jueves, 1 de agosto de 2013

SÍ, LA EUCARISTÍA ES PRENDA Y FUENTE DE ESPERANZA


Autor: P. Antonio Rivero LC | Fuente: Catholic.net
Sí, la Eucaristía es prenda y fuente de esperanza.

Mientras haya una Hostia que brille en la custodia, la 

esperanza sigue viva, todavía Dios mira a esta tierra.


Sí, la Eucaristía es prenda y fuente de esperanza.
Hoy se está perdiendo mucho la esperanza, esa virtud que nos da alegría, optimismo, ánimo, que nos hace tender la vista hacia el cielo, donde se realizarán todas las promesas. La esperanza es la virtud del caminante.


¡La esperanza!

La esperanza causa en nosotros el deseo del cielo y de la posesión de Dios. Pero el deseo comunica al alma el ansia, el impulso, el ardor necesario para aspirar a ese bien deseado y sostiene las energías hasta que alcanzamos lo que deseamos.

Además acrecienta nuestras fuerzas con la consideración del premio que excederá con mucho a nuestros trabajos. Si las gentes trabajan con tanto ardor para conseguir riquezas que mueren y perecen; si los atletas se obligan voluntariamente a practicar ejercicios tan trabajosos de entrenamiento, si hacen desesperados esfuerzos para alcanzar una medalla o corona corruptible, ¿cuánto más no deberíamos trabajar y sufrir nosotros por algo inmortal?

La esperanza nos da el ánimo y la constancia que aseguran el triunfo. Así como no hay cosa que más desaliente que el luchar sin esperanza de conseguir la victoria, tampoco hay cosa que multiplique las fuerzas tanto como la seguridad del triunfo. Esta certeza nos da la esperanza.

Esta esperanza es atacada por dos enemigos:



  • Presunción: consiste en esperar de Dios el cielo y todas las gracias necesarias para llegar a Él sin poner de nuestra parte los medios que nos ha mandado. Se dice “Dios es demasiado bueno para condenarme” y descuidamos el cumplimiento de los Mandamientos. Olvidamos que además de bueno, es serio, justo y santo. Presumimos también de nuestras propias fuerzas, por soberbia, y nos ponemos en medio de los peligros y ocasiones de pecado. Sí, el Señor nos promete la victoria, pero con la condición de que hemos de velar y orar y poner todos los medios de nuestra parte.
  • Desaliento y desesperación: Harto tentados y a veces vencidos en la lucha, o atormentados por los escrúpulos, algunos se desaniman, y piensan que jamás podrán enmendarse y comienzan a desesperar de su salvación. “Yo ya no puedo”.

    La esperanza es una de las características de la Iglesia, como pueblo de Dios que camina hacia la Jerusalén celestial. Todo el Antiguo Testamento está centrado en la espera del Mesías. Vivían en continua espera. ¡Cuántas frases podríamos entresacar de la Biblia! “Dichoso el que confía en el Señor, y cuya esperanza es el Señor...Dios mío confío en Ti...No dejes confundida mi esperanza...Tú eres mi esperanza, Tú eres mi refugio, en tu Palabra espero...No quedará frustrada la esperanza del necesitado...Mi alma espera en el Señor, como el centinela la aurora”.

    También el Nuevo Testamento es un mensaje de esperanza. Cristo mismo es nuestra esperanza. Él es la garantía plena para alcanzar los bienes prometidos. La promesa que Él nos hizo fue ésta “quien me coma vivirá para siempre, tendrá la Vida Eterna”.

    ¿Cómo unir esperanza y Eucaristía?

    La eucaristía es un adelanto de esos bienes del cielo, que poseeremos después de esta vida, pues la Eucaristía es el Pan bajado del cielo. No esperó a nuestra ansia, Él bajó. No esperó a nuestro deseo, Él bajó a satisfacerlo ya. Es verdad que en el cielo quedaremos saciados completamente.

    La Eucaristía se nos da para fortalecer nuestra esperanza, para despertar nuestro recuerdo, para acompañar nuestra soledad, para socorrer nuestras necesidades y como testimonio de nuestra salvación y de las promesas contenidas en el Nuevo Testamento.

    Mientras haya una Iglesia abierta con el Santísimo, hay ilusión, amistad. Mientras haya un sacerdote que celebre misa, la esperanza sigue viva. Mientras haya una Hostia que brille en la custodia, todavía Dios mira a esta tierra.

    Dijimos que los dos grandes errores contra la esperanza son la presunción y la desesperación. A estos dos errores responde también la eucaristía.

    ¿Qué tiene que decir la eucaristía a la presunción?

    “Sin mi pan, no podrás caminar, sin mi fuerza no podrás hacer el bien, sin mi sostén caerás en los lazos de engaños del enemigo. Tú decías que podías todo. ¿Seguro? ¿Cómo podrías hacer el bien sin Mí, que soy el Bien supremo? Y a Mí se me recibe en la eucaristía. ¿Cómo podrías adquirir las virtudes tú solo, sin Mí, que doy el empuje a la santidad? Quien come mi carne irá raudo y veloz por el camino de la santidad”.

    ¿Y qué tiene que decir la eucaristía a la desesperación?

    “¿Por qué desesperas, si estoy a tu lado como Amigo, Compañero? ¿Por qué desesperas si Yo estaré contigo hasta el fin de los tiempos? ¿Por qué desesperas a causa de tus males y desgracias, si yo te daré la fuerza?”.

    El cardenal Nguyen van Thuan, obispo que pasó trece años en las cárceles del Vietnam, nueve de ellos en régimen de aislamiento, nos cuenta su experiencia de la eucaristía en la cárcel. De ella sacaba la fuerza de su esperanza.

    Estas son sus palabras: “He pasado nueve años aislado. Durante ese tiempo celebro la misa todos los días hacia las tres de la tarde, la hora en que Jesús estaba agonizando en el cruz. Estoy solo, puedo cantar mi misa como quiera, en latín, francés, vietnamita...Llevo siempre conmigo la bolsita que contiene el Santísimo Sacramento: “Tú en mí, y yo en Ti”. Han sido las misas más bellas de mi vida. Por la noche, entre las nueve y las diez, realizo una hora de adoración...a pesar del ruido del altavoz que dura desde las cinco de la mañana hasta las once y media de la noche. Siento una singular paz de espíritu y de corazón, el gozo y la serenidad de la compañía de Jesús, de María y de José”.

    Y le eleva esta oración hermosa a Dios: “Amadísimo Jesús, esta noche, en el fondo de mi celda, sin luz, sin ventana, calentísima, pienso con intensa nostalgia en mi vida pastoral. Ocho años de obispo, en esa residencia a sólo dos kilómetros de mi celda de prisión, en la misma calle, en la misma playa...Oigo las olas del Pacífico, las campanas de la catedral. Antes celebraba con patena y cáliz dorados; ahora tu sangre está en la palma de mi mano. Antes recorría el mundo dando conferencias y reuniones; ahora estoy recluido en una celda estrecha, sin ventana. Antes iba a visitarte al Sagrario; ahora te llevo conmigo, día y noche, en mi bolsillo. Antes celebraba la misa ante miles de fieles; ahora, en la oscuridad de la noche, dando la comunión por debajo de los mosquiteros. Antes predicaba ejercicios espirituales a sacerdotes, a religiosos, a laicos...; ahora un sacerdote, también él prisionero, me predica los Ejercicios de san Ignacio a través de las grietas de la madera. Antes daba la bendición solemne con el Santísimo en la catedral; ahora hago la adoración eucarística cada noche a las nueve, en silencio, cantando en voz baja el Tantum Ergo, la Salve Regina, y concluyendo con esta breve oración: “Señor, ahora soy feliz de aceptar todo de tus manos: todas las tristezas, los sufrimientos, las angustias, hasta mi misma muerte. Amén” .

    Sí, la Eucaristía es prenda y fuente de esperanza.


  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Antonio Rivero LC. 

