los tíos, dice, cambió totalmente mi vida. Me encontré con una tía que no se parecía en nada mi mamá. Era religiosa y buena, pero...¡Cómo echaba de menos el tiempo en que mamá rezaba conmigo!" .

Se puso, entonces a buscar otra "mamá", y la encontró en la Madre de Dios: "Al perder a mi madre terrena me entregué a la Madre del cielo. Postrada ante su imagen, le dije: `¡María!, ya no tengo madre en la tierra; se tú desde el cielo mi Madre`". Y como buena Madre que es, la Virgen Santísima acogió a Santa Gemma como hija.

"¡Oh, cuántas veces -dice la santa- depositando en mi Mamá del cielo las angustias y penalidades de mi corazón afligido, ella me consolaba! Sí; yo recuerdo que hallándome en las mayores angustias, huérfana de madre en la tierra, me tendió cariñosamente los brazos la Madre del cielo¨.

..."¡Cuán buena se me ha mostrado siempre esta celestial Mamá! Qué hubiera sido de mí si no la hubiera tenido. Me ha ayudado en mis necesidades espirituales, me ha preservado de los peligros, me ha librado del poder del demonio, que siempre viene a molestarme...y, finalmente, me ha enseñado a conocer y amar a Jesús, a ser buena y a agradarle. ¡Oh, queridísima Mamá, te amaré toda mi vida!".

PRIMERA COMUNIÓN:

Para Santa Gemma, la Eucaristía era el centro de su vida. Este deseo de recibir a Jesús en la Sagrada Hostia iba en aumento mientras pasaban los años. Si bien era cierto que ya estaba Confirmada, no podía recibir la Primera Comunión ya que no tenía la edad requerida en ese momento para recibir el Sacramento. Santa Gemma tenía 9 años.

Fue su confesor, el Obispo de Lucca, Monseñor Volpi, quien conociendo el anhelo tan grande de su corazón, le dijo a su padre que si no le daba el permiso para recibir la Comunión, Gemma moriría de dolor.

Fue así que Don Enrique dio el permiso para que las religiosas del Colegio de Santa Zita, donde Gemma asistía, la preparasen para recibir este Sacramento. Inmediatamente comenzó un retiro de 15 días con las demás niñas del colegio. Dice Santa Gemma: "Apenas me vi en el convento rebosaba de felicidad. Corrí a la capilla a dar gracias a Jesús y le pedí con gran fervor la gracia de prepararme bien para la primera comunión".

Una de las religiosas Zitinas, Sor Camila Vagliensi, que había profundizado en las cualidades absolutamente excepcionales de Gemma, comenzó a explicarle sistemáticamente la Vida, Pasión y Muerte del Señor. La niña se compenetraba de tal modo con el relato que llegó a experimentar un dolor profundo. En grado tal que una tarde se le produjo una fiebre altísima. La profesora, alarmada, interrumpió su relato de la Pasión.

Hizo confesión general tres veces sucesivas con Monseñor Volpi, quien sería su confesor ordinario.

Llegó, por fin, el día tan anhelado, 17 de Junio 1887, fiesta del Sagrado Corazón. Las vivencias de Santa Gemma solo ella las puede explicar: "me siento incapaz de describir la experiencia de aquel encuentro. En ese momento comprendí que las delicias del cielo no son como las de la tierra. Hubiera anhelado no interrumpir nunca aquella unión con mi Dios. Me sentía cada vez más desprendida del mundo y más dispuesta para la unión con el Señor. Aquella misma mañana Jesús despertó en mi un gran deseo de ser religiosa".

A raíz de la primera comunión se afianza la vocación de Gemma. Ella misma lo afirma: "sentía desarrollarse en mí un ardiente anhelo de padecer y de ayudar a Jesús a sobrellevar la Cruz".

Jesús se encargó de irla desprendiendo inexorablemente de todo afecto humano, aún de los más legítimos... En 1894 muere su hermano Gino, a quien Gemma amaba mucho. Tenía 18 años y se preparaba para ser sacerdote. El 11 de Noviembre de 1897 Gemma debe soportar la prueba del tercero, terrible e inexorable desprendimiento: su papá muere, de cáncer en la garganta. Ello supuso la quiebra económica de la familia. Hasta tal extremo que los acreedores, apenas muerto Don Enrique, se precipitaron como chacales sobre la casa Galgani para apoderarse hasta de los últimos despojos. Gemma confidenciaría luego, temblando aún ante el recuerdo de aquella escena inhumana: "llegaron hasta meterme las manos en los bolsillos llevándose las cinco o seis monedas, apenas unos centavos, que yo guardaba conmigo".

Después del entierro de don Enrique, los hijos se comienzan a separar. Héctor emigra al Brasil, donde muere. Guido abandona la práctica religiosa e interrumpe sus estudios de farmacia en Pisa, que más tarde concluye. Julia y Angelina se quedan con las tías Elena y Elisa. Gemma y Antonio se refugian en Camaiore con los tíos Carolina Galgani y Domingo Lencioni.

En Camaiore transcurre un año en la vida de Gemma, y no le deja buen recuerdo: "La tía nos llevaba a misa todas las mañanas. La comunión la hacía pocas veces porque no me arreglaba bien para confesarme con otro que no fuera Monseñor (Volpi, de Lucca). En este tiempo comencé de nuevo a olvidarme de Jesús, a descuidar la oración y a amar las diversiones. La tía tenía otra sobrina -Rosa Bartelloni. Se hizo muy amiga mía y con ella iba en perfecto acuerdo en mis pillerías. La tía nos dejaba salir solas a menudo. Y bien me doy cuenta de que si Jesús no hubiera usado conmigo de tanta misericordia habría caído en pecados graves. El amor del mundo comenzó a apoderarse poco a poco de mi corazón; pero Jesús vino otra vez en mi ayuda".

Gemma tiene 20 años, y en este momento Jesús permite una enfermedad grave para que Gemma retorne a Él con todo su corazón y nunca más se distraiga con las cosas del mundo.

