Virgen poderosa
A la más poderosa de las Reinas, Dios no le niega nada. Se le llama
La omnipotencia suplicante. Semper vivens ad interpellandum pro filiis
suis: Que vive siempre para interceder por sus hijos.
“No tienen vino”, dijo en una boda. Y qué vino más exquisito se
bebió en Caná. Los que se acogen a Ella no deben tener miedo a nada. Ni
al demonio, ni a la muerte, ni a los peligros.
El rosario parece una oración frágil, y como propia de abuelitas,
pero Dios ha querido que sirva para detener los cañones y las bombas. La
tierna Virgencita es el terror del infierno entero. Por eso los devotos
de María no tienen nada que temer.
Buscar una alianza perpetua con María de Jesús equivale a ser
inexpugnable en la lucha por el cielo. Ella es la puerta del cielo y la
causa de nuestra alegría. Los hijos de María son personas muy alegres,
como su Madre. No se explica que los hijos e hijas de María Santísima se
dejen morder por la serpiente de la desesperanza y del temor. No tienen
ningún temor.
Virgen clemente
Lo aprendió de Jesús. Es la Madre del Hijo pródigo. Sabe curar las
heridas, consolas las penas, enjugar las lágrimas, suavizar todo,
perdonar todo. Como Ella no debe juzgar, sólo perdona e intercede por
sus hijos.
Cualquier madre es clemente, pero María más que todas juntas. Buena
falta nos hace, pues la clemencia la requieren los malhechores. Hemos
de saber que los tales no son los que andan en las cárceles, pues cada
uno de nosotros, sumando todas sus maldades es un verdadero malhechor
que necesita clemencia.. Cuando María intercede ante el Juez divino por
uno de sus hijos, obtiene el perdón.
Oh Madre del Hijo pródigo, que aprendiste de Jesús a perdonar, a
hacer una fiesta cuando éste regresa a casa. He huido de casa muchas
veces, creyendo ingenuamente que sin Dios la vida es más atractiva y
emocionante. Cuantas veces he regresado a casa herido, decepcionado,
miserable. Tú has sido, junto con Dios, la que me ha puesto un anillo en
el dedo, nuevas sandalias a mis pies descalzos, una túnica, y has
mandado hacer la fiesta del becerro gordo. Si en el corazón de Dios hay
más alegría por un pecador que se convierte, también en el tuyo una de
las más grandes alegrías es la de recuperar un hijo perdido, un hijo
muerto.
Hay un momento crucial en el que clemencia me es absolutamente
necesaria: el día del juicio particular. No dejes de asistir, como
abogada defensora, a la cita definitiva en la que se decide mi
eternidad.
Virgen fiel
Es uno de sus títulos más grandes. La fidelidad hecha carne de
mujer. Fidelidad a Dios, demostrada en su fórmula favorita: “He aquí la
esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.
Fidelidad a sus hijos; aún a los hijos que se pierden los ha amado hasta el último segundo de su vida.
Estaba junto a la cruz... Ella no cayó en la tentación del sueño como Pedro y sus compañeros.
¿Qué más se te podía pedir, Virgen Fiel? Todo lo diste.
Espejo de justicia
Espejo de santidad...Es la Inmaculada. El tres veces Santo se refleja en Ella como en un espejo.
Pero no es espejo que, cuando la imagen desaparece, también del
espejo desaparece. María es, más bien, una copia muy bien hecha, del
Modelo, la más perfecta, hermosa y fiel que se haya dado. María nos
aventaja con mucho. Irradia la santidad, la transmite. Quisiera que
todos sus hijos se parecieran a Ella. Con más verdad que san Pablo puede
decirnos:”Hijos, sed imitadores míos, como yo lo soy de Jesús”.
Debemos parecernos a nuestra Madre. “Sed santos como yo soy santa”,
podría decir, al estilo de Jesús. Cualquier virtud adquiere un brillo y
un encanto particular en María. Ella no hace amables practicar dichas
virtudes. Es una Maestra incomparable que hace amar y apasionarse por la
vida cristiana. Queremos ser discípulos en tu escuela, María.