    QUINCE MINUTOS CON JESÚS SACRAMENTADO


     Quince minutos con Jesús Sacramentado

    No es preciso, hijo mío, saber mucho para agradarme; basta que me ames mucho. Háblame sencillamente, como hablarías al más íntimo de tus amigos, como hablarías a tu madre, o a tu hermano.

    ¿Necesitas hacerme alguna súplica en favor de alguien? Dime su nombre, sea el de tus padres, el de tus hermanos y amigos; dime en seguida qué quisieras hiciese yo realmente por ellos. Pide mucho, muchas cosas; no vaciles en pedir, me gustan los corazones generosos, que llegan a olvidarse de sí mismos para atender las necesidades ajenas.
    Háblame con llaneza, de los pobres a quienes quisieras consolar; de los enfermos a quienes ver padecer; de los extraviados que anhelas devolver al buen camino; de los amigos ausentes que quisieras ver otra vez a tu lado. Dime por todos al menos una palabra; pero palabra de amigo, palabra entrañable y fervorosa. Recuérdame que he prometido escuchar toda súplica que salga del corazón.

    ¿Necesitas alguna gracia? Haz, si quieres, una lista de lo que necesitas, y ven, léela en mi presencia. Dime con sinceridad que sientes orgullo, pereza y amor a la sensualidad, que eres tal vez egoísta, inconstante, negligente..., y pídeme luego que venga en ayuda de los esfuerzos, pocos o muchos, que haces para sacudir de encima de ti tales miserias.
    No te avergüences, ¡pobre alma! ¡Hay en el cielo tantos y tantos justos, tantos y tantos santos de primer orden que tuvieron los mismos defectos! Pero rezaron con humildad, y poco a poco se vieron libres de sus miserias.

    Tampoco vaciles en pedirme bienes para cuerpo y para entendimiento: salud, memoria, éxito feliz en tus trabajos, negocios o estudios... Todo eso puedo darte, y lo doy y deseo me lo pidas en cuanto no se oponga, sino que favorezca y ayude a tu santificación. Hoy por hoy, ¿qué necesitas? ¿Qué puedo hacer por tu bien? ¡Si conocieses los deseos que tengo de favorecerte!

    ¿Te preocupa alguna cosa? Cuéntamelo todo detalladamente. ¿Qué te preocupa?, ¿qué piensas?, ¿qué deseas? ¿No querrías poder hacer algún bien a tus prójimos, a tus amigos a quienes amas tal vez mucho y que viven quizá olvidados de mí? ¿No te sientes con deseos de mi gloria?
    Dime: ¿qué cosa llama hoy particularmente tu atención? ¿qué anhelas más vivamente y con qué medios cuentas para conseguirlo? Dime qué es lo que te ha salido mal, y yo te diré las causas de tu fracaso. Hijo mío, soy dueño de los corazones, y dulcemente los llevo, sin perjuicio de su libertad, donde me place.

    ¿Estás triste o de mal humor? Cuéntame tus tristezas con todos sus pormenores. ¿Quién te ha ofendido?, ¿quién lastimó tu amor propio?, ¿quién te ha menospreciado? Acércate a mi corazón, que tiene el bálsamo eficaz para todas las heridas del tuyo. Cuéntame todo, y acabarás por decirme que, a semejanza de mí, todo lo perdonas, todo lo olvidas, y en pago recibirás mi consoladora bendición. ¿Tienes miedo de algo? ¿Sientes en tu alma tristeza?
    Échate en brazos de mi providencia. Contigo estoy aquí, a tu lado me tienes; todo lo oigo, ni un momento te desamparo.

    ¿Sientes desprecio por las personas que antes te quisieron bien, y ahora se alejan de ti sin que les hayas dado el menor motivo? Ruega por ellas, y yo las volveré a tu lado si no han de ser obstáculo a tu santificación.

    ¿Tienes alguna alegría que comunicarme? ¿Por qué no me haces partícipe de ella por lo buen amigo tuyo que soy? Cuéntame lo que desde ayer, desde la última visita que me hiciste, te ha consolado y hecho como sonreír tu corazón. Quizá has tenido alguna sorpresa agradable; quizá has recibido buenas noticias, una carta, una muestra de cariño; quizá has vencido una dificultad o salido de un apuro... Obra mía es todo esto, y yo te lo he proporcionado. ¿Por qué no has de manifestarme por ello tu gratitud, y decirme sencillamente como un hijo a su padre: gracias, padre mío, gracias? El agradecimiento trae consigo nuevos beneficios, porque al bienhechor le agrada verse correspondido.
    ¿Tienes alguna promesa que hacerme? Puedo leer en el fondo de tu corazón. A los hombres se les engaña fácilmente, a Dios no. Háblame, pues, con toda sinceridad. ¿Tienes un propósito firme de no ponerte más en aquella ocasión de pecado?, ¿de privarte de aquello que te dañó?, ¿de no leer más aquel libro que dio rienda suelta a tu imaginación?, ¿de no tratar más a aquella persona que turbó la paz de tu alma, haciéndote pecar? ¿Volverás a ser amable con aquella persona a quien miraste hasta hoy como enemiga? Hijo mío, vuelve a tus ocupaciones habituales, a tu trabajo, a tu familia, a tu estudio..., pero no olvides la grata conversación que hemos tenido aquí los dos, en la soledad de la capilla.
    Ama a mi Madre, que lo es tuya también, la Virgen Santísima... y vuelve otra vez a Mí con el corazón más amoroso todavía, más entregado a mi servicio: en el mío encontrarás cada día nuevo amor, nuevos beneficios, nuevos consuelos.

    DIOS ESTÁ AQUÍ


    Dios está aquí

    Cantemos al Amor de los amores, cantemos al Señor: Dios está aquí. Es inaudito, pero es la realidad. Para quienes no tienen fe es increíble, pero no lo es para quienes creemos en la palabra de Dios. Jesús lo afirmó con claridad: Quien come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él (Jn 6,56).

    Muchos le abandonaron entonces porque, sin la fe, esas palabras resultan duras de admitir. Jesús, sin embargo, no rebajó su contenido. ¿Queréis marcharos?, preguntó a sus apóstoles. Porque las cosas son así, esta es la realidad. Pedro, movido por Dios, afirmó: Señor, ¿a quién vamos a ir?, de quién nos vamos a fiar, si sólo Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros hemos creído y sabemos que Tú eres el Santo de Dios (Jn 6,68).

    Agradecemos a Dios que nos haya dado a conocer esta verdad, pero se requiere como respuesta un acto de fe personal: Te creo, Señor; si Tú lo dices, será así. Para eso hacía Jesús los milagros, para que, viendo sucesos extraordinarios, creyeran cosas humanamente increíbles, misterios que sólo sabe Dios y de los que desea hacernos partícipes. Los contenidos de la fe son un regalo para los que tienen fe, para los humildes. Quien se fía de alguien que sabe más acaba sabiendo lo que no conocía. Los cristianos conocemos realidades maravillosas y salvíficas que no pueden ser conocidas los quienes se guían exclusivamente por sus propias evidencias, su experiencia y su limitada razón. La Eucaristía, en este sentido, es un regalo para los que tienen fe.

    En la Biblia se descubre el interés de Dios por estar cerca de los hombres, de aquellos que le pueden reconocer como Dios. Por eso, Dios hizo una alianza con el pueblo de Israel. Ellos se comprometían a escuchar su voz y a obedecerle, y Dios se comprometía a estar en medio de ellos y a protegerles. Su presencia estaba en un lugar sagrado (la Shekinâ): Me harán un santuario y habitaré en medio de ellos (Ex 25,8). Primero fue la "Tienda del encuentro" durante el éxodo por el desierto y luego instalada en Jerusalén, y después reemplazada por el Templo de Salomón. Allí, en el "Sancta sanctorum" habitaba Dios de una manera especial en medio de su pueblo.

    Pero al llegar la plenitud de los tiempos, Dios mismo puso su tienda entre los hombres, y habitó entre nosotros, como dice Juan en el prólogo de su Evangelio (Jn 1,14). Aquella presencia de Dios en medio de Israel quedó sustituida por un Hombre en cuyo cuerpo habita en plenitud la divinidad. Jesús es el Emmanuel, Dios con nosotros. Él predijo a los judíos que, si le mataban, ya no habría templo en Jerusalén, y que Él al tercer día reedificaría otro templo no hecho por mano de hombre.