"De repente comencé a andar jorobada y a sentir dolores de riñón. Resistí durante algún tiempo, pero como la cosa iba peor, pedí permiso a la tía para regresar a Lucca".

Así sucedió. Por pudor quiso resistir un poco más sin avisar al médico, pero las tías lo mandaron a llamar y de improviso se presentó y la examinó. Su diagnóstico fue osteítis en las vértebras lumbares con sucesivo absceso frío en los ingüinales. Se quedó paralítica de ambas piernas. El 28 de Enero de 1899 le sobreviene un dolor insoportable en la cabeza, fruto de una otitis media purulenta aguda con participación del mastoide. Los médicos, viendo que los remedios no producían mejoría y que la enfermedad avanzaba, la desahuciaron; solo por cumplimiento acuden de cuando en cuando a verla.

El 8 de Diciembre, Fiesta de la Inmaculada, Santa Gemma, reacciona con digusto... "le dije a Jesús que no rezaría más si no me curaba. Y le pregunté qué pretendía teniéndome así. El ángel de la guarda me respondió: -Si Jesús te aflige en el cuerpo es para purificarte cada vez más en el espíritu".

Su antigua profesora, sor Julia Sestini, le contó la biografía de un joven pasionista, llamado Gabriel de la Dolorosa. Una señora piadosa, Cecilia Giannini, acudió a practicar una obra de misericordia con Gemma; un día la visitó, y para que se distrajera le prestó la biografía de Gabriel de la Dolorosa, escrita por un desconocido P. Germán de San Estanislao, C.P. ¡Cómo son las cosas del Señor!. Estas dos personas serían para Santa Gemma, en los últimos años de su vida dos grandes regalos de Dios. Doña Cecilia sería la que cuidaría de ella, y estaría al tanto de sus éxtasis y experiencias místicas y el P. Germán sería el director espiritual que el mismo Señor le enviaría para que guiara su alma y para confirmar luego la autenticidad de su vida.

Dice Santa Gemma: "Tomé el libro con desprecio y lo puse debajo de la almohada... Un día estaba sola. Serían como las doce. Me sobrevino una fuerte tentación, y me decía para mí que estaba aburrida de todo. El demonio se valió de esto para tentarme, diciéndome que si le hacía caso me curaría. Estuve a punto de sucumbir. Pero de repente me vino una idea; recurrí al Venerable Gabriel y le dije: Primero el alma, después el cuerpo".

Superada esta tentación, comenzó a leer el libro de la vida del Venerable Gabriel y queda maravillada. No se cansa de admirar sus virtudes. Cuando doña Cecilia volvió para recoger su libro le costó mucho a Gemma devolvérselo. Aquella misma noche, "se me apareció (Gabriel) vestido de blanco. No lo reconocí....se quitó la túnica blanca y se apareció vestido de pasionista.

Me dijo: "Ya ves qué agradable ha sido tu sacrificio. He venido yo mismo a verte. Procura ser buena y volveré."

En otra ocasión se le apareció de nuevo el Ven. Gabriel y esta vez le dijo que hiciese un voto de hacerse religiosa, pero que no añadiera nada más.

"¿Y por qué?"-le pregunté.

"Me sonrió y me miró. Me puso el escudo pasionista y repitió: `Hermana mía...`, y desapareció."

Su salud empeoraba, y le sugirieron que le pidiera a la Beata Margarita María por el milagro de su sanación. Ella inició la novena al Sagrado Corazón varias veces pero su debilidad no le permitía continuarla. El día 23 de Febrero 1899, recomienza en serio la novena, y en la noche del día 1 al 2 de Marzo ocurre esto:  Faltando algunos minutos para la media noche, Gemma escuchó el rozar de las cuentas de un rosario y sintió una mano que se le posó en la frente, la voz que escuchaba rezar le preguntó:

-¿Quieres curarte?.
-"Todo me da igual", le respondí.
-Te curarás. Ruega con fervor al Sagrado Corazón...
-"¿Y a la Beata Margarita?", pregunté.
-"Añade en su honor tres veces el 'Gloria'". (La Beata Margarita es hoy Santa Margarita María)

"En el penúltimo día de la Novena quería recibir la Comunión, ya que terminaba en Primer Viernes del mes de marzo. Comulgué muy temprano. ¡Que momentos tan deliciosos pasé con Jesús! El me repetía:- '¿Quieres curarte?'. No pude contestar por la emoción. ¡Pobre Jesús! La gracia había sido concedida. ¡Estaba curada!".

Al amanecer del 2 de marzo se levantó con sus propios pies y toda la familia al verla lloraba de alegría ante aquel milagro de Dios. Este milagro es la antesala de otras grandes gracias que Santa Gema recibiría durante su vida. Su amor por Cristo crucificado y su anhelo de ser solo para Jesús la llevarían cada vez más a ofrecerse al Señor como víctima de amor.

El Señor iba preparando a Santa Gema, a través del crisol del sufrimiento, para derramar en ella gracias y "joyas", que nunca ella imaginó, pudiese Él concederle. ¡Qué lejos estaba de pensar que ese Cristo crucificado a quien tanto amaba, muy pronto la iba a convertir en un retrato vivo de sí mismo!.

IMÁGEN VIVA DE JESÚS: VICTIMA

El 8 de junio 1899, víspera de la Fiesta del Sagrado Corazón, después de haber sido rechazada en varias comunidades religiosas a causa de su frágil salud, Jesús la eleva en este día a la categoría de "Víctima".

Dice Santa Gemma:

Después de la Comunión, Jesús me avisó de que por la tarde me haría una gracia grandísima. Se lo dije a Monseñor Volpi, y este me dijo que estuviese atenta y que se lo contara luego".
 
Llegó la tarde. De repente me asaltó un fuerte dolor de mis pecados. Después me sentí recogida... Al recogimiento sucedió la pérdida de los sentidos y me hallé en presencia de mi Madre Celestial y del angel de la guarda, que me mandó hacer un acto de contrición. Después mi Madre me dijo: -"Hijita, en nombre de Jesús te sean perdonados tus pecados. Mi Hijo te ama mucho y quiere hacerte una gracia muy grande. Sabrás hacerte digna de ella... Yo seré tu Madre. Sabrás mostrarte verdadera hija."
 
