Autor: José Fernández de Mesa | Fuente: Catholic.net La Transfiguración | |
Mateo 17, 1-9. Fiesta Transfiguración. Pidamos a Dios que realice en nosotros una "transfiguración interior" que nos permita contemplar su divinidad. | |
En aquel tiempo toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con él. Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: «Señor, bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle». Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de miedo. Mas Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo: «Levantaos, no tengáis miedo». Ellos alzaron sus ojos y ya no vieron a nadie más que a Jesús solo. Y cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos». Oración introductoria Señor, creo, auténticamente estoy convencido, que hoy me invitas a compartir esa vivencia que tuvieron Pedro, Santiago y Juan en mi oración. Dame tu luz para saber apartar toda distracción y poder contemplarte, conocerte y amarte más. Petición Señor, que siempre escuche tu voz, en mi corazón. Meditación del Papa Francisco La montaña en la Biblia representa el lugar de la cercanía con Dios y del encuentro íntimo con Él; el lugar de la oración, donde estar en la presencia del Señor. Allí arriba en el monte, Jesús se muestra a los tres discípulos transfigurado, luminoso, bellíssimo ; y después aparecen Moisés y Elías, que conversan con Él. Su rostro es tan resplandeciente y sus ropas tan cándidas, que Pedro se queda estupefacto, tanto que quisiera quedarse así, casi parar ese momento. Pero enseguida resuena de lo alto la voz del Padre que proclama a Jesús su Hijo predilecto, diciendo: "Escuchadlo". Esta palabra es importante ¿eh? Nuestro Padre que ha dicho a estos apóstoles y también nos dice a nosotros ´escuchad a Jesús, porque es mi Hijo predilecto´. Tengamos esta semana esta palabra en la cabeza y en el corazón. Escuchad a Jesús. Y esto no lo dice el Papa, lo dice Dios Padre, a todos, a mí, a vosotros, a todos, a todos. […] Escuchad a Jesús, no lo olvidéis. Es muy importante esta invitación del Padre. Nosotros, discípulos de Jesús, estamos llamados a ser personas que escuchan su voz y se toman en serio sus palabras. Para escuchar a Jesús, es necesario estar cerca de Él, seguirlo, como hacían las multitudes del Evangelio que le perseguían por las calles de Palestina» (SS Papa Francisco, 16 de marzo de 2014). Reflexión Jesús se aparta con tres de sus apóstoles para orar, y lo hace en un monte alto. ¿Qué sentido tiene este detalle para Él? Sin duda alguna Jesucristo escogió un lugar adecuado para ofrecer una señal de su divinidad. Jesús, para sus apóstoles, es el maestro y el guía de sus vidas, pero es fácil comprender que con el transcurrir del tiempo y las largas horas en su compañía perdieran de vista que Jesús era también el Mesías. En el capítulo 16 de este mismo evangelio podemos leer cómo Pedro realiza su confesión de fe, y manifiesta por primera vez que Cristo es el Mesías, el enviado por Dios para redimir al mundo. Probablemente los milagros y curaciones no lograban mantener esta llama de fuego interior, que es la fe, en el corazón de los apóstoles, y Jesús quiso transfigurarse delante de ellos, es decir, mostrarse en toda su divinidad. También nosotros podemos ser como los apóstoles. Los hechos extraordinarios o milagrosos no son suficientes para mantener viva nuestra fe. En ocasiones pueden ayudarnos, pero la realidad es que a Cristo, a Dios, se le conoce en el diálogo, es decir, en la oración. Pidamos a Dios que realice en nosotros una "transfiguración interior" que nos permita contemplar su divinidad con el fin de conocerle y amarle cada día con más intensidad. Propósito Dedicar 15 minutos adicionales a esta meditación para gustar más de la contemplación de Cristo en el monte de la oración. Diálogo con Cristo Señor, sólo Tú eres la respuesta a todos mis anhelos y aspiraciones. Concédeme saber escucharte siempre para poder discernir el bien y el mal y, con tu gracia, podré adherirme a tu voluntad. Gracias por recordarme que nunca debo temer, porque Tú siempre estás conmigo, llenando mi vida de dones que tristemente, en ocasiones, dejo pasar. |
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miércoles, 6 de agosto de 2014
EL EVANGELIO DE HOY: MIÉRCOLES 6 DE AGOSTO DEL 2014 - LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS
VIERON EL CIELO POR UN RATO Y QUERÍAN QUEDARSE - LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS
Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
Vieron el cielo por un rato y querían quedarse
Querían quedarse allí para siempre, pero no era aún el momento. En el cielo querremos quedarnos para siempre
Vieron el cielo por un rato y querían quedarse
Les hizo ver el cielo por un rato.
Querían quedarse allí para siempre, pero no era aún el momento. En el cielo querremos quedarnos para siempre, y será verdad, y será posible.
Los condenados querrán ir al cielo por un rato al menos, y no irán ni siquiera por un rato. ¡Qué mal se está aquí! Pero allí se quedarán eternamente, en el lugar donde no se ama y donde la infelicidad ha puesto su morada eterna. ¡Qué bien se está aquí! Cuando uno dice eso es porque lo siente.
Aquellos tres apóstoles se decían a sí mismos y nos decían a nosotros: ¡Qué bien se está en el cielo! Todos los santos han tenido una experiencia semejante a la del Tabor, es decir, han gustado anticipadamente el cielo. Y todos han dicho lo mismo: ¡Qué bien se está aquí...!San Pablo: "Tengo por seguro que..." Santa Teresa; "Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero, que muero porque no muero". San Ignacio de Loyola: "¡Qué miserable me parece la tierra cuando contemplo el cielo!" La aparición sirvió para fortalecerles en el momento de la prueba. En los momentos de dificultad y de dolor conviene recordar los momentos de luz. Las dificultades y problemas duran sólo esta vida, la felicidad del cielo nunca termina. Todos necesitamos esta motivación, este ángel de luz que nos sostenga en medio del dolor. Jesús quiso necesitarlo o simplemente lo necesitó en el supremo dolor, cuando sudaba sangre en Getsemaní. Quiso tener en la hora de su muerte a María como un nuevo ángel que le ofrecía su amor y su presencia para resistir hasta el final. Con cuanto mayor razón necesitamos nosotros la presencia de ese ángel.
Dios se ha adelantado a dárnoslo en María Santísima, el mismo ángel que a Él le consoló como nadie en este mundo. Cuando uno experimenta a Dios tan intensamente, lo demás desaparece. Se quiere únicamente ser de Dios. Ser de Dios felizmente y para siempre. ¡Quién pudiera decirlo, sentirlo y que fuera verdad!: Soy de Dios, pertenencia suya, nada mío, todo de Él, esclavo, siervo, hijo, consagrado.