    Una vez resucitado ya no iba a haber más templo ni lugar donde se adorara a Dios, porque los verdaderos adoradores adorarían en espíritu y verdad. Ya no sería un "lugar" donde se adoraría a Dios, sino una Persona: dondequiera que se halle el Cuerpo de Cristo, allí estará Dios. Quien desee encontrarse con Dios tiene que ir a Él, porque no se nos ha dado otro nombre bajo el cielo, no hay otro camino, no hay otro lugar. Cristo está en su Iglesia (Mt 28,20) y en todo hombre que permanezca en su palabra y en su amor (Jn 14,16; 15, 4-9), pero de una manera especial -de modo sacramental- en su Cuerpo y en su Sangre (Jn 6,56): Esto es mi cuerpo..., ésta es mi sangre... (Mc 14,22; 1 Cor 11,24).

    En los sacramentos de la nueva ley se simboliza con signos visibles la realidad que contienen, y en ellos se hace presente Cristo y nos da su gracia; pero "El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos. En el santísimo sacramento de la Eucaristía están contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero. Esta presencia se denomina real, no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen reales, sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente" (C.E.C., 1374).

    La Eucaristía hace presente aquí -en las dimensiones del pan y del vino consagrados- a Cristo vivo, y lo hace presente continuamente en la Iglesia a través de los siglos. La Eucaristía no es una simple referencia a la persona de Cristo, sino que es su misma Persona.

    LA PAZ


    LA PAZ

    La paz. Que palabra tan importante. La paz es lo que todos buscan y no lo saben. La paz interior, el tesoro mas grande que podemos tener, no viene en cápsulas. El estrés, que es la ausencia de paz interna, puede causar tensión alta, bocio, migrañas, artritis, enfermedades del corazón, ulceras gastrointestinales, y todo tipo de enfermedades mentales. La paz con Dios puede curar estas enfermedades.

    Los médicos pueden prescribir fármacos pero no pueden hacer mucho sobre la causa que genera las enfermedades, especialmente si no se trata el espíritu que es el componente más importante.

    Paz. Que palabra tan importante. Hablamos de la paz interior, no la ausencia de guerra. Aunque esto es también una guerra, en el corazón.

    La Biblia tiene mucho que decir sobre la paz. Nosotros tenemos mucho que aprender sobre esta palabra.
    Donde hay estrés no hay paz. La falta de paz interior es la causa # 1 de casi todos nuestros problemas de salud. Esto parece una exageración pero si se analiza detenidamente a la luz de la palabra de Dios, vemos que el conseguir tener paz duradera es el beneficio más grande que podemos alcanzar en esta vida. Ninguna otra cosa se puede comparar con ella.

    Pero la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento no es tan fácil conseguirla.

     Filipenses 4:6-7 dice:
    “Por nada estéis afanosos (ansiosos, preocupados) sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios, con toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la PAZ DE DIOS, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús, Señor nuestro.”

    Necesitamos más que una píldora para los problemas de estrés en los que se encuentra el hombre que ha perdido todos sus ahorros en la crisis económica, para la mujer que ha sido abandonada por su marido, y para el hombre que maquina por la noche en su cama como va a vengarse del que es responsable de sus problemas.

     Dios prometió al pueblo judío que si andaban en obediencia a sus estatutos los protegería de toda enfermedad, cosa que la medicina moderna no puede prometer con todas sus medidas preventivas.

    “Y Moisés clamó a Yahve, y Yahve le mostró un árbol; y lo echó en las aguas, y las aguas se endulzaron. Allí les dio estatutos y ordenanzas, y allí los probó; y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Yahve tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, NINGUNA ENFERMEDAD DE LAS QUE ENVIÉ A LOS EGIPCIOS TE ENVIARÉ A TI; porque yo soy Yahve tu sanador.

     Hoy día tenemos no una epidemia, sino una pandemia de problemas psiquiátricos causados por vivir una vida ignorando las leyes de Dios. El fruto y beneficio más grande que resulta de tener una relación con Dios por medio de la fe en su Hijo Jesucristo, es la paz.

     El problema principal que tienen los que sufren de depresión, de ansiedad, de tensión, de temores infundados, etc. es la falta de paz. El hombre no se da cuenta de que la conciencia pesa mucho. Está inconsciente del papel que esta juega en todos estos problemas físicos. Pero el subconsciente es muy real.

     La Biblia dice:
    “No os engañéis; Dios no puede ser burlado; pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.”
     Pero hay buenas noticias. Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a traernos la paz.

     En Juan 14 leemos:
     “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay. Voy a preparar lugar para vosotros y volveré y os llevaré allí”.

     ”La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”.
    Juan 14:6

    “Yo soy en camino…”

    ”El que a mí viene, no le echo fuera. Venid a mi para que tengáis vida en abundancia”.
    Palabras de Jesucristo. Palabras de vida. Jesucristo es el camino a la paz duradera.

    EL EVANGELIO DE HOY: 01.08.2013

    Autor: H. Héctor Flores | Fuente: Catholic.net
    Separarán a los malos de entre los justos
    Mateo 13, 47-53. Tiempo Ordinario. Cada momento en nuestra vida tenemos la oportunidad de elegir entre lo bueno y lo malo, entre el bien y el pecado.
     
    Separarán a los malos de entre los justos
    Del Evangelio según san Mateo 13, 47-53

    El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve. Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes. ¿Comprendieron todo esto?». «Sí», le respondieron. Entonces agregó: «Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo». Cuando Jesús terminó estas parábolas se alejó de allí.

    Oración introductoria

    Jesús gracias por permitirme este encuentro contigo. Me pongo delante de Ti para presentarte mis debilidades, preocupaciones y también aquello que no me agrada, así como mis alegrías, triunfos e ilusiones. Me pongo en tus manos y te pido la fortaleza necesaria para perseverar en el amor a Ti.

    Petición

    Jesús permíteme comprender el fin de la vocación en mi vida para que pueda hacer sólo lo que te agrada.

    Meditación del Papa 

    Él -como lo revela Jesús-, es el Padre que alimenta a las aves del cielo sin que deban sembrar ni cosechar, y reviste de magníficos colores las flores del campo, con vestidos más bellos que los del rey Salomón; y nosotros -añade Jesús-, ¡valemos más que las flores y las aves del cielo! Y si Él es lo suficientemente bueno para hacer "salir el sol sobre malos y buenos, y... llover sobre justos e injustos", podremos siempre, sin temor y con total confianza, confiarnos a su perdón de Padre cuando nos equivocamos de camino. Dios es un Padre bueno que acoge y abraza al hijo perdido y arrepentido, se entrega gratuitamente a aquellos que se lo piden y ofrece el pan del cielo y el agua viva que da vida para siempre. Por lo tanto, el orante del salmo 27, rodeado de enemigos, asediado por malvados y calumniadores, mientras busca la ayuda del Señor y lo invoca, puede dar su testimonio lleno de fe, diciendo: "Mi padre y mi madre me han abandonado, pero el Señor me ha acogido". Dios es un Padre que nunca abandona a sus hijos, un Padre amoroso que apoya, ayuda, acoge, perdona y salva, con una fidelidad que supera inmensamente a la de los hombres. (Benedicto XVI, 30 de enero de 2013).

    Reflexión

    Este evangelio nos presenta la realidad a la que algún día nos enfrentaremos, solo Dios sabe cuándo. Es por eso una nueva invitación para estar en vigilancia y oración. Cada momento en nuestra vida tenemos la oportunidad de elegir entre lo bueno y lo malo, entre el bien y el pecado. Cristo quiere que nos demos cuenta de esta realidad y que valoremos el gran premio para la eternidad. Ciertamente no es nada fácil mantenerse en vigilancia porque por todos lados estamos rodeados de tentaciones, pero nos preservaremos en la medida que esa fe en Jesús se haga realidad constantemente a través de un pensamiento, una jaculatoria, una renuncia por amor, una conquista ofrecida...