Me cubrió con su manto, y en ese instante apareció Jesús. De sus llagas no salía sangre sino llamas de fuego, que vinieron a cerbarse en mis manos, pies y costado. Creía morir y habría caído al suelo si mi Madre no me hubiera sostenido. Permanecí así varias horas. Después mi Madre me besó en la frente, desapareció y me hallé de rodillas. Seguía sintiendo un dolor fuerte en las manos, pies y costado. Me levanté para acostarme, pero noté que de estas partes manaba sangre..."
Santa Gemma, la víctima de Jesús, comienza a "suplir en su carne lo que le falta a la Pasión de Cristo". Este fenómeno se repetirá en las tardes del jueves al viernes, todas las semanas. Para disimular las llagas usa guantes. Su confesor ordinario, Monseñor Volpi le dice que no se deje ver las manos porque la gente se podría reír de ella. En efecto Santa Gema sufrió el desprecio, rechazo y la burla de muchos aun cuando caminaba por las calles de Lucca. La tenían por una farsante y una histérica. Le gritaban insultos y burlas por las calles. Esto tan solo por su radical entrega a Jesús y su piedad. En realidad no manifestaba nada de histeria.

Así comienza para Santa Gemma una vida de incomprensión verdaderamente conforme a la vida de nuestro Señor, que también padeció todo esto por nosotros. Este es el consuelo y aliciente de Santa Gema, que cada vez se parece mas a Jesús, y en toda ocasión en la que es humillada le da gracias al Señor que le permite compartir sus sufrimientos.

Su propio confesor, Monseñor Volpi, duda de la veracidad de las estigmas y piensa que es obra de la histeria. Esto hiere mucho el corazón de Santa Gema pero todo lo aguanta por amor a Aquel que lo sufrió todo por nosotros los pecadores.

RECOGIDA POR CARIDAD CON LOS GIANNINI:

En el mes de junio de 1899, Santa Gemma conoce a los pasionistas en una misión que predicaban en Lucca. Al verles reconoce en ellos el hábito de San Gabriel de la Dolorosa y en su corazón escucha al Señor que le dice: "Tu serás una hija predilecta de mi Corazón".

Se confiesa con uno de ellos, pero es tanto lo que Santa Gemma le comienza a decir que el sacerdote le dice que le vaya a ver a la casa de la familia Giannini, donde siempre se hospedaban los pasionistas. Esta es la puerta de entrada para Santa Gema

Los Giannini eran una familia de extraordinaria fe. Acogían en su casa como familia a los sacerdotes y otras almas buenas. Dijo el Papa Pio XII "En el año 1899 la extraordinaria piedad y modestia de Gemma despertó tan gran admiración en la piadosísima familia apellidada Giannini, de Luca, que decidió acogerla en su propia casa y considerarla como hija". Así lo expresa el mismo Don Mateo, que después de haber escuchado a su hermana doña Cecilia, le dice que recibirá a Gema como a una hija; y así fue efectivamente. Santa Gemma se convirtió en la onceava hija, y todos la amaban. Ella por su parte les servía con extraordinario amor.

Todos sabían que Gemma era un alma especial, pero quien estuvo en mayor contacto con ella fue la señora Cecilia a quien Santa Gemma consideraba como su mejor confidente. La señora Cecilia tiene 52 años. Permanece soltera y muere en el 1931. Es una mujer de carácter, emprendedora, afanosa y devota. En sus relaciones con Gemma sigue al pie de la letra las directrices de los confesores con tal fidelidad, que el ángel de la guarda dirá a Gema: "Ninguna persona puede hacer mis veces mejor que ella".

REGALOS DE DIOS:

Conversando con la señora Cecilia, Gemma oye hablar del P. Germán de San Estanislao, le pide a Jesús que se lo muestre y el Señor lo hace en un éxtasis y le dice que este es el sacerdote que guiará su alma. Efectivamente el P. Germán se convierte en el confesor y director extraordinario de Gema, quien es testigo de las obras de Dios en su alma.

Muchos fenómenos relacionados con la Pasión se dieron en la vida de Santa Gemma; además de las estigmas, tuvo sudor y lágrimas de sangre. Se la vio padeciendo la flagelación. Recibió un regalo que apreció con todo su corazón. Su ángel de la guarda un día le mostró dos coronas y le pidió que escogiese la que ella quisiera, y ella escogió "la de Jesús".

Santa Gemma tenía una relación muy particular con su ángel de la guarda, que siempre le acompañaba y le protegía, e incluso muchas veces le servía de "cartero", llevando sus cartas al P. Germán. Se asegura que también tenía el don de leer los corazones y que en varias ocasiones le dijo a varios religiosos que abandonarían la religión, cosa que sucedió mas tarde, confirmando este don de su corazón.crucifijo 

Hay una anécdota muy preciosa que le sucedió a Santa Gemma en la casa Giannini. En el comedor de la casa había un crucifijo grande al que toda la familia tenía gran devoción. También Gema en muchas ocasiones le hacía pequeñas "visitas", orando frente el. Un día, al tiempo que Gemma preparaba la mesa, alzó los ojos hacia su Jesús y le dijo que tenía hambre y sed de El. Siente ansias de dar un beso a la imagen, pero no alcanza porque estaba alta. Jesús le sale al encuentro. Desprendiendo un brazo de la cruz, la atrae, la abraza muy estrechamente, permitiéndole apagar su sed en la fuente viva de su costado abierto.

¿Cuál es la actitud del corazón de Santa Gemma ante tantos hechos extraordinarios? Gemma se mantiene en humildad y sencillez. En ningún momento permite que el orgullo se apodere de su corazón, le escribía al P. Germán: "¡Cuánto he rogado a Jesús que me lleve por la vía común!"

FURIOSA GUERRA INFERNAL:

Jesús dijo cierto día a Gemma: "Prepárate, pues el demonio será quien dé la última mano a la obra que en ti deseo ejecutar". Y estas palabras del Señor se cumplieron al pie de la letra. El demonio detestaba a Gema; le daba golpes, la tentaba contra la pureza con pensamientos e imágenes sugestivas y grotescas; trataba de impedir que comulgase e incluso llegó a aparecérsele bajo la apariencia del mismo Jesús.