Los santos lo saben, lo empezaron a saber desde este mundo, desde que se despojaron de sus ricas ropas y se vistieron el sayal del siervo. "Mi Dios y mi todo", es una frase que decían en un suspiro de amor. Todos los santos han subido al Tabor desde este mundo, y antes de subir al Calvario. "Este es mi Hijo amado; escuchadle". ¡Con qué amor diría el Padre estas palabras! Con parecido amor dice de los buenos hijos: “Éstos son mis hijos predilectos”: Los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen. Sed santos.
Todos los caminos se han recorrido en busca de lo mismo: la felicidad; y de todos han vuelto sin respuesta muchos, muchísimos hombres; sólo los santos nos han dicho algo diferente: "no me arrepiento". Luego, ¿han hallado lo que otros no? Tal parece. Son felices. Y, ¿por qué?. Porque han servido al mejor Señor que los ha convertido en reyes; porque han salido de su cueva a mejorar el mundo; han amado a su prójimo, han dejado atrás su sucio egoísmo, han vivido de fe y amor; han luchado duramente por mejorar su mundo, la han hecho más pura, más fuerte, más generosa; éstos son los felices. Quién lo creyera, porque han quebrado y hecho pedazos todas las reglas de la lógica humana: Han matado su vida para vivir. "El mundo espera el paso de los santos" –dijo un sabio, Pablo VI-, porque los demás arreglan, si es que arreglan, los problemas materiales: pan y circo; pero el hombre requiere de curación para su alma, doctores del alma que sepan manejar la medicina celestial: Los santos la tienen y la dan; dan y, con Dios, la paz íntima, el por qué de la vida y de todo el peregrinar humano; ofrecen fortaleza y amor. Ellos mismos, con su ejemplo, ofrecen un estímulo a superarse, a elevarse del barro para volar a las alturas.
Escuchadle. No escuchéis a los falsos profetas, no sigáis la voz del tentador que os presenta la felicidad en forma de drogas, sexo desenfrenado, borracheras, dinero, poder...
Escuchadle. En las bienaventuranzas, en la invitación a la conversión, en el amor a Dios y a los hombres, en la invitación a la santidad. "Hoy, si escucháis su voz, no endurezcáis el corazón". Hoy no queremos escuchar, no queremos obedecer a nadie: ni a Dios, ni a la Iglesia, ni al Papa; ni a los padres, ni aún a la autoridad civil. Se requiere cierta humildad para orar y obedecer. El hombre de hoy, tal vez, se está volviendo progresivamente más soberbio, más seguro de sí y, por eso, no quiere escuchar, Pero el Padre le sigue pidiendo que escuche a quien es el Camino, la Verdad y la Vida. Porque el mismo hombre que no escucha a Dios, si escucha al Padre de la mentira, ese desobediente obedece a sus pasiones, a sus caprichos, hasta el punto de decir: "He aquí el esclavo del pecado, de los vicios. Hágase en mí según vuestros mandatos" Dios dice a los tres apóstoles:
Escuchadle. Se lo dice en buena forma. Tiempo habrá en que la dura claridad de sus palabras se convierta en encrucijada de salvación o condenación. "Vayan por todo el mundo y proclamen la buena noticia a toda criatura. El que crea y se bautice, se salvará; pero el que no crea se condenará". Mc.16,15-16
martes, 5 de agosto de 2014
EL EVANGELIO DE HOY: MARTES 5 DE AGOSTO DEL 2014
Autor: Clemente González | Fuente: Catholic.net Escándalo de los fariseos | |
Mateo 15, 1-2. 10-14. Tiempo Ordinario. Su pecado mayor: la soberbia y la altanería. No son humildes y por eso no creen en Jesús. | |
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y maestros de la Ley habían venido de Jerusalén y le preguntaron: «¿Por qué tus discípulos no respetan la tradición de los antepasados? No se lavan las manos antes de comer.» Jesús mandó acercarse a la gente y les dijo: Escuchen y entiendan: Lo que entra por la boca no hace impura a la persona, pero sí mancha a la persona lo que sale de su boca. Poco después los discípulos se acercaron y le dijeron: «¿Sabes que los fariseos se han escandalizado de tu declaración? Jesús respondió: «Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial será arrancada de raíz. ¡No les hagan caso! Son ciegos que guían a otros ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo. Oración introductoria Jesús, permite que esta oración me ayude a líbrame del pecado de la hipocresía, de la insinceridad y de la incoherencia, porque quiero seguirte, no sólo en apariencia, sino de verdad. Dame la gracia de vivir una caridad positiva, haciendo el bien a los demás, brindando apoyo a todos, ofreciendo la estima sincera y sirviendo en todo lo que me sea posible a mi prójimo, sin buscar aplausos y sin importarme el «qué dirán». Petición Señor, dame un corazón sencillo y sincero, abierto a los demás. Meditación del Papa Francisco Cuando el servicio del Señor, se convierte en un yugo tan pesado, las puertas de las comunidades cristianas están cerradas: nadie quiere venir al Señor. En cambio, nosotros creemos que por la gracia del Señor Jesús somos salvos. Esta palabra, yugo, me llega al corazón, me viene a la mente. Jesús pide a todos a permanecer en su amor. Precisamente de este amor nace la observancia de sus mandamientos. Esta es la comunidad cristiana del sí, que permanece en el amor de Cristo y dice "no", "porque está este sí". Está este amor que nos lleva a ser fieles al Señor... porque yo amo al Señor no hago esto o aquello: Es una comunidad del "sí" y los "no" son el resultado de este "sí". Pidamos al Señor que el Espíritu Santo nos ayude siempre a ser una comunidad de amor, de amor a Jesús que nos ha amado tanto. Una comunidad de este ´sí´. Y desde este ´sí´ cumplir los mandamientos. Una comunidad de puertas abiertas. Y que nos defienda de la tentación de volvernos quizás, puritanos, en el sentido etimológico de la palabra, de buscar una pureza para-evangélica, una comunidad del "no". Porque Jesús nos pide antes el amor, el amor a Él, y permanecer en su amor.