    Como cristianos estamos llamados a ayudar a nuestros hermanos a llegar al cielo. El apóstol es una moneda de dos caras: por un lado está la oración y por otro el apostolado; no existen los santos egoístas. Vivo mi vocación en el trabajo, en la familia, con los amigos, ese es mi apostolado y también la manera de estar en vigilancia. Si quiero el cielo para mí, debo quererlo también para todos aquellos que me rodean.

    Propósito 

    Hoy leeré un capítulo del Evangelio, lo meditaré y comentaré con alguien.

    Oración final 

    Nuevamente te agradezco Jesús por este rato de diálogo contigo. Sé que la misión es ardua y por eso hoy te quiero ofrecer el esfuerzo que me pueda suponer el ayudar a los demás a conocerte. María en tus manos encomiendo mi apostolado de este día.


    El cristianismo tiene mucho que ofrecer en el ámbito práctico y moral, pues el Evangelio nunca deja de inspirar a hombres y mujeres a ponerse al servicio de sus hermanos y hermanas. Pocos podrían negarlo. Sin embargo, quienes fijan la mirada en Jesús de Nazaret con ojos de fe saben que Dios ofrece una realidad más profunda y, sin embargo, inseparable de la "economía" de la caridad operante en este mundo: él ofrece la salvación. (Benedicto XVI, Discurso del 28 de septiembre del 2009)



  • Preguntas o comentarios al autor
  • H. Héctor Flores 

    miércoles, 31 de julio de 2013

    LA BIBLIA Y EL TELÉFONO MÓVIL


    LA BIBLIA Y EL TELÉFONO MÓVIL

    Me pregunto qué pasaría si tratásemos a nuestra Biblia como tratamos a nuestro teléfono móvil.

    ¿Y si la lleváramos a todos lados en nuestra cartera o bolsillo?

    ¿Y si regresáramos a casa si se nos hubiera olvidado?

    ¿Y si la revisáramos varias veces al día?

    ¿Y si la usáramos para recibir mensajes del texto?

    ¿Y si la tratáramos como si no pudiésemos vivir sin ella?

    ¿Y si la ofreciéramos como regalo?

    ¿Y si la usáramos mientras viajamos?

    ¿Y si la usáramos en caso de emergencia?

    Esto es algo para animarnos a preguntar... hmmm... ¿dónde está mi Biblia?

    Ah, y una cosa más. A diferencia de nuestro teléfono móvil, no tenemos que preocuparnos de que nuestra Biblia se quede sin saldo… ¡porque Jesús ya pagó la cuenta!

    La Biblia está cargada eternamente. Nunca tiene que ser recargada.

    Cuando dices: "Es imposible" Dios dice: Todo es posible. (Lucas 18:27)

    Cuando dices: "Estoy muy cansado." Dios dice: Yo te haré descansar. (Mateo 11:28-30)

    Cuando dices: "Nadie me ama en verdad." Dios dice: Yo te amo. (Juan 3:16 y Juan 13:34)

    Cuando dices: "No puedo seguir." Dios dice: Mi gracia es suficiente. (II Corintios 12:9 y Salmos 91:15)

    Cuando dices: "No puedo resolver las cosas." Dios dice: Yo dirijo tus pasos. (Proverbios 3:56)

    Cuando dices: "Yo no lo puedo hacer." Dios dice: Todo lo puedes hacer. (Filipenses 4:13)

    Cuando dices: "Yo no soy capaz." Dios dice: Yo soy capaz. (II Corintios 9:8)

    Cuando dices: "No vale la pena." Dios dice: Sí valdrá la pena. (Romanos 8:28)

    Cuando dices: "No me puedo perdonar." Dios dice: YO TE PERDONO. (I Juan 1:9 y Romanos 8:1)

    Cuando dices: "No lo puedo administrar." Dios dice: Yo supliré todo lo que necesitas. (Filipenses 4:19)

    Cuando dices: "Tengo miedo." Dios dice: No te he dado un espíritu de temor. (I Timoteo 1:7)

    Cuando dices: "Siempre estoy preocupado y frustrado." Dios dice: Hecha tus cargas sobre mi. (I Pedro 5:7)

    Cuando dices: "No tengo suficiente fe." Dios dice: Yo le he dado a todos una medida de fe. (Romanos 12:3)

    Cuando dices: "No soy suficientemente inteligente." Dios dice: Yo te doy sabiduría. (I Corintios 1:30)

    Cuando dices: "Me siento muy solo." Dios dice: Nunca te dejaré, ni te desampararé. (Hebreos 13:5)

    LA CASA BONITA


    LA CASA BONITA

    Aquel era un sábado como cualquier otro: el trajín de siempre: correr, comprar rápido y escapar del tumulto y el bullicio de la ciudad en un destartalado autobús... Me sentía cansada y ofuscada por el inmenso calor y toda la gente a mi alrededor transpiraba como si estuvieran sumergidos en un mar de sudor. 

    Abordé el autobús y me senté en el primer asiento para refrescarme un poco con la brisa del camino. 

    Todo transcurrió normalmente hasta que a mitad del camino una mujer abordó el autobús. Vestía harapos, estaba sucia y sostenía un bebé de meses en sus brazos y a su lado llevaba un niño de no más de cuatro años. Ella se sentó a mi lado con el bebé, el otro niño se sentó en el asiento contiguo, al otro lado del pasillo. Observé aquella mujer discretamente: era delgada y podría decirse que había aún restos de juventud en su expresión; pude ver sus facciones: un rostro en el cual aún se vislumbraba unos rasgos bonitos, ojos claros, se notaba que aún era joven, sin embargo el peso del dolor podía verse a través de sus arrugas prematuras. El niño mayor se veía saludable, vivaracho y muy simpático.

    El viaje se convirtió en una “excursión de silencio” en cuanto la señora abordó el bus, todos los pasajeros la observaban con preocupación e incluso con cierto desprecio e incomodidad por la suciedad de sus ropas. De pronto en medio del silencio una chispa de luz brilló en los ojos del niño, miró sonriente por la puerta del autobús y gritó: “¡Mira, Mami, qué casa tan bonita!”. 

    Inconscientemente todos los pasajeros del autobús miramos hacia donde el niño señalaba y sólo había un pequeño rancho con unas pocas tablas, con hendijas por todas partes, sin piso y con unas latas herrumbradas y rotas por techo “¡ Mira, Mami, qué bonita y hasta tiene luz! ¡mira tiene un cable!” la mujer con ojos tristes le dijo”Si, hijo, si” y se volvió avergonzada hacia mí y se disculpó por su pobreza diciendo “No ve que como vivimos tan pobres y nos alumbramos con candelas, él todo lo ve bonito” e inclinó su rostro avergonzada. En aquel momento desee que el asiento del bus se abriera y me ocultara, ¡cómo podría quejarme yo después de esto!. 

    Desee quitarme las pocas cosas valiosas que llevaba encima y dárselas para que cubriera sus necesidades básicas. ¡Qué vergüenza! ¡Qué derecho tengo yo a “colgarme” adornos y alhajas de oro cuando otros no tienen con qué cubrir sus cuerpos del frío! 

    En la siguiente parada la mujer bajó, pero todos en el autobús quedamos con el corazón estrujado y un inmenso nudo en la garganta. Y los que nos llamamos “cristianos” con una sensación de culpa por no haber cumplido el mandato: “lo que a uno de éstos hiciéreis, a Mi me lo hacéis”. 

    Descubrí que la pobreza te hace apreciar y valorar muchas más cosas de las que a diario vemos y que la belleza está donde la encuentres.

    EL EVANGELIO DE HOY: 31.07.2013

    Autor: P. Francisco Javier Arriola, LC | Fuente: Catholic.net
    Encontrar el Reino de los Cielos, gran alegría
    Mateo 13, 44–46. Tiempo Ordinario. Quien encuentra en Dios su tesoro, hace todo por "comprar" el cielo y le pide a Dios no perderlo.
     