Por todos los medios trataba de privarla de dirección espiritual, insinuándole cosas malas acerca de sus confesores, o haciéndose pasar por ellos.  Era una guerra constante y continua que duró hasta su misma muerte. Era de esperar esta guerra de parte del demonio ya que serían muchas las almas que se beneficiarían de los sufrimientos y oraciones de Santa Gemma, y mas aún, ella solo quería conformarse con la voluntad de Dios para su vida. Esto hacía que el demonio se revolcara de rabia, porque no podía vencerla.

pozo Tanta era la rabia que sentía hacia la pureza de Santa Gemma que un día la tentó visiblemente, de tal modo que, no pudiendo huir de él, hizo la señal de la Cruz y se arrojó en un pozo de agua helada en el jardín. Su ángel la sacó y la felicitó por su gran amor a la pureza, por su valentía y por su triunfo.

En otra ocasión, cuando la santa, por orden del P. Germán, escribía su vida: "dándose cuenta el demonio del fruto que podía hacer (el libro de su vida), se lo robó gritando: `¡Guerra, guerra a tu Padre!, tu escrito está en mis manos`; y se relamía y se revolcaba en el suelo de la satisfacción."

El P. Germán, enterado por una carta de Gemma, se fue al sepulcro de San Gabriel de la Dolorosa y allí, leyó los exorcismos, ordenando al demonio que volviese el manuscrito a su lugar. El demonio lo devolvió todo chamuscado, aunque perfectamente legible, como se conserva todavía hoy en el Convento de los Pasionistas de Roma, produciendo honda impresión en cuantos lo ven.

Escribe la santa: "El demonio me hace sufrir mucho, pero siempre terminan por vencerle Jesús y María, o bien el àngel o San Pablo de la Cruz o el hermano Gabriel; siempre son estos tres.

"¡Si viera cómo escapa tan luego como se presenta alguno de ellos!.."

¡PADRE!... ME VOY CON JESÚS:

Gemma estaba enferma. El P. Germán que no quería que muriese aún, le ordenó que sanara. Jesús la sanó pero le dijo: "Escribe a tu padre que será por poco tiempo". Gemma comunicó a doña Cecilia que deseaba verle, y ésta le escribió: "Venga pronto a indicarnos que debemos hacer".

Gemma ya había vuelto a enfermar. Llegando el Padre Germán, se sentó junto a ella y se produjo este diálogo: -"Pero...¿qué es lo que hacemos, Gemma?"

-"¡Padre!", contestó Gemma llena de gozo, "Me voy con Jesús. Me lo ha dicho claramente. ¡Al cielo, padre, al cielo con Jesús!".

-"¿Y los pecados cometidos cuándo se van a pagar?"

-"¿Me ha dicho Jesús que me enviará sufrimientos para purificarme...El me aplicará los méritos de su Pasión...y me llevará con El al Paraíso".

Esa misma tarde el P. Germán escuchó su confesión y llorando decía que Gema había mantenido intacta su inocencia bautismal. Al siguiente día le administró el Viático.

El P. Germán tenía urgencia de volver a Roma y preguntó a Gema: "¿Cuánto durará esto? ...Gema le contestó: "Esta enfermedad será la última, pero me dice Jesús que aún no ha llegado mi hora". Añade el P. Germán: "Por última vez bendije aquel ángel de la tierra, al que no había de ver más, y me retiré".

Tenía que retirarse, pues Jesús había dicho a Gemma que el demonio sería quien diese la última mano a su virtud y..., estando él, el demonio no se hubiera atrevido a hacerle nada. Pero..., tan luego como el P. Germán se fue, no reconoció límites su bestialidad durante siete largos meses. Perturbaba su imaginación con horribles fantasmas con el fin de producirle estados de ansiedad, tristeza, amargura y temor, que la indujeran a la desesperación. Le decía muchas veces: "Ahí tienes lo que has conseguido con tus fatigas en el servicio de Dios"; y le presentaba tales figuras contra la pureza, que escribió al P. Germán: "Padre mío, pídale a Jesús que me cambie esta cruz por cualquier otra. Haga desde ahí los exorcismos para que este perverso se vaya, o mande a su ángel para que lo ahuyente".

Viendo que con tentaciones no podía vencerla, empezó a maltratarla con los golpes más brutales y en forma de bestias feroces, que amenazaban despedazarla. Dirigiéndose entonces a María Santísima, le decía: "Madre mía; me encuentro bajo el poder del demonio que quiere arrancarme de las manos de Jesús. Ruéguele por mí. ¡Viva Jesús!".

Jesús y María, complacidos al ver como luchaba, le enviaban a San Pablo de la Cruz o a San Gabriel para animarla. El mismo Jesús le dijo: "Hija mía; humíllate bajo mi mano poderosa y lucha, que tu lucha te conducirá a la victoria".

ENTREGA SU VIDA POR UN PECADOR

Le escribía al P. Germán: "Usted siempre me recomienda paz. Gracias a Dios la tengo siempre, aunque a veces en lo exterior parezca seria. Y tendré mayor aún, cuando se convierta mi pecador".

Este pecador al que se refiere la santa, era un sacerdote que había dejado el sacerdocio hacía ya doce años y daba mucho escándalo con su vida, haciendo que muchos se perdieran. Santa Gema viendo que los sacrificios que ofrecía no eran suficientes, pidió permiso a su director, para ofrecerle al Señor la mitad de su vida por su conversión; el padre dijo que sí y Jesús aceptó el intercambio.

Este sacerdote se convertiría dos días antes de Gema morir, dándole a ella un gran consuelo, exactamente en el plazo que ella había ofrecido al Señor. (Pasados los doce años que aquel sacerdote andaba descarriado; doce años y medio es la mitad de la vida de Santa Gema quien morirá en sus 25 años).