(S.S. Francisco, 2 de mayo de 2013). Reflexión Los fariseos, sabios y orgullosos, tercos y fríos calculadores, perseveran inconmovibles en su tosudez e incredulidad, a pesar de todas las explicaciones de Jesús. ¡La de los fariseos sí que es ceguera! Y lo más triste y trágico del asunto es que están ciegos porque ellos quieren estarlo, por su propia voluntad, por su dureza de corazón, por su empedernimiento interior y su incredulidad. Los fariseos, no cambian de postura, se endurecen más y más. Ése es, precisamente, el verdadero problema, su pecado mayor: la soberbia y la altanería. No son humildes y por eso no creen ni aceptan a Jesús. Es un pecado de empedernimiento y de ceguera voluntaria. A esto llamaría luego nuestro Señor "pecado contra el Espíritu Santo", o sea, de resistencia consciente a la gracia de Dios. ¡Qué tremendo! Ojalá que nunca nos pase a nosotros eso que les aconteció a los fariseos. Pidamos a nuestro Señor la gracia de ser profundamente humildes y sencillos de corazón, para creer en Él con una fe viva, para confesar y proclamar públicamente a Jesús, incluso a costa de burlas y de persecuciones que suframos en su nombre. Pero esta fe, para que sea auténtica, debe ser operante y práctica; o sea, ha de envolver toda nuestra persona y nuestro ser entero. No se trata de algo meramente intelectual o de una aceptación racional de las verdades del dogma católico. Es, más bien, confianza absoluta en Dios nuestro Señor, en su poder y en su misericordia; abandono total al Plan de Dios, como un niño pequeño en brazos de su padre; y absoluta disponibilidad a su santísima Voluntad sobre nosotros, como María y como los santos. Propósito Es la hora de acudir al Señor y pedirle que nos ayude, que nos cure de nuestros pecados, que sane nuestra alma débil, decirle que queremos amarle a Él y a nuestros hermanos pero que no sabemos, y aún sabiendo no podemos. |
PAPA FRANCISCO RECIBE ESTE MARTES 5 DE AGOSTO A 50 MIL MONAGUILLOS ALEMANES
Papa Francisco recibe este martes 50 mil monaguillos alemanes
El encuentro se produce con ocasión de la peregrinación nacional a Roma con el tema '¡Libres! Porque es lícito hacer el bien'
Ciudad del Vaticano, 04 de agosto de 2014 (Zenit.org)
50 mil monaguillos alemanes serán recibidos por el santo padre Francisco mañana por la tarde en la plaza de San Pedro. El encuentro se produce con ocasión de su peregrinación nacional a Roma del 4 al 8 de agosto, que lleva por tema '¡Libres! Porque es lícito hacer el bien'.
El programa para esta peregrinación incluye funciones religiosas diocesanas, visitas guiadas sobre temas de historia, cultura y espiritualidad, y excursiones culturales y religiosas, entre las que destaca la visita a Asís. Se trata de una forma de "reforzar el potencial espiritual del importante grupo de la pastoral alemana que cuenta con más de 430.000 niños, adolescentes y jóvenes adultos comprometidos con el servicio al altar".
"Cuando estos jóvenes lleguen a Roma, podrán experimentar que son muchos, que forman parte de algo muy grande: forman parte de la Iglesia universal. Esto hace que en muchos de ellos se verifique un cambio en el corazón que le podrá llevar, en un futuro, a continuar su servicio en la Iglesia, también como adultos", explica monseñor Michael Gerber, obispo auxiliar de Friburgo, en Radio Vaticana.
Asimismo, el prelado indica que para al menos el 90 por ciento de los chavales, ésta será la primera ocasión en la que estarán en la plaza de San Pedro y ver al Santo Padre. "Creo que el papa Francisco podrá animar a los ministrantes en su servicio por Cristo, por la Iglesia, por los que sufren, por los jóvenes y los niños", subraya monseñor Gerber.
Finalmente indica que las características para ser un monaguillo son "tener la alegría por este servicio, una alegría profunda por el servicio a Cristo y a su Iglesia, junto a una relación personal con lo que sucede durante la Santa Misa, que es expresión de una fe viva". Además, es necesario tener "un cierto sentido de responsabilidad, que crece con la edad, en lo relacionado con este servicio", concluye.
EL ÉXITO, EN DOS PASOS SENCILLOS
Autor: P Juan Antonio Ruiz LC | Fuente: la-oracion.com
El éxito, en dos pasos sencillos
Mientras avanzamos en la vida, lanzamos la mirada atrás y nos arrepentimos de muchas cosas que nos hubieran gustado hacer.
El éxito, en dos pasos sencillos
«El pecador ha de sentir siempre que tus palabras proceden exclusivamente de tu caridad. Las palabras caritativas han de preceder siempre a las recomendaciones punzantes. Si quieres ser útil a las almas de tus prójimos, recurre primero a Dios de todo corazón y pídele con sencillez que te conceda esa caridad, suma de todas las virtudes y la mejor garantía de éxito en tus actividades» (San Vicente Ferrer, Tratado sobre la vida espiritual).
Mientras más avanzamos en la vida, lanzamos la mirada atrás y empezamos a arrepentirnos de muchas cosas que nos hubieran gustado llevar a cabo. Y así, vamos creando esa lista de deseos que «algún día cumpliré». De todos los que pregunto, muchos suelen coincidir que una de las cosas que más les gustaría es aprender un idioma. Francés, inglés, italiano, alemán… se pasean por los ojos de todos y les invitan a recurrir a uno de los inventos más inútiles que he conocido: los manuales de «aprende un idioma sin esfuerzo y en poco tiempo». Y digo que es inútil porque nada se consigue sin esfuerzo y en poco tiempo. Por lo menos, la gente normal, como yo, así lo vive.
Y miren ustedes por dónde, me encuentro con este pequeño escrito del gran santo español Vicente Ferrer que desarma esta teoría. Porque ahí delinea dos pasos sencillos para el éxito en la vida. Dos recomendaciones que te ayudarán a ascender los escalones del triunfo: la caridad y la oración. ¡Claro!, hablamos de triunfo únicamente en el plano espiritual. Que, después de todo, es el único triunfo que cuenta. Ya lo decía Santa Teresa de Jesús: «Al final de la vida, el que se salva, sabe; el que no, no sabe nada».