Trono de sabiduría
Lugar donde se asienta la sabiduría. La sabiduría del arte de vivir:
Maestra del vivir, porque es maestra del amor. Vivir, en su esencia
más alta, es amar. Maestra en el arte del amor: Madre del amor hermoso
se le llama. Maestra de todas las virtudes cristianas: Enséñame a ser un
discípulo excelente.
Por ser la mejor discípula de Jesús se convirtió en la mejor Maestra de los hombres.
Ella nos enseña la sabiduría más alta, la de cumplir la voluntad de
Dios, de la santidad. De acuerdo a la frase: “El que se salva sabe, y el
que no, no sabe nada”.
Nos enseña la verdad de Dios en las Escrituras. Nos ha dado al
Verbo, la Palabra de Dios, de una forma en que le podemos tocar,
abrazar, mirar, comer. “Haced lo que Él os diga”. Esta frase pronunciada
en las bodas de Caná resuena en todos los corazones de los cristianos.
Si le hiciéramos más caso a Jesús, nos iría mucho mejor.
Es una sabiduría humilde. No es fácil hallar sabios humildes, porque
la ciencia suele hinchar. María nunca reclamó a su esposo nada, nunca
insistió en las preguntas, aceptaba las respuestas que le resolvían solo
en parte los misterios.
Causa de nuestra alegría
Ella lo sabe. Se lo recordó a Juan Diego. “¿No estoy yo aquí, que
soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la causa
de tu alegría?”
¿Quién es esa persona? ¿Dónde vive? ¿Cómo se llama? Me muero por verla.
El que se junta con María es un ser alegre por contagio. Porque Ella contagia la alegría a los hijos de Dios.
Su sí a Díos abrió la puerta que estaba cerrada. Nos abrió la puerta
de la felicidad eterna. Nos dará un abrazo y nos presentará a Jesús y
al Padre.¡Qué ilusión me da el pensar en ese momento!
Las legítimas alegrías humanas tienen color y sabor mariano. Pienso
en la sonrisa de María; lo más entrañable de su rostro. Una sonrisa de
María vale más que todos los cariños humanos del mundo, por hermosos que
sean.
Vaso espiritual, vaso digno de honor, vaso insigne de devoción
Se habla aquí de los vasos sagrados, como son el cáliz y la patena.
María es un vaso sagrado, como una patena que ha encerrado al Verbo en
sus entrañas; es un cáliz precioso, porque encerró en sus venas la
sangre de Jesús, la que se derramaría en Getsemaní, en la flagelación y
en el Calvario.
Vaso digno de ser honrado por todos. A María no se le puede faltar
al respeto, es una ingratitud y una grosería sin nombre. Pienso en los
que, con la Biblia en la mano, predican que María no es la Madre de
Dios. Al llegar al cielo, les va a abrir María la puerta. Antes que
nada tendrán que pedir atentas disculpas. Y al presentarse ante Dios
las disculpas deben ser muy serias, porque, aunque de buena fe, toda la
vida dijeron que la Madre de Dios no era su Madre. Eso es muy fuerte.
Cuando se habla de devoción a la Santísima Virgen, a esto se
refieren. Por eso los que sinceramente tienen una gran devoción a María
están en el justo y recto camino. Dios los bendice y los premia. Amar y
bendecir a su Madre, es amarlo y bendecidlo a Él mismo. Si Él dijo:
“Todo lo que hacéis a uno de mis hermanos más pequeños me lo hacéis a
Mí”, ¿qué decir cuando se lo hacen a la hermana más grande y a su misma
Madre? Se lo hacen a Él en persona. No tengan miedo, por tanto, los que
aman a María, Madre de Dios. Sepan que cuentan con la bendición de
Dios.
Vaso insigne de devoción, es decir que merece nuestra devoción, amor y cariño como nadie.
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