PARALELO CON LA PASION DE CRISTO

"Y LE SACARON A CRUCIFICAR"

Creyendo los médicos que la enfermedad era contagiosa, sacaron a Gema de la casa Giannini y la llevaron a un apartamento, contiguo a la casa, que su tía Elisa había alquilado. Este era otro designio de Dios para asemejarla a Cristo, que murió fuera de la ciudad como "Víctima oficial" por los pecados.

"REPETICIÓN DEL VIERNES SANTO"

Gemma había pedido a Jesús morir crucificada con El, y crucificada moriría. Como a las diez de la mañana doña Cecilia pensaba retirarse un poco y Gemma le dijo: "No me dejes, mamá, mientras no esté clavada en la cruz, pues Jesús me ha dicho que tengo que morir crucificada como El". Momentos después entró en éxtasis profundo, extendió un poco sus brazos y, en esta posición permaneció hasta mediodía. Su semblante era mezcla de amor y dolor, de calma y desolación...¡Agonizaba, como Jesús en la Cruz! Los presentes la contemplaban atónitos.

Era Viernes Santo, 10 de abril de 1903.

A las ocho de la mañana del sábado, se le administró la Extremaunción (hoy día se le llama Unción de los Enfermos), a cuyo rito sagrado contestó con pleno conocimiento. A doña Cecilia que le habló del P. Germán le dijo: "Ya he ofrecido a Dios el sacrificio de todo y de todos, para prepararme a morir".

Tomó entonces el crucifijo en las manos y exclamó: "¡Jesús!...¡En tus manos encomiendo mi pobre alma!"; y volviéndose a la imagen de María, añadió: "¡Mamá mía!, recomienda a Jesús mi pobre alma...Dile que tenga misericordia de mí".

De repente toda señal de agonía desapareció, y una sonrisa de cielo se dibujó en sus labios. Dos lágrimas corrieron de sus ojos. El párroco, que estaba presente exclamó: "Jamás he presenciado muerte semejante". Y él mismo puso sobre el pecho de Gema el escudo pasionista que llevó al sepulcro.

Muere Santa Gemma a la 1:45 p.m. del Sábado Santo, 11 de abril de 1903.

La profecía de Santa Gemma se cumplió. Los pasionistas la rechazaron en vida, pero después de su muerte la tomaron para sí. El Señor que había acrisolado su corazón con el sufrimiento, también había pedido de ella el sacrificio de no entrar en ninguna orden religiosa y ella lo aceptó y lo ofreció al Señor, como todo lo demás.

CON UNA LANZADA LE ABRIÓ EL COSTADO; Y AL PUNTO BROTÓ SANGRE Y AGUA:

Era necesaria una prueba irrefutable que revelara las intimidades del corazón de aquella criatura que había amado ardientemente a Jesús.

La prueba se tuvo cuando al fin, y Dios sabe con qué sacrificios, llegó el P. Germán a Lucca.

Ya habían pasado 14 días de la muerte de Santa Gemma. El Padre anhelaba volver a ver aquel rostro lleno de dulzura. Pero quería sobre todo verificar los misterios de aquel corazón virginal cuyos secretos en vida nadie mejor que él había profundizado... "El 24 de abril se procedió a exhumarlo. Se abrió el cuerpo y se extrajo el corazón, que apareció fresco, lozano, flexible, rubicundo, humedecido de sangre, igual que si estuviera vivo. Los especialistas que practicaban la autopsia quedaron maravillados. Estaba bastante achatado y dilatado por ambos lados, apareciendo como más ancho que alto. Al abrirlo fluyó enseguida la sangre, bañando el mármol donde se realizaba la intervención". Aquella que en muchas ocasiones le había pedido al Señor que le ensanchara el corazón para poder amarlo más, recibió esta gracia que tanto pedía. Su corazón se conserva en el convento Pasionista de Madrid.

El P. Germán escribió muy pronto su biografía y la devoción a Santa Gemma comenzó a extenderse de manera prodigiosa, no solo en Italia, sino en muchos países del mundo. Sin duda el Señor quiso darla a conocer como un medio de ayudarnos a todos a comprender lo que es la santidad y animarnos a conseguirla.

Su intercesión no se hizo esperar y muchos comenzaron a recibir grandes milagros y gracias por medio de la Santa. El mas grande de ellos es el deseo de santidad que meditar su vida infunde en las almas.

Una hija espiritual: La Madre Gema Eufemia Giannini.

El proceso de canonización de Sta. Gemma Galgani

El proceso para la canonización se abrió el 3 de Octubre de 1907, cuatro años después de su muerte; el Papa Benedicto XV dispensó el proceso de "fama de santidad", porque era conocida ya en todo el mundo.

Gemma fue Beatificada el 14 de mayo de 1933, Año Santo del XIX Centenario de la Redención; la Beatificó el Papa Pío XI.

Gemma fue Canonizada el 2 de Mayo de 1940 (día de la Ascensión del Señor), por el Papa Pío XII, que dijo: "Santa Gemma será la piedra preciosa de nuestro Pontificado".

Los grandes amores de Santa Gemma, durante toda su vida fueron Jesús Crucificado, la Virgen María, la Eucaristía y la sed de conversión de las almas. Para ellos vivió toda su vida y por ellos murió como víctima de amor.

¡Santa Gemma Galgani, ruega por nosotros!.

CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO SOBRE EL BAUTISMO COMO FUNDAMENTO DE LA VIDA CRISTIANA


Catequesis del Papa Francisco sobre el Bautismo como fundamento de la vida cristiana
Redacción ACI Prensa
Foto: Vatican Media



En su primera catequesis sobre el Bautismo en la Audiencia General de los miércoles, el Papa Francisco recordó que este sacramento “nos sumerge en la muerte y resurrección del Señor, ahogando en la pila bautismal al hombre viejo, dominado por el pecado que separa de Dios y dando vida al hombre nuevo, recreado en Jesús”.

A continuación, el texto completo:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!