Pero volvamos a los dos pasos de San Vicente. Y, sobre todo, veamos cómo los vivió él en su vida. Porque de nada sirve predicar bellamente si luego no se refleja eso que predicas en tu propia experiencia. Pues bien, el Papa Benedicto XVI nos cuentó en la audiencia general dedicada a este santo que «Tenía la capacidad de mantener la atención en el auditorio con el tono y modulaciones de su voz. Pero, sobre todo, con la pasión que ponía en lo que decía. Huyendo de lenguajes artificiosos y recargados, supo traslucir a Dios. ¿Cómo? Orando. Es la clave de todos los santos. Antes de predicar se retiraba durante varias horas. Y la gracia se derramaba a raudales». Muchos suelen preguntarme cómo ayudar a una persona, qué hacer para que vuelva a Dios. El santo de hoy responde con ese primer paso en la vida: la oración. Y luego Dios, si realmente confiamos, se encargará.
Ahora bien, después llega un segundo paso, que sería la colaboración alo que oro junto a la acción de Dios: la caridad. Y una caridad que se traduce, ante todo, en el ejemplo de una vida auténtica. Porque no hay mayor caridad que un buen testimonio. Y San Vicente vuelve a ser testigo de esto, como nos lo relata de nuevo el Papa Benedicto XVI en la audiencia antes citada: «Tenía autoridad moral porque su vida era sencilla y austera. Era íntegro, auténtico. [...] Tanta bondad resumida en su persona conmovía de tal modo a la gente que, enardecida por sus palabras, intentaban robarle trozos de su hábito a modo de reliquia».
Oración y caridad. He aquí dos pasos sencillos –aunque no vividos sin esfuerzo– que pueden llevarnos a un éxito rotundo en nuestra vida: éxito que se cumplirá, definitivamente, en la llegada a la Felicidad con mayúscula, al cielo que Dios nos tiene preparado, con amor, desde toda la eternidad.
DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE SANTA MARÍA, 5 DE AGOSTO
Autor: . | Fuente: Archidiócesis de Madrid
Dedicación de la Basílica de Santa María
Llamada también Santa María de las Nieves. 5 de agosto
Dedicación de la basílica de Santa María, en Roma, construida en el monte Esquilino, que el papa Sixto III ofreció al pueblo de Dios como recuerdo del Concilio de Efeso, en el que la Virgen María fue saludada como Madre de Dios (c. 434).
Una vez que el Concilio de Éfeso, en el año 431, proclamó la maternidad divina de María, el Papa Sixto III erigió en Roma, sobre el monte Esquilino, una basílica dedicada a la Santa Madre de Dios. Recibe también el nombre de Santa María de las Nieves porque el sitio donde había de construirse quedó señalado de modo milagroso con una fuerte nevada en pleno verano.
Es la iglesia más antigua dedicada en Occidente a la Virgen María y uno de los templos más visitados de Roma y de toda la cristiandad.
lunes, 4 de agosto de 2014
GOLPE DE TIMÓN
Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
Golpe de timón
Cuesta mucho romper con una vida ya hecha, con un modo de pensar y de actuar aparentemente, seguro.
La vida avanza, muchas veces entre hábitos de pereza, entre grises de monotonía, entre indiferencias y desganas. Resulta difícil pensar en cambios. Todo más o menos está bajo control. Lo novedoso puede ser problemático. Mejor es dejar las cosas como están, o al menos así lo pensamos...
El corazón, sin embargo, siente una llamada, respetuoso y constante, a dar un golpe de timón. Porque no podemos vivir como auténticos cristianos si dejamos en silencio el Evangelio. Porque la caridad tiene un dinamismo profundo que lleva a la aventura.
Es cierto que nos gusta tener todo bajo control. Avanzar hacia opciones nuevas, abrirse a la fantasía del Espíritu Santo, nos inquieta. Cuesta mucho romper con una vida ya hecha, con un modo de pensar y de actuar consolidado y, aparentemente, seguro.
Además, no resulta fácil abandonar esquemas consolidados y rehacer la propia vida. Como Nicodemo, sentimos resistencia: ¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer? (Jn 3,4).
Dios, sin embargo, sigue a la puerta y llama. La Biblia nos interpela y nos recuerda que no podemos ser tibios (cf. Ap 3,16-20). Las palabras de Cristo resuenan en lo más íntimo del alma: El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva (Mc 1,15).
Un grito llega a mi alma: Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te iluminará Cristo (Ef 5,14).
Es hora de dar un fuerte golpe de timón a mi vida. Entonces empezaré a ser auténticamente discípulo, porque buscaré en todo amar a Dios y servir a mis hermanos.
COMO EL LÁPIZ
COMO EL LÁPIZ
El niñito miraba al abuelo escribir una carta. En un momento dado le preguntó:
- ¿Abuelo, estás escribiendo una historia que nos pasó a los dos?
¿Es, por casualidad, una historia sobre mí?
El abuelo dejó de escribir, sonrió y le dijo al nieto:
- Estoy escribiendo sobre ti, es cierto. Sin embargo, más importante que las palabras, es el lápiz que estoy usando. Me gustaría que tú fueses como él cuando crezcas.
El nieto miró el lápiz intrigado, y no vio nada de especial en él, y preguntó:
- ¿Qué tiene de particular ese lápiz?
El abuelo le respondió:
- Todo depende del modo en que mires las cosas. Hay en él cinco cualidades que, si consigues mantenerlas, harán siempre de ti una persona en paz con el mundo.
Primera cualidad: Puedes hacer grandes cosas, pero no olvides nunca que existe una mano que guía tus pasos. Esta mano la llamamos Dios, y Él siempre te conducirá en dirección a su voluntad.
Segunda cualidad: De vez en cuando necesitas dejar lo que estás escribiendo y usar el sacapuntas. Eso hace que el lápiz sufra un poco, pero al final, estará más afilado. Por lo tanto, debes ser capaz de soportar algunos dolores, porque te harán mejor persona.
Tercera cualidad: El lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar aquello que está mal. Entiende que corregir algo que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de la justicia.
Cuarta cualidad: Lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que hay dentro. Por lo tanto, cuida siempre de lo que sucede en tu interior.
Quinta cualidad: Siempre deja una marca. De la misma manera, has de saber que todo lo que hagas en la vida, dejará trazos. Por eso intenta ser consciente de cada acción.
EL EVANGELIO DE HOY: LUNES 4 DE AGOSTO DEL 2014
Autor: P Clemente González | Fuente: Catholic.net Jesús camina sobre las aguas | |||
Mateo 14, 22-36. Tiempo Ordinario. Caminar con la mirada puesta en Él, así todo lo puedo, a pesar de las tempestades y dificultades. | |||
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FELIZ DÍA DEL PÁRROCO Y POR TODOS LOS SACERDOTES DEL MUNDO ENTERO
FELIZ DÍA DEL PÁRROCO
Hoy, con la celebración de San Juan María Vianney, el santo cura de Ars, recordamos a todos los párrocos y sacerdotes del mundo.
