sábado, 2 de enero de 2016

PAPA FRANCISCO ABRE CON OTRA PUERTA SANTA Y PRESENTA A MARÍA COMO ICONO DEL PERDÓN SIN LÍMITES






Papa Francisco abre otra Puerta Santa y presenta a María como icono del perdón sin límites



 (ACI).- Esta tarde en Roma, el Papa Francisco presidió una Misa con motivo de la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de Santa María la Mayor por el Jubileo de la Misericordia que se celebra desde el pasado 8 de diciembre y hasta el 20 de noviembre próximo. Es la cuarta Puerta Santa que abre el Papa. La primera fue en la Catedral de Bangui, capital de República Centroafricana, durante su viaje al continente africano, después la puerta de la Basílica de San Pedro para inaugurar el Año Santo y luego la de la Basílica papal de San Juan de Letrán, también en Roma.

Hoy, después del rito de introducción y el acto penitencial en el atrio de la Basílica, el Papa abrió la Puerta Santa, donde permaneció en oración durante unos segundos. Luego, primero entró él seguido de los concelebrantes y de algunos representantes religiosos y fieles laicos. A continuación comenzó la celebración. 

En la homilía, Francisco, dijo que “hoy más que nunca resulta muy apropiado que invoquemos a la Virgen María, sobre todo como Madre de la Misericordia”. “Quien atraviesa ese umbral está llamado a sumergirse en el amor misericordioso del Padre, con plena confianza y sin miedo alguno; y puede recomenzar desde esta Basílica con la certeza de que tendrá a su lado la compañía de María”.

Francisco también señaló que “para nosotros, María se convierte en un icono de cómo la Iglesia debe extender el perdón a cuantos lo piden. La Madre del perdón enseña a la Iglesia que el perdón ofrecido en el Gólgota no conoce límites. No lo puede detener la ley con sus argucias, ni los saberes de este mundo con sus disquisiciones!

Después de la Misa, rezó ante la imagen de la Virgen de la Salus popoli romani y luego saludó a los fieles que le esperaban en el exterior de la Basílica.



A continuación, el texto completo de la homilía:

Salve, Mater misericordiae!

Con este saludo nos dirigimos a la Virgen María en la Basílica romana dedicada a ella con el título de Madre de Dios. Es el comienzo de un antiguo himno, que cantaremos al final de esta santa Eucaristía, de autor desconocido y que ha llegado hasta nosotros como una oración que brota espontáneamente del corazón de los creyentes: «Dios te salve, Madre de misericordia, Madre de Dios y Madre del perdón, Madre de la esperanza y Madre de la gracia, Madre llena de santa alegría». En estas pocas palabras se sintetiza la fe de generaciones de personas que, con sus ojos fijos en el icono de la Virgen, piden su intercesión y su consuelo.

Hoy más que nunca resulta muy apropiado que invoquemos a la Virgen María, sobre todo como Madre de la Misericordia. La Puerta Santa que hemos abierto es de hecho una puerta de la Misericordia. Quien atraviesa ese umbral está llamado a sumergirse en el amor misericordioso del Padre, con plena confianza y sin miedo alguno; y puede recomenzar desde esta Basílica con la certeza de que tendrá a su lado la compañía de María. Ella es Madre de la misericordia, porque ha engendrado en su seno el Rostro mismo de la misericordia divina, Jesús, el Emmanuel, el Esperado de todos los pueblos, el «Príncipe de la Paz» (Is 9,5). El Hijo de Dios, que se hizo carne para nuestra salvación, nos ha dado a su Madre, que se hace peregrina con nosotros para no dejarnos nunca solos en el camino de nuestra vida, sobre todo en los momentos de incertidumbre y de dolor.

María es Madre de Dios que perdona, que da el perdón, y por eso podemos decir que es Madre del perdón. Esta palabra –«perdón»– tan poco comprendida por la mentalidad mundana, indica sin embargo el fruto propio y original de la fe cristiana. El que no sabe perdonar no ha conocido todavía la plenitud del amor. Y sólo quien ama de verdad es capaz de llegar a perdonar, olvidando la ofensa recibida. A los pies de la cruz, María vio a su Hijo ofrecerse totalmente a sí mismo y así dar testimonio de lo que significa amar como Dios ama. En aquel momento escuchó a Jesús pronunciar palabras que probablemente nacían de lo que ella misma le había enseñado desde niño: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34). En aquel momento, María se convirtió para todos nosotros en Madre del perdón. Ella misma, siguiendo el ejemplo de Jesús y con su gracia, fue capaz de perdonar a los que estaban matando a su Hijo inocente.

Para nosotros, María se convierte en un icono de cómo la Iglesia debe extender el perdón a cuantos lo piden. La Madre del perdón enseña a la Iglesia que el perdón ofrecido en el Gólgota no conoce límites. No lo puede detener la ley con sus argucias, ni los saberes de este mundo con sus disquisiciones. El perdón de la Iglesia debe tener la misma amplitud que el de Jesús en la Cruz, y el de María a sus pies. No hay alternativa. Y por eso el Espíritu Santo ha hecho que los Apóstoles sean instrumentos eficaces de perdón, para que todo lo que nos ha conseguido la muerte de Jesús pueda llegar a todos los hombres, en cualquier momento y lugar (cf. Jn 20,19-23).