    Encontrar el Reino de los Cielos, gran alegría

    Del Evangelio según san Mateo 13, 44-46


    El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.

    Oración Introductoria

    Dulce Huésped del alma, Espíritu Santo, ven a visitar mi corazón para que me ayudes a encontrar los verdaderos tesoros por los cuales vale la pena dejarlo todo. Hazme digno depositario de tus dones e ilumina mi mente y entendimiento para escuchar tus palabras en este momento de oración en el que vengo humildemente a pedirte tu ayuda. Santifica mi vida para ayudar a otros a encontrarte.

    Petición

    Corazón de Jesús lleno de bondad, llena mi corazón de amor por ti y por los demás. Concédeme conocerte para amarte y poseerte como mi único tesoro. Hazme instrumento de tu amor para que todos se beneficien de las riquezas de tu gracia.

    Meditación del Papa

    Nos preguntamos: ¿Cómo podemos recibir y conservar este don de la alegría profunda, de la alegría espiritual? Un Salmo dice: "Sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón". Jesús explica que "El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo". Encontrar y conservar la alegría espiritual surge del encuentro con el Señor, que pide que le sigamos, que nos decidamos con determinación, poniendo toda nuestra confianza en Él. Queridos jóvenes, no tengáis miedo de arriesgar vuestra vida abriéndola a Jesucristo y su Evangelio; es el camino para tener la paz y la verdadera felicidad dentro de nosotros mismos, es el camino para la verdadera realización de nuestra existencia de hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza.
    Buscar la alegría en el Señor: la alegría es fruto de la fe, es reconocer cada día su presencia, su amistad: "El Señor está cerca"; es volver a poner nuestra confianza en Él, es crecer en su conocimiento y en su amor.(Benedicto XVI, 27 de marzo de 2012).

    Reflexión 

    Es más fácil adiestrarnos en los negocios del mundo que en los "negocios" espirituales. Los primeros los medimos con ganancias materiales y tangibles, mientras que los segundos sólo los medimos con la fe y el amor. Esto no significa que sea difícil encontrar las riquezas de la vida espiritual, más bien quiere decir que si nosotros no podemos, hay que asesorarnos con quienes conocen este mundo de negocios de la eternidad. Dios nos ha dado muchos medios para poder encontrarlo a Él: la Palabra de Dios en las Sagradas Escrituras, la Santísima Virgen, los sacerdotes, los santos, los ángeles y tantas personas de buena voluntad que viven una vida ejemplar.

    Las comparaciones que nos pone el Señor con su Reino, las entendemos con facilidad, porque conocemos lo que vale un cofre lleno de monedas de oro o una perla de valor incalculable, aunque nunca las hayamos tenido en las manos físicamente. Para nosotros debe haber sólo una perla, como le expresa el pasaje, pues no son varias porque disminuiría su valor. Nuestra única perla preciosa es Cristo, y quien lo posee conoce su valor. Quienes no lo conocen a Él, tampoco saben cuál es nuestro tesoro por el cual podemos llegar a dar la vida, como lo han hecho los mártires, los santos.

    También hay quienes encuentran el campo donde está el tesoro, venden todo y luego lo compran. Ellos son los que eligen la vida religiosa, consagrada o sacerdotal; ellos dejan todo con tal de poseer las praderas donde está el Tesoro. Estas praderas son donde llegan a reposar y a descansar porque Cristo, el Buen Pastor y Único Tesoro, nos hace valorar las cosas en su justo precio. Cuando Jesús se convierte en nuestro único tesoro, también Él nos esmalta con las bellas joyas de la fe, de la esperanza, de la gracia, de las virtudes y del amor.

    En un bello himno se lee que un apóstol no es apóstol si no es también un mensajero. Este tesoro que descubrimos lo será más en la medida en la que lo hagamos descubrir a los demás. Es curioso pensar que cuando encontramos a Dios, se transforma en la joya invaluable que nadie nos puede quitar si la cuidamos bien, y al mismo tiempo podemos hacer que otros lo encuentren, pero nunca podremos hacer que otros lo aprecien como lo único que vale si ellos mismos no lo valoran así. Esta es la experiencia de Dios en la vida espiritual, de la que más necesitamos conforme más la vamos conociendo y gustando.

    Santa Teresita del Niño Jesús tiene una frase que encierra bien esta experiencia: «Jesús, dulzura inefable, convertidme en amargura todos los goces de este mundo». Quien encuentra este tesoro, sólo le pide a Dios no perderlo. Una sola es la Verdad, uno sólo el Camino, y una sola es la Vida, todo lo demás que hemos recibido de Dios en este mundo, no es malo, al contrario, pues si hubiera sido algo malo Él nunca nos lo habría dado. Pero las personas, las cosas, lo material está subordinado al único valor que está expresado en el primer mandamiento de la ley de Dios: amar a Dios sobre todas las cosas. En esta relación, lo demás será un don y una oportunidad para alabar y agradecer a Dios.

    Propósito

    Haré cinco minutos de oración para agradecer a Dios todas las personas, experiencias y cosas que me ha dado y permitido en mi vida y le pediré que lo descubra a Él como mi único Tesoro.

    Diálogo con Cristo

    Señor, Bondad infinita, yo te alabo y te doy gracias por haberme creado, por haberme permitido acercarme una vez más a ti y conocerte un poco más. Mira mi indigencia, mira mi pobreza y socórreme Tú. No permitas que mi corazón se llene de las cosas que tienen un valor efímero, de las caducas y pasajeras, y sobre todo de las que me vacían el alma y me apartan de ti. Vacíame de mí mismo y de mis egoísmos, para que sólo Tú me puedas llenar el alma y las ansias de felicidad y eternidad. Que tu Eucaristía sea mi prenda de eternidad para ganarme el cielo y los tesoros que nos has prometido. Amén.


    Jesús es el verdadero y único tesoro que nosotros tenemos para dar a la humanidad. De él sienten profunda nostalgia los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, incluso cuando parecen ignorarlo o rechazarlo. De él tienen gran necesidad la sociedad en que vivimos, Europa y todo el mundo.
    Benedicto XVI, Gruta de Lourdes de los Jardines Vaticanos
    31 de mayo de 2010 


  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Francisco Javier Arriola, LC 

    PLUMA AL VIENTO


    PLUMA AL VIENTO
    (Reflexión)

    Una mujer se acusaba con san Felipe Neri de ser muy dada a la maledicencia.

    —¿Cae usted con frecuencia en esa falta?

    —Sí, padre, muchas veces.

    Al ver tal franqueza, comprendió el santo que había más de ligereza que perversidad, y que era menester convencerla de las deplorables consecuencias de su costumbre.

    —Hija, le dijo san Felipe, su culpa es grande, pero es mayor la misericordia de Dios; con la seria voluntad de enmendarse y la gracia de Dios, no dudo que llegará a triunfar de su hábito. Por su penitencia, irá usted al mercado, comprará una gallina recién muerta y con plumas, luego recorrerá las calles de la ciudad con todas sus vueltas y vaya desplumando la gallina y tirando de acá allá las plumas... Hecho, esto, me vendrá a dar cuenta de su cumplimiento como a ministro de Dios.

    Inútil decir el asombro de la penitente al recibir tal penitencia de un hombre tan serio y santo.

    Fue, pues, al mercado, compró la gallina y la fue desplumando por las calles y volvió a dar cuenta para que le explicara tan curiosa penitencia.

    —¡Ah! —Dijo el santo al verla—, ya ha cumplido bien la primera parte que le receté como médico; ahora cumpla la segunda y quedará del todo curada. Vuelva ahora al revés por el mismo camino y recoja todas las plumas que ha tirado.

    —¡Pero esto es imposible! Exclamó la pobre mujer sorprendida. Las tiré por todos lados y el viento se las habrá llevado.

    ¿Cómo volver a encontrarlas?

    —¡Bien! Hija mía, respondió el buen religioso, las maledicencias son como estas plumas que usted concede no poder recoger de nuevo. Sus funestas palabras han volado por todos lados, ¡cójalas ahora si puede!... ande... y no peque más.