Esta celebración quiere poner de relieve de un modo particular, la gratitud a nuestros sacerdotes, que con generosidad llevan adelante la atención parroquial y ofrecen lo mejor de sí en favor de la comunidad. Para ellos una oración:
Omnipotente y Eterno Dios: dígnate mirar el rostro de tu Cristo, eterno y Sumo Sacerdote, y por amor a ÉL, ten piedad de tus Sacerdotes.
Recuerda, oh Dios misericordioso, que no son sino débiles y frágiles criaturas. Mantén vivo en ellos el fuego de tu amor. Guárdalos junto a Ti, para que el enemigo no prevalezca contra ellos, y para que en ningún momento sean indignos de su sublime vocación.
¡Oh Jesús!, te ruego por tus fieles y fervorosos Sacerdotes, por tus Sacerdotes tibios e infieles; por tus Sacerdotes que trabajan cerca o en lejanas misiones; por tus Sacerdotes que sufren la tentación; por tus Sacerdotes que sufren soledad y desolación; por tus jóvenes Sacerdotes; por tus ancianos Sacerdotes; por tus Sacerdotes agonizantes; por las almas de tus Sacerdotes que padecen en el Purgatorio.
Pero sobre todo. Te encomiendo a los Sacerdotes que me son más queridos; al Sacerdote que me bautizó, al que me absolvió de mis pecados; a los Sacerdotes a cuyas Misas he asistido y que me dieron tu Cuerpo y Sangre en la Sagrada Comunión; a los Sacerdotes que me enseñaron e instruyeron, me alentaron y aconsejaron; a todos los Sacerdotes a quienes me liga una deuda de gratitud.
¡Oh Jesús!, guárdalos a todos junto a tu Corazón y concédeles abundantes bendiciones en el tiempo y la eternidad. Así sea.
LA ORACIÓN, SEGÚN EL SANTO CURA DE ARS
SEGÚN EL SANTO CURA DE ARS
Hermosa obligación del hombre:
orar y amar
Consideradlo, hijos míos: el tesoro del hombre cristiano no está en la tierra, sino en el cielo. Por esto, nuestro pensamiento debe estar siempre orientado hacia allí donde está nuestro tesoro.
El hombre tiene un hermoso deber y obligación: orar y amar. Si oráis y amáis, habréis hallado la felicidad en este mundo.
La oración no es otra cosa que la unión con Dios. Todo aquel que tiene el corazón puro y unido a Dios experimenta en sí mismo como una suavidad y dulzura que lo embriaga, se siente como rodeado de una luz admirable.
En esta íntima unión, Dios y el alma son como dos trozos de cera fundidos en uno solo, que ya nadie puede separar. Es algo muy hermoso esta unión de Dios con su pobre criatura; es una felicidad que supera nuestra comprensión.
Nosotros nos habíamos hecho indignos de orar, pero Dios, por su bondad, nos ha permitido hablar con él. Nuestra oración es el incienso que más le agrada.
Hijos míos, vuestro corazón es pequeño, pero la oración lo dilata y lo hace capaz de amar a Dios. La oración es una degustación anticipada del cielo, hace que una parte del paraíso baje hasta nosotros. Nunca nos deja sin dulzura; es como una miel que se derrama sobre el alma y lo endulza todo.
En la oración hecha debidamente, se funden las penas como la nieve ante el sol.
Otro beneficio de la oración es que hace que el tiempo transcurra tan aprisa y con tanto deleite, que ni se percibe su duración. Mirad: cuando era párroco en Bresse, en cierta ocasión, en que casi todos mis colegas habían caído enfermos, tuve que hacer largas caminatas, durante las cuales oraba al buen Dios, y creedme, que el tiempo se me hacía corto.
Hay personas que se sumergen totalmente en la oración como los peces en eI agua, porque están totalmente entregadas al buen Dios. Su corazón no esta dividido. ¡Cuánto amo a estas almas generosas! San Francisco de Asís y santa Coleta veían a nuestro Señor y hablaban con del mismo modo que hablamos entre nosotros.
Nosotros, por el contrario, ¡cuántas veces venimos a la Iglesia sin saber lo que hemos de hacer o pedir! Y, sin embargo,
cuando vamos a casa de cualquier persona, sabemos muy bien para qué vamos. Hay algunos que incluso parece como si le dijeran al buen Dios: "Sólo dos palabras, para deshacerme de ti..." Muchas veces pienso que cuando venimos a adorar al Señor, obtendríamos todo lo que le pedimos si se lo pidiéramos con una fe muy viva y un corazón muy puro.
Juan Maria Vianney
(Cura de Ars)
SAN JUAN MARÍA VIANNEY, EL SANTO CURA DE ARS, 4 DE AGOSTO
Autor: . | Fuente: EWTN.com
Juan María Vianney, Santo
Cura de Ars, 4 de agosto
Martirologio Romano: Memoria de san Juan María Vianney, presbítero, que durante más de cuarenta años se entregó de una manera admirable al servicio de la parroquia que le fue encomendada en la aldea de Ars, cerca de Belley, en Francia, con una intensa predicación, oración y ejemplos de penitencia. Diariamente catequizaba a niños y adultos, reconciliaba a los arrepentidos y con su ardiente caridad, alimentada en la fuente de la Eucaristía, brilló de tal modo, que difundió sus consejos a lo largo y a lo ancho de toda Europa y con su sabiduría llevó a Dios a muchísimas almas (†1859).
Fecha de canonización: 31 de mayo de 1925 por el Papa Pío XI.
Uno de los santos más populares en los últimos tiempos ha sido San Juan Vianney, llamado el santo Cura de Ars. En él se ha cumplido lo que dijo San Pablo: "Dios ha escogido lo que no vale a los ojos del mundo, para confundir a los grandes".
Era un campesino de mente rústica, nacido en Dardilly, Francia, el 8 de mayo de 1786. Durante su infancia estalló la Revolución Francesa que persiguió ferozmente a la religión católica. Así que él y su familia, para poder asistir a misa tenían que hacerlo en celebraciones hechas a escondidas, donde los agentes del gobierno no se dieran cuenta, porque había pena de muerte para los que se atrevieran a practicar en público sulreligión. La primera comunión la hizo Juan María a los 13 años, en una celebración nocturna, a escondidas, en un pajar, a donde los campesinos llegaban con bultos de pasto, simulando que iban a alimentar sus ganados, pero el objeto de su viaje era asistir a la Santa Misa que celebraba un sacerdote, con grave peligro de muerte, si los sorprendían las autoridades.