El himno mariano, por último, continúa diciendo: «Madre de la esperanza y Madre de la gracia, Madre llena de santa alegría». La esperanza, la gracia y la santa alegría son hermanas: todas son don de Cristo, es más, son otros nombres suyos, escritos, por así decir, en su carne. El regalo que María nos hace al darnos a Jesucristo es el del perdón que renueva la vida, que le permite cumplir de nuevo la voluntad de Dios, y que la llena de auténtica felicidad. Esta gracia abre el corazón para mirar el futuro con la alegría de quien espera. Es la enseñanza que proviene del Salmo: «Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme. […]Devuélveme la alegría de tu salvación» (51, 12.14). La fuerza del perdón es el auténtico antídoto contra la tristeza provocada por el rencor y por la venganza. El perdón nos abre a la alegría y a la serenidad porque libera el alma de los pensamientos de muerte, mientras el rencor y la venganza perturban la mente y desgarran el corazón quitándole el reposo y la paz.

Atravesemos, por tanto, la Puerta Santa de la Misericordia con la certeza de que la Virgen Madre nos acompaña, la Santa Madre de Dios, que intercede por nosotros. Dejémonos acompañar por ella para redescubrir la belleza del encuentro con su Hijo Jesús. Abramos de par en par nuestro corazón a la alegría del perdón, conscientes de ver restituida la esperanza cierta, para hacer de nuestra existencia cotidiana un humilde instrumento del amor de Dios.

Y con amor de hijos aclamémosla con las mismas palabras pronunciadas por el pueblo de Éfeso, en tiempos del histórico Concilio: «Santa Madre de Dios».

OCHO CONSEJOS PRÁCTICOS PARA REZAR MEJOR EL ROSARIO



8 consejos prácticos para rezar mejor el Rosario
El Rosario es mi oración predilecta. ¡Plegaria maravillosa! Maravillosa en su sencillez y en su profundidad- (JPII, 29 oct 78)
Por: P. Evaristo Sada LC | Fuente: La-oracion.com 



El Papa Juan Pablo II dijo: "El Rosario es mi oración predilecta. ¡Plegaria maravillosa! Maravillosa en su sencillez y en su profundidad." (JPII, 29 oct 78) Comenzó a rezarlo desde joven y nunca lo dejó. Él mismo nos cuenta que el Rosario le acompañó en momentos de alegría y de tribulación, y que en él encontró consuelo y le confió sus preocupaciones.

No tan sólo el testimonio de Juan Pablo II y de muchos otros Papas y Santos nos exhortan a rezar el Rosario todos los días, sino la misma Virgen María se ha ocupado en diversas ocasiones de pedirnos recurrir a esta forma de oración contemplativa, especialmente para pedir por la paz del mundo.


Desde mi adolescencia tengo el hábito de rezar el Rosario todos los días, pero debo confesar que a veces caigo en la rutina: no siempre lo rezo bien. A aquellos a quienes les pasa lo mismo que a mí, quisiera compartirles algunos elementos que me ayudan para tratar de rezarlo mejor cada día.

8 consejos para rezar mejor el Rosario

Entre los 8 consejos hay actos, actitudes y reflexiones. Los he ido extrayendo de documentos de la Iglesia, sobre todo del Papa Juan Pablo II, de conversaciones con personas que disfrutan mucho el rezo del Rosario y de mi propia experiencia.

1. Antes de iniciar el Rosario es provechoso guardar unos segundos de silencio para tomar conciencia de lo que vas a hacer y así rezarlo con devoción, no mecánicamente. Adoptar la actitud del hijo que se acerca con mucho cariño a su Madre del cielo y decirle algo así: Aquí me tienes de nuevo, María, quiero estar un rato contigo, mostrarte mi afecto, sentir tu cercanía; quiero que me ayudes a conocer mejor a Tu Hijo, que me enseñes a rezar como Él y a parecerme cada día más a Él.

2. Durante unos minutos o durante todo el rezo del Rosario puedes tener delante una imagen de la Santísima Virgen que te recuerde a la que está en el cielo. A partir de la imagen perceptible con los sentidos, trae a la memoria a tu Madre del cielo y ponte espiritualmente en Sus brazos.

3. Recuerda que el Rosario consiste en meditar y contemplar los principales episodios de la vida de Cristo para conocerlo, amarlo e imitarlo. Mientras rezas las diez Avemarías de cada misterio como si fueran una melodía de fondo que tranquiliza y serena, centras tu oración en Cristo, su vida, sus enseñanzas. Los misterios del Rosario son como un compendio del mensaje de Cristo. Cada misterio tiene sus gracias especiales, grandes temas en qué meditar, grandes enseñanzas. Meditar en los misterios de la vida de Cristo nos ayuda a crecer en nuestra configuración en Él. No es un simple ejercicio intelectual, sino un encuentro vivo con Cristo, pues por las virtudes teologales podemos entrar en contacto real con Cristo.

4. "Contemplar con María el rostro de Cristo" (RVM, 3). Ponte al lado de María y juntamente con Ella recuerda a Cristo. Si rezas así el Rosario, verás que algo sucede en tu alma mientras lo rezas. Experimentas la presencia de María que te dice que Ella está allí, siempre a tu lado, te abraza, te enseña a contemplar a Jesús. Durante el Rosario, María trabaja de manera especial en tu alma, modelándola conforme a la imagen de Jesús. Ella es quien nos conduce de modo más seguro a Cristo y lo hace no sólo con su ejemplo sino con una acción espiritual, profundamente eficaz. Cuando María y el Espíritu Santo trabajan juntos, forman una mancuerna realmente poderosa.