    ORACIÓN PARA REZAR EN TODO MOMENTO


    Oración para rezar en todo momento

    Ayúdame a clarificar mis intenciones.
    purifica mis sentimientos, 
    santifica mis pensamientos 
    y bendice mis esfuerzos,
    para que todo en mi vida 
    sea de acuerdo a tu voluntad.

    Tengo tantos deseos contradictorios...
    Me preocupo por cosas 
    que ni importan ni son duraderas.
    Pero sé que si te entrego mi corazón
    haga lo que haga seguiré a mi nuevo corazón.

    En todo lo que hoy soy, 
    en todo lo que intente hacer,
    en mis encuentros, reflexiones, 
    incluso en las frustraciones y fallos,
    y sobre todo en este rato de oración,
    en todo ello, 
    haz que ponga mi vida en tus manos.

    Señor, soy todo tuyo. 
    Haz de mí lo que Tú quieras.

    Amén.

    martes, 30 de julio de 2013

    VIVE COMO LAS FLORES


    VIVE COMO LAS FLORES

    Maestro, ¿qué debo hacer para no quedarme molesto? Algunas personas hablan demasiado, otras son ignorantes. Algunas son indiferentes. Siento odio por aquellas que son mentirosas y sufro con aquellas que calumnian.

    ¡Pues, vive como las flores! - advirtió el maestro.

    ¿Y qué es vivir como las flores? - preguntó el discípulo.

    Pon atención a esas flores -continuó el maestro, señalando unos lirios que crecían en el jardín. Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos. Es justo angustiarse con las propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios de los demás te incomoden y te afecten. Los defectos de ellos son de ellos y no tuyos. Y si no son tuyos, no hay motivo para molestarse. Ejercita pues, la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera.

    El ayer es historia, el mañana es misterio y el hoy es un regalo. Por esa razón se llama "presente".

    ¡El cómo disfrutar el presente depende de ti!

    LOS LIRIOS DE SAN ANTONIO DE PADUA


    LOS LIRIOS DE SAN ANTONIO DE PADUA

    El lirio o la azucena es símbolo de la pureza y porque así como el más ligero contacto empaña esa flor candidísima, así toda culpa —aunque leve— afea la pureza del alma.

    A los Santos que se distinguieron durante su vida por su inocencia, se los representa con esta flor en los brazos, en las manos o junto a sí.

    A San Antonio de Padua no sabríamos conocerle si no viéramos sus imágenes con el lirio o con el divino Niño Jesús, lirio de los valles, que se recrea entre lirios. Es que San Antonio conservó el candor virginal toda su vida y, si el lirio o azucena es la representación de la virtud de la pureza, no podía faltarle este símbolo.

    Y parece que San Antonio siente predilección por el lirio y cómo se goza de ver sus imágenes con esta flor y sus altares adornados con las azucenas, que recuerdan a las gentes el deber de amar y conservar a toda costa la delicadísima virtud de la pureza. Hasta tal punto que a tan bellas y blancas flores del campo se las llama lirios de San Antonio.
    La devoción de los lirios de San Antonio es antiquísima, aunque en la liturgia eclesiástica aparezca casi nueva. En 1680, en el pueblo de Mantesca de Agesso, le quitaron al Santo de las manos la flor o lirio artificial, sustituyéndole por uno natural recién tomado del jardín. Dejaron esta flor en manos de San Antonio después de la fiesta y por todo un año se conservó la azucena fresca, como si acabaran de cortarla, con el mismo aroma que se percibía en toda la iglesia.

    En Marcase de Sicilia sucedió otro caso singular. Expulsados los franciscanos por la revolución, la gente acudía a la iglesia el trece de junio. Terminada la fiesta, se cerró la iglesia, olvidando retirar las flores del altar. Transcurrido largo tiempo, volvieron a la iglesia y encontraron marchitas todas las flores, menos los lirios y las azucenas que rodeaban la imagen de San Antonio. Toda la ciudad acudió a ver el prodigio y las gentes se llevaron como reliquias los frescos y aromáticos lirios de San Antonio.

    El pueblo cristiano tiene veneración especial al lirio de San Antonio porque, además de estar convencido de que con ello complacen al glorioso Taumaturgo de Padua, han visto en él un símbolo de protección y auxilio que el Santo de los Milagros otorga en favor de sus devotos que le suplican su valimiento para conservarse en tan apreciada virtud.
    Aumentóse de un modo extraordinario esta veneración porque San Antonio ha utilizado algunas veces estas flores como instrumento para conceder favores y obrar milagros. Recuérdese el siguiente caso. Una señora de Montreal (Canadá), tomó el hábito de religiosa en el Convento de Nuestra Señora de los Ángeles de Asís (Italia), y se llamó Sor Margarita de Santa Clara.

    Con motivo de una fundación en América, hubo de embarcarse y nada más llegar a Nueva York, sintió un pequeño dolor en la lengua, que fue aumentando sensiblemente. Llamado un especialista, declaró que se trataba de un cáncer maligno y que era indispensable la operación.

    Ante tal augurio, Sor Margarita recurrió a Dios, suplicándole, por intercesión de San Antonio, que le socorriese. Súbitamente la buena Hermana se acordó que tenía un pétalo de un lirio bendecido en la fiesta de San Antonio y aquella noche, antes de acostarse (era la víspera del día señalado para la operación) estuvo algún tiempo en fervorosa oración y luego se aplicó el pétalo a la lengua, en el sitio donde tenia el cáncer.

    Al día siguiente, al levantarse, ¿cuál no sería su sorpresa y alegría al ver que tenía la lengua completamente sana? Cuando el doctor especialista, que no era católico, llegó para practicar la operación, quedó sorprendido al ver que no quedaba señal alguna del cáncer. La Hermana le dijo que San Antonio la había curado. El doctor ratificó que semejante caso no podía realizarse sino por un milagro.

    EL EVANGELIO DE HOY: 30.07.2013

    Autor: P. Francisco Javier Arriola, LC | Fuente: Catholic.net
    La parábola de la cizaña
    Mateo 13, 36–43. Tiempo Ordinario. Esperar en el cielo implica trabajar por ser buena semilla del Reino de Dios.
     
    La parábola de la cizaña
    Del Evangelio según san Mateo 13, 36 -43

    Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo». El les respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles. Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga! 

    Oración Introductoria

    Dios mío, Señor de Misericordia, vengo a ponerme en tu presencia para pedirte que pongas tus palabras y tu mensaje en mi corazón para que sepa darte el fruto que Tú buscas en mí. Aumenta mi fe para verte en mi vida y en los demás; aumenta mi esperanza para vivir con alegría deseando estar contigo en la eternidad; y aumenta mi amor para nunca abandonarte ni dejarte solo porque Tú nunca me abandonas ni te apartas de mí.

    Petición

    Corazón de Jesús traspasado de amor por mí, inflama mi corazón de amor por ti. Dame tu gracia para darte mi vida; dame tus dones para darte mis acciones y darte gloria por siempre.

    Meditación del Papa 

    San Agustín, comentando esta parábola, observa que "primero muchos son cizaña y luego se convierten en grano bueno". Y agrega: "si éstos, cuando son malos, no fueran tolerados con paciencia, no lograrían el laudable cambio". Queridos amigos, el libro de la sabiduría, del que hoy está tomada la primera lectura, subraya esta dimensión del Ser divino: "porque, fuera de Ti, no hay otro Dios que cuide de todos... porque tu fuerza es el principio de tu justicia y tu dominio sobre todas las cosas te hace indulgente con todos". Y el salmo 85 lo confirma: "Tú Señor eres bueno e indulgente, rico en misericordia con aquellos que te invocan". Por tanto, si somos hijos de un Padre tan grande y bueno, ¡tratemos de parecernos a Él! Éste era el objetivo que Jesús se planteaba con su predicación. Decía a quien lo escuchaba: "Sed perfectos como es perfecto el Padre que está en los cielos". Encomendémonos con confianza a María, a quien ayer invocamos con la advocación de la Virgen Santísima del Monte Carmelo, para que nos ayude a seguir fielmente a Jesús, y de este modo vivir como verdaderos hijos de Dios. (Benedicto XVI, 17 de julio de 2011).