Juan María deseaba ser sacerdote, pero a su padre no le interesaba perder este buen obrero que le cuidaba sus ovejas y le trabajaba en el campo. Además no era fácil conseguir seminarios en esos tiempos tan difíciles. Y como estaban en guerra, Napoléon mandó reclutar todos los muchachos mayores de 17 años y llevarlos al ejército. Y uno de los reclutados fue nuestro biografiado. Se lo llevaron para el cuartel, pero por el camino, por entrar a una iglesia a rezar, se perdió del gurpo. Volvió a presentarse, pero en el viaje se enfermó y lo llevaron una noche al hospital y cuando al día siguiente se repuso ya los demás se habían ido. Las autoridades le ordenaron que se fuera por su cuenta a alcanzar a los otros, pero se encontró con un hombre que le dijo. "Sígame, que yo lo llevaré a donde debe ir". Lo siguió y después de mucho caminar se dio cuenta de que el otro era un desertor que huía del ejército, y que se encontraban totalmente lejos del batallón.
Y al llegar a un pueblo, Juan María se fue a donde el alcalde a contarle su caso. La ley ordenaba pena de muerte a quien desertara del ejército. Pero el alcalde que era muy bondadoso escondió al joven en su casa, y lo puso a dormir en un pajar, y así estuvo trabajando escondido por bastante tiempo, cambiándose de nombre, y escondiéndose muy hondo entre el pasto seco, cada vez que pasaban por allí grupos del ejército. Al fin en 1810, cuando Juan llevaba 14 meses de desertor el emperador Napoleón dio un decreto perdonando la culpa a todos los que se habían fugado del ejército, y Vianney pudo volver otra vez a su hogar.
Trató de ir a estudiar al seminario pero su intelecto era romo y duro, y no lograba aprender nada. Los profesores exclamaban: "Es muy buena persona, pero no sirve para estudiante No se le queda nada". Y lo echaron.
Se fue en peregrinación de muchos días hasta la tumba de San Francisco Regis, viajando de limosna, para pedirle a ese santo su ayuda para poder estudiar. Con la peregrinación no logró volverse más inteligente, pero adquirió valor para no dejarse desanimar por las dificultades. El año siguiente, recibió el sacramento de la confirmación, que le confirió todavía mayor fuerza para la lucha; en él tomó Juan María el nombre de Bautista.
El Padre Balley había fundado por su cuenta un pequeño seminario y allí recibió a Vianney. Al principio el sacerdote se desanimaba al ver que a este pobre muchacho no se le quedaba nada de lo que él le enseñaba Pero su conducta era tan excelente, y su criterio y su buena voluntad tan admirables que el buen Padre Balley dispuso hacer lo posible y lo imposible por hacerlo llegar al sacerdocio.
Después de prepararlo por tres años, dándole clases todos los días, el Padre Balley lo presentó a exámenes en el seminario. Fracaso total. No fue capaz de responder a las preguntas que esos profesores tan sabios le iban haciendo. Resultado: negativa total a que fuera ordenado de sacerdote.
Su gran benefactor, el Padre Balley, lo siguió instruyendo y lo llevó a donde sacerdotes santos y les pidió que examinaran si este joven estaba preparado para ser un buen sacerdote. Ellos se dieron cuenta de que tenía buen criterio, que sabía resolver problemas de conciencia, y que era seguro en sus apreciaciones en lo moral, y varios de ellos se fueron a recomendarlo al Sr. Obispo. El prelado al oír todas estas cosas les preguntó: ¿El joven Vianney es de buena conducta? - Ellos le repondieron: "Es excelente persona. Es un modelo de comportamiento. Es el seminarista menos sabio, pero el más santo" "Pues si así es - añadió el prelado - que sea ordenado de sacerdote, pues aunque le falte ciencia, con tal de que tenga santidad, Dios suplirá lo demás".
Y así el 12 de agosto de 1815, fue ordenado sacerdote, este joven que parecía tener menos inteligencia de la necesaria para este oficio, y que luego llegó a ser el más famoso párroco de su siglo (4 días después de su ordenación, nació San Juan Bosco). Los primeros tres años los pasó como vicepárroco del Padre Balley, su gran amigo y admirador.
Unos curitas muy sabios habían dicho por burla: "El Sr. Obispo lo ordenó de sacerdote, pero ahora se va a encartar con él, porque ¿a dónde lo va a enviar, que haga un buen papel?".
Y el 9 de febrero de 1818 fue envaido a la parroquia más pobre e infeliz. Se llamaba Ars. Tenía 370 habitantes. A misa los domingos no asistían sino un hombre y algunas mujeres. Su antecesor dejó escrito: "Las gentes de esta parroquia en lo único en que se diferecian de los ancianos, es en que ... están bautizadas". El pueblucho estaba lleno de cantinas y de bailaderos. Allí estará Juan Vianney de párroco durante 41 años, hasta su muerte, y lo transformará todo.
El nuevo Cura Párroco de Ars se propuso un método triple para cambiar a las gentes de su desarrapada parroquia. Rezar mucho. Sacrificarse lo más posible, y hablar fuerte y duro. ¿Qué en Ars casi nadie iba a la Misa? Pues él reemplazaba esa falta de asistencia, dedicando horas y más horas a la oración ante el Santísimo Sacramento en el altar. ¿Qué el pueblo estaba lleno de cantinas y bailaderos? Pues el párroco se dedicó a las más impresionantes penitencias para convertirlos. Durante años solamente se alimentará cada día con unas pocas papas cocinadas. Los lunes cocina una docena y media de papas, que le duran hasta el jueves. Y en ese día hará otro cocinado igual con lo cual se alimentará hasta el domingo. Es verdad que por las noches las cantinas y los bailaderos están repletos de gentes de su parroquia, pero también es verdad que él pasa muchas horas de cada noche rezando por ellos. ¿Y sus sermones? Ah, ahí si que enfoca toda la artillería de sus palabras contra los vicios de sus feligreses, y va demoliendo sin compasión todas las trampas con las que el diablo quiere perderlos.
Cuando el Padre Vianney empieza a volverse famoso muchas gentes se dedican a criticarlo. El Sr. Obispo envía un visitador a que oiga sus sermones, y le diga que cualidades y defectos tiene este predicador. El enviado vuelve trayendo noticias malas y buenas.