5. Rezar el Rosario es rezar desde el corazón de María. "Aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y la profundidad de su amor". (RVM 1) María es modelo insuperable de contemplación. A partir de la experiencia de María, el Rosario es oración contemplativa; es entrar a la escuela de oración de la Virgen María. Nos enseña mostrándonos a Jesús y permitiéndonos ver cómo ella los vive interiormente.

6. Ten siempre presente que el Rosario es un arma poderosa. Rezándolo con esta certeza de fe, obtenemos abundantes gracias a través de las manos de María. La paz del mundo es una intención particularmente querida por María. Otra intención muy especial y que, como dice Juan Pablo II, requiere hoy "urgente atención y oración", es la familia.

7. Es una oración que ayuda a unificar e integrar toda la vida y a ponerla en manos de Jesús y María, pues a lo largo de los misterios del Rosario podemos ir poniendo en sus manos las personas que más llevamos en el corazón, la familia, los amigos, la Iglesia, la nación, la humanidad, la misión, el trabajo, las preocupaciones e intenciones personales.

8. El hábito de rezar el Rosario todos los días es un modo de asegurar un contacto diario con la Virgen María, de expresarle todo tu afecto, veneración y gratitud. Es bueno tratar de rezarlo cada día mejor, con más atención, disponiéndote con las actitudes correctas, meditando mejor, poniendo más amor.

INTENCIONES DE ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO PARA EL MES DE ENERO 2016


Intenciones de Oración del Papa para el mes de Enero


La intención universal del apostolado de la oración del Santo Padre para el mes de enero de 2016 es: ''Que el diálogo sincero entre hombres y mujeres de diversas religiones, conlleve frutos de paz y justicia. ''.

Su intención evangelizadora es: ''Para que mediante el diálogo y la caridad fraterna, con la gracia del Espíritu Santo, se superen las divisiones entre los cristianos''.

LOS MAGOS MAESTROS DE HUMILDAD, NO CONFIARON EN SU SABIDURÍA


Los Magos maestros de humildad, no confiaron en su sabiduría
Estos personajes no son los últimos, sino los primeros que saben reconocer el mensaje de la estrella.
Por: SS Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net 




Los Magos, maestros de humildad
No confiaron sólo en su propia sabiduría


Los Magos fueron los primeros de la larguísima fila de aquellos que han sabido encontrar a Cristo en su propia vida y que han conseguido llegar a Aquel que es la luz del mundo, porque tuvieron humildad y no confiaron sólo en su propia sabiduría.

A Belén, no los poderosos y los reyes de la tierra, sino unos Magos, personajes desconocidos, quizás vistos con sospecha, en todo caso indignos de particular atención.

Estos personajes procedentes de Oriente no son los últimos, sino los primeros de la gran procesión de aquellos que, a través de todas las épocas de la historia, saben reconocer el mensaje de la estrella, saben caminar por los caminos indicados por la Sagrada Escritura y saben encontrar, así, a Aquél que es aparentemente débil y frágil, pero que en cambio es capaz de dar la alegría más grande y más profunda al corazón del hombre.

En Él, de hecho, se manifiesta la realidad estupenda de que Dios nos conoce y está cerca de nosotros, de que su grandeza y poder no se expresan en la lógica del mundo, sino en la lógica de un niño inerme, cuya fuerza es sólo la del amor que se nos confía.

Los dones de los Magos, acto de justicia

Los Magos llevaron en regalo a Jesús oro, incienso e mirra. "No son ciertamente dones que respondan a necesidades primarias", en aquel momento la Sagrada Familia habría tenido ciertamente mucha más necesidad de algo distinto que el incienso y la mirra, y tampoco el oro podía serle inmediatamente útil.

Estos dones, sin embargo, tienen un significado profundo: son un acto de justicia.

Según la mentalidad oriental, representan el reconocimiento de una persona como Dios y Rey: es decir, son un acto de sumisión.

La consecuencia que deriva de ello es inmediata. Los Magos no pueden ya proseguir por su camino. Han sido llevados para siempre al camino del Niño, la que les hará desentenderse de los grandes y los poderosos de este mundo y les llevará a Aquel que nos espera entre los pobres, el camino del amor que por sí solo puede transformar el mundo.

No sólo, por tanto, los Magos se han puesto en camino, sino que desde aquel acto ha comenzado algo nuevo, se ha trazado una nueva vía, ha bajado al mundo una nueva luz que no se ha apagado.

Esa luz, no puede ya ser ignorada en el mundo: los hombres se moverán hacia aquel Niño y serán iluminados por la alegría que solo Él sabe dar.

La importancia de la humildad

Sin embargo, aunque los pocos de Belén que reconocieron al Mesías se han convertido en muchos a lo largo de la historia, los creyentes en Jesucristo parecen ser siempre pocos.

Muchos han visto la estrella, pero son pocos los que han entendido su mensaje.

¿Cuál es la razón por las que unos ven y encuentren, y otros no? ¿Qué es lo que abre los ojos y el corazón? ¿Qué les falta a aquellos que permanecen indiferentes, a aquellos que indican el camino pero no se mueven?

El obstáculo que lo impide, es la demasiada seguridad en sí mismos, la pretensión de conocer perfectamente la realidad, la presunción de haber ya formulado un juicio definitivo sobre las cosas volviendo cerrados e insensibles sus corazones a la novedad de Dios.

Lo que falta es la humildad auténtica, que sabe someterse a lo que es más grande, pero también el auténtico valor, que lleva a creer a lo que es verdaderamente grande, aunque se manifieste en un Niño inerme.