Los cincuenta días del tiempo litúrgico pascual son propicios para reflexionar sobre la vida cristiana que, por su naturaleza, es la vida que proviene de Cristo mismo. De hecho, somos cristianos en la medida en que permitimos que Jesucristo viva en nosotros. Entonces, ¿desde dónde podemos comenzar a reavivar esta conciencia si no desde el principio, desde el Sacramento que ha encendido la vida cristiana en nosotros? .Este es el Bautismo. La Pascua de Cristo, con su carga de novedad, nos alcanza a través del Bautismo para transformarnos a su imagen: los bautizados son de Jesucristo, Él es el Señor de su existencia. El bautismo es el "fundamento de toda la vida cristiana" (Catecismo de la Iglesia Católica, 1213). Es el primero de los sacramentos, ya que es la puerta que permite a Cristo el Señor  tomar morada en nuestra persona y a nosotros sumergirnos en su Misterio.

El verbo griego "bautizar" significa "sumergir" (véase CIC, 1214). El baño con agua es un ritual común a varias creencias para expresar la transición de una condición a otra, un signo de purificación para un nuevo comienzo. Pero para nosotros, los cristianos, no debe pasar por alto que si es el cuerpo el que se sumerge en el agua, es el alma la que se sumerge en Cristo para recibir el perdón del pecado y resplandecer con la luz divina (cf. Tertuliano, Sobre la resurrección de los muertos, VIII, 3: CCL 2, 931, PL 2, 806). En virtud del Espíritu Santo, el bautismo nos sumerge en la muerte y resurrección del Señor, ahogando en la pila bautismal al hombre viejo, dominado por el pecado que separa de Dios y dando vida  al hombre nuevo, recreado en Jesús. En él, todos los hijos de Adán son llamados a una nueva vida. El Bautismo es, pues, un renacimiento. Estoy seguro, segurísimo de que todos nosotros recordamos la fecha de nuestro nacimiento: seguro. Pero yo me pregunto, con algo de duda, y os pregunto a vosotros : ¿Cada uno de nosotros recuerda la fecha de su bautismo? Algunos dicen que sí –está bien-. Pero es un sí algo débil porque quizás muchos no la recuerdan. Pero si celebramos el día en que nacimos ¿por qué no celebrar, o por lo menos recordar, el día del renacimiento? Yo os pongo unos deberes para casa. Los que no se acuerden de la fecha del bautismo, que pregunten a su madre, a los tíos, a los sobrinos, que pregunten: “¿Tú sabes cuál es la fecha de mi bautismo?” . Y no la olvidéis nunca. Y ese día dad gracias al Señor porque es precisamente el día en que Jesús entró en mí, en que el Espíritu Santo entró en mí. ¿Habéis entendido bien los deberes? Todos tenemos que saber la fecha de nuestro bautismo. Es otro cumpleaños: el cumpleaños del renacimiento. No os olvidéis de hacerlo, por favor.

Recordemos las últimas palabras del Señor Resucitado a los Apóstoles; son un mandato preciso: "Id y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28, 19). A través del lavacro bautismal, el  que cree en Cristo se sumerge en la misma vida de la Trinidad.

De hecho, no es un agua cualquiera la del Bautismo, sino el  agua sobre la que se invoca el Espíritu que "da vida" (Credo). Pensamos en lo que Jesús dijo a Nicodemo, para explicarle el nacimiento en la vida divina: "El que no nazca de agua y de espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu es espíritu "(Jn 3: 5-6). Por lo tanto, el bautismo también se llama "regeneración": creemos que Dios nos ha salvado "según su misericordia, por medio del baño de regeneración y de renovación del Espíritu." (Tito 3: 5).


El bautismo es, por lo tanto, un signo eficaz de renacimiento, para caminar en una nueva vida. San Pablo lo recuerda a los cristianos de Roma: "¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva"(Rom 6: 3-4).

Al sumergirnos en Cristo, el Bautismo también nos hace miembros de su Cuerpo, que es la Iglesia, y partícipes de su misión en el mundo (Cfr. CCC 1213). Nosotros, los bautizados, no estamos aislados: somos miembros del Cuerpo de Cristo.  La vitalidad que fluye de la fuente bautismal se ilustra con estas palabras de Jesús: "Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto” (Jn 15, 5). Una misma vida, la del Espíritu Santo, fluye de Cristo a los bautizados, uniéndolos en un solo Cuerpo (cf. 1 Cor 12:13), con el crisma de la santa unción y alimentado en  la mesa eucarística.

El bautismo permite a Cristo vivir en nosotros y a nosotros vivir unidos a él, para colaborar en la Iglesia, cada uno según su condición, en la transformación del mundo. Recibido solo una vez, el lavacro bautismal ilumina toda nuestra vida, guiando nuestros pasos hacia la Jerusalén del Cielo. Hay un antes y un después del bautismo. El Sacramento supone un camino de fe, que llamamos catecumenado, evidente cuando es un adulto quien pide el bautismo. Pero incluso los niños, desde la antigüedad, son bautizados en la fe de sus padres (véase Rito del Bautismo de los Niños, Introducción, 2).  Y sobre esto quisiera deciros algo. Algunos piensan: pero ¿por qué bautizar a un niño que no entiende? Esperemos a que crezca, a que entienda y sea él mismo el que pida el bautismo. Pero esto significa no tener confianza en el Espíritu Santo, porque cuando bautizamos a un niño, en ese niño entra el Espíritu Santo y el Espíritu Santo hace que crezcan en ese niño, desde pequeño, virtudes cristianas que florecerán después. Siempre hay que dar a todos esta oportunidad , a todos los niños, la de tener dentro al Espíritu Santo que los guíe durante la vida. ¡No os olvidéis de bautizar a los niños! Nadie merece el Bautismo, que es siempre un don gratuito para todos, adultos y recién nacidos. Pero como sucede con una semilla llena de vida, este regalo arraiga y da fruto en una tierra alimentada por la fe. Las promesas bautismales que renovamos cada año en la Vigilia Pascual deben ser reavivadas todos los días para que el Bautismo "cristifique": no hay que tener miedo de esta palabra: el bautismo nos “cristifica”, quien ha recibido el bautismo y es “cristificado” se asemeja a Cristo, se transforma en Cristo y se hace de verdad otro Cristo.