El prelado le pregunta: "¿Tienen algún defecto los sermones del Padre Vianney? - Sí, Monseñor: Tiene tres defectos. Primero, son muy largos. Segundo, son muy duros y fuertes. Tercero, siempre habla de los mismos temas: los pecados, los vicios, la muerte, el juicio, el infierno y el cielo". - ¿Y tienen también alguna cualidad estos sermones? - pregunta Monseñor-. "Si, tienen una cualidad, y es que los oyentes se conmueven, se convierten y empiezan una vida más santa de la que llevaban antes".
El Obispo satisfecho y sonriente exclamó: "Por esa última cualidad se le pueden perdonar al Párroco de Ars los otros tres defectos".
Los primeros años de su sacerdocio, duraba tres o más horas leyendo y estudiando, para preparar su sermón del domingo. Luego escribía. Durante otras tres o más horas paseaba por el campo recitándole su sermón a los árboles y al ganado, para tratar de aprenderlo. Después se arrodillaba por horas y horas ante el Santísimo Sacramento en el altar, encomendándo al Señor lo que iba decir al pueblo. Y sucedió muchas veces que al empezar a predicar se le olvidaba todo lo que había preparado, pero lo que le decía al pueblo causaba impresionantes conversiones. Es que se había preparado bien antes de predicar.
Pocos santos han tenido que entablar luchas tan tremendas contra el demonio como San Juan Vianney. El diablo no podía ocultar su canalla rabia al ver cuantas almas le quitaba este curita tan sencillo. Y lo atacaba sin compasión. Lo derribaba de la cama. Y hasta trató de prenderle fuego a su habitación . Lo despertaba con ruidos espantosos. Una vez le gritó: "Faldinegro odiado. Agradézcale a esa que llaman Virgen María, y si no ya me lo habría llevado al abismo".
Un día en una misión en un pueblo, varios sacerdotes jovenes dijeron que eso de las apariciones del demonio eran puros cuentos del Padre Vianney. El párroco los invitó a que fueran a dormir en el dormitorio donde iba a pasar la noche el famoso padrecito. Y cuando empezaron los tremendos ruidos y los espantos diabólicos, salieron todos huyendo en pijama hacia el patio y no se atrevieron a volver a entrar al dormitorio ni a volver a burlarse del santo cura. Pero él lo tomaba con toda calma y con humor y decía: "Con el patas hemos tenido ya tantos encuentros que ahora parecemos dos compinches". Pero no dejaba de quitarle almas y más almas al maldito Satanás.
Cuando concedieron el permiso para que lo ordenaran sacerdote, escribieron: "Que sea sacerdote, pero que no lo pongan a confesar, porque no tiene ciencia para ese oficio". Pues bien: ese fue su oficio durante toda la vida, y lo hizo mejor que los que sí tenían mucha ciencia e inteligencia. Porque en esto lo que vale son las iluminaciones del Espíritu Santo, y no nuestra vana ciencia que nos infla y nos llena de tonto orgullo.
Tenía que pasar 12 horas diarias en el confesionario durante el invierno y 16 durante el verano. Para confesarse con él había que apartar turno con tres días de anticipación. Y en el confesionario conseguía conversiones impresionantes.
Desde 1830 hasta 1845 llegaron 300 personas cada día a Ars, de distintas regiones de Francia a confesarse con el humilde sacerdote Vianney. El último año de su vida los peregrinos que llegaron a Ars fueron 100 mil. Junto a la casa cural había varios hoteles donde se hospedaban los que iban a confesarse.
A las 12 de la noche se levantaba el santo sacerdote. Luego hacía sonar la campana de la torre, abría la iglesia y empezaba a confesar. A esa hora ya la fila de penitentes era de más de una cuadra de larga. Confesaba hombres hasta las seis de la mañana. Poco después de las seis empezaba a rezar los salmos de su devocionario y a prepararse a la Santa Misa. A las siete celebraba el santo oficio. En los últimos años el Obispo logró que a las ocho de la mañana se tomara una taza de leche.
De ocho a once confesaba mujeres. A las 11 daba una clase de catecismo para todas las personas que estuvieran ahí en el templo. Eran palabras muy sencillas que le hacían inmenso bien a los oyentes.
A las doce iba a tomarse un ligerísimo almuerzo. Se bañaba, se afeitaba, y se iba a visitar un instituto para jóvenes pobres que él costeaba con las limosnas que la gente había traido. Por la calle la gente lo rodeaba con gran veneración y le hacían consultas.
De una y media hasta las seis seguía confesando. Sus consejos en la confesión eran muy breves. Pero a muchos les leía los pecados en su pensamiento y les decía los pecados que se les habían quedado sin decir. Era fuerte en combatir la borrachera y otros vicios.
En el confesionario sufría mareos y a ratos le parecía que se iba a congelar de frío en el invierno y en verano sudaba copiosamente. Pero seguía confesando como si nada estuviera sufriendo. Decía: "El confesionario es el ataúd donde me han sepultado estando todavía vivo". Pero ahí era donde conseguía sus grandes triunfos en favor de las almas.
Por la noche leía un rato, y a las ocho se acostaba, para de nuevo levantarse a las doce de la noche y seguir confesando.
Cuando llegó a Ars solamente iba un hombre a misa. Cuando murió solamente había un hombre en Ars que no iba a misa. Se cerraron muchas cantinas y bailaderos.
En Ars todos se sentían santamente orgullosos de tener un párroco tan santo. Cuando él llegó a esa parroquia la gente trabajaba en domingo y cosechaba poco. Logró poco a poco que nadie trabajara en los campos los domingos y las cosechas se volvieron mucho mejores.
Siempre se creía un miserable pecador. Jamás hablaba de sus obras o éxitos obtenidos. A un hombre que lo insultó en la calle le escribió una carta humildísima pidiendole perdón por todo, como si el hubiera sido quién hubiera ofendido al otro. El obispo le envió un distintivo elegante de canónigo y nunca se lo quiso poner. El gobierno nacional le concedió una condecoración y él no se la quiso colocar. Decía con humor: "Es el colmo: el gobierno condecorando a un cobarde que desertó del ejército". Y Dios premió su humildad con admirables milagros.
El 4 de agosto de 1859 pasó a recibir su premio en la eternidad.