Falta la capacidad evangélica de ser niños en el corazón, de asombrarse, y de salir de sí para encaminarse en el camino que indica la estrella, el camino de Dios.

El Señor sin embargo tiene el poder de hacernos capaces de ver y de salvarnos,

Pido a Dios que nos de un corazón sabio e inocente, que nos consienta ver la estrella de su misericordia, nos encamine en su camino, para encontrarle y ser inundados por la gran luz y por la verdadera alegría que él ha traído a este mundo.


Benedicto XVI, Solemnidad de la Epifanía del Señor

IMÁGENES DE CALENDARIOS RELIGIOSOS 2016



























FELIZ SEMANA!!


viernes, 1 de enero de 2016

EL EVANGELIO DE HOY: 1 DE ENERO DEL 2016 - MARÍA, MADRE DE DIOS


María guardaba todo en su corazón
Navidad


Lucas 2, 16-21. Solemnidad de Santa María, Madre de Dios. María es también madre tuya, a lo largo de los días y los meses del año. 


Por: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.,net 



Del santo Evangelio según san Lucas 2, 16-21
Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno.

Oración introductoria
Gracias, Señor, por permitir que inicie este año buscando tener un momento de intimidad contigo en la oración. Invoco a tu santísima Madre para que me ayude a contemplar su ejemplo y virtudes. Ruego al Espíritu Santo que infunda en mí su luz y fortaleza para crecer en la humildad de los pastores.

Petición
Señor, ayúdame a incrementar mi amor por María.

Meditación del Papa Francisco
Ocho días atrás resonó el anuncio angélico: “Gloria a Dios y paz a los hombres”. Hoy lo acogemos nuevamente de la madre de Jesús que “custodiaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”, para hacer de esto nuestro empeño en el curso del año que se abre. […] El Espíritu Santo actúe en los corazones, derrita lo que está cerrado y las durezas y nos conceda volvernos tiernos delante de la debilidad del Niño Jesús. La paz de hecho, necesita de la fuerza de la mansedumbre, la fuerza no violenta de la verdad y del amor. En las manos de María, Madre del Redentor, ponemos con confianza filial todas nuestras esperanzas.
A ella que extiende su maternidad a todos los hombres, le confiamos el grito de paz de las poblaciones oprimidas por la guerra y la violencia, para que el coraje del diálogo y de la reconciliación prevalga sobre las tentaciones de la venganza, de la prepotencia, y de la corrupción. A ella le pedimos que el evangelio de la fraternidad, anunciado y testimoniado por la Iglesia, pueda hablar a cada conciencia y abatir las murallas que impiden a los enemigos reconocerse como hermanos.» (S.S. Francisco, 1 de enero de 2014).
Reflexión
Empezamos el año festejando a la Virgen. Es una oportunidad de oro para ponernos en sus manos desde el primer respiro del año.

Los hombres, al igual que hace más de dos mil años, siguen necesitando de Cristo. Pero pocos le reciben y le aceptan, porque se olvidan del ejemplo que nos dan María y los pastorcillos. El Evangelio nos dice que los pastores después de escuchar el mensaje del ángel "fueron a toda prisa".. Porque los “sencillos de corazón verán a Dios”. Es decir, pusieron en práctica lo que les pedía Dios: caminar hacia Belén, donde encontrarían al Salvador. Y es precisamente esto lo que necesitamos. Sabemos que para tener a Cristo hay que decidirse a dejar los "rebaños" del egoísmo, de la comodidad, el placer y la vanidad, pues no existe un Cristo a nuestra medida, sino el único Cristo que encontraron los pastorcillos "un niño envuelto en pañales recostado en un pesebre".

Para llegar a Él hace falta ser humildes, pues la entrada de la cueva es pequeña y exige agacharse. Es Dios mismo quien nos enseña, desde ese pesebre, que su seguimiento exige cruz, dolor, humildad, pureza y pobreza de corazón, y obediencia a la voluntad de Dios. Y es esto lo que da la paz y la felicidad en el corazón. María, la Madre de Dios, nos enseña que para llegar a Cristo hace falta también la oración. Ella "guardaba todas la cosas y las meditaba en su corazón".

Para ser Madre de Dios, María no tuvo que renunciar o dejar al margen nada de su feminidad, al contrario, la tuvo que realizar en nobleza y plenitud, santificada como fue por la acción del Espíritu Santo.

Al nacer de una mujer Dios ha enaltecido y llevado a perfección "el genio femenino" y la dignidad de la mujer y de la madre. La Iglesia, al celebrar el uno de enero la maternidad divina de María, reconoce gozosa que María es también madre suya, que a lo largo de los días y los meses del año engendra nuevos hijos para Dios.

Madre, bendición y memoria. En el designio de Dios, que es fuente de la maternidad, ésta es siempre una bendición: como a María, se puede decir a toda madre: "Bendito el fruto de tu vientre".

Una bendición primeramente para la misma mujer, que mediante la generación da cumplimiento a la aspiración más fuerte y más noble de su constitución, de su psicología y de su intimidad.

Bendición para el matrimonio, en el que el hijo favorece la unidad, la entrega, la felicidad.

Bendición para la Iglesia, que ve acrecentar el número de sus hijos y la familia de Dios.

Bendición para la sociedad, que se verá enriquecida con la aportación de nuevos ciudadanos al servicio del bien común.