    Reflexión 

    Hay que decirle al Señor que hoy también nos acercamos a su presencia para pedirle que nos explique sus enseñanzas. En nuestra vida muchas veces no podemos ver claro lo que Él pide o no entendemos lo que nos dice. En esta parábola, sin embargo, abre con claridad lo que quiso explicar a la humanidad. Jesús quiere que seamos la buena semilla que pertenece al Reino de Dios. Cuánto duele al Señor saber que muchos eligen el camino del mal y se apartan de Él; a nosotros también nos apena ver que efectivamente muchos se deciden por ser cizaña que ha sembrado el demonio. Satanás está en lucha contra Dios y contra los hombres, que busca constantemente que las almas se alejen de su Creador.

    Pero Dios, el creador y dueño de campo que es el mundo, seguirá cuidando con mucha misericordia de su campo y trabajará no por arrancar la cizaña, sino para convertirla en bellas espigas que serán recogidas en la buena cosecha. Aunque en el mundo físico esto no es posible, sin embargo Dios puede hacer esto, pero necesita también de nuestra labor, de nuestras oraciones y nuestros sacrificios para ayudar a convertir a los pecadores.
    Para nosotros esto es posible mientras hay vida, y una vez llegado el momento de rendir cuentas, Dios que nos persiguió con su amor infinito, nos evaluará con su infinita justicia. Pidamos a los ángeles, cosechadores del Señor, que ayuden a los seres humanos a obrar el bien y pertenecer al Reino de Dios. Hay que tener fe, porque en nuestra vida muchas veces luchamos por lo que no vemos, pero al final veremos por lo que luchamos: por Dios y su Reino.

    El Señor nos dice que el que persevere hasta el fin, ése se salvará (Mt 10, 22). Este es el llamado a la perseverancia en el bien, en ser semilla buena que da fruto abundante en el campo del mundo creado por Dios. Pero la soberbia es la que puede descomponer la buena semilla que Dios ha sembrado, porque es asemejarse al maligno que se ha rebelado contra Dios, o como decía San Agustín, es hacerse perverso e imitador de los errores del diablo.

    La cizaña será quemada en el día de la ciega. Este día final se le suele pintar con tintes tremendistas y catastróficos, infundiendo miedos y terrores. Para quien se ha esforzado en seguir la voluntad de Dios, aun a pesar de nuestras muchas deficiencias, debilidades y errores, no puede menos que esperar la misericordia y consideración por parte de Dios. No nos preparamos para un día de temor, sino para un día de esperanza y retribución. Si pensamos más frecuente en este día de la cosecha, sabremos vivir rectamente, incluso en las derrotas si van acompañadas de una sincera lucha y un sincero arrepentimiento. Así brillaremos también en este mundo con el fulgor de los hijos de Dios.

    Propósito

    Hoy rezaré mucho por la salvación de las almas del purgatorio, para que Dios, en su infinita bondad, mitigue los ardores de la purificación de estas almas que esperan con ansias el momento glorioso de su encuentro eterno con Dios.

    Diálogo con Cristo

    Señor, tuyo es el mundo porque Tú lo has creado, tuyo es el Reino porque tú lo has instaurado, tuyas son las almas porque Tú las has amado y salvado. Haz, Señor misericordioso, que no nos cerremos a tus palabras y a tu gracia. Transforma los corazones que se han alejado de ti para que no caigan en manos del enemigo que busca perderlos. También concede a mi alma ser la tierra fértil donde caiga la semilla de tu Palabra para que pueda dar fruto, para ayudar a otros y para hacer crecer tu Reino de paz, de vida y de gracia en mí y en el mundo entero.


    Jesús nos enseña a ver las cosas con realismo cristiano y a afrontar cada problema con claridad de principios, pero también con prudencia y paciencia. Esto supone una visión trascendente de la historia, en la que se sabe que todo pertenece a Dios y que todo resultado final es obra de su Providencia. Juan Pablo II, audiencia general 25 de septiembre de 1991



  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Francisco Javier Arriola, LC 

    lunes, 29 de julio de 2013

    ORACIÓN POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO


    Oración para las almas  del purgatorio

    Padre eterno, yo te ofrezco la preciosísima sangre de tu Divino Hijo Jesús, en unión con las misas celebradas hoy día a través del mundo por todas las benditas animas del purgatorio por todos los pecadores del mundo. 

    Por los pecadores en la iglesia universal, por aquellos en propia casa y dentro de mi familia. Amen.

    El Señor le dijo a Sta. Gertrudis que cada vez que rezara esta oración, pudiese librar 1000 almas del purgatorio.

    DIÁLOGO CON EL SILENCIO


    Diálogo con el silencio 


    Cuantas veces....
    queremos acercarnos a los demás
    con actitudes fraternales,
    y aunque aparentemente somos aceptados;
    ignoramos que nuestros receptores,
    no se sienten con la confianza de
    estrechar ese lazo...
    por esa forma a veces de arrogancia,
    que creen visualizar,
    por esas palabras reflexivas
    que reclaman nuestra presencia
    y que son tomadas con imposiciones...

    Porque la sensibilidad que nos entregan,
    es tan frágil, que si no la cuidamos
    involuntariamente la hacemos añicos,
    dispersando escépticamente,
    lo que pudo ser un diálogo interesante

    Cuantas veces, herimos inconcientemente,
    por no tener disponibilidad de paciencia,
    para analizar el entorno...
    sin percibir que está latente
    esa indiferencia gélida que nos duele.

    Cuantas veces dialogamos con el silencio,
    por el desconsuelo de la soledad,
    pero somos tan exigentes,
    que solo pensamos en nuestros pesares...
    sin comprender el dolor de los demás,
    a quienes castigamos con esas actitudes
    de incompresión...

    Porque no entendemos ese lamento
    por la lejanía, y no hemos valorado
    ese amor que nos brindan...
    cuantas veces seguiremos así,
    sumergidos en ninguna parte,
    apesadumbrados por la soledad,
    y el vacío asfixiante que 
    nos lastima tanto...

    GRACIAS SEÑOR



    GRACIAS SEÑOR...

    Gracias Señor...
    Porque en la cruel tormenta, me haces escuchar el suave susurro de tu voz.

    Gracias Señor...
    Pues envías rayos de luz que iluminan mi camino en medio de las
    adversidades.

    Gracias Señor...
    Por cada instante y cada problema que me recuerda mi necesidad de Ti.

    Gracias Señor...
    Porque hasta en lo alto del cielo y en la profundidad del océano Tus
    oídos están siempre atentos a escuchar mi clamor.

    Gracias Señor...
    Porque a pesar de los errores de la gente, Sigues enviando sol y
    lluvia sobre todos sin distinción.

    Gracias Señor...
    Por este día, en el que me das la oportunidad de Buscarte nuevamente

    Gracias Señor...
    Por cada ser humano que se cruza en mi camino, pues algo deseas que aprenda de él.

    Gracias Señor...
    Por Ti mismo, que escuchas esta humilde oración proveniente de Tu hijo.

    Por todo esto y lo que me sería imposible de contabilizar...
    ¡¡¡Gracias Señor!!!

    Amen

    EL EVANGELIO DE HOY: 29.07.2013

    Autor: Catholic.net | Fuente: Catholic.net
    Tu hermano resucitará
    Jesús es consciente del valor de la vida frente a la eternidad y la muerte.
     
    Tu hermano resucitará
    Del santo Evangelio según san Juan 11, 19-27

    En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para consolarlas por la muerte de su hermano Lázaro. Apenas oyó Marta que Jesús llegaba, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa. Le dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas».
    Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará». Marta respondió: «Ya sé que resucitará en la resurrección del último día». Jesús le dijo: «Yo soy la Resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y crea en mí, no morirá para siempre. ¿Crees tú esto?». Ella contestó: «Sí, Señor. Creo firmemente que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».