Fue beatificado el 8 de enero de 1905 por el Papa San Pío X, y canonizado por S.S. Pío XI el 31 de mayo de 1925.
domingo, 3 de agosto de 2014
13 LÍNEAS PARA VIVIR
13 LÍNEAS PARA VIVIR
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
1. Te quiero no por quien eres, sino por quien soy cuando estoy contigo.
2. Ninguna persona merece tus lágrimas, y quien se las merezca no te hará llorar.
3. Sólo porque alguien no te ame como tú quieres, no significa que no te ame con todo su ser.
4. Un verdadero amigo es quien te toma de la mano y te toca el corazón.
5. La peor forma de extrañar a alguien es estar sentado a su lado y saber que nunca lo podrás tener.
6. Nunca dejes de sonreír, ni siquiera cuando estés triste, porque nunca sabes quién se puede enamorar de tu sonrisa.
7. Puedes ser solamente una persona para el mundo, pero para una persona tú eres el mundo.
8. No pases el tiempo con alguien que no esté dispuesto a pasarlo contigo.
9. Quizá Dios quiera que conozcas mucha gente equivocada antes de que conozcas a la persona
adecuada, para que cuando al fin la conozcas sepas estar agradecido.
10. No llores porque ya se terminó, sonríe porque sucedió.
11. Siempre habrá gente que te lastime, así que lo que tienes que hacer es seguir confiando y sólo ser más cuidadoso en quien confías dos veces.
12. Conviértete en una mejor persona y asegúrate de saber quién eres antes de conocer a alguien más y esperar que esa persona sepa quién eres.
13. No te esfuerces tanto, las mejores cosas suceden cuando menos te las esperas.
Recuerda:
"TODO LO QUE SUCEDE, SUCEDE POR UNA RAZÓN"
MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO, HOY DOMINGO 3 DE AGOSTO DEL 2014
Francisco en el ángelus: Jesús nos enseña a anteponer las necesidades de los pobres a las nuestras.
Palabras del Santo Padre para introducir la oración mariana
Ciudad del Vaticano, 03 de agosto de 2014 (Zenit.org)
El santo padre Francisco se ha asomado a las 12.00 a la ventana del estudio del Palacio Apostólico Vaticano para recitar el ángelus con los fieles y peregrinos, cubiertos por paraguas para protegerse de la lluvia, reunidos en la plaza de san Pedro para rezar juntos la oración mariana.
Estas son las palabras del Papa para introducir en ángelus:
Queridos hermanos y hermanas,
en este domingo, el Evangelio nos presenta el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces. Jesús lo hizo en el lago de Galilea, en un lugar aislado donde se había retirado con sus discípulos después de enterarse de la muerte de Juan Bautista. Pero muchas personas le siguieron y le alcanzaron; y Jesús, viéndoles, sintió compasión y curó enfermos hasta la noche. Entonces, los discípulos preocupados porque era tarde, le dijeron que despidiera a la multitud para que pudieran ir a los pueblos y comprarse comida. Pero Jesús, tranquilamente respondió: "Dadles vosotros de comer"; y le dieron cinco panes y dos peces, los bendijo, y comenzó a partirlos y darlos a los discípulos, que los distribuyeron entre la gente. ¡Todos comieron hasta saciarse y aún así sobró!
En este acontecimiento podemos acoger tres mensajes. El primero es la compasión. Frente a la multitud que lo sigue y -por así decir- 'no lo deja en paz', Jesús no actúa con irritación, no dice 'esta gente me molesta'. Sino que siente compasión, porque sabe que no lo buscan por curiosidad, sino por necesidad. Estemos atentos, compasión es lo que siente Jesús. No es simplemente sentir piedad, es más, significa misericordia, es decir, identificarse con el sufrimiento del otro, al punto de cargarlo en sí mismo. Así es Jesús, sufre junto a nosotros, sufre con nosotros, sufre por nosotros.
Y el signo de esta compasión son las numerosas curaciones que hace. Jesús nos enseña a anteponer las necesidades de los pobres a las nuestras. Nuestras exigencias, aún legítimas, no serán nunca tan urgentes como las de los pobres, que no tienen lo necesario para vivir. Nosotros hablamos a menudo de los pobres, pero cuando hablamos de los pobres ¿sentimos a ese hombre, esa mujer, ese niño que no tienen lo necesario para vivir? No tienen para comer, no tienen para vestirse, no tienen la posibilidad de medicinas, también los niños que no pueden ir al colegio. Es por esto que nuestras exigencias, aún legitimas, no serán nunca tan urgentes como la de los pobres que no tienen lo necesario para vivir.
El segundo mensaje es el compartir. Primero la compasión, lo que sentía Jesús y después el compartir. Es útil comparar la reacción de los discípulos, frente a la gente cansada y hambrienta, con la de Jesús. Son distintas. Los discípulos piensan que lo mejor es despedirse, para que puedan ir a buscar para comer. Jesús sin embargo dice: dadles vosotros de comer. Dos reacciones diferentes, que reflejan dos lógicas opuestas: los discípulos razonan según el mundo, por lo que cada uno debe pensar en sí mismo. Reaccionan como si dijeran 'arreglároslas solos'. Jesús razona según la lógica de Dios, la del compartir. ¿Cuántas veces nosotros nos giramos hacia otro lado, para no ver a los hermanos necesitados? Y este mirar a otra parte, es una forma educada de decir en muchas cosas 'arreglároslas solos'. Y esto no es de Jesús. Es egoísta. Si hubiera despedido a la gente, muchas personas se habrían quedado sin comer. Sin embargo esos pocos panes y peces, compartidos y bendecidos por Dios, bastaron para todos. Atención: ¡no es magia, es un 'signo'! Un signo que invita a tener fe en Dios, Padre providente, que no permite que nos falte nuestro "pan de cada día", ¡si nosotros sabemos compartirlo como hermanos! Compasión, compartir. El tercer mensaje: el prodigio de los panes preanuncia la Eucaristía. Se ve en el gesto de Jesús que "recitó la bendición" antes de partir los panes y darlos a la multitud. Es el mismo gesto que Jesús hará en la Última Cena, cuando instituyó el memorial perpetuo de su Sacrificio redentor. En la Eucaristía Jesús no da un pan, sino el pan de la vida eterna, se dona a Sí mismo, ofreciéndose al Padre por amor a nosotros. Pero nosotros, debemos ir a la eucaristía con esos sentimientos de Jesús, la compasión. Y con ese deseo de Jesús, compartir. Quien va a la eucaristía sin tener compasión de los necesitados y sin compartir, no se encuentra bien con Jesús.
Compasión, compartir, Eucaristía. Este es el camino que Jesús nos indica en este Evangelio. Un camino que nos lleva a afrontar con fraternidad las necesidades de este mundo, pero que nos conduce más allá de este mundo, porque sale de Dios y vuelve a Él. La Virgen María, Madre de la divina Providencia, nos acompañe en este camino.
Traducido por Rocío Lancho García
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