La maternidad es también memoria. María hacía "memoria" de todas esas cosas en su corazón. Memoria no tanto de sí misma, cuanto del hijo, sobre todo de los primeros años de su vida en que dependía totalmente de ella. Memoria que agradece a Dios el don inapreciable del hijo. Memoria que reflexiona y medita las mil y variadas peripecias de la existencia de sus hijos. Memoria que hace sufrir y llorar, que consuela, alegra y enternece. Memoria serena y luminosa, que recupera retazos significativos del pasado para bendecir a Dios y cantar, como María, un "magnificat",

Propósito
Si queremos salir de estas Navidades "glorificando y alabando a Dios por todo lo que hemos visto y oído" y de habernos encontrado con Cristo niño, hace falta desprendimiento de nosotros mismos, humildad y oración. Y así, todos los que nos escuchen se maravillarán de las cosas que les decimos.

Diálogo con Cristo 
Gracias, Señor, porque hoy me muestras la fe de la Virgen, que meditaba todos los acontecimientos en su corazón. Y los pastores, qué gran lección de humildad y de amor. No preguntan, no cuestionan, con sencillez aceptan el anuncio y salen maravillados después de contemplar a Jesús. Permite, Señor, que en este nuevo año sepa cultivar la unión contigo en la oración, para que pueda verte en todos los acontecimientos. Para ello sé que se necesita más que el deseo o la buena intención, tengo que hacer una opción radical por la oración, que me lleve a dedicarte lo mejor de mi tiempo.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS - MEDITACIÓN DEL 1 DE ENERO 2016


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Enero1


Todos nos felicitamos hoy, deseándonos: "¡Feliz Año Nuevo!". Y somos sinceros al hacerlo.

Y también solemos repetir la conocida frase: "¡Año nuevo, vida nueva!".

Un nuevo año supone para cada uno de nosotros una nueva posibilidad de mejoramiento, de perfección, de propia superación. No te contentes con ser este nuevo año como fuiste el año pasado. No; no te digo que el año pasado fuiste malo; pero es verdad que en este nuevo año tienes que ser mejor.

Porque si fue bueno que el año pasado no hayas sido malo; sería muy malo si este año no fueras mejor. Es la ley del progreso, que es ley propia de todo ser viviente. Así como vas adelantando en todo, en edad, en conocimientos, en experiencia... también debes ir creciendo en tu espíritu.

Feliz Año Nuevo, pues, te deseo, con esa felicidad que es fruto del esfuerzo diario por superarse en cada uno de los actos.
La gracia, además de consciente, tiene que ser en ti “creciente”; ha de ir aumentando cada vez más. Sigue el ejemplo de Jesús, que “iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y a gracia de Dios estaba con él” (Lc 2,40)


* P. Alfonso Milagro

CELEBRACIONES DE HOY: 1 DE ENERO DEL 2016


Celebraciones de hoy



Hoy tenemos varias celebraciones: comienza el nuevo año, pero sobre todo es una gran fiesta de la Virgen como Madre de Dios y es la octava de Navidad y la circuncisión de Jesús e imposición de su nombre. También es la Jornada Mundial sobre la Paz.

1. Comienza el nuevo año. Esto no es una celebración litúrgica, sino algo sólo convencional en el calendario civil. En otras civilizaciones o culturas comienza el año en otras fechas. Lo nuestro del 1 de Enero viene de una costumbre romana en que comenzaban a regir los cónsules. Pero es una ocasión y una oportunidad para pensar que el tiempo pasa y que debemos hacer realidad lo de: “año nuevo, vida nueva”. El tiempo no es algo fijo, nosotros pasamos por él y ya no lo podemos recuperar, sólo podemos aprovechar mejor el que va a venir. Este es un tiempo de bendición, como comenzamos en la primera lectura de la misa. Pero no sólo queremos que Dios nos bendiga. Todos debemos ser bendición para los demás y para el mundo. Por eso aprovechemos el comienzo de un nuevo año para una mayor limpieza de nuestras culpas y un hermoso deseo de aprovechar esta oportunidad que nos da Dios.

2. Celebramos sobre todo la solemnidad de María Madre de Dios. Es el mayor título que un ser creado puede tener. Ha habido muchos que dicen ser impropio de María llevar ese nombre porque a Dios nadie lo ha hecho. En parte tienen razón; pero María es la madre de Jesús y, como Jesús, además de hombre, es Dios, a su madre la podemos llamar Madre de Dios. Así lo entendieron los obispos reunidos en Éfeso en el año 431. Y desde entonces así la proclamamos, señalando la unión tan profunda con su Hijo “en las penas y alegrías”, y también en la redención y en las gracias que Dios nos va dando. Por eso es también nuestra madre espiritual y madre de la Iglesia. En este día nos alegramos por las maravillas que Dios ha hecho en su Madre. Ella, aun colmada de dones, siguió siendo libre y cooperó generosamente. Si María es nuestra madre, la contemos nuestros problemas y pidamos su ayuda para superarlos; pero sobre todo hagamos en este nuevo año lo que gustaría a nuestra madre del cielo.

3. A los ocho días circuncidaron a Jesús. A nosotros nos puede decir muy poco; pero era muy importante para los israelitas: era el día de la entrada y aceptación legal en la comunidad de Israel y de hacerse responsable de la carga que supone la ley. Era como otro nacimiento. Nacer es comenzar y, en cierto sentido, nacemos varias veces. Hasta en lo material, cuando alguno se ha salvado de un gran accidente, dice que ha vuelto a nacer. También puede decirse cuando comienza una vida social muy diferente, como era la circuncisión para los israelitas. Y mucho más nacemos nosotros cuando comenzamos una vida de gracia, como es el bautismo.  Y así como para nacer a la vida del cuerpo se necesita ayuda externa, así es para la circuncisión y el bautismo.
El nombre de Jesús se lo puso el mismo Dios. Así el ángel se lo dijo a María y a José. Los israelitas daban mucha importancia al significado, y Jesús significa “Dios salva”. Debemos poner mucho amor y confianza al pronunciar este bendito nombre.