    Oración introductoria

    Señor Jesús, tu resurrección es la prueba más grande de que el amor puede triunfar en el mundo y en mi vida. Tú me enseñas que el amor es más fuerte y que contigo es siempre posible volver a empezar y trabajar por un mundo basado en la caridad. Ilumina mi oración para vivir este día, y toda mi vida, de cara a la eternidad.

    Petición

    Señor, ven a mi corazón para que nazca en mí la vida nueva que me has ganado por tu cruz y resurrección.

    Meditación del Papa

    Nos encontramos frente al misterio último de nuestra existencia: "Yo soy la resurrección y la vida... ¿Crees esto?". Para la comunidad cristiana es el momento de volver a poner con sinceridad, junto con Marta, toda la esperanza en Jesús de Nazaret: "Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo". La comunión con Cristo en esta vida nos prepara a cruzar la frontera de la muerte, para vivir sin fin en él. La fe en la resurrección de los muertos y la esperanza en la vida eterna abren nuestra mirada al sentido último de nuestra existencia: Dios ha creado al hombre para la resurrección y para la vida, y esta verdad da la dimensión auténtica y definitiva a la historia de los hombres, a su existencia personal y a su vida social, a la cultura, a la política, a la economía. Privado de la luz de la fe todo el universo acaba encerrado dentro de un sepulcro sin futuro, sin esperanza. (Benedicto XVI, 22 de febrero de 2011).

    Reflexión

    Decía santo Tomás de Aquino: "Tan sólo un necio trata de consolar a una madre ante su hijo muerto". Estas palabras surgen como fruto directo de la contemplación de este pasaje en el que Jesús, frente al sepulcro de su amigo Lázaro, derrama unas de las pocas lágrimas que aparecen expresamente en el evangelio.

    Jesús es consciente del valor de la vida frente a la eternidad y la muerte. Sabe que el alma de Lázaro reposa esperando, como la del resto de los hombres, el momento sublime de la redención. Sin embargo, Jesús también es un hombre. Lo que en un primer momento no le cuesta aplazar cuatro días, más tarde se transformará en lágrimas y llanto: la contemplación del sepulcro de su amigo.

    El regreso a la vida de Lázaro es un anticipo, una profecía, de lo que será en el futuro la resurrección de los muertos. Los amigos de Jesús, sus íntimos, sus más queridos, volverán a la vida ante el asombro de sus enemigos y las miradas mezquinas de los que en vida no acogieron a Jesús en su corazón.

    Pidamos a Cristo en este día que guarde un puesto para nosotros en su corazón. Digámosle con todo nuestro ánimo que queremos ser sus amigos y sus íntimos.

    Diálogo con Cristo

    Jesús, Tú me amas tanto que, con tal de salvarme, venciste el miedo al sufrimiento y a la muerte. Yo también, Jesús, quiero vivir así, sin temer a la renuncia o el desprendimiento, con tal de vivir en tu gracia y así poder acercar a otros a tu amor, especialmente a aquellos miembros de mi familia que se encuentran alejados de tu amor.

    Propósito

    Visitar a esa persona enferma o solitaria que sé que nadie visita, para darle ánimo. 

    JESÚS OCULTO


    Jesús oculto

    Cuentan que una vez había un monasterio escondido en las montañas, donde cada monje tenía su función específica. Algunos eran sembradores, otros cocineros y así cada uno tenía su función. En determinado momento los monjes empezaron a tener problemas entre ellos, y se peleaban y enojaban.

    Preocupado por el asunto, el sacerdote a cargo del monasterio se fue a orar y preguntaba a Dios:

    - "Señor, ¿por qué pasan estas cosas? ¿Cómo lo podemos arreglar?"

    Dios le contestó:

    - "Hijo, he visto sus problemas y por eso, entre ustedes se encuentra de incógnito mi hijo Jesús"

    El sacerdote se asustó mucho al saber semejante noticia y convocó a los monjes. Cuando se dieron cuenta que entre ellos estaba Jesús se empezaron a preguntar quién sería. Tal vez el cocinero o algunos de los que sembraban.

    Como no lo sabían, se empezaron todos a tratar con cortesía y amabilidad y nunca mas hubo problemas entre ellos.

    domingo, 28 de julio de 2013

    EL EVANGELIO DE HOY: 28.07.2013

    Autor: Luis Felipe Nájar | Fuente: Catholic.net
    Parábola del amigo inoportuno
    Lucas 11, 1-13. Tiempo Ordinario. La oración es el diálogo del hombre con Dios. He aquí la grandeza de la oración.
     
    Parábola del amigo inoportuno
    Del santo Evangelio según san Lucas 11, 1-13


    Y sucedió que, estando Jesús en oración en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos. Él les dijo: Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino,
    danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación. Les dijo también: Si uno de vosotros tiene un amigo y, acudiendo a él a medianoche, le dice: "Amigo, préstame tres panes, porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle", y aquél, desde dentro, le responde: "No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos", os aseguro, que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos se levantará por su importunidad, y le dará cuanto necesite. Yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan! 


    Oración introductoria

    Señor, gracias por enseñarme a orar. Hoy, humilde e insistentemente, pido tu ayuda para sacar el mayor provecho de esta oración, quiero conocerte mejor para amarte más. Confío en tu misericordia sabiendo que, en la medida en que te ame y te escuche, podré transmitirte a los demás.

    Petición

    Señor Jesús, ayúdame a hablar con el Padre, como Tú lo hacías.

    Meditación del Papa

    Cómo aprendo a orar, como crezco en mi oración? Mirando el modelo que Jesús nos enseñó, el Padre Nuestro, vemos que la primera palabra es "Padre" y la segunda es "nuestro". La respuesta, entonces, es clara: aprendo a orar, alimento mi oración, dirigiéndome a Dios como Padre y orando-con-otros, orando con la Iglesia, aceptando el regalo de sus palabras, que me resultan poco a poco familiares y ricas de sentido. El diálogo que Dios establece con cada uno de nosotros, y nosotros con Él, en la oración incluye siempre un "con"; no se puede orar a Dios de modo individualista.
    En la oración litúrgica, especialmente en la Eucaristía, y --formados de la liturgia--, en cada oración no hablamos solo como individuos, sino que entramos en el "nosotros" de la Iglesia que ora. Y tenemos que transformar nuestro "yo" entrando en este "nosotros". (Benedicto XVI, 3 de octubre de 2012).

    Reflexión

    Señor, enséñanos a orar. La oración es el diálogo del hombre con Dios. He aquí la grandeza de la oración. Jesús enseñó a sus discípulos la más grande de las oraciones, el Padre Nuestro. En esta oración de Jesús se da una relación filial del hombre con Dios. Hablar como hijos y no como siervos ante alguien desconocido, decir Padre a Dios. Padre Nuestro, es el Padre que nos espera ansioso en la casa, como el Padre del hijo pródigo; es el Padre que nos da el pan diario, que es su Hijo en la Eucaristía, como lo dio en el desierto a los israelitas, para alimentar a los peregrinos de este mundo.

    Pedir con insistencia y con la fe de que recibiremos, así debemos pedir como nos enseña Jesús. Lo primero es fácil, siempre pedimos por nuestras necesidades, por el trabajo, por el hijo enfermo etc. Pero pedir con fe, no es así de fácil. La fe requiere confianza y es una virtud que no se practica mucho en nuestro tiempo. Si tuviésemos la fe como un granito de mostaza diríamos a un árbol plántate en el mar y así sería.

    También hay que pedir por la fe, como aquel padre que pedía por su hija enferma: Señor creo, pero aumenta mi fe. Aunque Jesús ya sabe lo que necesitamos antes de pedirlo.

    Diálogo con Cristo

    Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a Corazón.
    Jesús, ayúdame a conocer cada vez mejor a tu Padre en la oración. Dame la gracia de amarle como verdadero hijo, quiero confiar en Él, abandonándome a su voluntad y providencia. Que el tiempo para mi oración personal sea lo más importante en mi agenda de cada día. Y te suplico me ayudes a que sepa irradiar este espíritu de oración en mi familia.

    Propósito

    Hacer diariamente una oración en familia. Si ya lo hago, buscar incrementarla. 
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