ESTAS SON LAS CELEBRACIONES QUE PRESIDIRÁ EL PAPA FRANCISCO EN ABRIL Y MAYO 2018


Las celebraciones que presidirá el Papa en abril y mayo de 2018
Redacción ACI Prensa
Foto Daniel Ibáñez / ACI Prensa




La Oficina de Prensa del Vaticano dio a conocer este miércoles la lista de celebraciones que presidirá el Papa Francisco en los meses de abril y mayo de 2018.

Abril

El viernes 20 de abril el Santo Padre hará un viaje dentro de Italia. Visitará la localidad de Alessano, en la Diócesis de Ugento-Santa Maria de Luca, y Molfetta, en la Diócesis de Molfetta-Ruvo-Giovinazzo-Terlizzi.

El viaje es en ocasión del 25° aniversario de la muerte de Mons. Tonino Bello, Obispo de Molfetta, actualmente en proceso de beatificación.

El domingo 22 de abril el Pontífice presidirá una Misa en la Basílica de San Pedro a las 9:15 a.m, en la que conferirá la ordenación sacerdotal a varios diáconos.

Mayo

El martes 1 de mayo el Papa Francisco se dirigirá al Santuario del Divino Amor, en las afueras de Roma, para rezar el Santo Rosario con ocasión del inicio del mes mariano.

El sábado 5 de mayo el Santo Padre presidirá en Tor Vergata, también en las afueras de Roma, un encuentro con el Camino Neocatecumenal desde las 11:00 a.m., con motivo del 50° aniversario del inicio de este movimiento eclesial en Roma.


El sábado 19 de mayo desde las 10:00 a.m., el Pontífice presidirá un consistorio ordinario público para algunas causas de canonización, entre las que probablemente estarán la del Beato Papa Pablo VI y Mons. Oscar Arnulfo Romero.

Un consistorio es una reunión de cardenales, en este caso todos los que se encuentren Roma en esa fecha, que son convocados por el Santo Padre.

El domingo 20 de mayo el Papa presidirá en la Basílica de San Pedro la Misa por la Solemnidad de Pentecostés a las 10:00 a.m.

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 11 y 12 ABRIL


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
11 abril



Los apóstoles dieron la vida por Jesús y eso fue su mejor testimonio; quizá tú no estés llamando a un martirio de sangre semejante al de los apóstoles; pero ciertamente estás llamado a entregar tu vida por el Evangelio, entregando tus esfuerzos, tu tiempo disponible, tu cansancio y tu descanso, tus preocupaciones y acciones apostólicas por la difusión del Evangelio.


P. Alfonso Milagro

___________


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
12 abril

Los apóstoles habían pasado la noche trabajando y no pescaron nada; mucho moverse y poco fruto; cansados y desilusionados.

Con frecuencia se repite la secuencia evangélica: muchas palabras y pocas obras; cuando el Señor no ayuda  o cuando no se trabaja en su nombre y con su espíritu, poco o nada se consigue.

No es que el Señor no esté siempre dispuesto a ayudarnos; es que nosotros preferimos trabajar por nuestra cuenta, fiándonos de nosotros mismos, de nuestros talentos y cualidades y así sale todo y nos quedamos con las manos vacías.

Sólo si echamos las redes en nombre del Señor, sólo fiándonos de él, conseguiremos fruto. Cuando el Señor ayuda, se recoge en un momento lo que fue imposible durante años; éstas son las matemáticas de Dios, que debe aprender todo apóstol.



P. Alfonso Milagro

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 10 ABRIL


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
10 abril




Jesús vive hoy presente en medio de nosotros; nuestro único quehacer es tener el corazón abierto a la gracia.

Jesús quiere confirmar a sus apóstoles, para que ellos a su vez confirmen a los demás en la fe y por eso los entrego al mundo como testigos de su resurrección.

Los apóstoles son testigos de la aparición de Cristo y de que en Él se cumplieron todas las profecías. Los apóstoles recibieron como testigos la misión de predicar y mantener la verdad de su doctrina y de su misión y en verdad supieron ser testigos fieles, ya que todos ellos dieron su vida en testimonio de la verdad que predicaron. Los que ejercemos algún apostolado en la Iglesia hemos de ser también testigos de la verdad que predicamos y de la santidad de nuestra religión y hemos de ser testigos con el testimonio de nuestras obras y con el testimonio de nuestra muerte, si el Señor nos la exigiera en testimonio de la verdad.


P. Alfonso Milagro

BIENVENIDOS





lunes, 9 de abril de 2018

HE AQUÍ LA ESCLAVA DEL SEÑOR ...


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 9 ABRIL


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
9 abril




Jesús ya resucitado se manifiesta a sus discípulos y los saluda con aquellas palabras que emplearía en todas las demás oportunidades en las que se apareciera: La paz esté con ustedes.

Los corazones de los apóstoles no son capaces de resistir tanta alegría ante la presencia del Maestro glorificado.

Jesús es condescendiente y trata de ayudar a los incrédulos, mostrándoles sus manos y sus pies aun comiendo con ellos; así los apóstoles se transforman y Jesús les hace entrega de sus poderes.

Doquiera que tú vayas, has de llevar la paz, ofrecer la paz; pero no podrás hacerlo si tú no vives en paz y vives la paz.