4. Jornada Mundial de la Paz. Así se llama este día desde 1967. Todos los años el papa nos da un mensaje especial sobre la paz. El año pasado cuyo tema era: “No esclavos sino hermanos”, terminaba el papa Francisco diciendo que mucho de la esclavitud sucedía por la indiferencia de muchos hermanos. Para esta jornada de 2016 ha seguido con esta idea y ha puesto como lema: “Vence la indiferencia y conquista la paz”. Nos dice que en el mundo hay muchos males que van contra la paz, como es el fundamentalismo, por tomar mal la religión, hay persecuciones, violaciones de la libertad, crimen organizado y guerras, etc. Ante tantos males existe una gran indiferencia en muchas personas. La paz es un bien difícil, que debe ser conquistado por muchos, si colaboramos para esta gran empresa. Que María, madre de Dios y madre nuestra nos ayude a conseguir la paz. 


* P. Silverio Velasco

AÑO NUEVO EN CRISTIANO


Año Nuevo en cristiano
En este primer día del Año Nuevo, ¿qué pienso que haría falta para que también fuese Feliz?


Por: Alejandro Cases Ramon | Fuente: Catholic.net 




Es posible que muchas personas, en el ambiente de crisis en que estamos viviendo, diga este año con más intención: "Feliz salida y entrada de Año”.

En todo caso yo os invito, queridos amigos, a que nosotros busquemos el sentido cristiano de esta fiesta que, sin duda alguna, nos hará caminar hacia la felicidad y ser constructores de paz.

Es evidente que todo lo que supone de "fiesta" se debe a lo que hemos conseguido hasta este momento: un año que acaba, éxitos y superaciones de dificultades y problemas... En cristiano, lo hacemos, dando gracias a Dios.

Este día de año nuevo los cristianos comenzamos fijando la mirada en María. Esta fiesta rememora la declaración del Concilio de Éfeso, en el s. V. La solemnidad de Santa María Madre de Dios es la primera fiesta mariana que podemos constatar en la Iglesia occidental. A la Virgen María la vemos como la primera creyente, la que siempre muestra y hace ver a Jesús. Hoy, ella nos lo muestra como el "Dios que salva”, y nos invita a tomar este camino que constantemente está empezando.

En este primer día del Año Nuevo, ¿qué pienso que haría falta para que también fuese "Feliz”? ¿Qué incertidumbres, preocupaciones, inquietudes… continúan? ¿Las medito en mi corazón, las llevo a la oración? Una semana después de Navidad, ¿sigo contemplando su Misterio, sigo meditando en mi corazón lo que significa para mí, para todos, el Nacimiento del Hijo de Dios?

María saca vida de lo cotidiano, descubre la presencia de Dios escondida en lo ordinario. Y dejando reposar los sucesos, al meditarlos, descubre las pistas de su salvación por las que el propio Dios nos conduce.

Que Santa María Madre de Dios y Madre nuestra, nos proteja en este año de gracia de la fe, para que descubriendo a su Hijo, nos identifiquemos con Él y obremos ya desde este momento no según la carne sino según el espíritu. Es mi deseo para este nuevo año que el Señor nos regala.

¡Os felicito a todos!

¡MARÍA, MADRE DE DIOS!


¡María, Madre de Dios!
El primero de enero celebramos a María como Madre de Dios. María fue la elegida para ser Madre de Cristo


Por: Tere Vallés | Fuente: Catholic.net 




El primero de enero celebramos a María como Madre de Dios.

María fue la elegida para ser Madre de Cristo y aceptó esta misión al decir “sí” a Dios. Festejamos el tener una Madre en el cielo que nos ayuda y auxilia en nuestras necesidades y nos ama.

Un poco de historia

Todo año que se inicia es “Año del Señor”. Sólo con Él se construye el puente que nos conduce del tiempo a la eternidad. Este día, como todos los demás días, debemos rezar a Dios con infinita confianza. Nuestra vida espiritual debe crecer cada año que pasa. Por esto hoy, que es el primer día del año, le pedimos a María Santísima que nos ayude a lograrlo.

Este día es día de precepto, hay que ir a misa. La misa está dedicada a honrar a María, Madre de Dios y de la Iglesia.

María Madre de Dios. María era una joven Israelita que vivía en Nazaret de Galilea y, como todos los Israelitas, esperaba que se cumpliera la promesa de Dios de mandar un Salvador al mundo. María no era una mujer como todas, pues desde siempre Dios había pensado en ella y había nacido sin pecado original.

Con su respuesta, María cambió el rumbo de la historia. Dijo “sí” aceptando con alegría la voluntad de Dios, entregándose a sí misma como colaboradora de Dios y de su plan de salvación.

María fue la elegida para ser la Madre de Dios y ella respondió al llamado “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.

La Virgen María nos ayuda a vencer la tentación, conservar el estado de gracia y la amistad con Dios para poder llegar al Cielo.

Si elegimos vivir como hijos de María debemos adoptar varias actitudes:

Abrirle nuestro corazón a su amor:

Es dejarnos querer, abandonarnos a su cuidado con total confianza. Ella no se desanima a pesar de nuestros caprichos y debilidades.

Mirarla como nuestra Madre:

Hablarle de nuestras alegrías y penas, contarle nuestros problemas y pedirle ayuda para superarlos.

Demostrarle nuestro cariño:

Hacer lo que a Ella le gustaría que hicieras, que es lo que Dios quiere de nosotros. Acudir a Ella a lo largo del día nos puede ayudar grandemente.

Confiar plenamente en ella:

Todas las gracias que Jesús nos da pasan por las manos de María, y ella mejor que nadie intercede ante su Hijo por nuestras necesidades.

Imitar sus virtudes:

Es la mejor manera de demostrarle nuestro amor.
Debemos aprovechar esta fiesta para ofrecerle a la Virgen el año que comienza, para pedirle su ayuda de Madre para vencer las dificultades y agradecerle su presencia y cuidado maternal en cada momento de nuestras vidas. Al acudir a la Eucaristía, donde está Dios vivo, pedirle que nos ayude a permanecer cerca de María todo el año, porque fue Él quien nos la dio como madre desde el pie de la cruz.

Algunas personas te dirán que María no es especial, que eso de que fue Virgen y tal es cuento. Recuerda que fue Jesús mismo quien nos la dejó como Madre (Jn 19, 25-27). Además, honrar a la Madre es siempre dar gusto al Hijo. A Jesús pues, le agrada cuando decimos cosas bonitas de María, como es el “Ave María” del Rosario.

Oración

Te pido Señor vivir mi vida siempre muy cerca de Ti y de la Santísima Virgen, tu Madre a quien nos encargaste.

EL PRIMER DÍA DEL AÑO... PARA MARÍA, MADRE DE DIOS - 1 DE ENERO


El primer día del año...para María, Madre de Dios
Pongamos hoy nuestra vida en manos de María Santísima. Ella pondrá el año que termina en manos del Padre Misericordioso, y el que comienza en manos del Hijo Providente.


Por: P Juan Pablo Esquivel | Fuente: Catholic.net 




Hoy celebramos una fiesta que hace referencia al título más sorprendente que puede tener una criatura humana: Madre Dios... Lo cual significa que el Salvador del mundo no sólo nació "en" ella, sino "de" ella. El Hijo formado de sus entrañas es el mismísimo Hijo Dios, nacido en la carne.

El Evangelio nos narra los acontecimientos de la Navidad, remarcando la imposición del nombre, dado por el ángel antes de la Concepción: JESÚS (que significa YHWH [nombre sagrado e inefable de Dios en el A.T.] salva); nombre puesto por orden divina... misterioso, cargado de significado salvífico [con todo y por todo lo que significa el "nombre" para los semitas] (ver a este respecto lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica al explicar el II mandamiento...).

La invocación de ese nombre trae la salvación. Nosotros tenemos el nombre del Señor sobre nosotros: somos cristianos... ¡No lo digamos con tanta ligereza!

Así, se abre el año con esa fórmula que pide la bendición y el favor de Dios. Él nunca se la ha negado la humanidad; pero con Cristo esta Bendición es irrevocable.

Comienza el año civil; y se lo celebra de diversos modos:

1. En estas fiestas, se suele hacer mucho ruido (bailes, fuegos artificiales, pirotecnia,...) mucho ruido ¿Y "pocas nueces"...?
2. Para muchos, las fiestas están cargadas de melancolía (paso de los años; "los que ya se han ido"; nostalgias; recuerdos...). Muchos desean "que las fiestas pasen pronto"...
3. Para los pobres (que no son pocos), el dolor de no poder participar de las alegrías festivas... o de hacerlo con muchas limitaciones.

Pensemos cómo vivimos interiormente las fiestas. Sin interioridad, todo lo otro es vacío, pura exterioridad e hipocresía: festejamos... nada.
¿Cuál es el motivo para alegramos por las fiestas? El Amor de Dios, experimentado en estos días como una fuerza que quiere renovarnos incesantemente. Navidad es el comienzo de una nueva creación (Dios a hecho con el hombre una Alianza Eterna: Cristo).

Todo comienzo de algo (también el del año civil) debe remitirnos a este comienzo: al de la Alianza Nueva y Eterna... (la que no pasará jamás, y por ende radicalmente diversa de lo que no permanece, lo que es pasajero, transitorio (tiempo; apariencias; exterioridades)... Éste es el fundamento de nuestra Paz, cuya Jornada mundial cada año celebramos precisamente hoy.

Volvamos a mirar las cosas que nos rodean, pero con esta perspectiva: pensemos en las cosas que se fueron con el año y los años que pasaron... y pongámoslas en manos Dios. Pero sepamos que todo lo que hayamos hecho con amor, y por amor tiene un valor que permanece, y está "eternizado" en la presencia del Señor.

Todo lo hecho por amor, aunque pequeño, aunque los demás no lo noten, ha sido tomado en cuenta por Dios, y lo encontraremos renovado en Él.
También las personas que se han ido... Y así, nuestros lazos de amor, lejos de perderse, serán renovados y glorificados en la Resurrección.

"Nada se pierde, todo se transforma..." también en el orden espiritual.

Frente al año viejo, y al nuevo, tengamos una mirada de Fe: evaluemos desde el amor que hemos puesto y hemos de poner para hacer las cosas.
El tiempo pasa, pero el amor permanece; y allí debemos encontrar el motivo de nuestra alegría: en el amor vivido y en el "por vivir".

"En el atardecer de la vida e juzgará el Amor”, nos recuerda San Juan de la Cruz.