* P. Alfonso Milagro

CUANDO DICES


Cuando dices





Cuando dices: "Es imposible" Dios dice: "Todo es posible". 
(Lucas 18:27)

Cuando dices: "Estoy muy cansado." Dios dice: "Yo te haré descansar". (Mateo 11:28-30)

Cuando dices: "Nadie me ama en verdad." Dios dice: "Yo te amo". (Juan 3:16 y Juan 13:34)

Cuando dices: "No puedo seguir." Dios dice: "Mi gracia es suficiente". (II Corintios 12:9 y Salmos 91:15)

Cuando dices: "No puedo resolver las cosas." Dios dice: "Yo dirijo tus pasos". (Proverbios 3:56)

Cuando dices: "Yo no lo puedo hacer." Dios dice: "Todo lo puedes hacer". (Filipenses 4:13)

Cuando dices: "Yo no soy capaz." Dios dice: "Yo soy capaz". (II Corintios 9:8)

Cuando dices: "No vale la pena." Dios dice: "Si, valdrá la pena". (Romanos 8:28)

Cuando dices: "No me puedo perdonar." Dios dice: "Yo te perdono". (I Juan 1:9 y Romanos 8:1)

Cuando dices: "No lo puedo administrar." Dios dice: "Yo supliré todo lo que necesitas". (Filipenses 4:19)

Cuando dices: "Tengo miedo." Dios dice: "No te he dado un espíritu de temor". (I Timoteo 1:7)

Cuando dices: "Siempre estoy preocupado y frustrado." Dios dice: "Hecha tus cargas sobre mi". (I Pedro 5:7)

Cuando dices: "No tengo suficiente fe." Dios dice: "Yo le he dado a todos una medida de fe". (Romanos 12:3)

Cuando dices: "No soy suficientemente inteligente." Dios dice: "Yo te doy sabiduría". (I Corintios 1:30)

Cuando dices: "Me siento muy solo." Dios dice: "Nunca te dejaré, ni te desampararé". (Hebreos 13:5)



Web Católico de Javier

EN MEDIO DE LA NATURALEZA


En medio de la naturaleza




En verano el calor de las ciudades nos proyecta hacia el campo, las sierras y el mar a buscar, en el contacto con la naturaleza, descanso y renovación física y espiritual. Ahí están los amplios espacios, el aire puro, la presencia de animales y aves en su propio ambiente. Todo en un clima de paz, silencio, serenidad… Una anécdota para que valores y aproveches tus vacaciones.

Una vez, el padre de una familia acaudalada llevó a su hijo a un paseo por el campo con la intención de que su hijo viera cuán pobres eran las gentes del campo. Estuvieron por espacio de un día y una noche completos en la casa de una familia campesina muy humilde. Al concluir el viaje y de regreso a casa el padre le preguntó a su hijo: —¿Qué te pareció el viaje? —Muy bonito, papá. —¿Viste qué pobre es la gente? —Sí. —Y ¿qué aprendiste? —Comprobé que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una pileta que llega de un tapial a la mitad del jardín, ellos tienen un arroyo que no tiene fin. Nosotros tenemos unas lámparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas. Nuestro patio llega hasta la tapia de la casa, ellos tienen todo un horizonte de patio. Al terminar el relato, el padre se quedó mudo....y su hijo agregó: —¡Gracias, papá, por enseñarme cuáles son nuestras pobrezas!

Entrar en contacto un poco más prolongado con la naturaleza nos acerca a una verdadera fuente de sabiduría. Allí surgen emociones y vivencias que nos hacen amar más la vida, para volver luego a nuestras ocupaciones habituales con nuevas energías y nuevas ideas. Que aproveches la fuerza renovadora de estos días de descanso.




* Enviado por el P. Natalio

SI NO LO TOCO, NO CREERÉ


«Si no lo toco, no creeré»



«Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: “La paz con vosotros”. Luego dice a Tomás: “Acerca tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente”. Tomás le contestó: “Señor mío y Dios mío”. Dícele Jesús: “Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído”».

Con la insistencia sobre el suceso de Tomás y su incredulidad inicial («Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos, no creeré»), el Evangelio sale al encuentro del hombre de la era tecnológica que no cree más que en lo que puede verificar. Podemos llamar a Tomás nuestro contemporáneo entre los apóstoles.

San Gregorio Magno dice que, con su incredulidad, Tomás nos fue más útil que todos los demás apóstoles que creyeron enseguida. Actuando de tal manera, por así decirlo, obligó a Jesús a darnos una prueba «tangible» de la verdad de su resurrección. La fe en la resurrección salió beneficiada de sus dudas. Esto es cierto, al menos en parte, también aplicado a los numerosos «Tomás» de hoy que son los no creyentes.

La crítica y el diálogo con los no creyentes, cuando se desarrollan en el respeto y en la lealtad recíproca, nos resultan de gran utilidad. Ante todo nos hacen humildes. Nos obligan a tomar nota de que la fe no es un privilegio, o una ventaja para nadie. No podemos imponerla ni demostrarla, sino sólo proponerla y mostrarla con la vida. «¿Qué tienes que no lo hayas recibido? Y, si lo has recibido, ¿a qué gloriarte cual si no lo hubieras recibido?», dice San Pablo (1 Corintios 4,7). La fe, en el fondo, en un don, no un mérito, y como todo don no puede vivirse más que en la gratitud y en la humildad.

La relación con los no creyentes nos ayuda también a purificar nuestra fe de representaciones burdas. Con mucha frecuencia lo que los no creyentes rechazan no es al verdadero Dios, al Dios viviente de la Biblia, sino a su doble, una imagen distorsionada de Dios que los propios creyentes han contribuido a crear. Rechazando a este Dios, los no creyentes nos obligan a volvernos a situar tras las huellas del Dios vivo y verdadero, que está más allá de toda nuestra representación y explicación. A no fosilizar o banalizar a Dios.

Pero también hay un deseo que expresar: que Santo Tomás encuentre hoy muchos imitadores no sólo en la primera parte de su historia --cuando declara que no cree--, sino también al final, en aquel magnífico acto suyo de fe que le lleva a exclamar: «¡Señor mío y Dios mío!».

Tomás es también imitable por otro hecho. No cierra la puerta; no se queda en su postura, dando por resuelto, de una vez por todas, el problema. De hecho, ciertamente le encontramos ocho días después con los demás apóstoles en el cenáculo. Si no hubiera deseado creer, o «cambiar de opinión», no habría estado allí. Quiere ver, tocar: por lo tanto está en la búsqueda. Y al final, después de que ha visto y tocado con su mano, exclama dirigido a Jesús, no como un vencido, sino como un vencedor: «¡Señor mío y Dios mío!». Ningún otro apóstol se había lanzado todavía a proclamar con tanta claridad la divinidad de Cristo.


Padre Raniero Cantalamessa

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