Un nuevo año ha "atardecido"...
Un año más de vida... y un año menos para llegar al cielo.
Un año con sus alegrías... y sus amarguras.
En vista a los acontecimientos de la vida de cada uno de ustedes, quiero hoy recordarles nuevamente que con todos sus engaños, trampas y sueños rotos, éste sigue siendo mundo hermoso, que vale la pena vivir como camino al cielo.

En este valle de lágrimas, la alegría que da el Espíritu Santo es más fuerte que cualquier pena... Esa alegría profunda, serena, misteriosa, radiante... (quien la conoce, entiende lo que estoy diciendo... y a quien no la conoce, le repito con el salmo 33: "prueben y vean qué bueno es el Señor...").

Pongamos hoy nuevamente nuestra vida en manos de María Santísima. Ella pondrá el año que termina en manos del Padre Misericordioso, y la en el que comienza en manos del Hijo Providente... ella que es Soberana de los Ángeles, pero mucho más aún es nuestra: sangre y dolor de nuestra raza humana.
Amén.

SIETE IMPORTANTES COSAS SOBRE LA SOLEMNIDAD DE MARÍA, MADRE DE DIOS, LA THEOTOKOS


7 importantes cosas sobre la Solemnidad de María, Madre de Dios, la “Theotokos”
Por Abel Camasca

 (ACI).- “Desde los tiempos más antiguos, la Bienaventurada Virgen es honrada con el título de Madre de Dios”, dice la Constitución Dogmática Lumen Gentium (Num. 66) de la Iglesia. Aquí 7 cosas sobre la importante "Solemnidad de María, Madre de Dios" que se celebra cada primero de enero.


1.- Concluye la Octava de Navidad
Con esta Solemnidad se concluye la Octava de Navidad, un conjunto de ocho días, desde el 25 de diciembre, en los que la Iglesia actualmente celebra el Nacimiento de Jesús.

En el Antiguo Testamento (Gen. 17,9-14) se puede leer que hace muchos siglos Dios hizo una alianza con Abraham y su descendencia cuyo signo era la circuncisión al octavo día después del nacimiento. El Hijo de Dios así también lo vivió y recibió en ese momento el nombre anunciado a la Virgen María.

“Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción” (Lc. 2,21).


2.- La Theotokos
Los primeros cristianos solían llamar a la Virgen María como la “Theotokos”, que en griego significa “Madre de Dios”. Este título aparece en las catacumbas debajo de la ciudad de Roma y en antiguos monumentos de oriente (Grecia, Turquía, Egipto).

Los Obispos reunidos en el Concilio de Éfeso (431), ciudad donde según la tradición la Virgen pasó sus últimos años antes de ser asunta al cielo, declararon: “La Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios".


3.- Creado por la fe
“Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios” dice una de las antiguas oraciones marianas de los cristianos de Egipto del siglo III (tercero). Cabe resaltar que ese título de “Madre de Dios” (“Theotokos”) no existía y que fue creado por los cristianos para expresar su fe.


4.- Antigua fiesta mariana
La “Maternidad de María” es una de las primeras fiestas marianas que se dio en la cristiandad. Se dice que por el siglo V (quinto), en Bizancio, había una “memoria de la Madre de Dios” que se celebraba el 26 de diciembre, al día siguiente de la Navidad.

Poco a poco se fue introduciendo en la liturgia romana en un día de la Octava de Navidad y ya por el siglo VIII (octavo) se encuentran para esta conmemoración antifonales con el título de “Natale Sanctae Mariae”, así como oraciones y responsorios con los que se honraba la divina “Maternidad de María”.


5.- Jornada de la Paz
Con el tiempo, esta memoria de la Virgen fue desplazada para conmemorar la “Circuncisión del Señor”, pero se mantendría el acento mariano. En 1931 el Papa Pío XI la reestableció para el 11 de octubre con ocasión del XV centenario del Concilio de Éfeso y le dio una categoría equivalente a la Solemnidad actual.

Años después, en esta fecha, San Juan XXIII inauguró el Concilio Vaticano II (1962). Con la reforma litúrgica de 1969, la “Maternidad de María” pasó a celebrarse al 1 de enero, día en que se inicia el “calendario civil”. Un año antes, en 1968, el Beato Pablo VI instituyó para este día la Jornada Mundial de la Paz. Es así que el primer día del año se celebra a María y se ora por la paz.


6.- Fundamento de dogmas marianos
El título “Madre de Dios” es el principal y el más importante dogma sobre la Virgen María y todos los demás dogmas marianos encuentran su sentido en esta verdad de fe. Los otros dogmas marianos son que María tuvo una Inmaculada Concepción, Perpetua Virginidad y que fue llevada en cuerpo y alma al cielo (Asunción).

Asimismo, Nuestra Señora tiene los siguientes títulos: Madre de los hombres, Madre de la Iglesia, Abogada nuestra, Corredentora, Medianera de todas las gracias, Reina y Señora de todo lo creado y todas las alabanzas contenidas en las letanías del Santo Rosario.


7.- Decisión de la Virgen
En noviembre de 1996 San Juan Pablo II explicó que “la expresión ‘Madre de Dios’ nos dirige al Verbo de Dios, que en la Encarnación asumió la humildad de la condición humana para elevar al hombre a la filiación divina”.

“Pero ese título, a la luz de la sublime dignidad concedida a la Virgen de Nazaret, proclama también la nobleza de la mujer y su altísima vocación. En efecto, Dios trata a María como persona libre y responsable y no realiza la encarnación de su Hijo sino después de haber obtenido su consentimiento”, afirmó.
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